El equipo de Colunga Team y yo te damos la Bienvenida a nuestra casa. Deseamos que te diviertas y que convivas con respeto y cariño con los demás integrantes de nuestra gran Familia.
(Relato de Scarlett)
Parte 2 - El reencuentro
Emocionadas con la anunciada visita de Leo, Elena y doña María se ponen de acuerdo para avisar al resto de la familia, la cual es numerosa, y se disponen a hacer los arreglos pertinentes. Le avisan al abuelo en la finca y éste se alegra muchísimo.
Don Roque, el abuelo, vive sólo, su única compañía es un viejo perro con pulgas que se apareció un buen día y ya no quiso marcharse. El perro siempre se hallaba acostado a sus pies. Entre ambos existían lazos de afecto, los dos agradecidos porque mitigaban su soledad mutuamente. Todos se habían marchado de la finca buscando mejorar, y ya nadie quería trabajar la tierra, pero don Roque era un jíbaro1 de pura cepa que no podía arrancar sus raíces. Años atrás, había sido un hombre fuerte y ágil, que labraba la tierra de sol a sol para levantar su familia. Ahora, las fuerzas le fallaban, pero todavía inspiraba respeto por su honradez y rectitud. Siempre había sido hombre sagaz y difícil de engañar.
El abuelo piensa, con satisfacción, que Leo, su querido nieto, se parecía a él, en su carácter aunque no físicamente. Parecía estar viéndolo, bromista pero íntegro, siempre mirando de frente con la cabeza alta. Desde pequeño inspiraba admiración y respeto por su honradez. Era muy inquieto y le gustaba hacer travesuras, pero sin malicia. Si se le cuestionaba, admitía su culpa y hasta asumía la de su prima Elenita, por protegerla (el abuelo sonríe con los recuerdos).
-Es un buen muchacho, y nunca se ha olvidado de este viejo a pesar de la distancia (piensa en voz alta).
-Cada vez que viene a la isla, en esas visitas relámpagos que hace, siempre saca un ratito para venir a verme. ¡Ése es mi Leo!
Entonces se pregunta cómo era posible que un joven tan buen mozo y preparado como Leo todavía estuviera soltero.
-¡Sería bonito verlo casado! Tal vez venga acompañado esta vez. ¡Qué bueno! si fuera así. No me gusta saberlo tan solo (reflexionaba el abuelo anticipándose a los acontecimientos).
Animado con esa expectativa y las buenas nuevas, el abuelo empieza a hacer planes mientras se echa a la boca otra mascadura de tabaco. Masca con gusto y escupe, era uno de los pocos placeres que le quedaban. Los doctores le habían dicho que lo dejara, pero las viejas costumbres son difíciles de romper. Su mente va de un lado a otro, divagando: Vería a su querida familia toda reunida de nuevo antes de que él emprendiera ese largo viaje sin regreso, pues presiente que ya su hora se acerca. Tiene un puerco que estaba engordando para vender la carne en navidades, pero lo aprovecharía ahora; le avisaría al compadre que pase con su mujer e hijos a ayudarlo; matarían el puerco y prepararían morcillas, lo asarían a la vara, y tendrían viandas por el lado; como antes cuando la finca vibraba de energía; y todavía le quedaban unos galones de ron pitorro que sacaría. ¡Qué tiempos aquellos!, pensaba con nostalgia mientras sus ojos se llenaban de lágrimas al recordar al campo de antaño.
Llega el día tan ansiado, todos los caminos conducen a la finca del abuelo. Es un evento apoteósico que nadie quiere perderse, pues ya esas fiestas en casa del abuelo han pasado a la historia. Vienen cargados con víveres por si la fiesta se extiende. Se saludan alegremente y se ponen al día por todo el tiempo que llevaban sin verse.
Las muchachas ojeaban a Leo.
-Es un joven apuesto y buen partido (comentan entre sí), ¿por qué no se habrá casado?
Elena observaba desde lejos, esquivando la mirada penetrante de Leo, a quien le costaba mantener su distancia. Él trataba de disimular, pero no podía dejar de mirarla tiernamente. En su fuero interno, él sabía que debía doblegar su pasión, que era un sacrilegio desear tomarla en sus brazos; no quería asustarla. ¡Estaba preciosa! Los años habían endurecido un poco su expresión, prestándole un aire misterioso que exaltaba su belleza. ¡Cómo le gustaría penetrar sus pensamientos y descubrir los secretos más recónditos de su corazón!
¡Qué sorpresa se llevaría Leo si pudiera desvelar la cortina que ocultaba los secretos de Elena! Ella siempre había tenido muchos pretendientes, pero a ninguno le daba el sí. Ella sólo amaba a un ser desde que tenía uso de razón, un imposible. Era su amor platónico, y ahora estaba allí, alto y erguido, hermoso como un adonis, con unos ojos verdes de mirada profunda que ella rehuía.
Sus miradas se cruzaban a hurtadillas, pero la atracción mutua es inevitable. Es tal el magnetismo entre ellos que sus miradas se quedan clavadas sin poder despegarlas. Poco a poco, todo a su alrededor va palideciendo, sólo existen sus dos almas que se elevan sobre el bullicio para encontrarse a solas, con un amor puro y contenido. No necesitan palabras para entenderse.
Desde su banco, a cierta distancia, el abuelo contempla con cariño a Leo y a Elena, sus dos nietos predilectos, pues de todos, ellos eran los que más tiempo pasaban en la finca cuando niños y que aún, a pesar de sus obligaciones, sacaban tiempo para él. Leo y Elenita eran inseparables, y el abuelo se pregunta:
-¿Por qué hoy no estarán juntos?
Observa a uno y observa al otro por un buen rato.
-¡Uhm! algo no está bien (refunfuña el abuelo para sí).
Dicen que el diablo sabe más por viejo que por diablo, y el abuelo era bien viejo.
-María, ¡ven acá!, necesito hablarte (llamando a su hija).
-Sí, papá, ya voy. Todos están contentos y divirtiéndose, y a ti te noto preocupado, ¿te pasa algo?
-María, pueden ser figuraciones mías, pero como que Leo y Elena se gustan. Sus miradas se cruzan como flechazos de enamorados, como si se enviaran mensajes de amor, ¡esos dos se traen algo!
-Papá, no digas eso, ellos se criaron como hermanos y es natural que se quieran.
-¡No, María!, yo sé lo que te digo. Sería un sacrilegio si es lo que pienso (da un puñetazo en la mesa), ¡son primos!
Al final del día, todos se despiden. Leo se ofrece para llevar a Elena a su casa. Apenas pronuncian palabra en todo el camino, pues sus corazones son más elocuentes y se comunican en silencio. Ambos piensan que mientras no expresen en voz alta sus sentimientos, conservarían la ilusión de un amor sublime entre ellos, sin que éste fuera algo abominable.
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Hola Scarlett...esta padrísimo tu relato...ya me puse en el lugar de Elena...que duro es vivir asi pero aveces sucede anque en la vida real....estoy curiosa saber que va a pasar....huy...abrazos fuertes
¡Hola a todas!
Por aquí de nuevo, leyendo sus amables e interesantes comentarios. Como nos dice Fernando, los espectadores son la mejor retroalimentación. Muchas gracias por seguir acompañándome. Ya estamos en el ecuador de la historia, veremos qué sucede próximamente con estas dos almas. Sepan que agradezco mucho su apoyo y sus aportes y regalos que adornan el tema.
Belén, ese diablo es bien diablo en tanga; ya lo guardé, jajaja. Espero tu relato la próxima semana, que sé que será hermoso.
Carlita Laime, no hay quién se aguante con ese primo.
Ceci, me halagas. ¡Cáchalo!, que ahí va.
Dunia, el abuelo es casi profético.
Elizabeth, la pluma mágica puede hacer milagros, ¿verdad?
Ionela, estos casos suceden. Dicen que el arte es un reflejo de la vida y viceversa.
Jenni, creo que serían muchas las pecadoras.
Lupiz, el abuelo se las trae.
Magdalena, la nostalgia permea y hasta yo que conozco el final, la siento.
Mary, la verdad que escribir este relato me ha resultado terapéutico.
Mati, después de escrito el capítulo, buscando música me tope con la remembranza y me fascinó, porque así era cómo yo veía a don Roque. Livia Brito sería formidable con Fer. Ya tengo el tema, hombre maduro enamorado de una jovencita, como en Niña mía, jajaja.
Mer, ojalá que tengas tiempo de leer con los efectos; se disfruta más.
Nat, a la gente de antes no se les pasaba una; tal vez porque la vida era más relajada y no estaban tan saturados como estamos ahora.
Ossy, cuando se quiere no siempre se puede. Veremos qué sucede.
Pamela, se te agradece la bandera y el mapa de nuestra pequeña isla. Dato curioso, mide 112x40 millas (180x65 km) aprox., según las últimas medidas, ya que antes aparecía como 100x35 porque estaba mal medida. Te quedo debiendo la jerga campesina, jajaja.
Rubby, en los ojos se ve el alma, no se necita hablar.
Sherley, el querer y no poder nos hace infelices.
Silvia, la historia se pondrá más interesante.
Vale, estos primos han cobrado vida propia. Si no fuera porque ya conozco el final desde el principio, me pasaría como en esas telenovelas que no saben cómo terminar.
Abrazos colungueros.