_¡ALGUIEN QUE ME ESCUCHE, POR FAVOR! 

_¡SOCORRO! 

Así siguió gritando hasta quedar sin fuerzas, dejó de gritar.  

Pasan varias horas, amanece. 

¡Qué pasa!, no soy adinerada, ¿se habrán equivocado de persona?, el "jefe" dijo algo de que buscaban a alguien mas joven. ¡Oh Dios!, esto no puede estar pasando. Paró sus pensamientos al notar que la puerta se abría lentamente. Cierra lo ojos fingiendo dormir. 

El "captor" así lo apodaba al que la capturó, entró silencioso, acercó una silla y se sentó en ella, la miraba estudiándola, pasaron varios minutos hasta que Cecilia no soportó mas y decidió romper el silencio. 

_¿Por qué me tienen aquí? 

Silencio. 

El captor se queda mirándola un rato más y sale de la habitación, al rato regresa con una bandeja y el desayuno, Cecilia vió que era muy alto porque apenas cabía, al pasar por la puerta. 

_Esto es lo único que hablaré contigo: No quiero ponerme violento así que, será mejor que no intentes escapar. 

Sacó una mesa armable que estaba debajo de la cama, después puso la bandeja y el desayuno arriba de la mesa. 

Ella dijo _No quiero nada de usted, además estoy maniatada, ¿lo sabía?_ En tono irónico. 

El se agachó y le desató las cuerdas de manos y pies, luego pasó a su lado y se paró detrás de ella para desamarrarla de la silla. Después se volvió hacia ella y le hizo un gesto facial levantando una ceja. 

_¡Vaya, gracias! Necesito ir al baño. 

El "captor" abrió la puerta que estaba con llave y la condujo hasta un baño cercano. Cuando terminó la llevó de nuevo a la habitación. 

Le molestaba que no la dejara sola, ni un segundo. 

_¿Será que puedo tener un poco de privacidad? Si no es inconveniente_ Con sarcasmo.  

El hizo un ademán caballeroso con su mano derecha y a partir de ese momento, se empezó a sentar fuera de la habitación, al lado de la puerta cerrada con llave. 

Ella pensó, quizás es uno de esos secuestradores amables, que entienden la posición del otro. 

La rutina era abrir la puerta por la mañana con el desayuno, llevarla al baño y pasar todo el tiempo al lado de la puerta, haciendo guardia, pendiente de lo que ella pudiera necesitar. Solo entraba a la habitación con el almuerzo y con la cena, sin hablarle. 

Ella al principio se rehusaba a comer, hasta que su orgullo fue vencido por el hambre voraz que sentía y empezó a recibir con ganas la comida que el "captor" le llevaba, se dio cuenta de que la comida era elaborada en forma casera y era muy apetitosa.