El equipo de Colunga Team y yo te damos la Bienvenida a nuestra casa. Deseamos que te diviertas y que convivas con respeto y cariño con los demás integrantes de nuestra gran Familia.
El cielo es el límite
Capítulo 18
Corazones quebrantados
Lorena acaba de plasmar sus penas en Teso, su querido diario e infalible confidente. No puede controlar las lágrimas que se deslizan lentamente por su rostro y que brotan como gotas del enorme pozo de amargura que lleva dentro. Se siente tan desolada desde su regreso a Lima. Sus pensamientos la llevan a examinar bien su presente.
-¿Qué me pasa?, ¡reacciona Lorena! (amonestándose). Estoy rodeada de gente todo el día en la empresa, gente que sé que me aprecia; tengo el cariño de Abu y de don Marcelino; además, tengo a Carlita, que es casi como una hermana para mí; entonces, ¿por qué me siento tan desdichada?
Piensa en Juan Manuel, ve su imagen y suspira.
-¿Por qué me engaño?, ¡me faltas tú!
Entonces pondera para sí.
-¿Es que sólo fui una aventura más para él? ¿Cómo se habrá reído de mis declaraciones de amor? Pensará que soy otra fan pretenciosa que se rindió a sus pies. ¿Cómo pude ser tan ingenua?, que me dejé embaucar de esa manera por una ilusión descabellada.
Se agita, llorando y hablando como si tuviera a Juan Manuel presente.
-Pero eras mi rey y te tenía en un pedestal. Me entregué a ti tan enamorada creyendo en tus promesas, pensaba que había alcanzado el cielo y flotaba entre las nubes. ¡Me decepcionaste, Juan Manuel! (con ira), nunca debí confiar en ti. Destrozaste mi corazón y he caído desde lo alto a un abismo de amargura por tu engaño. ¡Ayúdame, Dios mío! (implorando), no puedo seguir así.
Se soba el vientre suavemente como si acariciara a la criatura que lleva dentro, hablándole con ternura.
-Bebé, crecerás sin un papá amoroso a tu lado, pero me tienes a mí. Seré fuerte para ti.
El vislumbrar el futuro de su hijo por nacer, la enternece y la saca de la penumbra en que se encuentra. Se llena de nuevos bríos y de esperanza.
-¡Basta ya! De hoy en adelante no permitiré que nadie nos dañé. Me dedicaré de lleno a crecer el patrimonio que me dejó mi padre, para que tú, mi angelito, nunca carezcas de nada.
Lorena cierra su diario de un golpe, decidida a enfrentar la vida que le tocó vivir a pesar de sus sueños. Toma su celular y llama a Carlita.
-¡Hola, Carlita!, es Lorena. ¿Cómo andas!
-¿Lorena?, y ¿qué milagro es éste? Desde que regresaste a Lima, apenas se te ve el pelo.
-Perdona, Carlita, es que el manejo de las empresas me tiene hasta el cuello. Pero no te quejes, que siempre saco tiempo para ti aunque no sea tanto como antes.
Al oír esto, Carlita lanza una tremenda carcajada contagiosa.
-Bueno que me lo digas, amiguita (con tono burlón), porque pensaba llamar a tu secretaria para que me reservara un espacio en tu agenda, ya que andas tan ocupada (vuelve a reír).
-¡Ay, Carlita!, ¡qué cosas dices! Nunca cambies, oírte siempre con ese buen humor, me hace tanto bien. (Una pausa) Te llamo porque necesito comprar ropa de maternidad. Nada me sirve y no tengo qué ponerme.
-¿No me digas que ya se te nota la barriguita?
-Apenas se nota, pero la ropa ya me queda muy ajustada y me siento bien incómoda.
-Si quieres, puedo ayudarte a escoger algo bonito que te haga sentir mejor.
-Por eso te llamo. Confío en tú buen gusto y me aconsejas bien, y quisiera que me ayudaras a escogerla.
-Por mí, ¡encantada!, y de paso aprovechamos para compartir un rato.
-¡Gracias, Carlita!, sabía que podía contar contigo.
-Nada que agradecer, Lore. Lo hago con mucho gusto. ¿Qué te parece el sábado? Paso por ti, vamos de compras y luego nos sentamos en algún café a platicar como antes.
Lorena y Carlita acuerdan reunirse el sábado. Las dos se sienten como colegialas pensando en lo bien que lo pasarán juntas, como acostumbraban hacerlo antes de que Lorena partiera a México. Llega el sábado, van de compras y se divierten muchísimo. Lorena pone buena cara en todo momento, y Carlita, conociéndola cómo es, evita ponerle el tema de Juan Manuel para no entristecerla. Comparten alegremente, como viejas amigas que al encontrarse de nuevo reanudan su conversación como si el tiempo no hubiera pasado.
Mientras en México, Juan Manuel está en su despacho pero le cuesta concentrarse en el guión que está estudiando para una nueva novela. Se encuentra abatido desde que Lorena desapareció de su vida. La busca en los sitios que frecuentaban, ansiosamente esperando verla aparecer en cualquier rincón. Nadie puede decirle adónde se marchó ni darle noticias de ella. No puede apartar su imagen de la mente. La ve en todas partes, sonriéndole juguetona y diciéndole PRECIOSO, como cuando él la llamaba cariñosamente CARACOLITA. Se le aparece en sus sueños, dulce y confiada; apasionada, como la primera vez que la hizo suya. Despierta abrazando la almohada, angustiado al no culminar su sueño. Revive el éxtasis de esa ocasión, que en una unión de cuerpo y alma, Lorena le entregó su más preciada joya. Fue el primer hombre en su vida y ella, tan pura, se le entregó sin reservas como prueba de su amor. Cuánto ansía tenerla ahora en sus brazos, sentir el calor de su cuerpo contra el de él, acariciarla y susurrarle lo mucho que la ama. No quiere ni imaginarse que ella pueda ser de otro, que otro hombre la acaricie como él.
Se hunde en remordimientos y los recuerdos lo atormentan. Fue un imbécil al aceptar verse con Luz Marina a solas para hablar de Estefanía, sabiendo por experiencia que podría ser una trampa para una de sus canalladas. Lo besó sorpresivamente cuando vio a Lorena, lo hizo adrede para separarlos y lo logró. Entre Lorena y él nunca ha mediado una explicación de lo sucedido. El recuerdo del rostro adolorido de Lorena al sorprenderlos, lo fustiga, recriminándole constantemente su falta de juicio, y por ello se siente culpable.
-¿Cómo pude ser tan insensato para caer otra vez en el juego de Luz Marina, (exasperado). Nunca dañaría a Lorena y sin querer la he lastimado gravemente. ¿Cómo puedo justificarme ante ella, si yo mismo no puedo perdonarme?
Desde ese día gris, el trato de Juan Manuel con Luz Marina era estrictamente cordial, pero visitaba su casa por el bien de su hija Estefanía. Luz Marina, aunque despechada por el rechazo de Juan Manuel, ya no se le insinúa como antes. Había encontrado otro juguete en Luis Alfredo, a otra marioneta que manipulaba a su antojo. A veces Juan Manuel coincidía con él cuando visitaba a Estefanía, y se veía obligado, como ser civilizado, a compartir con él brevemente.
En Lima, el día lunes amanece resplandeciente, como si la naturaleza quisiera levantarle el ánimo a Lorena con su despliegue de colores. Lorena se halla en su oficina como de costumbre, revisando papeles. Luce hermosa, con esa luz en el rostro que da la maternidad ya que ella apenas se maquilla. Viste, sencilla pero de muy buen ver, un modelito que halaga su figura y disimula su embarazo.
Suena el teléfono y es su secretaria.
-Señorita Saldaña, tiene una llamada de la Srta. Nohemí García de México.
-Gracias, ¡pásamela!, por favor.
-¡Hola, Mimí! ¡Qué gusto que me hayas llamado! ¿Cómo estás?
-Yo, fantásticamente bien, Lorena. No le puedo pedir más a la vida, ¿y tú?
-Aquí envuelta en papeles, estudiando nuevos proyectos.
-Te compadezco, me imagino que no es fácil dirigir una empresa como ésa.
-No creas. Me consume mucho tiempo, pero no se me ha hecho tan complicado, gracias al gran equipo que me respalda. Ya los conocía de antes, y me brindan todo su apoyo para que el negocio marche sobre ruedas.
-¡Qué bien, Lorena!, y tu embarazo, ¿cómo va?, ya debe notarse.
-Perfectamente bien, gracias por preguntar. He tenido que renovar mi guardarropa porque nada me sirve. El sábado estuve de compras con Carlita y la pasamos divinamente. Pero basta de mí, hablemos de ti. ¿A qué se debe tu llamada? Te advierto, si se trata de Juan Manuel, mejor no me digas.
-No. No es de él que quiero hablarte aunque él pregunta por ti e insiste en saber tu paradero, pero te prometimos no revelar tu secreto y guardamos silencio. Ya sabes que Armando se quedó aquí en la estación y siempre se ven por cosas de trabajo. Me cuenta que desde que te marchaste, Juan Manuel se ha vuelto un ermitaño; que luce cabizbajo y no se le ve socializando con nadie. Sabemos que él siempre ha sido reservado y dedicado al trabajo, metiéndole largas horas, pero ahora es como si el trabajo lo absorbiera del todo. Me inspira lástima, ¿a ti no?, ¿ni tan siquiera un poquito?
-¡Pues allá él!, que se quede con su Luz Marina. De querer a un hombre a mi lado, quiero a un hombre de verdad. No a una marioneta que se deja manipular cada vez que Luz Marina tira de las cuerdas.
-Entiendo que te sientas lastimada, pero, Lorena, las personas tienden a madurar con los golpes. Tal vez eres muy dura con él al negarle el derecho de saber que va a ser padre.
-Lo siento por mi bebé que crecerá sin padre, pero estoy muy herida.
-Lorena, sólo te pido que lo pienses. Un amor como el de ustedes no se puede tirar por la borda.
-Mimí, por favor, ¡párale ya!, no quiero hablar de eso.
-Está bien, respeto tu silencio, pero sabes que aquí estoy, en las buenas y en las malas, para lo que necesites.
-Gracias, Mimí, lo sé.
-¡Bien!, y cambiando el tema, ¡te tengo una gran sorpresa! Estoy súper emocionada y quiero darte la noticia antes que a nadie, ya tú sabes cómo es la prensa farandulera.
-OK, ya lograste acaparar toda mi atención, ¿de qué se trata? ¿Te pegaste en la lotería?, o ¿es que estás embarazada?
-No. Nada de eso (riéndose). ¿Qué crees?, ¡Armando y yo nos casamos en privado!
-¡Ay, Mimí!, no me digas, ¡qué notición! Quién iba a decir que Armando iba a sentar cabeza. ¡Lo flechaste de verdad, amiguita! Me alegro mucho porque hacen una bonita pareja y los aprecio a los dos. ¡Los felicito de todo corazón!
-Sabía que te alegraría. Ya ves, a este picaflor lo atrapó mi esencia; yo misma no lo creía cuando me decía que me amaba hasta que me propuso matrimonio. Me consta que me ama y que ha cambiado. (Pausa) Por eso te pido que recapacites, no pierdas las esperanzas con Juan Manuel, recuerda que el cielo es el límite.
-Mimí, te quiero mucho y me alegro por ti, pero en cuanto a Juan Manuel, ese tema es tabú; por favor no insistas.
En México, Juan Manuel continúa con su vida solitaria. Transcurren los días trabajando arduamente en sus proyectos y logrando éxitos, pero sin alcanzar su mayor anhelo, que es localizar a Lorena y pedirle perdón. Piensa en ella, imaginándose el encuentro. Si ella lo acepta de nuevo, esta vez no la dejará escapar, se casaría con ella y formaría una familia. Ya tiene a Estefanía, pero de tener más hijos, quiere que la mamá sea Lorena. El timbre del celular lo saca de su ensimismamiento. Reconoce el número, es su hija.
-¡Hola, Estef!, ¿cómo estás?
-¡Bien, papi!, ¿y tú qué haces hoy domingo?, ¿metido en tu cubil como un lobo solitario? (pregunta Estefanía con un tono burlón).
-No te burles, Estef (amonesta Juan Manuel cariñosamente). ¿Por qué preguntas si se puede saber?
-Es que en casa vamos a tener una parrillada esta tarde y quiero que vengas. Quiero verte, papi (le implora con una vocecita de niña consentida).
-Mi vida, yo también quiero verte, pero una parrillada; sabes que rehuyo de las fiestas.
-Papi, ven, no seas así. Será un grupo pequeño de amistades de mami y de Luis Alfredo, gente de tu ambiente que probablemente tú conoces.
-Peor aún, porque saben de mi ruptura con Lorena y empiezan a hacerme preguntas indiscretas o a mirarme con lástima. No, cielo. No quiero exponerme a eso; además, tú sabes cómo se pone tu mamá cuando toma.
-¡Ay, papi! A mami ignórala. En cuanto a la gente, no vas a dejar de hacer tu vida por el qué dirán.
-No es tan fácil. No me resigno a estar sin Lorena, tengo que hallarla.
-Lorena se marchó, no quiere nada de ti, ¡acéptalo ya!
-¡Caray!, creía que la apreciabas. ¿Cómo me puedes decir eso?, tú bien sabes lo que ella significa para mí.
-Mira, papi, yo, la verdad, le llegué a tomar afecto, pero todo lo que te hiere a ti, me hiere a mí. Por eso te digo que tienes que salir de tu encierro; conocer gente nueva, alternar con otras mujeres, yo que sé; a ver si dejas de soñar y vuelves a la realidad.
-Es fácil decirlo, Estef, pero ¿cómo me curo de esta obsesión?, ¿cómo puedo sacarla de mi mente?
-¡Distrayéndote! Abandona ese sueño.
-Estef, no es un sueño imposible. Sé que si sólo lograra hallarla y explicarle, podría convencerla de que mi amor es . . .
Estefanía lo interrumpe y no lo deja terminar.
-Papi, ¡para ya! Oírte así me duele tanto como a ti. No sigas con lo mismo, compláceme, ven a la parrillada (con tono quejumbroso). Mira, si te sientes incómodo con los demás, te unes a mis amistades, son súper divertidos.
-Estef, (riéndose) ¿a mi edad? Ya me veo de entrometido en un grupo de jóvenes.
-Papi, pero si te adoran. Mis amistades no creen la edad que tienes. Imagínate, las amigas dicen que eres todo un tipazo, y los muchachos se pasan echándoselas en el cole de que eres su cuate.
-¡Conque todo un tipazo y un cuate!, ¡vaya!, qué cosas dices (se ríe).
-Pues, créetelo que así te ven.
-Bueno, se les agradece el halago. Aún creyéndote, no me gustaría aguarles la fiesta.
-Al contrario, papi, se sentirán muy a gusto en tu compañía. Ya tú conoces a algunos y a mi amiga Rubby y a mi novio; también invité a unas chicas, que al saber que eras mi papá, se mueren por conocerte. Como tú siempre dices que el cariño de tus fans te retroalimenta, pienso que te hará bien. ¡Anda!, no me hagas quedar mal. ¡Quiero presumir del papá más guapo del mundo mundial!
-Estef, me pones en cada aprieto.
-Ya les dije a mis amigas que no te acosaran, porque si no se comportaban te ibas a marchar, y así me lo prometieron.
Juan Manuel siente que no puede negarse. Le ha costado mucho volver a establecer una buena relación con su hija después del divorció y no quiere echarla a perder.
-Está bien, Estef (acepta renuente). Eres mi princesa y sabes que haría cualquier cosa por ti. Si ir a esa dichosa parrillada te hace feliz, ahí estaré, pero desde ahora te digo, voy por ti, por complacerte, y no puedo quedarme mucho rato.
-Gracias, papito, ¡te adoro! Te espero tardecito como a las cuatro, así ya habrán llegado los otros invitados y mami estará entretenida atendiéndolos, y tú no tendrás que soportar sus avances (se ríe).
-Estefanía (reprochándole), no le faltes el respeto. No me gusta que hables así de tu mamá.
-Pero, papi, si es ella la que se lo falta a los demás con su comportamiento, a ti, a mí, y hasta a Luis Alfredo, que es bien considerado y se viste de paciencia para no discutir con ella.
-Aún así, es tu mamá y le debes respeto.
A pesar de sí mismo, Juan Manuel acepta la invitación para poder compartir un poco más con su hija. La veía tan poco.
Al acercarse la hora establecida, Juan Manuel se da una ducha, sonriendo al acordarse de su princesa y de las cosas que se hacen por los hijos. Él, que se refugia en el trabajo y que busca aislarse, yendo a una parrillada donde seguramente habrá bullicio y borrachos impertinentes, él que no bebe.
-Todo sea por Estefanía (suspira fuertemente). Habrá que sonreír y fingir que soy feliz.
Se envuelve con una toalla al salir de la ducha, y en eso suena el teléfono.
Es Ricardo.
-¡Hey, man! Estoy de paso en México y te llamo para ver si nos juntamos un rato esta tarde, porque ya mañana me regreso a Miami.
-Ricardo, ¡gusto en saludarte! ¡Caray!, ya me comprometí con Estefanía que insistió en que fuera a una parrillada que van a tener en la casa esta tarde, y yo por complacerla le dije que iría. ¿Por qué no me acompañas?
-¡Carne asada! ¡Cómo te envidio!, hace tiempo que no saboreo una exquisita parrillada mexicana como las que acostumbraban hacer Luz Marina y tú. ¡Qué tiempos aquellos en tu casa cuando eran recién casados! Lástima que luego vinieron los problemas.
-Tiempos que no volverán, Ricardo (con nostalgia).
-Me daría mucho gusto acompañarte por ver a Estef. Hace tiempo que no hablo con ella. La última vez que la vi era ya toda una hermosa señorita. Todavía recuerdo cuando se sentaba en mi regazo y me llamaba tío, con aquella vocecita enternecedora, para que le comprara golosinas. (Suspira)
-Pues no faltaba más, sé que a tu Estef le darás una grata sorpresa si te ve llegar. Me acompañas y así platicamos un poco; además, me sentiría mejor si no voy solo, por si las cosas se complican con Luz Marina, ya sabes que es impredecible.
-¡Ay, Manuel! Vaya uno a saber con qué me sale al verme, pues tiene que sospechar que estoy al tanto de lo que pasa entre ustedes, que ya no le haces caso, y debe estar bien resentida. ¿Estás seguro de que no habrá problemas?, no quiero sentirme incómodo ni incomodar a nadie.
-Nah, ni lo pienses, todo lo contrario. El problema de Luz Marina es conmigo, no contigo. Además, allí estará Luis Alfredo, no creo que ella haga uno de sus numeritos con él presente.
-¿Luis Alfredo?, ¿el que me presentaste en la noche de premios?
-Sí, el que acompañaba a Luz Marina y su galán de turno.
-Síii. Ya me acuerdo, hablamos un rato. Me pareció una persona tratable.
-Y lo es, lástima que se haya enredado con Luz Marina, si no, creo que podríamos llegar a ser buenos amigos.
-Las cosas pasan por algo, my friend.
-Bueno, ¿te animas a acompañarme?
-OK, no se hable más. Quiero ver a Estef, y esa carne asada me está llamando (se ríe).
-Bien, ¡gracias, Ricardo!, me alegro.
-Vámonos en mi auto, ¿a qué hora paso por ti?
-Debemos llegar alrededor de las cuatro.
-No hay problema, arranco ahora mismo.
-Sí. Aquí te espero.
Más animado con la expectativa de que en breve se reuniría con su buen amigo Ricardo, cuya compañía disfruta, Juan Manuel procede a vestirse. Escoge ropa casual de la enorme colección que tiene para toda ocasión. Se viste con un pantalón negro, una camisa blanca y un suéter a rayas que le combina a la perfección. Como último toque, se rocía un poco de colonia y se chequea en el espejo. Siempre se ha esmerado en su apariencia por respeto a su público. Su imagen así lo refleja, luce fornido y no aparenta su edad. Se ríe de sí mismo al recordar lo que dicen las amistades de su hija y lo que sus miles de fans comentan acerca de su físico, y, sobre todo, de su fragancia. Como siempre muestra su mejor cara, todos lo suponen feliz.
Con un amargo rictus en su rostro por la ironía, se le escapa un suspiro.
-Si sólo supieran que estoy viviendo una farsa, que entre más subo a la cima del estrellato, más me hundo en un abismo insondable de tristeza. Después de haber alcanzado el cielo con Lorena, ahora me hallo en el mismísimo infierno; y me refugio en mi trabajo para no pensar en mi terrible soledad.
Ricardo pasa a recoger a Juan Manuel y juntos llegan a la casa a la hora señalada. Ricardo mira con nostalgia al lugar donde antes lo acogían como uno más de la familia. Ahora no puede evitar sentirse como un extraño.
Estaciona el auto como puede, porque hay varios vehículos bloqueando la entrada, y ambos se dirigen a las escaleras. Se oye un bullicio que se desprende de la terraza y se encaminan hacia ella. Estefanía, que ha estado pendiente de la llegada de Juan Manuel, se saca un grito de alegría al verlo llegar con Ricardo, y corre hacia ellos, abrazándolos.
-Papi, ¡qué sorpresa! Tío Ricardo, ¿dónde te escondes que ya no se te ve por acá? Estoy un poco enojada porque no me buscas como antes, pero me alegro tanto de por fin verte. ¡Pasen!
En eso se le viene encima a Juan Manuel una avalancha de jóvenes de las más atrevidas, clamando su atención.
-¡Juan Manuel!, ¡Juan Manuel!
Él mira a Ricardo y a su hija, implorando ayuda. Ricardo se echa a reír y se aparta a un lado para no ser atropellado, pero Estefanía le tiende la mano a su padre, con una sonrisa cómplice y se dirige a sus amigas.
-¡Calma!, ¡calma!, déjenlo respirar que acaba de llegar. Recuerden su promesa. Ya lo vieron y estoy segura que más tarde podrán acercarse para tomarse una foto con él si así lo desean, pero antes permítanle saludar a los demás invitados.
Con eso, se lleva a Juan Manuel y a Ricardo hacia al fondo, sin soltar a su padre de la mano, rescatándolo de las garras de sus admiradoras.
En la parte de atrás se encuentran Luz Marina y Luis Alfredo compartiendo con algunos invitados, dándose el trago alrededor de la barra. El olor a carne asada permea el ambiente. Se escucha suavemente la voz melodiosa de Michael Bublé a través del equipo de sonido; una que otra pareja baila al son de la música, mientras que otras personas conversan amenamente alrededor de la estancia.
(Presione para música)
Estefanía se dirige hacia la barra con sus dos ídolos de arrastre. Luz Marina, que ya se había dado unos tragos de más, al verlos aproximarse, la invade el rencor que siente por los rechazos de Juan Manuel a sus avances, y no puede controlar su ira. Ignorando a Ricardo, hace despliegue de su talento histriónico como si estuviera representando una de sus escenas en el teatro, y, sin más, tambaleándose, anuncia en alta voz:
-¡Atención, todos!, que acaba de llegar Su Majestad Juan Manuel, quien por fin se digna honrarnos con su presencia. Sí, Juan Manuel, el aclamado rey de las telenovelas; el galán que se hace desear y al que todos creen un caballero (se ríe burlonamente, bebiendo de su copa). Lo conozco muy bien, yo (se golpea el pecho dos veces) que fui su mujer sé mejor que nadie cómo es.
Todos al oírla, extrañados por lo que acaban de escuchar, dirigen sus miradas hacia Juan Manuel y de nuevo a Luz Marina, y tomando nota de que está embriagada, comentan entre sí.
-Está borracha, ¡miren!, apenas puede mantenerse en pie.
Publicado por Scarlett03
Mati, gracias por
dirigir el proyecto de la foronovela. Agradezco toda la ayuda que me has brindado
desde el momento que acepté escribir este capítulo hasta su publicación. Las
ideas a desarrollarse, las instrucciones precisas; tu seguimiento, revisión y
sugerencias, me han facilitado el trabajo enormemente. Es un placer trabajar
contigo. Gracias nuevamente por todo tu apoyo.
Nat, muchas gracias
por revisar el trabajo y ofrecerme buenas alternativas. Siempre estás pendiente
de los detalles y ayudando a los demás. Quedo bien agradecida.
A todas las
colaboradoras, las felicito por un gran trabajo de equipo. Todas son especiales para mí.
Abrazos colungueros.
P.D. ¡Cuidado al
entrar no vayan a caer al sótano!, que el tema se quedó sin suelo.
Continuación del capítulo 18 que se
quedó colgado
-Está borracha, ¡miren!, apenas
puede mantenerse en pie.
Luis Alfredo trata de retenerla para
que no siga haciendo el ridículo.
-Amor (tomándola del brazo), ven vamos
a sentarnos.
Pero Luz Marina se suelta y lo empuja
con una mano.
-¡Déjame!, que todos conozcan al
verdadero Juan Manuel.
Luis Alfredo, por miedo a empeorar
las cosas, no insiste y va en busca de una criada para que lo ayude a
llevársela de la terraza discretamente. Los invitados, atónitos pero
disfrutando el espectáculo, tienen todos los ojos puestos sobre Luz Marina.
Ella se sirve otro trago y muy oronda con su hazaña, vuelve a arremeter contra
Juan Manuel para vengarse por sus desplantes.
-¿Saben ustedes que con su aparente
aire quijotesco, esconde a un verdadero donjuán? (lanza una carcajada). Les
jura amor eterno a sus conquistas para obtener sus favores sin serle fiel a
ninguna.
Luz Marina disfruta ser el centro de
atención. Toma otro trago y muy creída de sí misma, se propone dirigirse de
nuevo a su audiencia cautiva. Al inclinarse hacia el frente, pierde el balance y
por poco va a parar al piso si no es por una banqueta que detiene su caída.
-¡Sst!, les cuento un secreto entre
amigos (en voz baja), porque ustedes sí son mis amigos. Sé de muy buena tinta
que su última víctima fue una fan cursi que creyó en su amor como tantas otras
que se enamoran de él. Se espantó al darse cuenta que su ídolo era de barro y
huyó corriendo. Sí, así mismo como les cuento (ríe y termina su copa). Pero la
farsa no termina ahí, ¡ah, no! El rey ahora
anda herido, no le cabe en la cabeza que alguien pueda despreciarlo. ¡Qué
patético!, ahora actúa como don Quijote en busca de su Dulcinea. ¡Bah!, ¡qué
ridículo!
Termina su sátira con una risa
estridente y se sirve otro trago. Todas las vistas recaen sobre Juan Manuel.
Los invitados se miran de un lado a otro estupefactos, no saben cómo reaccionar.
Luis Alfredo al verla cometer semejante papelón, le pide discretamente a la
sirvienta que la lleve a descansar a la recámara; mientras, él trata de aliviar
la situación.
-Amigos (aplaudiendo), un aplauso
para Luz Marina que hace derroche de su talento, regalándonos uno de sus
monólogos improvisados.
Todos aplauden un tanto aliviados.
-Ya saben que ella es incapaz de
vivir sin reflectores (se ríe). Ha sido una farsa, no lo tomen en serio. Todos sabemos
del profesionalismo de nuestro amigo Juan Manuel, y nos consta que él trata
cariñosamente a sus fans con mucho respeto. (Pausa) Aprovecho para decirles que
ya está la carne asada. Estamos entre amigos, no sean tímidos, pasen a servirse
cuando gusten. ¡A comer, a bailar y a
divertirse todos!
Luis Alfredo pasa a saludar a Juan
Manuel y a Ricardo, quienes se han quedado patidifusos junto a Estefanía ante la
diatriba de Luz Marina.
-Juan Manuel y Ricardo, ¡qué bueno
que nos acompañan! Perdonen a Luz Marina, parece que le sentaron mal las copas.
A lo que Ricardo responde:
-Nada que disculpar, conozco a Luz
Marina desde hace tiempo.
-Mi mamá es una caja de Pandora,
¡qué vergüenza! (añade Estefanía).
A Juan Manuel le ha costado
reponerse. Esta vez, Luz Marina se pasó de la raya, pero como buen actor que es,
disimula.
-Gracias, Luis Alfredo, por salvar
la situación (sonriendo). Si no te hubieras adelantado, era yo el que iba a
pedir el aplauso, ¡eh! Fue un
espectáculo de humor negro, pero hay que admitir que es muy buena actriz (se
ríe). Capturó la atención de todos aunque fue a costa mía. Menos mal que aquí todos me conocen y conocen
bien a Luz Marina, si no yo ya hubiera dicho ¡tierra, trágame!
Los tres se ríen, menos Estefanía
que está afligida. Luis Alfredo observa a Juan Manuel con una media
sonrisa, como estudiándolo.
-Tú siempre tan caballeroso y
discreto, Juan Manuel. Me perdonarás si me inmiscuyo en tu vida, pero es un
secreto a voces que el amor te pegó duro esta vez.
-No sabes cuánto, Luis Alfredo. Amo
a Lorena como jamás he amado, y temo perderla por un malentendido. Podría estar
en Lima, pero por más que indago, no doy con sus datos, y no contesta mis
llamadas.
Luis Alfredo lo mira compasivo.
-Me atrevo a sugerirte que no te
rindas. Si de verdad quieres encontrar a
Lorena, búscala ahí, en Lima. Ella es de
allá, ¿no?
¿Se mantendrá Lorena firme en no
revelarle a Juan Manuel que está embarazada de él?
¿Seguirá Juan Manuel el consejo de
Estefanía de que alterne con otras mujeres para que se olvide de Lorena?
¿Tomará Juan Manuel en serio lo que
le sugirió Luis Alfredo de buscar a Lorena en Lima?
Busque estas respuestas y más en los
próximos capítulos de El cielo es el límite.
Perdonen que me ría, pero lo que menos uno espera, sucede.
(Murphy?s Law)
¡Hola!
Antes de dirigirme a cada una de las que amablemente han dejado un comentario, quiero agradecer el que me hayan invitado a participar en esta aventura. Para mí ha sido una experiencia bien agradable, y más cuando se trata de un trabajo de equipo. Fernando ha creado este foro para que sus seguidores se conozcan y socialicemos entre sí. Este proyecto es ejemplo de que su visión se ha realizado, porque me ha brindado la oportunidad de conocer a foristas nuevas, a las que ya considero amigas y que admiro por su iniciativa, creatividad y simpatía. Gracias por ser parte de mi vida.
Agradezco muchísimo sus comentarios, y me alegra el que les haya gustado el capítulo. El papelón de Luz Marina fue mi desquite por hacer sufrir a Juan Manuel y por lo egocéntrica que es, jijiji.
Lorena, me apena que el capítulo estaba incompleto cuando pasaste a comentar. Subí la continuación al darme cuenta que se había quedado colgado; ojalá que lo hayas podido leer hasta el final.
Marce, ¡cierto!, las niñas son así. Para Estef, me inspiré en mis hijas y ahora en mis nietas, que ponen esa vocecita para implorar cuando quieren que las complazcan.
Mati, tus palabras me halagan, y sin tu liderazgo nada de esto fuera posible. Te entiendo cuando dices que lloras de emoción, porque no hay mayor satisfacción que ver que lo que uno ha diseñado con tanto esmero, se lleve a feliz término. Como Lorena Saldaña, detrás de ti hay un gran equipo que colabora para que las ideas fluyan.
Ossy, el amor entre Juan Manuel y Lorena se me parece al de Manuel y Mati, los celos y los malentendidos los separan. Toma el té de árnica con moderación, no vaya a ser que por exceso te pierdas el final de la foronovela, jejeje.
Rubby, yo también espero ese gran final con bombos y platillos, que no sea como el de Eladio y Julia, que después de tenernos en ascuas por tanto tiempo, su reencuentro en la playa resultó bien insípido.
Lúpiz, muy a pesar mío, tengo que darte la razón, pero así también son las telenovelas. Parece que los protagonistas no tienen un ápice de sentido común. Todo por alargar la historia, y si se da el desenlace muy pronto, nos quedamos sin novela, jajaja. Te acompaño con el té anti estrés en lo que llega el reencuentro.
Pamela, En cuanto al desorden y el embotellamiento de autos en la entrada, creo que hubo soborno para obtener los registros. Me encanta tu sentido del humor.
Sherley, es de pensar que de ésta, Juan Manuel correrá en dirección contraria cuando vea a Luz Marina venir, pero la lógica no siempre aplica y menos en ficción. Gracias por el precioso gif y su mensaje.
Dunia, así es, veremos con qué sorpresas nos topamos de aquí al final.
Mimí, gracias por el gif con la mariposa revoloteando, como revolotean las mías con algunas escenas de AR, entre otras. Se agradece, sobre todo, el lindo mensaje.
Mer, calma, todo debe solucionarse a su debido tiempo. Gracias por el banner.
Carlita Laime, disfruté mucho contraponiendo a Luz Marina con Juan Manuel. Irónicamente, ella quería exponerlo a él, y, en su empeño, la que hizo el ridículo fue ella. ¡Bella foto!
Elizabeth, no se sabe si el arte refleja la vida o la vida refleja el arte, porque el arte también puede ser un medio de crear conciencia de la realidad. Me explico, en esta foronovela (por simplista que parezca, cae bajo el arte de la literatura) vemos que sin mediar una explicación, el orgullo de Lorena o el falso concepto de la dignidad la hace infeliz, porque hace que se distancie más de Juan Manuel a quien ella ama. Refleja la vida misma, pero, a la vez, crea conciencia en los lectores de que, ante un desacuerdo, debe iniciarse un diálogo para salvar las diferencias entre los seres humanos. (Ya me puse filosófica, jejeje).
Regi, Juan Manuel no es el que peca de orgullo, esta vez es Lorena. Él quiere hallarla, pero es ella la que se oculta.
Hanny, se agradece tu visita.
A los lectores, los invito a que no se pierdan los próximos capítulos de El cielo es el límite.
Cariñosamente,
Scarlett
Vale, me alegra que por fin hayas logrado
entrar. Gracias por tus palabras que me hacen mucho bien. Anímate a escribir y ser
parte de este grupo tan divertido, que con tu gran sentido del humor, sé que tu
aportación sería valiosa. Un fuerte abrazo.