El equipo de Colunga Team y yo te damos la Bienvenida a nuestra casa. Deseamos que te diviertas y que convivas con respeto y cariño con los demás integrantes de nuestra gran Familia.
Este 18 de Abril se cumple exactamente un año desde que tuve el privilegio de ver a Fer en la obra Obscuro Total en Miami y vivir una colungaventura extraordinaria.
Desde ayer vengo revisando mi baúl
colunguero en busca de esos maravillosos recuerdos y deleitándome con las muchísimas
fotos y videos de aquel fin de semana me encontré bien acomodadito en un
compartimento imaginario el relato que compartí en esta mágica casita a los
pocos días de regresar a casa.
¡Lo he releído y he revivido todas las
emociones que allí describo y no he podido evitar volver a acolungarme hasta la
médula tanto o más que en aquella ocasión!
Sobrellevar esta FERsequìa no es fácil y la gran mayoría de nosotras recurre a las dosis de FERTEX en versión novela y/o video para seguir "respirando" y "bebiendo" de la esencia de FER.
Entonces se me ocurrió que podría ayudar el recordar aquella época a las que estuvimos allí y/o leyeron mi tema en su momento y, a las que no pudieron o se han integrado a esta familia recientemente, a intentar visualizar a nuestro Rey en plena acción y percibir la magnitud de lo que las llamadas "colungaventuras" provocan en los corazones de sus niñas.
Para las que no me conocen mucho, no se asusten con lo largo del relato... es un "defecto" de nacimiento que a la vejez no he podido corregir y menos cuando se me da por vestir y traducir esta FERmosa Colunguitis en palabras.
Aqui se los dejo envuelto en miles de
millones de besitos colungueros y abrazos con o de oso desde el fondo de mi
corazoncito limeño.
¡TE EXTRAÑO MÀS QUE NUNCA FER!
¡GRACIAS FER POR UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE
EN EL OBSCURO TOTAL!
Por Charleen (Colunga Team)
Abril 24 del 2014
¡Hola mis hermosas!
Llegué a Lima el lunes por la noche y desde ayer martes por la
tarde vengo intentando redactar este tema lo más en versión "corta" posible
pero ya me conocen: ¡Es como pedirle peras al olmo! No tengo remedio y menos
ahora que vengo padeciendo el síndrome POST COLUNGUERO- algo parecido a una crisis de abstinencia o a
un bajón.
Preparen cafecito, palomitas de maíz, refrescos, tecitos herbales,
mantitas, cojines y cuanto necesiten porque esta versión larga sì que será
larga?. Pido disculpas por lo extenso del relato, ahora que lo he leído antes
de darle a agregar, pienso que habría que leerla por capítulos pero mi intención
no es aburrirlas sino tratar de compartir con el mayor detalle posible esa
vorágine de sensaciones que traje de equipaje en mi corazoncito limeño y
transportarlas, como en un túnel del tiempo, a ese fin de semana maravilloso.
Cuando llegué al Teatro Trail aquel viernes por la tarde mucho
antes de la primera función en Miami ya el hecho de estar frente a la
marquesina que llevaba el nombre de nuestro Rey era algo que provocaba que las
mariposas en mi estómago se alborotaran.
Me tomé una foto justo debajo de ella y otra al lado del afiche publicitario que anunciaba la obra a los transeúntes. Quería registrar y poder llevarme a mi casa toda evidencia de que había estado allí realmente. Con curiosidad, y pensando ingenuamente que podría vislumbrar la sombra de FER cruzando los pasillos, pegaba mi rostro a las puertas de vidrio de la entrada tratando de desaparecer el reflejo del sol y de los autos que corrían por la calle de enfrente. Todo estaba obscuro. Ya habíamos consultado mis compañeras de viaje y yo en la boletería si era posible entrar "un ratito" a tomarnos una foto con el gran cartel aquel con las caricaturas del elenco antes de que llegara mucha más gente. En esos momentos vemos aparecer a Claus, Zarita y Adri y sin dudarlo un segundo me apresuré a darles a cada una aquel abrazo con o de oso tan anhelado en vivo y en directo!
Nos habían dicho que no se podía entrar al teatro en esos momentos y
cuando estábamos a punto de irnos cabizbajas y meditabundas sentimos que una de
las puertas se abría y aparecía María José con esa sonrisa bella invitándonos a
pasar con la promesa de tomarnos solo unos minutos. Parecíamos quinceañeras,
mirábamos todo queriendo percibir los pasos que Fer había dado por sus
pasillos? nos tomamos las fotos individuales y de grupo al lado del famoso cartel
y salimos siendo felices rumbo a nuestro Hotel para alistarnos y volver en poquísimas horas a la primera
función.
Lo que experimenté cuando en ese mismo lobby algunas horas después se dieron los maravillosos encuentros con
colungueras de todo el mundo fue algo especial. ¡No me atrevo a nombrarlas a
todas una a una porque sé que, sin quererlo, podría olvidar mencionar a alguna
y no me lo perdonaría! Los abrazos eran interminables, los gritos de la emoción
de ponerle carita a tantos nicks Colungueros a medida que nos encontrábamos en
el pasillo aumentaban y el reparto de besos en ocasiones dobles al estilo
europeo causaba situaciones graciosas que ayudaban a que rompiéramos en
carcajadas. Algunas hablando castellano, otras ezpañol, otras argentino,
mexicano, inglés, italiano pero todas traduciendo a la perFERcciòn ese
sentimiento que nos mantenía inmersas en una algarabía indescriptible. ¡La
gente del "mundo de allá afuera" nos miraba con extrañeza tratando de entender
cómo era que tantas mujeres pudieran haber coincidido en aquel lugar pareciendo
conocerse y a la vez viéndose por primera vez!
Además tuvimos el inmenso placer de conocer a Marisol Correa, una
mujer de sonrisa bella, con un entusiasmo que la desborda y contagia que no se
cansaba de halagarnos con comentarios llenos de cariño. Una mujer llena de
energía y vibra positiva que definitivamente comparte esa pasión por el teatro
con nuestro adorado Fer.
También conocimos a Eduardo Prado quien no paraba de moverse de un
lado a otro pendiente del más mínimo detalle pero que tuvo la gentileza de
acercarse a varios de los grupos de colungueras para saludarnos.
El momento de entrar a ubicarnos dentro de la sala llegó y como
buenas "niñas" nos pusimos en la fila que ya había comenzado a formarse. El
joven muchacho encargado de marcar los boletos intentaba indicarnos por qué
puerta ingresar para ubicarnos en nuestros asientos sin sospechar que todas lo
teníamos clarísimo porque habíamos copado las dos primeras filas del teatro.
Nos movíamos como dice el dicho "Como Pedro en su casa". Fue muy gracioso en
los días siguientes ver la cara primero de sorpresa y después de complicidad
del muchacho que checaba los boletos cuando nos veía pasar en fila a todas las
funciones y cuando le pedíamos que por favor marcara lo menos posible nuestros
boletos con su plumón indeleble negro pues queríamos conservarlos lo más
intactos posibles para nuestros álbumes de recuerdos! (El último día utilizaron
un scanner para checar los boletos y con su mirada pícara nos daba a entender
que comprendía lo contentas que estábamos por ello!)
Yo no pude mantenerme sentada el tiempo que duró la espera y las
tres llamadas antes de que empezara la función. El corazón me latía fuerte,
fuerte y galopaba con el pasar de los minutos como desbocado. Cada vez faltaba
menos y la emoción era casi incontrolable, no sé hace cuánto no me sentía así.
En lo que sigue quiero
compartir con ustedes lo que he sentido al ver a Fer en vivo y en directo, sin
una pantalla de por medio y sin tener la posibilidad de congelar imágenes o
retroceder en las escenas como hasta ahora era la forma en que tomaba mis
famosas dosis de FERTEX.
He estado largo rato intentando encontrar la mejor forma de empezar este relato. Es muy difícil poner en orden las ideas y las sensaciones de todo lo vivido. Desde que vi a Fer por primera vez entrar al escenario no he dejado de sentir miles de cosas ni de buscar las palabras perFERctas para describirlas.
Cada noche en el Hotel en Miami me quedé hasta altas horas
de la madrugada anotando en mi libretita colunguera miles de detalles para no
olvidarlos pero me iba a acostar y entre sueños pensaba en cómo podría vestir todos y cada uno de esos detalles de la manera
más fiel posible y buscaba en diccionarios imaginarios las frases perfectas y
las palabras mejores para despertar a la mañana siguiente con la sensación de
no recordar ninguna y con el temor de haber perdido, con el pasar de las horas,
la calidad y el detalle de los recuerdos.
Así que decidí empezar por el principio: el momento en que FER hace
su entrada al escenario y luego dejar fluir los recuerdos.
Una está allí sentada en su butaca y de pronto tras la última
llamada la sala entra en un obscuro total. Empieza la función, suena el tema de
entrada que le va como anillo al dedo a la historia que nos tienen que contar y
mi corazón que latía aceleradamente iba poco a poco acoplándose al ritmo, como
queriendo sincronizar con la música y a la vez como intentando protegerse de
una arritmia fuerte y cuasi mortal!
De pronto las luces te dirigen a un lado del escenario y se abre
una puerta por la que entra él, con un look divino y a llenarlo todo con esa
energía tan suya!
Los aplausos lo reciben, su presencia te acelera el corazón, estás allí viéndolo a pocos metros y no puedes creerlo. De pronto su voz llena toda la sala y allí está él con su metro ochenta y siete haciendo derroche de su talento.
De lo dramático pasa a lo cómico con un parlamento inteligente y
gestos perFERctos al puro estilo colunguero. Lo ves moverse por el escenario
con una espontaneidad asombrosa pero a la vez con una exactitud
milimétricamente planeada que añade a lo que acontece realismo y dinamismo.
Durante toda la primera función tratas de comerte todo con tus
cinco sentidos y a medida que va transcurriendo la historia te das cuenta que
todos los personajes, gracias a una dirección magistral, han desarrollado un tono de voz, movimientos,
gestos y diálogos que le otorgan a todo un equilibrio extraordinario.
Blanca encarna a su personaje otorgándole las características y el peso necesarios a través de un vestuario, maquillaje, tono de voz y ritmo en sus parlamentos elegidos y dirigidos de manera precisa e inteligente.
Aylìn con energía y suavidad al mismo tiempo, da el balance justo a las situaciones que se plantean en su interacción con los personajes masculinos.
Ernesto,
sorprendiendo con una faceta poco conocida en él en la actuación, compensa la
crudeza del tema en cuestión con la dosis exacta de humor haciéndola, como la
tragicomedia que es, lo suficientemente
digerible para el público.
Y Fer? Uff! Fer es la pieza clave que mantiene la dinámica en
ritmos y tiempos perFERctos de todo lo que en la historia acontece sin que su
indispensable protagonismo y talento para darle a las escenas comicidad y
dramatismo opaque o resalte en demasía a quienes lo acompañan en el elenco. Fer
nos regala a un Julio Hughes que no se parece a ningún otro personaje que haya
interpretado antes pero que lleva inexplicablemente en cada uno de sus poros el
sello Colunga que ningún otro actor ha podido copiar.
Fer lo hace todo extraordinariamente y una lo disfruta al 200%
estando allí, pero cuando menos te lo
esperas la obra llega a su fin y tú quieres más. La historia te deja pensando: has reído a
carcajadas pero también has apretado los dientes y has pensado en lo que tú o
un conocido tuyo han vivido y no puedes evitar pensar en serio y re evaluar la
calidad de tus relaciones con tus seres queridos.
¡Y entonces te das cuenta que no te has equivocado al comprar boletos para más funciones!
No te es suficiente haberlo disfrutado sólo una vez. Empiezan a manifestarse los síntomas de esa colunguitis que padeces/disfrutas y gracias a Dios te vas quedando, en la sala que lentamente empieza a vaciarse de extraños, con un grupo de mujeres que sienten lo mismo que tú.
No hay una sola con los pies en la tierra: las nubes colungueras como en los dibujos animados nos persiguen por entre las butacas mientras nos buscamos unas a otras para comentar.
Llevamos, todas, una
sonrisa de oreja a oreja y el pecho henchido de orgullo; un brillo en los ojos
que es difícil de describir y una necesidad inmensa de quedarnos allí en ese
lugar respirando la esencia que ha quedado flotando en el aire.
Las luces se van apagando pero te resistes a abandonar el lugar: abrigas la esperanza de que él salga. No quieres parecer invasiva o fanática pero temes irte y perderte de algo. Percibes un movimiento extraño y ciertos gestos que parecen estar preparando el anuncio de algo especial.
Hay una señal
en código que indica a algunos de la producción que el momento de cerrar las
puertas de la sala ha llegado y alguien se dirige a las colungueras, que
permanecemos susurrando entre nosotras y aglomeradas frente al escenario vacío, para anunciarnos que FER saldría a saludarnos
en unos minutos.
Nos indican dónde ubicarnos en las graderías del escenario y nos
advierten de la prohibición de "tocar" al actor, todas tratamos de controlar
nuestros impulsos y nos organizamos sin mucho ruido sin antes encargar nuestras
cámaras a los muchachos del teatro que con paciencia y gran respeto por esta
colunguitis (para muchos inexplicable), van repartiéndose los aparatos.
El momento llega y él aparece en vaqueros, camisa blanca sin
corbata, chaqueta celeste, zapatos finos con pasadores, calcetines oscuros y el
cabello ya más suelto que cuando estuvo en escena. Los flash y los suspiros se
sincronizan mientras él nos regala esa sonrisa única y espectacular que al
iluminarlo todo no nos permite darnos cuenta que estamos aún con el escenario
en penumbras.
Se sienta en un puff, nos saluda y todas como colegialas
respondemos en coro. De repente alguien enciende las luces del escenario y
puedes ver sus ojos claros brillar.
Yo lo oigo pero no estoy segura de poder escucharlo. Sólo recuerdo
que no podía dejar de sonreír y sentía que me corrían culebritas por el cuerpo
de pensar que cada palabra que saliera de su boca y cada gesto que hiciera
tenían que quedar registrados en mi memoria porque no habría forma de darle al "re play" o lograr capturas de todo lo que sentía mi piel y mi corazón en esos
momentos.
Él no deja de sonreír, entrelaza sus manos bellas entre sus rodillas y echa un vistazo a todas estas mujeres que no dejan de tomarle fotos y contemplarlo extasiadas y, con esa sencillez que lo caracteriza y esa voz preciosa, nos conversa , nos hace bromas y nos agradece el que estemos allí acompañándolo y apoyándolo. Nos reitera que este proyecto es pensado en nosotros y para nosotros.
Reconoce caras
conocidas y, con ese toque de delicadeza que lo distingue, dice estar
observando aquellas nuevas para reconocerlas en una próxima ocasión.
Responde
a algunos comentarios y te hace sentir especial:
Se
levanta despidiéndose del grupo y ofrece tomarse una foto grupal con las que allí
ya parecemos estar flotando en el limbo. Como en un equipo de futbol, dice, y algunas sentimos morir de la emoción con esa frase.
Como buenas colungueras intentamos reorganizarnos para salir todas en la foto.
A mí,
ubicada a su izquierda, la emoción me embarga de verlo a escasos 10
centímetros, y aunque alguna se colocara de pronto en medio de ambos, ya con mi
móvil había capturado su perfil hermoso y grabado en mi piel la calidez de la
suya.
Se levanta y se despide por última vez y con ese andar tan suyo
agita sus manos y sale por la puerta que es parte del escenario. La magia existe, es cierto, ¡pero esto fue
más que eso!
Todas quedamos como flotando. Nos apresuramos a recuperar nuestras cámaras y a revisar las fotos capturadas. ¡Yo no podía creer que tenía capturados en ese pequeño artilugio su perfil, su sonrisa, su mirada!
Todas nos
mostramos las fotos y videos conseguidos y prometemos compartirlas. Como quien
quiere y no quiere vamos avanzando juntas hacia la salida de la sala para
congregarnos en el pasillo y seguir colungueando.
Esa noche nos fuimos ya muy tarde un grupo de 21 colungueras a cenar comida cubana en un restaurante cercano al Teatro. Cuando llegamos al lugar no conseguían juntar las mesas suficientes para que nos sentáramos juntas hasta que finalmente nos ubicaron en un salón al fondo.
El colungueo era intenso, las fotos iban y venían, entre todas tratábamos de conocernos más y recordábamos haber coincidido en temas del Foro.
La comida llegaba, las risas invadían el
espacio y los meseros contemplaban extrañados a este grupo de mujeres
variopintas y de todas las edades que parecían entenderse y disfrutar de sus
conversaciones a pesar de hablar todas al mismo tiempo. Nos quedamos allí hasta muy tarde: prácticamente fuimos
testigos de la reunión de cierre de faena del personal del lugar que ya parecía
algo incómodo de tenernos todavía allí.
Sin duda un primer día intenso en cuanto a emociones. Llegando
a mi hotel me acomodé en el escritorio
de la habitación intentando anotarlo todo en mi libretita colunguera: mis
compañeras caían rendidas por la diferencia horaria y yo parecía un búho con
insomnio!
La gente que me preguntaba hace algunas semanas a qué iba a Miami se sorprendía enormemente de que fuese a ver a Fer a una obra de Teatro desde tan lejos. Algunos ingenuamente preguntaban: "¿Y qué día irás a verlo?"
Podrán imaginar mi expresión pícara y traviesa al mostrarles sin articular palabra los 5 dedos de mi mano y verlos reaccionar con una mezcla de asombro y extrañeza pensando haber entendido mal.
No faltó quien entre broma y broma me tildara
de loca al saber que asistiría a las cinco funciones si tomamos en cuenta que
asistiría el sábado y el domingo a las dobles funciones con escasos 30 o 40
minutos de intermedio entre una y otra. Vaya, eso es algo que para una
colunguera es tan natural como haber visto todas sus novelas un promedio de
seis veces en un lapso de dos años.
Pues he de decirles que ver la obra cuatro veces más fue una
experiencia fuera de este mundo.
Durante la primera función conoces la historia. Observas a los
personajes, analizas la forma en que todos se relacionan, prestas atención a
ciertos detalles de la escenografía, al manejo de las luces, la música, te ríes a más no poder con las
ocurrencias, te sorprendes del giro que toma el desenlace y en tu mente
relacionas situaciones de tu vida con lo que allí se cuenta o piensas en personas
cercanas a tì que se parecen a los personajes de la historia.
Pero en las siguientes funciones? puedes darte el lujo de "solo oir" la historia y deleitarte con el derroche de talento de Fer. No hay nada mejor
en el mundo que ver a Fer decir sus líneas con fuerza mientras se le dibuja la
yugular en el cuello y puedes prácticamente distinguir cómo le corre la sangre
por aquella vena en esos momentos intensos.
Teniendo en frente su perfil derecho, te vuelves capaz de notar
cómo su ceja izquierda asoma perfectamente peinada detrás del tabique de
su nariz y cuando se mueve en medio del escenario con energía reconoces ese
cachito rebelde de su cabello que traviesamente suele desacomodarse y caer
sutilmente sobre el lado izquierdo de su frente amplia y hermosa.
Reconoces ese sello colunguero con el que se abotona y desabotona
el saco con una sola mano una y otra vez y con el que frota los nudillos de una
mano con la palma de la otra cuando su personaje está inquieto.
No puedes dejar de vibrar cuando hace esos pucheros y aprieta los
labios y ves asomarse sobre el lado derecho de su labio superior la marquita
que te trae arrastrando la cobija o cuando tuerce la boquita simulando morderse
la comisura del labio mientras sube sus frondosas cejas y echa esa mirada que
lo hace parecer frágil e infantil y que parece pedir apapachos.
No puedes evitar celebrar con aplausos su talento para improvisar y
su arte para dar rienda suelta a ese único y maravilloso sentido del humor que
te confirma que, a pesar del libreto que debe seguir, él es capaz de jugar
contigo y con sus compañeros de elenco en medio de su performance sin
interferir con la trama, porque disfruta lo que hace y se divierte.
No puedes dejar de sentirte halagada como espectadora al comprobar
que se ha tomado el trabajo de hacer
pequeños cambios espontáneos y también planeados, para regalarle a sus niñas detalles
diferentes en cada función que las hagan especiales, divertidas, únicas e irrepetibles y distintas unas de las
otras. Él valora que muchas le acompañamos en todas las funciones y retribuye a
nuestro cariño cómo sólo él sabe hacerlo: con generosidad y sensibilidad
inmensas.
Debo confesar que el domingo durante la última función tuve que hacer un gran esfuerzo por contener el llanto y regresé a mi hotel sumida en una colungadepresión profunda que me quitó el habla y me llenó de sentimientos encontrados y confusos.
Estaba feliz por haber vivido tanto y tan intensamente pero al mismo
tiempo estaba llena de tristeza pues al
día siguiente habría que volver a la realidad de la vida cotidiana, mi sueño de
tomarme una foto sola con Fer quedaba
todavía como tarea pendiente y el tiempo para disfrutar de la magia del
colungueo en vivo había resultado corto e insuficiente.
No entendía lo que me pasaba. Sólo pude sosegarme charlando con mis maravillosas y entrañables compañeras de viaje en vivo y en directo y hasta altas horas de la madrugada en nuestra habitación del hotel o virtualmente en el chat de alguna red social.
No hay duda que la amistad que se forja entre
colungueras va más allá de una simple relación de conocidas. De no haber contado
con la compañía, la contención, el cariño, la sabiduría, la extraordinaria capacidad
de reflexión, el enorme respeto y un extraordinario sentido del humor de todas
ellas, seguramente hubiera pasado aquella noche y todo mi viaje de regreso a
casa ahogada en la añoranza.
Así que, aquí estoy, sentada frente a mi computadora tomándome un
café con Doña Nostalgia y tratando de sacarle partido a su vista. Ojalá haya
podido con mi relato permitirles viajar conmigo hacia atrás en el tiempo hasta
el Obscuro Total en Miami y compartir con quienes con ENORME paciencia me han leído,
todo lo vivido por este corazoncito limeño que ahora más que nunca se reafirma
como el de una colunguera orgullosa, vitalicia e incondicional.
¡Recuerda FER que te quiero de aquí al infinito
ida y vuelta mil veces y que te mando siempre, desde el fondo de mi corazoncito
limeño, miles de millones de besitos colungueros y abrazos con o de oso!
Ciao sorellina!!!
CIERTO!!! Estar en primeras filas y verlo aparecer en escena con esa energía tan especial, con su voz inundando nuestros sentidos y esa mirada tan hermosa llenando todo de luz es algo que no podíamos en ese momento capturar màs que con la memoria del corazón que es donde quedarán grabados por siempre!
Hasta ahora logro recordar como si fuese hoy esa imagen cuando cierro los ojos y vuelo hacia atrás en el tiempo...
¡¡¡¡y pensar que lo vivimos juntas!!!! ¿quién lo hubiera dicho no?
Ahora las dos tenemos un sueño por realizar juntas y sè que lo lograremos
aunque yo estè en Lima y tù en Bologna... es la magia de FER la que lo harà
posible!