Que tal Columnistas!

Quiero compartir con ustedes un hermoso recuerdo que tengo de nuestro querido Fernando. 

Cuando aún era joven, bella y delgada o sea, hace muchos ayeres, no me alcanza la memoria para saber la fecha exacta pero fue entre febrero y abril de 1990, viví el fin de semana más increíble de mi vida; fuimos de fin de semana a CDMX.

Unas compañeras de la universidad y gracias al cielo, yo. 

Entre otros planes estaba el ir a patinar sobre hielo y por casualidades del destino y para mi gran fortuna, se integró Fernando junto con un amigo al plan. 

(Creo era vecino de mi compañera)

No soy muy diestra patinando, de hecho tengo 2 pies izquierdos y él patinaba hermoso, perfecto, como todo lo que él hace.

Me la pasé admirándolo, desde mi altura, o sea, desde el suelo. 

Me caí una y otra vez!!

¿Adivinen quién fue el galante caballero que me tendió la mano una y otra vez  y rescató del frío suelo?

¡Exacto! 

¡¡¡Lo único que les puedo decir es que todo lo que se dice de él es cierto.

Es alto, fornido, guapo en extremo, con una sonrisa cautivadora y hermosos ojos cafés. Me sorprendió mucho su físico, era el primer y único que conocí con un cuerpo tan perfecto. Un sueño de chico.

Fue atento, caballeroso, guapísimo, bombón y olía delicioso!!!!

Y sí, le pregunté el nombre del perfume que usaba (como todo el mundo) porque su aroma me tenía embriagada. Por supuesto que corrí a comprarlo pero, no olía igual, es su piel la que hace que sea tan maravilloso su olor.

Recuerdo mucho sus manos y su olor.

Saliendo de ahí con mi dignidad y cabuz empapados, nos tomamos una foto. Él andaba con su cámara todo el tiempo y muy cortésmente me envió una copia. Si no fuera por esta foto, ni yo misma me creería que lo conocí.

Fernando me ha hecho reír, llorar y hasta soñar. 

Hoy y siempre es insuperable y tuve la dicha de conocerlo.

Saludos