Biografía
Nacimiento, familia y primeros años
María Celia Guérin, ca. 1875
María Francisca Teresa Martin Guérin nació en la calle Saint-Blaise de Alenzón, Normandía, al noroeste de Francia, el 2 de enero de 1873, hija de Luis Martin y María Celia Guérin (canonizados el domingo 18 de octubre de 2015). De esta unión nacieron nueve hijos, de los cuales cuatro murieron a temprana edad, solo sobrevivieron 5 niñas: María (1860-1940), Paulina (1861-1951), Leonia (1863-1941), Celina (1869-1959) y Teresa, que fue la menor. Todas ellas abrazarían después la vida religiosa.
Primera fotografía de Teresa de Lisieux a los 3 años
Fue bautizada dos días después de su nacimiento, el 4 de enero de 1873, en la iglesia de Nuestra Señora de Alenzón. Sus padrinos fueron Paul Boul, hijo de un amigo de la familia, y su hermana mayor, María. En marzo de ese año, a los dos meses de edad, estuvo a punto de morir y debió ser confiada a una enfermera, Rosa Taillé, que ya había estado cuidando a dos hijos de la pareja Martin. Se mejoró rápidamente y creció en la campiña normanda, en la granja Semallé, a una distancia de casi ocho kilómetros. A su regreso a Alençon el 2 de abril de 1874, su familia la rodea de afecto. Su madre dice que "es de una inteligencia superior a Celina, pero mucho menos dulce, y sobre todo es de una obstinación casi invencible. Cuando ella dice que no, nada puede hacerla cambiar." Es juguetona y traviesa, pero también es emocional y a menudo llora. Teresa siempre se refirió a este primer periodo de su vida como el más feliz.[cita requerida]
El hogar de los esposos Martin era un verdadero jardín de virtudes y santidad. Amaban sinceramente a cada una de sus hijas, aunque no toleraban ninguna clase de mal comportamiento y lo corregían al instante. La fe cristiana era el sustento familiar. Cuando no estaban en la iglesia como familia, celebraban las fiestas religiosas y/o rezaban el rosario en casa como familia. Ya a su temprana edad asistía junto a su familia a misa cada día a las 5:30 de la mañana. La familia Martin adhiere estrictamente ayunando y orando al ritmo del año litúrgico. Los Martin también practicaban la caridad y ocasionalmente dan la bienvenida a algún pobre a su mesa; visitaban a los enfermos y los ancianos. Las niñas crecieron viendo en sus padres dos grandes modelos de santidad.
Desde 1865 Celia Martin se queja de dolores en su interior. En diciembre de 1876 un médico revela un ?tumor fibroso? de gravedad. Es demasiado tarde para intentar una operación. El 24 de febrero de 1877, Celia pierde a su hermana María Luisa, que murió de tuberculosis en el Convento de la Visitación de Le Mans, con el nombre de hermana María Dositea. Después de su muerte, sus sufrimientos se agudizan, pero todo se lo esconde a su familia. En julio de 1877 Celia participa de una peregrinación al santuario de Lourdes pidiendo la gracia de su curación, pero no recibe tal gracia.
Finalmente, Celia Martin muere el 28 de agosto de 1877 a causa de un cáncer de mama, cuando Teresa tenía apenas 4 años. En noviembre de 1877 Luis Martin decidió trasladarse a la ciudad de Lisieux, donde residía la familia de su esposa, quienes prometieron a Celia cuidar de sus hijas después de su muerte.
Traslado a Lisieux y primera etapa de su vida
La familia Guerin los ayudó a instalarse en una casa rodeada de arbustos: los Buissonnets. Allí viviría Teresa los siguientes años hasta su entrada en el Carmelo de Lisieux.
Teresita a la edad de 8 años
Teresa sintió profundamente el cambio de atmósfera. Echa de menos a su madre aún más y sobre esto escribió: "Desde que mamá murió, mi alegría característica cambió completamente; yo que era tan viva, tan expansiva, me convertí en tímida y dulce, sensible al exceso?. A pesar del amor prodigado a su padre y a Paulina, a quien después de la muerte de su madre adoptó como su "segunda madre", la vida era austera en los Buissonnets y tendría en cuenta más tarde que este fue "el segundo período de su existencia, el más doloroso de los tres".
A los siete años, en 1880, Teresa se confiesa por primera vez. En esta ocasión ignora el miedo y los escrúpulos que ya tanto la fastidiaban, dice: "Desde que regresé de la confesión por todas las grandes fiestas ha sido un verdadero placer para mí cada vez que he ido?. El 13 de mayo de 1880, se hace presente en la primera comunión de Celina, que comparte con alegría: "Creo que he recibido grandes gracias de ese día y le considero uno de los más hermosos de mi vida". También ella está a la espera de recibir la sagrada comunión y decide aprovechar los tres años que le quedan para prepararse para el evento.
A los ocho años y medio, el 3 de octubre de 1881, Teresa entró en el colegio de las Benedictinas en Lisieux. Regresaba a su casa por las noches, ya que su familia residía muy cerca. Haber recibido previamente lecciones de Paulina y María le dio buenas bases y se puso rápidamente a la cabeza de su clase. Sin embargo, se encuentra con una vida en comunidad a la que no está acostumbrada. Es perseguida por compañeras de más edad que le tienen celos. Ella llora pero no se atreve a quejarse. No le gusta el recreo, tan ajetreado y ruidoso. Su maestra la describe como una estudiante obediente, tranquila y pacífica, a veces pensativa o incluso triste. Teresa dijo más tarde que estos cinco años fueron los más tristes de su vida, y encontró consuelo en la presencia de su "querida Celina".
Durante esta época desarrolla su gusto por la lectura, especialmente la que satisfacía sus necesidades de calma; historias caballerescas y apasionadas. También comienza a sentir una gran admiración por Juana de Arco. Ella piensa que ha nacido para una gloria oculta: ¡el Buen Dios me hizo comprender que si mi gloria no aparece a los ojos mortales, podría llegar a ser una gran santa!...
Durante el verano de 1882, cuando Teresa tenía nueve años, se entera por accidente del deseo de su hermana Paulina de convertirse en monja carmelita. La idea de perder a su segunda madre le causa gran tristeza y desesperación. Paulina, tratando de consolarla, le explica cómo es la vida dentro del Carmelo, y entonces Teresa también se siente llamada al Carmelo. Después escribió: "Sentí que el Carmelo era el desierto donde Dios quería que yo me fuera a ocultar... me sentía tan fuertemente llamada que no había ninguna duda en mi corazón, no era un sueño de la infancia que viaja lejos, sino la certeza de una llamada divina; yo quería ir al Carmelo no por Paulina, sino solamente por Jesús... "
Un domingo, Teresa logra ir al Carmelo de Lisieux y entrevistarse con la Madre Superiora, María de Gonzaga, quien le dijo, sin que Teresa hubiera mencionado sus deseos: "cuando vengas a vivir con nosotras, mi querida hija, os llamaréis Teresa del Niño Jesús", cosa que la Santa interpretó como "una delicadeza de mi amado Niño Jesús".[1]? Pero también le dijo que no podían aceptar aspirantes menores de dieciséis años.
El lunes 2 de octubre de 1882, Paulina entra en el Carmelo de Lisieux, donde tomó el nombre de ?Sor Inés de Jesús?. Fue un día aún más triste para Teresa, quien había vuelto a la escuela por un año más, pues no podía saltarse un grado ya que estaba en tercero, donde se hace la preparación para la Primera Comunión. La enseñanza religiosa será una de las materias importantes, en la que sobresale Teresa. La perspectiva de la comunión, como se esperaba, es un rayo de sol.
En diciembre de 1882, la salud de Teresa empieza a empeorar de manera extraña: sufre continuamente de dolores de cabeza, dolores en el costado, come poco y duerme mal. Su carácter también cambia: a veces se enoja con María y pelea incluso con Celina, con quien siempre habían sido muy buenas amigas. En el locutorio del Carmelo, Paulina está preocupada por su hermana menor, a quien le ofrece asesoramiento y cariñosas reprimendas.
Santa Teresita a la edad de 13 años
En ese mismo año el médico Alfonso H. Notta diagnosticó la enfermedad de Teresita como una reacción a una frustración emocional con un ataque neurótico, sin duda causado por la partida de su hermana Paulina al monasterio carmelita de Lisieux el 2 de octubre de ese mismo año.
Durante las vacaciones de Semana Santa de 1883, Luis Martin organiza un viaje a París con María y Leonia. El tío Guérin acoge a Celina y Teresa en su hogar. El 25 de marzo en la tarde, mientras cenaban junto a Celina, Teresa se derrumba en lágrimas. La llevan a su cama; pasó una noche muy inquieta. Preocupado, su tío llamó al día siguiente a un médico, quien diagnóstico "una enfermedad muy grave que nunca atacaba a los niños." Dada la gravedad de su estado, envían un telegrama a Luis, quien regresa a toda prisa a Lisieux.
Varias veces al día, Teresa sufre de temblores nerviosos, alucinaciones y ataques de terror. Está pasando por una gran debilidad y, a pesar de que conserva toda su lucidez, no pueden dejarla sola. Sin embargo, la paciente repite que quiere asistir a la toma de hábito de Paulina, programada para el 6 de abril. La mañana del fatídico día, después de una fuerte crisis, Teresa se levanta, y curada en apariencia milagrosamente, va con su familia al Carmelo. Continúa transcurriendo todo el día, llena de alegría y entusiasmo. Pero al día siguiente tiene una recaída repentina: se llena de delirios que parecen privarla de la razón. El médico, muy preocupado, todavía no puede encontrar la cura de su enfermedad. Luis Martin temía que su "pobre niña" fuera a morir o a volverse loca.
Durante meses sufrió de dolores de cabeza y alucinaciones. Toda su familia estaba desesperada pensando que la muerte podría llegarle pronto. Su padre mandó incluso oficiar varias misas por su curación en el santuario de Nuestra Señora de las Victorias en París. El 13 de mayo de 1883, el día de Pentecostés, Luis Martin, Leonia, Celina y María, que permanecen junto a la cama de Teresa, se sienten impotentes para poder aliviarla, se arrodillan a los pies de la cama y se dirigen a una imagen de la Virgen. Más adelante, Teresa contaría: "Al no encontrar ayuda en la tierra, la pobre Teresa también se vuelca hacia su Madre del cielo, orando con todo su corazón para que finalmente tenga misericordia de ella...". En ese momento Teresa se siente abrumada por la belleza de la Virgen, y especialmente por su sonrisa: ?La Santísima Virgen me ha sonreído. ¡Qué feliz soy!". En ese momento, la paciente se estabiliza delante de sus hermanas y su padre que están atónitos. Al día siguiente, todos los rastros de la enfermedad desaparecen, excepto dos pequeñas alertas en los siguientes meses. Teresa aún esta frágil, pero no va a sufrir en el futuro de ninguna nueva manifestación de estos trastornos.
Primera comunión, confirmación y sufrimiento con los escrúpulos
En 1883, Teresa regresa al colegio y de inmediato se coloca a la cabeza en las clases de catecismo. También se prepara en los Buissonnets. Cada semana, Paulina escribe desde el Carmelo aconsejando a sus hermanas sacrificios y oraciones diarias para ofrecer a Jesús. Teresa toma estas listas en serio y se aplica a seguir cada una escrupulosamente.
El 8 de mayo de 1884, Teresa hizo su primera comunión en la iglesia del colegio de las Benedictinas en Lisieux.
Durante la misa, Teresa llora profusamente de alegría y no de tristeza. Describiría a la perfección la intensidad de este primer encuentro místico: "¡Ah! Ese fue el primer beso de Jesús en mi alma ... Fue un beso de amor, me sentí amada, y le dije también: "Te amo, me entrego a ti para siempre. No hubo demandas, no hay luchas, sacrificios; hace mucho tiempo, Jesús y Teresita se habían mirado pobres y se habían entendido.? La profundidad espiritual de este día no impide que sea una oportunidad para disfrutar de la celebración con la familia y de los muchos regalos que recibe.
El 14 de junio de 1884 es confirmada por el obispo Abel Antoine-Flavien Hugonin, obispo de Lisieux. Su madrina de confirmación es su hermana Leonia. Al recibir el Espíritu Santo, la joven confirmada se deja maravillar por este "Sacramento de Amor", que, ella está segura, le dará la ?fuerza para sufrir".
En 1885, después de escuchar un sermón del Padre Domin sobre los pecados mortales y el juicio final, las "penas del alma", que habían atormentado a Teresa y que parecían haber desaparecido, despiertan bruscamente. La niña, tan frágil, volverá a caer en la "terrible enfermedad de los escrúpulos." Teresa se convence de su pecado y desarrolla un fuerte sentimiento de culpa por todo. "Las acciones y pensamientos más simples se convierten en motivo de trastorno. "No se atreve a contarle sus penas a Paulina, que parece tan lejana en su Carmelo. Por suerte tiene aún a María, su "última madre", a quien ahora le cuenta todo, incluyendo sus pensamientos más "extravagantes". Esta le ayuda a preparar sus confesiones dejando de lado todos los temores. Dócil, Teresa le obedece. Esto tiene como consecuencia que oculta su "fea enfermedad" a sus confesores, privándose así de sus consejos.
En octubre de ese mismo año, Teresa regresa a la escuela, pero tiene que seguir afrontando las ofensas de algunas de sus compañeras y esta vez sola, pues su hermana Celina ya se graduaría pronto. En octubre de 1886 su hermana mayor María también entra en el Carmelo de Lisieux, donde llegará a ser la hermana María del Sagrado Corazón, mientras Leonia entra como religiosa en el convento de las Benedictinas de Lisieux, de donde sale al cabo de poco tiempo. Sorprendido y entristecido, Luis Martin conserva con él en los Buissonnets a sus dos hijas más jóvenes. Después de la partida de María su "tercera madre", Teresa pasa por un período de depresión y llora con frecuencia.
Sus ataques de escrúpulos alcanzaron su clímax y ella no sabe ya en quién confiar ahora que María ingresó en el Carmelo. La solución llegaría cuando empieza a rezar espontáneamente a sus cuatro hermanos que murieron siendo aun muy pequeños (María Helena, José Luis, José Juan Bautista y María Melania Teresa); Ella les habla con sencillez, para pedirles que intercedan por la paz para su alma. La respuesta fue inmediata y se siente definitivamente calmada, ella diría después: "me di cuenta de que si era amada en la tierra, también lo era en el cielo.?
La conversión en la Navidad de 1886 y el comienzo del tercer periodo de su vida Uno de los episodios más recordados en su vida fue el de la gran conversión de la Navidad de 1886. Al llegar de la misa de Nochebuena junto con su padre y su hermana Celina, como era costumbre, corría para ver los zapatos que ella dejaba allí para el Niño Jesús y descubrirlos llenos de juguetes. Su padre le dijo que subiese a cambiarse para cenar y algo cansado le dijo a Celina: Afortunadamente este es el último año en que suceden estas cosas.
Ella explica el misterio de esta maravillosa conversión en sus escritos. Hablando de Jesús decía: "Esa noche fue cuando Él se hizo débil y sufriente por mi amor, y me hizo fuerte y valiente." Luego descubre la alegría de olvidarse de sí misma y añade: ?Sentí, en una palabra, que la caridad entraba en mi corazón, la necesidad de que me olvide de buscar agradar, y desde entonces yo fui feliz." De repente, queda libre de los defectos e imperfecciones de su infancia, como su tremenda sensibilidad. Con esta gracia del Niño Jesús, que nacía esa noche, encontró "la fortaleza que había perdido" cuando su madre murió.
Muchas cosas van a cambiar después de esta Nochebuena de 1886, que marca el comienzo de la tercera parte de su vida, "la más bella". A la que ella llama la "noche de mi conversión" y escribió: "Desde esa noche bendita, ya no fui derrotada en ningún combate, en lugar de eso fui de victoria en victoria y comencé, por así decirlo, una carrera de gigantes."
La adopción de su "primer hijo" y el inicio de las luchas por su vocación Poco después de la ?gran gracia de la Navidad?, oyó hablar de un hombre que había asesinado a tres mujeres en París, cuyo nombre era Enrique Pranzini. Teresa decidió adoptarlo como su primer hijo espiritual y ofreció sacrificios y varias misas, que mandó hacer con ayuda de su hermana Celina, para alcanzar de Dios la conversión de este pecador antes de su ejecución, o por lo menos algún signo de arrepentimiento. Pranzini había sido sentenciado a muerte y fue ejecutado el 31 de agosto de 1887, pero unos días después llegó a su casa el periódico católico La Croix (en español 'La Cruz') informando de que, aunque Pranzini no quiso confesarse, antes de subir a la guillotina pidió un crucifijo para luego besarlo repetidas veces. Así, ella sintió que sus sacrificios y plegarias habían sido escuchados.
La respuesta misericordiosa de Dios a sus oraciones por la conversión de Pranzini marca profundamente a Teresa y refuerza su vocación, también se vería más adelante que esto influiría bastante en su doctrina respecto de la misericordia divina que tanto la caracteriza. Y se decide completamente a convertirse en monja del Carmelo, para orar por todos los pecadores.
Última fotografía de la santa antes de ingresar al Carmelo de Lisieux a los 15 años
Cuando contaba 14 años ya había tomado la resolución de convertirse en religiosa carmelita, sabe que tendrá que superar muchos obstáculos y pensando quizá en Juana de Arco, se dice a sí misma que "conquistar la fortaleza del Carmelo es solo la punta de la espada."
Se decide a obtener primero el consentimiento de su familia, incluyendo a su padre. Determinada, pero tímida, se decide a comentarle a su padre al respecto. Durante un momento duda entregándole su secreto, sobre todo porque Luis Martin sufrió un par de semanas antes un pequeño ataque que lo dejó paralizado durante varias horas. El 2 de junio de 1887, el día de Pentecostés, después de orar todo el día, le presenta su solicitud en la noche, en el jardín de los Buissonnets. Luis, que según Teresa parecía tener una ?expresión celestial y llena de paz? recibe la confesión de su hija con un profundo sentimiento de alegría y agradecimiento. Añade que Dios le hizo "el gran honor de llamar a todas sus hijas."
Pero el mayor obstáculo será el tío Isidoro Guerin, tutor de las niñas Martín, ya que vetará el proyecto de su sobrina. Aunque él no pone en duda la vocación religiosa de Teresa, le pidió que esperara a la edad de diecisiete años. La niña confía en que Paulina podrá ayudarla a obtener el permiso de su tío. Finalmente acepta el 22 de octubre de ese año.
Aun así siguió teniendo muchos inconvenientes para su entrada al convento, ya que ahora se enfrentaría a la negativa del Padre Delatroëtte, superior del Carmelo de Lisieux. Dolida por el fracaso de un caso similar al de ella, del que todo el mundo habla en Lisieux, acerca de que ya no aceptarán postulantes menores de veintiún años. Solo el obispo podía autorizar tal cosa. Para consolar a su hija que llora constantemente, Luis le promete un encuentro con el obispo Monseñor Hugonin. Él la recibe en Bayeux el 31 de octubre de ese año, y la escucha expresar el deseo de consagrarse a Dios dentro de los muros del Carmelo, y de que lo conserva desde muy niña. Pero el obispo decide aplazar su decisión hasta después, cuando él haya tomado el consejo del Padre Delatroëtte.
Solo les queda una esperanza: hablar directamente con el papa. Luis Martin pronto comenzaría a preparar todo para una peregrinación a Roma, por el Jubileo sacerdotal del papa León XIII, organizada por las Diócesis de Coutances y Bayeux. Teresa y Celina viajarán con él. La partida está fijada para el 4 de noviembre de 1887.
La peregrinación a Roma
Liderada por el obispo de Coutances, la peregrinación reunió a cerca de doscientos peregrinos, entre ellos setenta y cinco sacerdotes. El viaje comenzó en París, Luis Martin tuvo la oportunidad de visitar la capital con sus hijas. Fue durante una misa en Nuestra Señora de las Victorias (actualmente basílica menor), que Teresa logró derribar todas las dudas acerca de que si la Virgen le habría sonreído verdaderamente en su enfermedad de 1883 o no. Durante los últimos años había sufrido mucho al respecto, por su problema con los escrúpulos. Pero ahora lo tenía por verdad absoluta. Allí ella le confía el viaje y su vocación.
Un tren especial los lleva a Italia, después de cruzar Suiza. La chica no se cansaba de admirar los paisajes. Los peregrinos, casi todos de alto rango, son recibidos en los mejores hoteles. Una vez tímida y reservada, Teresa se siente algo incómoda con todo este lujo en medio de la sociedad que solo buscaba los bienes de este mundo. Es la más joven de la peregrinación, muy alegre y bonita, con sus hermosos vestidos, no pasa desapercibida.
Papa León XIII a los 93 años de edad
Es durante este viaje que Teresa, que hasta el momento no había tenido un contacto cercano con muchos sacerdotes, que se da cuenta de las imperfecciones, debilidades y grandes defectos que tienen muchos de los sacerdotes que viajaban con ella. Todo esto la invitó con más fuerza a ofrecer su vida en el monasterio, orando cada día por los sacerdotes del mundo. Ella dice: ?En esta peregrinación comprendí que mi vocación era orar y sacrificarme por la santificación de los sacerdotes?.[2]?
Durante la peregrinación logran visitar Milán, Venecia, Bolonia, el santuario de nuestra señora de Loreto. Finalmente, fue la llegada a Roma. El Coliseo, Teresa y Celina hacen caso omiso de las prohibiciones y entran en la arena para besar la arena donde la sangre de los mártires fue derramada. En ese lugar pide la gracia de ser martirizada por Jesús, y luego añadió: "Sentí profundamente en el alma que mi oración fue contestada?.
Pero Teresa no olvida el propósito de su viaje. Una carta de su hermana Paulina la animó a presentar su petición personalmente al Papa. El 20 de noviembre de 1887, por la mañana, los peregrinos asisten en la capilla papal a una misa celebrada por el Papa León XIII. Luego viene el momento tan esperado de la audiencia: el vicario general asigna los turnos para ver al Papa. Pero se prohíbe que se le dirija la palabra al Santo Padre pues sus setenta y siete años ya no le permiten desgastarse durante mucho tiempo. Aun así, cuando le llega el turno a Teresa, previamente Celina como cómplice la había animado a que hablara, se arrodilla y sollozando dice: "Santísimo Padre, tengo que pedirle una gracia muy grande". El vicario le dice que se trata de una chica que quiere entrar en el Carmelo. "Hija Mía, haced lo que los superiores le digan" respondió el Papa. La chica insiste: "Oh Santo Padre, si usted dice que sí, todo el mundo lo aprobaría". León XIII replicó: "Vamos a ver..... ¡Entrará si Dios lo quiere!". Pero Teresa quiere una palabra decisiva y espera, con las manos cruzadas sobre las rodillas del papa. Dos guardias deben luego levantarla suavemente y llevarla a la salida.
Esa misma noche ella escribió sobre el fracaso a Paulina para decirle: "Tengo el corazón pesado. Sin embargo, Dios no puede darme alguna prueba que esté más allá de mis fuerzas. Él me dio el valor para soportar esta dura prueba?. Pronto, toda la peregrinación conoce el secreto de Teresa, incluso en Lisieux un periodista del diario El Universo publicó el incidente.
El viaje continúa, visitan Pompeya, Nápoles, Asís; entonces es hora de volver por Pisa y Génova. En Niza, aparece un rayo de esperanza para Teresa. El vicario hace algunas promesas diciéndole que apoyaría su solicitud. El 2 de diciembre, llegan a París, y, finalmente, al día siguiente, regresan a Lisieux. Así terminó una peregrinación de casi un mes que para Teresa fue un "fiasco?.
El ingreso a la vida religiosa
Inmediatamente después de regresar, Teresa fue al locutorio del Carmelo, donde se está desarrollando una estrategia. Pero el padre Delatroëtte se mantiene desafiante y desconfía de sus intenciones para ingresar. Él regaña a la superiora, madre Genoveva, la fundadora del Carmelo de Lisieux, y la Madre María de Gonzaga que llegaron a defender la causa de Teresa. El tío Guérin interviene a su vez, pero todo es en vano. El 14 de diciembre, Teresa escribió al obispo Hugonin y a su vicario general, a quien recuerda la promesa hecha en Niza. Humanamente, todo ha sido juzgado, ahora debe esperar y orar. En la víspera de Navidad, aniversario de su conversión, Teresa asistió a la misa de medianoche. Ella no puede contener las lágrimas, pero siente que la prueba hace crecer su fe y abandono a la voluntad de Dios: que era un error tratar de imponer una fecha para su ingreso al Carmelo.
Finalmente, el 1 de enero de 1888, la víspera de su décimo quinto cumpleaños, recibe una carta de la Madre María de Gonzaga informándole que el Obispo ha cambiado de opinión y que permite que las puertas del convento se abran para ella. Por un consejo de Paulina se decide que se retrase su ingreso hasta abril, después de los rigores de la Cuaresma. Esta expectativa es una nueva prueba para la futura postulante, que sin embargo ve una oportunidad para prepararse en su intimidad.
La fecha de entrada se establece finalmente para el 9 de abril de 1888, el día de la Anunciación. Teresa ingresa con quince años y tres meses. Cabe señalar que en aquel tiempo, una chica podría hacer su profesión religiosa a los dieciocho años. No era raro ver, en las órdenes religiosas, postulantes y novicios de tan sólo dieciséis años. La precocidad de Teresa, dadas las costumbres de la época, no es excepcional.
El 9 de abril de 1888 fue recibida en el monasterio de las carmelitas descalzas de Lisieux. En el monasterio ya estaban sus hermanas Paulina y María. Comenzó así su postulantado.
Los primeros meses dentro del monasterio fueron duros, llenos de trabajos que nunca había realizado y que le costaban bastante hacer a la perfección. Ella les prohíbe a sus hermanas que le faciliten los trabajos o la ayuden de alguna manera, pues insistían en cuidarla como si estuviera en los Buissonnets. Pero aun así, la joven postulante se adapta bien a su nuevo entorno. Teresa escribió: "El Buen Dios me dio la gracia de no tener ninguna ilusión al entrar en el Carmelo: He encontrado la vida religiosa como me imaginé que sería. Ningún sacrificio me asombró?.
Fotografía de la santa, tomada por su hermana Celina, en 1896
La madre superiora, María de Gonzaga, que antes se había dado a conocer como amable y gentil, la trata muy fríamente, con bastantes exigencias y hasta con una que otra humillación, pero todo lo hace para formarle un carácter propio de la vida religiosa, probar su vocación y que dejara a un lado cualquier rastro de orgullo y vanidad, lo cual Teresa se lo agradeció siempre e incluso siempre sintió una gran admiración hacia ella. La misma superiora comenta: ?¡Yo nunca habría pensado que ella tenía un juicio tan avanzado para tener quince años de edad! No hay una palabra que decir, todo es perfecto?.
Durante su postulado, Teresa también debe someterse a algunas intimidaciones por parte de otras hermanas, a causa de su falta de aptitud para la artesanía. Al igual que cualquier religiosa, descubre los desafíos de la vida en comunidad, relacionados con diferencias en el temperamento, el carácter, la susceptibilidad a los problemas o discapacidades.
A finales de octubre de 1888, el capítulo provincial aprobó su toma de hábito. Aunque recibió la noticia con alegría, fue opacada un poco con la noticia de la recaída de salud de su padre, que solo unos meses antes se había escapado de casa sin sentido de razón hasta encontrarlo en la ciudad cercana de El Havre, preocupando así a toda la familia tanto fuera como dentro del monasterio. Finalmente, el 10 de enero de 1889, tomó los hábitos de la orden en la capilla del monasterio en presencia de su padre, hermanas y el resto de la familia. En la misma ceremonia, además de recibir el velo de novicia, también cambió su nombre al de Teresa del Niño Jesús y la Santa Faz (sagrado rostro).
En este período, se profundiza el sentido de su vocación: llevar una vida oculta, orar y ofrecer sus sufrimientos por los sacerdotes, olvidando su orgullo, se multiplican los actos discretos de caridad. Quiere convertirse en una gran santa pero no se hace ilusiones sobre sí misma. Escribió: "me apliqué en especial en practicar las pequeñas virtudes, ya que no tengo la facilidad de practicar las grandes".
En el transcurso de 1890, leyó las obras de San Juan de la Cruz, al que convirtió en su maestro espiritual. La contemplación de la Santa Faz nutre su vida interior. Profundiza su conocimiento y amor por Cristo meditando en su humillación con el pasaje del Libro de Isaías sobre el siervo sufriente (Isaías 53: 1-2). Esta meditación también la ayuda a comprender la situación humillante de su padre por la degeneración que le ha causado una terrible arterioesclerosis en el cerebro. Ella siempre lo había visto como una figura de su "Padre Celestial". Ahora encuentra señas de Luis Martin a través de Cristo, humillado e irreconocible.
El 8 de septiembre de 1890, a los diecisiete años y medio, hizo su profesión religiosa. La joven carmelita recuerda por qué responde a esta vocación: "Yo he venido para salvar almas y, especialmente, para orar por los sacerdotes?. El 24 de septiembre 1890 se celebró la ceremonia, pública, donde toma el velo negro de profesa. Su padre no puede asistir, lo que entristece enormemente a Teresa. Es, sin embargo, la Madre María de Gonzaga, quien manifiesta que esta niña tiene diecisiete años y medio y la razón de alguien de treinta años, la perfección religiosa de una vieja novicia, que se consume en el alma y la posesión de sí misma, es una perfecta religiosa.
El 12 de mayo de 1892, se encontró por última vez con su padre. El 24 de junio de ese mismo año su hermana Leonia ingresó por segunda vez, en esta ocasión en el monasterio de la Visitación de Caen. Luis Martin murió el 29 de julio de 1894, después de ser custodiado y cuidado por Celina, su cuarta hija. También ella piensa, desde hace varios años, en entrar en el Carmelo. Con el apoyo de las cartas de Teresa, sostuvo el deseo de consagrarse a Dios en lugar de acceder al matrimonio. Celina aun así vacila entre la vida carmelita y una vida más activa, cuando se le propuso embarcarse en una misión encabezada por el padre Pichon en Canadá. Finalmente, siguiendo el consejo de sus hermanas, eligió el Carmelo. Ingresó el 14 de septiembre de 1894. En agosto de 1895, cuatro hermanas Martin se encuentran en el mismo. También se unirá a ellas su prima María Guerin, compañera de juegos de la infancia de Teresa.
La vida escondida en Cristo
Los años que siguen son los de la maduración de su vocación. Teresa ora sin grandes emociones sensibles, pero con fidelidad. Evita la intromisión en los debates que a veces perturban la comunidad. Multiplica los pequeños actos de caridad y preocupación por los demás, prestando servicios pequeños, sin hacerlos notar. Ella acepta en silencio las críticas, incluso de aquellas que pueden ser injustas y favorecer a las hermanas que son desagradables con ella. Trata de hacer todo, incluso las más pequeñas cosas con amor y la sencillez. Siempre reza mucho por los sacerdotes.
Durante 1891-1892, en el invierno, una epidemia de gripe cae en Francia. El Carmelo de Lisieux no es la excepción. Cuatro monjas mueren a causa de esta enfermedad. Y todas las hermanas se enferman, excepto tres de ellas, incluyendo a Teresa. Entonces procura darse de todo a sus hermanas postradas en cama. Les brinda atención, participa en la organización de la vida diaria del Carmelo, demostrando coraje y fortaleza en la adversidad, sobre todo cuando tiene que preparar el entierro de monjas fallecidas. La comunidad, que a veces la consideraba de poco valor e indiferente ahora la ha descubierto bajo una luz diferente.
Su vida espiritual se alimenta sobre todo de los Evangelios, que siempre lleva con ella. Véase el artículo de un dominico: El evangelio en Lisieux. Esa costumbre no era común en la época, ni siquiera entre las religiosas de clausura. Ellas prefieren leer los comentarios de la Biblia que referirse directamente a ésta. Teresa prefiere mirar directamente "la palabra de Jesús," que la ilumina en sus oraciones y en su vida diaria, además de ser la base desde la que consolida su doctrina.
Su hermana Paulina (Inés de Jesús) es elegida priora del monasterio de Lisieux el 20 de febrero de 1893 y ella designa a Teresa el difícil cargo de ser vicemaestra de novicias, tratando de imprimir con gran dedicación la regla carmelitana a sus pupilas, para esto se ayudaba contando historias y hasta inventado parábolas. Fueron ellas las primeras en conocer su doctrina sobre ?el caminito?. Entre las novicias a las que enseñaba sor María de la Trinidad se convertiría en su primera discípula.
Santa Teresita vestida como Juana de Arco. Detalle de una fotografía tomada por Celina en el patio de la sacristía en 1895.
En 1894, Teresa escribió sus primeras recreaciones piadosas. Estas son pequeñas obras de teatro, interpretada por algunas religiosas de la comunidad, con motivo de alguna festividad. Su primera recreación se la dedica a Juana de Arco, que siempre había admirado, y cuya causa de beatificación ya se ha introducido. Su talento para la escritura se le es reconocido. Otros escritos le serán asignados, un segundo sobre Juana de Arco, que se llevó a cabo en enero de 1895, además de unos poemas espirituales, a petición de otras religiosas.
A principios de este año, comenzó a sentir dolor de garganta y dolor en el pecho. Desafortunadamente, la madre Inés no se atreve a llamar a un médico que no sea el médico oficial de la comunidad.
En 1894 se celebró el centenario del martirio de los carmelitas de Compiègne. Este evento tiene una gran repercusión en toda Francia, y más aún en los monasterios carmelitas de Francia. Las monjas del Carmelo de Compiègne piden a sus hermanas de Lisieux contribuir a la decoración de su capilla. Teresa del Niño Jesús y Teresa de San Agustín bordan banderas para ser regaladas a este otro carmelo. Sor Teresa de San Agustín, al testificar en el proceso de la beatificación de Teresita, resalta el celo y la dedicación que se dio en esta ocasión. Dijo incluso que Santa Teresa decía: "¡Qué felicidad si tuviéramos la misma suerte (del martirio)! Qué gracia?.
El descubrimiento del caminito
Teresa entró en el Carmelo con el deseo de convertirse en una gran santa. Pero a finales de 1894 después de seis años reconoce que este objetivo es imposible de alcanzar. Piensa que todavía tiene muchas imperfecciones y carece del carisma de Teresa de Jesús, Pablo de Tarso y muchos otros. Sigue siendo muy pequeña y está aun muy lejos del gran amor que le gustaría practicar.
Ella entiende que es en esta misma pequeñez en la que puede confiar para pedir la ayuda de Dios. Leyendo las sagradas escrituras, en el libro de los proverbios lee: "¡El que sea incauto, que venga a mí!"(Prov. 9 - 4) esto le da una respuesta inicial. Siente que aunque es tan pequeña e incapaz puede entregarse a Dios con confianza. Pero entonces, ¿qué va a pasar con eso? Un pasaje del libro de Isaías da una respuesta que anima profundamente: "Ustedes serán como niños de pecho llevados en brazos y acariciados sobre las rodillas. Como un hijo a quien consuela su madre, así yo los consolaré a ustedes" (Is 66, 12-13). Concluye que el mismo Jesús la llevará a la cima de la santidad. Después escribiría: "El ascensor que me debe elevar al cielo son tus brazos, ¡Oh Jesús! Por esto, yo no necesito crecer, por el contrario, tengo que seguir siendo pequeña, cada vez más y más".
La pequeñez de Teresa, sus limitaciones se convierten en alegría, más que en desaliento. Porque es allí donde se realiza el amor misericordioso de Dios para con ella. En sus manuscritos lo describe como el descubrimiento del "caminito". En febrero de 1895 empezara a firmar sus cartas añadiendo regularmente "pequeña" antes de su nombre. Desde ese momento, Teresa utiliza el vocabulario de la pequeñez para recordar su deseo de una vida oculta y discreta. Ahora también lo utiliza para expresar su esperanza: cuanto más se sienta pequeña ante Dios, más se podrá contar con él.
La
Publicado por YAYA-FINA
Publicado el 30/09/2020 16:05 - Total Temas: 87 - Total Mensajes: 61836