Fondo

El equipo de Colunga Team y yo te damos la Bienvenida a nuestra casa. Deseamos que te diviertas y que convivas con respeto y cariño con los demás integrantes de nuestra gran Familia.

~Jaque Mate~ (capítulos)

Hola chicas!!

 

Me parece rarísimo que se haya duplicado mi mensaje en el tema anterior, del prólogo, en verdad no tengo idea de como sucedió. Lo dejé normal y cuando regresé me encontré con eso y no supe como borrarlos porque QUE OSO, pensarán que estoy loca. Después me dijeron que acá en CT no se puede borrar, así que decidí abrir este tema nuevo para poner los capítulos, así no estorban los duplicados hahaha no hay una explicación lógica por más que piense qué pudo pasar.

 

Gracias a Mirta, Emma y a Scarlett por sus bellos comentarios en el otro tema<3 me encanta que les haya gustado, espero de todo corazón que así siga siendo! 

 

Subiré 2 capítulos por semana, no pondré día específico porque todas las semanas me salen cosas diferentes. Así que no importa qué día sea, serán 2 por semana. 

 

Les dejo el primer capítulo de esta historia esperando que sea de su agrado. Antes de cada capítulo dejaré un mensaje como este, para que en caso de que se duplique como el anterior, sepan que fue error del sistema nuevamente y que yo no tengo nada que ver. Primero pondré el prólogo otra vez para que las nuevas lectoras no tengan que ir al otro tema, ya que es algo que deben leer para entender el primer capítulo, las que ya lo leyeron, ignorenlo y sigan directo al capítulo nuevo, que pondré inmediatamente después. Les dejo muchos besos y que tengan una linda semana. Ahí me dejan saber qué les parece<3



Publicado por majigu
Publicado el 20/07/2020 04:23 - Total Temas: 25 - Total Mensajes: 114

Prólogo

 

Sentía frío, mucho frío. Estaba segura de que estaba ardiendo en fiebre, pero no era mucho lo que ella podía hacer en ese momento. Salir de su escondite era muy arriesgado, tomando en cuenta que la policía la estaba buscando. Presionaba la herida, ya había derramado demasiada sangre; si corría con suerte, la bala no habría perforado ningún órgano vital y había salido, así que no necesitaría cirugía, pero aún así le dolía mucho y se estaba desangrando; si Jaroslavsky no llegaba pronto con el médico que había mandado a secuestrar, La Reina Negra sería solo un recuerdo más, una historia que contar. 

 

Era bien conocida por ser la única mujer dirigente de una mafia en México; su cabeza valía oro entre las autoridades, pues tenían años buscándola ya. Aún cuando casi todo lo que robaba iba directo a caridad y que todas las personas que había mandado a matar eran meramente criminales, políticos corruptos y gente que hacía el mal, era una criminal ella misma y la justicia la perseguía. 

 

Claro, que, ¿cómo dar con alguien cuya identidad es totalmente desconocida? 

Un par de personas sabían quien era ella realmente, Jaroslavsky, Carla y Edward, sus mejores amigos, a los que había conocido en Italia, años antes de regresarse a México y Fernando Colunga, el Fierro, su peor enemigo, jefe de otra banda de crimen organizado. Fernando era un hombre endemoniadamente guapo y el novio de su difunta hermanita menor. 

 

Lo odiaba por ser el culpable de la muerte de Laia, él sabía que la pondría en peligro si salía con ella y si la amaba, la habría alejado, pero no lo hizo. Necesitaba vengar su muerte... primero tendría que acabar con Gustavo Ventura, el enemigo de Colunga, que era quien la había mandado a matar para luego acabar con el propio Colunga. 

 

Jaroslavsky sabía qué hacer si ella moría, él sería el siguiente jefe de su banda y se encargaría de vengar la muerte de su hermana, la suya realmente no importaba demasiado. Pero ¿dónde se había metido con el doctor? Ya comenzaba a delirar.

-Señora, he llegado con el médico, ¿cómo se siente? -preguntó Jaroslavsky con su acento polaco. En su voz había un tono de preocupación, quería bastante a la Reina Negra, aunque no románticamente.

 

-Acércalo, he perdido demasiada sangre y no puedo morir-el doctor tenia ojos vendados y estaba amordazado. Chenkoff retiró todo aquello que perturbaba la práctica de sus conocimientos.

 

-Señora, ¿le duele aquí? -dijo presionando el área al rededor de la herida

-Si-seguía sudando, estaba bastante pálida y no tenía la fuerza necesaria para hablar normalmente.

 

- ¿Aquí? -preguntó presionando un poco más lejos.

 

-No

 

-No está en peligro de muerte, donde impacto la bala no hay un órgano cerca, fue muy afortunada. Un poco mas a la derecha y teníamos que operarla de emergencia. Pero necesito materiales, sangre, kit de sutura, instrumentos, debo ir por ellos. -dice intentando levantarse.

 

-Usted... No puede salir de... Aquí-dijo con bastante dificultad, sin aliento.

 

-Se va a morir, si no me voy en este momento.

 

-El señor puede ir por... todo... lo que necesita-dijo refiriéndose a Jaroslavsky.

 

Tenía tanto frío. El tiempo pasaba muy lento, pero sabía que no debía dormirse, al menos no hasta que le estuvieran pasando la sangre. Solo pensaba en Leah, su chiquita y en Fernando. ¿Fernando? 

 

Una hora y media más tarde, se encontraba dormida, con fiebre, delirando. La policía le había hecho esto tras ser defraudada por uno de sus hombres, un maldito espía del clan Colunga. Pero si pensaban que ella se quedaría con los brazos cruzados, están equivocados, pues "venganza" era parte de su nombre. 

 

-Señor Colunga, hay noticias por parte de Méndez-le informó su mano derecha.

 

-Déjalo pasar, Bracamontes. -dijo sin moverse de donde estaba, de espaldas a la puerta, con un portarretratos en la mano. 5 años habían pasado desde que Ventura había matado a su novia, Laia Hogaza. No la amaba, nunca lo había hecho, pero tampoco quería que la mataran y le pesaba no haber podido llegar a tiempo para salvarla. Lo que más le había dolido fue ver a Lucero llorarla con un grito desgarrador, amaba a su hermana y además de su abuela, ella era la única persona de su familia que seguía con vida. Lucero lo odiaba y lo culpaba de todo, pero ellos tenían un interés en común: acabar con Ventura. La Reina Negra era una mujer muy peligrosa, pero él no le tenía miedo.

 

-Señor...-lo llamó Méndez

 

- ¿Qué novedades tienes sobre La Reina Negra? -preguntó sin preámbulos.

-La denuncié a la policía como me pidió...

 

- ¿Y? ¿La detuvieron?

 

-Escapó...

 

-Maldita sea...-dijo caminando hacia la ventana sin darse vuelta, ninguno de sus hombres le habían visto la cara, con la excepción de Bracamontes.

 

-Igual y no es tan malo, la hirieron de bala, debe estarse muriendo-dijo con un rastro de victoria y orgullo en la mirada.

 

- ¿Cómo dices? -dijo volteando y caminando hacia Méndez, agarrándole del cuello, muy alterado-La Reina Negra no debe morir, ese no era el plan, imbécil. Se muere y te mueres con ella, ¿me escuchas?

 

-Pero pensé que...

 

- ¡Pensaste mal! -dijo empujándolo. -ella no se va a quedar de brazos cruzados, la conozco. 

 

-Perdóneme señor, no volverá a pasar algo así nunca más

 

-De eso estoy seguro, eres un inútil, Méndez, lárgate de aquí y más te vale que no se muera.

-Si, señor. -dijo saliendo del despacio, un poco apurado.

-Bracamontes-gritó

-Señor-dijo sin hacerlo esperar, nunca debía hacerlo esperar.

-Mantente al tanto de la Reina, si algo le pasa, encárgate de que mi amenaza no se quede en solo eso-dijo Colunga sin más, mientras volvía a sentarse con su portarretratos en la mano.

Era irónico como ella estaba muriendo justo el mismo día que lo hizo su hermana. Pero estaría bien, era obvio, La Reina Negra era hierba mala y esa nunca muere.

-Lo quiero muerto, defraudó a la señora y ese tipo de actos no quedan sin consecuencias. -escuchó Lucero decir al polaco. Luego solo se sumió en un profundo sueño.

-Lu, ¿estabas dormida? -miró hacia quien le hablaba.

 

- ¿Laia? -preguntó extrañada.

 

-¿Quién más?... Tengo que hablar contigo-dijo sentándose a su lado en su cama.

 

- ¿Qué pasó? -veía un rastro de preocupación en su mirada.

 

-Estoy embarazada...

 

- ¿Cómo? ¿De Fernando? -preguntó mientras se sentaba.

 

-Eso creo...

 

- ¿Cómo que "eso crees"?

 

-Es mi novio, pues, si estoy embarazada, debe ser suyo. Bueno...

 

- ¿Estás dudando? ¿Le fuiste infiel? -le preguntó incrédula.

 

-No lo dije porque dude que sea su hijo... Lo dije por la parte de "es mi novio".

 

- ¿Terminaste con él?

 

-Si... Voy a ser mamá, Lu y sabes en qué mundo está metido. No me puedo arriesgar, ni a mi bebé...

 

- ¿Él sabe que estás esperando? 

 

-No.

 

- ¿No le dijiste?

 

-Obvio que no. ¿Crees que fue fácil terminar con él? Imagina si le hubiese puesto al tanto de la situación.

 

-No habría permitido que lo dejes...

 

-Lo conoces mejor que yo, sabes que así es.

 

-Lo conocía, ahora ya no más.

 

- ¿Sigues con eso de que los traicionó?

 

-Lo hizo.

 

- ¿Y qué puedes hacer al respecto? Ni siquiera eres la dama de negro.

 

-La Reina Negra.

 

-Eso... No es como si fuera tu competencia o algo.

 

-No entiendes nada... No tiene nada que ver con competencias.

 

-Necesito que me ayudes en algo.-dijo cambiándole el tema, pues no quería terminar peleando como siempre hacían.

 

- ¿Qué vas a hacer?

 

-Desaparecer... Me voy a la finca hasta que tenga a mi bebé y tu vas a cuidar que Fernando no se entere.

 

- ¿Y luego? ¿el bebé apareció por arte de magia? Es un plan terrible.

 

-Me embaracé de otro.

 

-Lo vas a lastimar...

 

-Si es el precio de proteger a mi bebé, que así sea... Aparte, ¿por qué te preocupas por eso? ¿No lo odiabas, tu? -Lucero se quedo en silencio, la miraba a los ojos, pero no decía nada, luego desvió la mirada-No lo puedo creer... Estás enamorada de mi novio

 

-Por supuesto que no...-dijo levantándose de la cama y dándole la espalda a Laia.

 

- ¿Entonces por qué no me respondiste?

 

-Es complicado...-le miró a los ojos.

 

-Te exijo que me digas.

 

-No odio a Fernando, Laia, estoy decepcionada y lastimada, es todo...

 

Despertó con una punzada de dolor, era la herida y había soñado con su hermana otra vez... Con ese recuerdo en especifico... Tal vez se debía a que su hija le había preguntado otra vez por su papá, pero ¿qué podía decirle? Leah era una niña de 5 años y no entendería la razón por la cual no podía conocer a su papá... Eso traería preguntas, preguntas con respuestas dolorosas y más para una niña de su edad. 

 

Fernando había intentado matarla, lo cual era otro factor en contra; si algún día dudó el ocultarle su paternidad, hoy estaba feliz de haberlo hecho. Pero ahora la niña estaría sola con su abuela por unos días, no podía simplemente presentarse en casa herida de bala, como si fuese lo más natural y si lo era en el mundo en el que ella vivía, pero para su familia esa doble vida no existía. La sangre estaba terminando de pasarle y ella se sentía verdaderamente muy cansada así que optó por dormir, pues sabía que Jaroslavsky la despertaría para moverla o simplemente la movería él... Cerró los ojos y pronto se durmió
Publicado por majigu
Publicado el 20/07/2020 04:24 - Total Temas: 25 - Total Mensajes: 114

Capítulo 1



 

-Mi amor-corrió Lucero a los brazos de su novio, quien la atrapó sin pensarlo dos veces y la besó. Había estado de viaje y lo había echado mucho de menos, pero por fin estaba con él otra vez.

 

- ¿Cómo estás, princesa? -le preguntó con una mirada enamorada.

 

-Te extrañé mucho-respondió hundiéndose en su pecho.

-Pero ya regresé, no tardé mucho, ¿o si?

 

-Para mi si. Mi cama se sentía muy fría...-le dijo con una sonrisa bien pícara, típico en ella. Con el pasar de los años, aprendió a vivir sin ese odio y rencor dentro de sí, solo quería tener una vida normal junto a su novio, ese hombre al que tanto amaba y que tanto la amaba a ella.

- ¿Sabes? -dijo halándola por la cintura, besando su sonrisa después-yo también te extrañé mucho.

 

-Sé que te es imposible estar sin mi-le respondió entre risas.

 

-Eres insoportablemente creída-dijo tomando su maleta y caminando hacia la puerta con Lucero de la mano. -jamás imaginé que podría recuperarte, mucho menos que tendríamos una relación amorosa.

 

-Dímelo a mi?

- Todavía menos que me obligarías a dejar aquel mundo...

 

-Es muy peligroso, Fer. Es más fácil y seguro vivir como la gente normal y es todo más tranquilo, no por nosotros mismos, porque podemos cuidarnos perfectamente, pero ya sabes...

- ¿No lo extrañas?

 

-A veces, todavía me dan ganas de regresar y seguir arreglando la sociedad, pero Leah Fernanda merece una vida normal-dijo seria. -además...

-Lo sé, amor, sé que si no me salgo terminaré muerto. Aunque es discutible, si me salgo podría pasar exactamente lo mismo?

-No es eso lo que iba a decirte-dijo bajando la mirada.

- ¿Entonces? -le respondió. Lucero tomó una de sus manos entre las suyas y la posó en su panza. No le dijo nada, solo lo miró a los ojos con una sonrisa enorme en el rostro- ¿Estás segura? -estaba atónito, ella solo asintió. -Te amo

 

-Yo a ti. -Fernando tomó su rostro y le dio un besito en los labios.

 

- ¿Cuándo supiste? ¿de cuanto estas?

 

-Ayer supe, tengo 2 meses y medio. -su sonrisa cambió por preocupación en un segundo.

 

- ¿Qué pasa? -le pregunta Fernando acariciando su mejilla.

 

-Me da miedo, pues, ambos tenemos cola que nos pisen y personas que nos odian...

-Te juro que nada malo va a pasarle, el bebé y tu van a estar perfectamente, de mi cuenta corre.

 

-Yo creo que es niña-le dice sonriendo nuevamente con mucha ilusión, solo con él se sentía que nada nunca le pasaría, solo él le daba esa seguridad.

 

-Entonces tendremos una princesita rosa en casa.

 

-No seas tonto-le dijo entre risas-la Reina Negra está en mi pasado y ahí debe quedarse. Ahora llévame por helado, ya estoy teniendo antojos.

 

-Todo lo que quiera la princesa.

*Reina Negra*-escuchó decir, volteó con cara de espanto, no había nadie

*Señora*-escuchó ahora un tanto más alto, pero no podía ubicar de donde provenía esa voz.

- ¿Estás bien? -le preguntó Fernando extrañado

 

-No, ¿que no escuchas que llaman a la reina negra?

- ¿De qué hablas?

 

*Señora*-escuchó ahora más claro, era Jaroslavsky quien la llamaba y la sacó de su sueño profundo.

Abrió los ojos, estaba muy oscuro, pero sabía perfectamente bien donde estaba y qué pasaba. ¿Qué diablos hacia ella soñando con Fernando? Y peor, que eran pareja e iban a tener un hijo... Definitivamente, estaba delirando por el balazo que le habían dado. 

 

-Señora, debemos irnos de aquí ahorita mismo-tratando de levantarla.

 

-No, espera, no puedo moverme, no tengo fuerza-dijo con extrema dificultad.

 

-La policía está en camino.

 

- ¿Qué? ¿Cómo se enteraron?

 

-Nuestros hombres están averiguando esa información. Ahora tenemos que irnos-dijo levantándola en sus brazos con mucha delicadeza. Al salir, la acostó en la parte trasera del auto que había robado para poder llevársela de ahí. 

 

Como el lugar estaba abandonado y al doctor lo había dejado inconsciente luego que terminó que curar a su jefa, no corrían el riesgo que fueran a ver el auto y los denunciaran. Ella no tenía la más mínima idea de cómo había podido correr tanto desde el lugar donde le dispararon, hasta el lugar donde se refugió, estando herida de bala; quizá no estaba en el destino que la atraparan ese día. Ni que muriera.

 

-Quiero ir a mi casa, Chenkoff-le dijo con más fuerza.

 

-Colunga sabe donde vives, no es una buena idea.

 

-Por favor, no va a estar ahí...

 

-Lucero, no seas necia.

 

-Él jamás revelaría mi verdadera identidad a la policía.

 

- ¿Y cómo sabes eso?

 

-Ya lo habría hecho-dijo convencida-aparte hay quienes me esperan.

 

- ¿Vas a llegar herida de bala y esperas que no lo noten tu abuela y tu hija?

 

-Me puedo inventar cualquier cosa... Por cierto, ¿tomaste el bolso que contenía el Diamante de Venus? Estoy segura de que lo deje tirado por ahí y este balazo no puede ser en vano...

 

-Si, uno de los muchachos se está encargando del próximo paso del plan

 

-No confío en nadie que no seas tu o Eddie para hacer esas cosas.

 

-Tranquila, no va a pasar nada.

 

-Llévame a mi casa.

 

-No y no está en discusión, Lucero. Estás herida y en peligro... Nos vamos a la casa de Acapulco.

 

- ¿Para qué?

 

-Para que tu abuela no muera de un infarto al verte así, para que estés lejos hasta que las aguas se calmen un poco y hasta que yo encuentre al imbécil de Méndez, que es el verdadero nombre de Martínez.

 

- ¿No hay manera de que te convenza?

 

-Sabes que no.

 

-Te odio en este momento-dijo blanqueando los ojos y comportándose caprichosa, cual niña chiquita. Delante del mundo su relación era formal, de trabajo, ella era su jefa y él su mano derecha, pero en realidad era su mejor amigo, como un hermano para ella y así era para su familia. 

 

-A veces quisiera regresar a Italia...

 

-Yo también, era muchísimo más fácil cuando esto apenas era un sueño de cinco mocosos universitarios. Si tan solo no hubiésemos conocido...-pausó por un instante- Olvida eso último.

 

-Sigues enamorada de él...

 

- ¿De quién? -preguntó fingiendo demencia.

 

- ¿Tengo que decir nombres? Si los únicos que no se dieron cuenta fueron tu y él?

 

-No... No estoy enamorada de Fernando. 

 

-Eso espero-le respondió serio- ¿Por qué no dejas todo esto atrás? Casi te matan hoy

 

-No puedo... La reina fue un sueño que comenzó cuando éramos adolescentes y que se cristalizó cuando me quitaron a mi hermanita. Esto no termina hasta que Ventura y Colunga paguen.

 

-Ahora soy yo quien pregunta-dijo mirándola por el retrovisor-¿no hay manera de que te convenza?

 

-Sabes la respuesta a esa pregunta...-dijo mirando hacia el piso

 

-Si, señora

 

-No me tienes que tratar así, estamos solos

 

-Estoy molesto, si te matan, jamás me lo voy a perdonar-ella miró al suelo nuevamente. Sabía lo que era perder una hermana y aunque ellos no compartieran sangre, eso era para Jaroslavsky... Se sentía mal saber que podría causar un gran dolor en su amigo, uno que era imposible de superar.

 

-Te prometo que no me va a pasar nada, Kobbie, seré más cuidadosa... Nada más acabo...

 

-Lo sé, Ventura, Colunga, me lo has repetido hasta el cansancio, pequeña. Ahora descansa, duerme, yo te levanto cuando lleguemos. 

 

Ella seguía mal, aunque se hiciera la fuerte y sabía que él igual lo sabía, pues era lógico, así que le hizo caso y se dejó caer en los brazos de Morfeo, rogando no seguir con el sueño que había sido interrumpido una hora antes.

 

-Bracamontes-gritó. Necesitaba saber como estaba ella, se sentía muy inquieto desde que se enteró de lo que había ocurrido. Ellos eran enemigos a muerte, al menos por parte de ella, pero no la quería muerta. El debía tener la oportunidad de poder? ella tenía que estar viva. 

 

-Señor-dijo entrando

 

-La Reina Negra, ¿cómo se encuentra?

 

-Viva, de estar muerta todo México lo sabría ya

 

-Tienes razón, pero necesito saber cómo está exactamente

 

- ¿Por qué si tanto la odia no prefiere que muera, señor?

 

-Yo no tengo que darte explicaciones, ni razones de nada.

 

-Por supuesto, Señor

 

- Averigua lo que quiero saber, y es para ya...

 

-Si, Señor.

 

-Espera-dijo antes que saliera-dame informes sobre Méndez

 

-Le estamos siguiendo los pasos. 

 

-Mantente atento a todos sus movimientos, si quiere pasarse de listo, ya sabes que hacer.

 

-Si, señor.

 

Fernando se levantó de su silla y se dispuso a salir de su casa. Estaba cansado de ese mundo... Lo había cambiado del cielo a la tierra, pero no podía renunciar al poder y el dinero que le ofrecía, simplemente no podía, porque entonces lo matarían a él y eso no era una opción. Tenia enemigos de todo tipo y todos querían su cabeza en bandeja de plata. No podía dejárselos tan fácil. Estaba seguro de que Lucero no lo mataría, al final, teniéndola en frente se daba cuenta de que ella lo deseaba tanto como el a ella y eso siempre le jugaba a favor. Pero no todos sus enemigos tenían la misma debilidad, en verdad tenía que cuidarse la espalda y dejando todo lo que había construido, haría exactamente lo contrario.

 

************************************************

-Lucerito, ¿qué pasó, mi niña? -preguntó alarmada, una señora de mediana estatura, al ver como el polaco la traía en brazos y ella estaba pálida

- ¿Qué haces aquí, nana? -le preguntó sorprendida

-Tu abuela me mandó por unas cosas. ¿Qué te paso?

-Me robaron, pero no le vayas a decir nada a mi abuela, nana, no quiero que se vaya a enfermar, por eso me vine para acá.

-Mi niña, pero tu necesitas que te vea un médico... Voy por el teléfono

- ¡No! -gritó, al ver a su nana sorprendida por su reacción, siguió hablando. -no, porque ya me vio un médico, no hace falta, te lo prometo.

-Bueno. Vayan a la sala en lo que te preparo tu habitación. ¿Se va a quedar usted también, joven?

-No, nana, Kobbie debe regresarse a resolver unas cosas a México.

-Bien. Con permiso. -dice antes de dar la vuelta y dirigirse hacia la habitación.

- ¿Qué quieres que haga?

-Necesito que tu personalmente te encargues del diamante y dejar todo el dinero en la fundación MANOS, te pasaré la dirección. 

-Muy bien

************************************************

El sonido de su celular la despertó. ¿Mediodía? Jamás había dormido tanto, pero apostaba a que se debía a que recién pudo conciliar el sueño a las 5:30 de la mañana, cuando los analgésicos de caballo le permitieron descansar del dolor atormentador que le causaba la herida.

- ¿Bueno? -respondió entre dormida y despierta

- ¿Mami? -respondió una vocecita al otro lado de la línea.

-Princesa... ¿por qué no estás en la escuela? -le preguntó ahora más despierta

-Porque no estabas para prepararme

-Leah, esa no es una excusa, mi amor. Sabes que cuando no llego a dormir a casa, debes prepararte y pedirle a tu tío Kobbie que te lleve al colegio. ¿Tengo que tratarte como si fueras una bebé?

-No, ya tengo 5 años. -y ¿cómo podría olvidarlo? -Mami...-dijo tímidamente 

-Dime, mi amor

- ¿Por qué mi papi no me quiere conocer?

Otra vez esa pregunta. Francamente le dolía mentirle a su bebé, pero ¿qué podría decirle? ¿"Tu papá no sabe que existes porque tu mami, o sea, mi hermana, terminó con él cuando supo que te esperaba, 4 meses y medio antes de que nacieras"? No, no podía. Si por ella fuera, su pequeña jamás se enteraría de la verdad. 

-Mi amor, ya hemos hablado de esto, tu papi vive en un país muy lejano, ayudando mucha gente que está enfermita y en ese país no existen los teléfonos, ni el internet.

-Yo sé, mamita, pero yo soy su hija

-Mami te ama mucho, princesita

-Mami...

-Dime

- ¿Me llevas al parque en la tarde?

-No, mi amor, estoy en un viaje de trabajo, pero te prometo que cuando regrese, te llevo al parque y después por helado y pizza.

-Está bien. Ya me tengo que ir, mami, te amo.

-Adiós, princesa. Sé buena. Te amo mucho.

-Prometido. -fue lo último que escuchó antes de cerrar la llamada

- ¿Qué voy a hacer contigo, Leah? -se dijo a si misma sonriendo, sumida en recuerdos. 

************************************************

-No puede pasar-escuchó a Bracamontes gritar

-Quítate, yo voy a donde me de la gana-dijo entrando al despacho de Fernando. Traía furia en la mirada, el que lo conocía bien, sabía no debía meterse con él.

-Déjalo, Bracamontes. -fue lo único que dijo antes que quedaran solos- ¿Cómo está Lu?

-Deja tu cinismo, Fernando.

-No es cinismo, en verdad me interesa saber-dijo calmado, pero estaba bastante preocupado.

-Te vuelves a meter con ella y te juro que te mato con mis propias manos, ¿me escuchas?

Publicado por majigu

Publicado el 20/07/2020 04:29 - Total Temas: 25 - Total Mensajes: 114

Capítulo 1



 

-Mi amor-corrió Lucero a los brazos de su novio, quien la atrapó sin pensarlo dos veces y la besó. Había estado de viaje y lo había echado mucho de menos, pero por fin estaba con él otra vez.

 

- ¿Cómo estás, princesa? -le preguntó con una mirada enamorada.

 

-Te extrañé mucho-respondió hundiéndose en su pecho.

-Pero ya regresé, no tardé mucho, ¿o si?

 

-Para mi si. Mi cama se sentía muy fría...-le dijo con una sonrisa bien pícara, típico en ella. Con el pasar de los años, aprendió a vivir sin ese odio y rencor dentro de sí, solo quería tener una vida normal junto a su novio, ese hombre al que tanto amaba y que tanto la amaba a ella.

- ¿Sabes? -dijo halándola por la cintura, besando su sonrisa después-yo también te extrañé mucho.

 

-Sé que te es imposible estar sin mi-le respondió entre risas.

 

-Eres insoportablemente creída-dijo tomando su maleta y caminando hacia la puerta con Lucero de la mano. -jamás imaginé que podría recuperarte, mucho menos que tendríamos una relación amorosa.

 

-Dímelo a mi?

- Todavía menos que me obligarías a dejar aquel mundo...

 

-Es muy peligroso, Fer. Es más fácil y seguro vivir como la gente normal y es todo más tranquilo, no por nosotros mismos, porque podemos cuidarnos perfectamente, pero ya sabes...

- ¿No lo extrañas?

 

-A veces, todavía me dan ganas de regresar y seguir arreglando la sociedad, pero Leah Fernanda merece una vida normal-dijo seria. -además...

-Lo sé, amor, sé que si no me salgo terminaré muerto. Aunque es discutible, si me salgo podría pasar exactamente lo mismo?

-No es eso lo que iba a decirte-dijo bajando la mirada.

- ¿Entonces? -le respondió. Lucero tomó una de sus manos entre las suyas y la posó en su panza. No le dijo nada, solo lo miró a los ojos con una sonrisa enorme en el rostro- ¿Estás segura? -estaba atónito, ella solo asintió. -Te amo

 

-Yo a ti. -Fernando tomó su rostro y le dio un besito en los labios.

 

- ¿Cuándo supiste? ¿de cuanto estas?

 

-Ayer supe, tengo 2 meses y medio. -su sonrisa cambió por preocupación en un segundo.

 

- ¿Qué pasa? -le pregunta Fernando acariciando su mejilla.

 

-Me da miedo, pues, ambos tenemos cola que nos pisen y personas que nos odian...

-Te juro que nada malo va a pasarle, el bebé y tu van a estar perfectamente, de mi cuenta corre.

 

-Yo creo que es niña-le dice sonriendo nuevamente con mucha ilusión, solo con él se sentía que nada nunca le pasaría, solo él le daba esa seguridad.

 

-Entonces tendremos una princesita rosa en casa.

 

-No seas tonto-le dijo entre risas-la Reina Negra está en mi pasado y ahí debe quedarse. Ahora llévame por helado, ya estoy teniendo antojos.

 

-Todo lo que quiera la princesa.

*Reina Negra*-escuchó decir, volteó con cara de espanto, no había nadie

*Señora*-escuchó ahora un tanto más alto, pero no podía ubicar de donde provenía esa voz.

- ¿Estás bien? -le preguntó Fernando extrañado

 

-No, ¿que no escuchas que llaman a la reina negra?

- ¿De qué hablas?

 

*Señora*-escuchó ahora más claro, era Jaroslavsky quien la llamaba y la sacó de su sueño profundo.

Abrió los ojos, estaba muy oscuro, pero sabía perfectamente bien donde estaba y qué pasaba. ¿Qué diablos hacia ella soñando con Fernando? Y peor, que eran pareja e iban a tener un hijo... Definitivamente, estaba delirando por el balazo que le habían dado. 

 

-Señora, debemos irnos de aquí ahorita mismo-tratando de levantarla.

 

-No, espera, no puedo moverme, no tengo fuerza-dijo con extrema dificultad.

 

-La policía está en camino.

 

- ¿Qué? ¿Cómo se enteraron?

 

-Nuestros hombres están averiguando esa información. Ahora tenemos que irnos-dijo levantándola en sus brazos con mucha delicadeza. Al salir, la acostó en la parte trasera del auto que había robado para poder llevársela de ahí. 

 

Como el lugar estaba abandonado y al doctor lo había dejado inconsciente luego que terminó que curar a su jefa, no corrían el riesgo que fueran a ver el auto y los denunciaran. Ella no tenía la más mínima idea de cómo había podido correr tanto desde el lugar donde le dispararon, hasta el lugar donde se refugió, estando herida de bala; quizá no estaba en el destino que la atraparan ese día. Ni que muriera.

 

-Quiero ir a mi casa, Chenkoff-le dijo con más fuerza.

 

-Colunga sabe donde vives, no es una buena idea.

 

-Por favor, no va a estar ahí...

 

-Lucero, no seas necia.

 

-Él jamás revelaría mi verdadera identidad a la policía.

 

- ¿Y cómo sabes eso?

 

-Ya lo habría hecho-dijo convencida-aparte hay quienes me esperan.

 

- ¿Vas a llegar herida de bala y esperas que no lo noten tu abuela y tu hija?

 

-Me puedo inventar cualquier cosa... Por cierto, ¿tomaste el bolso que contenía el Diamante de Venus? Estoy segura de que lo deje tirado por ahí y este balazo no puede ser en vano...

 

-Si, uno de los muchachos se está encargando del próximo paso del plan

 

-No confío en nadie que no seas tu o Eddie para hacer esas cosas.

 

-Tranquila, no va a pasar nada.

 

-Llévame a mi casa.

 

-No y no está en discusión, Lucero. Estás herida y en peligro... Nos vamos a la casa de Acapulco.

 

- ¿Para qué?

 

-Para que tu abuela no muera de un infarto al verte así, para que estés lejos hasta que las aguas se calmen un poco y hasta que yo encuentre al imbécil de Méndez, que es el verdadero nombre de Martínez.

 

- ¿No hay manera de que te convenza?

 

-Sabes que no.

 

-Te odio en este momento-dijo blanqueando los ojos y comportándose caprichosa, cual niña chiquita. Delante del mundo su relación era formal, de trabajo, ella era su jefa y él su mano derecha, pero en realidad era su mejor amigo, como un hermano para ella y así era para su familia. 

 

-A veces quisiera regresar a Italia...

 

-Yo también, era muchísimo más fácil cuando esto apenas era un sueño de cinco mocosos universitarios. Si tan solo no hubiésemos conocido...-pausó por un instante- Olvida eso último.

 

-Sigues enamorada de él...

 

- ¿De quién? -preguntó fingiendo demencia.

 

- ¿Tengo que decir nombres? Si los únicos que no se dieron cuenta fueron tu y él?

 

-No... No estoy enamorada de Fernando. 

 

-Eso espero-le respondió serio- ¿Por qué no dejas todo esto atrás? Casi te matan hoy

 

-No puedo... La reina fue un sueño que comenzó cuando éramos adolescentes y que se cristalizó cuando me quitaron a mi hermanita. Esto no termina hasta que Ventura y Colunga paguen.

 

-Ahora soy yo quien pregunta-dijo mirándola por el retrovisor-¿no hay manera de que te convenza?

 

-Sabes la respuesta a esa pregunta...-dijo mirando hacia el piso

 

-Si, señora

 

-No me tienes que tratar así, estamos solos

 

-Estoy molesto, si te matan, jamás me lo voy a perdonar-ella miró al suelo nuevamente. Sabía lo que era perder una hermana y aunque ellos no compartieran sangre, eso era para Jaroslavsky... Se sentía mal saber que podría causar un gran dolor en su amigo, uno que era imposible de superar.

 

-Te prometo que no me va a pasar nada, Kobbie, seré más cuidadosa... Nada más acabo...

 

-Lo sé, Ventura, Colunga, me lo has repetido hasta el cansancio, pequeña. Ahora descansa, duerme, yo te levanto cuando lleguemos. 

 

Ella seguía mal, aunque se hiciera la fuerte y sabía que él igual lo sabía, pues era lógico, así que le hizo caso y se dejó caer en los brazos de Morfeo, rogando no seguir con el sueño que había sido interrumpido una hora antes.

 

-Bracamontes-gritó. Necesitaba saber como estaba ella, se sentía muy inquieto desde que se enteró de lo que había ocurrido. Ellos eran enemigos a muerte, al menos por parte de ella, pero no la quería muerta. El debía tener la oportunidad de poder? ella tenía que estar viva. 

 

-Señor-dijo entrando

 

-La Reina Negra, ¿cómo se encuentra?

 

-Viva, de estar muerta todo México lo sabría ya

 

-Tienes razón, pero necesito saber cómo está exactamente

 

- ¿Por qué si tanto la odia no prefiere que muera, señor?

 

-Yo no tengo que darte explicaciones, ni razones de nada.

 

-Por supuesto, Señor

 

- Averigua lo que quiero saber, y es para ya...

 

-Si, Señor.

 

-Espera-dijo antes que saliera-dame informes sobre Méndez

 

-Le estamos siguiendo los pasos. 

 

-Mantente atento a todos sus movimientos, si quiere pasarse de listo, ya sabes que hacer.

 

-Si, señor.

 

Fernando se levantó de su silla y se dispuso a salir de su casa. Estaba cansado de ese mundo... Lo había cambiado del cielo a la tierra, pero no podía renunciar al poder y el dinero que le ofrecía, simplemente no podía, porque entonces lo matarían a él y eso no era una opción. Tenia enemigos de todo tipo y todos querían su cabeza en bandeja de plata. No podía dejárselos tan fácil. Estaba seguro de que Lucero no lo mataría, al final, teniéndola en frente se daba cuenta de que ella lo deseaba tanto como el a ella y eso siempre le jugaba a favor. Pero no todos sus enemigos tenían la misma debilidad, en verdad tenía que cuidarse la espalda y dejando todo lo que había construido, haría exactamente lo contrario.

 

************************************************

-Lucerito, ¿qué pasó, mi niña? -preguntó alarmada, una señora de mediana estatura, al ver como el polaco la traía en brazos y ella estaba pálida

- ¿Qué haces aquí, nana? -le preguntó sorprendida

-Tu abuela me mandó por unas cosas. ¿Qué te paso?

-Me robaron, pero no le vayas a decir nada a mi abuela, nana, no quiero que se vaya a enfermar, por eso me vine para acá.

-Mi niña, pero tu necesitas que te vea un médico... Voy por el teléfono

- ¡No! -gritó, al ver a su nana sorprendida por su reacción, siguió hablando. -no, porque ya me vio un médico, no hace falta, te lo prometo.

-Bueno. Vayan a la sala en lo que te preparo tu habitación. ¿Se va a quedar usted también, joven?

-No, nana, Kobbie debe regresarse a resolver unas cosas a México.

-Bien. Con permiso. -dice antes de dar la vuelta y dirigirse hacia la habitación.

- ¿Qué quieres que haga?

-Necesito que tu personalmente te encargues del diamante y dejar todo el dinero en la fundación MANOS, te pasaré la dirección. 

-Muy bien

************************************************

El sonido de su celular la despertó. ¿Mediodía? Jamás había dormido tanto, pero apostaba a que se debía a que recién pudo conciliar el sueño a las 5:30 de la mañana, cuando los analgésicos de caballo le permitieron descansar del dolor atormentador que le causaba la herida.

- ¿Bueno? -respondió entre dormida y despierta

- ¿Mami? -respondió una vocecita al otro lado de la línea.

-Princesa... ¿por qué no estás en la escuela? -le preguntó ahora más despierta

-Porque no estabas para prepararme

-Leah, esa no es una excusa, mi amor. Sabes que cuando no llego a dormir a casa, debes prepararte y pedirle a tu tío Kobbie que te lleve al colegio. ¿Tengo que tratarte como si fueras una bebé?

-No, ya tengo 5 años. -y ¿cómo podría olvidarlo? -Mami...-dijo tímidamente 

-Dime, mi amor

- ¿Por qué mi papi no me quiere conocer?

Otra vez esa pregunta. Francamente le dolía mentirle a su bebé, pero ¿qué podría decirle? ¿"Tu papá no sabe que existes porque tu mami, o sea, mi hermana, terminó con él cuando supo que te esperaba, 4 meses y medio antes de que nacieras"? No, no podía. Si por ella fuera, su pequeña jamás se enteraría de la verdad. 

-Mi amor, ya hemos hablado de esto, tu papi vive en un país muy lejano, ayudando mucha gente que está enfermita y en ese país no existen los teléfonos, ni el internet.

-Yo sé, mamita, pero yo soy su hija

-Mami te ama mucho, princesita

-Mami...

-Dime

- ¿Me llevas al parque en la tarde?

-No, mi amor, estoy en un viaje de trabajo, pero te prometo que cuando regrese, te llevo al parque y después por helado y pizza.

-Está bien. Ya me tengo que ir, mami, te amo.

-Adiós, princesa. Sé buena. Te amo mucho.

-Prometido. -fue lo último que escuchó antes de cerrar la llamada

- ¿Qué voy a hacer contigo, Leah? -se dijo a si misma sonriendo, sumida en recuerdos. 

************************************************

-No puede pasar-escuchó a Bracamontes gritar

-Quítate, yo voy a donde me de la gana-dijo entrando al despacho de Fernando. Traía furia en la mirada, el que lo conocía bien, sabía no debía meterse con él.

-Déjalo, Bracamontes. -fue lo único que dijo antes que quedaran solos- ¿Cómo está Lu?

-Deja tu cinismo, Fernando.

-No es cinismo, en verdad me interesa saber-dijo calmado, pero estaba bastante preocupado.

-Te vuelves a meter con ella y te juro que te mato con mis propias manos, ¿me escuchas?

Publicado por majigu

Publicado el 20/07/2020 04:30 - Total Temas: 25 - Total Mensajes: 114

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Publicado por majigu
Publicado el 20/07/2020 04:45 - Total Temas: 25 - Total Mensajes: 114

-Yo no la quiero muerta, Chenkoff, la quería presa para evitar cosas peores

-No me interesa lo que tengas para decirme -dice golpeando su escritorio- Cuidado con lo que le haces porque te mueres. Piénsalo dos veces antes de intentar hacerle daño otra vez, porque no te irá bien-dijo antes de salir como alma que llevaba el diablo.

- ¿Lo matamos, señor? -preguntó Bracamontes

-No-suspira, ¿acaso no conocía otra solución a los problemas? -déjalo en paz.

-Si, señor.

-Voy a salir-le informó parándose de su escritorio y dirigiéndose a la puerta.

¿Quiere que prepare el auto, señor?

-No. Me voy caminando? y solo.

-Si, señor.

Le irritaba Bracamontes. Era muy fiel y eficiente, pero lo único que sabía decir era "si, señor". Se sentía solo; Hacía años que no tenía ningún amigo. El mismo tiempo que había perdido al amor de su vida, sin siquiera haber tenido la oportunidad de decirle lo que sentía por ella. Caminó sin un rumbo en específico. Para cuando se vino a dar cuenta, había llegado a un parque donde unos niños jugaban. Siempre había querido ser padre, pero había perdido las esperanzas de lograrlo, estaba solo y no creía que eso fuese a cambiar pronto. Su total atención la atrajo una niña que estaba solita sentada debajo de un árbol, estaba llorando. Lentamente se acercó a ella.

- ¿Qué hace una niña tan bonita solita y llorando en un día como hoy? ¿Dónde está tu mami? -preguntó sentándose a su lado.

-No puedo hablar con extraños-dice la nena sin despegar sus ojos del suelo y alejándose un poco de él.

-Tienes razón. Mi nombre es Fernando Colunga-dice ofreciéndole la mano, ella la aceptó- ¿Ves? Ya no soy un extraño. ¿Cómo te llamas?

-Leah Fernanda Hogaza-él conocía aquel apellido a la perfección y tomando en cuenta que no era tan común allí en México... Le faltaba el aire, ¿sería ella hija de Laia? Lucero nunca había estado embarazada y de eso estaba seguro. ¿sería su hija? Se llamaba como él... no, Lucero podría haberla adoptado... pero eso era muy poco probable tomando en cuenta el parecido increíble que tenía la niña con ella... con ellas.

-Mucho gusto, princesa. Ahora, ¿Por qué no me cuentas por que estás solita y llorando? ¿Dónde está tu mami?

-Está de viaje de trabajo, no sé dónde. Me da mucho miedo que se vaya y no vuelva más como mi papi.

- ¿Con quién estas aquí?

-Con mi nana, pero cuando venimos aquí, ella se ve con su novio y a mí no me presta atención.

- ¿Tu mami lo sabe?

-No, si se lo digo va a echar a Karina porque dice que yo nunca debo estar solita porque soy chiquita?

-Y tiene razón.

-Pero yo me puedo cuidar solita, no necesito a nadie

- ¿Ah, ¿sí? -respondió entre risas, con mucha ternura- Eres igual a tu mamá-dijo, sin percatarse de lo que había mencionado hasta que vio como la nena lo miraba con ojos abiertos como platos

- ¿Conoces a mi mamita?

-Pues... la verdad es que si, pequeña

-Pero todavía no te he dicho como se llama, ¿Cómo puedes saber? Nunca te he visto en mi casa y los amigos de mi mami siempre nos visitan. La besan en la boca cuando ella no sabe que juego a los espías.

- ¿Cómo?

- ¿Tu besas a mi mami en la boca, Fernando? -pregunto Leah, era una niña muy lista.

-No, pequeña, la verdad hace mucho que no veo a mi Lucerito.

-De verdad si la conoces-dijo sonriendo

-Nos conocimos hace muchos años.

- ¿Cómo era mi mamá cuando la conociste?

-Hermosa, un poquito loca, chistosa. Era idéntica a ti.

- ¿De verdad?

-Si, por eso supe que eras su hija. -mintió un poco, pero la nena estaba tan ilusionada que no podía dejar de verla, de hablarle

-Fernando...

-Dime, princesa

- ¿Tu crees que mi mami me deje como mi papá?

-Por supuesto que no. Estoy seguro de que eres absolutamente todo para tu mamita

-Ella siempre me dice eso-dijo sonriendo

- ¿Quieres que vayamos por un helado?

-Si, pero debo pedirle permiso con Karina

-Vamos-dice levantándose y ofreciéndole la mano, la cual ella gustosa aceptó

-Karina-llamó la niña, pero su nana la ignoro por completo. -Karina-dijo halándole la mano, pero simplemente se la arrebató y siguió en lo suyo-Karina-dijo tocándole la pierna

- ¿Qué quieres? -le gritó, la nena retrocedió un tanto asustada, cosa que llenó de furia a Fer. ¿Qué se creía?

-Señorita, usted le vuelve a hablar así a la niña y le juro por lo más sagrado que tengo en la vida, que Lucero se entera, ¿me escuchó? Ambos sabemos que no le irá nada bien.

-Y ¿quién es usted, si se puede saber?

-A usted eso no le importa. Me llevo a la niña y ni se moleste en decirme que no. Me la llevaba sin que supiera nada y ni cuenta se habría dado. -dijo levantando a la niña del suelo y llevándosela de allí. Como llegó ahí caminando, lo primero que hizo fue dirigirse a su casa, donde tomaría un auto y llevaría a la niña a pasear. No sabía porqué quería hacer aquellas cosas, pues recién la acababa de conocer, pero se sentía a gusto en su compañía.

- ¿Dónde estamos?

-Esta es mi casa, pequeña. 

-Wow, está muy grande, Fernando.

-Desde hoy, también es tu casa.

-Fernando...

-Dime-dijo mirándola

-Tengo muchas ganas de hacer pis

-Bracamontes-llamó a su asistente, quien apareció de inmediato

-Señor...

-Dile a Martha que venga, necesito un favor suyo.

-Señor, Martha salió a comprar unas cosas para la cena

-Fer...-insistió la nena

-Vamos, princesita-dijo dejándola en el suelo, le tomo la mano y entró con ella a la casa en dirección al baño. - ¿puedes ir sola?

-Si, pero necesitare ayuda para lavarme las manitas porque no alcanzo.

-Me avisas cuando acabes- dijo cerrando la puerta. Gracias a Dios la niña sabia ir sola, habría sido una situación incomoda para él que no fuera así.

-Ya acabé-le dijo abriendo la puerta

-Ven, pequeña-dijo levantándola nuevamente para que ella lavara sus manos. 

-Fernando, ¿Es así como se siente? -preguntó mientras se quitaba el jabón de las manos.

- ¿El qué? -le preguntó confundido

-Tener un papá-lo dejó totalmente mudo, pues esa respuesta no la esperaba.

-No sé, mi papá se fue al cielo el día en que nací, nunca pude conocerlo-le dijo, a pesar de ser una mentira. Una vez Leah terminó, la dejó en el suelo y le pasó una toalla con la cual se secó las manos, luego se bajó a su nivel-Pero podemos aprender juntos, ¿quieres?

- ¿De verdad quieres ser mi papá? -le preguntó Leah con los ojitos llenos de lágrimas y la voz entrecortada. No sabía porqué sentía tanto apego con una niña que recién había conocido, mucho menos porqué sentía la necesidad de protegerla, pero lo haría. La haría feliz.

-Nada me gustaría más-a lo que la nena respondió dándole un beso en la mejilla y colgándose de su cuello, nunca había sentido tan bonito.

- ¿Y puedo llamarte papi? -le preguntó muy ilusionada.

-Claro que si, pequeña. ¿Qué quieres cenar?

-Quiero irme a mi casa

- ¿Por qué? ¿Te sientes mal? 

-No, papi, quiero que conozcas a mi abuelita Alaïa.

-No creo que sea muy buena idea, princesa.

- ¿Por qué no? Anda, por fis.

-Está bien-dijo sin poder negarse a las suplicas de la niña. Y se la llevó a donde sabía vivía con su mamá y su bisabuela. La niña cantó todo el camino, esas canciones de la infancia que todos solían cantar, el la miraba por el retrovisor... ¿Sería Leah su hija? Eso deseaba. Solo había pasado un par de horas con ella, sin embargo, ya le había agarrado mucho cariño. -Llegamos, princesa.

-Quiero que todos te conozcan, papi. ¿Me llevas a la escuela mañana? -le preguntó mientras Fernando le quitaba el cinturón de seguridad.

-No sé, pequeña, tocará pedirle permiso a tu mamita

-Pero ella está de viaje. Solo hay que decirle a mi tío Kobbie que no venga mañana y listo. Yo los convenzo a todos, ya verás.

-Bueno-dice Fernando tocando el timbre y esperando a que le respondieran. Alaïa, quien estaba llorando y hablando por teléfono, fue quien abrió.

- ¡Leah! -exclamó feliz al ver a la niña, pero su sonrisa se esfumó al notar quién la traía-Si,  Lu, ya apareció, está bien. No, no hace falta que regreses, termina y luego vuelves, la niña no volverá a salir de aquí sin mi. También te amo-dijo antes de terminar la llamada.

-¿Cómo está, Alaïa?-le preguntó Fernando.

-Bien, Fernando-le respondió cortantemente- nena, sube a lavarte las manos, la cena está casi lista.

-Está bien-dijo antes de marcharse corriendo

- ¿Por qué tenías a mi nieta?

-Es una larga historia, pero no pensaba hacerle mal o quedármela para siempre.

-No te atrevas a volver a hacer eso y mucho menos a acercarte a ella. Sabrá Dios que cosas le habrás dicho.

-Me la llevé porque la niñera...

-No me interesa-le cortó-debes irte.

-La niña me invitó a cenar, Alaïa, aparte Lucero no está.

- ¿Cómo sabes eso? -le preguntó un poco sorprendida-¿ahora espías a mi nieta?-quería responderle que si, pero la señora no tenía idea del Fierro y muchísimo menos sobre la Reina Negra.

-Por supuesto que no. Leah me comentó. Alaïa...

- ¿Qué?

-La niña es mi hija, ¿verdad?

- ¿Te has acostado con Lucero, tu?

-No, pero sabes que con Laia si mantuve una relación...

-Relación que es irrelevante, pues la niña es de Lucero.

-Vamos... Ambos sabemos que Lucero nunca ha estado embarazada.

- ¿Me estás llamando mentirosa?

-Por supuesto que no, pero...

-Creo que debes irte ahora, Fernando.

-Por favor, necesito saber si...

-Papi, abuelita, ya estoy lista para comer-dijo y Alaïa abrió los ojos como platos, mientras miraba a Fernando con una mirada asesina

-Leah, ¿por qué llamas "papi" a Fernando?

-Porque tenemos un trato, abuelita. Yo tengo un papá y el aprende a serlo. Por cierto, ¿puede llevarme al colegio mañana?

-No, nena. Si tu mamá se entera que hablaste con un extraño y que te fuiste con él del parque, se va a enfadar mucho.

-Pero Fernando no es un extraño, tu lo conoces y mi mamita también.

-No está en discusión, señorita.

-Le voy a preguntar a mi mami o a mi tío, papi.

-No, princesa. Tu abuelita dijo no y es no.

-Pero papi...

-No-la cortó. Si quería seguir cerca de ella, no podía parecer mala influencia en los ojos de su abuela. Leah se cruzó de brazos con el ceño fruncido y se fue a la cocina.

-Deja el juego y más vale que te vayas ahora.

-No. Lucero sé que me odia y que siempre va a ser así, pero ¿tu por qué me odias?

-Le rompiste el corazón a mi Laia poco tiempo antes que muriera y eso jamás te lo voy a perdonar.

-Ella terminó conmigo y desapareció después?

- ¿Y debo creerte?

-No tienes que hacerlo, pero te aseguro que mi culpa no es.

-Papá, abuelita, la cena se enfría-gritó Leah desde el comedor, lo que puso esa conversación en pausa. Cuando llegaron, la niña estaba al teléfono con ella. -no, mami, no estaba perdida, estaba con tu amigo. Espera, te lo voy a pasar. -y ahora, ¿qué haría?

- ¿Bueno? -dijo Lucero extrañada, ¿de qué amigo hablaba Leah?

-Mi reina...-se le heló la sangre al escuchar de quien se trataba y más después de como la había llamado. ¿Fernando con su familia? Eso era algo que a ella no le gustaba en lo más mínimo.

Publicado por majigu
Publicado el 20/07/2020 04:46 - Total Temas: 25 - Total Mensajes: 114
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