Fondo

El equipo de Colunga Team y yo te damos la Bienvenida a nuestra casa. Deseamos que te diviertas y que convivas con respeto y cariño con los demás integrantes de nuestra gran Familia.

~Jaque Mate~

Hola!

Les dejo por aquí mi historia Jaque Mate. La historia está disponible en otras plataformas y a mis demás lectoras les gusta mucho, por lo que he decidido traerla a Colunga Team, siendo que mi Fer es el protagonista. Espero de corazón que les guste y que la disfruten. Me dejan saber qué les parece.

Disclaimer: es una historia de ficción en mi cabeza, no pretendo que nadie se ofenda, simplemente es para entretenimiento y diversión.

Publicado por majigu
Publicado el 17/07/2020 09:03 - Total Temas: 25 - Total Mensajes: 114

Prólogo


Sentía frío, mucho frío. Estaba segura de que estaba ardiendo en fiebre, pero no era mucho lo que ella podía hacer en ese momento. Salir de su escondite era muy arriesgado, tomando en cuenta que la policía la estaba buscando. Presionaba la herida, ya había derramado demasiada sangre; si corría con suerte, la bala no habría perforado ningún órgano vital y había salido, así que no necesitaría cirugía, pero aún así le dolía mucho y se estaba desangrando; si Jaroslavsky no llegaba pronto con el médico que había mandado a secuestrar, La Reina Negra sería solo un recuerdo más, una historia que contar. 

 

Era bien conocida por ser la única mujer dirigente de una mafia en México; su cabeza valía oro entre las autoridades, pues tenían años buscándola ya. Aún cuando casi todo lo que robaba iba directo a caridad y que todas las personas que había mandado a matar eran meramente criminales, políticos corruptos y gente que hacía el mal, era una criminal ella misma y la justicia la perseguía. 

 

Claro, que, ¿cómo dar con alguien cuya identidad es totalmente desconocida? 

Un par de personas sabían quien era ella realmente, Jaroslavsky, Carla y Edward, sus mejores amigos, a los que había conocido en Italia, años antes de regresarse a México y Fernando Colunga, el Fierro, su peor enemigo, jefe de otra banda de crimen organizado. Fernando era un hombre endemoniadamente guapo y el novio de su difunta hermanita menor. 

 

Lo odiaba por ser el culpable de la muerte de Laia, él sabía que la pondría en peligro si salía con ella y si la amaba, la habría alejado, pero no lo hizo. Necesitaba vengar su muerte... primero tendría que acabar con Gustavo Ventura, el enemigo de Colunga, que era quien la había mandado a matar para luego acabar con el propio Colunga. 

 

Jaroslavsky sabía qué hacer si ella moría, él sería el siguiente jefe de su banda y se encargaría de vengar la muerte de su hermana, la suya realmente no importaba demasiado. Pero ¿dónde se había metido con el doctor? Ya comenzaba a delirar.

-Señora, he llegado con el médico, ¿cómo se siente? -preguntó Jaroslavsky con su acento polaco. En su voz había un tono de preocupación, quería bastante a la Reina Negra, aunque no románticamente.

 

-Acércalo, he perdido demasiada sangre y no puedo morir-el doctor tenia ojos vendados y estaba amordazado. Chenkoff retiró todo aquello que perturbaba la práctica de sus conocimientos.

 

-Señora, ¿le duele aquí? -dijo presionando el área al rededor de la herida

-Si-seguía sudando, estaba bastante pálida y no tenía la fuerza necesaria para hablar normalmente.

 

- ¿Aquí? -preguntó presionando un poco más lejos.

 

-No

 

-No está en peligro de muerte, donde impacto la bala no hay un órgano cerca, fue muy afortunada. Un poco mas a la derecha y teníamos que operarla de emergencia. Pero necesito materiales, sangre, kit de sutura, instrumentos, debo ir por ellos. -dice intentando levantarse.

 

-Usted... No puede salir de... Aquí-dijo con bastante dificultad, sin aliento.

 

-Se va a morir, si no me voy en este momento.

 

-El señor puede ir por... todo... lo que necesita-dijo refiriéndose a Jaroslavsky.

 

Tenía tanto frío. El tiempo pasaba muy lento, pero sabía que no debía dormirse, al menos no hasta que le estuvieran pasando la sangre. Solo pensaba en Leah, su chiquita y en Fernando. ¿Fernando? 

 

Una hora y media más tarde, se encontraba dormida, con fiebre, delirando. La policía le había hecho esto tras ser defraudada por uno de sus hombres, un maldito espía del clan Colunga. Pero si pensaban que ella se quedaría con los brazos cruzados, están equivocados, pues "venganza" era parte de su nombre. 

 

-Señor Colunga, hay noticias por parte de Méndez-le informó su mano derecha.

 

-Déjalo pasar, Bracamontes. -dijo sin moverse de donde estaba, de espaldas a la puerta, con un portarretratos en la mano. 5 años habían pasado desde que Ventura había matado a su novia, Laia Hogaza. No la amaba, nunca lo había hecho, pero tampoco quería que la mataran y le pesaba no haber podido llegar a tiempo para salvarla. Lo que más le había dolido fue ver a Lucero llorarla con un grito desgarrador, amaba a su hermana y además de su abuela, ella era la única persona de su familia que seguía con vida. Lucero lo odiaba y lo culpaba de todo, pero ellos tenían un interés en común: acabar con Ventura. La Reina Negra era una mujer muy peligrosa, pero él no le tenía miedo.

 

-Señor...-lo llamó Méndez

 

- ¿Qué novedades tienes sobre La Reina Negra? -preguntó sin preámbulos.

-La denuncié a la policía como me pidió...

 

- ¿Y? ¿La detuvieron?

 

-Escapó...

 

-Maldita sea...-dijo caminando hacia la ventana sin darse vuelta, ninguno de sus hombres le habían visto la cara, con la excepción de Bracamontes.

 

-Igual y no es tan malo, la hirieron de bala, debe estarse muriendo-dijo con un rastro de victoria y orgullo en la mirada.

 

- ¿Cómo dices? -dijo volteando y caminando hacia Méndez, agarrándole del cuello, muy alterado-La Reina Negra no debe morir, ese no era el plan, imbécil. Se muere y te mueres con ella, ¿me escuchas?

 

-Pero pensé que...

 

- ¡Pensaste mal! -dijo empujándolo. -ella no se va a quedar de brazos cruzados, la conozco. 

 

-Perdóneme señor, no volverá a pasar algo así nunca más

 

-De eso estoy seguro, eres un inútil, Méndez, lárgate de aquí y más te vale que no se muera.

-Si, señor. -dijo saliendo del despacio, un poco apurado.

-Bracamontes-gritó

-Señor-dijo sin hacerlo esperar, nunca debía hacerlo esperar.

-Mantente al tanto de la Reina, si algo le pasa, encárgate de que mi amenaza no se quede en solo eso-dijo Colunga sin más, mientras volvía a sentarse con su portarretratos en la mano.

Era irónico como ella estaba muriendo justo el mismo día que lo hizo su hermana. Pero estaría bien, era obvio, La Reina Negra era hierba mala y esa nunca muere.

-Lo quiero muerto, defraudó a la señora y ese tipo de actos no quedan sin consecuencias. -escuchó Lucero decir al polaco. Luego solo se sumió en un profundo sueño.

-Lu, ¿estás dormida? -miró hacia quien le hablaba.

 

- ¿Laia? -preguntó extrañada.

 

-¿Quién más?... Tengo que hablar contigo-dijo sentándose a su lado en su cama.

 

- ¿Qué pasó? -veía un rastro de preocupación en su mirada.

 

-Estoy embarazada...

 

- ¿Cómo? ¿De Fernando? -preguntó mientras se sentaba.

 

-Eso creo...

 

- ¿Cómo que "eso crees"?

 

-Es mi novio, pues, si estoy embarazada, debe ser suyo. Bueno...

 

- ¿Estás dudando? ¿Le fuiste infiel? -le preguntó incrédula.

 

-No lo dije porque dude que sea su hijo... Lo dije por la parte de "es mi novio".

 

- ¿Terminaste con él?

 

-Si... Voy a ser mamá, Lu y sabes en qué mundo está metido. No me puedo arriesgar, ni a mi bebé...

 

- ¿Él sabe que estás esperando? 

 

-No.

 

- ¿No le dijiste?

 

-Obvio que no. ¿Crees que fue fácil terminar con él? Imagina si le hubiese puesto al tanto de la situación.

 

-No habría permitido que lo dejes...

 

-Lo conoces mejor que yo, sabes que así es.

 

-Lo conocía, ahora ya no más.

 

- ¿Sigues con eso de que los traicionó?

 

-Lo hizo.

 

- ¿Y qué puedes hacer al respecto? Ni siquiera eres la dama de negro.

 

-La Reina Negra.

 

-Eso... No es como si fuera tu competencia o algo.

 

-No entiendes nada... No tiene nada que ver con competencias.

 

-Necesito que me ayudes en algo.-dijo cambiándole el tema, pues no quería terminar peleando como siempre hacían.

 

- ¿Qué vas a hacer?

 

-Desaparecer... Me voy a la finca hasta que tenga a mi bebé y tu vas a cuidar que Fernando no se entere.

 

- ¿Y luego? ¿el bebé apareció por arte de magia? Es un plan terrible.

 

-Me embaracé de otro.

 

-Lo vas a lastimar...

 

-Si es el precio de proteger a mi bebé, que así sea... Aparte, ¿por qué te preocupas por eso? ¿No lo odiabas, tu? -Lucero se quedo en silencio, la miraba a los ojos, pero no decía nada, luego desvió la mirada-No lo puedo creer... Estás enamorada de mi novio

 

-Por supuesto que no...-dijo levantándose de la cama y dándole la espalda a Laia.

 

- ¿Entonces por qué no me respondiste?

 

-Es complicado...-le miró a los ojos.

 

-Te exijo que me digas.

 

-No odio a Fernando, Laia, estoy decepcionada y lastimada, es todo...

 

Despertó con una punzada de dolor, era la herida y había soñado con su hermana otra vez... Con ese recuerdo en especifico... Tal vez se debía a que su hija le había preguntado otra vez por su papá, pero ¿qué podía decirle? Leah era una niña de 5 años y no entendería la razón por la cual no podía conocer a su papá... Eso traería preguntas, preguntas con respuestas dolorosas y más para una niña de su edad. 

 

Fernando había intentado matarla, lo cual era otro factor en contra; si algún día dudó el ocultarle su paternidad, hoy estaba feliz de haberlo hecho. Pero ahora la niña estaría sola con su abuela por unos días, no podía simplemente presentarse en casa herida de bala, como si fuese lo más natural y si lo era en el mundo en el que ella vivía, pero para su familia esa doble vida no existía. La sangre estaba terminando de pasarle y ella se sentía verdaderamente muy cansada así que optó por dormir, pues sabía que Jaroslavsky la despertaría para moverla o simplemente la movería él... Cerró los ojos y pronto se durmió.

Publicado por majigu
Publicado el 17/07/2020 09:16 - Total Temas: 25 - Total Mensajes: 114
Hola Maji. gracias por compartir tan linda historia , me atrapo hasta el final dejando me con ganas de seguir leyendo, besos abrazos
Publicado por mirta beatriz
Publicado el 17/07/2020 19:06 - Total Temas: 12 - Total Mensajes: 929
Hola Nicole, 
Wow, veo que hay otro escritor de historias en nuestra casa mágica.
 Estoy seguro de que Fernando disfrutará esta historia. 
Me atrapaste con este primer capítulo y apuesto a que hay muchos más.
FERabarzos
Publicado por Emma Angel
Publicado el 17/07/2020 20:47 - Total Temas: 80 - Total Mensajes: 3159

¡Gracias por compartir! Se te agradece el entretenimiento durante este encierro. La he leído y, aunque no es mi género, la historia tiene sus puntos de suspenso que me motivan a esperar la continuación. Gracias nuevamente.


Publicado por Scarlett03
Publicado el 17/07/2020 21:56 - Total Temas: 207 - Total Mensajes: 23834

Prólogo


Sentía frío, mucho frío. Estaba segura de que estaba ardiendo en fiebre, pero no era mucho lo que ella podía hacer en ese momento. Salir de su escondite era muy arriesgado, tomando en cuenta que la policía la estaba buscando. Presionaba la herida, ya había derramado demasiada sangre; si corría con suerte, la bala no habría perforado ningún órgano vital y había salido, así que no necesitaría cirugía, pero aún así le dolía mucho y se estaba desangrando; si Jaroslavsky no llegaba pronto con el médico que había mandado a secuestrar, La Reina Negra sería solo un recuerdo más, una historia que contar. 

 

Era bien conocida por ser la única mujer dirigente de una mafia en México; su cabeza valía oro entre las autoridades, pues tenían años buscándola ya. Aún cuando casi todo lo que robaba iba directo a caridad y que todas las personas que había mandado a matar eran meramente criminales, políticos corruptos y gente que hacía el mal, era una criminal ella misma y la justicia la perseguía. 

 

Claro, que, ¿cómo dar con alguien cuya identidad es totalmente desconocida? 

Un par de personas sabían quien era ella realmente, Jaroslavsky, Carla y Edward, sus mejores amigos, a los que había conocido en Italia, años antes de regresarse a México y Fernando Colunga, el Fierro, su peor enemigo, jefe de otra banda de crimen organizado. Fernando era un hombre endemoniadamente guapo y el novio de su difunta hermanita menor. 

 

Lo odiaba por ser el culpable de la muerte de Laia, él sabía que la pondría en peligro si salía con ella y si la amaba, la habría alejado, pero no lo hizo. Necesitaba vengar su muerte... primero tendría que acabar con Gustavo Ventura, el enemigo de Colunga, que era quien la había mandado a matar para luego acabar con el propio Colunga. 

 

Jaroslavsky sabía qué hacer si ella moría, él sería el siguiente jefe de su banda y se encargaría de vengar la muerte de su hermana, la suya realmente no importaba demasiado. Pero ¿dónde se había metido con el doctor? Ya comenzaba a delirar.

-Señora, he llegado con el médico, ¿cómo se siente? -preguntó Jaroslavsky con su acento polaco. En su voz había un tono de preocupación, quería bastante a la Reina Negra, aunque no románticamente.

 

-Acércalo, he perdido demasiada sangre y no puedo morir-el doctor tenia ojos vendados y estaba amordazado. Chenkoff retiró todo aquello que perturbaba la práctica de sus conocimientos.

 

-Señora, ¿le duele aquí? -dijo presionando el área al rededor de la herida

-Si-seguía sudando, estaba bastante pálida y no tenía la fuerza necesaria para hablar normalmente.

 

- ¿Aquí? -preguntó presionando un poco más lejos.

 

-No

 

-No está en peligro de muerte, donde impacto la bala no hay un órgano cerca, fue muy afortunada. Un poco mas a la derecha y teníamos que operarla de emergencia. Pero necesito materiales, sangre, kit de sutura, instrumentos, debo ir por ellos. -dice intentando levantarse.

 

-Usted... No puede salir de... Aquí-dijo con bastante dificultad, sin aliento.

 

-Se va a morir, si no me voy en este momento.

 

-El señor puede ir por... todo... lo que necesita-dijo refiriéndose a Jaroslavsky.

 

Tenía tanto frío. El tiempo pasaba muy lento, pero sabía que no debía dormirse, al menos no hasta que le estuvieran pasando la sangre. Solo pensaba en Leah, su chiquita y en Fernando. ¿Fernando? 

 

Una hora y media más tarde, se encontraba dormida, con fiebre, delirando. La policía le había hecho esto tras ser defraudada por uno de sus hombres, un maldito espía del clan Colunga. Pero si pensaban que ella se quedaría con los brazos cruzados, están equivocados, pues "venganza" era parte de su nombre. 

 

-Señor Colunga, hay noticias por parte de Méndez-le informó su mano derecha.

 

-Déjalo pasar, Bracamontes. -dijo sin moverse de donde estaba, de espaldas a la puerta, con un portarretratos en la mano. 5 años habían pasado desde que Ventura había matado a su novia, Laia Hogaza. No la amaba, nunca lo había hecho, pero tampoco quería que la mataran y le pesaba no haber podido llegar a tiempo para salvarla. Lo que más le había dolido fue ver a Lucero llorarla con un grito desgarrador, amaba a su hermana y además de su abuela, ella era la única persona de su familia que seguía con vida. Lucero lo odiaba y lo culpaba de todo, pero ellos tenían un interés en común: acabar con Ventura. La Reina Negra era una mujer muy peligrosa, pero él no le tenía miedo.

 

-Señor...-lo llamó Méndez

 

- ¿Qué novedades tienes sobre La Reina Negra? -preguntó sin preámbulos.

-La denuncié a la policía como me pidió...

 

- ¿Y? ¿La detuvieron?

 

-Escapó...

 

-Maldita sea...-dijo caminando hacia la ventana sin darse vuelta, ninguno de sus hombres le habían visto la cara, con la excepción de Bracamontes.

 

-Igual y no es tan malo, la hirieron de bala, debe estarse muriendo-dijo con un rastro de victoria y orgullo en la mirada.

 

- ¿Cómo dices? -dijo volteando y caminando hacia Méndez, agarrándole del cuello, muy alterado-La Reina Negra no debe morir, ese no era el plan, imbécil. Se muere y te mueres con ella, ¿me escuchas?

 

-Pero pensé que...

 

- ¡Pensaste mal! -dijo empujándolo. -ella no se va a quedar de brazos cruzados, la conozco. 

 

-Perdóneme señor, no volverá a pasar algo así nunca más

 

-De eso estoy seguro, eres un inútil, Méndez, lárgate de aquí y más te vale que no se muera.

-Si, señor. -dijo saliendo del despacio, un poco apurado.

-Bracamontes-gritó

-Señor-dijo sin hacerlo esperar, nunca debía hacerlo esperar.

-Mantente al tanto de la Reina, si algo le pasa, encárgate de que mi amenaza no se quede en solo eso-dijo Colunga sin más, mientras volvía a sentarse con su portarretratos en la mano.

Era irónico como ella estaba muriendo justo el mismo día que lo hizo su hermana. Pero estaría bien, era obvio, La Reina Negra era hierba mala y esa nunca muere.

-Lo quiero muerto, defraudó a la señora y ese tipo de actos no quedan sin consecuencias. -escuchó Lucero decir al polaco. Luego solo se sumió en un profundo sueño.

-Lu, ¿estás dormida? -miró hacia quien le hablaba.

 

- ¿Laia? -preguntó extrañada.

 

-¿Quién más?... Tengo que hablar contigo-dijo sentándose a su lado en su cama.

 

- ¿Qué pasó? -veía un rastro de preocupación en su mirada.

 

-Estoy embarazada...

 

- ¿Cómo? ¿De Fernando? -preguntó mientras se sentaba.

 

-Eso creo...

 

- ¿Cómo que "eso crees"?

 

-Es mi novio, pues, si estoy embarazada, debe ser suyo. Bueno...

 

- ¿Estás dudando? ¿Le fuiste infiel? -le preguntó incrédula.

 

-No lo dije porque dude que sea su hijo... Lo dije por la parte de "es mi novio".

 

- ¿Terminaste con él?

 

-Si... Voy a ser mamá, Lu y sabes en qué mundo está metido. No me puedo arriesgar, ni a mi bebé...

 

- ¿Él sabe que estás esperando? 

 

-No.

 

- ¿No le dijiste?

 

-Obvio que no. ¿Crees que fue fácil terminar con él? Imagina si le hubiese puesto al tanto de la situación.

 

-No habría permitido que lo dejes...

 

-Lo conoces mejor que yo, sabes que así es.

 

-Lo conocía, ahora ya no más.

 

- ¿Sigues con eso de que los traicionó?

 

-Lo hizo.

 

- ¿Y qué puedes hacer al respecto? Ni siquiera eres la dama de negro.

 

-La Reina Negra.

 

-Eso... No es como si fuera tu competencia o algo.

 

-No entiendes nada... No tiene nada que ver con competencias.

 

-Necesito que me ayudes en algo.-dijo cambiándole el tema, pues no quería terminar peleando como siempre hacían.

 

- ¿Qué vas a hacer?

 

-Desaparecer... Me voy a la finca hasta que tenga a mi bebé y tu vas a cuidar que Fernando no se entere.

 

- ¿Y luego? ¿el bebé apareció por arte de magia? Es un plan terrible.

 

-Me embaracé de otro.

 

-Lo vas a lastimar...

 

-Si es el precio de proteger a mi bebé, que así sea... Aparte, ¿por qué te preocupas por eso? ¿No lo odiabas, tu? -Lucero se quedo en silencio, la miraba a los ojos, pero no decía nada, luego desvió la mirada-No lo puedo creer... Estás enamorada de mi novio

 

-Por supuesto que no...-dijo levantándose de la cama y dándole la espalda a Laia.

 

- ¿Entonces por qué no me respondiste?

 

-Es complicado...-le miró a los ojos.

 

-Te exijo que me digas.

 

-No odio a Fernando, Laia, estoy decepcionada y lastimada, es todo...

 

Despertó con una punzada de dolor, era la herida y había soñado con su hermana otra vez... Con ese recuerdo en especifico... Tal vez se debía a que su hija le había preguntado otra vez por su papá, pero ¿qué podía decirle? Leah era una niña de 5 años y no entendería la razón por la cual no podía conocer a su papá... Eso traería preguntas, preguntas con respuestas dolorosas y más para una niña de su edad. 

 

Fernando había intentado matarla, lo cual era otro factor en contra; si algún día dudó el ocultarle su paternidad, hoy estaba feliz de haberlo hecho. Pero ahora la niña estaría sola con su abuela por unos días, no podía simplemente presentarse en casa herida de bala, como si fuese lo más natural y si lo era en el mundo en el que ella vivía, pero para su familia esa doble vida no existía. La sangre estaba terminando de pasarle y ella se sentía verdaderamente muy cansada así que optó por dormir, pues sabía que Jaroslavsky la despertaría para moverla o simplemente la movería él... Cerró los ojos y pronto se durmió.

Publicado por majigu
Publicado el 18/07/2020 01:53 - Total Temas: 25 - Total Mensajes: 114

Prólogo


Sentía frío, mucho frío. Estaba segura de que estaba ardiendo en fiebre, pero no era mucho lo que ella podía hacer en ese momento. Salir de su escondite era muy arriesgado, tomando en cuenta que la policía la estaba buscando. Presionaba la herida, ya había derramado demasiada sangre; si corría con suerte, la bala no habría perforado ningún órgano vital y había salido, así que no necesitaría cirugía, pero aún así le dolía mucho y se estaba desangrando; si Jaroslavsky no llegaba pronto con el médico que había mandado a secuestrar, La Reina Negra sería solo un recuerdo más, una historia que contar. 

 

Era bien conocida por ser la única mujer dirigente de una mafia en México; su cabeza valía oro entre las autoridades, pues tenían años buscándola ya. Aún cuando casi todo lo que robaba iba directo a caridad y que todas las personas que había mandado a matar eran meramente criminales, políticos corruptos y gente que hacía el mal, era una criminal ella misma y la justicia la perseguía. 

 

Claro, que, ¿cómo dar con alguien cuya identidad es totalmente desconocida? 

Un par de personas sabían quien era ella realmente, Jaroslavsky, Carla y Edward, sus mejores amigos, a los que había conocido en Italia, años antes de regresarse a México y Fernando Colunga, el Fierro, su peor enemigo, jefe de otra banda de crimen organizado. Fernando era un hombre endemoniadamente guapo y el novio de su difunta hermanita menor. 

 

Lo odiaba por ser el culpable de la muerte de Laia, él sabía que la pondría en peligro si salía con ella y si la amaba, la habría alejado, pero no lo hizo. Necesitaba vengar su muerte... primero tendría que acabar con Gustavo Ventura, el enemigo de Colunga, que era quien la había mandado a matar para luego acabar con el propio Colunga. 

 

Jaroslavsky sabía qué hacer si ella moría, él sería el siguiente jefe de su banda y se encargaría de vengar la muerte de su hermana, la suya realmente no importaba demasiado. Pero ¿dónde se había metido con el doctor? Ya comenzaba a delirar.

-Señora, he llegado con el médico, ¿cómo se siente? -preguntó Jaroslavsky con su acento polaco. En su voz había un tono de preocupación, quería bastante a la Reina Negra, aunque no románticamente.

 

-Acércalo, he perdido demasiada sangre y no puedo morir-el doctor tenia ojos vendados y estaba amordazado. Chenkoff retiró todo aquello que perturbaba la práctica de sus conocimientos.

 

-Señora, ¿le duele aquí? -dijo presionando el área al rededor de la herida

-Si-seguía sudando, estaba bastante pálida y no tenía la fuerza necesaria para hablar normalmente.

 

- ¿Aquí? -preguntó presionando un poco más lejos.

 

-No

 

-No está en peligro de muerte, donde impacto la bala no hay un órgano cerca, fue muy afortunada. Un poco mas a la derecha y teníamos que operarla de emergencia. Pero necesito materiales, sangre, kit de sutura, instrumentos, debo ir por ellos. -dice intentando levantarse.

 

-Usted... No puede salir de... Aquí-dijo con bastante dificultad, sin aliento.

 

-Se va a morir, si no me voy en este momento.

 

-El señor puede ir por... todo... lo que necesita-dijo refiriéndose a Jaroslavsky.

 

Tenía tanto frío. El tiempo pasaba muy lento, pero sabía que no debía dormirse, al menos no hasta que le estuvieran pasando la sangre. Solo pensaba en Leah, su chiquita y en Fernando. ¿Fernando? 

 

Una hora y media más tarde, se encontraba dormida, con fiebre, delirando. La policía le había hecho esto tras ser defraudada por uno de sus hombres, un maldito espía del clan Colunga. Pero si pensaban que ella se quedaría con los brazos cruzados, están equivocados, pues "venganza" era parte de su nombre. 

 

-Señor Colunga, hay noticias por parte de Méndez-le informó su mano derecha.

 

-Déjalo pasar, Bracamontes. -dijo sin moverse de donde estaba, de espaldas a la puerta, con un portarretratos en la mano. 5 años habían pasado desde que Ventura había matado a su novia, Laia Hogaza. No la amaba, nunca lo había hecho, pero tampoco quería que la mataran y le pesaba no haber podido llegar a tiempo para salvarla. Lo que más le había dolido fue ver a Lucero llorarla con un grito desgarrador, amaba a su hermana y además de su abuela, ella era la única persona de su familia que seguía con vida. Lucero lo odiaba y lo culpaba de todo, pero ellos tenían un interés en común: acabar con Ventura. La Reina Negra era una mujer muy peligrosa, pero él no le tenía miedo.

 

-Señor...-lo llamó Méndez

 

- ¿Qué novedades tienes sobre La Reina Negra? -preguntó sin preámbulos.

-La denuncié a la policía como me pidió...

 

- ¿Y? ¿La detuvieron?

 

-Escapó...

 

-Maldita sea...-dijo caminando hacia la ventana sin darse vuelta, ninguno de sus hombres le habían visto la cara, con la excepción de Bracamontes.

 

-Igual y no es tan malo, la hirieron de bala, debe estarse muriendo-dijo con un rastro de victoria y orgullo en la mirada.

 

- ¿Cómo dices? -dijo volteando y caminando hacia Méndez, agarrándole del cuello, muy alterado-La Reina Negra no debe morir, ese no era el plan, imbécil. Se muere y te mueres con ella, ¿me escuchas?

 

-Pero pensé que...

 

- ¡Pensaste mal! -dijo empujándolo. -ella no se va a quedar de brazos cruzados, la conozco. 

 

-Perdóneme señor, no volverá a pasar algo así nunca más

 

-De eso estoy seguro, eres un inútil, Méndez, lárgate de aquí y más te vale que no se muera.

-Si, señor. -dijo saliendo del despacio, un poco apurado.

-Bracamontes-gritó

-Señor-dijo sin hacerlo esperar, nunca debía hacerlo esperar.

-Mantente al tanto de la Reina, si algo le pasa, encárgate de que mi amenaza no se quede en solo eso-dijo Colunga sin más, mientras volvía a sentarse con su portarretratos en la mano.

Era irónico como ella estaba muriendo justo el mismo día que lo hizo su hermana. Pero estaría bien, era obvio, La Reina Negra era hierba mala y esa nunca muere.

-Lo quiero muerto, defraudó a la señora y ese tipo de actos no quedan sin consecuencias. -escuchó Lucero decir al polaco. Luego solo se sumió en un profundo sueño.

-Lu, ¿estás dormida? -miró hacia quien le hablaba.

 

- ¿Laia? -preguntó extrañada.

 

-¿Quién más?... Tengo que hablar contigo-dijo sentándose a su lado en su cama.

 

- ¿Qué pasó? -veía un rastro de preocupación en su mirada.

 

-Estoy embarazada...

 

- ¿Cómo? ¿De Fernando? -preguntó mientras se sentaba.

 

-Eso creo...

 

- ¿Cómo que "eso crees"?

 

-Es mi novio, pues, si estoy embarazada, debe ser suyo. Bueno...

 

- ¿Estás dudando? ¿Le fuiste infiel? -le preguntó incrédula.

 

-No lo dije porque dude que sea su hijo... Lo dije por la parte de "es mi novio".

 

- ¿Terminaste con él?

 

-Si... Voy a ser mamá, Lu y sabes en qué mundo está metido. No me puedo arriesgar, ni a mi bebé...

 

- ¿Él sabe que estás esperando? 

 

-No.

 

- ¿No le dijiste?

 

-Obvio que no. ¿Crees que fue fácil terminar con él? Imagina si le hubiese puesto al tanto de la situación.

 

-No habría permitido que lo dejes...

 

-Lo conoces mejor que yo, sabes que así es.

 

-Lo conocía, ahora ya no más.

 

- ¿Sigues con eso de que los traicionó?

 

-Lo hizo.

 

- ¿Y qué puedes hacer al respecto? Ni siquiera eres la dama de negro.

 

-La Reina Negra.

 

-Eso... No es como si fuera tu competencia o algo.

 

-No entiendes nada... No tiene nada que ver con competencias.

 

-Necesito que me ayudes en algo.-dijo cambiándole el tema, pues no quería terminar peleando como siempre hacían.

 

- ¿Qué vas a hacer?

 

-Desaparecer... Me voy a la finca hasta que tenga a mi bebé y tu vas a cuidar que Fernando no se entere.

 

- ¿Y luego? ¿el bebé apareció por arte de magia? Es un plan terrible.

 

-Me embaracé de otro.

 

-Lo vas a lastimar...

 

-Si es el precio de proteger a mi bebé, que así sea... Aparte, ¿por qué te preocupas por eso? ¿No lo odiabas, tu? -Lucero se quedo en silencio, la miraba a los ojos, pero no decía nada, luego desvió la mirada-No lo puedo creer... Estás enamorada de mi novio

 

-Por supuesto que no...-dijo levantándose de la cama y dándole la espalda a Laia.

 

- ¿Entonces por qué no me respondiste?

 

-Es complicado...-le miró a los ojos.

 

-Te exijo que me digas.

 

-No odio a Fernando, Laia, estoy decepcionada y lastimada, es todo...

 

Despertó con una punzada de dolor, era la herida y había soñado con su hermana otra vez... Con ese recuerdo en especifico... Tal vez se debía a que su hija le había preguntado otra vez por su papá, pero ¿qué podía decirle? Leah era una niña de 5 años y no entendería la razón por la cual no podía conocer a su papá... Eso traería preguntas, preguntas con respuestas dolorosas y más para una niña de su edad. 

 

Fernando había intentado matarla, lo cual era otro factor en contra; si algún día dudó el ocultarle su paternidad, hoy estaba feliz de haberlo hecho. Pero ahora la niña estaría sola con su abuela por unos días, no podía simplemente presentarse en casa herida de bala, como si fuese lo más natural y si lo era en el mundo en el que ella vivía, pero para su familia esa doble vida no existía. La sangre estaba terminando de pasarle y ella se sentía verdaderamente muy cansada así que optó por dormir, pues sabía que Jaroslavsky la despertaría para moverla o simplemente la movería él... Cerró los ojos y pronto se durmió.

Publicado por majigu
Publicado el 18/07/2020 01:53 - Total Temas: 25 - Total Mensajes: 114
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