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Catalina de Alejandría | ||
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Santa, virgen y mártir | ||
Nacimiento | 285 o fines del siglo III Alejandría, Egipto |
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Fallecimiento | 303 (18 años) comienzos del siglo IV, bajo el gobierno de Majencio Alejandría, Egipto |
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Venerada en | Iglesia copta, Iglesia católica, Iglesia ortodoxa, Comunión anglicana | |
Principal santuario | Monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí | |
Festividad | 25 de noviembre ritos latino y bizantino | |
Atributos | la palma, la espada y la rueda arpada, todas indicativas del martirio; la corona, por alusión a la realeza; el libro, como símbolo de sabiduría | |
Patronazgo | Filósofos, estudiantes, sombrereros, barberos, oficios relacionados con las ruedas; la ciudad de Jaén; el pueblo de Espelúy; la villa de Berlanga de Duero en Soria; Majadahonda en Madrid; Tacoronte en Tenerife; Usulután (El Salvador); Pedasí (Panamá). | |
Catalina de Alejandría fue una mártir cristiana del siglo IV. Su fiesta se celebra el 25 de noviembre. Su culto tuvo difusión por toda Europa a partir del siglo VI, con énfasis entre los siglos X y XII. Está incluida en el grupo de los santos auxiliadores y es invocada contra la muerte súbita.
Las noticias sobre la vida de Catalina de Alejandría las proporciona documentación muy tardía.[1]? El documento más antiguo es la Passio, redactada inicialmente en griego entre los siglos VI y VIII, muy conocida a partir del siglo IX a través de la versión latina. Existen además otros textos hagiográficos, entre los que se destaca la Conversio, quizá influida por la mística femenina benedictina. El contenido del conjunto de textos se sintetiza a continuación.
Catalina nació hacia el 290 en el seno de una familia noble de Alejandría, en Egipto. Dotada de una gran inteligencia, destacó muy pronto por sus extensos estudios, que la situaron al mismo nivel que grandes poetas y filósofos de la época. Una noche se le apareció Cristo y decidió, en ese momento, consagrarle su vida, considerándose, desde entonces, su prometida. El tema del matrimonio místico es común en el Este del Mediterráneo y en la espiritualidad católica.
El emperador Majencio (306-312) acudió a Alejandría para presidir una fiesta pagana y ordenó que todos los súbditos hicieran sacrificios a los dioses. Catalina entró en el templo, pero, en lugar de sacrificar, hizo la señal de la cruz. Y dirigiéndose al emperador lo reprendió exhortándolo a conocer al verdadero Dios. Conducida a palacio, ella reiteró su negativa a hacer sacrificios pero invitó al emperador a un debate.
En la prueba del debate filosófico, los sabios resultaron convertidos al cristianismo por Catalina, lo que provocó la ira del emperador, quien hizo ejecutar a los sabios, no sin proponerle antes a Catalina que se casara con uno de ellos, a lo que ella se negó rotundamente. Majencio trató de convencerla con promesas, pero al no lograrlo mandó azotarla y después encerrarla en prisión. Allí fue visitada por la propia emperatriz y un oficial, Porfirio, que terminó por convertirse junto con otros doscientos soldados, según señala la Passio.
El emperador ordenó entonces que torturaran a Catalina utilizando para ello una máquina formada por unas ruedas guarnecidas con cuchillas afiladas. Según la Passio, las ruedas se rompieron al tocar el cuerpo de Catalina, quien salió ilesa. La emperatriz trató de interceder a favor de Catalina, pero fue decapitada, al igual que Porfirio y sus doscientos soldados.
Su tumba se había encontrado al pie del Monte Sinaí, en el monasterio que lleva su nombre, lo que dio motivo a peregrinaciones de todo el mundo, especialmente apreciada por los peregrinos de Tierra Santa. La leyenda narra que los monjes del monasterio construido a los pies del Monte Sinaí descubrieron en una gruta de la montaña el cuerpo intacto de una joven a la que reconocieron como Catalina de Alejandría. Según la Passio, el cuerpo había sido depositado allí por los ángeles. Así, la Passio se presenta adornada con un conjunto de lugares comunes hagiográficos, no históricos.
El primer vestigio de su culto se encontró en una pintura del siglo VIII hallada en Roma. Su veneración se expandió desde la segunda mitad del siglo X, y fue una de las más difundidas por toda Europa, particularmente en Francia, en el siglo XII, de la mano de los cruzados. La Iglesia ortodoxa la celebró. Santa Catalina y Santa Dorotea fueron representadas con gran frecuencia en altares medievales húngaros a lo largo de los siglos XIV y XVI, convirtiéndose en figuras muy populares junto a Santa Isabel de Hungría y Santa Margarita de Hungría. En toda Europa se extendió el culto a Santa Catalina: muchas iglesias tienen imágenes o cuadros de la santa.
La difusión de la devoción inspiró a los artistas, quienes representan a la santa con una aureola tricolor: blanca, simbolizando su virginidad; verde por su sabiduría y roja por su martirio. La rueda que se utilizó para su suplicio está, casi siempre, representada detrás de ella.
Aunque su existencia histórica fue puesta en duda por un sector de la Iglesia católica a partir de 1961, considerándola, según algunos historiadores, una creación literaria como contrapunto cristiano a la filosofía pagana de Hipatia de Alejandría, sin embargo, liberada de las narraciones legendarias, permanece inscrita en el Martirologio romano como "liberum memoria".
No obstante, varios autores han puesto en duda la historicidad de esta figura. Donald Attwater caracteriza la "leyenda" de Santa Catalina como "la más absurda de su clase", citando la falta de pruebas positivas que nunca han existido, salvo en la imaginación de un escritor griego que simplemente la compuso con la mera intención de ser un romance edificante.[2]? También Harold T. Davis confirma que "la investigación asidua no ha logrado identificar a Catalina con ningún personaje histórico" y ha teorizado que Catalina fue un invento inspirado como contrapartida a la historia de la filósofa pagana Hipatia.[3]?[4]?
El relato más antiguo que trata de la vida de Santa Catalina se sitúa más de 500 años después de la supuesta fecha de su martirio, atribuido al emperador Basilio I en el año 866, aunque el redescubrimiento de sus reliquias en el monasterio del Monte Sinaí se data en el año 800,[5]? y presumiblemente implica un culto existente en esa fecha. El monasterio fue construido por orden del emperador Justiniano I, al que se añadió la Capilla de la Zarza Ardiente construida por Helena, madre de Constantino I, en el lugar donde supuestamente Moisés contempló la zarza ardiente. Además los textos más fidedignos en rigor científico como las investigaciones hagiográficas de los bolandistas conocidas como Acta Sanctorum son aceptados como válidos históricamente para entender su culto primario como personaje histórico.[6]?
Catalina de Alejandría es la patrona de los escolares y estudiantes,[7]? filósofos,[7]? prisioneros (junto con Leonardo de Noblat, Fernando III de Castilla y José Cafasso),[7]? jóvenes casaderas,[7]? barberos (junto con Cosme y Damián y Martín de Porres),[7]? y de cuantos se relacionan por su oficio con las ruedas: carreteros, molineros, traperos, hilanderas, ciclistas,[7]? etc. También del día de las Catalinadas. La Universidad de París, la Universidad de Oviedo y la de Padua eligieron a Catalina como patrona.
Así, también es considerada patrona de apologistas; artesanos que usan ruedas en su trabajo (alfareros, hilanderos, etc.); archivistas; abogados; juristas; bibliotecarios; personas en trance de muerte; educadores; jovencitas; solteras; estudiantes; maestros; afiladores de cuchillos; mecánicos; torneros; enfermeros; filósofos; predicadores; teólogos; secretarias; taquígrafos.
La celebración de la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, cierra el Año Litúrgico en el que se ha meditado sobre todo el misterio de su vida, su predicación y el anuncio del Reino de Dios.
La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de diciembre de 1925. El Papa quiso motivar a los católicos a reconocer en público que el mandatario de la Iglesia es Cristo Rey.
Durante el anuncio del Reino, Jesús nos muestra lo que éste significa para nosotros como Salvación, Revelación y Reconciliación ante la mentira mortal del pecado que existe en el mundo. Jesús responde a Pilatos cuando le pregunta si en verdad Él es el Rey de los judíos: "Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí" (Jn 18, 36). Jesús no es el Rey de un mundo de miedo, mentira y pecado, Él es el Rey del Reino de Dios que trae y al que nos conduce.
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¡Saludos, Soledad, Fina, Mercedes y visitantes!
Gracias por todo lo que nos regalan. Esta tarde estaba pensando en todos las cosas que tengo por hacer, y noto que uno de los refranes de hoy me cabe como anillo al dedo:
DEL
PENSAR AL HACER HAY VEINTE LEGUAS QUE CORRER
Les deseo un inicio de semana bien placentero.
Abrazos colungueros.
´.