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Santa Rita de Casia | ||
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Imagen más antigua de Rita de Casia (1457)
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Santa | ||
Nombre | Margherita Lotti | |
Nacimiento | 1381 Roccaporena, Italia |
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Fallecimiento | 22 de mayo de 1457 Cascia, Italia |
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Venerada en | Iglesia católica | |
Beatificación | 1627 por Urbano VIII | |
Canonización | 24 de mayo de 1900 por León XIII | |
Orden religiosa | Agustinos | |
Festividad | 22 de mayo | |
Atributos | Cruz, corona de espinas, rosas, higos | |
Patronazgo | Causas imposibles, problemas maritales | |
Santa Rita de Casia (Roccaporena, 1381 - Cascia, 1457), en italiano Rita da Cascia, bautizada con el nombre de Margherita Lotti, fue una religiosa italiana y una de las santas más populares de la Iglesia católica.[1]? Su nombre es probablemente una abreviación de Margherita. Sus símbolos representativos son las rosas y los higos.
Rita nació en la aldea de Roccaporena, 5 km al oeste del pueblo de Cascia (provincia de Perugia, región de Umbría) en 1381 y falleció el 22 de mayo de 1457.
Nació de padres mayores. A pesar de que quería ser monja, cuando tenía 14 años de edad[2]? sus padres la casaron con un hombre de pueblo, llamado Paolo Mancini. Con su esposo tuvo un mar de sufrimientos, pero ella se consolaba en la oración y le devolvió su crueldad con bondad, logrando su conversión a Cristo con el paso de los años.
Tuvieron dos hijos mellizos, Jacobo y Paolo. Un día Manccini ?que trabajaba como sereno de la aldea de Rocca Porena y tenía muchos enemigos por sus fechorías pasadas- fue emboscado y asesinado. Una vez viuda, pero aliviada ya que había logrado que Paolo muriera en paz, Rita pidió la admisión al monasterio de las agustinas de Santa María Magdalena, en Cascia (establecido en 1256). Pero no fue aceptada debido a que sólo se permitían vírgenes. Un año más tarde (1417) también murieron sus dos hijos púberes. Fallecieron ambos al mismo tiempo, de muerte natural. Rita los había preparado plenamente para encontrarse con Cristo. Con un amor heroico por sus almas, le había suplicado que ambos adolescentes murieran, porque temía que estuvieran planeando vengar el asesinato de su padre (la ley de la vendetta). Habrían cometido así el pecado de la venganza, lo que hubiera condenado sus almas eternamente. Ambos se enfermaron y murieron, también pidiendo perdón a su madre por todos los dolores que le habían causado.
Ya sin obligaciones familiares, Rita fue aceptada en el convento, recibió los hábitos de monja, y más tarde realizó su profesión de fe. Tenía 36 años. En el convento, Rita se entregó a una vida de oración y penitencia.
De acuerdo a la tradición en 1428, una madrugada Rita recibió de manos de Cristo una larga astilla de madera clavada en el hueso de la frente. Se trataba de un estigma divino: la marca de la corona de espinas que Jesucristo había exhibido en la cruz. Le extrajeron la astilla y la guardaron como reliquia sagrada. Cada madrugada el estigma se le volvía a abrir por sí mismo, hasta que empezó a expeler un fuerte olor inmundo, que se mantuvo milagrosamente el resto de su vida.
En 1453 Rita cayó en cama gravemente enferma. Desde ese momento, estando siempre atendida por novicias, la herida de su frente gradualmente se cerró, pero Rita pasó los últimos cuatro años de su vida con infecciones en la sangre.
Uno de los símbolos de santa Rita es la rosa. En su vejez, ella contaba que su marido le prohibía dar de comer a los pobres. Un día en que estaba saliendo de su casa con un pan bajo sus ropas, Mancini la confrontó y le quitó el vestido: pero el pan se había convertido milagrosamente en rosas. Esta historia también se cuenta que le sucedió a Santa Isabel de Portugal y a san Diego de Alcalá.
Al final de su vida, la visitó su prima de su aldea de Rocca Porena. Le preguntó si quería algo y Rita le pidió que le llevara una rosa del jardín del convento. En pleno invierno, la prima creyó que no encontraría nada, pero cuál no sería su sorpresa al encontrar un pimpollo de rosa. Se lo llevó a Rita. Esa rosa representaría el amor de Cristo hacia Rita, y la capacidad de Rita de interceder por las causas imposibles.
Generalmente se la pinta sosteniendo rosas, o con rosas apoyadas en el piso a sus pies. El día de su fiesta, el 22 de mayo, las iglesias de Santa Rita o las regentadas por la Orden de San Agustín, en todo el mundo, distribuyen rosas a los participantes devotos y durante la misa el sacerdote las bendice.
Narra la leyenda que, inmediatamente después de ser bautizada, abejas blancas entraban y salían de la boca de Rita sin hacerle daño.
No se duda de que este episodio de las abejas pertenece a la primera tradición ritiana, pero no se lo considera necesariamente como un fenómeno sobrenatural. De todas el papa Urbano VIII manifestó un gran interés y, además de llevarlas en su escudo pontifical, se preocupó en persona de estudiar el comportamiento de esta especie de abejas que, al parecer, son únicas en el mundo. Urbano VIII, sabiendo lo de las misteriosas abejas, pidió que una de ellas le fuera llevada a Roma. Después de un cuidadoso examen, le ató un hilo de seda y la dejó libre. Esta se descubrió más tarde en su nido en el monasterio de Cascia, a 138 kilómetros de distancia.
Aún hoy, en el antiguo monasterio donde Rita vivió y murió como monja agustina, se encuentran a las abejas "murarias", llamadas así porque habitan en los muros. Aunque la devoción popular ha preferido llamarlas "abejas de Santa Rita" por haberlas relacionado con aquellas misteriosas abejas que rodearon su cuna pocos días después de su bautismo.
Pero en Casia las "abejas de santa Rita" no sólo viven en los muros del monasterio, sino que también junto a éste. Así lo ha querido la Beata Teresa de Casia (Madre Teresa Fasce) que en 1938 fundó la "colmena de Santa Rita", una obra donde niños carenciados reciben ayuda para crecer fuertes, y emprender luego el vuelo de la vida.
Según una tradición, desde que era bebé, mientras dormía en una cesta, abejas blancas se agrupaban sobre su boca, depositando en ella la dulce miel sin hacerle daño y sin que la niña llorara para alertar a sus padres. Uno de los campesinos, viendo lo que ocurría trató de dispersar las abejas con su brazo herido. Su brazo se sanó inmediatamente.
Después de 200 años de la muerte de Santa Rita, algo extraño ocurrió en el monasterio de Cascia. Las abejas blancas surgían de las paredes del monasterio durante Semana Santa de cada año y permanecían hasta la fiesta de Santa Rita, el 22 de mayo, cuando retornaban a la inactividad hasta la Semana Santa del próximo año. Los huecos en la pared, donde las abejas tradicionalmente permanecen hasta el siguiente año, pueden ser vistos claramente por los peregrinos que llegan hoy al monasterio.
Rita murió en el convento agustiniano el 22 de mayo de 1457 a la edad de 76 años. La gente se agrupó en el lugar para mostrar los últimos respetos a su cadáver, que emitía una intensa fragancia dulce (como si hubiera sido embalsamado). Su cuerpo se conserva hasta la actualidad (aunque muy deshidratado). Empezaron a correr rumores de que por intercesión de la monja, sucedían curaciones milagrosas. Así la devoción hacia Rita se extendió por toda Italia.
Rita fue beatificada por el papa Urbano VIII en 1627, cuyo secretario privado Fausto Cardinal Poli había nacido a 15 km de Roccaporena, que había sido el lugar de nacimiento de Rita).
El 24 de mayo de 1900 fue canonizada por el papa León XIII.
La fiesta de Santa Rita es el 22 de mayo.
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Santa Quiteria | ||
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Tabla barroca representando a la mártir
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Nombre | Quiteria | |
Nacimiento | 119 Braga (Portugal) |
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Fallecimiento | 130 Marjaliza (España) |
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Venerada en | Iglesia católica | |
Festividad | 22 de mayo | |
Patronazgo | Abogada contra la rabia | |
Santa Quiteria (en francés: Quitterie)?, en portugués, Quitéria fue una virgen y mártir del siglo II (Siglo V según otras tradiciones[1]?) de la que poco se conoce, más allá de su nombre y su culto. Ya aparecía en el Martirologio Hieronymianum y su nombre proviene de Kythere o Kuteria, que significa 'la roja'.[2]?
La leyenda habla de Quiteria como una de las nueve hijas que de un solo parto tuvo Calsia, la esposa del entonces gobernador romano en Braga, Lucio Castelio Severo. Repudiadas por su familia nada más nacer, Quiteria y sus hermanas (Librada, Marina, Victoria, Germana, Eufemia, Marciana, Genibera y Basilia), fueron adoptadas en secreto por cristianos del lugar y educadas según su fe. Perseguidas y amenazadas, las jóvenes se vieron obligadas a huir a diferentes lugares, siendo finalmente todas ellas martirizadas.
Se cree que Quiteria viviría primero retirada en los montes, para luego recorrer gran parte de Hispania y llegar incluso al sur de la Galia, volviendo Hispania, hasta la ciudad de Marjaliza (en la actual provincia de Toledo), donde encontraría la muerte siendo apenas una niña.
Tradicionalmente se le han atribuido milagros de sanación relacionados con el mal de la rabia, creencia que la leyenda atribuye al hecho de que los perros siempre se calmaran en presencia de Quiteria. Parte de sus reliquias se veneran en Marjaliza (Toledo), Burlada y Tudela (Navarra) y Lanuza (Huesca).
Está representada llevando su cabeza en las manos. Su atributo en el siglo XV es un diablo en forma humana, sujeto con cadena al cuello. A partir del siglo siguiente es un perro rabioso con la lengua fuera de la boca. A veces es un perro o dos que, con la cabeza agachada, están en actitud sumisa. Un corte al cuello, las cadenas y la espada o cuchillo se refieren al martirio, simbolizado por la rama de palma que porta. Es posible que muestre también una azucena, símbolo de la virginidad, por conservarla al escapar de su casa cuando su padre quería casarla con un joven pagano.
En opinión de Louis Réau el centro principal de culto de Santa Quiteria es Gascuña, donde generalmente suele formar pareja con Santa Librada (Liberata). En Aire sur l'Adour, localidad que asegura conservar sus reliquias. Hay una capilla puesta bajo su advocación en la iglesia de Sainte Eulalie, en Burdeos. En Saint-Laurent-d'Arce (Gironda) en la capilla de Magrigne, se realiza una peregrinación en su memoria. también se la venera en Normandía en la diócesis de Ruan. Louis Reau asegura que el culto de Santa Quiteria en España fue introducido por el obispo Bernardo de Agén, que convirtió a la santa en la patrona de su sede episcopal, la ciudad de Sigüenza.
Santa Quiteria recibe veneración en diversos lugares de la península ibérica:
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