El equipo de Colunga Team y yo te damos la Bienvenida a nuestra casa. Deseamos que te diviertas y que convivas con respeto y cariño con los demás integrantes de nuestra gran Familia.
ABRIL... SR. COLUNGA, CON USTED LO DESEO COMPARTIR.
Frente a usted... y a la vez muy cerca suyo. Con su profunda mirada, con la que a través de sus bellos ojos me hace suya. Donde en armonía con la bonita música que suena, nos pienso en instantes maravillosos, en los que la complicidad de ambas miradas y las risas son nuestras aliadas, entre palabras y momentos en silencio. Susurrándole. Nunca dejaré de amarle... Espero le guste la elección. Y si, puede que le hable de algunos de esos instantes... con los que deseo disfrutemos juntos. Por ahora, simplemente déjeme deleitarme con su embriagadora mirada en conexión con la mía, y de fondo, esa agradable melodía. Decirle que podría estar así, todo el mes de abril... si. Ni se imagina desde cuando llevo aquí.
No se si contarle lo que hacía minutos antes de comenzar a escribirle, mientras le observaba y usted a mi, con esa intensidad... pues no es mi intención resultar osada. Solo una rápida pincelada. Comía fresas con nata y tengo que confesarle que hubo un momento en que le miré con un poco de sonriente descaro y cierto jugueteo, si... cuando recurrí con sutileza al extremo del músculo que habita en mi boca para limpiar el contenido derramado en mis labios, debido a lo derretidas que andábamos, si, yo y la nata... jaja. Disculpe si le sonrojé... yo no sabría decirle de mí, ya que entre muchas cosas... me pone nerviosa, pero quiero que sepa, que mientras más tarde en volver, más atrevida me volveré. No, no es una amenaza, sólo una advertencia... je.
Como siempre, fue un placer. Gracias por permitirme. Le quiero.
Suya, Atardecer.
01 de abril de 2019.
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MARTES DE PRIMAVERA, SR. COLUNGA...
Y usted sigue mirándome de esa manera... No, hoy previamente, no me acompañaron fresas. Pero igual, mis labios se relamen al mirarle, cual fruto exquisito, con deseo de ser apreciado por mi boca, detenidamente y con deleite. Absorber de su talento y de su esencia, mientras sentada a su lado, no le pierdo de vista. Es más, reto a la suya... Voy a dejarlo aquí, pues como ayer le decía, Sr. Colunga, usted me pone, entre otras cosas... nerviosa.
Y esa melodía sigue sonando... y junto a cierta traducción de su letra acaricia mis oídos, mientras le sigo mirando.
Embriaga un día más por usted, por su mirada... Le quiero.
Atardecer
02 de abril de 2019.
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LE AGRADEZCO, SR. COLUNGA...
Y lo hago de corazón y con un beso. Uno que le haga sentir toda mi admiración y lo que por usted siento. Tan suave e intenso, que le acaricie por dentro. Que le susurre lo agradecida que estoy de que tomara la decisión de dedicarse a la actuación. De lo orgullosa que me siento de que sea un gran actor y me haga disfrutar de la emoción. Y no una vez ni dos... sino transmitiéndome tanto que provoca lágrimas en mis ojos, a través de los años, con una misma escena y su magistral interpretación. Un beso, donde mis labios rozan su fornida y confortable mejilla y atrevidos quieren seguir susurrándole el revuelo de sentimientos que usted produce en mi interior, deslizándose hasta la comisura de su boca, permaneciendo en ella silenciosos escuchando el latir de los suyos.
Le agradezco, Sr. Colunga... de corazón.
Y sí, me embriaga... pero tan embriagada por usted y su mirada, que me corta la respiración, y a veces, como ayer, hasta las palabras... Le quiero. Su Atardecer.
03 de abril de 2019.
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SR. COLUNGA, CUATRO DE ABRIL...
Y continúo aquí... Atraída por su magia, por su poder de atracción... por su magnetismo. Por su arte con la actuación, por si mismo. Me deja bloqueada con su mirada, sin poder articular palabra. Con un montón de ellas revoloteando por mi cabeza, deseando pronunciarlas y compartírselas, pero usted las hipnotiza. Como si las entendiera sin necesidad de ser expresadas, pues sabe la fuerza que usted tiene sobre mí. Bien sabe que con solo mirarle... Y la canción de fondo, como que no me ayuda mucho... Hacen una bonita y excitante combinación. Sr. Colunga, disculpe que desvíe una momento la mirada para poder contarle... Está bien, le sigo mirando. Decirle, que son más de una las escenas con las que me emociona a lo largo de los años y eso tiene mucho mérito. Ayer concretamente me refería a esos momentos en que Manuel se entera de quien es realmente su administrador. Y lo que sucede a posterior... Puro arte de su parte. Y ese momento en que Matilde marcha tras echarla de la casa y el se refugia en la habitación, camina deambulando hacia la cama, donde se sienta en el lado donde se acostaba ella y acariciando su almohada se echa sobre la misma llorando desesperadamente. Solo de contarle me emociono, puede imaginarse con ello lo que usted me transmite con su grandioso talento y su exquisitez al plasmarlo, con su gran capacidad de interpretar haciendo que parezca tan real. Un disfrute constante el que me ofrece y que yo sigo agradeciéndole. Y todo ello junto a un gran trabajo en conjunto, es un deleite. Tras contarle esto, me apetece entrelazar mi brazo con el suyo... y permaneciendo ahí sentados el uno junto al otro, echarme sobre tu hombro... oler su intensidad, percibir su esencia, su calor... sentirle. Rendida a su poder de atracción, físico e interior. Le quiero. Atardecer.
04 de abril de 2019.
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EN ABRIL, SR. COLUNGA...
Vuelve a hacerme reír y su risa haciéndome feliz... Hubo un momento en que la tentación de echarme en su hombro hace que por un instante, al sentir esa confianza en su mirada, llegue a tutearle. Y usted, al ver mi apuro, con un simple gesto... consigue hacerme reír. Y entonces se percata que hay algo que hace desviar mi mirada de sus ojos... Y es cuando le susurro que además de su mirada y su boca, los pliegues de su cuello, me vuelven loca. Su risa brota alegre... y algo tímida, cuando se percata de la seriedad con que se lo digo viendo como giro refugiándome en ellos, impregnándome de su suavidad y agradable olor natural. Y cuando su silencio, al sentirme, me hace ver que ha comprendido lo que le digo, le susurro algo al oído. Su risa brota de nuevo, haciéndome feliz. Sr. Colunga, su risa suena hermosa y su sonrisa es una belleza. Espero pueda disculparme por la demora, no era mi intención. Le quiero.
Atardecer.
05 de abril de 2019.
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HOLA,MI QUERIDA ATARDECER...MUCHAS GRACIAS A TI POR TODO...TE DESEO UN LINDO SÁBADO CON UN ABRAZOTE RELLENO DE MIMITOS...
AUNQUE TRATE DE QUE NO ME AFECTE SU MIRADA...
Con ella sigue intimidándome... Quizás más, porque la conozco así como el alcance de su intensidad. Aún así, me recompongo y trato de continuar. Pero créame que no es fácil hacerlo con lo que provoca lo profundo de sus ojos en mi. Bien que lo sabe..., si. Mejor dejémoslo ahí... Y tan compresivo usted, puedo imaginarle como en ese instante cierra sus ojos para no seguir afectando mi sensibilidad, me toma de la mano y poniéndome de pie a su lado, comenzamos a caminar... en silencio, sintiendo el roce de nuestras manos. Ensimismada en ese agradable letargo que me provoca, minutos después es cuando me percato de que va aún con los ojos cerrados. Sin más me dice, que le voy guiando, porque sin mi mirada pierde el equilibrio. Y yo sin la suya, ando perdida... Sr. Colunga. Nos miramos ambos con los ojos cerrados y al abrirlos... reímos a carcajadas. Y al compás de la canción que nos sigue llegando de fondo, caminamos con los brazos entrelazados por detrás nuestro, bromeando. Y entre broma y broma, nos vamos contando a medida que caminamos. Le comento pequeñeces que también son grandes, que hacía tiempo que no comía pizza pero que hoy me apeteció y aunque no era de salmón (el cual me gusta, más aun ahumado) igual me la comí en su honor mientras veía su magistral interpretación a través del Sr. Manuel Fuentes Guerra, disfrutando de intensas y emotivas escenas en las que borda ese dolor y ese desgarro interior del personaje. También que no me olvido de la historia "Tu, mi mejor hospedaje...", solo que estoy tratando de compaginarme para encontrar el tiempo y el momento que preciso para continuar... y ahí me atrae hacia si, y en la profundidad de sus ojos percibo no sólo su comprensión, sino mucho más... Le sigo soñando..., le susurro. Y aún más cercanos, caminamos por el apacible e inmenso parque donde entre bromas y una charla más profunda, nuestras miradas coinciden en instantes, haciendo que todo resulte mágico. A su lado todo lo es, Sr. Colunga. Por ello, aunque su mirada me siga afectando pues con la misma también me intimida a la vez que me eleva y deleita... a usted y a ella, los necesito. Le quiero.
Admirándole... Suya, Atardecer.
06 de abril de 2019.
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HOLA,MI QUERIDA ATARDECER...MAÑANA TE DEJO TU ELADIO Y LOS QUE TE DEBO...TE DESEO UN LINDO Y MÁGICO DOMINGO CON UN ABRAZOTE,MUCHOS MIMITOS Y MI AGRADECIMIENTO...
NOSTALGIA DE USTED, SR. COLUNGA...
Si no regresa a por mí, saldré a buscarle. Viajaré y buscaré, hasta encontrarle. Volaré, cruzaré océanos, olvidaré la razón si es necesario, sólo por el corazón me guiaré. Si no lo hice antes, no fue por cobarde, sino por usted..., por esperarle. Pero es tanta la nostalgia que hoy siento por usted, Sr. Colunga, que mi deseo es salir a buscarle.
Aunque le siento ahí cercano, necesito hacer física esa cercanía. Entiéndame. No subestime mi valentía... Hoy siento nostalgia de usted, disculpe mi osadía. Le quiero.
Atardecer.
07 de abril de 2019.
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SR. COLUNGA, ME INQUIETA Y ME CALMA...
Aunque es cierto que es una inquietud agradable y emocionante. Un alboroto interior desde que le miro, regocijándome en su excelente interpretación y embriagándome con lo que me provoca más allá de la misma. Una vorágine de sensaciones que mariposean entre mi tripa y mi corazón, donde mi pensamiento es secuestrado por usted actuando a su merced, robándome hasta el alma. Pero a la vez, me ofrece su mirada... y con ella me devuelve la calma. Nuestros ojos se acarician y se comunican, en ese lenguaje particular que sólo nosotros sabemos. Su mirada me penetra y de nuevo me inquieta... Bendita inquietud la que me provoca, Sr. Colunga, y bendita la forma en que me calma.
Entre la locura y la cordura... Suya,
Atardecer.
08 de abril de 2019.
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BUENAS NOCHES, SR. COLUNGA...
¿Extrañaba mis buenas noches?. Yo también. No, no me refiero a mi buenas noches antes de conocerle a usted. Si, probablemente eran más tranquilas por eso de que dormía más..., pues usted me ocupa mucho tiempo, (sólo con mirarle se me pasa sin darme cuenta), lo cual no significa que lo pierda..., por supuesto. Al contrario. Lo disfruto mucho con usted, aunque a veces me quite el sueño... jaja. Hoy me gustaría quedarme acurrucara en sus brazos y despertar horas después, con su susurro en mi oído. Con esa agradable sensación y su magistral interpretación a través de Manuel, viajaré.
Le quiero, Sr. Colunga... y una día más fue un placer.
Atardecer.
09 de abril de 2019.
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SU PENETRANTE MIRADA...
Igual me desafía, que me acaricia el alma, me introduce en usted, y lo adentra en mi. Me susurra y me calma, me llena de emoción, transmitiéndome tanto, que me cala el corazón. Me alegra, me embriaga, me desnuda por dentro, abrazando mi cuerpo, hasta cortar mi respiración. Me sonríe, me cautiva, llegando a la seducción, a la ternura, a la provocación, penetrando en mi interior.
Su penetrante mirada, Sr. Colunga... es para mí una hermosa aventura, mi mejor aliada.
Le quiero, le extraño.
Atardecer.
10 de abril de 2019.
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LA ESTRELLA QUE MÁS BRILLA... USTED, SR. COLUNGA.
Mi estrella particular, la que más ilumina. La que me aporta alegría. La que admiro por su esencia y su inmenso talento, por brillar con luz propia. Sabe que su éxito siempre me hace feliz y que se le reconozca como merece su grandioso trabajo, pero también que me gusta verle disfrutar con ello, compartirlo juntos. Pero déjeme que le felicite una vez más por su magistral interpretación, por su exquisitez y calidad al actuar. Hoy vi un atardecer precioso, donde rápidamente me llevó a pensar en usted. Entre nubes oscuras, un sol grandioso brillaba, me encandilaba mientras lo observaba, dejando un bello paisaje que admirar. Simplemente, sonreí y le pensé.
Le quiero. Buenas noches.
Atardecer.
11 de abril de 2019.
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UNA CHARLA... CON USTED.
Algo que se va postergando en el tiempo, por la escasez del mismo... pero sobre todo porque me acaba atrapando con su atractiva y sobresaliente forma de interpretar, cautivándome con ese personaje que sigo disfrutando, Manuel. Pero está ahí, no como pendiente, pero si apetecible de hacerlo. Una conversación distendida, Sr. Colunga. Hay tanto de lo que me gustaría conversar con usted. Durante el día ronda por mi cabeza, el comentarle tal o cual cosa. Pero luego el tiempo se reduce, me seduce a través de su personaje, seguido me mira como usted sabe hacerlo... y junto a la canción de fondo, ya entre sus ojos me pierdo.
Y ahí ya, conversamos de una manera especial, Sr. Colunga. Le quiero.
Suya,
Atardecer.
12 de abril de 2019.
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AVENTURARNOS JUNTOS... SR. COLUNGA.
Era un escenario precioso, al aire libre entre arboles altos que servían de decoración junto a la luna que se dejaba entrever algo más arriba de ellos, entre la escasa claridad que apenas quedaba entre el anochecer que se acercaba. Estaba emocionada cuando ya me dirigía a mi asiento en primera fila, mucho más cuando miré al frente y me percaté de todo ello en su conjunto y de que en nada disfrutaría de su gran talento y profesionalidad, de su inmensidad actoral en conexión con aquel natural e impresionante escenario. De un momento a otro comenzaría. Se acercaba la hora. La emoción me pudo y quise saber cuánto quedaba. En ese instante en que miré mi reloj de mano, despertaba sobresaltada pensando en usted. El corazón palpitaba alterado y mis ganas de verlo, en aumento. Esa sed de aventurarnos juntos... Sr. Colunga, crece... y solo usted puede hidratar mi alma.
Le quiero, le extraño.
Aún con la emoción en el cuerpo... por ese lindo sueño y por estremecerme con su magistral interpretación junto a Manuel,
Su Atardecer.
13 de abril de 2019.
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EL GORJEO DE UNAS GOLONDRINAS...
Me llevaron a usted, Sr. Colunga.
Fue en la mañana, cuando me dirigía a la cocina. Escuché el gorjeo de unas golondrinas en uno de los patios de luz. Me acerqué al ventanal y al verlas, usted me vino enseguida a la mente. La elegancia de las mismas, el trinar que mantenían. Eran dos... revoloteaban y a la vez, conversaban o cantaban, no sabría decirle, posadas en el cordel. Me incliné un poco más para apreciar su bonito pelaje negro y su panza blanca, y me percaté de una tercera, que reposaba más atrás que también comenzó a gorjear. Una de las otras revoloteó tras columpiarse en la cuerda, y se marchó, siguiendo la conversación o su cantar, las otras dos. Aquel debía ser su lugar de encuentros, pues en el suelo ya había rastro de ello. Un lindo espectáculo que observé sonriente, haciéndome cómplice. El gorjeo de aquellas golondrinas... me llevaron a pensarle, Sr. Colunga. Y con su personaje de Manuel, volvió a emocionarme. Le quiero.
Agradecida... Admirándole, Atardecer.
14 de abril de 2019.
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ME REFUGIO EN USTED....
Entre sus ojos... y previamente, en su magistral interpretación a través de Manuel. La caricia y el abrazo que usted me proporciona con su bella mirada y su grandioso talento, fueron el bálsamo que consiguieron aliviar esos momentos de tristeza, tras ver las imágenes en directo de como Notre Dame era devorada por las llamas. No daba crédito a lo que mis ojos estaban viendo, cuando mi mamá me lo comentaba y encendía el televisor. Casualmente estaba en ese momento en casa, y en ese instante ahí frente a la pantalla, cuando vi como caía la torre de aguja y continuaba el fuego que ya llevaba tiempo prendido y seguiría horas después. Sentía que era más que una catedral lo que se perdía entre aquellas llamas. Años, siglos de historia, cultura, de belleza arquitectónica, una valiosa obra de arte gótico de valor incalculable... Era una sensación de tristeza y desgarro, que solo consolaba el que no se conociera hasta el momento perdidas humanas. Una catedral, Notre Dame, construida entre 1163 y 1345 y que Victor Hugo la ensalzó gracias al éxito de su novela "Nuestra Señora de Paris" (1831) en la que contaba la historia de un jorobado y una hermosa gitana, Quasimodo y Esmeralda, así como hacía referencia a la situación en aquel entonces de dicha catedral. En usted me refugié, Sr. Colunga. En la caricia y en el abrazo que me proporciona con su bella mirada y su grandioso talento al interpretar.
Le quiero, le necesito, Su Atardecer.
15 de abril de 2019.
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ME TRANSPORTA... SR. COLUNGA.
A una vorágine... si..., a una pasión desenfrenada a través de su mirada, a una mezcla de intensos sentimientos a través de su exquisita interpretación. Me transporta... Sr. Colunga, con su magia, con su esencia, con sus bellos ojos, elevándome, cautivándome, abrazándome.
Sintiendo que aún me sostiene entre sus brazos, percibiendo el calor de su pecho, escuchando el susurro de su corazón... a la vez que acaricia el mío.
Le quiero. Permítame un beso, por favor.
Atardecer.
16 de abril de 2019.
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SR. COLUNGA, ANTES O DESPUÉS...
Mi deseo es perderme en usted.
En su atractiva mirada, en la calidez de su piel. Entre sus bellos ojos y su sugerente boca. Con cada rasgo de su rostro, entre el jugueteo de su cuello y su cabello. Perderme entre su calidad artística y profesional, en su fuerza interpretativa, en su grandeza actoral.
Sr. Colunga, antes o después, en tiempo o con demora, más temprano o más tarde, mi deseo es perderme en usted.
Disculpe la hora, no fue mi intención demorarme. Recuérdeme que le cuente sobre mis risas de hoy. Le pensé. Le quiero, le extraño. Y de fondo esa música... que me lleva aún más a pensarnos, aventurándonos.
Atardecer.
17 de abril de 2019.
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SU RISA, UNA DULCE BRISA... SR. COLUNGA.
Si, le cuento de mi risa. Se trataba de una comedia. Tras llegar del trabajo el miércoles, había mirado en el móvil que habría en cartelera a modo de información. Un título me llevó a recordar el pequeño tráiler que vi anunciar en su momento de esa película española. Sin pensarlo mucho, se lo comentaba a una de mis hermanas que llegó a casa, invitándola a que fuéramos. Y ya con el tiempo justo para prepararnos rápido, decidimos marchar. Yo conducía, unas gotas caían... encontrar un aparcamiento cercano se hacía complicado y la risa ya comenzó cuando al salir del coche, echamos a correr esquivando cualquier obstáculo. Una vez sentadas en la butaca, no paramos de reír. Una "chorrada" tras otra. Pero bien realizadas e interpretadas. No necesitaba saber más nada de esa película, sólo que me hizo pasar un buenísimo rato y es lo que más valoré, ya que hacer reír no es fácil.
Mientras la veía, le pensé... Y usted puede imaginar por qué. Recordar su risa, es una dulce brisa... Sr. Colunga.
Le quiero.
Atardecer.
18 de abril de 2019.
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HOLA,MI QUERIDA ATARDECER...GRACIAS A TI,SIEMPRE,,,TE DESEO UN LINDO Y MÁGICO VIERNES CON UN ABRAZOTE Y MUCHOS MIMITOS...
SR. COLUNGA, QUIERO CONFESARLE...
Que cada día quizás peco al pensarle, al mirarle, al soñarle. Porque no solo es un ratito... es a cada instante, porque lo hago con admiración, pero también con deseo y pasión, porque usted es mi sueño especial, pero no sólo eso..., es mucho más. Sr. Colunga quiero confesarle, que no me quedo en su personaje y en su magistral forma de interpretar, que le pienso mucho más allá, dejándome cautivar por su mágica esencia y su interesante personalidad. Que en la belleza de sus ojos yo me pierdo, cayendo en tentación..., trasladándome a su interior, por el que me sentí atraída desde el primer día. Que le quiero, que le amo.
Quiero confesarle Sr. Colunga, que de todo ello... no estoy arrepentida.
Suya,
Atardecer.
19 de abril de 2019.
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SR. COLUNGA, DESPUÉS DE MI CONFESIÓN...
Le hago una petición...
Que escuche la canción, mientras me piensa y me mira a los ojos en respuesta a los míos.
Le deseo una feliz Pascua de Resurrección y por mi demora en estos días... le pido perdón.
Le quiero, Sr. Colunga.
Su Atardecer.
20 de abril de 2019.
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SR. COLUNGA...
Tras estos días de festividad, vuelve la normalidad laboral. Fue una semana llena de emociones por circunstancias varias. Con usted, un mismo sentimiento que fluye diferente, cada vez. Un día a día, Sr. Colunga... que pudiera parecer rutina, pero a su lado se convierte en una interesante aventura, aún con la misma mirada y la misma música, pues la emoción que me provoca en cada momento, hace que sean distintas, pero siempre agradable a mi oído y mi vista.
Un placer para todos mi sentidos, Sr. Colunga, lo que usted me provoca a cada instante.
Le admiro, le quiero.
Atardecer.
21 de abril de 2019.
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LE EXTRAÑO... SR. COLUNGA.
Extraño no solo verle y ver en directo su exquisita forma de interpretar, también hablar con usted, más allá de este espacio y de esa conexión entre ambos, a través de la que nos comunicamos. Conversar de variedad de cosas, de las que me gustaría saber su opinión y darle a conocer la mía, compartir esos momentos intercambiando no solo palabras, también sensaciones y nuestro sentir, escuchar su voz por respuesta.
Le extraño... Sr. Colunga. Tanto, que duele. Uno de esos días en los que la distancia física quiere imponerse. Pero no, no se preocupe... que no voy a flaquear. Solo abráceme y se me pasará... Le quiero.
Su Atardecer.
22 de abril de 2019.
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HOLA,MI QUERIDA ATARDECER...TE DESEO UN LINDO Y MÁGICO MARTES CON UN ABRAZOTE,MUCHOS MIMITOS Y MI AGRADECIMIENTO...
LE MIRO, SR. COLUNGA...
Y me pierdo entre la intensidad de sus ojos y la sensualidad de su boca. Entre lo agradable de su mejilla sobre mí, y la seducción de su nariz.
Hasta que el pulso de nuestras miradas nos hace reír, y ahí ya con usted me tengo que rendir.
Dejándome llevar por su magia... Sr. Colunga.
Le quiero, le sueño.
Atardecer.
23 de abril de 2019.
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SR. COLUNGA...
La lluvia me hizo pensarle.
Pero qué si le digo, que no me da tiempo de contarle. Apenas a mirarle un instante más... y con eso me quiero quedar. Con su bella expresión, para guardarla en mi retina y que me acompañe todo el día, el cual hoy se presenta bien completo y probablemente también lluvioso, por lo que espero vuelva a mi mente junto con las risas.
Le quiero, le pienso.
Atardecer.
24 de abril de 2019.
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ESCUCHO LA MÚSICA, SR. COLUNGA...
Y me vienen a mi pensamiento instantes hermosos que comparto con usted, aventuras continuas... momentos varios, donde la complicidad y las risas siempre están, pero sin tiempo para poderle proponer ni contar. ¿Sería tan amable de esperarme a que regrese, me quite los zapatos y me ponga cómoda a su lado?. Si, también llovió aunque algo menos y esta vez no me mojé... je. Le contaré... si. Por cierto, ¿le he dicho alguna vez que le quiero?.
Por favor, no me siga mirando así que tengo que marcharme y así no podré... Atardecer.
25 de abril de 2019.
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LE CUENTO..., SR. COLUNGA.
Tras cruzar la puerta, ella dejaba atrás sus zapatos... y con la calidez del parqué en sus pies se dirigió hasta Él, quien se encontraba observando la noche a través del amplio ventanal, aparentemente tranquilo, con sus manos en los bolsillos del pantalón, cuya prenda dejaba entrever su fornida silueta, algo de lo que ella se percataba a medida que se acercaba. Al rodearlo por la cintura con sus brazos, sintió que su palpitar aumentaba y su respiración se aceleraba a medida que las manos de ella lo acariciaban, algo que pudo comprobar minutos después cuando Él se volteaba y la estrechaba entre su cuerpo, lo cual hizo avivar su propio ritmo. Más cuando la levantaba un palmo del suelo y girando sobre si mismos, comenzó a besarla. Tras largos minutos de estimulación mutua, es que se susurraban y sus risas brotaban a carcajadas, a medida que Él la colocaba a horcajadas sobre su cintura y entre arrumacos conseguía caminar hacia el sillón más cercano. Con ella sobre su regazo, ambos se miraron con intensidad, dejando las risas atrás a medida que un profundo silencio les invadía, embargándoles una emoción que hacía que se excitaran aún más. En ese instante, a modo de control, Él le pedía que le contara sobre su lluviosa aventura... A lo que ella le respondía, acercándose a su boca: Ahora no, Sr. Colunga... más tarde, por favor.
Mía... y suya a la vez, Atardecer.
26 de abril de 2019.
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LE QUIERO... SR. COLUNGA.
Le quiero.
Aún entre sus brazos, trato de dormir..., de recuperar las horas de sueño. Y créame que no es fácil, con la melodía de sus ojos... de fondo.
Atardecer.
27 de abril de 2019.
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ASÍ ES..., SR. COLUNGA.
Usted..., mi mejor hospedaje.
De ahí que no quiera de sus brazos apartarme. Hizo un día primaveral, soleado... donde disfruté de la naturaleza y le pensé. También le extrañé, mucho... Sr. Colunga.
Le quiero. Cuídese, por favor. Atardecer.
28 de abril de 2019.
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ABRIL... LLEGANDO A SU FIN.
Y yo... junto a usted, continuo aquí. Y seguiré, porque es un placer.
Al igual que abril, me resisto a irme de aquí, de dejar de mirarle junto a esa música de fondo. Es una delicia y no necesito más que observarle para recrearme en este espacio. Deseo escribirle, contarle... pero a la vez, no quiero dejar de contemplarle.
Permítame seguir haciéndolo en estos minutos que dispongo antes de marchar y mañana, con algo más de tiempo, yo le cuento... ¿si?. Déjeme perderme una vez más entre sus ojos, sentir el roce de su aliento... y la caricia de su boca.
Pensémonos, sintámonos... sin más, Sr. Colunga.
Le quiero, le abrazo.
Su Atardecer.
29 de abril de 2019.
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UN PLACER... SR. COLUNGA,
Haber compartido con usted... abril.
Y lo hice, con la mente, con el alma y el corazón. Pensándole, sintiéndole... queriéndole.
Por aquí, el sol hoy más que primaveral, apretó como si fuera verano. Días atrás, como le mencionaba, diluviaba. Habían bajado las temperaturas y junto a las intensas lluvias, parecía una primavera invernal. Aquel día, me mojé... pero también reí y le pensé. Y hoy, que volvía a hacer ese trayecto a pie hasta llegar al coche, sonreía recordándolo, también porque volvía a pensarle. Fue a la salida del trabajo. Le cuento... Por lo general, no aparco mi coche en el parking subterráneo que se encuentra bajo el gran edificio, sino que prefiero dejarlo en el parking exterior, quizás por rapidez o por evitar el atasco a la salida, como sea, para días de lluvia no es igual de práctico. Al bajar, me percaté de que llovía. Volví a por un paraguas que suelo tener de reserva en mi mesa. Pero de nada me sirvió. Fuera me esperaba un viento huracanado y una fuerte lluvia. El recorrido hasta mi coche fue una odisea. Y ahí también empezó la risa. El aire me empujaba literalmente y el paraguas se me daba la vuelta...jaja. Pero a la vez no podía cerrarlo, porque llovía con gran intensidad. Así que me aferré a él y el mismo a mí, tanto que apenas veía por donde andaba. Curiosamente, ese día tuve que dejarlo en otro lugar diferente a donde suelo aparcarlo, pero también cerca. Lo que lo hacía largo era la meteorología del momento. En la parte de atrás del mencionado edificio, teniendo que pasar por un pequeño parque. Escuchaba el viento sobre los árboles, desconfiada, pues pensé que alguna rama se desprendería cayendo sobre mi. Y cuando divisé mi coche entre el resto de los que allí se encontraban, al acercarme a él, le pensé, como si me estuviera viendo desde algún lado. Y ahí, traté de cerrar el paraguas pero se quedó atascado. Todo eso Sr. Colunga cuando más azotaba el viento, que me desplazó más de un metro y llovía intensamente, impidiéndome realizar mi cometido. Así, que tuve que entrar con el paraguas abierto y a medio plegar... jaja. La ropa al igual que el pelo, casi toda mojada. Y ya dentro, el objeto por fin se dejó cerrar. Y a partir de ahí, ya me adentré en la carretera, que a medida que me adentraba en ella, la intensidad del viento y la lluvia, hacía que el paisaje fuera una intensa cortina blanca donde apenas se divisaba el resto de vehículos y donde los parabrisas se movían al máximo sin éxito, porque la lluvia azotada por el viento, era más rápida, interponiéndose la precaución a la risa anterior. La cual volvió cuando horas después, le contaba a mis padres y a mi hermano, entre carcajadas. También cuando en silencio, le pensé Sr. Colunga, acompañándome en esa lluviosa aventura.
Abril... aguas mil, dice el refrán. Y compartir con usted, abril... fue un placer para mí.
¿Sabe?, volví a pillar desprevenidas a las golondrinas. Solo estaban las dos..., pienso que son macho y hembra, y creo que seguían cortejándose a través de su gorjeo. Y al verlas, nos pensé..., je. Si, ya son nuestras golondrinas. Si, como esta música... ya es nuestra banda sonora. El jueves recojo el Cd en la tienda, y será un deleite escucharlo pensando en usted, en mis viajes por carretera. Bueno y fuera de ella... jaja. Si, ya le dije que le contaría... aproveché que es festivo; y de la historia, no me olvido, ya le contaré. Fue un deleite recrearme con usted en este espacio. Y bueno, viene mayo... Le quiero.
Admirada con usted, atrapada en su provocadora mirada.
Su Atardecer.
30 de abril de 2019.
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