En la cabeza de ella seguía aquella llamada inesperada que él le hizo aquel día, la cual colmó el vaso con aquel tema que llevaba batallando hacia un par de meses, amenazándola con demandarla e ir a juicio si se empeñaba en seguir siendo tan frívola con dicho tema, lo cual le superaba además de que había acabado casi con su ilusión respecto a lo que tenía previsto, lo que unido a las complicaciones del trabajo en aquellos días hizo que adelantara sus vacaciones con la aprobación de su padrino.

Ninguno de los dos habían reconocido su voz cuando se conocieron, pues con el cabreo de ambos en aquella conversación telefónica junto a las interferencias en la misma, impedía que así hubiera sido. Tampoco pudieron asociar sus nombres, porque los dos se presentaron con la terminación de los mismos y sin mencionar ningún apellido.

Todo aquello se le cruzaba por la mente en segundos, mientras miraba a su padrino, esperando una respuesta de él, totalmente desconcertada por lo que estaba sucediendo, recordando a la vez el momento en el que estuvo por contarle de su vinculación con aquel lugar, pero él lo impedía girándola y besándola tras haberle escuchado decir a ella que si ya sentía cierto encanto por aquel lugar, con lo que acababan de vivir y sentir mucho más, dejando en el aire aquel "¿Sabes...? yo ", que le comenzaba a expresar haciendo que se olvidara por completo de aquello que estaba por decir frente a aquella puesta de sol.

- No te preocupes, hablaré con mis abogados y ellos llevarán a cabo los tramites oportunos con el Ayuntamiento del pueblo para que se desista de la expropiación si es lo que deseas. Y no te sientas mal por tu idea, la cual tenías pensado llevar a cabo en una parte de los terrenos, respetando la vivienda que allí se encuentra, y que lo hacías con la intención de que la gente que visitara la zona pudiera disfrutar de aquel bonito lugar, aunque para él fuera algo frívolo según me dijiste.

- Supe que es hijo de la señora María. Coincidí con ella el día antes de regresar y me lo dijo con total normalidad en medio de la conversación que manteníamos al referirse a él, dándome a la vez a entender que tu eras el padre.

La expresión de Armando cambió sorprendiéndole lo que escuchaba, aunque podía percibir una leve sonrisa entre su seriedad, al mencionarle a aquella mujer.

- Siempre me hablaste bien de esa mujer... ahora entiendo por qué.

Mientras su padrino se disponía a contarle sobre su pasado, él... el hombre con el que había vívido momentos maravillosos, se encontraba en aquel hotel, tratando de llegar a alguna explicación mientras hablaba con su amigo.

Por su madre, al hablar aquel día cuando le comentó sobre la invitada que había en la casa, supo que se trataba de la hija de unos antiguos conocidos de Armando, con los que mantenía una estrecha amistad de años teniéndoles mucho cariño, aunque ella no los conocía personalmente.

Desde ese momento él descartó cualquier relación distinta de aquella con su padre y ella, incluso la de que trabajaran juntos en la misma empresa. Le impresionó tanto desde que la vio, quedando tan embobado con ella desde que la conoció que no se percató de nada más que de disfrutar cada instante a su lado, se decía.

Pensaba en aquella llamada que le hizo poco antes de que ella viajara a aquel lugar, donde en los escasos minutos no pudo ni apreciar su voz, más por el cabreo que tenía en aquellos momentos. La terminación de su nombre, con el que ella se presentó tampoco lo relacionaba con el que aparecía en aquel cartel de la gerente ni con el que aparecía en la firma de aquel par de escrito que intercambiara con ella dirigidos a aquella empresa, la misma que presidía Armando, quien le facilitó el nombre de la propietaria de "El Parral", cuando un día le planteó que le vendiera aquellos terrenos, quien se negó cuando le comunicaba que el propietario ya no era él, sino una tal...

Le dolía recordar aquel duro trago, cuando se enteró suponiendo que su padre se había desecho sin más de aquellos terrenos. No se podía creer, que ella fuera la misma mujer que tenía pensado construir en aquel lugar donde días atrás él le había contado lo importante que era el mismo para él y donde se habían amado.

Seguía preguntándose por qué no le había dicho nada. Recordó entonces las palabras de ella cuando él le preguntó el motivo que le había llevado viajar a aquel lugar, también de su interés por ir hasta El Parral: "Tenía muchas ganas de ver este lugar, por una fotografía que vi donde se encontraba me resultó precioso, las vistas... por lo que había oído de él a Armando. Si ya tenía cierto encanto para mí, ahora mucho más. ¿Sabes?, yo...".

Recordó que en ese momento le impidió que siguiera, pues tras escucharla decir aquello, la giraba hacia él aferrando su boca a la de ella, frente a aquel precioso atardecer.

Y ya cualquier duda, rabia o confusión, volvía a desaparecer de su mente... sólo existían aquellos intensos momentos vividos y el amor que sentía por ella.  

 (01/08/2018 - Atardecer).

Ella trataba de tranquilizar toda aquella mezcla de sentimientos encontrados en su interior, cuando su padrino al ver su preocupación se sentaba cerca suyo para seguir contándole. No dejaba de pensar, en que varias veces quiso saber cuando que se comunicó con Armando en los días que estuvo de viaje, en las que apenas pudieron hablar pues él andaba ocupado. Recordaba el día que le decía que iba a ir a El Parral y que iba a llevarla... Nando. Notó su extrañeza al contárselo, como si le sorprendiera que fuera a hacerlo él. Ahora sentía, que en alguna ocasión, hasta trató de evitar seguir hablando, quizás.

No dejaba de pensar, en los días vividos junto a él, habían sido de los más especiales disfrutados. De la ilusión con la regresaba para contarle a su padrino que había cambiado de opinión respecto al proyecto que había pensado para aquel lugar. Que no quería hacer nada allá, que respecto a la propuesta realizada planteando la construcción de una carretera que comunicara el pueblo con aquel lugar y continuara hasta enlazar con la autopista para mejor acceso del turismo al pequeño y coqueto hotel que tenía en mente y a toda la zona en general, dando vida además a toda la comarca, ya no le interesaba, que solicitaría la anulación de su solicitud. 

Pero su ilusión se esfumó, cuando antes de poder contarle a Armando tras su llegada, se encontraba con que el dueño de las tierras colindantes era él, el mismo al que tiempo atrás le había hecho la propuesta de compra de parte de su terreno, pues debido a las condiciones del mismo no podía hacerse la construcción de la vía sino siguiendo la linde del camino y eso significaba tener que adentrarse en parte del territorio vecino.

Su mente no dejaba de pensar, mientras escuchaba la voz de su padrino de nuevo, tras haberla dejado de oír durante unos segundos.

 (02/08/2018 - Atardecer).

Él mientras tanto seguía pensándola, con deseo de salir corriendo hacia ella. Pero la mente y el corazón no se ponían de acuerdo y allí permanecía, con rabia e impotencia, entre recuerdos.   

 (07/08/2018 - Atardecer).

Armando seguía contándole, adentrándose en su pasado.

 (08/08/2018 - Atardecer).

 Ella miraba a su padrino con cierta incertidumbre, como si no comprendiera por qué su padrino no le contó antes.

- Por tu cara se que tal vez...

- Es que me resulta difícil entender por qué no me hablaste antes de...

- Simplemente porque no surgió antes o quizás porque... en el fondo me hacia daño remover el pasado. Sabes del cariño que te tengo y para nada he querido hacer que te sintieras mal. Ha sido de un tiempo en esta parte en que todo se ha complicado. Te conozco desde que naciste. Sabes que tus abuelos y mis padres fueron muy amigos, desde que se conocieran en uno de los viajes que mi progenitor hizo a España, de ahí mi relación desde siempre con tus padres desde que yo hiciera también ese viaje hasta allá, a la capital. Me había hecho de dinero cuando la compañía comenzó a ir bien y quise invertir en unos terrenos sobre viñedos. Ahí tu padre me habló de aquel lugar, de aquel bonito pueblo pues era una de las zonas más productivas en ese cultivo. Y allí fue donde conocí a María...

- Pero en aquel entonces tu y Lucía ya os conocíais...

- Si... Yo la conocía desde niño. Siempre le tuve cariño y la relación de nuestras familias de años atrás hizo que en cierta manera siguiéramos el deseo de ellos de que algún día nos casáramos. Nos llevábamos bien, era buena mujer, yo le tenía mucho afecto y bueno, tras terminar los estudios y ponerme  a trabajar con mi padre en la empresa, pues comenzamos a vernos más y plantearnos esa relación de otra manera. Pero conocí a María y ahí me di cuenta del verdadero amor. Lo que sentía por Lucía, nunca había sido igual.

Su padrino le contaba con los ojos humedecidos de la emoción. Ahí, ella le cogió la mano, mostrándole su comprensión e intrigada por todo lo que Armando le estaba desvelando.

  (09/08/2018 - Atardecer)

 - Te refieres a antes de nacer Nando... El que no te perdone que no hubieras podido convencer a María por aquel entonces.

- Si... De pequeño no hubo problema con él, siempre se alegró cuando iba a verlos. Pero al hacerse mayor, pienso que su distanciamiento puede que se deba en parte a eso. No lo se... A veces pienso que igual tuve que haber insistido más, no haber permitido que se marchara, pero lo intenté... Sólo que no quise obligarla a nada que no quisiera, respeté su decisión. Optara o no por seguir con Lucía, ella no iba a cambiar respecto a seguir juntos. Así me lo dijo. Y aunque no hubiera decidido atender a Lucía en su enfermedad, tampoco hubiera accedido.

- No te sientas mal, creo que en aquel momento, hiciste lo que creíste correcto con las circunstancias que había. Fue ella la que no aceptó tu petición, ya fuera por sentirse culpable o porque ella pensó en aquel momento que lo correcto era apartarse... Y después, cuando falleció Lucía, no se, igual ella...

- Era como si la ilusión de estar juntos en aquellos inicios, ya no fuera posible con el tiempo, como si aquella oportunidad ya no pudiera regresar, que aun amándonos como lo seguíamos haciendo y el tener un hijo en común, el unirnos y estar juntos lo siguiera viendo como la opción no apropiada, aunque fuera la que más deseábamos los dos.

- Y en aquel tiempo estuvieron viviendo en...

- Ahí si pude convencer a María, tras no se fácil, para que vivieran en la casa que mandé construir en los terrenos que poco después adquirí. Justo donde te estuviste quedando cuando viajaste hasta allá. Vivimos momentos muy bonitos los tres allá. Cuando mi hijo ya se fue a la Universidad, ella regresó a su casa en el pueblo... a pesar de insistirle mucho en que se quedara, pues también era su casa, pero... ahhh...

 - Me dijo que estuvo viviendo allá un tiempo, pero que ahora estaba en su casa en el pueblo.

- Si... fue entonces cuando decidí ponerla a nombre de mi hijo. Pero testarudo también se oponía. Le decía que algún día todo sería suyo. Accedió con el tiempo tras mucho insistirle y con la condición de que siguiera siendo mía también, que la siguiera usando como tal. De ahí que te invitara a ir sin problemas, sólo que yo no sabía que el estaría allá, no suele hacerlo en esas fechas. También le ofrecí los terrenos colindantes y la zona de "El Parral", pero lo rechazó, no quiso aceptar mi propuesta.

- Ese, es un lugar especial para él. Lo supe cuando me llevó hasta allá...

- También lo es para mi. Solíamos ir los veranos, cómo disfrutamos en la alberca y entre aquellos viñedos. Allí fue donde lo engendramos, donde María y yo nos entregamos por primera vez, aquel día cuando fui a verla y la llevé para que viera la pequeña casa terminada.

- ¿Por qué me ofreciste a mi ese lugar...?, ¿por qué ese preciado regalo...?.

 (11/08/2018 - Atardecer).

 Tras ver la inquietud de su padrino al preguntarle, se levantó y fue hasta él.

- Siempre fuiste para mi como una hija. Tras ver lo reacio de él y el rechazo por lo que le ofrecía, para que pudiera disfrutar de ello cuando quisiera, me llevó a pensar en que sería de ese lugar, temía que algún día se desprendiera del mismo sin más y...

- No lo hubiera hecho...

- Lo se, pero en aquel momento su comportamiento me hizo dudar. No sabía de la importancia que tendría para él, pues le había ofrecido también el que ocupara el puesto de gerente o el que quisiera en la compañía, y tampoco aceptó. De ahí que considerara entregártelo a ti como regalo en agradecimiento por todo tu apoyo, en lugar de ofrecerte otro. Estaba seguro que lo valorarías y que conservarías su esencia.

- Pero él desea ese terreno, aprecia ese lugar...

- Lo supe después, cuando pasado un tiempo, tras haberse hecho de dinero con el trabajo que decidió seguir y que por supuesto respeto, alegrándome de lo bien que le va y lo profesional que es, me propuso la compra de "El Parral"...

En ese momento se percató de la emoción de Armando. Acercándose, se agarró a su brazo y se aferró a su pecho. Podía sentir lo duro que tuvo que ser para él.

- Y por qué no se lo...

- Le dije que ya no era el propietario. Fue duro aquella propuesta que me hizo, el ver su reacción y todo por su orgullo... Me pidió entonces que le vendiera los terrenos que colindaban, yo me negué pues era absurdo, ya que podía disponer de ellos cuando quisiera, eran suyos sin necesidad de comprarlos. Al final accedí, pues vi que era la única forma en que los aceptaría.

- No quiero que me lo tomes a mal, ni pienses que soy una desagradecida pero quiero devolverte esa propiedad, quiero que él disponga de ese lugar.

Su padrino al escucharla la miró fijamente, algo sorprendido.

- No, con mucho gusto te hice ese regalo y ese lugar ahora te pertenece a ti. A él se lo ofrecí antes y lo rechazó. Pero no deja de sorprenderme hasta donde llega tu generosidad con él...

- Y cómo supo...

 - Aquel mismo día me pidió que le facilitara quien era el nuevo dueño. Tiempo después fue cuando me comentaste que te habían procurado el terreno, diciéndome que habías rechazado la oferta de compra por varias veces. Y el resto, ya lo conoces, cuando hace como un año, comenzabas a hablarme de ese proyecto, interesándote por el terreno de al lado, cuyo dueño fue tajante. Después optaste por otra opción, solicitaste la necesidad de construir una carretera que comunicara y facilitara el tránsito de aquella zona. Y hace como un par de meses que tuviste noticias de él, tras saber de tus intenciones en "El Parral" y bueno hace unos días, tras la decisión de del Ayuntamiento de expropiarle...

- Pero por qué no me dijiste que se trataba de él, que el era el dueño, que él era tu...

- Ya te lo dije, porque no quería ponerme a favor de ninguno de los dos. Sois los propietarios de ambos terrenos y no quería interferir, como no lo hubiera hecho si se tratara de otras personas. He tratado de mantenerme al margen de la forma menos perjudicial posible. Se que puede resultar incomprensible, y lo siento... pero fue mi decisión. Pero tampoco yo sabía que coincidiríais y que en nada de tiempo todo se iba a complicar de esta manera. Y ahora, si... me vas a decir qué hay entre los dos.

- Padrino yo, preferiría...

- Disculpa, pero... ¿Acaso...?. Mira que le pedí que no se le ocurriera, que contigo no...

- Es alguien que significa mucho para mí... Y si, si ha habido algo entre nosotros. Junto a él he pasado unos de los días más importantes para mi, yo le...

- ¿Tu qué... Alda?.

- No ha sido fácil enterarme de todo esto de golpe, verlo tan dolido. La reacción que tuvo...

- Sientes por él mucho más de lo que quiero imaginar, ¿verdad?.

- Si... 

- ¿Te hizo sentir mal cuando estuvo aquí... ?.

- Fue duro verle así. Pero en cierta manera lo entiendo.

- No, no tiene ningún derecho a ponerse así contigo. Pero me va a escuchar...     

 (12/08/2018 - Atardecer).

 - No quiero que te disgustes con él por mi, que vayáis a discutir más... por favor..

- No te preocupes, quiero a mi hijo con toda mi alma... , pero hay cosas que tenemos que hablar y que aclarar desde hace tiempo.

- ¿Pero tu crees que aún no se ha ido...?.

- No creo. Espero ahora si me coja el teléfono y si no lo buscaré. Probablemente esté alojado en alguno de los hoteles en los que suele quedarse cuando viene a la ciudad, porque esa es otra tozudez suya, siempre pone cualquier excusa para no quedarse en la casa.

Y abrazándose a su padrino, es que daban por terminada aquella conversación, con deseo de que todo se resolviera entre padre e hijo, porque entre ella y él, sentía que algo se distanciaba cada vez más. En su cabeza resonaban aún sus últimas palabras, aquel "no me sigas más...".       

 (13/08/2018 - Atardecer).

Una vez sólo en el despacho, Armando se quedó un rato más observando a través de los amplios ventanales el no parar de la ciudad, absorto en sus pensamientos. Seguido cogió el teléfono. Tras marcar, aquel sonido de fondo le indicaba que estaba comunicando. Sin esperar más, debido a la amistad que tenía con los propietarios de algunos de los mejores hoteles de la ciudad y haciendo uso de los contactos de los que disponía le indicó a su secretaria, quien al poco tiempo le facilitó la información que precisaba.

Mientras Armando se dirigía hasta aquel lugar, con esperanza de que se encontrara cuando llegara, su hijo tras haberse comunicado con su abogado quien ya había tomado el vuelo para encontrarse al día siguiente con él, y a quien le había indicado para que tramitara la retirada de la demanda y resolver aquel tema, en esos momentos hablaba por teléfono con su madre, a quien no había podido evitar llamar.

  (14/08/2018 - Atardecer).

Mientras con una mano sostenía el teléfono, con la otra pasaba sus dedos por el cabello, cerrando los párpados unos segundos como tratando de querer con aquel gesto borrar todo aquello que estaba sucediendo. 

  (15/08/2018 - Atardecer).

Aún así, la voz de su madre al otro lado le tranquilizaba.

- Hijo, entiendo que te encuentres confuso, dolido... incluso, pero tienes que hablar con ella, aclarar las cosas.

- Es lo que más me gustaría, pero no puedo dejar de pensar que ella sea la que pretende hacer... y además, que Armando le haya dado...

- Nando, por favor, sabes que te quiere con locura, y nunca haría nada para fastidiarte. Deja de culparlo por una decisión que tomé yo.

  (16/08/2018 - Atardecer).

El silencio apareció en la conversación...

- Hijo...

- Mamá, ya hemos hablado de eso antes de ahora... ya te lo he dicho, no lo culpo de nada, sólo que...

- Solo que de un tiempo a esta parte, no le has permitido que... Discúlpame, no quiero hacerte sentir peor de lo que estás, pero piénsalo hijo. No te dejes llevar por esa confusión, por ese impulso que ahora sientes...

- No te preocupes mamá. El tiempo irá poniendo todo en su lugar...

- Pero no dejes pasar la oportunidad de hablar con...

- Mamá, sólo te llamé para charlar un rato, necesitaba escucharte. No quiero que este tema te inquiete. Se resolverá... ¿si?.

- Si, pero el cómo, es lo que me...

- Mamá...

- Está bien...  Cuídate y no dudes en llamarme cuando necesites. Un beso. Te quiero, hijo.

- Y yo a ti... Un beso.

Tras dejar el teléfono móvil sobre la pequeña mesa que tenía enfrente de donde se encontraba sentado, se cubría la cara con las manos, conteniendo la respiración... dejándola salir a continuación, con fuerza. Aunque había tratado de hacerle ver lo contrario a su madre, la desazón que sentía se interponía a esa luz que deseaba que apareciera entre todo aquel sin sentido. Una voz fuerte y segura, le sacaba de sus pensamientos.

- Hola hijo...

Cuando apartó las manos de su rostro y alzó la mirada, no pudo evitar que algo dentro se estremeciera cuando vio a Armando, frente suyo. Quien a su vez, lo miraba con gesto serio y preocupado, pues con solo ver la expresión de sus ojos, sabía que lo estaba pasando francamente mal. 

  (17/08/2018 - Atardecer).

Mientras se levantaba correspondiendo al saludo, su padre lo miraba viniéndole a la mente todas aquellas veces que coincidieron siendo pequeño y adolescente. Pero ya había crecido, aunque en la incertidumbre de su cara percibía que lo necesitaba como entonces. Y allá estaba, parado frente suyo, con ganas de abrazarlo con todas sus ganas, a pesar de su intención de pedirles explicaciones por su comportamiento y las palabras expresadas en el despacho.

En la terraza del edificio donde se encontraban, no había en ese momento más personas que ellos dos. El sol iba aplacándose con su puesta, iluminando con sus dorados rayos aquel espacio y los altos de los demás edificios de la ciudad, los cuales exhibían su impetuosidad.

Se acercó más hasta su hijo, quien a su vez deseaba aferrarse a su padre como cuando lo veía llegar de pequeño, sólo que ahora ya no lo era y habían cosas que lo habían ido separando. Y de nuevo lo que volvía a aparecer en él, era esa furia contenida haciéndose tantas preguntas.

- Siento el tono que usé... y le pido disculpas, pero como le dije no creo que tengamos nada de lo que hablar. Ya mi abogado se pondrá en contacto...

- Deja de decir tonterías y de llamarme de usted de esa forma como si fuera un desconocido, soy tu padre... ¿o acaso lo has olvidado?. .

- No, en estos momentos lo tengo más presente que nunca, donde me pregunto una y otra vez por qué.

- Deja ese tono, por favor... y de estar a la defensiva. Dijiste cosa muy fuertes en aquel despacho, como que te he traicionado y eso no es cierto...

- No se entonces como llamar a todo ese entramado que habéis montado a mis espaldas. Hubiese sido más sencillo haber ido de frente y no haber hecho que ella fuera la que...

- No sigas por ahí... Además a mi no puedes engañarme, lo que te tiene así no sólo son los terrenos y tu oposición a lo que allí se fuera a construir. Respecto a ella te advertí que...

- Claro, tu protegida... vamos que ni me le acercara.

- Algo que no hiciste, me temo... y deja ese tono, o me vas a obligar a...

- Preferiría no seguir hablando de esto...

- Te importa mucho más de lo que me quieres hacer creer. ¿Acaso no te has dado cuenta de la clase de mujer que es?. Si, porque no pasó desapercibida para ti...  Que desconfíes de mi, hasta lo podría entender por más que me duela, ¿pero de ella?.

- No me dijo nada de que era la propietaria, mientras yo con toda mi ilusión le enseñaba aquel lugar...

- Eso será algo que tendréis que hablar y aclarar entre vosotros, porque no se como se habrá dado las situación, si hubo realmente momento para ello. Tu lo debes de saber mejor que yo.

- Y tu también me lo ocultaste.

- Yo no te oculté nada. No sabías que estarías allí cuando le ofrecí la casa al decidir irse unos días para desconectar. Tampoco que se iban a complicar así las cosas con el tema de los terrenos. Y una vez ahí, yo no quise entrometerme, pues no quería ponerme a favor de ninguno de los dos. Se que todo esto se ha dado muy rápido, que hay cosas de la que tenemos que hablar, que igual te tenía que haber contado antes, pero no surgió... sólo que ahora han llegado las consecuencias. Sentémonos por favor... hay muchas cosas que aclarar y estoy dispuesto a hacerlo.

Tras escuchar a su padre decir todo aquello y de la manera en que lo estaba haciendo, de una forma conciliadora, accedió... pues necesitaba mucho de esa charla con su padre.  

  (18/08/2018 - Atardecer).

Tras haber sido atendidos y las consumiciones en la mesa, es que retomaban la conversación. Ambos se sinceraban, como lo que eran, personas adultas, padre e hijo.

Armando le expresó todo aquello que le había contado a su ahijada sobre su pasado, además de informarle de todo lo que ella conocía y desconocía de aquella situación, que no sabía que él era su hijo, del por qué de ofrecerle a ella "El Parral", del cariño y la confianza que le tenía, del apoyo recibido de su parte. De lo afectada que estaba al saberle dueño de esas tierras y la persona con la que se había enfrentado sin saberlo. De que su intención había sido otra tras haber visitado aquel lugar y saber lo que significaba para él.

- Sólo decirte, que no pierdas la oportunidad de hablar con ella. Si de verdad sientes por ella lo que...

- Si lo siento... pero también está todo lo que ha pasado después. Pero es curioso, que tu me digas eso, cuando en su momento dejaste pasar la oportunidad...

- No es cierto, yo no tuve oportunidad... Amo a tu madre, siempre la he amado. María es la única mujer que realmente he amado. Por eso respeté su decisión. Con el tiempo me di cuenta, que tal vez, quiso que esa fuera nuestra relación, que se tejiera en la distancia, demostrando así la fuerza e intensidad de la misma, aprovechando los momentos que estábamos juntos y que siempre fueron especiales, libres y muy sentidos. Aunque reconozco que no ha sido fácil... ni lo es.

- ¿Cómo has aguantado...?.

- Por ella, por el amor y el respeto que le tengo.

- Me cuesta entender que ella haya...

- No la juzgues. Simplemente acéptalo. Tampoco has sido fácil los momentos que no te tuve cerca. Espero puedas disculparme, pero siempre he tratado de darte todo lo mejor, más que nada mi cariño. Sabes que todo lo mío es tuyo, que siempre me has tenido... y que me sigues teniendo para lo que necesites, aunque tu orgullo en momentos te haya hecho verlo diferente. Sólo espero puedas comprenderme, yo no tuve otra opción. Y de veras, que lo siento... porque no hubiera dudado en pelear por lo que quería, pero en este caso era hacerlo con la propia María. Aún así, he sido feliz de teneros el tiempo que he podido hacerlo.

Con aquellas palabras, Armando daba por terminada la intensa conversación entre padre e hijo. Sin más se levantaba, con cierto desgarro en su interior. Por lo recordado, por lo vivido, por la sensación que tuviera su hijo de no haber luchado más... por el dolor que también sentía en él, preocupado porque su sentimiento herido no le dejara ver la realidad.

Tras ver a su padre, él también se levantó. Ambos se miraron con profundidad y emoción, anhelando abrazarse, pero ambos manteniéndose fuertes.

- Cuídate hijo...

Se giró disponiéndose a caminar, cuando la voz de su hijo lo hizo parar.

- Papá... gracias. Gracias por todo el cariño que me diste y que me has seguido demostrando a pesar de mi actitud, por todo lo que me has enseñado. Siendo haber sido a veces injusto contigo. Discúlpame, por favor.

- No, no tengo nada que disculparte. Ven aquí, un abrazo compensará, te lo aseguro. 

Un abrazo fuerte y emotivo, que los unía más que nunca.

  (19/08/2018 - Atardecer).

Sin duda aquella conversación y aquel abrazo les había unido más, reconfortándole a los dos. Mientras veía marchar a su padre se le vinieron un montón de recuerdos a su mente. A pesar de la lejanía y de los días en que no estuvieron juntos, no recordaba su ausencia pues prevalecía lo que le aportó su enorme presencia, siempre había estado en los momentos importantes y en muchas ocasiones temporadas seguidas.

A pesar de la situación por la que pasaba en esos momentos, ese encuentro con su padre le llenaba de satisfacción, sobre todo porque últimamente tras hacerse mayor y saber realmente que los viajes y los días en que no estaba su padre no solo era por motivos de trabajo, le resultó difícil comprender el por qué, haciendo que su comportamiento fuera más reacio cuando se veían y distanciándose algo más.

Satisfacción que también había embriagado a Armando, quien se dirigía satisfecho y directamente hacia su casa, sin volver por la oficina. Estaba realmente contento con aquel acercamiento que en los últimos años no había podido lograr con su hijo, por mucho que por su parte había querido. Pero a la vez, todo aquello le hacía pensar en María, extrañándola más que nunca. Como deseaba en aquel momento poder estar cerca de ella.

 Aunque conversaban a menudo, hacía tiempo que no lo hacían, pues el motivo principal o la excusa que buscaban era el hijo de ambos. A excepción de la llamada que Armando le hizo para comunicarle de que iba para allá su ahijada, anteriormente se había estado comunicando menos. De ahí la enorme alegría, cuando en la noche recibía una llamada suya. Estaba preocupada por Nando, pero él pudo tranquilizarla tras contarle y de paso no dudó en expresarle lo mucho que la amaba y que la echaba de menos cada día más.  

  (20/08/2018 - Atardecer).

Aquella noche no pasó desapercibida para ninguno. Tras la conversación tanto Armando como María, se extrañaron en la distancia aunque con una sensación agradable por lo expresado... y Nando y la mujer a la que amaban, lo hicieron..., se echaban de menos y se necesitaban estando a punto de marcar el teléfono del otro, pero los pensamientos y las palabras habidos en los últimos momentos regresaban, haciendo de aquella noche una de las más difíciles de llevar para ambos. 

  (21/08/2018 - Atardecer).

La mañana siguiente, amanecía cubriendo el cielo de un manto de colores entre rosáceos y anaranjados, filtrándose su luz por la ventana de la habitación del hotel. La misma que hacía que él se despertara, tras haberse quedado dormido a penas una hora. Una sensación de añoranza embriagaba su interior, cuando al desplazar su brazo hacia uno de los lados de la cama, solo sentía el roce fresco de las sábanas. La añoró de una forma desgarradora, enmudeciendo su corazón. Eso que sintió durante un momento al despertar, tenía claro que no quería volverlo a sentir más y unido a lo que había reflexionado a lo largo de la noche, hizo que se levantara con la decisión de ir a verla, disculpase por su reacción y hablar sobre lo sucedido. Si algo sabía, era que lo único que le importaba en aquel momento era la mujer a la que amaba. Cómo se sintiera y sus sentimientos hacia ella.

Antes de que llegara su abogado, a quien ya le había dado instrucciones, prefería hablar personalmente con ella. Estaba dispuesto a cederle la parte que necesitaba o incluso venderle la totalidad de los terrenos, si aún era su deseo. Aunque seguía sin estar de acuerdo con aquella idea, por lo especial del lugar para él, no le iba a poner trabas para llevar a cabo su ilusión.

  (22/08/2018 - Atardecer).

Tras bajar del taxi anduvo aquellos mismos pasos que el día anterior, algo más nervioso, pues sabía realmente a quien se encontraría en aquel despacho, pero con menos coraje y decepción que a la salida de aquel edificio, cuyo recuerdo le hizo sentir un escalofrío, cuando al coger el ascensor le vino a la mente el rostro de ella y sus palabras pidiéndole hablar, así como su actitud y respuesta ante su súplica.

Estando en la planta, recorrió decidido el pasillo que lo llevaría hasta el despacho de ella... con el rostro serio pero esperanzado, con la ilusión de ser disculpado y el deseo de unirse ambos en un fuerte abrazo.

A medida que se acercaba a la puerta, el sonido de una voz lo ponía en alerta de que la puerta se encontraba abierta. Iba tan absorto en su deseo que dicha voz le llegaba de fondo sin percibir claramente lo que transmitía. Solo cuando ya estaba por girar para entrar es que escuchaba claramente: "Gracias Mario, tu siempre tan atento conmigo", viéndola aferrada a los brazos de un hombre. 

Fueron unas milésimas de segundos las que tardó en reaccionar tras presenciar aquella escena que no se esperaba, y que tampoco quiso interrumpir, retrocediendo como a cámara lenta con todo aquello en su retina. Marchaba sin darse cuenta de que ella se había percatado de la presencia de alguien, aunque sin estar segura del todo de que fuera él. Se iba sin saber que aquella visita inesperada también para ella y aquel abrazo, era solamente la reacción de agradecimiento ante las ambles palabras y cariño, de alguien por la que ella solo podía sentir amistad.

Caminaba sin más, con una desazón interior, a la vez que aquel nombre "Mario", le hizo viajar hasta aquel día, en que le cogía el móvil para hacerle la foto. Recordó que no estaba bloqueado y cuando fue a activar la cámara, sin querer le había dado al icono de al lado, apareciendo un mensaje, que no leyó pero si que aquel nombre se le quedó. No le había dado importancia entonces, ahora tampoco quería dársela... pero era inevitable preguntarse que significaría aquel hombre en su vida.

 (23/08/2018 - Atardecer).

Salió de aquel edificio sin saber exactamente qué hacer. Había preferido no ir a saludar a Armando, pues sólo quería marchar de allí y que el tiempo le fuera marcando. No quería impedir nada, pero tampoco forzarlo.

Camino al hotel, le llamaba su abogado. Tras quedar con él en verse a su llegada, tomaría el primer vuelo hacía el pueblo donde recogería el resto de sus cosas y estaría allí un par de días, disfrutando de la compañía de María pues el motivo que le había llevado allí, ya estaba por resolverse y de la manera menos inesperada. Iría a visitar una vez más aquel lugar que tanto representaba para él... y desde que la conociera a ella mucho más. Lo haría sin saber si algún día volvería... si podría hacerlo con la misma libertad.

Había pensado que lo mejor era alejarse por un tiempo. Después viajaría de nuevo a Nueva York, seguir con el día a día allá, tratando de ver que sucedía en la lejanía, uno lejos del otro, comprobar si lo vivido en aquellos días realmente era como lo sentía, de lo más especial que le había sucedido. Temía que el tiempo, no se lo haría ver de otra forma, aún así, en aquellos momentos no podía permanecer más allí.

Ella, tras haber despedido a Mario, quien sin esperarlo había ido a verla tras saber que había regresado de su viaje, se quedó pensativa, en aquel reflejo que vio, mientras Mario tras verla preocupada sin más la abrazaba, ofreciéndole todo su apoyo. Y tras unas cuantas palabras más, es que ella se disculpaba, pues no estaba de ánimo para continuar conversando.

Pensativa en aquella especie de sombra que vio moverse en la puerta, es que se puso en la posibilidad de que fuera alguien de la oficina que fuera a consultarle algo y que al ver que estaba ocupada sin más se marchara, o alguna persona que se había equivocado de despacho... Seguramente el deseo de verlo aparecer a él, es lo que hizo que la idea de que fuera Nando se le pasara un segundo por la mente. Pero no, si hubiera querido hablar la hubiera llamado, le habría dejado un mensaje... y no había vuelto a saber de él. Descartando aquella idea, trataba de poner orden en su cabeza y de paso entre los papeles que había en la mesa de su despacho. Idea que al día siguiente descartaba por completo, cuando en la mañana temprano, recibía una llamada del abogado de él pidiendo una cita para tramitar el asunto de los terrenos.

Cuando Nando llegó al pueblo, se encontró con su madre a quien le notaba algo diferente. Le sorprendió tras la conversación que mantuvieron sobre lo sucedido con los terrenos y aquel encuentro con Armando, su padre, que le dijera que se marchaba del pueblo por una temporada larga. Estaba decidida a viajar a México y disfrutar del tiempo que le quedaba con el hombre al que amaba. Ahora si, sentía que era el momento de recuperar el tiempo perdido, disfrutar con él en total libertad. Decisión que fue una grata sorpresa para Armando cuando la vio llegar un día a su despacho decida a quedarse a su lado para siempre.

Alda más adelante necesitó de unos días para desconectar, reflexionar... para impedir que lo sucedido le impidiera seguir adelante con ilusión.

No era fácil para ninguno de los dos, aquellos días estaban siendo sin duda de los peores de sus vidas. Se pensaban, se extrañaban... Deseaban con todas sus fuerzas realizar una llamada, mandar un mensaje... pero los pensamientos que aparecían de repente hacía que desistieran de ello. Las palabras de él, diciéndole a ella que no le siguiera más... y aquella imagen de ella abrazada al tal Mario. Se necesitaban y a la vez no se querían hacer daño, querían comunicarse y la ausencia de contacto por parte del otro, les paraba su idea de hacerlo. Y sin más los días iban pasando, los meses... el tiempo iba pasando y ellos seguían sin saber más nada el uno del otro, a excepción de los trámites llevados a cabo en aquellos primeros días por sus respectivos abogados.

 (25/08/2018 - Atardecer).

Poco más de dos meses habían pasado y parecía toda una eternidad. La casa aún olía a ella. Cada rincón le traía a la mente cada momento vivido entre aquellas paredes. A medida que avanzaba más recuerdos aparecían y mucho más vivos de lo que él se podría imaginar. El desgarro de su corazón seguía ahí, ahora mucho más profundo. Pero estaba allí y en medio del dolor que le embargaba, no perdía la confianza.

El día había amanecido con esa brisa fresca pero agradable que solía aparecer en las mañanas de finales de agosto y que llevaba impregnado el olor que ya desprendía la uva a punto de ser recogida. Los viñedos lucían hermosos, estaba a punto de comenzar la vendimia.

 (26/08/2018 - Atardecer).

Al salir al jardín sus fieles amigos rápido le salieron al encuentro. Había pasado mucho tiempo sin estar con ellos, aunque sabia que estaban bien cuidados por unos amigos del pueblo, quienes se quedaron gustosos con ellos al viajar María.

Ellos a su vez le recordaron a ella y aquel momento en que les tomó aquella fotografía, la misma que había comprobado en su momento que ya no la tenía en el perfil de su móvil. No la había sustituido por otra, pero aquello aun sin querer darle importancia, le inquietaba.

 (27/08/2018 - Atardecer).

Tras juguetear con ellos bastante, decidió dar un paseo en su compañía por los alrededores y disfrutar del hermoso paisaje que se podía apreciar de los viñedos en todo su esplendor.

Al llegar a la casa los dejó bien atendidos, antes de darse una ducha, ponerse unos vaqueros desgastados y una camiseta negra de manga corta. Ya se aproximaba las dos de la tarde. Tras coger el casco, salía de la casa en dirección al pueblo, acelerando con esperanza e ilusión en aquel día.

Se detuvo en el hotel a revisar unas cosas y en cuanto terminó, se fue a reunir con sus colegas del pueblo, incluido su amigo el abogado. El pueblo en esos días se llenaba de turistas y de gente del lugar que vivía fuera e iban a disfrutar de las fiestas.

Los bares estaban repletos de personas que a esas horas aprovechaban para tapear y picar comidas típicas, acompañando los deliciosos platos con la bebida reina de esos días, un buen vino de la tierra. Él, aunque integrado en la conversación que mantenían, entre charla y risas, no podía evitar mirar a su alrededor entre el gentío por si la veía. 

Había puesto toda las esperanzas en esos días, en esa fecha y en aquellas palabras que en aquel día tan importante para ellos se habían expresado. Pero a medida que pasaban las horas, más se decía a si mismo que igual no había sido buena idea ilusionarse con lo dicho en el pasado. Aun así confiaba, se negaba a pensar que para ella ya no significara nada lo vivido juntos en aquellos días. Algo dentro suyo intuía que no era así.

La tarde había avanzado bastante, cuando un taxi aparcaba en la puerta del hotel. Ella salía del mismo, algo nerviosa y sorprendida por la cantidad de gente que había visto desde que habían entrado en el pueblo. Pudo dejar su pequeño equipaje en la recepción del hotel a pesar de no poder reservar pues las habitaciones estaban todas ocupadas.

Con cierta inquietud, caminó hacia la plaza pausadamente, con la esperanza de verlo entre la cantidad de gente que allí había. A pesar de eso, se respiraba un ambiente alegre y bonito. Las risas y el griterío de la gente no llegaba a molestar, pues se notaba que aquella fiesta la vivían con intensidad. Recordó aquellas palabras de él, cuando le habló de lo bonita que estaba aquel lugar en esos días, así como de ese festejo que se celebraba en el pueblo. Eso la hizo sonreír.

Sonaba música en directo tocada por un pequeño grupo, resultando aún más agradable aquel disfrute, que resultaría inmenso si allí se encontrara él, aumentando así su deseo de verlo. 

Alrededor de la fuente que estaba justo en el centro de la plaza, plantadas en unos arriates había sembradas vides, que en esa fecha se encontraban repletas de sus frutos, de esas uvas coloridas y aromáticas, que esperaban ser cosechadas y era parte de ese espectáculo que se daba en ese primer día de fiesta inaugural de la vendimia.

Por lo general, la gente joven se acercaba para hacer una demostración de la forma originaria de la recogida del fruto. Formaban parejas, y en torno a la zona central de la plaza se organizaba un improvisado baile de la uva, que junto a varios chupinazos de salida abrían paso a la cosecha de la temporada.

Ella trató de integrarse abriéndose paso entre la gente que se encontraba entre las zonas donde estaban los restaurantes, bares y cafeterías, con la esperanza de verlo, de que se encontrara en el pueblo como le prometió en su momento que estaría. Aunque a medida que avanzaban los minutos, más le invadía la sensación de que ya nada de todo aquello tuviera el mismo significado para él. Aunque se resistía a esa idea y también seguía confiando en lo que habían sentido en aquellos días juntos.

Sobresaltada en medio del bullicio, se giraba cuando sintió una mano apoyarse en su hombro, con la ilusión de que fuera él, pero se trataba de Pablo, quien junto a un grupo de jóvenes turistas se disponían a adentrarse al centro de la plaza para la presentación que estaba por comenzar.

Tras saludarse y charlar unos minutos, ella le agradecía, pero no se animó a la invitación de agregarse con ellos. Prefirió quedarse donde estaba, mirando como los más atrevidos se colocaban alrededor de la fuente y las vides, sin dejar de observar alrededor por si conseguía verlo, aunque cada vez más asimilaba la idea de que no hubiera ido y no se encontrara entre toda aquella gente, algo que hacía que la sonrisa de su rostro a cada instante desapareciera, a pesar de toda la alegría que allí se vivía.

No había vuelto a saber nada de él, eso le preocupaba aunque había preferido seguir su consejo de que no le siguiera, allí se encontraba, entusiasmada con verlo. Tratando de despejar la mente y disfrutar de la fiesta aunque fuera en su ausencia, es que decidía ir a uno de los locales a pedir algo para beber.

En esas estaba, cuando él, que seguía tratando de mantener una conversación con los amigos, a pesar del desasosiego que comenzaba a sentir, por no haberla visto en el tiempo que llevaba allí, a pesar de haberse movido por diferentes sitios, se giraba al escuchar que iba a comenzar la típica inauguración, cuando de pronto se percataba de ella, varios metros más allá.

El corazón empezó a palpitarle precipitado, alegría que se reflejó en su rostro y en todo su cuerpo, pues era mucho lo que significaba que ella estuviera en esa fecha allí en el pueblo. Había ido, como en su momento le pidió. Sin dejar de mirarla, recordaba con emoción aquellas palabras que cruzaron los dos tras amarse aquel día en "El Parral":

- Entre finales de agosto y septiembre, esta zona en general está muy bonita. En el pueblo se festeja el inicio de la vendimia. Prométeme que vendrás..., ¿si?.

- Si. Y tu que estarás..., que me esperarás.

- Si.

Sus amigos le miraron sorprendidos, al ver el cambio repentino de su cara, luciendo sonriente y embobado, aunque seguido podían imaginarse el motivo de ello. Tras sacar un billete de su cartera, sin más se disculpaba con ellos y se alejaba de allí. Con gran emoción, comenzó a abrirse paso entre la gente que se agolpaba para ver el espectáculo. Sin dejar de ver su perfil, le faltaba unos metros para llegar donde estaba, cuando veía como Pablo la cogía de la mano y sin darle opción a negarse, se la llevaba hasta la parte central de la plaza para que se integrara en la fiesta.

 Y allí la vio, contoneando sus caderas, enfundadas en aquellos vaqueros que le quedaban tan bien y a los que acompañaba con una camisa blanca, cuyas mangas llevaba algo subidas y anudada a la cintura, dejando ver su suave y tostada piel. La brisa con la que había amanecido la mañana, a lo largo de la tarde se había tornado cálida y en aquellos momentos movía levemente su pelo suelto. Lucía tímida, tratando de sacar una sonrisa, a pesar de que no se le veía toda esa alegría que su rostro sabía y podía mostrar.

Los primeros estallidos sonaron con intensidad, provenientes de los varios chupinazos, camino al cielo de aquella tarde donde el sol comenzaba a descender, dejando unos cálidos rayos dorados.

Caminó sin perderla de vista, acercándose a alguien que estaba cerca del grupo que tocaba y que conocía pues era también componente del mismo, a quien le comentó algo. Después de permanecer unos minutos, observando como ella atendía las indicaciones que le daba Pablo con todo el interés para que participara y lo pasara bien, sin pensarlo, fue hacia el centro de la plaza y sin más se dirigió directo a ella, quien no podía verlo pues se encontraba de espaldas a él.

Tras hacerle un gesto a Pablo, quien enseguida entendió, rodeándola por detrás, cogía sus suaves manos que en esos momentos trataban de cortar unos de los racimos. Tras sentirlo, sin llegar a voltearse, cerraba los ojos sintiendo tal emoción que a penas pudo contener sus lágrimas. Sin más, se dejó llevar, escuchando feliz, las indicaciones que con sutileza él le susurraba despacio al oído, mientras deslizaba sus fornidas manos con delicadeza sobre las de ella.

Era increíble el inmenso placer que ambos estaban sintiendo en aquel momento. Permanecieron unos minutos en silencio, simplemente escuchando a sus cuerpos y aquella canción que comenzó a sonar y que sin duda seguía siendo su canción: "I can't help falling in love with you" de Bruce Springteen, y que ahora escuchaban en la voz del vocalista de aquel poco conocido pero experto grupo musical, y que seguro él había tenido mucho que ver en que estuviera sonando en esos instantes.

Mientras seguía guiándola con sus manos, rompía aquel silencio susurrándole al oído:

- Te pido disculpas por mi reacción.

- No se de que hablas...

- Por favor, necesito escuchar que me perdonas. No se que me pasó..., no era desconfianza, sólo que no podía entender por qué...

- No tengo nada que perdonarte, soy yo la que...

- Por favor...

- Ssshhh, sígueme indicando... es la mejor forma en que ambos podemos perdonarnos.

- Estoy feliz que estés aquí, de que hayas venido.

- Yo también... viniste.

- Te prometí que estaría, que te esperaría... y aquí estoy.

- No me queda duda, de que cumples tus promesas.

En ese momento con delicadeza la giraba, quedando uno frente al otro, mirándose ambos con intensidad y deseo. Abrazados, seguían el ritmo de la música y la letra de esa otra canción que comenzaba a sonar, del mismo cantante, y que desde ese instante, ya se convertía en especial para ellos: "Because, the night".

Las letras de aquellas canciones les llenaba de emoción, así como el contacto de sus cuerpos agitados junto a aquel olor que desprendía la uva fresca. El mundo se paraba a sus pies, entre el griterío, la música, sus risas y el mosto que se deslizaba por sus manos y por sus bocas, que se fundían tras haber mordido y saboreado deliciosos vagos de uva.

Cuando el atardecer comenzaba a aparecer, coincidiendo con que aquella canción finalizaba y la gente se dispersaba, es que ella le pedía que le llevara a "El Parral". No puedo evitar estremecerse al escuchar tal petición. Deseaba volver a ese lugar con ella, pero le inquietaba lo que eso les pudiera influir. Aunque él había rechazado a través de su abogado, la entrega que ella le ofrecía del mismo. Al ver su reacción, ella trató de tranquilizarlo, diciéndole que había algo que quería que viera.

Cogidos de la mano, pasaron por el hotel para eliminar el zumo de uva que aún seguía en sus manos y coger la moto donde él había ofrecido llevarla, ya que era algo pendiente de lo mucho que tenían por disfrutar. Ella accedió encantada y colocándose los cascos, partieron hacia aquel lugar especial para ambos.

En aquel tiempo, ella, sin perder la ilusión y confiando en ese día, había decidido hacer unas pequeñas reformas, las necesarias para que aquella casa volviera a ser habitable pero manteniendo su origen y autenticidad. Se había encargado personalmente de cada detalle, habiendo supervisado todo en algunos viajes que había hecho hasta allá.

Tras ver la expresión de satisfacción de él al entrar en el interior, al comprobar que se conservaba tal cual la recordaba, pero con el toque preciso de actualidad, es que ella le decía que aunque aquel lugar le pertenecía más a él, lo que más deseaba era que lo compartieran juntos pues también lo sentía suyo más cuando estaba a su lado.

Aunque apenas estaba decorada, pues era algo que deseaba hacerlo con él, compartiendo sus gustos, lo que él pudo ver le encantó. Una decoración sencilla, entre moderna y rústica a la vez. Se emocionó al ver la alberca restaurada y con un agua cristalina que invitaba a zambullirse en la misma como tantas veces lo había hecho cuando niño. Aunque ahora deseaba disfrutarla de otra manera y junto a ella. 

Agarrándola por la cintura le agradecía, mientras seguían recorriendo la casa, donde ella le explicaba feliz cada detalle, buscando su opinión, sonriendo con cada aprobación de él.

Y una amplia cama, que les esperaba... cuyos grandes ventanales permitían divisar el hermoso atardecer que impregnaba la habitación de una luz tenue anaranjada, bajo la que se amaban una vez más.

Al anochecer, tras permanecer abrazados largo rato, regresaban a la casa de él, pues ella deseaba ver a sus amigos, a esos preciosos perros a los que también había extrañado.

Aquel amor entre viñedos, además de bonito... era un amor sincero. Y ellos sabían como compaginar sus vidas para que así siguiera siendo por siempre. 

 (28/08/2018 - Atardecer).

FIN de la escritura de esta historia, porque en mi imaginación siempre continuará...

GRACIAS QUERIDO FERNANDO

 (29/08/2018 - Atardecer).

Alda y Nando, seguían disfrutando de su amor a cada instante, con cada pequeño detalle...  

 (30/08/2018 - Atardecer).

Al atardecer sellaban su amor..., con cada sensación, con cada emoción, entre la luz tenue y dorada que entraba por la ventana. La misma que al amanecer, era testigo de ese amor y del nuevo florecer de sus cuerpos, de su pasión... de su deseo. 

 (31/08/2018 - Atardecer).