Al verla, su cuerpo se inquietó... como le sucedió a ella, cuando instantes mas tarde de él se percataba. La preocupación de él por el caso que le ocupaba se esfumó de momento y ella sin querer molestarlo al verlo acompañado, es que continuó, una vez terminó de hablar con Pablo.

En ese momento él, al ver que se dirigía hacia otro lado dirección a la oficina de turismo, trató de llamar su atención, levantando el brazo a modo de saludo. Ella lo miró, en aquella terraza en la que el sol que aún lucía alto, posaba el resplandor de alguno de sus rayos en sus ojos protegidos por unas gafas oscuras. Su corazón le dio un vuelco... y con esa sensación es que a él se acercó.   

 (01/07/2018 - Atardecer)

Cuando llegó saludó, obteniendo la respuesta de ambos que se levantaron para recibirla. La presentó a su abogado, intercambiando una leve conversación entre lo que hacía por allí, preguntándole ella como estaba yendo el día y respondiendo a la pregunta de él, de como estaba resultando ser para ella. En ese instante, los dos hombres cruzaban sus miradas levemente y de modo casi imperceptible, confirmando uno la pregunta en silencio del otro. Le había hablado a su amigo sobre ella, y con la expresión de su cara le dejaba claro que estaba en lo cierto sobre lo que le había comentado y entendía del por qué de su comportamiento en aquel ultimo tiempo.

- ¿De verdad no te apetece sentarte y tomar algo?.

- No, gracias.

- Vi que ibas en dirección a la oficina de...

- Si, estuve comentándole a Pablo sobre varios pueblos de alrededor que me gustaría visitar aprovechando que estoy aquí y...

Ambos se quedaron mirando, en silencio... como si el tiempo se detuviera para ellos. Después, comenzaron a hablar a la par... echándose a reír.

Ella sin querer interrumpir más tiempo, es que comentaba que los dejaba solos, con intención de marcharse en la dirección que llevaba.

- ¿Sólo viniste al pueblo para eso?.

No se esperaba esa pregunta y sin más le contestaba, sin saber que decir exactamente.

- Te llamé, pero...

En ese momento él cerraba levemente los ojos seguido de un "Ay... lo siento", al recordar que tras haberlo apagado para desconectar en el tiempo que decidió recostarse no lo había vuelto a activar. Se disculpaba con ella a la vez que cogía su móvil, mientras Gerardo, el hombre que permanecía al lado de ambos, los miraba con cara de satisfacción pues conocía bien a su amigo y cliente, reconociendo que se encontraba delante de una linda mujer por la que sentía, bien lo sabía, mucho más que una atracción. Sin más los interrumpía, comentando que tenía que marcharse aprovechando que lo dejaba en buena compañía y que ya seguirían en otro momento, pues casi todo estaba concretado.

Ella trató de disculparse por haber interrumpido, aclarándole ambos que no se preocupara pues simplemente ya charlaban sin más. Tras un saludo y unas amables palabras hacia ella, es como se marchaba Gerardo, dejándolos a ambos a solas. 

 (02/07/2018 - Atardecer)

Tras una intensa mirada, es que con un gesto, apartaba uno de las sillas y le ofrecía que se sentara. Pudo comprobar antes de hacerlo, lo guapa que lucía con aquel vestido color tierra, de apertura delantera cuyo escote de pico a pesar de ser discreto, dejaba entrever parte del encanto de aquella mujer.

Vio como cruzaba sus piernas descubiertas por la altura del vestido poco más arriba de sus rodillas. Su cabello suelto y aquella mirada entre tímida y atrevida, que en aquel momento lo miraba a él, para seguido dejar de hacerlo intimidada, fijandose en la fachada del hotel.

- Debe de ser un edificio precioso por dentro, al menos por fuera lo es.

- Si quieres ahora lo vemos.

- Si, entramos y lo correteamos sin más y sin que nos llamen la atención, ¿no?. Mejor, me hospedo en él hasta que me vaya; tal vez es lo que debí haber hecho desde que vine y así no hubiera...

- Te hubieras encontrado con el mismo dueño, ya te lo digo...jaja.

Seguido le explicaba del porqué había dicho aquello, de una manera en la que no pasaba inadvertido para ella, lo guapo y atractivo que estaba con aquellos vaqueros desgastados y aquella camisa blanca, que dejaba visible parte de su cuerpo, en contraste con aquel bonito edificio, empedrado de toque antiguo.

- Si quieres, te lo enseño en un momento antes de ir a "El Parral".

- Ah, ¿vamos a ir...?, digo... ¿te apetece acompañarme?. 

- Claro que si, quedamos en ello. Además... ¿no viniste a eso?.

- Bueno, yo... 

Con una sonrisa picara, es que se levantaba invitándola a pasar al hotel, accediendo a algunas de las zonas, donde pasaron un rato agradable comentando los distintos contraste en la decoración, comprobando la exquisitez y el toque de él en el interior de aquel edificio también. Todo con suma elegancia y comodidad, diseñado para ofrecer gran calidad al publico.

Cuando se dispusieron a salir, él prefirió que fueran con su coche, bromeando que con el de ella no podría asegurar que llegaran sin que tuvieran que cambiar alguna rueda. Ella accedió sin problema, también a que él condujera, aun habiéndole insistido en que ella lo hiciera.

El sol ya se encontraba más bajo. Pusieron rumbo hacia aquel lugar. Ella no podía ocultar la emoción de ir hasta allá, pues tenía ganas de conocerlo, más hacerlo acompañada de él, para quien no pasaba desapercibida la expresión de ella ni el brillo de sus ojos.

Y de nuevo allí estaban de nuevo, viajando en aquel coche y entre aquellos viñedos. Algunas palabras se cruzaron entre sus profundas miradas, y aquel silencio... en el que irrumpía aquella canción "I drove all night" de Rob Orbison, que comenzaba a sonar cuando ella activó la música.

Sin duda esa sería otras de sus canciones y aquel otro de sus viajes que no olvidarían, donde a su llegada le esperaría un hermoso atardecer.  

 (03/07/2018 - Atardecer)

Los rayos de sol que llegaban con menor intensidad unido a la agradable brisa, hicieron que retirara la capota del coche. La música de fondo y sus miradas encontrándose a cada rato, hacían que aquel viaje aun sin ser largo resultara muy grato para ambos. 

Le gustaba estar cerca de aquella mujer. Y a ella de él... Ambos apreciaba en el otro, la inteligencia, el lado divertido y el atractivo de cada uno, no sólo físico... sino ese algo personal que se transmitía.

Las vistas eran aún más bonitas a medida que se acercaban a la zona del "El Parral", donde la carretera iba ascendiendo levemente pudiéndose disfrutar del precioso paisaje desde un punto más alto.

Dejaron la carretera para acceder al camino que les adentraba en los terrenos cubiertos de vides de aquella propiedad, donde a la entrada se podía ver un cartel que colgaba algo oxidado sobre un palo donde decía: "El Parral", llegando más adelante hasta una vivienda, no muy grande pero bien conservada aparentemente para no tratarse de una construcción nueva y con un encanto especial, así lo percibía ella en cuento pudo divisarla bien.

En la delantera de la misma, se encontraba lo que le daba su nombre, un enorme parral que hacia la vez de porche, dando sombra a la casa cuyas vistas eran increíbles. Un lugar hermoso sin duda.

Cuando paró el coche, él la miró detenidamente percatándose de la expresión de su rostro al ver lo que veía y conteniendo la emoción de sus palabras es que le decía:

- Gracias por haberme llamado, por haberme permitido acompañarte. Este es un lugar especial para mi. Hacía tiempo que no venía y... me ha gustado haber vuelto contigo.

 (04/07/2018 - Atardecer)

Ella se le quedó mirando tras decirle aquello, entre emocionada e intrigada por lo importante que para él sería aquel lugar.

- Soy yo quien te agradece por haberme traído, por estar aquí. Es un lugar que tenía ganas de conocer y me alegra que tu me hayas acompañado. Me agradaría mucho además si quieres contarme sobre él.

En ese momento él, cogía su mano acariciándole los nudillos y le ofrecía un gesto sonriente, en modo de agradecimiento por estar allí en ese momento. Bajaron del coche, acercándose hasta la casa, la cual ya no se veía tan pequeña y cuya fachada estaba pintada de blanco, (color al que se le notaba los azotes del temporal de los años), en contraste con el marrón de las vigas de las que colgaban y servían de base a la puerta completamente cerrada y a las amplias ventanas, cubiertas estas últimas por unas persianas de esparto, percibiéndose el pasar del tiempo por todo ello.

Aun así, el parral que habitaba en la entrada, seguía ahí, con vida... fuerte, a pesar de la falta de poda y la sequedad de algunas hojas, por las que se filtraban algunos rayo de sol, creciendo bravío... pero sin dejar de ofrecer sombra en la parte delantera ejerciendo de porche.

Ella estaba entusiasmada con lo que él le iba contando sobre como era el interior de la construcción y con todo lo que veía, más cuando yendo a la parte de atrás de la vivienda se percataba de la amplia vaya de madera que la rodeaba, donde la sequedad de las mismas habían dejado alguna rendija por la que se podía observar entre la hierba que cubría la zona, una alberca... así como árboles que debían de ser frutales, aunque en ese momentos anduvieran secos, un viejo pozo y sin duda alguna cosa más habría, que la altura y la unión de aquel cercado no le dejaba divisar.

Caminaron de vuelta hacia la entrada principal, la que daba justo para la zona oeste, desde donde comenzaba a divisarse el precioso atardecer que ya comenzaba a desplegar sus dorado resplandor, algo que le proporcionaba más encanto aún a aquel bonito lugar.

Él se había percatado de la emoción de ella, quien seguía preguntándole, haciendo algunas bromas como en aquel momento, en que con un comentario la hizo partirse de la risa.

Al verla reír de aquella manera tan natural, unido a lo atractiva que se veía bañada por el dorado del sol sobre su piel, la cual resaltaba aún más sobre aquel sencillo vestido que tan elegantemente lucía y con el que tan atractiva se veía, que no pudo contenerse las ganas de acercarla a él, atrayéndola por la cintura. Ambos se quedaron mirándose profundamente, mientras la respiración empezaba a ir a un ritmo más rápido de lo normal. En ese momento ella trató de romper aquel silencio. Tragó saliva y seguido le pedía que le hablara de lo especial de aquel sitio para él. 

 (05/07/2018 - Atardecer)

Ante aquella petición, él la atrajo más acercándose hasta su cuello, donde la respiración casi entrecortada lo acariciaba, haciendo que ella llegara a estremecerse más cuando le susurró:

- Lo haré... pero antes me gustaría hablarte de lo especial que ahora es para mí. Que llegues a sentir cuan importante eres para mí, el tenerte aquí.

Aquellas palabras la envolvieron sin apenas poder reaccionar, dejándose llevar sin más por sus susurros y su besos que seguían avanzando hasta sus labios los que atrapó con suavidad y con tal vehemencia, que se entregaron sin dudar, a pesar de la timidez mostrada en un principio.

Aquel deseo contenido por ambos, fue soltándose envuelto por la pasión en la que sus bocas y sus manos, intercambiaban un diálogo interno e interesante para ambos.

Bañados por la caricia de los reflejos anaranjados de la puesta de sol, es que sus besos se tornaban más apasionados y sus caricias más intensas. Las manos de él comenzaron a sentir el deseo de deslizarse y seguir explorando, posándose en sus caderas seguras pero deseosas, atrapando el tejido del vestido en un arrebato por querer tocar su piel que palpitaba tras el mismo.

Al sentir la reacción de ella, es que sin perder aquel interesante intercambio de pasión entre ambos, hizo que dieran unos pasos sin apenas percibirlo, donde él la atraía más acercándose a la pared de la entrada, bajo el parral que junto a aquel lugar, eran los únicos que estaban siendo testigo de aquel deseo y sentimiento desbordado.

 Quedando apoyado de espalda a la pared y con ella frente a él, es que se dieron un respiro, mirándose un segundo... suficiente para seguir deseándose como lo hacían. A la vez que su mano izquierda sujetaba el cuello y el rostro de ella mientras se besaban, la otra sin poder contenerse se introducía por el interior del tejido, acariciando su pierna, ascendiendo hasta su muslo... perdiéndose en el recorrido, mientras ella se estremecía emitiendo un sigiloso gemido, haciendo que sus manos se decidieran por desabrochar parte de su camisa, descubriendo más de su fornido torso, acariciándole y sintiendo el gusto que le daba a él.

 Las manos volvían a perderse, esta vez entre el cierre de aquel vestido, que no se resistía, dejando al descubierto y solo para él, más de lo hermoso de aquella mujer, lo cual apreciaba, haciéndole emocionarse por dentro. Parando en su desenfreno, la miró sujetando su cara: 

- No sabes como deseaba este momento, el poder sentirnos, el poder comunicarnos todo ese deseo que llevábamos dentro como lo estamos haciendo.

Las manos de ella bajaron por su torso, hasta la cinturilla de su pantalón, mientras las de él seguían perdiéndose suaves y ardientes a la vez, sintiendo ambos el torbellino por el que pasaban sus cuerpos... y si, también el latir de su corazón.

Cuando aquella pasión necesitó de más, con delicadeza apasionada, la cogía dándole regazo sobre su cuerpo, a quien ella bien se supo acoplar. Resguardados entre la pared y el vestido de ella que los cubría por detrás, protegían aquella intimidad de todo lo demás.

Hubo un instante en que volvían a detenerse para mirarse con intensidad.

- ¿Todo bien?.

- Si...

- ¿Acaso te preocupa que no... ?. Estoy sano y llegado el momento, se controlar... bueno, espero poder hacerlo.

Todo eso se lo decía con una suave sonrisa entre dulce y pícara. Claro que ella no dudaba de nada de eso, era otra cosa lo que le inquietaba, el necesitar de aquello cada día, el sentirlo a su lado. Y él lo sabía, pues también era algo que le había rondado.

- No, no tengo ninguna duda sobre eso. Lo que me inquieta es...

- Shhh? no permitamos que nada impida este momento.

Tras aquel susurro, seguros y sin ninguna inquietud se dejaban llevar de nuevo.

Bajo los rayos dorados del sol, se expresaban su pasión y su sentir, entremezclándose el movimiento desenfrenado de sus cuerpos, así como los gemidos y jadeos que llegados un momento apenas podían contener, con el canto de los pájaros que reposaban sobre el parral y el sonido de sus hojas al ser acariciado por la suave brisa que corría.

Aquel lugar, era testigo de aquel amor entre viñedos.

 (06/07/2018 - Atardecer)

Permanecieron durante unos minutos, abrazados... en silencio, compenetrados... hasta que sus cuerpos se fueron apaciguando y volviendo al ritmo normal. Ella tenía su cabeza hundida sobre su fibroso cuello, mientras seguía entrelazada a él, con sus piernas sujetas por la delicadeza de sus fornidas manos, notando la humedad de su entrepierna, del cálido fluido en su muslo y lo erecto aún en él, sintiendo el placer que sentía tras lo vivido con ese hombre que desde el principio había dejado huella en ella y que desde aquel momento... sabía que dicha huella la había marcado de tal manera que sería imposible de borrar y olvidar.

Acariciando su espalda es que la hacía reaccionar, quedándose frente a él, mirándole mientras correspondía a su agradable sonrisa. Suave besaba sus labios, a la vez que le susurraba:

- Aunque yo seguiría aquí, creo que tengo que pensar en bajar ¿verdad?.

- Jaja... ¿sabes?, sinceramente, no quiero que lo hagas.

La besó, atrapando sus labios de manera que volvía a estremecerla. Sus frentes se apoyaron, sabedores ambos de lo que aquello significaba para ellos. Sabían que necesitarían repetir aquel momento, que a partir de ese instante ya sería difícil el permanecer lejos el uno de los otro.

Pero de nuevo aparecía sus sonrisas, cuando ella trataba de abrochar su camisa, la misma que desabrochó con aquel deseo que la embriagaba, introduciendo sus manos por su cuerpo, las mismas a las que ahora les costaba cerrarla aún temblorosas al sentir las de él que continuaban traviesas deslizándose en su piel por el interior de su vestido mientras la bajaba con suavidad.

La ayudó al abrocharlo, no pasando desapercibido para ella la caricia de sus dedos mientras lo hacía, ni su gesto al limpiar su muslo tras sacar de su bolsillo un pañuelo de tela, provocando en ella el deseo, al verlo introducir su camisa por el pantalón, de volver a sacarla del mismo, como lo hizo y regresar a aquel momento de nuevo. El al percatarse de la dulce osadía de su mirada, sonrió agradecido de haberse encontrado con ella dándole un vuelco el corazón.

Agarrando su mano, se dirigieron hacia el coche. Se apoyó sobre la parte delantera del mismo y atrayéndola, la rodeaba con sus brazos por detrás, mirando ambos hacia el horizonte, disfrutando de la calidez que le ofrecía el precioso atardecer tras la emoción de sus cuerpos y el latir de sus sentimientos.    

 (07/07/2018 - Atardecer)

Tras permanecer durante un tiempo en silencio, abrazados mientras interiorizaban todo aquello que acababan de vivir, de sentir... de la importancia que para ambos tenía aquel momento, es que él comenzaba a hablarle de lo ligada que estaba su infancia a aquel lugar, contándole algunas vivencias de aquellos veranos que pasó allá cuando pequeño.

Ella lo escuchaba atentamente, a la vez que sentía la calidez y protección que le proporcionaba su cuerpo. Un silencio apareció de pronto. Ella se giró hacia él y pudo ver la emoción en sus ojos brillosos.

- ¿Te emociona recordarlo, verdad?.

- Si... pero sobre todo, porque nunca pensé que este lugar, tantos años después, pudiera ser aún más especial para mí. Y eso, es gracias a ti.

- Soy yo la que te agradece el que me acompañaras hasta aquí.

- Ha sido un placer.

- Tenía muchas ganas de ver este lugar, por una fotografía que vi donde se encontraba me resultó precioso, las vistas... por lo que había oído de él a Armando. Si ya tenía cierto encanto para mí, ahora mucho más. ¿Sabes?, yo...

No llegó a terminar la frase, pues al escucharla decir aquellas palabras, girándola frente a él aferraba su boca a la de ella. La besó con suavidad y después de forma apasionada, haciendo que ella se olvidara por completo de aquello que estaba por decir. Al acariciarla pasando sus manos sobre el suave tejido del vestido es que le bromeaba, haciéndola reír:

- Cuando te vi con el vestido, a pesar de lo atractiva que te ves con él, sentí no poder hacer este viaje en mi moto, pues tengo ganas de que demos un paseo en ella, pero luego tengo que decirte... que me alegró mucho de que te lo pusieras. Ese otro viaje... ya lo haremos.

El giño y la sonrisa pícara en él, así como el sentir la caricia de sus fornidas y delicadas manos a través del fino tejido, hicieron que a pesar de las risas, no pudiera evitar besarlo con gran arrebato, sacándole seguido además una tremenda carcajada por la reacción que había provocado en ella.

 Tras abrazarse, decidieron regresar pues el sol ya estaba por esconderse del todo y comenzaba a refrescar, aunque aún permanecía en el cielo la bonita paleta de colores que dejaba un tiempo después tras desaparecer.

Una vez montados en el coche, se miraron con intensidad tras hacerlo al horizonte. Él acercó su mano hasta su pierna:

- Entre finales de agosto y septiembre esta zona en general está muy bonita. En el pueblo se festeja el inicio de la vendimia. Prométeme que vendrás... ¿si?.

- Si. Y tu que estarás..., que me esperarás.

- Si.

Tras un suave y sentido beso, es que el sonido del coche ponía rumbo a la casa, viaje de vuelta donde predominó el silencio y las intensas miradas, mientras sonaba de nuevo una de sus canciones, "I can't help falling in love with you" de Bruce Springsteen.

(08/07/2018 - Atardecer). 

Una vez llegaron a la casa, sus tres compañeros les esperaban ansiosos decidiendo ir a juguetear un rato con ellos aprovechando aún la luz natural que había en el jardín antes de que oscureciera. Las risas aparecieron cuando en un revuelo, ella quedaba tumbada en el suelo junto a dos de los perros, que comenzaron a lamerle y él intervenía a carcajadas más que para ayudarla, para dejarla aún más atrapada desviando a sus amigos pero quedando él sobre ella besándola.

Después mientras ella se daba una ducha, él aprovechaba para ocuparse de sus amigos, percatándose que sobre el escritorio, seguido a las palabras que él había dejado escritas, había un par de ellas más, sonriendo al leerlas todas juntas: "Amor entre viñedos... amor sincero".

Sonriente, aún con la sensación de todo lo vivido minutos antes, es que tras lavar sus manos se dispuso a preparar algo ligero para cenar, sorprendiéndola cuando al llegar ella dispuesta a preparar algo juntos, ya tenía todo organizado, habiendo preparado la pequeña mesa en el jardín, pues hacía una brisa cálida. Unos canapés y una ensalada variada de marisco los esperaba junto a una buena botella de vino de la zona.

Él se disculpaba para darse una ducha rápida, a la vez que el teléfono de ella sonaba en ese momento. Era su padrino, quien le preguntaba qué tal estaba, que esperaba estuviera disfrutando, diciéndole que ya iba necesitándola por allá. Ella emocionada le explicaba que estaba siendo un viaje muy gratificante, que ya había estado en "El Parral", teniendo una idea aún mejor en ese momento de aquel lugar.

Se despedía de Armando, cuando lo vio aparecer a él, tan guapo aún con aquella simple camiseta y suave pantalón que se ponía para andar cómodo por la casa. Mientras cenaban, entre lo que conversaron, ella le comentaba lo que había hablado con su padrino. A su vez él, le indicaba sobre los detalles que de los que se había percatado, la bonita rosa en su habitación y aquellas palabras que había dejado escritas junto a las suyas en aquel cuaderno, algo esto último que a ella le hizo sentir apuro cuando se lo recordó, pero que enseguida él le hizo saber que para nada había sido indiscreción de su parte, sino que le había gustado y sorprendido, invitándola continuar con la historia mientras sonriendo le daba un suave beso.

Tras picar algo de comida, se acomodaron en el sofá, donde algunas palabras más intercambiaron, permaneciendo en silencio entre algunos besos y caricias. Aunque era algo que ambos sabían que tenía que suceder, que antes o después los dos tendrían que marchar, no fue fácil decir ni recibir aquellas palabras, cuando él tragando saliva, le decía que tenía que viajar al día siguiente, pues había algo sobre el tema que estaba llevando que le urgía tratar personalmente.

Simplemente se abrazaron, confiando el uno en el otro y en que la distancia entre ellos no le impediría seguir unidos. La sutileza de él bromeando instantes después, hicieron que volviese la sonrisa a ellos. Pero tras unos minutos más en silencio, ella se disculpaba retirándose hasta su habitación. Él se quedó un tiempo más a solas, pensativo.

Cuando un tiempo después entró, tras salir del baño se dirigió hasta su cuarto donde se quedó parado justo en la puerta. Sin más retrocedió, entrando en la habitación de ella. Se acomodó a su lado, acariciándola suave.

Sin más se dejaron llevar. La ropa que los cubría fue desapareciendo poco a poco entre la suavidad de sus besos y sus caricias, dejando al descubierto sus cuerpos. Tras la arrebatadora pasión que los había embriagado unas horas atrás, en esos momentos se amaban lento, poco a poco, con el mismo deseo y pasión, pero siendo aún más conscientes de su intenso amor.  

(09/07/2018 - Atardecer). 

El amanecer estaba a punto de aparecer y sus cuerpos permanecían juntos y relajados, con una respiración sosegada fruto de su profundo sueño, tras las horas vividas de placer. La cabeza de ella reposaba sobre el pecho de él, quien a su vez mantenía uno de sus brazos cubriendo su cintura y sus piernas entrelazadas con la suya.

Durante un instantes sus cuerpos se removieron y se avivaron con el contacto de su piel. En la penumbra de la habitación, sus bocas se buscaron, sus manos se encontraron a través de sus caricias y sus piernas comenzaron a deslizarse las unas entre las otras surgiendo entre ambos un remolino de pasión, entregándose de nuevo el uno al otro.

(16/07/2018 - Atardecer). 

Una vez sosegados sus cuerpos, permanecieron abrazados durante un tiempo, en silencio... acariciados por la intensidad de sus miradas y el sentir de sus cuerpos, acompañados por la luz del amanecer que se colaba por las rendijas de la persiana, llenando la estancia de una agradable y tenue luz anaranjada, aumentando el placer proporcionado por el disfrute vivido y que por el momento apaciguaba la inquietud en la que más adelante, sin poder evitarlo, se verían inmersos sus pensamientos.

(17/07/2018 - Atardecer). 

Ninguno de los dos querían dejar esos instantes en los que sus cuerpos y sus sentimientos era todo uno. Y no quería porque temían enfrentarse a ese momento en el que por primera vez desde que se conocieran dejarían de estar físicamente cerca.

La mirada de él se posó en el rostro de ella, cuyo ojos mantuvieron los suyos. Se acercó aun más a ella, atrayéndola y posando suave sus labios en la comisura de su boca, le susurraba para si: "¿Qué me has hecho, pequeña?". Como si hubiera podido leer su pensamiento, ella le decía:

- Te voy a echar de menos.

- Y yo a ti... pero muy pronto nos volveremos a ver.

Sólo fueron unos segundos de inquietud que no impidieron ese ánimo alegre y esperanzador que albergaba en ellos dos y las sonrisas que acompañaron a su intenso abrazo eran muestra de ello, junto a la risa que las cosquillas de él por el cuerpo de ella provocaron en ambos.

(18/07/2018 - Atardecer). 

Las risas dieron paso al silencio que los envolvió de nuevo seguido de un fuerte abrazo. Minutos más tardes, él se levantaba... pues por más que quisiera no podía alargar aquel momento por más tiempo. Algo que ella sabía y comprendía, optando por quedarse un poco más en la cama apaciguando aquella vorágine de sentimientos y pensamientos que se agolpaban dentro suyo por momentos.

Él se había dirigido al jardín, dejándose acariciar por el agradable frescor que ofrecía el amanecer. Sus tres compañeros le siguieron minutos después colocándose alrededor suyo, junto al sofá del porche. Se había llevado con él su teléfono móvil, recordando la llamada que en la tarde anterior ella le hizo en la tarde, cayendo en la cuenta que desde que se encontrara con ella, ya no lo había vuelto a coger, pareciendo las horas transcurridas a su lado días.

Una sonrisa se dibujó en su rostro cuando al añadir su número en la agenda, vio que la foto de su perfil, era la que le realizó en el sillón junto a los perros. Un simple detalle, que hizo que su piel se erizarse. Dejó el teléfono sobre la mesa y con la expresión sonriente en su cara, respiraba dejándose llevar por la agradable sensación y la brisa de la mañana.

Expresión con la que la cautivó, al verlo, tras levantarse... desde el ventanal de la cocina. 

(19/07/2018 - Atardecer). 

A punto estuvo de ir hacia él, recostarse sobre su pecho y retener aquel momento, pero se contuvo y optó por ir a darse una ducha.  

(20/07/2018 - Atardecer). 

Estaba terminando de enjuagar su cuerpo, cuando él apareció en el cuarto de baño dispuesto a darse una ducha, para refrescarse y dejar aquella inquietud que le provocaba el tener que marcharse y alejarse de ella aunque solo fuera por un tiempo, sin esperarse encontrarla allí.

Observó su cuerpo desnudo desde la puerta, quedando sus ojos atrapados por sus movimientos mientras el agua se deslizaba por su piel, la misma que sus manos deseaban de nuevo tocar. Una amplia sonrisa aparecía en su cara entremezclándose con la pasión de su mirada, cuando al avanzar ella notó su presencia. 

El cogía la toalla escondiéndola tras de si, mientras ella sonriente salía de la ducha. Divertido le insinuaba que volviera a la misma con él, pero ella lo evitó besándolo, pues no quería alargar más aquel momento disfrutando de él, pues les costaría mucho más él tener que marcharse.

Él lo sabía, de ahí que tras corresponder a su beso apasionadamente, colocaba la toalla por su cuerpo a la vez que la abrazaba con todas sus fuerzas.

- Volveremos a estar juntos muy pronto.

Ella asentía, mirándolo a los ojos con una sonrisa que él le devolvía.    

(21/07/2018 - Atardecer). 

Tras recoger alguna de sus cosas y preparar su pequeño equipaje, lo llevó hasta el coche. Al no verla por la casa pensó que tal vez habría salido a pasear, evitando el momento de marchar, pero estaba en el jardín con el desayuno preparado y la compañía de los perros. Una satisfacción enorme sintió por dentro al verlos allí. 

Tras disfrutar de un agradable desayuno y juguetear entre risas los cinco juntos, un fuerte abrazo y un intenso beso, surgía entre ellos haciéndole sentir una fuerte emoción por dentro. Y seguido vino un hasta luego, lleno de esperanza e ilusión por parte de los dos.   

(22/07/2018 - Atardecer). 

El día había transcurrido algo raro para ambos. Él a pesar de estar ocupado con los tramites pendientes junto a su abogado antes de viajar, quien lo acercó seguido hasta el aeropuerto más cercano para primero ir a Nueva York, antes que nada a organizar unas cosas por allá, no dejó de pensarla a cada rato, mucho más cuando al llegar la noche recibía un mensaje de ella: "Te extraño" junto a la fotografía que él le hiciera uno de los en la cocina mientras comían. Una amplia sonrisa aparecía en su cara al recordar aquel lindo momento, también por haberle enviado aquella foto que tanto le agradaba.

Ella trató de mantenerlo alejado de su mente para que se hiciera menos duro, pero no pudo evitar que cada momento vivido a su lado regresara con la emoción que ello conllevaba. Ya en la noche pensándole y extrañando su presencia es que quiso enviarle aquella fotografía junto a un escueto mensaje, pues no era capaz de expresarle nada más en ese instante. La alegría volvía a ella, cuando él le contestaba: "Gracias... así será menos duro tenerte lejos en estos días. Yo también te extraño".

 (24/07/2018 - Atardecer). 

Ambos amanecían sonrientes y con ilusión tras aquel cruce leve de mensajes que mantuvieron la noche anterior. Ella trataba de organizarse para disfrutar del tiempo que le quedaba de estar por aquel precioso lugar, que tanto bueno le había ofrecido sin esperarlo días antes cuando decidió su viaje hasta allá. Además de que se iba con una idea diferente a la que traía, pues si la impresión de aquel sitio era buena, tras lo vivido lo era mucho más, sobre todo de la zona del "El Parral". 

En la mañana cuando regresaba de un agradable paseo entre bellos recuerdos, al entrar en la casa su teléfono le sonaba. Al otro lado sonaba la voz de Armando, quien le preguntaba por como se encontraba a la vez que ella le contaba, insistiendo lo especial que se había vuelto aquel lugar para ella. Su padrino apurando el escaso tiempo de que disponía pues tenía que colgar, le decía: 

- Me alegro, pero ya se hace necesario que vayas pensando en regresar. Te preciso por aquí. Lo siento, pero ya sabes que te alejas de mi lado y esto se pone patas arribas...jaja.

- Que exagerado... jaja. Pero no te preocupes, se que debo pensar en regresar.

Mientras pensaba en las palabras de Armando, se percataba de lo silenciosa que se había quedado aquella estancia. Como si fuera consciente de la ausencia de él también. Tal vez lo mejor era marchar, pues aquella casa ya no era lo mismo sin su presencia.

Caminó hacia la cocina, donde desde el ventanal se percataba de que los perros descansaban sobre la sombra, percibiendo que ellos también extrañaban aquella mañana a su dueño. Estaba con la idea de ir hacia ellos para juguetear un rato juntos, cuando escuchó el timbre de la puerta. Algo extrañada, se acercó a abrir, encontrándose con una señora, que se presentaba con una amplia sonrisa diciendo ser María.

En ese instante, recordó la descripción que le había hecho su padrino sobre ella, recibiéndola con satisfacción. Ambas simpatizaron desde aquel instante. Tras presentarse, pasaron a la cocina, ofreciéndole tomar un café juntas, algo que la mujer le aceptó con gusto, pues acababa de llegar de su vuelta de viaje.

- Siento no haber estado aquí cuando llegaste, pero me surgió un imprevisto. También lo sentí, pues no pude ver a mi hijo y disfrutar de estos días con él que estuvo por aquí. Ya me habló ayer de que se tuvo que ausentar... y bueno a parte de a ti, también vine a ver a sus perros que seguro andarán añorándolo por el jardín. Imagino, que llegaste a conocerlo, a mi hijo digo.

- ¿Su hijo... ?.

- Si, Nando... imagino que estuvo por aquí.

- Ah... no sabía que él era su hijo. Armando no me dijo nada... bueno, él tampoco a decir verdad.

- No vería el momento de hacerlo. Él en cambió si me habló de ti. Me dijo una de las veces en que hable con él, que en la casa había una invitada guapa y amable, y la verdad que no se equivocaba, como tampoco Armando cuando me habló de ti.

Si ya aquella señora, le había caída bien desde el primer instante, ya desde que su padrino le hablara de ella, ahora al saber que era la madre de él, mucho más le agradaba que estuviera allí. Eso si, Armando le tendría que explicar más de una cosa, se decía para sí, mientras ambas seguían hablando.

María entre otras cosas, le contaba que vivía en su vivienda en el pueblo, aunque siempre estaba pendiente de aquella casa en la que durante un tiempo vivió. Los perros solían estar con ella, cuando su hijo se ausentaba por mucho tiempo. El escucharla hablar de él estaba resultando para ella como un bálsamo a la vez que le contaba su impresión sobre aquel lugar. Para ambas aquella conversación fue agradable, donde sin llegar a profundizar intercambiaron más que unas palabras, sintiendo un aprecio mutuo.  

 (25/07/2018 - Atardecer).

Tras quedarse a solas, los recuerdos de lo vivido en la casa regresaban, a la vez que se entremezclaban con los pensamientos que aparecían tras haber conocido a la señora María. Se percataba de que apenas sabían el uno del otro... de que en aquellos días habían conversado de muchas cosas y a la vez de nada que no necesitaran, mientras sonreía al pensar que conocía lo bastante de él, todo lo sentido y transmitido en cada mirada, en cada caricia, en cada beso.

Por todo ello, le resultaba difícil permanecer en aquel lugar sin él. Eso unido a la insistencia de nuevo de su padrino en que le urgía que regresara, hizo que aquella noche, tomara la decisión, de que al día siguiente prepararía su vuelta. Al menos por un tiempo, hasta que pudiera quedar con él para volverse a ver.

No fue fácil, cuando llegó el momento de partir, despedirse de quienes ya consideraba sus amigos, aquellos preciosos perros que tanto eran de él, aun dejándolos al cargo de María, ni dejar aquella casa con lo mucho que le había aportado en aquellos días, ni aquellos viñedos entre los que encontró el amor y que en aquel momento divisaba mientras conducía por la carretera, recordando el instante en que se vieron y se conocieron por primera vez, sin imaginar lo mucho y bonito que les esperaba después.  

 (26/07/2018 - Atardecer).

Ella tras dejar el coche que en su momento había alquilado, cogía el vuelo, estando al día siguiente de regreso en México, pues allí es donde residía, desde el día que decidió trasladarse tras la petición que le hizo su padrino, de trabajar junto a él y que ella no dudó en aceptar.

Llamó a Armando para avisarle de que ya estaba de vuelta, mencionándole que quería comentarle de algo que había pensado durante su viaje, quedando en que al día siguiente se verían, pues estaba por entrar en una junta y no se podía extender mucho más en hablar. Descansaría del viaje lo que le quedaba del día y la noche se decía tras colgar, y a la mañana siguiente allá estaría de nuevo enfrentándose a esos asuntos que seguían pendiente de solucionar y por los que en parte había decidido viajar. 

Pero el sonido de su móvil, la sacaba de sus pensamientos. Le llegaba un mensaje de él, lo que hizo olvidarse de lo cotidiano, haciendo que todo volviera a ser especial. Le expresaba que la extrañaba. Desde que se dejaran de ver, habían compartido varios mensajes pues tras varios intentos de hablar por parte de los dos, no había sido posible, pues no coincidieron estar disponibles en el momento. Aun así ella le hizo saber que regresaba al menos por unos días y él que la extrañaba, mientras seguía de un lado para otro tratando de resolver el problema que en aquellos días le traía de cabeza. Ya, cuando ambos se organizaran en sus respectivos destinos, podrían charlar con más tranquilidad.

A la mañana siguiente, y habiendo descansado lo justo, pues los pensamientos iban y venían, así como la ausencia de él se sentía, tras darse una ducha cogía su coche camino al trabajo. Antes de dirigirse a su despacho pasó por el de Armando, pero aún no había llegado, así que sin más saludó al resto de personal que ya estaba por allá y cogiendo aire es que caminó por los pasillos hasta cruzar aquella puerta para encontrarse de nuevo con aquel espacio, en el que a pesar de algunos momentos complicados, era un lugar en el que se había encontrado bien. Aunque, tras su viaje, todo aquello se tornaba diferente para ella, a penas había faltado unos días y había desconectado totalmente. Pero los documentos que se encontraba sobre la mesa, le hacía volver a la realidad. Cerrando los ojos, pensó en él y la sonrisa que le provocaba su recuerdo así como la esperanza de pronto volver a verlo, hizo que con ganas se pusiera con todo ello.

Por su parte él, aquella mañana, tras mantener el contacto con su abogado en todo momento por teléfono, es que tras continuar con las gestiones pertinentes y ante lo complicado que se había puesto todo aquel asunto, es que decidió tratar de buscar una solución y hacerlo personalmente, al margen de las medidas que ya había tomado respecto a todo ello. Pero necesita plantear aquello directamente con la persona implicada en ello.

Con aquella intención es que había ido hasta aquella ciudad, encontrándose en la puerta de aquel gran edificio, al que recordaba había ido en alguna otra ocasión, pensamientos que se cruzaron por la mente mientras se bajaba del taxi que lo había llevado hasta allá. Cruzó la puerta principal adentrándose hasta pararse en el puesto de información. Sin perder tiempo y decidido a enfrentar todo aquello cuanto antes, es que pulsaba el botón del ascensor. Caminó con paso seguro parándose frente a aquella puerta, quedándose fijamente mirando el nombre y apellidos que figuraba a un lado de la misma, en la pared.

La rabia contenida iba saliendo por momentos de dentro de él, lo cual hizo que tras dar un par de toques y sin esperar a que le invitaran a pasar, es que entraba sin más. No esperó tampoco a que la persona que se encontraba en aquel espacio dejara de hacer lo que estaba haciendo y girara su sillón de respaldo alto para verlo de frente. Directamente, le dejó claro su opinión, diciendo todo lo que había ido a decir hasta allá:

- Ni piense que va a salirse con las suyas. Le hago saber que ya estoy tramitando una demanda en contra de usted por querer atropellar lo que no es suyo y querer arrebatarlo a como de lugar. Mi abogado se está encargando de todo ello, podrá ponerse en contacto con él desde este momento. Aquí le dejo sus datos.

Se acercó a la mesa para depositar la tarjeta. En ese momento, el sillón se giraba despacio, pudiendo ver a la persona que se encontraba tras el mismo.

El rostro de él cambio, dejando de estar furioso a quedar desconcertado al verla a ella. Quien a su vez lo miraba sin poder reaccionar, tras haber escuchado su voz y todo aquello que había dicho en apenas unos segundos.

  (27/07/2018 - Atardecer).

El silencio que los invadió en aquellos segundos, se les hizo eterno. Hasta que fueron reaccionando. En las milésimas que fueron pasando, él trató de entender... estaba seguro de que debía de tratarse de un error. Su rostro fue adquiriendo otra expresión, tal vez de esperanza porque todo aquello fuera una confusión.

- ¿Tú..., aquí?. Yo... eh, pensé que era... Quiero decir, yo venía buscando a la persona cuyo nombre aparece en la puerta. O sea... la gerente de la empresa. Eh, disculpa... pero es que no...

- Soy yo...

-¿Qué...?.

- Que esa persona soy yo, y la gerente. Pero no se que haces tu aquí, no entiendo nada...

- La cara de él cambió de golpe al escucharle confirmar que se trataba de la misma persona. La desconfianza comenzó a apoderarse de él mientras por su mente volaban los pensamientos.

- Pues fíjate, que yo creo ir entendiendo por más que me duela. Ahora comprendo tu viaje, tu interés por los viñedos... tu insistencia por ir a visitar "El Parral".

Al mencionar esa palabra, no pudo evitar cerrar los ojos un segundo mientras su mentón se tensaba. Apretando el puño, con rabia la miraba... y comenzó a girarse para marcharse de allá.

- No me mires así, por favor. No se que es todo esto, al igual que tu estoy sorprendida. Te doy mi palabra de que yo no se nada... No entiendo que está ocurriendo.

- Y me imagino, que el Sr. Armando te ha estado consintiendo en todo esto...

- ¿Qué... ?.

El siguió caminando hacia atrás hasta que aceleró los pasos. Por más que ella le decía que tenían que hablar, él no paraba. Solo guiaba sus pasos, decidido hasta algún destino entre aquellos pasillos. A través de los años aún recordaba donde se encontraba ese despacho. Sin tocar a la puerta, entró enfurecido, dirigiéndose a quien allí se encontraba, quien hacía apenas un instante que acababa de llegar y comenzaba a colocar sus cosas para iniciar la jornada.

- Lo tenías todo preparado, ¿verdad?. Pero por qué tuviste que enviarla a ella, no pudiste hacerlo tu solo, ¿eh?. No, claro... querías fastidiarme bien. Si... sabías como tenías que hacerlo para hundirme... y ¿sabes que?, lo has logra...

- No me des ni una voz más... ¿me oyes?. Y si no sabes nada, mejor no digas más. Al menos hazlo por ella. Tenemos que hablar, pero lo haremos cuando te tranquilices.

- Yo con usted no creo que tenga nada que hablar... Traicionaste mi confianza y ya...

- Yo no traicioné nada y mide tus palabras.

- No sigas hablando por favor, no digas nada de lo que te puedas arrepentir.

Al escucharla intervenir, se giró y con una sonrisa triste la miró. Por más que quisiera odiarla, no podía. Pero la furia en aquel momento, le podía.

- Hay tanto de lo que tal vez me tenga que arrepentir... ¿verdad?.

A ella le partía el alma verlo así, a la vez que no entendía nada, solo quería que parara todo aquello.

- Hablemos, por favor.

- ¿De qué quieres que hablemos?. ¿De como os reíais a mis espaldas?. Del tiempo en la casa del Sr. Armando, si... porque realmente es suya.

- Deja de decir estupideces, no es propio de ti. Te desconozco... 

- Yo también a ti. La verdad Sr. Armando... ¿Sabe, que?... No voy a perder más tiempo aquí. Mi abogado se pondrá en contacto. 

Tras decir aquellas palabras, salía con toda la rapidez que le permitían sus pasos. Ella se quedaba mirando a su padrino, sin poder evitar pedir que le explicara con la mirada, percibiendo el dolor en él tras aquella incómoda conversación. Aún así, guiado por el gesto de él, salió de allí, con la esperanza de poder parar al hombre al que amaba, quien se disponía a coger el ascensor.

- Tenemos que hablar por favor...

- ¿Qué haces aquí...?. Deberías estar con él...

El ascensor llegaba en ese momento, las puertas se abrían y el se dirigía hacia el interior, cuando ella le agarraba por el brazo, tratando de evitar que se marchara, tal vez porque temía lo que aquello significaba.

- Porque dices todo eso. No debiste hablarle así, es tu padre...

- Ah, claro... eso también lo sabías, aunque a mi me hablabas de él como tu padrino.

- ¡No, no lo sabía...!. Lo supe hace unos días, poco antes de regresar, me lo contó la Sra. María, que por cierto, tampoco sabía que era tu madre. Lo supe por ella... y no por ti.

Tras escucharla decir aquello ambos se miraron con intensidad. La puerta del ascensor estuvo a punto de pillarla al cerrarse y ella intentar evitarlo. El atento evitó que la pillara, mientras visiblemente afectado y con su rostro tenso de la impotencia, le pedía:

- No me sigas, por favor. No me sigas más...

Tras cerrarse las puertas, el ascensor descendía mientras ella veía parpadear la luz mientras los números corrían, hasta que llegó abajo y desapareció la misma. Recorrido que a él se le hizo eterno dentro del ascensor, tentado a pararlo y regresar a por ella. Pero se sentía engañado, confuso... Necesitaba marchar, estar sólo. Caminó, sin rumbo fijo, no sin antes llamar a su abogado, pidiéndole que detuviera la demanda y se olvidara del caso.

  (28/07/2018 - Atardecer).

Sin entender nada, con un enorme dolor en su pecho y las lágrimas contenidas en sus ojos, es que ella caminó por los pasillos con idea de encerrarse en su despacho. Pero necesitaba saber qué estaba sucediendo, que su padrino le contara. Así que decidida fue hasta él.

Miraba por los ventanales con semblante serio y preocupado, tal vez con cierta desilusión. Cuando la sintió entrar se giró.

- No entiendo nada. Padrino, ¿por qué no me dijiste que...?

- Antes que nada tranquilízate. Se que hay cosas que debí contarte, pero no había surgido hacerlo antes. También tu tenías algo importante que contarme según me dijiste al llegar...

- Si, precisamente sobre el cambio de idea que tenía con respecto a aquel lugar y...

- Está bien, hablaremos de eso... pero también creo que me tienes que contar que pasa entre... Nando y tu. Porque su reacción dudo mucho que sólo se deba a mi. Lo he visto otras veces enfurecido, pero no así... No con esa rabia y ese dolor que vi en sus ojos.

  (29/07/2018 - Atardecer).

Mientras ella y Armando se disponían a aclarar algunas cosas en aquel despacho, él recorría las calles de la ciudad, pensando... como queriendo dar marcha atrás. Le volvía a sonar el teléfono, de nuevo Armando, quien se atrevió al no ser atendido, a dejar un mensaje de voz: "Por favor, no te vayas sin que hablemos". Tras escucharlo, apagó el teléfono, no si antes ver la fotografía que tenía de ella. Sólo pudo pronunciar dos palabras: "¿por qué?". .

Necesitaba hablar con su abogado y amigo, así cogiendo un taxi, se dirigió hacia el hotel para hacerlo desde allí.

Tras haber intentado de nuevo hablar con su hijo sin éxito es que se sentaba para continuar la conversación con su ahijada, quien en aquel intervalo en el que su padrino trató de ponerse en contacto con él, su pensamiento se precipitaba entre los recuerdos de lo vivido días atrás y en ese tiempo antes de marchar a aquel viaje.

Pensar que aquel hombre con quien un par de meses atrás, desde el despacho había mantenido un par de llamadas altisonantes entre interferencias complicando aún más los escasos minutos de conversación entre ambos... era él, el mismo que quiso comprarle aquellos terrenos y ella se opuso, hizo que se sintiera aún peor, más cuando le escuchaba decir aquello a su padrino. Mucho más, porque desde que estuvo allí la idea que había pensado sobre aquel lugar había cambiado totalmente para ella.

- Antes que nada, de ahí mi insistencia en que regresaras, tienes que saber han aprobado la idea que propusiste y está en proceso los tramites de la expropiación de los terrenos colindantes...

- Terrenos que ahora se que son de él, ¿no es cierto?. ¿Por qué no me dijiste nada?. Por qué permitiste que...

- Porque no quería interferir a favor de ninguno de los dos. Tampoco tenía por qué quitarte tu ilusión. Y desconozco que haya pasado entre vosotros ni que...

- Se con el cariño que me hiciste ese regalo, que tanto me costó aceptar, bien lo sabes. También con el cariño con el cariño que lo recibí, aun pensando en que era demasiado tu detalle hacia mí, poniendo a mi nombre esos terrenos, convirtiéndose en un lugar muy importante para mí. Pero eso no te daba derecho a... Discúlpame, pero tienes que entenderme, esto no es fácil para mi, menos sabiendo que se trata de él.

- Lo se, pero...

- Padrino por favor, tienes que ayudarme. Tienes que evitar que esa expropiación siga adelante. Ya era mi intención dejar esa idea que tenía del hotel, tras mi viaje y ver de cerca aquel lugar, mucho más desde que supe lo importante que es también para..., para él.

  (31/07/2018 - Atardecer).