Ella sin más se disculpaba por haber interrumpido su sueño y haber accedido a su habitación, justificando el que fuera hasta allá, pues le había resultado extraño que aún no se hubiera levantado, algo que intuyó por ver que los perros aún seguían como el amo, tranquilos y dormidos.

Él, con una sonrisa pícara decidió dejar ahí el tema, sin querer entrar en más detalles en ese momento, más porque se percató de que ella trató de desviar la conversación hacia otro lado y no quería hacerla sentir molesta, pero la expresión que vio en su cara cuando despertó no se le olvidaba ni la forma en que estaba parada en la puerta intrigándole además desde cuándo llevaría observándole. Algo sin importancia, pero si la tenía para él, el haberla visto allí.

El desayuno transcurrió divertido, con una charla entretenida donde comentaron sobre lugares de la zona, el conocimientos de ambos sobre el vino y otros temas generales, resultando ameno para los dos.

Tras organizar la cocina juntos, cada uno se fue para un sitio de la casa, ya fuera a ordenar la habitación, al baño... o al jardín, no habiendo coincidido en ese espacio de tiempo. Habría pasado unos quince minutos desde que terminaran de desayunar, y ella había dejado de escucharlo. En ese instante uno de los perros se introducía hasta la habitación de ella, quien se le puso a hablarle sin más.

- ¿Qué pasa bonito... vienes a verme o es que no encuentras a..., a tu dueñ...?. 

- Puedes llamarme Nando.

La voz de él le pilló desprevenida, como el verlo allí, tan guapo... pero no sólo eso, sino comprobando una vez más que aquel hombre era bien interesante.

- Y a mí... Alda.

Con una penetrante y cálida sonrisa es que le daba a entender lo que le agradaba ese momento. Su perro se acercó a él sin necesidad de llamarlo por su nombre y sin más, salieron de allí.  

 (31/05/2018 - Atardecer)

CONTINUARÁ...

(01/06/2018 - Atardecer)

Poco tiempo después escuchó cerrarse la puerta de la entrada y el sonido de su moto arrancar hasta dejar de oírlo a lo lejos, a la vez que asomada a la ventana observaba el rastro que dejaba e inhalaba el agradable aroma a él que andaba impregnado por toda la casa.

Con esa agradable sensación es que le apetecía quedarse en la casa y disfrutar en ella de una apetecible lectura y preparar una comida con la que pudiera sorprenderle para bien, pues intuía que al preguntarle si ella estaría al mediodía, es porque tendría pensado ir. Así que decidió contestar a la invitación de Pablo sobre la ruta que habría esa mañana una hora más tarde, para decirle que en otra ocasión sería, ya que el chico le había comentado el día que fue al pueblo a informarse sobre algunos lugares, de que la tendría informada de las rutas por si le apetecía podía agregarse al grupo. Pero sin más ese día le apetecía relajarse en la casa, disfrutar de lo que la misma le ofrecía, una calma que le hacía mucho bien.

Tras ir al pueblo y hacer algunas compras, al regresar se puso manos a la obra, anduvo limpiando y preparando la comida. Al terminar se dio una ducha y se puso ropa cómoda, yendo hacia el jardín con un libro en la mano. El día había salido algo fresco, así que se cubrió con una rebeca bajo la que dejaba un cómodo vestido a la altura de la rodilla de fino punto en un bonito azul y escote de pico. Y sentada en el sofá que había en la pared del porche, fuera en el jardín, disfrutó gratamente de aquel tiempo con la compañía de los preciosos perros que justo en la parte de frente aprovechaban tumbados los relajados rayos de sol que llegaba hasta esa zona.

Cuando pasó un buen rato, se adentró al interior de la casa y se puso a ordenar algunas cosas suyas en su habitación, observando algunas otras que pertenecían a él y que formaban parte de la decoración, ensimismada por completo con todo ello.

Pasado un tiempo cuando terminó de ordenar, viendo que se aproximaba la hora del mediodía, ella se dirigió a la cocina pensando en hacer una limonada. Mientras la preparaba, la risa de él que procedía del jardín la embriagó, haciendo que una agradable sensación recorriera todo su cuerpo, dejando lo que estaba haciendo para ir hasta la puerta y observarlo.

Que lindo fue para ella verlo correteando descalzo por el césped jugando con sus bonitos perros, pues así le gusta decirles ella cuando no les llama por su nombre, como mamífero inteligente y leal a su dueño que son. Le encantaba verle con ellos, su complicidad, el trato que les tenía. Recordó con una sonrisa como al percatarse de ella, le hacía un gesto con la mano para que fuera hasta ellos.

Ella por aquel entonces aún tímida... es que se acercó algo nerviosa. Pero todo eso desapareció cuando él la hizo sentir tan bien integrándola al grupo, haciendo que la olfatearan, que la conocieran... que cogieran confianza.

Y todos comenzaron a tenerla, sobre todo después de que uno de ellos se abalanzara sobre ella tirándola al suelo de espaldas, acariciándola de seguido con sus lamidos. Él al verlo, corriendo es que salió a socorrerla por si se había hecho daño, pero ella comenzó a reír por lo divertido de la situación, haciéndolo a carcajadas cuando el otro al verlo correr se cruzó con su dueño haciendo que tropezara y perdiera el equilibrio aunque evitando caer sobre ella, sin poder parar de reír ninguno de los dos, hasta que sus miradas se voltearon percatándose de lo cerca que estaban el uno del otro.  

En ese momento cesaron las risas, dando paso al silencio y a todas las emociones que el mismo traía consigo, dibujándose una agradable sonrisa entre ellos. Con el corazón agitado, es que ella se incorporaba, poniendo como escusa tener que terminar la limonada.

Al alejarse vio como él se quedaba tumbado, frotándose su rostro con las manos. Ella retomaba lo que estaba haciendo con una agradable sensación en su interior. Mientras terminaba, se había percatado de que él, ese hombre que cada día la cautivaba más, había entrado al interior de la casa, por otra de las puertas sin pasar a la cocina.

Apoyada sobre la encimera es que reflexionaba sobre esos instantes vividos en el jardín. Qué le estaba pasando con aquel hombre, se preguntaba. Trató de tranquilizarse bebiendo un poco y preguntándose dónde estaría pues no se escuchaba ningún ruido, decidiendo ir a buscarlo para ofrecerle la bebida, aunque bien sabía ella que no era ese el motivo.

Fue increíble y maravilloso lo que sintió en aquel instante cuando su retina pudo captarlo sentado en aquel acogedor sillón que como a él a ella tanto le gustaba, en aquel lugar donde sabía que le agradaba estar y junto a sus bonitos compañeros, con aquella bella sonrisa que le ofrecía y aquella tranquilidad.

- ¿Me dejas que plasme este hermoso momento, por favor?.

- Si es lo que deseas, claro que si.

Fueron las palabras que cruzaron, antes de que el flash de la cámara del teléfono se disparara. Hasta que tras terminar, él le tendía su mano para que se acercara invitándola a sentarse sobre él.

- No hay espacio...

- Si que lo hay, acércate y verás.

Ella se movió unos pasos hacia delante, hasta que él consiguió alcanzar su mano, y ahí ella ya no pudo poner excusas, ni hacer nada más, pues cuando se dio cuenta la tenía sentada sobre su regazo, atrayéndola hasta su pecho.

Y allí se encontraba ella, entre su hermosura y su calma, donde sólo sentía el latido de él, su respiración, su aliento cerca del suyo, provocando que su propio corazón palpitara aún mucho más, hasta pensar que explotaría de placer cuando él delicadamente le alzaba con su mano la barbilla, acercaba su boca hasta la suya... y suave rozaba sus labios..., haciendo que se estremeciera todo su cuerpo, llevándola hasta el éxtasis.   

 (02/06/2018 - Atardecer)

Ella sentía la suavidad de sus labios besar los suyos despacio, delicadamente aumentando aún más su deseo y la emoción de ese momento, correspondiéndole de igual manera, acariciando sus labios haciéndoles saber lo agradable que les resultaba tenerlos entre los suyos.

Estaban siendo instantes de placer y una gran intensidad para ambos, haciendo que perdieran la noción del tiempo, hasta que este regresó cuando ella tal vez asustada por lo que desconocía o más bien por lo que sentía, despacio separaba sus labios de los de él, quedándose apoyados sobre sus frentes con la respiración entrecortada, mientras se trataban de calmar e interiorizaban lo sentido.

Ella tras separarse lo observó, sus ojos permanecían cerrados... viendo como los abría cuando ella comenzó a moverse para salir de sus brazos. La emoción los embriagó... y ella intuía en ese instante que debía de apartarse... por su bien, o tal vez por el de los dos. No sabía en ese momento como interpretar todo aquello.

Cuando bajó de su regazo, sin ninguna ganas de hacerlo, eso también era cierto, es que él la sujetaba de la mano como queriendo retenerla, sin ningún temor por aquello que acababa de suceder. Ella con suavidad la apretó con la suya, queriéndole transmitir lo que sentía con aquel gesto, con deseo de que pudiera entenderla, incluso disculparla por su reacción. Y sonriéndole... es que le decía:

- Creo que es mejor que vaya preparando la mesa para la comida o se hará tarde...

- Se hace tarde cuando uno se impide sentir... y el tiempo más adelante se lo recuerda.

Llevándose aquellas palabras y la profunda mirada de él, es que se marchaba sin más hacia el baño para lavar sus manos... y tal vez para coger el aire que le faltaba en aquellos momentos en los que sin más hubiera retrocedido hasta él, dejándose llevar por aquello que sentía, sin importar lo que fuese o lo que le asustara que fuera.    

 (03/06/2018 - Atardecer)

Al poco tiempo, tras unos minutos pensativo, es que él también marchó hacia el baño y seguido hasta la cocina. Le ayudó con lo que faltaba, pues ella casi había colocado todo, tal vez llevada por la inquietud que en aquel momento la acompañaba, más que por el tiempo que él había tardado en llegar.

Al principio se mantuvieron en silencio, donde solo sus miradas coincidían y la complicidad que entre ellos ya existía. A ella le resultaba increíble, a la vez de atractivo en él, la tranquilidad con la que la miraba inquietándola aún más esa seguridad en él después de aquel momento. Más cuando no conocían apenas nada el uno de la vida del otro, pero con lo que habían vivido hasta ese momento, reconocía que le había sido suficiente para atraerle de la manera en que lo estaba haciendo.

Aunque pensativa no pasaba desapercibido para ella, la forma en que su mandíbula se movía con cada bocado que daba, mientras masticaba la comida con esa sensualidad innata que poseía tan natural, que lo hacía aún más interesante. Estaba guapísimo con aquella rebeca de lana, se decía... viendo como minutos después se la quitaba, una vez había su cuerpo entrado en calor dentro de la casa, pues era verdad que fuera había refrescado bastante.

Estaba a punto de comentar algo, pues la intensidad y profundidad con la que él la miraba mientras comían, estaba comenzando a hacer de nuevo estragos en ella. Queriendo evitar que se le notara, es que tenía intención de hablarle, pero él se adelantó, mientras veía como se inclinaba un poco hacía la silla de al lado donde ella había dejado su móvil y cogiéndolo con un gesto en el que le pedía permiso de usarlo, sin más le preguntaba.

- Se que no está bien que interrumpa de esta forma la comida, pero el motivo que me provoca hacerlo lo merece. ¿Me dejas que plasme este hermoso momento, por favor?.

- No soy buena posando ni tan fotogénica como tu, pero... si es lo que deseas...

No llegó a terminar la frase, cuando ella se dio cuenta él ya había activado la cámara de su móvil sacándole una fotografía espontánea mientras lo volvía a poner en su sitio sin dejar de mirarla, para volver a sorprenderle con lo que le decía:

- Sólo espero que algún día me la envíes...    

 (04/06/2018 - Atardecer)

Ella le mantuvo la mirada, casi pidiéndole explicación de por qué había hecho aquello, desviándola unos segundos mientras observaba como se dejaba entrever la fortaleza de su pecho a través del contacto con la camiseta gris que llevaba, desplazando su mirada hasta los fornidos brazos que la manga corta de la prenda le permitía.

La vuelta de su mirada a la de él, que aún la esperaba, hizo inquietarse a ambos. A él por haberse percatado de la forma como lo había mirado y ella porque sabía que él la había descubierto en su descaro al sorprenderla mirándole. Inquietud que apenas duró unos segundos, pues ella trató de retomar la conversación para calmarla.

- ¿Qué motivo, según tu, merecía el que me captaras en plena comida así sin avisar y cuando aún no había terminado de mast...?.

- Qué te ves preciosa mientras comes. ¿No te lo han dicho antes?.

- Que yo me acuerde... no. Seguro que a ti si te han dicho más de una vez, lo sensual que resultas al comer.

- ¿Tu crees?.

- Creo que más de una mujer te lo habrá dicho y muchas además...

- Jaja... me refiero a que si tu crees que resulto sensual mientras me alimento.

La forma en que la miró mientras le expresaba todo aquello, hizo que ella se quedara bloqueada. Al ver que se quedaba callada, él continuó, y en vez de ayudarla a salir de su estado, lo empeoró:

- La verdad si alguna vez me lo dijeron, no lo recuerdo. Pero lo que si es cierto, que escucharlo de tu boca, eso no se me va a olvidar.

Con la forma en que ella lo miró, le estaba diciendo mucho más de lo que ella se imaginaba y tal vez, de lo que hubiera querido hacerle saber, pensó él, mientras comenzó a sonreírle por la satisfacción que sentía en su interior por lo agradable de aquel momento.   

 (04/06/2018 - Atardecer)

Llegó un momento en que ella desvió su mirada hacia el plato, apenas sin poder reaccionar ni decir nada. Por lo que él, tras notar su timidez, procuró desviar la conversación. Y así, más relajada es que ella le contestaba, cuando el proponía si lo precisaba, avisar a la chica que conocía María para el tema de la limpieza de la casa o el lavado de la ropa, aún sabiendo, por lo que había visto que se bastaba sola sin necesitar de nadie para todo ello. O cuando le mencionaba que lo del teatro por su parte seguía en pie, así como que iba a hacer una colada y si quería podía añadir su ropa también.

Ella lo miró embobada. Estaba realmente atractivo. Y sonreía, pues en algún momento cuando ella fue hasta la zona donde estaba todos los aparatos relacionados con lavado y secado de ropa, para lavar su ropa, se acordó de la usada de él, pero no llegó a preguntarle por timidez o por no querer incomodarle o resultar imprudente tal vez y él sin más, sin problema se lo hacía saber. Y le quedó tan natural, con ese encanto que él poseía, es que se lo decía.

Del mismo modo que la hizo reír mientras se disponían a recoger la mesa, una vez habían terminado con el postre, habiendo conversado sobre algunos de su gustos en el trascurso del mismo.      

 (06/06/2018 - Atardecer)

Ella cada vez más se percataba de lo a gusto que estaba con él. De lo cómoda que se sentía a su lado, familiarizando con su cercanía, con su trato..., al conversar, al reír, al compartir pequeños momentos pero que cada vez se hacían más intensos, apreciando su sentido del humor, su inteligencia con cada reacción suya.

Andaba pensando en todo ello mientras se preparaba para fregar los platos, cuando lo sintió detrás suyo. Su reacción fue la de apartarse, pues por el rabillo se percataba de que se disponía a colocar algo de la zona alta del mueble situado más arriba, cuando en ese momento sintió la mano de él posarse en la parte de atrás de su cintura. Ella levemente se giró, encontrándose con sus ojos, percibiendo en ellos una intensidad, que casi la hizo flaquear y tirar el plato que en ese momento sostenía en sus manos, más cuando escuchaba su agradable e insinuante voz:

- No te preocupes, llego aun contigo de por medio.

La expresión de ella le hizo gracia y soltó una carcajada. Ay... Dios, se decía ella mientras seguía sintiendo la calidez de su mano, la intensidad de sus ojos y en ese momento además su irresistible sonrisa.

- ¿Te puedo ayudar?.

- No te preocupes, queda poco y puedo terminar sola sin que intervengas.

Él había notado la sonrisa con la que le había dicho aquello.

- ¿Y conmigo detrás... podrías terminar?.

- ¿Sabes qué...?.

En ese momento, entre risa la soltaba, apartándose hacia un lado, apoyando su cuerpo sobre la encimera. .

- Jajaja... no, mejor no quiero saber. ¿Puedo entonces observarte mientras lo haces?.

- ¿Quieres decir ahí parado mientras me intimidas... ?.

- No... mientras te hablo.

- No, claro que no... hablar es lo que menos harías... Quiero decir que...

Con una amplia sonrisa es que la miraba, deleitándose con aquel momento, viéndola allí tan linda, tratando de salir de todo aquello en lo que sin querer ella misma se estaba empantanando, mientras trataba de contener otra carcajada y evitaba abrazarla.

- Casi mejor, no digas nada... o me veré obligado a callarte.

- ¿Sabes...?. Casi mejor que vayas a hacer la colada... ¿no crees?.

Manteniendo su mirada, es que se acercaba a ella y tras rozar con sus suaves labios su mejilla, es que le susurraba:

- No, no creo que sea lo mejor... pero te haré caso.

Permaneció con los ojos cerrados unos segundos más, mientras sentía como se alejaba, sintiendo aún aquella agradable sensación con la que le dejaba, expresando una sonrisa mientras pensaba en aquellos instantes. Sonrisa que amplió, cuando lo vio con el cesto de la ropa usada, percatándose aun más de la destreza en él, también con las tareas del hogar... eso y lo atractivo que se veía hiciera lo que hiciese. Así terminó en la cocina, sonriendo y con un gran suspiro... de satisfacción, cada vez más por la elección de aquel viaje.

(07/06/2018 - Atardecer)

Andaba por la habitación cuando minutos después de haberlo escuchado andar de un lado a otro, entre la habitación y su cuarto, lo oía dirigirse a ella en modo de saludo a la vez que le mencionaba que más tarde se veían para lo del teatro pues antes tenía otras gestiones que hacer. Ella salió al pasillo y lo vio dirección hacia la puerta. Se había dado una ducha y cambiado de ropa, dejando como siempre aquel aroma a él por toda la casa.

Llevaba vaqueros desgastado y camisa blanca. Mientras se colocaba la chaqueta en azul claro que había elegido para combinarlos, es qué le preguntaba a ella qué tenía pensado hacer en ese tiempo, pero justo cuando iba a responderle el teléfono de él, que lo tenía sobre el bonito y rústico aparador que justo quedaba a lado de ambos, sonaba.

Los dos giraron la vista hacia el sonido que provenía del móvil, observando la luz que desprendía la pantalla, y en ella el nombre que aparecía. El sin más lo dejó sonar, reaccionando normal mientras recogía las llaves que reposaban en el mismo mueble y volvía la mirada hacia ella.

El gesto que vio en su cara le hizo observarla pensativo, queriendo saber. Pero sin más, le deseaba buena tarde y le recordaba con una sonrisa sobre la hora que estaría por allá a buscarla, marchándose no sin antes dejarle una intensa mirada y el roce suave de sus labios al besar su mano.

Seguido lo vio coger su teléfono que había dejado de sonar desde no sabía cuando y lo vio dirigirse hacia la puerta, mientras ella se volteaba hacia la habitación escuchando el ruido al cerrar, sintiendo un inquietud en el estómago que no sabía a qué se debía... o tal vez si. 

(08/06/2018 - Atardecer)

Si algo tenía claro es que no quería quedarse con aquella sensación y rumiarla tumbada en su cama como llevaba minutos haciéndolo. Se dijo que había viajado hasta allá para relajarse y no para preocuparse, más por cosas que no tenían que ver con ella. Así que se cambió el vestido que se había puesto en la mañana tras ducharse y se puso unos vaqueros con una camiseta blanca, sus deportivas y su chaqueta de lino en azul marino. Cogiendo su teléfono y sus gafas de sol se dispuso a salir para dar un paseo y disfrutar de la soleada tarde por aquellos terrenos llenos de viñedos como lo había imaginado en tantas ocasiones antes de decidirse ir hasta aquel lugar.

Le bastó unos minutos de adentrarse en la caminata para relajarse y disfrutar de los preciosos paisajes. Anduvo por algunos de los caminos que veía, orientada por la información que ya había conseguido previamente en su momento, con la idea de ubicar la dirección hasta la zona del "El Parral".

Ensimismada con el deleite de la agradable sensación que aquellos instantes le ofrecía, que no se preocupó por el detalle del que el sol además de ir bajando, también desaparecía en vez en cuando entre las grises nubes que en el cielo se iban formando. Hasta que se percató de la oscuridad y decidió regresar. Se apresuró en hacerlo, pero también las pequeñas gotas en llegar y el ruido a lo lejos de alguna tormenta que no tardaría en acercarse. Todo ello y que anduvo bastante, más de lo que se había pensado, es que fue inevitable salvarse cinco minutos más tarde del aguacero que se había formado y de los relámpagos que podía divisar a lo lejos, aunque el sonido le llegaba cada vez más cerca.

Cuánto más corría, más lo hacían la lluvia y la tormenta, que al parecer no querían darle tregua. Pero con el transcurrir del tiempo, fue cesando. Pasados unos diez minutos más tarde, todo había ido calmándose. Menos ella que comenzó a inquietarse. Paró más que nada, tratando de tranquilizar a su corazón que comenzó a acelerarse, no tanto por la carrera ni por la situación en la que se había visto envuelta de un momento a otro, sino porque realmente con la intensidad a la que caía el agua, no se había percatado del camino por el que había tirado en alguno de los cruces con los que a la ida se había encontrado. 

Completamente empapada en uno de ellos se encontraba parada, viendo como el cielo de nuevo se despejaba a medida que las nubes corrían a gran velocidad llevadas por el suave pero intenso viento que se había levantado dejando caer en esos momentos apenas unas pequeñas gotas.

Respiró profundo viniéndosele a la mente él, aunque realmente no había dejado de tenerlo allí en todo aquel tiempo. Llevó las manos a los bolsillos de la chaqueta, donde había entrado las gafas y el teléfono, con la esperanza de que éste funcionara.

El forro que cubría el tejido de la prenda por dentro, ayudó bastante a que así fuera. Comprobando que se activaba, es que estuvo a punto de llamarle, pero no queriendo molestarle más porque se empeñaría en ir hasta allí, teniendo como tenía que atender sus gestiones, es que pensó en Pablo sólo para que le indicara de alguna manera si estaba en la dirección correcta, pues tal vez seguir caminando podía llevarla a hacerlo para el lado contrario. Y lo que deseaba era regresar antes de que llegara otra precipitación.

Así que sin más le llamó. Pablo en aquel momento se encontraba en el pueblo, casualmente hablando con él, quien tras la tormenta había decidido llamar a la casa para asegurarse de que ella estaba bien pues al final no llegó a saber lo que tenía planeado hacer, también para comentarle que el teatro al ser al aire libre los chicos habían decidido suspenderlo para otro día, pues no tenía pinta de que fuera a despejarse de todo en la noche. Al no contestar al teléfono, es que pensó en Pablo para poder localizarla a través de su móvil. Y en eso estaba, a punto de preguntarle por ello, después de haber estado hablando ambos respecto a la obra teatral que estaba prevista, cuando sonaba el teléfono del chico.

Cuándo él escucho a Pablo mencionar el nombre de ella seguido de la explicación que trataba de darle, es que le preguntó qué pasaba. Cuando aquel le comentó, sin más le pedía que le permitiera y haciéndose con el teléfono:

- ¿Está bien...?.

Ella no esperaba escuchar su voz, quedando paralizada... y con una ganas inmensas de echarse a llorar. Pero aguantó como pudo la respiración y contestó.

- Estoy bien, no te preocupes... solo algo nerviosa pues me despisté con la fuerte lluvia y ya no supe...

- No me pidas eso ¿vale?. Simplemente dime hacia donde te dirigías...

- Al principio tiré por la ruta que está a la izquierda de la casa, pero luego...

- Sigue por favor...

- Después en el primer cruce tiré a la derecha pues quise ubicar la zona del...

No quería decirle más porque intuía la reacción de él, además no quería que pensara que quiso ir hasta allá evitando la invitación de suya de llevarla hasta aquel lugar al día siguiente como le había dicho. Pero de nada sirvió callar, con el silencio de él al otro lado seguido del sonido de su respiración contenida durante unos segundos, supo que él ya sabía que su intención había sido ir hasta "El Parral", que debía quedar algo alejado, más para ir caminando con la tarde que se había formado.

- Solo dime que es lo que ves a tu alrededor... No se, alguna casa a lo lejos, algún árbol que sobresalga sobre los viñedos.

- Eh...

- Tranquila, pero dime por favor... Probablemente te hayas desviado en el primer cruce a la vuelta, pues hay dos caminos muy juntos al inicio. Igual ves un antiguo molino cerca. ¿Puede ser?.

- Si...

- No te preocupes, en nada estoy ahí.

Cuando decidió salir a pasear estaba una tarde estupenda, así que no se podía culpar por ello. Por querer ir sola hasta aquel lugar, igual... aunque sólo trataba de ubicar el camino con la información de que disponía, sólo que no esperaba que la tarde se complicara como lo hizo, así que tampoco tenía por qué sentirse mal por eso. Pero el sentirse como una tonta por aquella sensación de remolino en su estomago, su reacción al escucharle a él y la calma que sintió tras oírlo, no podía evitarlo. Quizás porque eso le resultaba más fácil que el simple hecho de aceptar la emoción que cada vez más él provocaba en ella y lo que sentía.

Y pasando sus manos por los brazos, se cubría así misma en un abrazo empapado, a su espera, pensando en él y sin dejar de disfrutar del precioso paisaje con el que, a pesar de todo, la cada vez más avanzada tarde le seguía deleitando.

(09/06/2018 - Atardecer)

Tras pararse comenzó a notar algo de fresco por lo mojada que estaba. Miró a su alrededor y aprovechando su calma y la de la lluvia, trató de ubicarse tomando como referencia unas montañas que había estado viendo de frente a lo lejos, en la ida. Así que fue caminando en la dirección que ella creía debía tomar hasta que las tuviera detrás suyo.

Caminó no muy deprisa, esperando no estar haciendo mal. Con los nervios ni le había preguntado hacia dónde debía de tirar, ni él se lo había comentado probablemente porque prefería que se quedara esperándolo allá. Pero nada tenía que ver como se había quedado la tarde, a lo cerrada y oscura que momentos antes había estado, mientras corría sin apenas visibilidad por la inmensa lluvia.

Por la hora que había visto al utilizar el móvil, habían pasado algo más de dos horas desde que saliera de casa. Sin darse cuenta se había alejado bastante, también podía observarlo al caer de la tarde.

Se le venía a la mente Armando, los motivos de la decisión de su viaje, el tiempo que llevaba allí, él... lo agradable que se había sentido con su presencia, la llamada a su teléfono... y lo que siguió después, probablemente caminando más de la cuenta y pillándole una gran tormenta, que a juzgar por la rapidez a la que marchaban las nubes, el sonido que seguía de los truenos a lo lejos y las pequeñas gotas que de nuevo comenzaban a llegar, no tenía pensado de marchar.

Aceleró el paso, segura por lo que intuía de que iba en la dirección correcta. Eso no la impedía disfrutar del precioso atardecer que cubría con sus destellos anaranjados lo viñedos, que junto al olor a tierra mojada y el frescor dejado por la lluvia, hacían un escenario casi perfecto, casi... hasta que lo divisó a él.

Al ver el coche a lo lejos avanzar a toda velocidad por el camino, su cuerpo de nuevo reaccionaba como ya le tenía acostumbrada. Cuando estaba cerca, a un par de metros de ella paró. La puesta de sol se dejaba caer también en la luna del coche haciendo que los destellos dorados reflejaran en él, observando su rostro cubierto por sus gafas de sol, aquella camisa que dejaba entrever parte de su torso.

Mantenían sus miradas, pues para él tampoco pasaba desapercibido lo que su cuerpo sintió cuando la vio caminando a lo lejos, y en ese momento cerca suyo, a medida que avanzaba hasta ella, verla completamente mojada. Su pelo, su rostro, la camiseta blanca que el agua había convertido en trasparente dejando entrever sus pechos, el brillo dorado del sol sobre ella y la expresión de su mirada.

Lo miraba entre sonriente y preocupada, por la alegría de verlo allí, además tan guapo, pero sintiendo el haber hecho que se desplazara y por la situación en general que ya se creaba cada vez que lo tenía cerca. Al bajarse del coche su corazón le dio un vuelco, cuando retirando sus gafas se acercaba hacia ella con aquel caminar suyo particular y su cuerpo, que se percibía fibroso, prieto, a través de sus vaqueros y aquella camisa blanca arremangada.

Percibió la seriedad de él, mezcla entre preocupación y cierto cabreo, tal vez. Pero tras mirarla con intensidad, su sonrisa la calmó... eso, y el abrazo de él. Antes de que ella pudiera decir y hacer nada, él la atraía hacia su cuerpo entrelazándolo al suyo. Ambos sintieron el calor de sus cuerpos, dejándose llevar por aquella agradable sensación, por aquella intensidad que se vio delicadamente interrumpida por la voz susurrante de él:

- Ya pasó.

- Lo siento...

- Sshhh.

- Te estoy mojando.

- No importa, así ya lo estamos los dos. 

Momento agradable al atardecer, en un escenario precioso entre viñedos bañados por el dorado del sol y el sentir de sus cuerpos.  

(10/06/2018 - Atardecer)

El tiempo parecía haberse detenido en aquel momento, pero solo habían pasados unos minutos largos. Enseguida él, tras aquel cálido abrazo, se apresuraba para que se entrara en el coche quitándole la chaqueta y ofreciéndole la suya que tenía en el asiento trasero, escuchándola decir a la vez, que lo iba a poner todo perdido, haciéndole sonreír, ¿pues qué pretendía entonces seguir caminando cómo estaba de mojada y con la que estaba por venir?. Le resultó tan bonita en aquel momento.

Cuando entró, enseguida sintió el calor del interior del vehículo, que tenía una temperatura normal, sólo que la fresca brisa al contacto con la ropa mojada, ya la estaba haciendo sentir frío. También el aroma de él y su presencia, mirándola como lo estaba haciendo, es que hacían que desapareciera el mal rato que había pasado, no por la lluvia en si pues no le desagradaba mojarse con la misma, al contrario... siempre le encantó de pequeña. Ni tampoco era el extraviarse, sino el tiempo que había estado de lleno la tormenta sonando y relampagueando encima de ella y sin poder refugiarse, o al menos con la inquietud no se percató de donde podía hacerlo. Así se lo hacía saber a él cuando le preguntaba:

- ¿Lo has pasado mal, verdad...?.

- Solo un poco... pero si es cierto que hubo un momento en que todo estaba oscuro, era una cortina de lluvia frente mío y la tormenta encima.

La miraba entre compasivo y mosqueado por varias cosas, que a medida que la observaba se le fueron olvidando. Ella seguía contándole a petición de él, cómo se había sentido, a la vez que con un movimiento de brazos sacaba de debajo de la camiseta, casi transparente por lo mojada, su ropa interior.

El rostro de él había cambiado. Percibía claramente sus pechos erectos, con el cabello mojado rondándoles viendo como seguía colocándose su chaqueta, la abrochaba, mientras no paraba de contarle y sin más, en otro movimiento de manos y brazos, se desprendía de la camiseta dejándola caer a sus pies.

En ese momento, a él simplemente le pareció increíble la mezcla de su dulzura y su osadía, más porque ambas cosas las estaba expresando de una forma tan natural. Sin a penas darse cuenta de lo que estaba provocando en él... hasta que habló.

- ¿Piensas seguir...?.

- ¿Contándote... dices?. Dejo cuando quieras...

- No mejor sigue...

Pero el silencio los invadió. Sus miradas se cruzaron intensamente y él no pudo evitar acercarse... ella seguía sujetando su mirada, pero vio como sus boca tiritaba de frío la cual besó suave y tras observar sus pantalones calados, es que se dispuso a arrancar el coche con un movimiento de cabeza, negando no sabía él qué, o lo sabía muy bien, poniendo rumbo a la casa. 

(11/06/2018 - Atardecer)

La amplia chaqueta de él la cubría bien, además de que había subido la solapa de la misma, lo cual hacia que nada de su cuerpo quedara a la vista. Pero eso no impidió que los movimientos de ella mientras se desprendía de parte, la que consideró que podía o debía, de la ropa que le perjudicaba seguir llevando puesta, (lo cual hizo con sutileza tenía que reconocer aunque hubiera dejado huella en él), siguieran en su mente recreándose a su vez en su imaginación aunque su mirada tratara de permanecer fija en el camino.

Ella en cambio seguía mirándolo sin más, recreándose con el agradable espectáculo que era verlo conducir, más en ese momento que a diferencia de la otra vez, podía observarlo con la luz que aún le permitía el atardecer.

Y de nuevo, a solas los dos en aquel coche, sintiendo su respiración y sus corazones a ese ritmo al que ya se iban acostumbrando cuando estaban juntos, y que se hizo aún más intenso cuando tras él activar la música, sonaba aquella canción: "I can't help falling in love with you" de Bruce Springsteen, la misma que se quedaría en sus recuerdos. Lo supieron cuando ambos se miraron y les recorrió algo intenso y diferente por dentro, permaneciendo en silencio.  

(12/06/2018 - Atardecer)

El tiempo que duró la canción, permanecieron en silencio cruzándose sus miradas en algunos instantes, que se hacían más intensos aún, con los reflejos anaranjados de luz que frente a ellos les regalaba el precioso atardecer y esa lluvia que a la vez surgía con pequeñas gotas y que fue precipitándose cada vez más, dejando a su paso un suave tintineo que se entremezclaba con delicadeza entre el delicioso sonido que desprendían la música y lo expresado en la letra de la canción, junto a las pinceladas de color que se añadían en el horizonte en forma de arco iris, haciendo que aquel momento resultara ser más mágico y profundo para ambos, de lo que ellos imaginaron pero de lo que sus corazones alterados ya se habían percatado desde el primer día.

(13/06/2018 - Atardecer)

La lluvia cada vez llegaba más abundante y con más fuerza. Aún tratando de calmar aquella sensación sentida por ambos, la voz del cantante con otra de sus canciones para ellos ya sonaba simplemente de fondo, mientras la necesidad de romper aquel silencio y compartir lo sentido, hizo que la mano de él se posara sobre su rodilla, lo cual hizo que ella volviera a mirarlo, mirada que se prolongó en el tiempo acabando con aquel silencio.

- ¿Por qué tu interés de ir a ese lugar?.

- Siempre me habló bonito Armando de él y tengo ganas de saber como es.

- ¿Tanto como para no poder esperarte a ir conmigo mañana?.

- No, sólo quise...

- Preferiste llamar a Pablo y no a mí... ¿por qué?.

- ¿Para qué iba a hacerlo, para que dejaras sonar tu teléfono y no contestaras como hiciste con aquella llamada...?.

Antes de terminar la frase ya sintió que no debía haber dicho eso, pero ya era tarde. La mano de él que había retirado unos segundos antes, la echo en falta en aquel momento, en que las palabras de él resonaron con la misma crudeza con la que la lluvia se dejaba caer.

- ¿Qué has tratado de decir con eso?. ¿Acaso tu actitud es por esa llamada?.

- Disculpa, no soy quien para decirte nada.

- Si eres alguien, pero no tenías por qué...

- Lo que no tenía era que haber aceptado la invitación de quedarme en la casa y haberme hospedado en un hotel, pero aún estoy a tiempo...

La mirada intensa de él la impresionó, como el rayo que en ese momento iluminaba el cielo con su relámpago.

(14/06/2018 - Atardecer)

Tras cerrar los ojos y coger aire, es que trató de apaciguar aquel momento, en el que él comenzaba a notar que todo aquello le estaba afectando más de lo que pensaba.

- Insistes con eso..., pero ya te comenté que si alguien tiene que irse seré yo.

- Soy yo la que debe de irse y no tengo más que hablar.

- No, ¿para qué luego me llame Armando y me pida explicaciones de por qué he molestado a su invitada consentida?. No.

Ella lo miró con cara de asombro, algo que no pasó indiferente para él.

- Si te quería vengar por lo que te dije antes, ya lo has conseguido.

- Discúlpame, ¿si?.

- No... Y si no fuera porque... porque ya estamos llegando, me bajaba ahora mismo aquí.

El no pudo evitar sonreír, aunque trató de contenerse desviando su mirada al frente, pero le resultaba tan linda verla cabreada y además tan divertida en sus respuestas.

- Por favor... De veras lo siento, no tuve una buena tarde y de ahí que...

- ¿Algún problema?.

- Tratando de buscar una solución para algo que... La verdad no me apetece hablar de eso ahora. No quiero empeñar este momento agradable contigo con eso...

- ¿Momento agradable dices...?.

- Si además de divertido...

La voz de él, unido a su atractiva mirada la hicieron flaquear de nuevo. Menos mal, se dijo, que ya habían llegado.

- ¿Qué haces... ?. Para de una vez... quiero bajarme ya.

- ¿Y si no quiero?...jaja.

La reacción de ella cuando se le acercó y lo vio de nuevo girar el coche en vez de aparcarlo es que le hizo soltar una carcajada. Una vez parado, ella sin más, recogiendo sus pertenencias se dispuso a salir rápido del coche. Mientras él bromeaba ella luchaba por aquello que sentía en su interior regresando de nuevo aquella inquietud que la hizo salir sin rumbo a pasear. De ahí su seriedad cuando él la agarraba.

- Aún no oí tus disculpas.

- No tengo nada que disculparte, pero abre ya, por favor.

El tono de ella le hizo soltar aire tras una profunda respiración, aunque más molesto consigo mismo que otra cosa y sin más, tras abrir la puerta e invitándola a pasar, es que le dijo una vez dentro tras cerrar al ver que comenzaba a alejarse y quizás sin pensar en las consecuencias de la provocación de sus palabras:

- ¿Me devuelves mi chaqueta, por favor?.

- No, hasta mañana que la lleve a limpiar a la tintorería.

- No te preocupes por eso... de hecho he pensado que desde hoy no voy a lavarla más.

Aquella respuesta hizo que ella se parara, además de sacarle una sonrisa que se encargó de que él no viera, cambiando su gesto cuando giraba su cabeza hacia él. Al verlo con aquella sonrisa entre pícara y burlona, es que sin más comenzó a quitarse la chaqueta de espaldas a él, desprendiéndose de una de las mangas sin impedir hacerlo que tuviera ocupada la otra mano con su ropa mojada, hasta que se deshizo de la prenda, dejándola sobre el mueble del reparador sin apenas girarse, evitando entregársela en la mano, por los efectos que pudiera eso llevar.

Y perplejo, sin más la vio caminar, con su espalda desnuda... arropada por el largo de su cabello, pero mojada, como toda ella... y sus vaqueros, que en ese momento contoneaba junto a todo su cuerpo... tranquila, segura, tan sensual... y tan linda.

Al verla entrar en el baño, dio un paso hasta coger su chaqueta, ahora impregnada de ella, y acercándosela volvía a mover su cabeza con una media sonrisa, negando lo que ya bien sabía que no podría hacer, sacársela de su mente... ni de su corazón. 

(15/06/2018 - Atardecer)

Se dirigió hacia el jardín pasando por la parte donde estaba su espacio preferido de la casa, comprobando que sus tres compañeros andaban a buen resguardo de la lluvia y la tormenta. Desde el porche observó la fuerte lluvia caer mientras en el horizonte veía como el dorado daba paso a los azules oscuros comenzando a anochecer antes de tiempo debido al temporal.

Respiró el aire fresco que las gotas al caer desprendían, tratando de eliminar aquel desconcierto interior que sentía tras la reacción de ella, ya que no se lo esperaba. Su intención con la petición de su chaqueta, fue a posta, si... para picarla, hacerla cabrear un poco más, esperando que saltara con alguna respuesta de las suyas que le hiciera gracia hasta sacarle una carcajada, para ver su comportamiento al fin y al cabo... pero sin esperar que fuera aquel con el que le sorprendió para bien, tenía que reconocer, pues le encantó su atrevimiento.

Algo más despejado es que caminó hacia el interior yendo hacia la cocina. Al sentirla aún por el baño, lavó sus manos en el fregadero y se dispuso a hacer algo para la cena. La obra de teatro se había suspendido y ni la noche ni la situación se presentaban como para ir al pueblo a cenar a alguno de los típicos restaurantes, donde le hubiera gustado llevarla. Así que sin más se puso a preparar una de sus ricas ensaladas, también para liberar aquella tensión, que la imagen de ella aun en su mente, seguía provocado en la zona de los bolsillos delanteros de su pantalón.

Mientras tanto ella había terminado de ducharse, organizado el baño y de ponerse ropa cómoda. Al salir de su habitación se acercó sigilosa por el pasillo, quedándose parada en la puerta, al verlo cocinar totalmente entregado a ello. Una agradable sensación le recorrió por su cuerpo, al verlo de espaldas, con la camisa con las mangas vueltas, y aquel paño que tenía enganchado a la trabilla de su pantalón.

La mesa ya estaba preparada, los cubiertos, dos copas... una botella de vino. El se había quedado en la cocina mientras ella disponía de su baño, se decía, con una sonrisa que temía salir por miedo a disfrutar lo que sentía. En ese momento el teléfono de él comenzó a sonar que se encontraba sobre la encimera. Se fue a retirar, pero no pudo evitar que él al desplazarse a cogerlo para contestar, se percatara de ella. Con un gesto, la invitaba a pasar. Apurada por ser sorprendida allí, es que entraba, pero sin más salió hacia el jardín, lo cual no impidió escuchar parte de la conversación, no por su curiosidad sino por la voz alzada de él en uno de los momentos en que habló:

- Joder, al final lo consiguió. Pero no se va a salir con la suya, no se lo voy a permitir. Llegaré hasta donde tenga que llegar. Si... si, está claro que ha debido de ser así. No, hoy ya no voy a volver a bajar al pueblo, mañana hablamos. Venga amigo, buenas noches y gracias.

Por la cristalera de la puerta, lo vio de espaldas con las manos apoyadas en la encimera y levemente inclinado hacia delante. Ella decidió entrar, con deseo de preguntarle si podía ayudarle, pero en ese momento él se giraba, frotando aún su rostro con las manos cuando al apartarlas los ojos de ella resplandecen en los de él, sosteniendo ambos sus miradas, conscientes del sentir que a ambos le recorría por su interior en complicidad con aquello que estaba sucediendo. Cogiendo el bol de la ensalada se acercó a la mesa invitándola a sentarse. 

- Disculpa, pero esta vez si precisaba contestar a pesar de tu agradable presencia.

- No, perdóname tu... pues llegué sin avisar.

- Permíteme un segundo, ¿si?.

Y tras regresar del baño, él se acomodaba frente a ella, y sacando una sonrisa es que le preguntaba antes de servirle tanto el vino como la comida. Todo volvía a ser tan agradable, que ella sentía que un escalofrío recorría su espalda. En segundos se le pasó todo lo vivido desde que se lo encontrara en al carretera. Él debió notar el cambio de expresión en su cara:

- ¿Qué te preocupa?.

 - No es que me preocupe algo en si, es que... sigo pensando que lo mejor es que los días que me faltan me vaya a un hotel.

- ¿De qué tienes miedo?.

- De nada, a ver... es que, no se... viajé para relajarme, con la idea de estar sola y...

- Te estresa y te molesta mi presencia.

- No, por supuesto que no, al contrario... sólo que. A ver, no te conozco de nada, y...

- En cambio yo siento que te conozco de toda la vida. 

- Pero no es así, no sabes nada de mi, ni yo se nada de ti... 

- No necesito saber más de ti, de lo que voy conociendo a medida que pasamos tiempo juntos. Y respecto a mí, pregúntame...

Tras decirle aquello, tomó un sorbo de su copa, mirándola con profundidad. Ella bajó la mirada intimidada. Las palabras de él estaban dejando huella, reconociendo que a medida que lo escuchaba hablar con su forma de expresarse, más le gustaba y más calaban sus palabras.

- No me gustaría que pensaras con lo que he dicho...

- No pienso nada. O.., ¿acaso debería de pensar algo?.

- No...

- ¿No...?.

- Si digo no, es no... ¿O acaso lo que pretendes es vacilarm... ?.

 - No, para nada... Jamás lo haría, y estás muy equivocada si así lo crees. Lo que quiero es que me preguntes de una vez lo que realmente te inquieta de esa llamada.

- No tengo por qué preguntarte nada. Y ya por favor, dejemos esta conversación.

El silencio se hizo entre ambos, siendo interrumpido únicamente por el sigiloso paso de uno de los perros que debió desvelarse al sonido de las voces, algo más alto en esa parte ultima de la conversación. Tras permanecer unos segundos sosteniendo la mirada de su dueño, es que regresó a donde estaba. Tras unos minutos largos callados, con le solo ruido de los utensilios que estaban utilizando a la hora de cenar, es que él necesitó decir algo más, pues entre otras cosas no quería que ella se sintiera mal.

- Disfrutemos sin más de haber coincidido en el camino, de este tiempo que estamos viviendo ambos, dejándote sentir sin más. ¿Por qué impedirlo, apartándonos, cuando estamos a gusto juntos?. No pienses más allá de este instante.

- No es fácil... pues no quiero complicarme.

- No tienes por qué hacerlo.

- Qué sencillo es para ti.

- Es tu opinión... A ver, conozco a gente, al igual que tu. Tengo amigos, amigas, conocidos...

- No tienes por qué darme explicaciones de tu vida.

- No, pero yo quiero hacerlo, para que te quites ese miedo. No tengo ningún compromiso serio, si es lo que te preocupa.

- Lo cual no significa que no lo haya aunque sea informal.

- Ah!... eso crees. Y si así fuera, sería mi problema, no el tuyo.

- O sea, según tú debería darme igual. Yo pienso que...

- Pues no deberías de pensar tanto, ¿sabes? y sentir sin más.

En ese momento ella lo interceptó con su mirada, y levantando se marchó sin más. Antes de que saliera por la cocina, escuchaba las palabras de él que de nuevo la paralizaban y resonaban en su cabeza tras escucharlas camino de su habitación:

- Podríamos habernos cualquiera de los dos el primero día que supimos que ocupábamos ambos esta casa, y sin embargo no lo hicimos. Aquí seguimos... no creo que lo hayamos hecho por que nos desagrade la compañía, ni porque deseemos amargarnos la existencia el uno al otro. Cuando sigo aquí, es por algo... y no tengo porque impedirme sentir lo agradable que estoy sintiendo ni pensar más que si está sucediendo es porque es así y nada más.  

(16/06/2018 - Atardecer)

En ese momento ella lo interceptó con su mirada y levantándose se marchó sin más. Antes de que saliera por la cocina, oía las palabras de él, que de nuevo la paralizaban y resonaban en su cabeza tras escucharla, camino de su habitación: 

- Podríamos habernos ido cualquiera de los dos el primer día, que supimos que ocupábamos ambos esta casa, y sin embargo no lo hicimos. Aquí seguimos... no creo que lo hayamos hecho porque nos desagrada nuestra compañía, ni porque deseemos amargarnos la existencia el uno al otro. Cuando sigo aquí, es por algo... y no tengo por qué impedirme sentir lo agradable que estoy sintiendo ni pensar más que si está sucediendo es porque es así y nada más.

 (17/06/2018 - Atardecer)

Tras decir aquellas palabras y verla salir por la puerta, cerraba un segundo los ojos pasando su mano por su cara. Deseó ir tras ella, abrazarla... hacerla entender que solo importaba aquel momento. Ambos se sentían atraídos y eso no lo podían negar. Como tampoco él podía negarse a si mismo que comenzaba a ser para él más que eso y que le asustaba. Que la entendía... ese temor a dejarse llevar por el miedo al después. Pero dejarse llevar por este, impide a la vez disfrutar de lo que el instante te ofrece. Por eso el lo tenía tan claro, que el miedo había que dejarlo a un lado... y correr el riesgo.

Ella también así lo había pensado en otras ocasiones, con muchas otras cosas... pero ella sabía que lo que sentía por él no solo era atracción, de ahí que le asustara cada vez más dejarse llevar y disfrutar simplemente de la charla que surgiera con él, de los momentos de risa, de una simple comida... Temía cada momento a su lado, porque desde que lo viera en aquella carretera, sintió aquella chispa dentro suyo que lo hacía diferente a cualquier otro. 

Ambos permanecieron donde estaban, él en la cocina... sentado mientras observaba pensativo el contenido de la copa y ella tumbada sobre la cama, más cabreada consigo misma que asustada a medida que pasaban los minutos, por la forma en que se había levantado de la mesa, pero necesitó hacerlo. 

Cada uno en cada lado de la casa, conscientes de que aquella atracción que sentían, les podía aportar muchas cosas agradables... pero también sufrir si dejaban de tenerlas. 

 (18/06/2018 - Atardecer)

La lluvia no cesaba y la tormenta regresaba con más fuerza, azotando el viento contra las persianas. En los pensamientos de él se cruzó por un segundo además la conversación telefónica mantenida hacía un rato y la noticia recibida. El día siguiente presentía no iba a ser fácil de llevar.

Con todo eso en la mente mientras hacía tiempo para no ir a buscarla y poder agravar aún más la situación... o mejorarla, quién sabía, es que siguió allí sentado sin llegar a percatarse que su compañero, algo inquieto por los truenos, volvía a salirse de su espacio y sigiloso se introducía en el resto de la casa.

Fue la risa de ella la que lo hizo salir de su ensimismamiento. Algo intrigado se levantó y fue hasta la habitación de donde procedía la algarabía, cuando la vio sentada sobre la cama, acariciando al perro mientras le decía:

- ¿Qué te pasa... Andas asustado, verdad?. Me hiciste cosquillas, ¿lo sabías?... Si, pues no esperaba tu lametón en mis tobillos, pero me gustó... Si, bonito... me gustó que vinieras aquí conmigo.

Una bonita imagen entre ambos, que le hizo sacar una sonrisa no pudiendo disimular cuando ella se percató de su presencia y cambiando su expresión, volvía a ponerse sería.

- ¿ Y qué de su amigo... ?. ¿No te gusta que haya venido...?. Pues déjame decirte que hoy yo necesito más mimos que él.

Aquel rostro descaradamente guapo y sonriente, le hacía de nuevo suspirar sin poder apenas respirar.    

 (19/06/2018 - Atardecer)

Siguió unos segundos manteniendo la mirada de él, hasta que le hizo sonreír su gesto insistente levantando las cejas en espera de una respuesta. Ella, algo tímida... desvió su mirada y siguió jugueteando con el perro, cuando de pronto sintió la presencia de él que sin más se tumbaba de espaldas desde el otro lado de la cama, quedando justo su rostro mirando al de ella.

Lo miró... y llevando sus dedos hasta su pelo, lo acarició. Ante el gesto, él cerró los ojos... En ese instante ella, al no poder resistirse se inclinó y besó suave la comisura de sus labios, retrocediendo rápido tras hacerlo... pero él, pasando su brazo por la espalda la retenía atrayéndola hacia su pecho de nuevo, alargando unos segundos más aquel beso que ella había iniciado, con el que ahora él la hacía estremecer de placer.     

 (21/06/2018 - Atardecer)

Ella le correspondió, entregándose plena y totalmente a la caricia de sus labios, al sabor y el deseo de su boca. Hasta que volvía a ser consciente de todo lo que en su interior removía aquel hombre. Se apartó y comenzó a hablarle, como queriendo hacer desaparecer ese momento, tratando de restarle importancia:

- Siento haberme levantado de esa manera de la mesa. No debí haberlo hecho.

- No, discúlpame tu a mi pues con mis palabras hice que te fueras.

- Espero vaya todo bien. Cuando entré a la cocina vi que estabas hablando por teléfono y ... Disculpa, no quiero insistir, sólo que te vi preocupado. Si necesitas que...

- Gracias. Si, es un tema que me preocupa pues no está yendo como esperaba. En algún momento te comentaré sobre ello, pero ahora como te dije no me apetece hablar de eso, la verdad. Estos ratos que estoy contigo, quiero aprovecharlos en tu presencia y desconectar de todo. 

En ese momento, ella llevó su mano hasta la mejilla de él, acariciándola... y mientras la observaba, se la cogió y besó sus dedos. Permanecieron allí un tiempo más en silencio, hasta que ella se levantó con intención de recoger la mesa y ordenar la cocina, impidiendo que él lo hiciera, pues ya había organizado lo anterior, quedándose un rato más allí tumbado con sus pensamientos.

Aprovechó para darse una ducha y cuando ella hubo terminado, fue hasta el baño para limpiarse los dientes antes de ir a acostarse. La puerta estaba abierta y allí se lo encontraba, junto al lavabo, con el torso al descubierto y una toalla por la cintura.

Los ojos de ambos quedaron mirándose a través del espejo. El silencio de nuevo era el protagonista entre ellos. Ambos por un momento, desviaron sus miradas sin poder evitarlo atraídos por la parte de sus cuerpos que la escasa ropa que llevaban les dejaba ver. Él una simple toalla, ella un escueto y fino camisón, percatándose de su atractiva silueta como lo hacía ella con la de él.

Tras terminar cada uno con lo que hacían, apenas intercambiaron un buenas noches. Ella salió hacia su habitación y cuando él acabó, se dirigió hacia la suya. Los perros se habían tranquilizado, a pesar de que no había cesado ni la lluvia ni la tormenta.

Trataron de conciliar el sueño, pero les costaba a ambos hacerlo, divagando entre sus pensamientos. El viento cada vez era mayor, azotando junto al agua las persianas. De pronto un fuerte impacto sonaba en la habitación de ella quien se despertó sobresaltada de su leve sueño, dando un grito que quiso contener pero no pudo, pues no sabía que había sido.

Rápidamente él apareció, encontrándosela incorporada, viéndola a través de la luz azulada del exterior que dejaba pasar las rendijas de las persianas sin apenas haber podido encender la luz de la mesita de noche, que ya lo hacía él por ella para comprobar que la ventana que no debía de estar bien cerrada se debió de abrir de golpe dando un fuerte impacto.

Tras asegurarse de que no se volviera a abrir, se acercó hasta ella. No solo había sido el fuerte ruido, también su sobresalto se debía a lo que en sueños estaba pasando por su cabeza, lo cual no podía recordar con claridad. Él se sentó sobre la cama recostándose, no quería marcharse hasta ver que se quedaba tranquila. Bromeó hasta hacerla reír. Apagó la luz con intención de marcharse tras ella decirle que ya se encontraba mientras volvía a adentrarse entre las suaves sábanas. Pero permaneció allí en silencio, a su lado... observándola a través de los reflejos tenues que se escurrían por las rendijas de la ventana, en medio de la oscuridad que albergaba en la habitación.

Ella se percataba de la reacción de él, sin dejar de escuchar de fondo el azote de la fuerte lluvia y los rayos, cuyos relámpagos iluminaban la habitación con cada resplandor. Tratando de disipar aquella inquietud que comenzaba a sentir, le comentó:

- Echas de menos tu cama... ¿verdad?.

- No es tanto eso...

- ¿Entonces...?.

- Hoy no me apetece dormir sólo.

- Y quieres que yo... No creo que sea buena idea.

- No estoy diciendo que eche de menos dormir en compañía. Sino que me apetece dormir contigo... Simplemente dormirme a tu lado.

Tras unos segundos sin escuchar respuesta por parte de ella, es que tuvo intención de incorporarse para marcharse. Pero en ese momento, sintió la mano de ella sobre su brazo, y su voz susurrarle:

- Quédate...

 (22/06/2018 - Atardecer)

Al escucharla, sintiendo como penetraba en su interior a través de su suave voz aquel "quédate", volteó su mirada hacia ella, apreciando ambos la expresión de sus ojos entre la tenue luz que levemente iluminaba la habitación. Fueron unos segundos largos en silencio, hasta que él acomodándose en la cama, se acercó y atrayéndola la abrazó, dejando pasar unos instante más, sintiendo los dos sus cuerpos y su respiración, antes de susurrarle:

- Me gusta tu olor.

Ella sin palabras, apenas pudo reaccionar, pero su respiración entrecortada y su aliento en el cuello, le sirvió de respuesta a él, que en ese momento se apartaba tratando de coger aire y sosegar la tensión acumulada en su entrepierna.

No sería fácil, pero tenía que controlarse. Así que volteando su cuerpo, tumbado mirando hacia el techo, colocaba su brazo derecho entre su nuca y la almohada, y el izquierdo lo mantuvo sobre la cabeza de ella, acariciando con sus dedos algunos mechones de su pelo.

Ella se removió, sólo levemente pues no quería dejar de observarlo ni de sentir el calor de su costado, a pesar de la camiseta blanca de manga corta que llevaba, ni tampoco dejar de inhalar el olor de su axila, el agradable aroma de su piel, de todo él. A la vez que trataba de apaciguar la excitante sensación que instantes antes había sentido tras percibir el roce de su erección a través del suave tejido de su pantalón.

El silencio de palabras, entremezclado con el ruido del temporal que llegaba desde fuera, los acompañó durante unos intensos minutos, a medida que sus cuerpos se calmaban, sus ojos se buscaban y la conversación comenzaba a fluir entre ellos, intercalada con apacibles pausas, intensas miradas y algunas risas.

 (23/06/2018 - Atardecer)

Sus cuerpos fueron calmándose al igual que lo hicieron la tormenta, el viento y la lluvia que apenas se escuchaba rugir a lo lejos y las gotas se sentían caer suave sin ser desviadas por el aire sobre las persianas. Más relajados, tras aquellas risas compartidas por la ocurrencia de ella tras él contarle unas de sus peripecias en una ocasión.

Y seguido, otra pausa... otro momento silencioso en el que sus miradas se buscaron, sonriéndose al encontrarse.

- Gracias por quedarte...

- Gracias a ti, por permitírmelo.

- Me agrada que estés aquí.

- A mi también. Aunque reconozco que es complicado...

- ¿El qué...?.

- El conocerte, el estar a tu lado y no salir perjudicado... y no solo me refiero a lo evidente.

Terminaba el final de la frase desviando su mirada hacia la parte de su cuerpo que aún no se había podido relajar. Expresión la de él que hizo que ella volviera a sonreír tras haberlo dejado de hacer cuando le escuchó mencionar la palabra "complicado".

- Vas a hacer que me sienta mal...

- No, para nada. No tienes que sentirte culpable de lo que llegas a provocar en mi.

En ese momento giraba un poco su cuerpo hacia ella, quedando sus miradas una frente a la otra. Tratando de que la inquietud generada tras sus palabras desapareciera, siguió diciendo a medida que bromeaba:

- Eso si, te vas a librar porque me prometí a mi mismo controlarme.

- Y... ¿siempre sueles cumplir tus promesas?.

La pregunta de ella no se la esperaba, haciendo que una media sonrisa saliera de su boca a la vez que pasaba su mano por su rostro pensando en lo mucho que le gustaba aquella mujer. Acercándose hasta ella a punto estuvo de dejar que así fuera, el cumplirlas, pero besando con suavidad su nariz es que le susurraba:

- Suelo procurar que así sea.

Tras mirarla intensamente, retrocedía para retomar su posición horizontal y tratar de disipar sus pensamientos y deseos en el techo. Pero los labios de ella en un movimiento rápido se posaron sobre los suyos, impidiéndolo. A penas rozándolos, los besó suave y cerrando los ojos, ambos se dejaron llevar por aquella dulce caricia en la que sus bocas se entrelazaban, despacio... pero con cierta desesperación entre el deseo y su pasión.

No permitieron que interviniera nada más que sus bocas, haciendo que resultara aún más desesperado y a la vez más intenso, aquello que estaban sintiendo en aquel momento, recayendo en las sábanas toda la fuerza ejercida por sus dedos aferrados al tejido de las mismas, buscando el desahogo de sus cuerpos.

Y no se lo permitieron, porque la incertidumbre inconsciente de ambos respecto al momento después, les impidió que así fuera. De ahí que ambos, tras apartarse levemente, sosegaran su respiración apoyándose en sus frentes. Ella trató de aliviar aquella situación, haciendo que sonrieran:

- Es cierto que yo no me hice ninguna promesa..., pero no quiero hacer que tu incumplas con la tuya.

Una risa suave salía de los dos, mientras se echaban para atrás reposando sus cuellos de nuevo sobre la almohada, y ella continuaba diciendo:

- Discúlpame...

- No... al contrario, te agradezco mucho de que hicieras que a punto estuviera de que no la cumpliera, porque el resultado fue delicioso.

- No estaba poniéndote a prueba...

- Lo se...

- También es complicado para mi, ¿sabes?, conocerte, estar a tu lado y...

- ¿Y qué...?.

- Y... , conciliar el sueño.

Sonriéndose, es que se dejaron llevar por el silencio que la calma de la tormenta y la lluvia les había dejado paso, tratando de que sus emociones tranquilizaran de igual manera y poder dormir durante unas horas... a pesar de la inquietud en la que seguían inmersos sus cuerpos.

Tras conseguirlo, ella se despertaba al rato, percatándose de lo pegada que se encontraba en ese instante de él, tan cerca de su rostro que sentía la suave y apenas perceptible respiración que exhalaba por su nariz con cada latido de su corazón, notándolo a través de su mano, que sin saber cómo en ese momento reposaba en su pecho, resultándole tan atractivo en él su fornido cuerpo y su delicadeza a la vez.

Una agradable sensación que la hizo estremecerse por dentro y desear que aquello no terminara jamás, a la vez de que era consciente aún más de lo mucho que le gustaba a aquel hombre, su deseo hacia él y de eso que ya no tenía vuelta atrás, lo que sentía por él. Le provocaba despertarlo y entregarse sin limites, pero sus pensamientos recordándole que en unos días cada uno marcharía para un lado, le hizo desistir de la idea. Pero permaneció junto a él sin moverse, no sólo por no alterar su sueño... sino porque le apetecía seguir sintiéndolo tan cerca y quedarse dormida de nuevo pegada a su cuerpo.

Lo mismo que le sucedía a él cuando tiempo después abría sus ojos aun somnoliento y se encontraba con la dulzura de su bonito rostro, viendo su mano reposar en su tórax y comprobar no sólo, cómo su respiración le acariciaba suave sino que la misma le hacía percatarse del leve movimiento producido en sus pechos, que relajados se dejaban entrever por el escote del fino camisón bastante más de lo que hubiese sido su intención, de no haber sido por el movimiento inconsciente que hubieran realizado ambos en mitad del sueño acercándose como lo habían hecho, pues desconocía en que momento había aferrado el tobillo de ella entre sus piernas.

Debió de ser algo parecido a lo que sucedía en ese mismo instante, en el que ella de nuevo se removía, emitiendo unos leves gemidos mientras seguía dormida, desprendiéndose un poco más de la suave sábana al movimiento, dejando así visible parte de sus muslos, que con la claridad que el inicio del amanecer comenzaba a dejar pasar a través de las rendijas, con mayor detalle pudo comprobar la hermosura de los mismos y de todo su cuerpo, algo que comenzaba a ser una tortura para él y para la zona de su cuerpo aún erecta.

Y lo era, porque la deseaba con todas sus fuerzas... y quería despertarla acariciándola con la suavidad de sus besos y hacerla suya. Y no se lo impedía su promesa de controlarse, no... sino el temor que comenzaba a percibir por lo que sentía, lo que para él significaba haber dormido a su lado, lo que le gustaba tenerla tan cerca suyo. Y pensar en el motivo que lo había llevado hasta aquel lugar en una fecha en que no solía estar, el mismo por el que en nada tendría que marcharse y volver a viajar. Por la inquietud que comenzaba a sentir, pues bien sabía, que no se trataba sólo de un calentón, era mucho más que eso.

De ahí que no permaneciera a su lado, sino que con cuidado de no despertarla, se apartaba de ella por más que le costara, por más que él hubiera propiciado aquel acercamiento tan íntimo que para él era dormir juntos y haber sentido lo que sintieron sin apenas haberse tocado sus cuerpos, yendo directo hacia el baño para darse una ducha más fría que templada y afrontar el duro día que le esperaba.

 (24/06/2018 - Atardecer)

Mientras el agua le caía, se preguntaba qué le estaba pasando desde que se encontrara con ella. Él, que le había dicho que no se impidiera sentir, ahora lo estaba haciendo él. Parecía que se habían puesto a prueba ellos mismos, para ver que era aquello que sentían, hasta donde podrían resistir. Pero él bien sabia, que ya no podría hacerlo más. No quería hacerse daño ni hacérselo a ella, y no sabía si para alejarse ya era tarde.

Tras vestirse, optando por una camiseta negra y unos vaqueros, es que se preparó un zumo de naranja y salía al jardín, donde comprobaba el estupendo día que amanecía después de la tormenta. Al rato sus compañeros estaban rondándole, donde comenzó a acariciarlos tras optarse por sentarse un rato antes de marcharse, observando el precioso amanecer que podía contemplarse en el horizonte.

Pensó en el tema que le llevaría a gestionar ciertos trámites casi todo el día. También en lo que no quería renunciar a sentir respecto a ella, recordando también aquel lugar, el mismo que él se había ofrecido para llevarla, sin saber si era buena idea. Lo dejaría estar sin más, pues ella no le había vuelto a decir nada más sobre ello. Además tampoco sabía como iba a resultar la mañana y si dispondría de tiempo, con lo que supo en el día anterior. Lo más probable es que tuviera que viajar. Deseaba dejar todo a un lado e ir donde le apetecía estar en ese momento, junto a ella.

Quien a su vez, comenzaba a despertarse sintiendo la ausencia de él en la cama, dejándose llevar por lo agradable de su aroma en la almohada. Preguntándose si aún no se habría ido, es que decidió levantarse. Se cubrió con una fina rebeca y salió de la habitación. Comprobó que en la suya no estaba, tampoco en el baño. Los perros no estaban, en el lugar donde solían quedarse, viendo de nuevo, esta vez por el ventanal de la cocina que daba al jardín aquella preciosa imagen que formaban él junto a sus amigos.

Lucía atractivo, con un guapo que alegraba la vista e inquietaba al corazón. Lo notó pensativo, mientras contemplaba el bonito paisaje del nuevo día que comenzaba, del que ella estaba dispuesta a aprovechar cada instante sin dejarse llevar por nada que le impidiera disfrutarlo. Con ese pensamiento avanzó unos pasos decidida a darle los buenos días a los cuatro, cuando el sonido del teléfono móvil de él, la interrumpía justo cuando iba a cruzar la puerta. 

Él había descolgado y pudo escuchar sus palabras, que resonaron en su cabeza a pesar de quedarse dentro preparándose un jugo aprovechando que estaban el exprimidor y las naranjas sobre la encimera: "Hola. Dijiste que no ibas a insistir y lo estás haciendo. Se terminó. Y sabemos que no va a funcionar, por más tiempo que nos demos como sugeriste. No tiene caso. Y te voy a pedir, que por favor dejes de hacerlo y no me llames más para eso. Dejémoslo como está o vas a hacer que se pierda también la amistad. Además estoy de viaje, con algo que me urge resolver y no tiene sentido que hablemos de esto por teléfono. En todo momento te hablé claro, lo sabes. Y además estuviste de acuerdo, así que no entiendo tu comportamiento... Venga, espero que el tema que tenías pendiente con lo del nuevo trabajo, lo hayas resuelto. Si... No, no se cuando estaré por allí. Venga, buen día".

Tras terminar de hablar, se levantó y se dirigió al interior. No se esperaba verla despierta, al saludarla ella se giraba. Con una sonrisa algo triste, le daba los buenos días. El continuó hasta dejar el vaso justo a lado de donde ella estaba preparándose el zumo. Por la expresión de su cara, intuyó que algo debía de haber escuchado. Sin más, le expresaba, haciendo que ella levantara la vista de lo que estaba haciendo para mirarlo de nuevo:

- Hace tiempo que terminó, aunque ella parece no haberlo entendido.

- No tienes que darme explicaciones.

- Tal vez, pero yo creo que si debo y me apetece dártelas.

- ¿Dormiste bien...?.

- No todo lo bien que me hubiera gustado, pero ya sabes... tenía una promesa que cumplir.

- Si...

- Pero si me preguntas si fue agradable pasar la noche a tu lado... la respuesta es si, mucho.

Sonriéndole, le daba un suave pero intenso beso en la comisura de sus labios, deseándole un buen día, dejándola aun más descontrolada. Aunque con la idea más clara de lo mucho que aquel hombre le gustaba.

 (25/06/2018 - Atardecer)