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Fernando III de Castilla | ||
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Rey de Castilla, León y Galicia | ||
![]() Fernando III según una miniatura del Tumbo A de la Catedral de Santiago de Compostela
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Rey de Castilla | ||
1 de julio de 1217-30 de mayo de 1252 | ||
Predecesor | Berenguela | |
Sucesor | Alfonso X | |
Rey de León | ||
24 de septiembre de 1230-30 de mayo de 1252 | ||
Predecesor | Alfonso IX | |
Sucesor | Alfonso X | |
Información personal | ||
Nacimiento | 1199 o 24 de junio de 1201[1]? Peleas de Arriba |
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Fallecimiento | 30 de mayo de 1252 Sevilla |
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Entierro | Catedral de Sevilla | |
Familia | ||
Casa real | Casa de Borgoña | |
Padre | Alfonso IX de León | |
Madre | Berenguela de Castilla | |
Consorte | ||
Descendencia | Véase Matrimonios y descendencia | |
![]() Escudo de Fernando III de Castilla
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Fernando III de León y de Castilla, llamado «el Santo» (Peleas de Arriba, 1199 o 24 de junio de 1201[1]?-Sevilla, 30 de mayo de 1252), fue rey de Castilla entre 1217 y 1252 y de León[a]? entre 1230 y 1252. Hijo de Berenguela, reina de Castilla, y de Alfonso IX, rey de León, unificó definitivamente durante su reinado las coronas castellana y leonesa, que habían permanecido divididas desde la época de Alfonso VII «el Emperador», quien a su muerte las repartió entre sus hijos, los infantes Sancho y Fernando.
Durante su reinado fueron conquistados, en el marco de la Reconquista, los reinos de Jaén, Córdoba, Sevilla y lo que quedaba del de Badajoz (la Extremadura leonesa), cuya anexión había empezado Alfonso IX, lo que redujo el territorio ibérico en poder de los reinos musulmanes. Al finalizar el reinado de Fernando III, estos únicamente poseían en la Andalucía el Reino de Niebla, Tejada y el Reino de Granada, este último como feudo castellano. El infante Alfonso, futuro Alfonso X, fue enviado por Fernando a la conquista del Reino de Murcia; los moros capitularon y la región quedó como señorío castellano, tras lo cual Alfonso conquistó las plazas de Mula y Cartagena. Cuando Fernando accedió al trono, en 1217, su reino no rebasaba apenas los ciento cincuenta mil kilómetros cuadrados; en 1230, al heredar León, obtuvo otros cien mil y, a base de conquistas ininterrumpidas, logró hacerse con ciento veinte mil más.[1]?
Fue canonizado en 1671, siendo papa Clemente X, y reinando en España Carlos II.
Hijo de Alfonso IX de León y de su segunda esposa,[4]? la reina Berenguela de Castilla, fueron sus abuelos paternos Fernando II de León y la reina Urraca de Portugal y los maternos Alfonso VIII de Castilla y Leonor de Plantagenet. Nació en 1199 o 1201, en lugar desconocido.[4]? El matrimonio de sus padres fue anulado pocos años más tarde, en 1203, por la consanguinidad de los esposos.[4]?
De este matrimonio nacieron cinco hijos: Leonor, que murió pronto; Constanza, que fue monja en el monasterio de Las Huelgas de Burgos; Berenguela, que se casó con Juan de Brienne, emperador de Constantinopla; Fernando (III) y Alfonso de Molina, padre de la reina María de Molina, esposa de Sancho IV. Y por parte de su padre tuvo dos hermanas: las infantas Sancha y Dulce.
En Peleas de Arriba, un lugar entre Zamora y Salamanca, existía un albergue fundado por un religioso zamorano llamado Martín Cid, para atender a transeúntes y peregrinos que recorrían la Vía de la Plata. En ese entorno nació Fernando, mientras sus padres acampaban en el monte cuando realizaban una ruta de Salamanca a Zamora. Posteriormente, Fernando III fundaría ahí el Monasterio de Santa María de Valparaíso. El Cronicón Cerratense le dio a Fernando el nombre de Rex Fernandus Montesinus.[1]?
El papa Inocencio III declaró nulo en 1203 el matrimonio de sus padres, Alfonso IX de León y Berenguela de Castilla, alegando el parentesco de los cónyuges, porque él era tío carnal de Berenguela.[4]? La separación del matrimonio se aprobó en 1203 y el divorcio, en 1204.[5]? Agotados todos los recursos contra el papa, Berenguela volvió a la corte de su padre (Alfonso VIII de Castilla) con todos sus hijos salvo Fernando, que permaneció en la corte leonesa con su padre, el rey de León.
Tras la temprana muerte del rey de Castilla Alfonso VIII en 1214, su hijo Enrique accedió al trono siendo niño y Berenguela fue titular de la regencia.[1]?[6]?
Sin embargo, Álvaro Núñez de Lara usurpó la potestad regia y se hizo con varios castillos. Berenguela tuvo que buscar el apoyo de Gonzalo Rodríguez Girón, señor de Frechilla y mayordomo de la reina, y se refugió en su castillo de Autillo de Campos,[7]? Palencia. Sin embargo, esta plaza fue sitiada por Lara y Berenguela pidió ayuda a su hijo, que se presentó con mil quinientos hombres e hizo huir a Lara.[1]? El corto reinado de Enrique (1214-1217) se caracterizó por la lucha entre dos fracciones de la nobleza: la encabezada por Berenguela y que agrupaba además a importantes familias como los Girón, Téllez, Haro y Cameros, y la acaudillada por los Lara, a los que respaldaban las ciudades, la mayor parte de los nobles y los obispos.[8]? La muerte de Enrique en 1217 agudizó el conflicto, que devastó parte del reino.[8]?
Tras la muerte repentina de Enrique, los derechos a la corona pasaron a Berenguela que,[4]? temiendo posibles pretensiones de su antiguo marido, el rey de León, se lo ocultó y pidió que se le trajese a Fernando para protegerse de Lara. El rey leonés, persuadido por sus hijas mayores doña Dulce y doña Sancha, no quiso dejarlo marchar. Sin embargo, Fernando logró escapar y se reunió con su madre en el castillo de Autillo.[7]? Ella, mediante un acto solemne, lo proclamó rey de Castilla hacia el 10[9]? o el 14 de junio[1]? de 1217 en Autillo de Campos. La coronación oficial tuvo lugar en Valladolid hacia el 2 o 3 de julio.[b]?[4]?
Álvar Núñez de Lara, alférez mayor de Castilla, cercó Valladolid con el beneplácito de Alfonso IX de León. El rey leonés tomó partido por los Lara tras la muerte de Enrique I.[11]? Fernando y su madre debieron retirarse a Burgos. A esto le siguieron una serie de conquistas leonesas a lo largo del río Sequillo y saqueos de zonas próximas a Valladolid por parte de Alfonso IX.[12]? Fernando no combatió contra su padre, y le envío mensajes de que bajo su reinado Castilla sería un reino amigo y, aunque al principio Alfonso no hizo caso, terminó retirándose a León cansado de estas acciones. El 26 de agosto de 1218 se firmó el Pacto de Toro, que puso fin a las hostilidades entre Castilla y León.[13]? Eso sí, a Alfonso le fueron pagados diez mil maravedíes que le eran debidos por el antiguo rey Enrique de un cambio del castillo de Santibáñez de la Mota.[1]?[14]? A cambio, el rey leonés renunciaba a sus pretensiones sobre los territorios fronterizos con Castilla.[15]? El papa Honorio III medió entre los dos reinos para que pusiesen fin al conflicto y se aprestasen a participar en una nueva cruzada, predicada en el IV Concilio de Letrán.[14]?
En los primeros tiempos del reinado, parte de los antiguos partidarios de la Casa de Lara se pasaron a las filas del nuevo rey, pero otros permanecieron hostiles a Berenguela y a su hijo.[16]? Entre estos se contaron en especial numerosos obispos y las ciudades del sur del reino.[16]? Entre los obispos, el principal apoyo al nuevo rey provino de los de Burgos y Palencia, que obtuvieron generosas mercedes del soberano.[17]? Entre la nobleza afín a Fernando destacaba la que había obtenido abundantes tierras y concesiones reales en tiempos de Alfonso VIII.[13]? Los enfrentamientos debidos a la sucesión duraron dos años e incluyeron tanto las correrías de los leoneses por la Tierra de Campos y la Extremadura castellana como los choques con los Lara, a los que en el verano de 1217 Fernando les arrebató tierras entre Burgos y Logroño y varias tenencias reales más al sur del reino.[13]? Cerca del castillo de Ferreruela, entre Palenzuela y Palencia, Alfonso Tello apresó al conde de Lara, que fue conducido a Burgos y obligado a todos los castillos que tenía en tenencia y a ayudar al rey contra su hermano Fernando Núñez de Lara a cambio de recobrar la libertad.[12]? Fernando Núñez de Lara se sometió poco después, pero los Lara volvieron a rebelarse contra Fernando en 1218, con la ayuda de Alfonso IX, que invadió Castilla por el sur de Toro.[18]? La derrota final de la Casa de Lara llegó en 1218, tras la muerte de Álvar Núñez en Toro.[13]?
A mediados de 1219 una comitiva castellana presidida por Mauricio, obispo de Burgos, llegó a la corte de Federico II de Alemania y, probablemente en Hagenau, en Alsacia, tuvo lugar la contratación matrimonial entre su cuarta hija, Beatriz de Suabia, y Fernando III.[14]? Fernando le entregó como dote a Beatriz las villas, castillos y sus derechos reales sobre Carrión de los Condes, Logroño, Belorado, Peñafiel, Castrogeriz, Pancorbo, Fuentepudia, Montealegre, Palenzuela, Astudillo, Villafranca Montes de Oca y Roa.[19]?[20]? Beatriz, con la comitiva de hombres notables de Castilla, emprendió el camino desde Alsacia a Burgos, pasando por la Corte de París, porque esta deseaba saludar a la esposa del delfín, futuro Luis VIII de Francia, y madre del futuro Luis IX de Francia, Blanca, hermana de su futura suegra, Berenguela. El 27 de noviembre Fernando fue armado caballero en el monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas de Burgos, donde le entregaron su espada. El 30 de noviembre, en la misma ciudad, tuvo lugar la celebración de la boda en la catedral.[19]? La reina fue muy querida por el pueblo y suscitaba admiración. El cronista Rodrigo Ximénez de Rada, nada proclive a los epítetos, la describe como optima, pulchra, sapiens et pudica («buenísima, bella, sabia y modesta»). Y era muy amante de la cultura clásica y vernácula, algo que había asimilado formándose en la Corte del emperador Federico II. Ella transmitirá a su marido y a sus hijos un similar amor por la cultura. Su hijo Alfonso X el Sabio le dedicaría un elogio en una de sus Cantigas y en la catedral de Burgos se conserva una escultura del siglo XIII que la representa.
Juana de Arco | ||
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![]() Óleo sobre pergamino del siglo XV, de Archivos Nacionales de Francia.
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Virgen y Mártir | ||
Nombre | Jeanne d'Arc | |
Apodo | La doncella de Orleáns | |
Nacimiento | 6 de enero de 1412 Domrémy,[1]? ![]() |
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Padres | Jacques d'Arc ![]() ![]() |
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Fallecimiento | 30 de mayo de 1431 (19 años) Ruan, ![]() |
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Venerada en | Iglesia católica e Iglesia anglicana[2]? | |
Beatificación | 18 de abril de 1909, catedral de Notre Dame, por el papa Pío X | |
Canonización | 16 de mayo de 1920, basílica de San Pedro, por Benedicto XV. | |
Festividad | 30 de mayo | |
Atributos | Soldado, con la espada y el estandarte real de Francia, acompañada por San Miguel | |
Patronazgo | Cautivos; Francia; mártires; oponentes de las autoridades de la Iglesia; gente ridiculizada por su piedad; prisioneros; soldados; mujeres voluntarias; telegrafistas; radiofonistas | |
Firma | ![]() |
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Juana de Arco (en francés: Jeanne d'Arc), también conocida como la Doncella de Orleans (en francés: la Pucelle; Domrémy, 6 de enero de 1412-Ruan, 30 de mayo de 1431),[3]? fue una joven campesina francesa que asegurando recibir voces de Dios, guió al ejército francés en la Guerra de los Cien Años contra Inglaterra, logrando que Carlos VII de Valois fuese coronado rey de Francia. Posteriormente fue capturada por los borgoñones y entregada a los ingleses. Los clérigos la condenaron por herejía y el duque Juan de Bedford la quemó viva en Ruan, el 30 de mayo de 1431, aunque más tarde fue canonizada como Santa Juana de Arco. Su festividad se conmemora el día del aniversario de su muerte, el 30 de mayo, como es tradición en la Iglesia católica.
Nacida en Domrémy, un pequeño poblado situado en el departamento de los Vosgos en la región de la Lorena, Francia, ya con 17 años encabezó el ejército real francés. Convenció al rey Carlos VII de que expulsara a los ingleses de Francia, y este le dio autoridad sobre su ejército en el sitio de Orleans, la batalla de Patay y otros enfrentamientos en 1429 y 1430. Estas campañas revitalizaron la facción de Carlos VII durante la guerra de los Cien Años y permitieron la coronación del monarca.
Como recompensa, el rey eximió a Domrémy del impuesto anual a la corona. Esta ley se mantuvo en vigor durante aproximadamente cien años.
El origen de Juana y el contexto de su tiempo[
De acuerdo con los datos recabados en el proceso de Ruan, Juana se hizo llamar siempre «Juana la Doncella». No obstante, como ella misma comentó, «dentro de mi pueblo se me llamaba Jehannette. En Francia, se me llamaba Jehanne desde mi llegada».[4]?
Posteriormente, se le añadiría la palabra «Darc» como apellido, para referirse a ella de forma oficial (la falta de apóstrofo en su versión francesa ?d'Arc? se debe a la inexistencia de tal signo en la Edad Media). Arco (arc) proviene del apellido de su padre, Jacques Darc,[5]? cuyas raíces familiares estaban posiblemente en dos pueblos, Arc-en-Barrois o Art-sur-Meurthe, pueblos muy cercanos donde se cree que nació «la Pucelle». El nombre, no obstante, varía (Arc, Ars, Ai?) dadas las diferencias en la versión antigua de Art sur Meurthe (donde se reduce la erre).
La denominación de «Jehanne d'Arc» se encuentra en la obra de un poeta de Orleans hacia 1576; «Jehanne» se transcribe hoy en día como «Jeanne».
Sus padres fueron Jacques D´Arc e Isabelle Romée.[6]? Isabelle Romée no era el nombre original, sino que era el sobrenombre que se dio a Isabelle de Vouthon (que pertenecía a la parroquia de Vouthon, hoy en el departamento de Charente), como se hizo a otros una vez que realizaban el peregrinaje «de Puy» (de la montaña) en vez del de Roma. De hecho Juana no dio el apellido. Sus padres eran dueños de aproximadamente 50 acres (20 hectáreas) y su padre complementaba su trabajo de agricultor con una posición de menor importancia, como oficial de pueblo, la recaudación de impuestos y dirigiendo la guardia local.[7]? No era pobre pero vio a regañadientes la venida de otro nuevo vástago más a su familia, ya que Juana tuvo tres hermanos mayores.
El debate sobre la fecha de nacimiento de la Doncella de Orléans no lo consiguió resolver ni la misma Juana durante el proceso, ya que, cuando le preguntaron qué edad tenía, respondió: «Alrededor de diecinueve años, creo».[3]? Aunque no estaba segura, la historiografía ha interpretado esta declaración al pie de la letra. De esta manera, restándole su posible edad a la fecha en la que se realizó la pregunta durante el proceso, 24 de febrero, el año de su nacimiento sería probablemente 1412.
El lugar donde nació es teóricamente Domrémy, tal y como dijo en el interrogatorio de identidad de su proceso, el 21 de febrero de 1431; «Yo he nacido en la villa de Dòmremy».[6]? Además añadió que era una villa dependiente de Greux (inmediatamente al norte de Domrémy),[6]? y que hoy ha pasado a llamarse Domrémy-la-Pucelle, gracias a ella. Ambas pertenecen actualmente al departamento de los Vosgos, en la región de la Lorena. Domrémy fue también el lugar donde recibió el bautismo de manos del Padre Jean Minet.
Tras la muerte sin descendencia de Eduardo el Confesor y el breve reinado del rey Haroldo II, el trono de Inglaterra fue conquistado en 1066 (batalla de Hastings) por el francés Guillermo el Conquistador, duque de Normandía. Estos hechos constituyeron la primera disputa de sucesión (debida a los parentescos entre las noblezas de ambos territorios), dando inicio a una duradera rivalidad entre ambos reinos. Con el tiempo, los reyes de Inglaterra reunieron varios de los mayores ducados de Francia: Aquitania, Poitiu y Bretaña.
Los intentos de Francia por recuperar los territorios perdidos precipitaron uno de los más largos y sangrientos conflictos de la historia de la humanidad: la guerra de los Cien Años, que duró en realidad 116, y produjo millones de muertos y la destrucción de casi toda la Francia septentrional.
Los intereses de unificar las coronas se concretaron a la muerte del rey francés Carlos IV en 1328. Felipe de Valois, francés y sucesor gracias a la ley sálica (Carlos IV no había tenido descendencia masculina), se proclamó rey de Francia el 27 de mayo de 1328 (reinó como Felipe VI de Francia). Felipe ya se había convertido en regente tras la muerte de Carlos IV mientras se esperaba el nacimiento del hijo póstumo del rey difunto, que finalmente resultó ser una niña.
La guerra de los Cien Años comenzaría en 1337, cuando Felipe VI reclamó el feudo de la Gascuña a Eduardo III (aferrándose a la ley feudal), después de incursiones por el canal de la Mancha, en un intento de restaurar en el trono escocés al rey David II (aliado francés exiliado a Francia desde junio de 1333) pretextando que no respetaba a su rey. Entonces, el 1 de noviembre Eduardo III responde plantándose en las puertas de París y declarando por medio del obispo de Lincoln que él era el candidato adecuado para ocupar el trono francés.
Inglaterra ganaría importantes batallas como la Crécy (1346) y la Poitiers (1356), ya con el relevo de Juan II en lugar de Felipe VI, y obtendría la inesperada victoria de la Agincourt en 1415, bajo la competente dirección del rey Enrique V.
Una grave enfermedad del rey francés propició la lucha por el poder entre su primo Juan I de Borgoña o Juan sin Miedo y el hermano de Carlos VI, Luis de Orleans. El 23 de noviembre de 1407, se comete el asesinato del armagnac Luis de Orleans en las calles de París y por orden del borgoñón. Las dos ramas de la familia real francesa se dividen en dos facciones: los que daban soporte al duque de Borgoña (borgoñones) y los que apoyaban al de Orleans y después a Carlos VII, delfín de Francia (que fue desheredado o ilegitimado desde 1420) (armagnacs), ligados a la causa de Orleans a la muerte de Luis. Con el asesinato del armagnac, ambos bandos se enfrentaron en una guerra civil y buscaron el apoyo de los ingleses. Los partidarios del duque de Orleans, en 1414, vieron rechazada una propuesta hecha a los ingleses, quienes finalmente pactaron con los borgoñones.
A la muerte de Carlos VI en 1422 es coronado rey de Francia el hijo de Enrique V y Catalina de Valois, el infante Enrique VI (por lo tanto, Enrique VI de Inglaterra y II de Francia); en tanto que los armagnacs no dieron su brazo a torcer y se mantuvieron fieles al hijo del rey francés, Carlos VII, quien fue coronado también en 1422 de forma nominal en Berry, a falta de imponerlo como rey de facto, pero destronando al inglés de jure.
«Yo tenía trece años cuando escuché una voz de Dios», declaró Juana en Ruan el jueves 22 de febrero de 1431. El hecho sucedió al mediodía en el jardín de su padre. Añadió que la primera vez que la escuchó notó una gran sensación de miedo. A la pregunta de sus jueces, añadió que esta voz venía del lado de la iglesia y que normalmente era acompañada de una gran claridad, que venía del mismo lado que la voz.
La Iglesia católica y la inmensidad de fieles, reconoció como verdaderas estas apariciones.
Cuando le preguntaron cómo creía que era aquella voz, ella respondió que le pareció muy noble, por lo que afirmó: «y yo creo que esta voz me ha sido enviada de parte de Dios». Así pues, cuando la escuchó por tercera vez le pareció reconocer a un ángel. Y aunque a veces no la entendía demasiado bien, primero le aconsejó que frecuentara las iglesias y después que tenía que ir a Francia, sobre lo cual la empezó a presionar. Además esta voz la escuchaba unas dos o tres veces por semana. No mucho después, reveló otro de los mensajes clave que le envió: «Ella me decía que yo levantaría el asedio de Orleans».
El 27 de febrero, Juana identificó estas voces: se trataba de la voz de santa Catalina de Alejandría y de santa Margarita de Antioquía, las santas más veneradas del momento, si nos atenemos a la iconografía anterior a Juana.[8]? Catalina, es definida a veces como una figura apócrifa a caballo de los siglos III y IV que murió a una edad similar a la de Juana; también erudita (patrona de muchas especialidades intelectuales) y habiendo persuadido al emperador Maximiano de que dejase de perseguir cristianos. Después sería condenada a morir en la rueda (un sistema de tortura que fractura los huesos), aunque se dice de ella que, al tocar la rueda, la rompió y, finalmente, tuvo que ser decapitada. Por otro lado, la leyenda de Margarita refiere que fue una doncella despreciada por su fe cristiana, a la que ofrecieron matrimonio a cambio de la renuncia a esta fe. Ante su negativa fue condenada a tortura, si bien logró escapar milagrosamente en varias ocasiones (antes de su captura definitiva y martirio). Por ello, es venerada por la Iglesia católica como santa virgen y mártir.
Juana afirmó que las había reconocido gracias a que las propias santas se habían identificado, algo que ya había declarado en Poitiers, con motivo del interrogatorio sobre las visiones llevado a cabo por la corte del delfín. Se negó a dar más explicaciones, instando a los jueces a ir a Poitiers si querían conocer más detalles.
Sobre el año en que sucedió, en un primer momento había dicho que fue cuando tenía trece años. Posteriormente detalló que hacía siete años que estas voces le aconsejaban y la protegían. Por lo tanto, se presume que en 1424 se le habrían aparecido por primera vez las visiones.
Juana explicaría entonces (antes de mencionar el nombre de las santas) la misión que la voz le encomendó. Después de mencionar a estas, los jueces le preguntaron a quién correspondía entonces la primera de las voces que había escuchado, aquella que le había causado tanto miedo siete años atrás. Ella, que todo lo iba respondiendo con muchas reservas y ensimismamiento, se resistió varias veces, pero finalmente respondió que fue San Miguel (considerado protector del reino de Francia), al que vio con sus propios ojos, acompañado de los ángeles del Cielo. Fue él quien le ordenó partir para liberar a Francia y así cumplir con la voluntad de Dios.
En sus apariciones, las voces le indicaron que debía ir a Orleans, una de las ciudades más importantes del momento, y romper el asedio que había comenzado en octubre de 1428.
Ella trató de recurrir a Robert de Baudricourt, comandante de la guarnición armagnac, establecida en Vaucouleurs, un poco al norte de Domrémy; lo cual hizo mediante su tío, Durant Laxant. Quería obtener una pequeña escolta para ir a buscar al delfín allí donde se escondía, en Chinon. Y es que para eso tenía que atravesar territorio hostil, defendido por los angloborgoñones, en alianza. Así, la Pucelle daría un mensaje secreto al rey que le había sido revelado por las voces.
Transcurrió casi un año hasta que Baudricourt, en enero de 1429, aceptara ?ante la insistencia de la joven doncella?, concederle la escolta deseada. Juana ya había hecho un primer intento en la Ascensión de 1428 (el 13 de mayo, según Poulengy), pero había encontrado resistencia por parte del armagnac. Probablemente hubo otra entrevista a finales de año, hasta que Baudricourt cedió a sus deseos. Durante su posterior juicio, los jueces aprovecharon para discutir sobre las vestimentas de hombre que había usado la joven durante este viaje. La interrogaron sobre el motivo y ella respondió que había sido por orden de Dios («Todo lo que yo hago es por orden de Nuestro Señor. Si él me ordenara tomar otro hábito yo lo tomaría, porque sería por orden de Dios»). Los jueces le preguntaron si no fue realmente por orden de Baudricourt, cosa que ella negó rotundamente. Así pues, ella misma valoró positivamente el hecho de haber llevado vestiduras de hombre, ya que era el criterio y designio del Divino Hacedor. Asimismo, para persuadir a Robert de Baudricourt, le aseguró aquello que ya corría por boca de todo el mundo: que la Virgen de Lorena salvaría el reino perdido por una mujer (seguramente refiriéndose a la hija póstuma del difunto rey Carlos IV).
El 29 de abril de 1429 Juana llegó al asedio de Orleans. Sin embargo, Jean De Orleans, cabecilla de la familia ducal de Orleans, la excluyó inicialmente de la dirección de las operaciones y de los consejos de guerra, rehusando informarla sobre los preparativos y decisiones bélicas.[9]? Esto no evitó que ella estuviera presente en la mayoría de consejos y batallas. El grado de liderazgo militar que llegó a ejercer sigue siendo objeto de debate entre historiadores. Los historiadores tradicionales como Edouard Perroy concluyen que ella principalmente llevaba el estandarte y ejercía un gran efecto sobre la moral de los soldados.[10]? Esta clase de análisis suelen basarse en el testimonio de Juana durante el juicio, en el cual afirmó que prefería su estandarte a su espada. La investigación académica actual, que se ha centrado en el juicio posterior anulatorio, asevera que sus compañeros oficiales señalaron que ella era una tacticista de mucho talento y una estratega de éxito. Stephen W. Richey opinaba lo siguiente, por ejemplo: "Ella procedió a liderar un ejército en una serie de victorias impresionantes que cambiaron el curso de la guerra."[11]? En cualquier caso, los historiadores están de acuerdo en que el ejército tuvo un gran éxito durante la corta carrera de Juana.[12]?
Robert de Baudricourt en razón del fervor religioso que ya comenzaba a levantar envió a Juana a ver al convaleciente duque Carlos II de Lorena a la ciudad de Nancy. René de Anjou finalmente le sucedería a su muerte en 1431, ya que estaba casado con su hija y heredera, Isabel de Lorena (quien era además cuñada del delfín, ya que su hermana, María d'Anjou estaba casada con este desde el 18 de diciembre de 1422). Juana tenía el deseo de que René le acompañase a Chinon, pero solo consiguió buenas palabras, dinero y un caballo. Antes de partir, Juana fue a rezar a la basílica de Saint-Nicolas-de-Port dedicada al santo patrón de la Lorena.
En el periodo durante el cual Juana intentaba conseguir una escolta para ir a Chinon, fue albergada durante casi un mes por la familia Le Royer: Henri y Catherine Le Royer. Finalmente, sería Baudricourt el que le concedería una pequeña escolta de seis hombres para realizar el viaje a Chinon que iniciarían alrededor del 13 de febrero de 1429. Entre ellos, se encontraban Bertrand de Poulengy y Jean Nouillonpont (Jean de Metz).
Jean de Metz (o Mès) y señor de Nouillonpont (o Novelenpont), fue una de las principales figuras en el recorrido epopéyico de Juana, ya que estuvo a su lado en todas las batallas a partir de este momento. Bertrand de Poulengy (Poulangy o Polongy), «Pollichon», fue señor de Grondecourt, habiendo sido ennoblecida su familia en 1425. Él, al igual que Jean de Metz, acompañaría a Juana a lo largo de su trayectoria militar.
Jean de Metz hizo su declaración en el proceso de nulidad el 31 de enero de 1456, ya con una edad que rondaba los 57 años, mientras que Poulangy, un poco mayor, lo hizo el 6 de febrero del mismo con una edad aproximada de 63 años. Ambos declararon muy a favor de Juana (Metz: «Y cuando le pregunté quién era su señor, me respondió que era Dios. Entonces le concedí mi fe hacia ella, tocándole la mano, y prometiéndole que, con la guía de Dios, yo le conduciría hacia el rey»), de lo cual se extrae la gran admiración y aprecio por la que consideraron su heroína. En cuanto a Jacques Darc, el padre de Juana, fue el más reticente al inicio de la misión de esta.
Hacia el 13 de febrero de 1429 Juana emprendió el viaje que le iba a hacer atravesar territorio enemigo. Este viaje la haría famosa y todo el mundo conocería su aventura, pero desde un primer momento la escolta asignada no tenía realmente una idea clara de qué era la misión ni de quién era Juana.
Para este viaje Juana vestiría por primera vez ropas de hombre. Jean de Metz, diría al respecto en el proceso de nulidad: «Cuando Jehannette estaba en Vaucouleurs, la vi vestida con un vestido rojo, pobre y gastado [?] Le pregunté si quería hacer el viaje vestida como iba, y ella me respondió muy enérgicamente que quería ponerse ropa de hombre. Entonces le di el traje y el equipamiento de uno de mis hombres. Después, los habitantes de Vaucouleurs, tendrían un traje de hombre hecho para ella, con todos los requisitos necesarios».
El viaje hacia el sur de Francia a través de territorio borgoñón la hizo cabalgar de noche, en horas intempestivas para disimular y no despertar la atención de ningún destacamento. Algunas de las ciudades más importantes por las que pasó fueron Auxerre, Gien y Sainte Catherine de Fierbois.
Del paso por Auxerre, se sabe que llegó a participar en una Santa Misa en su catedral, pasando desapercibida en una ciudad hostil. De Gien, no se sabe casi nada de su paso, pero parece que pasó por el único puente sobre el río Loira que quedaba en manos francesas, y fue el lugar donde comenzó a circular el rumor de que una doncella aseguraba que liberaría la ciudad de Orleans de su asedio y que coronaría al delfín en Reims (habría vuelto a pasar por aquí hacia el 25 de junio del mismo año, 1429, para reencontrarse con el delfín y viajar hacia Reims). Y finalmente, pasaría por Sainte Catherine de Fierbois el 4 de marzo. Esta localidad le era muy valiosa, ya que su iglesia estaba dedicada a santa Catalina, una de las santas de sus visiones. Fue allí donde Juana realizaría otro "milagro": habiendo recibido una armadura, cuando le ofrecieron una espada que ella se negó a aceptarla, pidiéndole a los clérigos que le dieran una espada que se encontraba enterrada detrás del altar de la iglesia, cosa que resultó ser cierta. Dicha espada supuestamente había pertenecido a Carlos Martel, y Juana la portó en batalla hasta el fin del asedio a París (aunque, según sus propias palabras en el juicio, nunca la usó para matar a nadie). En Sainte Catherine Juana escribió una carta a Carlos VII anunciando su llegada, y quedó a la espera de la respuesta de la corte, que finalmente la recibió en audiencia.
Aun con la gran memoria que se otorga a la gente de la Edad Media (ya que, al no estar extendida la escritura, era una cultura de transmisión oral mayormente), además de la inteligencia de «la Pucelle», es muy difícil saber si realmente sabía leer y escribir. Pruebas gráficas hay de su firma como mínimo. Pero la cuestión está en el aire aunque se acostumbra a decir que en el período que estuvo en la corte del delfín, el verano de 1429, podría haber aprendido, o bien haber recibido nociones básicas.
De todas maneras, la carta llegó a la corte de Chinon acompañada de la fama de «la Pucelle», lo cual originó un gran debate donde se discutió si era adecuado recibirla, es decir, si era cierto todo aquello que decía ser o era alguien que urdía un engaño. Había cierta curiosidad en la corte por ver a aquella que decía traer la salvación de Orleans y la coronación del propio monarca. Pero el factor detonante fue la declaración positiva de Baudricourt, que era un hombre de confianza del delfín. Por lo tanto, este decidió recibirla.
Sin embargo, el delfín no se podía arriesgar a que una joven desconocida se presentara ante él y lo pudiera matar. De esta manera, cuando Juana llegó a la corte, el delfín se ocultó entre la gente que ocupaba la sala, vistiendo a uno de sus sirvientes con sus ropas para hacerlo pasar por él. Pero el engaño no sirvió, ya que Juana identificó al delfín entre sus súbditos. En el proceso dijo al respecto lo siguiente: «Cuando entré dentro de la habitación del rey lo reconocí de entre los otros por consejo y revelación de mi voz, y le dije que quería hacer la guerra a los ingleses». Con habilidad, los jueces la presionaron y le preguntaron: «Cuando vuestra voz os señaló a vuestro rey, ¿había alguna luz?», a lo que ella se negó a contestar, como a tantas otras preguntas, con un tono seco y tajante: «passez outre». Entonces añadieron si vio algún ángel encima del rey, a lo cual respondió de la misma manera.
Finalmente, el rey la recibió sola y ella le habría expuesto una plegaria para persuadirlo de que le diera un ejército y la enviara a Orleans. Este intercambio a puertas cerradas sería uno de los datos más buscados de este período de su vida. Pero gracias al testimonio de Juan II, duque de Alençon en el proceso (un hombre de gran peso, con sangre real), habría sido el siguiente:
Fue el señor y conde de la Vendôme el que la llevó al apartamento del rey. Cuando este la miró, le preguntó su nombre. «Señor delfín ?contestó ella?, me llamo Jehanne, la Pucelle; y el Rey del Cielo te envía una palabra a través de mí, por la que tú serás consagrado y coronado en Reims, y que tú serás el lugarteniente del Rey del Cielo, que eso es ser rey de Francia». Después de que el rey le hubiera hecho unas cuantas preguntas, ella le dijo: «Con mis respetos, te digo que tú eres el verdadero heredero de Francia e hijo del rey, y Él me envía para guiarte hacia Reims al final, donde puede que recibas tu coronación y consagración. Si tú quieres». Al acabar la entrevista, el rey dijo que Juana le había confiado secretos que no podían ser sabidos por nadie, excepto por Dios, quien había puesto mucha confianza en ella. Todo esto he oído sobre Juana, pero no tengo testimonios sobre esto.
Parece ser entonces que, según el duque de Alençon, estas habrían sido las palabras que convencieron al delfín y también a su madre política Yolanda de Aragón; el delfín entonces le asignó dos oficiales, Ambleville y Guyenne, para protegerla. Jean d?Aulon se encargó de su intendencia. De todos modos, el delfín no dio carta blanca a Juana, ya que las presiones en su corte estaban diversificadas. Así pues decidieron hacerle una especie de proceso en Poitiers, para verificar si ella era quien decía que era. De este proceso ella hizo muchas referencias delante de sus jueces en Ruan, pero lo cierto es que los documentos de Poitiers se han perdido, después de haber pasado por la Universidad de París (reticente al delfín) y por los propios jueces de Ruan.
Sobre Poitiers, lo que se sabe es a través de las declaraciones en el proceso de nulidad, y así se sabe para empezar que su duración fue de tres semanas, y que Juana consiguió dejar una buena impresión en los teólogos que la examinaron. Maître François Garivel, que era Consejero General del rey, dio los primeros detalles, diciendo que ciertamente el proceso duró tres semanas y básicamente se trataba de plantearle muchas preguntas a Juana, para después poder examinar sus respuestas y su expresión; proceso que resultó satisfactorio, ya que ella siempre se mantuvo dentro de sus creencias y con gran firmeza, siempre defendiendo que era una mensajera de Dios y venía a llevar al delfín a Reims para consagrarlo. También añadió que le sorprendió que ella siempre llamase delfín al monarca; y cuando le preguntó por qué no le llamaba nunca rey, obtuvo esta respuesta: «Ella me respondió que no lo llamaría rey hasta que no fuese coronado y ungido en Reims, ciudad a la cual pretendía conducirlo».
En Poitiers, la firmeza que demostró Juana en sus creencias fue clave para ganarse la confianza de los interrogadores. Estos, naturalmente, pidieron que les diera alguna señal para que ellos pudieran confirmar que ella realmente era la mensajera de Dios que decía ser. Ella respondió que no había ninguna otra manera que darle el número de soldados que el delfín creyera conveniente, con los cuales ella misma levantaría el asedio de Orleans.
Gobert Thibaut, terrateniente del rey de Francia y amigo de Poulengey, enriquecería con sus declaraciones los detalles del proceso en Poitiers, explicando que durante las tres semanas, Juana se alojó en casa de Jean Rabateau. Además de hacer unas declaraciones muy positivas respecto a ella, concretó que los doctores y jueces consideraron verdad tanto su mandato divino como sus predicciones.
Maître Jean Barbin, doctor en leyes y abogado del rey, siguió en la misma línea e hizo una referencia a María de Avignon «la gasque d?Avignon», una mujer que hizo ciertas predicciones a inicios de siglo, causando una gran conmoción. Esta se dirigió al rey de Francia anunciándole que a su reino le esperaban grandes calamidades por sufrir, y habló de unas visiones en las que veía el reino desolado mientras en otras se le aparecía un ejército que se ponía en sus manos. Ella se acobardó ante la idea de tener que hacerse cargo, pero dijo que algún día vendría una joven maga que tomaría el ejército y salvaría a Francia. Así, el doctor concluyó diciendo que naturalmente pensaron que Juana era esta doncella de la que hablaba María.
Finalmente testificaría el hermano Seguin de Seguin, dominico, profesor de teología y decano de la Facultad de Teología de Poitiers. Este comentó cómo había escuchado de mano de Maître Jean Lombart la aventura de Juana hasta Poitiers, y después explicó que quiso poner a prueba su fe, preguntándole en qué dialecto le habían hablado las voces. La respuesta fue: «Uno mejor que el vuestro». Entonces él le pidió pruebas y ella, irritada, le replicó pidiendo un ejército, de número a decidir por el rey, con el que se haría con Orleans.
La Campaña del Loira fue la primera operación ofensiva francesa en más de una generación. Con el ejército francés comandado por Juana, consistió en la liberación del sitio de Orleans y en la recaptura de varios puentes sobre el río que estaban en poder del enemigo desde hacía mucho tiempo, fracturando el territorio francés en dos partes (norte y sur) e imposibilitando a los franceses para trasladar tropas, logística y suministros de una orilla a la otra. Por añadidura, se sabía que el plan inglés preveía utilizar al río Loira como cabeza de puente para lanzar una enorme operación ofensiva que, seguramente, hubiese culminado en la conquista de toda la Francia meridional y la destrucción total y absoluta del estado francés. La campaña del Loira, en consecuencia, consistió en cinco acciones:
A estos combates se suma el extraño caso de la batalla de los Arenques. Tras romper el cerco de Orleans, el ejército de Juana se desplazó a lo largo del río, liberando en menos de una semana los tres puentes de Jargeau, Meung y Beaugency. Luego de la victoria decisiva de Patay, quedó por fin expedito el camino de las tropas galas para poder dirigirse al norte y atacar a los ingleses en sus bastiones, frustrando al mismo tiempo el plan anglosajón de invadir Francia completa.
El viaje que tenía que llevar a Carlos VII hacia su consagración se presentaba muy difícil aun con la alta moral del ejército tras Poitiers, pues tanto la ciudad como el trayecto estaban en manos de los borgoñones. Sin embargo, Juana había dicho que ella libraría a Orleans de su asedio y llev
¡Gracias y feliz
martes a todas!
Abrazos colungueros.