JUGANDO Y SOÑANDO CON ÉL. 

A esa hora ya había terminado la grabación del promocional, sabía que Él estaría allí, en silencio... interiorizando lo disfrutado y todo lo sucedido. Tras pasar un rato, es que no pude evitar inmiscuirme en aquel lugar, percibiendo un halo de calma tras ver su tranquilidad junto a aquella ventana, observando su seductora silueta al trasluz, que se dejaba ver por la misma.

Ya seguro intuía como había ocurrido todo o de algo se habría informado, a través del hombre al que le indicó que me retuviera, el mismo que momentos antes, yo había convencido para que me ayudara a entrar en aquella sala de rodaje explicándole la causa. 

Me acerqué con pasos sigilosos, pues no quería interrumpir aquel momento, aunque podía sentir que ya me percibía. Con emoción y gran placer es que me acerqué, introduciendo mis manos entre su chaqueta, rozando su cintura hasta llegar al abdomen, acariciándolo despacio, sintiendo su respiración y el momento en que se estremecía, a la par que lo hacía yo. Comenzaba a acariciar con sus dedos los míos, necesitando apoyar mi cabeza sobre su hombro y ahí, con un mínimo movimiento suyo, es que suave rozaba la mía.

Y abrazados, yo detrás suya, permanecimos un rato, hasta que alzándome un pelín de puntillas, le acariciaba la zona lateral de su cuello con un beso susurrante... y en ese momento, se puso a contarme pinceladas de esos años que habían pasado. Y mirando hacia la misma dirección que él, es que disfrutaba de sus palabras emocionándome, momento en el que cerraba mis ojos, apretándome más con él, a medida que sus manos más intensamente me agarraban. A la vez que me preguntaba:

- ¿Por qué así y con aquellas palabras?.

 - Porque quería, cuando volviera a verte, además de soñar..., jugar para desarrollar mi capacidad y poder sorprenderte, algo que no es fácil tratándose de un grande de la actuación. Y creo que, al menos durante unos instantes, lo conseguí, con mi propio guion, mi propia actuación y mi propia prueba de casting, todo en unos minutos, allí in situ, sin más... Eso si, habré quedado como una loca ante lo otros dos chicos. Y siento si algo incomodo te hice sentir a ti, por las palabras pronunciadas, que obvio, no eran reales, se que tu no harías algo así y yo no me presenté a ningunas pruebas. Solo vine a verte, a que me volvieras a ver. 

 - Mereces unos buenos azotes en el trasero, pues hasta que reaccioné y pude entender que lo que decías no tenía razón de ser..., me dejaste afectado. Pero tengo que reconocer, que me llegaste a sorprender y mucho, alegrándome, no solo al verte después de tanto tiempo, sino porque lo hiciste de una manera sorprendente, lo cual está muy bien, me gustó. Tengo que decirte, que pasaste mi propio casting.

Y tras un tiempo trascurrido, donde solo nos sentimos, en silencio, es que él soltaba mis manos para cogerme sutil y delicadamente por el brazo invitándome a ponerme frente a él, algo que no dudé ni un instante, dejándome llevar por el calor de su fibroso cuerpo y por lo que me transmitía mi corazón... que era, no separarme del suyo, pues algo mágico, fuerte y una mirada los había unido para siempre. Y así, continuamos balanceándonos suave, unidos y con un mismo propósito, seguir jugando y soñando juntos... queriéndonos por siempre.

  (01/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando. 

Un gusto comenzar febrero contigo.

Aún con la emoción de lo mucho sentido en enero, con cada escrito, con cada relato.

Vengo con una preciosa imagen, junto al sonido de una intensa música, que deseo sea de tu agrado. Así como el relato que dejo, como introducción a este mes, siendo la continuación del último que dejé, en enero, ayer.

Fue curioso, pues ayer me acordé de esta imagen que dejo hoy, precisamente porque me parecía buena idea traerla de cabecera para este mes, y me pareció buena para continuar ese punto pendiente que dejaba en el relato de ayer. Y me llevó a recordar, un párrafo que te expresaba con la misma, en mi tema de febrero del año pasado, entrelazándolo, al escribir el relato de hoy.

Y mientras sigo soñando contigo y contándote, voy jugando también, un poquito con los sentidos, con las imágenes y los colores.

Te quiero. Un abrazo, impulso incluido. Buenas noches.

Atardecer  01/02/2018. 

MÁGICO CADA INSTANTE CON ÉL. 

El tiempo corría en su contra. Trataba de plasmar unas palabras y se resistían a salir. No podía dejar de observar su bella imagen ni de recordar su linda charla y su agradable voz.

Los recuerdos se le venían a la mente, cada vez más lindos a través del tiempo. Verle desplegar su exquisitez y calidad actoral en el escenario, la profesionalidad con la que sabe transmitir a través de su talento, se avivaban en su pensamiento.

Con sentimiento profundo recapitulaba aquellos momentos, lo que sintió volverlo a ver, y lo mucho que significó verlo por primera vez. Sentimientos que afloraban en su interior, entremezclándose con cada acorde de la intensa música que sonaba.

Era el placer de estar y sentirlo tan cerca, el deleite que llevaba consigo, verlo actuar tan próximo a él, haciendo lo que le apasiona y ser testigo de su grandiosa capacidad de transmitir, de interpretar y crear, con tanto amor y dedicación. Dichosa de poder apreciar su buen gusto en hacer las cosas, de valorar ese toque suyo personal que se nota allá donde lo aporta. Había observado cada detalle, cada expresión suya en cada escena, en cada instante, quedando embriagada con su poder cautivador en el escenario y fuera de él.

Su corazón de nuevo latía con fuerza, cuando volvía a pensarlo allí sentado, tras la ultima sesión de uno de aquellos días. Sonriendo recordaba, que el guapo lo tenia bien subido aquel día, pero se reía diciéndose así misma, ¿es que alguna vez llegó a tenerlo bajo?. Pero ella bien sabia, que era su encanto lo que siempre estaba bien arriba y lo que le atrapaba. Comprobaba el lindo ser humano y el hombre especial que para ella es, quien un día la cautivó. Su amabilidad y simpatía, su atractivo y ese halo de belleza propio que siempre posee, pues sale de su interior por cada uno de sus poros.

  Volvía a sonreír mientras lo pensaba y lo observaba en la imagen, su perfil, a la vez que su interior se estremecía al recordar que se encontraba en la misma dirección de su mirada.

El tiempo seguía pasando, y ella seguía pensando en él, aunque algunas palabras ya había plasmado. Mientras más lo observaba, más deseaba volver a verle. Necesitaba estar a su lado y sentir su corazón latir, notar el cálido tacto de sus manos junto a las suyas.

Lo extrañaba, porque lo admiraba y lo quería, siendo para ella, mágico cada instante con él.

  (02/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando. 

Hoy recordando especialmente aquellos mágicos momentos. Fue y sigue siendo un placer.

Aquí adentrándome contigo en febrero, poco a poco, a según los sentimientos y la emoción, pero con mucha ilusión, guapo.

Ayer con las prisas y la emoción, se me olvidó dejar la frase que dejé en el tema anterior. Hoy además añadí otra más, que espero te guste, pues así lo siento.

¿Alguna vez has pensado en cuánto te quiero?. "Tantito"...jaja.

Si, tanto... que no se puede contar, pues no se trata de cálculo, sino de corazón.

Atardecer  02/02/2018. 

NO SÓLO GUARDABA SU ESPALDA... TAMBIÉN SU CORAZÓN. 

Llevaba casi cuatro años trabajando como secretaria para uno de los empresarios con más poder del país. Hombre afable con ella en todo momento, con quien se sentía agradecida por todo lo aprendido a su lado y cuyo señor, la estimaba, por lo mucho que le había ayudado en esos últimos años de negocios para él, donde la situación no había sido fácil a nivel de mercado, también porque en menos de un año dejaría su puesto, delegándolo en su hijo, ya que su avanzada edad ya le exigía que lo hiciera. Pero era algo que le entristecía, pues llevaba toda la vida trabajando en ello y haciéndolo con agrado.

Ella lo había acompañado en todo momento respecto al tema empresarial, pero en ese tiempo también la había tratado como a la hija que no había llegado a tener y le contaba algunas de sus preocupaciones, sobre todo su inquietud por cuando él dejara de estar al cargo de todo.

Su hijo para nada se parecía a su padre respecto al manejo de los negocios. Tampoco tenía el carisma de él, pero siempre había estado a su lado, tratando de hacer su trabajo lo mejor posible.

Aquel viernes, como otras muchas veces desde que trabajaba con el que era su jefe, salieron a hacer unas gestiones, viajes a los que siempre iban acompañados en todo momento por el hombre que ejercía en cierta manera como guardaespaldas de aquél, que también conducía el coche principal del señor, llevándola en ocasiones de camino, también a ella hasta su casa, cuando jefe y secretaria coincidían en sus salidas.

Lo cierto era, que cada trayecto con aquel atractivo hombre, tenía algo mágico desde la primera vez que lo conociera. Ella había tratado de disimularlo, pero a veces no sabía si de verdad podría hacerlo por mucho más tiempo, o si ya era evidente que las miradas de él, por el espejo retrovisor, no le eran indiferentes para nada.

Miradas entre ambos, que ya iban mas allá del interior del coche. Era al salir, al entrar, al estar pendiente de ella como de su jefe en cualquier lugar de reunión donde pudiera haber incertidumbre. Era el roce espontáneo entre ellos, al ofrecerse a ayudarla con lo que necesitara en cualquier momento, ya fuera equipaje, documentos...y de aumentar su proximidad, cuando sólo viajaba con ella al tener que llevarla a algún lugar, por cualquier cuestión importante, a petición del jefe de lo dos.

En esos años habían sido muchos días, muchos momentos, muchas horas juntos, en donde las escasas palabras que se cruzaban, cada vez se tornaban más cercanas.

Tal vez más, de lo que ellos imaginaban. Como pudo suceder aquella tarde de aquel viernes, cuando él esperando la salida del jefe, la vio salir a ella con el hijo de éste, como había venido sucediendo alguna que otra vez en las últimas semanas. Aprovechando que se quedaba sola, mientras su acompañante iba hacia el coche, es que se le acercaba diciéndole que podría llevarla pues el señor no precisaría de él hasta mas tarde. Ella le indicaba, que no era necesario, que se había ofrecido el hijo en acercarla.

- Le digo que puedo llevarla, hasta dentro de una hora estoy disponible.

- Gracias, pero como le digo no es necesario.

- No te vayas con él...

- ¿Cómo...?

- Déjame que te lleve yo, por favor.

- No, pues acepté, porque tenemos que hablar de algunos temas pendientes para la semana próxima.

- No puedes irte con él...

- Pero vamos a ver... ¿Por qué no?, si se puede saber.

- Porque tiene otras intenciones contigo, lo se. No te vayas...

- No puedo creer lo que estoy escuchando. No tienes ningún derecho a...

- ¿No?... ¿tu crees que no lo tengo?. ¿De verdad lo crees?.

- Pero, ¿qué te pasa?. Hace nada me hablabas de usted y ahora me exiges que no me vaya con...

- Me pasa que ya no aguanto más el dejarte cada día en tu casa y tener que volverme para atrás sin poder quedarme junto a ti, o peor aún, ver como te vas con otro que no soy yo. Eso me pasa, porque yo no estoy evadiendo lo que ambos sabemos. Yo no quiero hacerlo más. Pero tienes razón, no tengo ningún derecho a impedirte que te vayas con quien te plazca. 

 El pitido de un coche la interrumpió justo cuando iba a contestarle. Era el hijo del jefe que la esperaba. Se marchó con la sensación que le habían dejado aquellas palabras en su interior, las cuales no esperaba escuchar, y que ahora no sabía que hacer con ellas. Lo que tenía claro es que no quería marchar de su lado pero tenía que hacerlo, pues había un tema de trabajo del que hablar con el hijo de su jefe, aunque él no lo creyera conveniente.  

 Al llegar a casa, se dirigió a su habitación, se desprendió de sus zapatos y seguido dejó a un lado su ropa, decidida a prepararse un cálido baño, pues aquel noche no le bastaría con solo una ducha.

Mientras trataba de relajarse en el agua templada, es que no podía dejar de pensar en aquella imagen suya, de como se le quedo mirando tras aquellas palabras que le había dicho, tras pedirle que no se marchara sino con él.

Aquella mirada penetrante, que podía percibir incluso a través de la oscuridad de sus gafas. La misma, que a partir de ese momento no sabría como iba poder sostener, cuando se cruzara con la suya.

Se sumergía en el agua no queriendo pensarle más. No, pues aquellas palabras suyas seguían resonando en su cabeza, a la vez que seguía recordándole allí de pie, diciéndoselas, exigiéndole... mientras tenía que reconocer que no pudo evitar observarlo mientras lo hacía. Con su expresión fuerte, repeinado... con aquella dichosa cadena que siempre en algún momento quería hacerse visible, provocándola como no sabía cuánto, mientras la imaginaba rozando su cuello y su torso, como ella no podía hacerlo.

Ahora lo echaba de menos, mucho más que antes. Él, a quien teniéndolo cerca a diario, siempre imaginó tan inalcanzable, se molestaba porque fuera otro quien la acercara a casa. Y hasta el próximo lunes ya no lo vería de nuevo y tampoco sabía como sería a partir de ahora la situación entre ellos.

Salió del agua y envuelta en la toalla se dirigía de nuevo a su habitación, para ponerse algo de ropa para dormir, si es que podía hacerlo. Se desprendía de toalla dejándola caer al suelo, sin ser consciente de que no había bajado la persiana, dejando entrever por un instante su silueta, y nada más, tras la cortina, hasta percatarse de ello, yéndola a bajar, pero sin saber, que para entonces alguien, solo él... había sido testigo de ese excitante despiste, quien junto a su casa, en el silencio de la ya oscura noche, había parado un momento el coche tras llevar al jefe, tratando de sentirla cerca, queriendo entrar a por ella... más tras imaginársela después de ese segundo en que vio como se desprendía de lo que llevaba puesto.

Pero tras la oscuridad en la que se quedó la ventana, aceleró y se marchó de allí, con la sensación de comportarte como un crio, o peor de estar volviéndose loco.

El fin de semana se hizo largo para ambos. Y llegó el lunes, él seguía serio como el último día que se vieron, aunque no era su costumbre, a menos con ella y con quien no le daba motivo. Pero hasta el jefe, se lo notó, quien cuando montados los tres, para el viaje proyectado para ese día, le preguntaba si le sucedía algo. El lo negó, justificándose estar cansado debido al fin de semana sin apenas dormir, bromeando el señor, si tenía algo que ver con el amor. El volvía a negar, mientras sus ojos se fijaban en los de ella, sin ninguno incidir más sobre el tema.

Ambos trataron de evitarse, pero a los dos le dolía la supuesta indiferencia demostrada entre ellos. Así sucedió, a lo largo de la semana, hasta llegado el jueves, en que tras regresar tarde de una reunión, el señor le pedía que le llevara hasta un conocido restaurante donde allí le esperaban su mujer y unos amigos, pidiéndole el favor, que después la acercara a ella hasta donde precisara.

Una vez se quedaron solos en el coche, él la observaba hasta que vio como ella alzaba su mirada. Ambos la mantuvieron durante casi un minuto, hasta que ella la desviaba, diciéndole que arrancara de una vez, o se bajaba y se pedía un taxi. Pidiéndole disculpas, es que puso en marcha el coche. Recorrido unos cien metros, sin poder dejar de observarla desde el retrovisor, es que volvía a parar.

- ¿Puedes pasarte al asiento delantero, por favor?. 

- No creo que sea buena idea. Quiero llegar ya a casa, soy yo quien te pide el favor.

Y sin decir más nada, es que la acercó hasta su casa, donde solo la música que sonaba en la radio interrumpía el silencio que ambos mantenían. Trayecto que duró casi una hora con las paradas de los semáforos incluidas, que para ambos se hicieron algo difíciles, pues la atracción y el deseo, en el interior del coche se respiraba.

Llegados a destino, ella quiso enseguida coger sus cosas y salir de allí cuanto antes, pero obvio él fue más rápido y se le adelantó, abriéndole la puerta de atrás. Al salir no pudo evitar su mirada ni el roce de su mano, sobre la suya. Ella reacciono como pudo, y agradeciéndole es que trató de marchar, pero no pudo, porque él la retuvo.

Agarrándola del brazo es que la atraía hacia él, acercándose demasiado a ella, tanto que se rozaban casi los labios, sintiéndose ambos su aliento y su respiración agitada. Tras un par de minuto, sin que ella reaccionara, él la soltaba. Con un adiós se despedía ella. Abría la puerta para entrar al coche y marcharse, cuando ella decía:

- Quédate, por favor...

Él la miró, viendo como iba caminando hacia la casa. Se quedó parado unos minutos, apoyado en el coche, sin saber que hacer. Deseaba quedarse, pero ya no sabía si sería buena idea. No quería perjudicarla, no estaba seguro si ella...

Cerró el coche y se dirigió hasta la puerta de entrada. La abría, adentrándose en la casa silenciosa y en ese momento, siguiendo la tenue luz del salón, es que detrás suyo escuchó:

- Perdón... perdóname, por favor.

- Shhh...

Y acercándola hasta la pared, la retuvo, conteniéndose como pudo, mientras desviaba su pelo de su cara, y la observaba... acariciándola suave, con sus dedos, con su boca, antes de hacerla suya apasionadamente. 

Supo que ese hombre, en todo momento, no solo le había guardado la espalda... también su corazón.

  (03/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando. 

Como podrás imaginar conservo de manera especial esa fotografía, junto a las lindas palabras que plasmaste en ella, en ese espacio en blanco, con tu interesante letra siendo algo importante para mi. Imagen que me encanta, y que entre muchas, me costo elegir, pero queda aun más bella con tu preciada huella...ja. Muchas gracias. Y con la que hoy me recreé bastante, demorándome demasiado, y lo siento. Perdóname, ¿si?.

Te quiero. Un beso enorme. Buenas noches.

Atardecer  03/02/2018. 

SUS SENTIMIENTOS PERDURABAN EN EL TIEMPO. 

Le había prometido a su padrino que en la primavera viajaría para verlos y pasaría unas semanas con ellos. Eran como unos tíos para ella. Ambas familias habían estado muy unidas desde siempre. Así lo recordaba ella, cuando de pequeña y adolescente pasaban largas temporadas juntos, allá en la casa en el campo.

La última vez que había estado por allá hacía unos quince años. Con sus tíos, como ella les seguía diciendo, había mantenido el contacto y se habían visto en algunas ocasiones desde entonces, pero en la ciudad.

Su padrino le había dicho de ir a recogerla, pero para que no tuviera que preocuparse ella le había insistido en que cogería un taxi. Llegó ese domingo en la mañana. La puerta estaba entreabierta y con un alegre hola es que acedía a la casa. En un principio no apareció nadie. Dejó su maleta en el salón y divertida seguía diciendo: "hola, ya llegué". Cuando terminó de dejar sus cosas, se giró y de frente se encontró con él, con quien menos esperaba encontrarse allí.

Ambos se quedaron impresionados, pues él tampoco sabía de su visita a la casa. Había llegado la noche anterior, casi sin avisar, pues fue en esa mañana en que le decía a sus padres que estaría unos días por allá para desconectar, y lo hacía vía mensaje telefónico, pues no había podido hablar con ellos aún.

Ella quería saludar pero apenas podía reaccionar. Seguía tan guapo como siempre, o quizás más. Si, así era, en esos quince años que habían pasado desde la última vez que se habían visto justo en aquel lugar, su atractivo aun era mayor. Los recuerdos y todo el tiempo pasado, se agolparon en la mente de los dos en un segundo. Él lo miraba serio, sorprendido. Aunque ella notaba algo más en la expresión de su rostro, como aquel último día en que se verían. Y su cara, sería un poema... pensaba ella, mientras tragando saliva, pudo decir algo.

- ¿Tu...?.

- Hola. ¿Cómo estás?.

- Bien... No sabía que estarías por aquí. Le había prometido a tu padre que esta primavera vendría unas semanas, pues desde hace muchos años no había vuelto a venir. Pero, no me dijeron nada de que tu estarías aquí. De haberlo sabido...

- Quince años. Y de haberlo sabido, no habrías venido... ¿es eso?.

- Bueno... y ellos, ¿dónde están?.

- No se. Simplemente les mandé un mensaje, para hacerle saber que estaría por aquí unos días, pero no sabía que tenían pensado venir. Creo que están de viaje.

- Si pero regresaban este fin de semana.

Él no dejaba de mirarla cada vez más intenso. Y esa expresión en su cara, se repetía ella, como aquella última vez, pareciera que aun le preguntaba ¿por qué?. Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de su móvil. Era su padrino, quien se disculpaba por no haberla podido llamar antes y le indicaba que tendría que retrasar su regreso unos días, debido a que tenía que asistir a un par de reuniones más, que llegarían a mitad de semana. Aunque al saber que su hijo estaría por allá ese domingo, eso había hecho que no se preocuparan de más porque se encontrara sola, al menos cuando llegara, pues bien sabía que tenia total confianza para quedarse cuanto quisiera.

Él la había escuchando contestar, a la vez que por la expresión de ella, se podría imaginar de que se trataba.

- ¿Sucede algo?.

- Tu padre tiene que asistir a un par de reuniones y no llegarán hasta mitad de semana.

- ¿Y eso te preocupa...?.

- Vine para estar con ellos...

- Siento que te incomode mi presencia.

- No es eso, sólo que...

- Si no es eso, ¿por qué aun no nos hemos saludado como deberíamos haberlo hecho?. Ni un abrazo, después de todos estos años.

Ella lo escuchaba, con esa agradable voz suya que tantas veces había oído durante su largas charlas, mientras la observaba con aquellos ojos que tantas veces la habían mirado, que no podía evitar comenzar a emocionarse. Trató de que él no lo notara, y sin poder decirle nada más, es que decidió ir a por sus cosas y llevarlas hasta su habitación. Pero en ese momento él se lo impidió, sujetándola por el brazo. Suave la volteó, y atrayéndola hacia así la abrazaba fuerte, haciendo que ella lo abrazara de igual manera.

Sintieron el calor de sus cuerpos, notando como sus latidos se aceleraban, la respiración cada vez era más entrecortada y no deseaban separarse. Se daban cuentan de lo mucho que se habían echado de menos, lo mucho que se habían necesitado y que aún se necesitaban. Se dieron cuenta de algo que ambos ya sabían, que sus sentimientos perduraban en el tiempo.

Tras largos minutos, ella se separó, disculpándose en que iría a recostarse un poco a su habitación. Él había aprovechado su ausencia para salir a cabalgar, pero ambos no dejaban de pensar en lo que acababa de pasar, el volverse a ver después de tanto tiempo, lo que habían vuelto a sentir al darse ese abrazo intenso y que durante unos días estarían solos en aquel lugar. Ninguno de los dos había vuelto a saber el uno del otro, sólo aquello que había sucedido entre ellos y que se estropeó sin tenerse que haber estropeado. Habían vivido algo muy bonito aquel verano, pero se terminó. Y años después estaban allí de nuevo, reviviendo aquellos recuerdos.

Ya había anochecido. Él había llegado de vuelta, se había duchado y cambiado de ropa. Ella había estado colocando sus cosas, dándose una ducha, en definitiva haciendo tiempo para no encontrarse con él. Cuando salió, vio que estaba en la cocina, con la camisa arremangada preparando algo para cenar, teniendo preparada ya la mesa en el salón. Cuando entró lo saludó, y él le respondió con una tímida sonrisa, no por timidez, sino por no saber como reaccionar. Ambos aún no se lo creían, que estuvieran allí juntos. No podía negarse a si misma, que no había dejado de querer y desear a aquel hombre que ahora la embriagaba aún más.

La cena además de rica, porque seguía haciendo una comida exquisita, estuvo amena. Algunas bromas mientras se contaban que hacían ahora, pero sin profundizar en nada más. Hubo muchos instantes de silencio, de miradas y emociones intensas a nivel interno. 

Ella necesitó levantarse, disculpándose salió hasta la zona del porche que daba para el jardín, y se sentó en un amplio sofá que había sobre la pared, inclinada hacia delante, con los codos apoyados en su rodillas y las manos cubriendo su cara. Mientras, él rellenaba las copas de vino, y minutos después se encontraba con ella. Sabía perfectamente, lo que le sucedía, lo mismo que le estaba sucediendo a él. Muchas emociones de nuevo juntas.

Al verlo allí, se incorporó. Él le acercó la copa, mirándola profundo. Ella iba a decir algo, pero él la interrumpió.

- Relájate, ¿si?. Disfrutemos del momento nada más. Pensemos sólo en el ahora, por favor.

Hablaron, rieron... se observaron en silencio. Las copas se habían vaciado, la luna resplandecía hermosa. Había comenzado a refrescar y él la atraía hacia su pecho, y siguieron charlando por momentos y a ratos en silencio, mientras sus manos se buscaron, quedando entrelazadas, simplemente sintiéndose el uno al otro, percatándose más que nunca, de que sus sentimientos eran aún mas intensos y perduraban en el tiempo, eso era lo único que importaba.

  (04/02/2018 - Atardecer.)

Querido Fernando. 

Espero hayas disfrutado de un bonito día, que esté yendo todo como tu deseas que sea.

Yo deleitándome mucho como siempre de tu magnifica actuación y también contándote, y viniendo a esta cita que como bien sabes es un placer.

Te quiero. Un abrazo intenso. Buenas noches.

Atardecer  04/02/2018. 

EL SILENCIO Y SUS LATIDOS... ERAN TESTIGOS. 

Ella comenzaba a quedarse adormilada junto al calor de su cuerpo, mientras él la contemplaba, contento por haber decidido ir hasta allá en esos días y estar viviendo esos momentos con ella, pero a la vez algo asustado por avivarse en él lo que sentía por aquella mujer, sin saber que seguiría después. 

Pasado un rato, ella se despertaba encontrándose con su agradable mirada, que la sonreía. Decidió irse a dormir, advirtiéndole que no recogiera nada de lo utilizado en la cena, algo que le prometía él, dándole un suave beso en la mejilla, cercano a la comisura de sus labios.

Tras marcharse, él se quedó un tiempo más, contemplando la noche, pensativo... haciendo tiempo tal vez, para que se le pasara el deseo que sentía en aquellos momentos de ir tras ella. No era fácil, la conocía bien y sabía cuanto le gustaba, como también era consciente de lo bien que ella sabía calmar aquel deseo.

Llevándose sus manos a la cara, es que respiraba profundo. Seguido cogió las copas vacías entrándolas para adentro. Tuvo la tentación de organizar, pero sonriendo recordó la promesa hecha y sin más, apagó las luces del salón y se fue, a intentar dormir.

En la mañana, ella se levantaba temprano, dispuesta a organizar todo y preparar el desayuno. Cuando iba por el pasillo, se encontró con la puerta de la habitación de él entreabierta, quedándose parada al divisar, como la claridad de la ventana dejaba ver su fornida espalda entre las sábanas blancas. No pudo evitar acercarse un poco más, estremeciéndose por dentro, al verlo allí tumbado con su guapo rostro sobre la almohada, a la que estaba abarcado con sus fuertes brazos y las musculosas piernas asomadas, entre los pliegues del tejido que apenas las cubría.

Avanzó un paso más, con ganas de hacer lo que deseaba y le decía su corazón, pero se contuvo, cerrando sus ojos y cogiendo aliento, es que trataba de deshacerse de aquellos recuerdos que le venían, pues bien conocía el placer que aquel hombre y su cuerpo eran capaz de proporcionarle. Y no era ninguna adolescente, cuando aquello sucedió. El volverle a vez casi desnudo en aquella cama, donde años atrás se amaron, hizo que su piel se erizara y sus latidos se aceleraran. Con esa emoción y en silencio, es que se marchaba, tan ensimismada en sus emotivos pensamientos que no se había dado cuenta de que él, apenas había abierto los ojos, comenzando a despertar, pero percatándose de su presencia.

Tratando de olvidar todo aquello, es que se centró en organizar la cocina y ordenar el salón, preparando zumo de naranja, huevos revueltos y unas tostadas. No sabía si el tardaría en despertar, igual se quedó hasta muy tarde. Deseaba esperarlo y desayunar con él, pero no quería molestarlo, a la vez que tampoco quería quedarse más tiempo allá pensando, así es que se tomó un jugo y salió un rato a pasear por el jardín.

 Él mientras tanto, había permanecido un rato más en la cama, tras el desconcierto que le había provocado haberla visto allí en su habitación, evitando hacer lo que realmente deseaba... acercarse a él y despertarlo de placer. Se fue a la ducha, tratando de calmar su pulso y su excitación. 

De lo que ambos sentían el uno por el otro... el silencio y sus latidos, eran testigos. 

Una vez se vistió, más tranquilo es que llegaba a la cocina. Vio que todo estaba organizado, habiendo dejado listo el desayuno. Salió fuera, buscándola con su mirada. Al no verla, decidió tomar algo, pues quería cabalgar un rato.

Ella llevaba un rato caminando, y ya iba de regreso para la casa cuando se percató de aquella belleza. Su cuerpo se estremeció, cuando lo vio junto a su caballo, ambos pensativos, ensimismados... abrazados, destilando pureza, belleza... instinto. Era como una conversación antes del trayecto juntos.

Lo que aquel hombre le seguía transmitiendo, hacía que no pudiera negar, que seguía amándolo, que nunca lo había dejado de amar. Que lo quería y deseaba mucho más, no queriendo perderse ni un instante a su lado, sin pensar en nada más.

Por eso decidió caminar hacia él, contemplando aquel precioso espectáculo, que quería seguir apreciando desde cerca. Cuando se iba acercando, observó que él ya se había desviado sin que aún se hubiera dado cuenta de ella. Al verla, su rostro sonrió, alegrándose de verla.

- Hola... Buenos días.

- Buenos días. Espero no interrumpir, pero...

 - Sabes que no es así...

- Disculpa que no te esperara para desayunar, pero no sabía cuando...

- No te preocupes. Gracias, por todo. ¿Te apetece acompañarnos?

Y con una amplia sonrisa es que le contestaba. Estaba increíblemente guapo. Con aquella ropa, tan atractivo e interesante con el pasar de los años. Él la ayudó a subir, montándose detrás de ella. Y así, disfrutaron de un agradable paseo, cabalgando en silencio, sintiendo el roce de sus cuerpos, de su respiración, del deseo de ambos, del sentir de ambos en su corazón, donde el silencio y sus latidos eran testigos.

  (05/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando. 

Es un placer escribirte, mientras te pienso, sintiendo que estás ahí.

Como lo es, previamente disfrutar de tu interpretación.

Te quiero. Un beso inmenso y un abrazo intenso. Buenas noches.

Atardecer  05/02/2018. 

AMOR INVENCIBLE EN LA DISTANCIA. 

Aquel paseo resultó emotivo para los dos. El paisaje, las bromas entre ambos cuando decidieron parar, jugueteando como lo hicieran años atrás; el pedirle que cerrara los ojos, para desaparecer unos minutos, trayéndole una hermosa flor silvestre; o caminar a la vuelta divertidos, contándose anécdotas que desconocían de ellos, sintiendo en momentos su fornido brazo sobre sus hombros atrayéndola hacia él, o las risas a carcajadas, cuando decidieron volver a montar para recorrer el resto del camino, que mientras él más le ayudaba ella más se reía de las cosquillas que le entraban y que él le hacía adrede, haciendo que tuviera que intentarlo varias veces.

Fue un agradable recorrido, donde una vez montados y ya calmados, volvió el silencio, al sentir sus cuerpos cerca, avivándose al roce del suave movimiento, aún más intenso por lo que habían sentido durante los momentos compartidos.

Cuando llegaron de nuevo a la casa, él bajó primero y delicadamente la agarraba para que pudiera bajar con facilidad del caballo. Sin dejar de sujetarla, ambos se observaron, mientras el pulso se les aceleraba, al sentir sus cuerpos tan pegados, sintiendo la excitación ambos.

Él deslizaba sus manos desde la cintura hacia arriba, atrayéndola cada vez más hacia él. Ella no podía evitar sentirse atraída por esos que estaban sintiendo desde muy adentro, dejándose llevar sin más. Él llevó su mano hasta la barbilla de ella y acercando su boca, rozó suave la suya, acariciando sus labios, despacio hasta hacerla estremecer de placer, donde ella sin poderse contener le correspondía con plena satisfacción hasta hacerle gemir, donde sus bocas no querían separarse ni sus manos dejar de acariciarse. Se alargó el momento y con él, el goce entre los dos, que culminaron abrazándose con todas las fuerzas.

Al separarse, se volvían a mirar... y en ese momento, es como si volviera la realidad para ella, que sin querer arruinar el momento, necesitaba hablarle de ello.

- No se si dejarnos llevar sin hablar, sea lo mejor.

- Como te decía ayer, vivamos el momento, nada más. Disfrutemos esto que sentimos, sintámonos. Tenemos derecho a permitírnoslo.

- Pero aún no se por qué estás aquí. No sabemos desde hace quince años nada de nuestras vidas, no se si...

- Lo importante ahora es lo que sentimos, valorar eso.

- No sólo es eso. Y después... ¿qué pasará?.

- No pienses en eso ahora, por favor.

- Si lo pienso, ni siquiera se si hay alguien en tu vida, si estás...

- Vine porque necesitaba desconectar, aclarar mis ideas... y no esperé encontrarte aquí.

- ¿Te das cuenta?. Es como si se repitiera la historia... Aun recuerdo como después de aquel bonito tiempo que vivimos, resultó que estabas con otra... 

- Eso no es cierto, no fueron así las cosas... y te lo expliqué. No se está repitiendo nada más que lo que sentimos, nuestro amor que es invencible en la distancia, aunque te cueste reconocerlo. 

- Ahora hay alguien, ¿verdad?. Es lo que vienes a aclarar...

- Hace un tiempo que la conocí, pero éste ha seguido pasando y no ha ido como pensábamos, pues por mi parte no tenía claro de dar otro paso más y si estoy aquí y no con ella es por algo. Y si además, me reencuentro contigo y con esto que seguimos sintiendo, solo puedo decirte que por mi parte no hay más que hablar. Solo me importa disfrutar, de estos momentos juntos, con lo nuestro.

- Con lo nuestro...

- Si, con lo nuestro, con eso que no tuvo que terminar. Pero a pesar de decirte que estaba todo terminado con aquella mujer, antes de que tu y yo estuviéramos juntos, preferiste creer que el que no te hablara de esa relación previamente, es porque aun la mantenía, cuando aquel día ella llegó aquí a inventar que seguíamos juntos.  

- No, ahora no quiero volver a hablar de eso...

- Pues deberíamos, ya que estás empeñada en no centrarte en el presente.

 - Discúlpame, pero necesito estar sola...

- Por favor, no lo estropeemos, otra vez no.

Y diciéndole eso, es que se quedaba viéndola marchar hacia la casa, con deseo de ir tras ella, pero decidiendo que era mejor dejarla sola. Simplemente, hizo que se parara, para hacerle saber, que ese lunes había quedado en la tarde con un amigo que hacía tiempo no veía, al no saber que ella iba a estar por allá en esos días. Que si quería podría acompañarla. Y que si lo prefería, al día siguiente se marcharía, pues después de todo sus padres estaría pronto allí con ella. Y sin hablar más nada es que cada uno se iba hacia un lado.

Estaba anocheciendo, y ella lo echaba de menos. No pensaba que se fuera a tardar tanto. Tras llevar toda la tarde pensando, se había dado una ducha tras haber preparado algo rápido para cenar. Habría preparado la mesa, con deseo de que él llegara para cenar juntos, pues él tenía razón, tenían que vivir el momento, escuchar eso que sentían y dejarse llevar.

Seguía sentada a la mesa, cuando llegó. La miró, entres sorprendido, pues no esperaba encontrarla allí, con la cena preparada. También con cierta inquietud, o tal vez dolor, porque otra vez volviera a suceder, el tenerse que ir con aquel desgarro por dentro.

Disculpándose, le pidió unos minutos para darse una ducha rápida. Al momento estuvo allí. La cena fue silenciosa, con las palabras justas, amenizada por un buen vino y algunas sonrisas. Tras terminar, él se levantó yendo hacia el jardín. Se sentó en el sofá, poco después ella le acompañaba. Se sentó a su lado, en silencio se abrazaron. Sus bocas se buscaron, rozándose sus labios suaves, sintiendo aún más aquel amor que sentían. De nuevo ella se quedó dormida en sus brazos. Al despertar, decidió irse a la habitación. 

Él se quedó pensativo un rato más, inquieto pues amaba a aquella mujer y no la quería volver a perder. Pasado un tiempo, apagaba las luces y se iba a intentar dormir. Cuando llegó a la habitación, su cuerpo se estremecía, al verla en su cama dormida. Se desvistió, apagó la luz y con una amplia sonrisa, se colocaba a su lado, tras de ella, pasándole su brazo por la cintura, susurrándole un te quiero al oído.

Ella somnolienta se giraba, diciéndole pensé que no vendrías... y besándose suave e intensamente, permanecieron abrazados quedándose dormidos.

Al amanecer, cuando despertaron... sabían que su amor era invencible en la distancia, por siempre.

  (06/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando. 

Ya hoy le di por terminado, a esta historia en este tercer relato, pues iba escribiendo en estos días, y cuando me daba cuenta, se iba el tiempo para poder finalizar el relato. Y hoy, casi no acabo... pues ahí seguía, metida de lleno en la historia...jaja. Espero tu también...je.

Te quiero, guapo. Un abrazo. Buenas noches.

Atardecer  06/02/2018. 

LA REALIDAD LE HACÍA VOLVER A SOÑAR. 

Llevaba tiempo junto a él, desde que se encontraran cerca de aquel faro. Era su sueño, y lo vivía a diario a lado de ese hombre atractivo y misterioso, quien no dejaba de soñar y quien la invitaba a que ella nunca dejara de hacerlo.

Le gustaba estar y soñar a su lado, no queriendo dejar de hacerlo. Esa noche, le invadió la inquietud, como alguna otra vez había sucedido, como si la realidad le quisiera arrebatar de sentir aquel sueño que a la vez era realidad para ellos. Se fue hasta él, que tras haber estado juntos, se había acercado a la ventana y se quedó observándolo, ensimismado en sus pensamientos.

Lo miraba, adentrándose en la magia que le provocaban sus ojos. Se deleitaba con sus bellos rasgos y esa esencia con la que tanto le transmitía a ella.

Deseaba preguntarle, que le apaciguara esa inquietud que a veces sentía, tal vez de sentirse feliz a su lado. Que le explicara, si debía de seguir viviendo aquel sueño tan lindo y tan grande junto a él, o debía marchar... para el bien de ambos.

Pero siguió observándolo profundo. Confiaba en él, y seguiría aceptando su invitación, de seguir a su lado, viviendo cada instante soñando junto a él. Por lo que la realidad le hacía volver a soñar.

Lo miraba, lucía guapo y varonil. Quería y admiraba a aquel hombre. Era su sueño, su pasión y su poesía... su amor e inspiración. Lo único que deseaba era acercarse y volver a recibir su mirada, la calidez de estar entre sus brazos. A medida que avanzaba, recordaba aquel poema que le escribía tiempo atrás, cuando se encontró con aquella misma bella estampa suya, siendo consciente de lo que sentía por aquel hombre. Y así, es que, una vez estuvo tras él, recibiéndola con una agradable sonrisa, ella le susurraba a su oído aquellas sentidas palabras.

Belleza que sin palabras deja.

Belleza natural, salvaje... bella,

que sin palabras deja,

me embriaga... me inquieta...,

y a medida que la observo,

una calma profunda me lleva a cautivar.

Atrapada por su mirada, por sus ojos,

con cuya luz... la propia luz iluminada queda.

Mientras indago en ellos, viajo... hasta donde me llevan.

Sin pasar desapercibida para mi,

su insinuante nariz... si, toda ella impetuosa,

provocadora de parar en ella,

orgullosa de posar entre la preciada vista y la seductora boca.

La misma que me lleva a soñar...

donde sus dulces labios me invitan a indagar,

a rozar con suavidad

a besarla delicada y de forma pasional.

Seduciéndome, una y otra vez,

silenciosa y sin compasión...

Y vuelvo, a ese bien formado entrecejo...

divisor de tan hermosos luceros,

recreándome en el juego que hacen junto a las cejas

y suaves párpados, incitadores a besarlos.

Belleza elegante y sin igual,

mentón erguido adornado con perilla,

haciendo de sus pómulos un festín sin más,

llevándome a un sugestivo cuello...

al que con mis labios acariciar,

y un lóbulo, al que con mi boca susurrar...

Volviéndome a pasar..., que la luz de su mirada,

me vuelve a atrapar...,

y mientras la música no para de sonar,

su belleza... sin palabras me deja.

Y tras aquel intenso susurro, es que él se volvía, atrayéndola hacía si, acercando su rostro hasta el suyo, inspirándola aún más, para no dejar de soñar ni dejar de ser para ella mucho más que poesía.

(07/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando. 

Deseo esté yendo todo como tu quieres que suceda, disfrutando de cada instante.

Terminé los capítulos, disfruté mucho de tu actuación a través de Luis Fernando de la Vega. Interesante ir viendo esos cambios y avances en tu interpretación, en tus expresiones, en tus enfoques, apreciando tu talento y profesionalidad, tu dedicación y tu buen hacer, tu afán de superación. Gracias.

Extrañándote. Hoy necesitando de unas palabras tuyas, si... tu que no dejas de soñar, para que me aconsejes, pues a veces me asusta mi sueño de grande que es. Aunque no por eso dejo de soñar. Mientras me puedes decir, yo te sigo esperando, sin dejar de soñarte.

Bello rostro, que me hicieron nuevamente soñar y recordar.

Te quiero. Un beso y un abrazo intenso.

Atardecer  07/02/2018. 

ERA SU ESENCIA..., SU SOLA PRESENCIA. 

Llevaba horas pensándole, observándole... con aquellos días y aquella imágenes en su mente. Trataba de concentrarse en el trabajo que tenía que plasmar, tenía la idea, pero no le salían las palabras. Sólo recordaba... extrañándole.

Habían sido muchas horas, muchos días disfrutando de su magnifica actuación, de la calidad actoral e interpretativa que poseía. De su buen gusto con cada detalle, tanto en el desarrollo de su personaje como en la dirección de la obra en general.

Sus expresiones y gestos, le llegaban como suaves caricias, sintiendo los instantes de emoción que le regaló con cada uno de ellos en cada escena, de manera constante apreciando cada movimiento suyo, cada reacción, su gran capacidad siendo un deleite observarle, controlando a la vez que actuaba, que todo fuera como él esperaba.

Habían sido muchas emociones, muchos sentimientos a flor de piel a cada segundo. Sensaciones provocadas por esas miradas captadas, con las que ella se había encontrado al mirarlo, miradas cruzadas entre ambos, más allá del personaje y del escenario.

Bonitos y emotivos recuerdos, que ahora ocupaban su pensamiento. Había sido un placer, un deleite... el presenciar su directo, el de su trabajo, el de él... Dicha a la que le gustaría volver a acceder.

No olvidando aquel carácter suyo en el escenario, su fuerza. Se le venía a la mente aquella escena, aquella imagen donde a través del propio personaje le transmitía esa constancia necesaria para seguir adelante, para no flaquear... para no perder el entusiasmo.

Pensando en esa fortaleza suya, en esa ilusión por seguir tras sus sueños hasta hacerlos realidad, recordaba aquellos momentos que ahora le venía a su pensamiento, tras aquella ultima sesión.

Sesión, que había terminado más temprano y con todas sus emociones es que se había dirigido hacia el lugar donde se hospedaba y del cual al día siguiente marchaba.

La tarde ya estaba cayendo y había decidido salir al exterior, a una de las terrazas del restaurante desde donde se divisaba unas preciosas vistas, tratando de apaciguar su interior disfrutando de aquel atardecer, mientras no dejaba de pensar en él.

 Había pedido algo de beber, tras sentarse en uno de los taburetes que había al lado de una mesita alta, junto a la barandilla que rodeaba dicha terraza. Era un espectáculo emocionante, pero no mayor del que había disfrutado ella viéndolo en las tablas de un teatro. Con los ojos humedecidos, es que acariciaba aquel bonito libro de la disfrutada obra, deslizando los dedos por aquella simpática caricatura de él, que tan lindos recuerdos le traía.

Emocionada, es que cogía un bolígrafo y una de las servilletas que había en la mesa, y comenzó a dibujarlo, casi distraída entre sus pensamientos y el paisaje. Sonreía tras terminarlo, escribiendo además algo. Ensimismada en su propia emoción y sentimientos, no se había percatado de que alguien a lo lejos la había estado observando y se había acercado, estando un par de metros más allá, junto a aquella barandilla, contemplando aquel precioso horizonte como lo hacía ella. 

En una de los instantes en que apartó la vista, es que se encontró con la mirada de él. No sabía como había aparecido allí. Observaba a su alrededor, tratando de ver algo que justificara el verlo allí. En una mesa al fondo, se percató de dos hombres, a los que recordaba haber visto durante las sesiones, del equipo que solía ir acompañándolo, los cuales estaban decidiendo al parecer qué beber.

Habían pasado milésimas de segundo, y la mirada de él seguía allí, a la vez que no dejaba de mirar al frente, algo de lo que ella disimuladamente se percataba. Le hubiera gustado reaccionar como le hubiera gustado y deseó, pero no pudo... y en apenas unos minutos se levantaba, bajando rápida por las escalinatas que daban hasta la playa... mirando hacia atrás, viendo su figura reflejada por el brillante resplandor de la puesta de sol... y su guapo rostro, que resplandecía por si sólo.

Se adentró en la arena, caminando unos instantes, pensando lo guapo que estaba con aquella chaqueta sport y aquellos vaqueros desgastados, disfrutando de esa sensual combinación en su cabeza, de la visión de personaje y actor, no olvidando la elegancia disfrutada de él en el escenario.

Con el corazón acelerado por todo lo vivido, es que la razón salía a su encuentro, recordándole de que no llevaba el libro de la obra entre sus manos. Había salido tan precipitada y emocionada, que lo había dejado allí en la mesa del restaurante, por el que no tenía intención de volver a pasar, cuando salió de él, pues ya iría hasta su habitación por el acceso principal. Pero ahora tenía que ir, pues no podía ni quería dejar aquel bonito recuerdo allí.

Así que apresurada, no queriendo pensar que cuando volviera ya no estuviera donde lo dejó, en cierta manera... no sólo el libro, también él, es que avanzaba de nuevo hasta aquel lugar. Acelerada subió las escaleras, y acercándose es que comprobó que el libro seguía allí, pues aún no habían retirado nada de la mesa, pues también estaba su copa a medio tomar. Pero rápido se dio cuenta, de que faltaba algo. No estaba la servilleta con el dibujo que había hecho, tal vez se habría volado, recordando lo que había escrito: "No siempre es fácil conseguir lo soñado".

 Cuando fue a coger el libro e irse, es que algo dentro de él se caía. Era una servilleta, pensando que era el dibujo, sonriente lo cogía. Por sorprendida, vio que no se trataba de eso. Enseguida reconoció la letra de aquellas palabras plasmada en otra servilleta:

"Gracias por tu presencia, por tu apoyo, por estar ahí. También por el dibujo, me encantó. No lo busques, lo tengo yo. Y nunca dejes de soñar, por favor".

Gracias a ti por todo, por tanto... decía para sí, en alto.

Era su esencia, su sola presencia... la que le transmitía magia, fortaleza.

(08/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando. 

Observando mucho tiempo las imágenes y los pensamientos revoloteando por mi cabeza. Pero incapaz de plasmar palabra alguna. Imagino que sabes el por qué. Y que me comprendes, agradeciéndote. Y bueno, al final salieron y ahí ya te cuento... Aunque bien tardecito que vengo, ay... lo siento.

Te extraño mucho, mi Intérprete Predilecto. Te quiero, guapo. Un abrazo.

PD: Recordando y apreciando la Grandeza Actoral y la Magia que posees y que me transmites. Y mucha emoción de vivirlo, de recordarlo. No olvido, aquel momento cuando al terminar la sesión, regresaste al escenario parándote justo por donde saliste, justo en frente de mi y desde abajo emocionada te observaba, transmitiéndome tanto con tu poderosa luz en la oscuridad.

Atardecer  08/02/2018. 

SU CONSTANTE EXPLOSIÓN DE ALEGRÍA.

Sin lugar a dudas aquel hombre, irradiaba con su bonita sonrisa y con su impetuosa risa. A ella le había traspasado el corazón con su alegría y su carisma, con el que transmitía tantas cosas lindas, entre ellas su energía, esa que le había trasladado a ella y con la que ahora, recordaba sonriente, algunos momentos de la entrevista que le había hecho en la radio, la noche anterior.

Había disfrutado y apreciando una vez más su exquisita interpretación a través de uno de sus personajes, y ahora se encontraba cómodamente recostada en el sofá, con una sonrisa en su rostro, incluso carcajeando al recordar algunos de aquellos lindos momentos.

Ya era especial para ella, el tener la oportunidad de estar un tiempo interactuando, intercambiando y compartiendo con él, con ese gran actor y ser humano, que personalmente para ella era tan importante y tanto le transmitía.

Y fue además mágico y divertido, desde el momento en que lo vio llegar hasta ese "hasta pronto" que se dijeron al finalizar. Sin poder olvidar las sonrisas que le ofrecía mientras ella comentaba o se dirigía a la audiencia radiofónica, poniéndola a veces algo nerviosa, tanto en directo como en las pausas de los cortes publicitarios que ahí ya fuera de conexión, más la atrapaba con sus carcajadas.

- Saludos a todos los radioyentes. Agradecerles por estar ahí, al otro lado. Hoy un día especial para mí, pues me han concedido el honor de poder estar frente a un grande de la actuación, aquí a viva voz, intercambiando unas palabras. Yo que suelo estar entre bambalinas poniendo música, me permitieron, estrenar este espacio cultural y que mejor que hacerlo con todo un profesional y caballero. Muy buenas tardes, Sr. Colunga. Todo un placer, tenerle aquí. Nos honra, con su presencia.

- El placer es mío, muchas gracias a ustedes por su invitación. Espero la pasemos bien, que sea un rato entretenido para todos, también para el público que no oye. Y bueno, tu mi niña, tranquila que seguro lo haces muy bien.

- No se como vaya a salir todo esto, de verdad, pero les puedo asegurar que con la sonrisa que estoy viendo ahora mismo, y las risas que seguro oirán, pueden imaginarse que eso me va ayudar...jaja.

- Jajaja...

- Ya centrándome en lo que realmente importa, que es su gran trayectoria y todo lo que eso engloba. Decirle que personalmente, le admiro y aprecio, a usted por como es y lo que demuestra y a su trabajo que es evidente en cada escena. Valoro su gran capacidad a nivel profesional y personal, por como sabe llevar ambas cosas complementándolas sin que ninguna se vea afectada. Su constancia, su disciplina y su seguridad en si mismo. Comenzar desde el inicio... desde la base y llegar tan alto, y de una manera ejemplar. Y lo más importante y difícil, mantenerse ahí durante tanto tiempo y con éxito. Seguramente haya mucho de su publico que le esté escuchando en estos momentos...

- Muchas gracias... muy amable. Y bueno, si, son muchos años en esta profesión y la verdad, que no es fácil. Es una dedicación constante, el tener una disciplina y sobre todo queriendo hacer bien las cosas, y eso requiere una seriedad y una profesionalidad, por supuesto, dando todo lo que se pueda dar, siempre pensando en ese público que está ahí apoyándote.  

- Pienso que son muchas las cualidades que lo definen, y que lo diferencian. Su esencia, de la que emana ese carisma con el que atrapa, esa magia suya. Es alguien muy especial. Además de su forma particular de interpretar, compaginando su gran talento y su buen hacer, realizando un trabajo con una admirable exquisitez y profesionalidad, está esa parte suya que cautiva desde el interior, no solo como persona sino también como actor. Su experiencia y seguridad en si mismo, ha ayudado a seguir adelante, imagino.

- Si sigue expresándose así de mi, el que se va a poner nervioso voy a ser yo... ¿eh?...jaja.

- Les puedo asegurar, que aquí donde le oyen, este hombre se las trae. No pueden imaginar lo difícil que es comentar teniéndole ahí, enfrente con su guapura, con su frescura, con esa energía que emana y además con esa sonrisa y su pícara risa, sin que una aquí no pierda la compostura...jaja.

- Jajaja... bueno, mejor le voy a contestar, si... no vaya siendo, que no corten la conexión, mi niña...jajaja.

- Es un placer en verdad. Me encanta y admiro, su constante explosión de energía. Así como esa seguridad y confianza en si mismo.

- Gracias... mi niña. Es eso, ahí está la magia, creer en uno mismo, en que lo puedes lograr. Y desde ahí trabajar en ello y dar lo mejor de ti mismo.  

- Respecto a los proyectos que tiene en mente o sobre los que puede estar trabajando, no le voy a preguntar nada, porque respeto ante todo sus tiempos y su forma de trabajar. También porque yo prefiero la sorpresa, prefiero en el momento preciso. Pero también es cierto, que como admiradora un poquito si que ando intrigada, más que nada por las ganas que tengo de verle en un proyecto nuevo, aunque siga disfrutando de sus trabajos ya éxitos. Yo sólo lo dejo ahí, por si acaso...

- Por si acaso me ablando un poquito con esa sonrisa que me está poniendo y le cuento un ¿poquito?... o ¿tantito?...jajaja.

- Mejor que no me cuente nada, después de como me dejó... Bueno, usted y sus manos. Mejor aprovechamos para hacer una pausa, dedicándole una canción... una preciosa melodía, "Just for you". Bueno, para todos los radioyentes, espero la disfruten y en nada estamos aquí, de nuevo con este grande de la actuación, y agradable caballero, no se vayan, pues esto promete.

- ¿Sola para mí?...

- ¿Cómo?... Ay, Dios mío... Ya no estamos en antena, ¿no?...

- Creo que si mi niña...jajaja.

Las carcajadas que ahora daba en el sofá, pensando en él, recordando cuando habiéndole comentado aquello, pensaba que aún seguían en antena sin sonar aún la música, oyéndole la audiencia. Pero una voz de fondo le aclaró, diciéndole: "No te preocupes, desde que Fernando te preguntara si eras "sola para él", ya sonaba la música. 

Recordaba con emoción, las carcajadas de él, tras aquella precisión y después de la cara que a ella se le había quedado. Sin olvidar, ese instante previo en que decidiera hacer una pausa musical, cuando él acercaba su mano a la suya, en ese momento en que le decía lo de la sonrisa de ella, por si acaso se ablandaba y le contaba un poquito, tantito. De ahí que precisara esa pausa que necesitaba tras aquello... y bueno, tras esa pregunta, que le dejó ahí al aire sin más... por si acaso, ella quería, no tanto contarle en ese momento, pero si cogerla al vuelo...jaja.

Su cuerpo se estremeció, cesando sus carcajadas, dando paso a una complaciente sonrisa, al pensar en aquel lindo gesto, en el agradable tacto de su mano junto a su intensa mirada y bella sonrisa.

Tras la música se había serenado el ambiente. Le contó, a modo de mención simplemente, sobre los posibles próximos proyectos en los que estaba aplicado. Dedicando la mayor parte del tiempo a hablar acerca de su más reciente trabajo, y a otros de sus grandes personajes, así como de lo más característico para él de cada uno, sobre su aprendizaje con todos ellos. Ella seguía recordando algunos de aquellos lindos momentos.

- Fue interesante, volverle a ver en su primer protagónico, aunque previamente había realizado otros proyectos, interpretando otros personajes. Sobre todo en esas escenas, donde por entonces, ya tuvo esa gran oportunidad para usted, de trabajar con buenos actores, a los que usted admiraba por su trabajo. Como por ejemplo, quien hacía de papá de Luis Fernando, o el abogado de Soraya, actores que personalmente considero buenos, trabajando muy naturales. Siendo muy bonito haberlo visto interpretar junto a ellos, en sus inicios, y en otros proyectos más adelante. O como en alguna ocasión le he escuchado, en el juicio donde Luis Fernando, ejerce de abogado, encontrarse en esas escenas con dos de los actores que usted apreciaba por su trabajo. Debió ser muy bonito eso, en sus  inicios, además de gratificante para usted, imagino.

- Si que lo fue, además de importante. Más porque los inicios no fueron fáciles. Y el verte con esa oportunidad de protagonizar por primera vez, y a además hacerlo junto a actores a los que yo consideraba y valoraba su trabajo, y con los que yo tuve la ilusión de alguna vez sacarme una foto, pues fue gratificante, como bien dices.

- Bueno, ya tenemos que ir terminando. No porque yo quiera, de veras que no...

 - Ni porque yo quiera tampoco, ¿cierto?... jaja.

- Ay..., me sale con esto ya al finalizar. Ni tu ni yo, sino el tiempo es el que nos obliga.

- Pero bueno, también gracias a ese tiempo, es que ya no nos hablamos de usted tampoco...jajaja.

- Si... ya no puedo centrarme y ya me dirijo...

- Como le pide el alma hacerlo...jajaja.

- Jajaja... que bueno. ¿Sabe que?, más ahora que comencé con otro de sus estupendos personajes, con José Armando. Y bueno, cada vez que le escucho mencionar el nombre de Esmeralda, pues...

- ¿Qué...?.

- Pues eso, que me llega al alma y eso me da confianza...jaja.

- Jajaja...

- Bueno, seguro que tu público agradecerá estos momentos, en los que casi pierdo la cordura, pues simplemente el oírte reír, carcajear... ya es un placer, un motivo de alegría.

- Gracias. Lo importante, es que no estamos divirtiendo... y bueno tu mi niña, lo estas haciendo muy bien.

- La verdad que le agradezco su amabilidad, lo atento que es. Ha ido mejor de lo que esperaba, obvio, porque se trata de usted, y sabía que iba a resultar fácil, simplemente porque es el profesional y me lo iba a facilitar mucho.

- No, no... yo soló me he dejado llevar. He aportado, si. Pero su trabajo es mérito suyo. Tampoco es fácil entrevistarme a mi... o mejor dicho, que me deje tan fácilmente entrevistar, como lo has hecho tu...jajaja.

- Ya me dejó, sin palabras... jaja. Más porque no vieron con la expresión que me lo dijo, les explico para que puedan entenderme allá donde se encuentren, de mi silencio en algunos momentos. Bueno, creo que pueden comprender perfecto, pues saben de esa su magia.

- Y que bueno que no nos pueden ver..., no más escuchar... jajaja.

- Si, porque ya no sería igual... jaja.

- Jajaja... no, no lo sería. Lo da ese punto peculiar que tiene la radio.  

- Bueno, ha sido un gustazo. Sigo corroborando que es un encanto de hombre y todo un profesional, elegante y caballero. Destacando su sencillez y su humildad, con la que me quedo. Es por eso, que me sería muy difícil relacionarlo con alguien que no lo fuera, en su vida personal me refiero, la cual respeto como a usted.

- Bueno, ahora soy yo quien se queda sin palabras... Además de que no pueden imaginar ustedes, la expresión con la que me lo está diciendo...jaja.

- Es un encanto, sin duda. Pero, eso no quita que le puedan suceder cosas cotidianas, normales... como a todo ciudadano de a pie. No se, por ejemplo, alguna vez ¿le han multado, que haya cometido un pequeña infracción, alguna dirección prohibida por la que haya accedido...?. No se, la verdad, que me resulta hasta atractivo, en cierta manera, pensarlo en una escena de esas... además de lindo y divertido, pero dígame... ¿alguna vez algún agente le ha parado por ir sin casco circulando...?.

- No, a mi esas cosas no me suceden ni en las telenovelas...jajaja. 

- Jajaja... como me gusta su sentido del humor y simpatía.

- Pero lo bueno de las preguntas, has sido la manera en que me las ha formulado, sin ni siquiera mirarme. No fue capaz de verme a los ojos...jaja. Una de dos, porque no quería hacérmelas y la ha obligado el guion, o porque se sentía culpable pues con ellas buscaba vengarse... jajajaja. 

- Jaja... bien sabe, que no ha sido por ese motivo que yo he tenido que desviar mi mirada hacia abajo, confiésalo y no me deje mal ante tu querido público...

 - Jajaja... bueno algo de razón tiene. 

- Ya me vengaré, y no precisamente con preguntas ni palabras...

- Lo hará con un puntapié...jajaja.

- Jajaja... Lo importante, es ciertamente conseguí lo que quería y era terminar esta agradable y emocionante entrevista, con sus carcajadas, con su constante explosión de alegría, siendo un placer, lo cual le agradezco muchísimo y de corazón, Sr. Colunga.

- El placer es mío... Gracias por hacerme sentir cómodo, por el rato divertido. Saludos a toda la audiencia, a mi público.

- Gracias una vez más... Y bueno, hasta aquí. Espero hayan disfrutado. Hasta la próxima y gracias. Les dejo con una nueva melodía.

Con una amplia sonrisa, es que se levantaba del sofá, para irse a dormir. Pensando en ese abrazo fortísimo que él le daba tras levantarse, así como esas miradas que ambos compartieron tomado un aperitivo en aquel restaurante, donde él se ofreció invitándola a tomar algo, compartiendo más risas... y más palabras y otro tipo de preguntas y de respuestas, más intimas... sin que nadie los escuchara.

(09/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando. 

Deseo esté resultando unos días agradables para ti.

Cómo lo disfruté mientras escribía, nada más de pensarnos ahí, sintiéndote tan cerca. Me resulto lindo y divertido. Espero también lo sea para ti. Y bueno, hoy con tu constante explosión de alegría, si que me demoré. Algo tendré que hacer con el tiempo...je. Pararlo... jajaja.

Te quiero, llevándote muy adentro. Un beso, enorme. Buenas noches.

Atardecer  09/02/2018. 

Querido Fernando. 

Después de todo preparado para darle aceptar se me ha ido, pues llevaba mucho tiempo escribiendo. Y no lo he guardado previamente, me he arriesgado tontamente pensando que al seleccionarlo y copiar se quedaría. Y se ha ido todo. Era con esta imagen que dejo arriba. Pero, volveré a reconstruir lo que escribí. Y lo traeré, solo que no quería demorarme más hoy. Era bonito...ay. Pues así me quedé yo. No me lo podía creer. Pero me acuerdo de tu explosión de alegría y se me pasa...jaja. Ay...

Lo siento... mucho. Discúlpame.

Te quiero. Un abrazo. Buenas noches.

Atardecer  10/02/2018. 

SIN MÁS, LE QUERÍA COMPLACER.

Comprobaba que todo estuviera en orden. Había preparado la cena con mucha ilusión para cuando él llegara, como en otras ocasiones, cuando no coincidían sus horarios para poder hacerlo juntos. De igual modo, había estado colocando la mesa, la cual había adornado con un par de rosas blancas y una vela, cuya luz daba un toque acogedor a aquel espacio del salón.

Tras darse un baño, se había puesto cómoda. Un sencillo y elegante vestido de tejido agradable, cuya caída se adaptaba a las formas de su cuerpo, acompañado de una fina rebeca del mismo color azulado.

Removía su pelo algo húmedo aún, mientras pensaba en él, en sus ganas de verlo pues ya lo echaba de menos. Miró su reloj, pues ya tardaba, resultándole extraño que aún no hubiera llegado, más siendo final de semana.

Se encontraba en la cocina cogiendo una botella de vino, cuando escuchó un frenazo fortísimo, seguido de un fuerte golpe que procedía de la puerta de entrada. Pasado unos minutos y no verlo allí, se inquietó, pues cuando entraba solía saludar, buscándola cuando ella contestaba, hasta encontrarla y darle un beso, al igual que hacía ella si estaba él ya en casa cuando llegaba.

Le preocupaba qué pudiera haber sucedido para que viniera así, más sabiendo lo profesional y perfeccionista que era en su trabajo. Sin decir nada, dejaba la botella sobre la mesa y fue a buscarlo. Sabía donde podría encontrarle por como había llegado.

Se había acercado sigilosamente. Al verlo, se quedó parada en silencio, de pie sobre la puerta del despacho. Le dolía verlo así, que algo le hiera sentir mal. Quería ayudarle, apoyarlo, pero no quería incomodarle, por lo que decidió dejarle su tiempo, esperar un momento.

No se había percatado de ella aún. Le desgarraba verlo así, quería ayudarle, estar con él, siendo consciente de lo mucho que lo quería y amaba. Lo observaba allí sentado, con las manos sobre su rostro, con los ojos cerrados, tratando de calmar lo que fuera que traía por dentro. No podía negar, que aún así, le resultaba tan atractivo. Miraba su cuerpo, sus fornidos brazos acoplados al tejido que los cubría. Su cuello, al que deseaba liberar de la presión de la corbata y del cuello de la camisa y acariciarlo con sus labios, hasta llegar al mentón.

Le escuchó gemir una expresión, casi un rugido. Observaba su boca entre abierta, provocándola aun más, con deseo de ir hacia él y besarlo, hasta hacer que se olvidara de todo. Escuchaba su respiración cada vez más acelerada a través de sus fosas nasales, queriendo acercarse, ofrecerle su aliento y sentir el suyo. Abrazarlo, acariciar sus manos y entrelazarlas con las suyas e intentar apaciguar su dolor.

Pasado algo más de cinco minutos, no aguantó más verlo así y acercándose unos pasos, rompía aquel desapacible silencio.

- ¿Quieres que hablemos de ello ahora?.

- No se...

Había respondido indeciso y seguía en la misma posición, con la respiración más acelerada. Cómo le dolía verlo así, no quería que se sintiera agobiado, pero tampoco dejarlo solo allí, en aquel estado cada vez más tenso. Así que se acercó hasta el sofá, sentándose en el otro extremo, en la orilla e inclinada hacia delante, preocupada por como lo estaba viendo y sin saber cómo ayudarlo. Pasado unos minutos más y ver que continuaba igual, intervino de nuevo.

- ¿Quieres estar sólo?. ¿Prefieres que me vaya?.

- No por favor, quédate...

Y allí permaneció a su lado en silencio, haciéndole sentir que estaba con él, apoyándole, demostrándole su cariño y comprensión con su presencia. Unos minutos después, y sin cambiar de posición, es que él hablaba. 

- Discúlpame, no debí de entrar así como lo hice, pero venía muy cabreado. 

- Tranquilo, no te preocupes.

- Es que es mucho el cabreo que tengo. Lo que no puede ser, es que mucho tiempo de trabajo y rodaje, se vayan al traste porque alguien no se tome el trabajo con seriedad. No es la primera vez, y lo peor es que al parecer le da igual, sacándome de mis casillas.

A la vez que hablaba, más parecía enojarse. Ella tenía la sensación por lo que él había comentado, que tal vez había intercambiado opiniones con alguien en un tono más alto de lo normal. Sabía de su carácter y de su forma de ser, no dejando pasar algunas cosas, más con lo responsable que era, y obvio, no tolerando ciertas informalidades. Pero en ese momento, no quería preguntarle y que pudiera sentirse peor. 

Hizo un poco más de tiempo viendo si se tranquilizaba, pero lo que pasara en aquellos momentos por su mente se lo impedía. A medida que transcurrían los minutos, notaba su respiración más acelerada. Había venido bastante enfurecido. Quería quitarle aquella preocupación, hacerle sentir bien, que desconectara de todo eso. Sin más, le quería complacer.

Se acercó y poniéndose en cuclillas, comenzó a quitarle los zapatos. Deslizó sus manos por sus piernas, acariciándolas a la vez que se hacía hueco entre ellas, reposando su cabeza en su regazo mientras acariciaba su costado. Sentía su pulso, el calor de su cuerpo, sus latidos a medida que notaba el cambio de su respiración y la reacción en él. 

Levantó la cabeza y comenzó a desabrochar su chaleco, pasando las manos por su abdomen a la vez que ascendía deslizándose sobre él, llegando a aflojar el nudo de su corbata y abrir un par de botones de la camisa, centrándose en su cuello al que acarició suave con sus labios hasta su barbilla a la vez que lo notaba removerse.

Pasó el dedo índice por sus labios, rozándolos y adentrándose en ellos hasta sentir su mordisqueo. Seguido, paseaba las manos por sus musculosos brazos, hasta llegar a las de él, las cuales desprendía de su guapo rostro, entrelazándolas con las suyas mientras se concentraba en su boca que seguía sugerente, más provocadora aún, al encontrarse en esos instantes, jadeante.

Se acercó a sus labios, acariciándolos muy despacio con los suyos, provocando en él un gemido teniendo que tragar saliva por la posición en la que se encontraba, a la vez que reaccionaba succionado los de ella. Y continuó explorando con su boca, llegando hasta sus párpados, que aún mantenía cerrados, ya más de gusto que de enfado, besándolos suaves, a la vez que le escuchaba decir:

- Creo que vine demasiado cabreado...

- Chiisst...

Y de forma cariñosa, es que le ordenaba que no dijera nada más, acercando de nuevo su boca a la de él, y después descender por su cuerpo hasta su cintura, donde se desprendía del cinturón y sus dedos, apresurados y atrevidos, iban hasta la cremallera de su pantalón.

Sus manos y su boca se dejaron llevar, siendo cómplices del pulso de él, de sus latidos, de la excitación en la que ahora se encontraba su miembro y todo él, haciendo que se olvidara de sus pensamientos, sintiendo como se estremecía de placer.

Ella noto las manos de él sobre su cabeza, acariciando su pelo, a la vez que lo apartaba de su rostro. De cómo cogía su cara y observaba su movimiento, que era el movimiento de él también, a la vez que ella escuchaba y sentía su placer, que era el goce de ella igual, pues lo amaba y lo deseaba, queriendo hacerle sentir bien, que en ese momento se olvidara de todo... consiguiéndolo.  

Habiendo culminado y aún excitados, es que la cogía con ímpetu y la sentaba sobre él, pegándola a su cuerpo y besándola intensamente, a lo que ella le correspondía de igual manera, abrazándose ambos con todas sus fuerzas.

Permanecieron así, en silencio, durante unos largos minutos, hasta apaciguar sus cuerpos. Después, antes de salir de allí, el se acercó a ella mirándola detenidamente. Expresándole de esa manera sus sentimientos, lo mucho que ella significaba para él. Agradeciéndole por estar a su lado paciente y haberle hecho desconectar de esa manera tan complaciente, por como se encontraba, ya que ni las palabras ni el silencio habían sido suficiente. Algo, que para ambos había significado mucho más que placer físico.

Se dio una ducha rápida y cenaron agradablemente. Y aunque él le quiso contar sobre lo sucedido, recibiendo la atención y comprensión de ella, eso no impidió las risas en el resto de conversación, ni sus miradas y sonrisas cómplices, ni se esfumó las ganas ni los deseos de él, de satisfacerla y hacerla suya cuanto antes, tras reposar la comida.

Sin más, la quería complacer. 

(11/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando. 

Ahí volví a soñar, reconstruyendo lo que aún seguía en mi mente, volviéndolo a escribir, volviéndolo a plasmar a medida que volvía a imaginar, mientras te pensaba y te sentía. Siendo doble el placer, no hay mal que por bien no venga...je. Gracias por todo, por tanto, por permitirme. Lo hago con todo mi respeto y cariño.

Como es un placer y un deleite, verte interpretar. Ahora voy a ver un ratito de nuevo a José Armando. Suelo verte actuar antes, viendo los capítulos y luego escribirte, pero debido a lo que me pasó, no quería demorarlo más, así que me puse antes con ello. Cuando me sucedió anoche, quise volver a recordarlo y plasmarlo, pero ya me iba a tardar demasiado en traer el tema y saludarte. Además de que ya se hizo tarde... mucho.

Deseo estés disfrutando de un agradable domingo.

Te quiero Fernando, necesitándote cada día más. Un beso y un abrazo, intenso.

Atardecer  11/02/2018. 

ATRAÍDA POR SU TERNURA Y SENSIBILIDAD.

Ese día tenía libre en el trabajo y había querido desconectar por completo. Sin saber muy bien por qué, decidió ir hasta aquel lindo lugar donde ser respiraba esa ilusión de la niñez. Comería en algún restaurante de los que allí había y luego se dedicaría a pasear sin más, a ver las distintas atracciones, disfrutar viendo a los pequeños entusiasmados con los distintos personajes de animación.

A medida que paseaba por aquellas avenidas observando tantos pequeños risueños, se iban despejando sus dudas de estar allí. No quería dejar de sentir a esa niña que en su interior seguía llevando y que a veces necesitaba sentir ahí. Se preguntaba, respecto a ese comportamiento que cada uno tiene de mayor, igual a veces no todo lo comprensible que debiera, por exigirse de más o mimarse de menos, cómo afectaba a ese pequeño que sigue dentro de cada uno sin a veces tenérsele en cuenta.

Sonreía al pensarlo, cuando caminando entre el gentío se percataba de la presencia de él junto a aquella niña. Su atractivo llamó la atención, pero por lo que en aquellos momentos se sentía atraída era por la ternura y sensibilidad que le transmitía, a través de aquel instante que quedaba atrapado en su retina.

Miraba la fragilidad con la que la niña se acercaba a él, a ese hombre fuerte que le inspiraba confianza, ternura, delicadeza. Mientras no dejaba de observarlo a él, fuerte e interesante, con aquel cuaderno y bolígrafo animado, tratando de escribirle unas palabras, a medida que sentía esa suavidad de la pequeña en la cara.

Por un momento quiso sentir que esa niña era ella, acercándose a ese ser humano que le ofrecía su niño interior, su ilusión y su alegría. Percibir a ese pequeño que él llevaba dentro, compartiendo el entusiasmo de ambos y la admiración por él.

Se percataba de sus pronunciados rasgos, de sus delicados párpados tras las gafas. Ahora lo observaba no tanto con los ojos de esa niña que llevaba dentro, sino de la mujer que era, pero atraída por su fortaleza y a la vez, por esa ternura y sensibilidad en él.

La atención prestada, sus manos entre aquellos objetos infantiles, su camisa, la gentileza de ponerse a la altura de la niña, pequeños detalles en él que le le llamaba la atención y le hacía sentir bien a medida que los observaba.

Como los pliegues que se habían formado en su brazo izquierdo, sintiendo el deseo de besar esa zona, de olfatear el olor de su piel, de cobijarse en lo tierno que había en el, arroparse con lo sensible de su ser, sentirse abrazada por él. De niño a niña y de hombre a mujer.

Si, porque intuía que aquel hombre sabía sacar a la niña que llevaba en ella, al igual que no tenía duda de lo que le hacía sentir como mujer.

Le intrigaba mucho que le estaría escribiendo a la pequeña, a la vez que lo observaba plasmar sus palabras. En esas estaba cuando él alzó su mirada, dejándola pillada, sonriéndole a la vez, al observar la cara de sorpresa de ella.

- Hola, ¿qué tal?.

- Hola... Disculpa, pero no pude evitar observaros. Es una magia especial la que desprendes respecto a los pequeños, que atrapa. Igual, resulto algo atrevida, pero por un instante me gustaría poder hacer lo mismo que ella, acercarme a ti y besar tu mejilla, sentir la delicadeza de tu cercanía.

 Él no se esperaba aquello y justo cuando iba a contestarle, sus palabras fueron interrumpidas por la llegada de otra niña, que pedía que se hiciera una foto con las dos. Había terminado de escribir y se levantó, poniéndose junto a ellas captándole la cámara.

Ella seguía observándole, en ese momento percatándose de lo atractivo que era y de su ternura y sensibilidad, aún con su fortaleza. A la vez que pensaba que todavía seguía ahí, sin quererse ir, pero tenía que hacerlo, más que nada porque había invadido un espacio y el momento de ellos. Retirándose despacio es que se alejaba, haciéndolo con la sensación de que dejaba a alguien que ya sentía muy dentro. Alguien que se había quedado con algo de ella muy profundo, su corazón.

La media hora que siguió paseando no se lo pudo quitar de la mente ni de la retina. Decidió entrar en una de las cafeterías que había por allí, donde se tomaría un café y se marcharía, pues aunque aún quedaba tarde, el motivo por el que tenía que ir hasta allí, ya lo había descubierto al verlo, a él, ese hombre interesante y a ese niño tierno y sensible que aún seguía siendo.

Terminó de tomarse el café y se marchó. Llevaba unos metros andando cuando, buscando el móvil en el bolso, se le caía un pequeño cuaderno de notas que llevaba dentro. Justo cuando se agachaba para cogerlo, alguien a lado suyo se le adelantaba.

- ¿Qué tal si me ofreces ese beso en la mejilla?.

La agradable sensación de tenerlo a su lado, hizo que no impidiera aquel bonito momento, acercándose a él. Quién, tras recoger el cuaderno comenzaba a escribir unas palabras, mientras ambos sentían sus respectivos roces.

"Me gustaría descubrir más de ti y de la niña que llevas dentro...".

Emocionada de leer aquellas palabras, atraída por su ternura y sensibilidad, es que no pudo decir más nada en aquel instante, pero si sentir el deseo de ofrecerle lo mejor.

   (12/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando. 

Es mucho lo que me transmites y me haces sentir, con todas tus cualidades, con todo tu ser. Tanto, que a veces me quedo sin palabras...

Eras auténtico ya de pequeño, además de lindo y especial. Siempre me emociono al ver tus fotos de chiquitín, Fernando. Me encanta observarte en ellas. Todo ternura y sensibilidad. Ese pequeño me llega muy hondo, teniendo un lugar muy especial en mi corazón. Hermosa foto.

Te quiero mucho. Un abrazo, intenso. Buenas noches.

Atardecer  12/02/2018. 

LE PENSABA...

Le pensaba, pensándola.

Recordando lo vivido juntos la última vez.

Ilusionado con volverla a ver,

como le sucedía a ella con él.  

Le pensaba, soñándola.

Ensimismado en sus pensamientos,

aferrado a su almohada,

apaciguando su deseo de verla,

sintiendo que a su lado estaba ella.

Le pensaba, imaginándola.

Con su bonita sonrisa en su rostro bello,

y los ojos brillosos de felicidad,

mientras ella deseaba que así fuera,

que la pensaba de verdad.

Le pensaba, queriéndola.

Con deseo de tenerla cerca,

sintiéndola cada noche a su lado,

abrazándola con su pensamiento.

Le pensaba, sonriente.

Sabedor de que en su mente,

ella siempre le tenía presente,

así como en su corazón.

Le pensaba, a su lado.

Acurrucada junto a él,

haciéndole saber lo importante que para ella,

era su existencia y su presencia.

Le pensaba, entre besos.

Entre palabras y deseos,

 aventuras y proyectos,

entre abrazos, con placer de juntos disfrutarlo.

 

Le pensaba, entre risas.

Entusiasmados, por volverse a encontrar,

algún día en algún lugar,

agradeciendo a la vida que los vuelva a juntar.

   (13/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando. 

También sueño, con que tu también me piensas.

Pensémonos y no dejemos de juntos soñar, ¿si?.

Te quiero y te extraño. Un abrazo fuerte. Buenas noches.

PD: Me encontré con esta divertida imagen...jaja. Que lindo que eres, guapo.

Atardecer  13/02/2018. 

ESE MIÉRCOLES DE FEBRERO...

 A través del objetivo de mi cámara es que disfrutaba de una manera especial de su grata presencia, de su atractivo y elegancia... de cada uno de sus rasgos, sin que nadie de los que se encontraban en aquel salón se percatara de ello... nada más que Él. Al enfocarle no sólo percibía la calidad humana y actoral del que considero mi Intérprete Predilecto, sino lo atractivo y sensual del Hombre que me hace sentir por dentro, embriagándome con cada mirada, con cada movimiento, con cada sonrisa... más aún, sabiendo él que yo allí no podía hacer nada.

A medida que avanzaba el evento, los invitados iban apareciendo para la charla que venía a continuación y la sesión de fotos tendría que terminar, yo lo sabía... pero él tampoco era algo que desconociera. Por eso no olvido aquella última toma, en el que grababa el spot con una taza de café humeante, cuando hice para acercarme algo más y colarme entre las cámaras de grabación, agachándome justo a sus pies para poder hacer un enfoque perfecto sin molestar, pero apreciando todo lo bello de él al trasluz del ventanal, obsequiándome como lo hizo, con aquel giño disimulado a mi objetivo, haciendo que mi cuerpo temblara cuando aparté la cámara para marchar, al observarme de aquella manera tan suya, sonriente y sensual.

Con aquella agradable sensación es que me fui de allí, mientras conducía de vuelta a casa con el pensamiento en él, en su gran talento y calidad profesional, en su interesante presencia y atractiva seducción, así como en su saber estar... pues discretamente me hizo de todo ello disfrutar. A la vez se entremezclaban su aroma y el del café, junto a los colores anaranjados que el sol iba dejando en la tarde al caer, envuelto por el aire fresco de ese miércoles de febrero.

Al llegar al hogar, me di una ducha caliente sin dejar de pensar en él y en todo lo que me hace sentir en general. Me vestí cómoda y me recosté en el sofá donde a través de los cristales del ventanal pude divisar una bonita puesta de sol, pensándole. Tras el deleite quise continuar con otro mayor, por lo que me puse a verle interpretar a través de otro de sus grandes regalos, que tanto le agradezco, el personaje de Eladio.

Y ahí me encontraba, en ese disfrute magistral, cuando escuché la puerta y seguido unos pasos. Vi una chaqueta desvanecerse sobre el respaldo, mientras un bello rostro se acercaba a mí y unas atractivas manos, que tras deshacerse del lazo de corbata y desabrochar un poco su camisa, se introducían por mi cuello acercándome hasta él, besando suave mis labios.

Me hizo estremecer... y al sentirme, aferró aún más su boca a la mía, y todo se fusionó... nuestra complicidad en aquel salón, su presencia, los aromas, su magia, el colorido de la tarde y su frescor, la ausencia, su talento, mi admiración, el cariño, la pasión... y el poder de nuestro corazón.  

- Pensé que la charla te llevaría más tiempo..., aún así cómo te he echado de menos.

- Más yo, aunque pensé que tras mi giño te quedarías...

Me dijo, con una sonrisa picara, pues bien sabía que estando allí, nada yo hacer podía... aunque mas tarde si, y sólo nosotros lo sabíamos.

Y sin querer separarnos, se retiró a darse una ducha, mientras decía a lo lejos:

- A la vuelta no quiero verte con Eladio.  

Se giró y ambos sonreímos al mirarnos.

- No tardes, por favor...

Es lo que llegué a decir. Pues mi respuesta cuando regresó y se introdujo en el sofá, colocándome sobre él, fue:

- Sabes que cuando llegas, desaparece cualquiera de tus personajes..., pues mi realidad eres tú, mi único gran amor.

Entonces sus fornidos brazos me acariciaron abrazándome fuerte, sintiendo su cuerpo y su calor, percibiendo su tacto y el olor de su piel. Y allí permanecimos entre charla y silencio, entre caricias y besos..., mientras le susurraba unas palabras:

Tú... el mejor de mi paisajes. 

Por lo natural, por lo admirable en tu aspecto artístico.

Por tu belleza que invita a ser observada.

Por lo que me transmites, por lo que me inspiras,

haciéndome soñar a cada instante.

Porque es una experiencia maravillosa

el mirarte, el contemplarte

y sentir cómo haces que mi interior se emocione,

con tu esencia, con tu sonrisa.

Por lo bonito de percibir en tu mirada,

lo grande de tu corazón y tu talento.

Tu calidad y exquisitez,

tu atractivo... y elegancia.

Por cortar casi mi respiración por lo increíble en ti,

y a la vez hacer que inspire aire fresco y satisfacción al verte.

Por el placer que me aporta tu sola existencia,

por tu constante fortaleza y confianza,

por el deleite de saber que das lo máximo,

 para con tu presencia ofrecer mucho más con lo que disfrutar.

Agradecida a la Madre Naturaleza,

por elegirte para traer Magia a la vida...

Siendo para mí... Fernando, con todo respeto, el mejor de mis paisajes.

 

Y sintiendo nuestro amor, permanecimos abrazados, hasta apoderarse de nosotros el sueño, quedándonos dormidos, unidos. 

 (14/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando. 

Hoy tras ver tu interpretación a través de José Armando, me fui un ratito también con Eladio. Buscando la imagen para hoy, me encontré con unas y quise recordar, con aquellas palabras que te dedicaba junto a esos instantes de magia..., junto a esa realidad, adaptándolas y sintiéndolas también hoy. Pues da igual el día o la estación del año, te quiero y  admiro cada día más, eso no cambia ni cambiará.

Un abrazo fuerte y un beso intenso. Cuídate. Buenas noches.

Atardecer  14/02/2018. 

OBSERVABA LA IMAGEN, ADMIRANDO A QUIEN LE DABA VIDA.

 Llevaba un tiempo entre imágenes suyas, tratando de escoger una con la que plasmar lo que en su interior la misma le inspirara, una con la que contarle una historia con la que soñar junto a él. Dependía de lo que su imaginación quisiera volar en el momento, que se decantara por una u otra, en un día u otro. 

Se había encontrado con la que ahora tenía frente suyo, la observaba y mientras más lo hacía más admiraba a quien le daba vida. Comenzaba a imaginar. Ellos se habían conocido, no necesitaron nada para sentirse atraídos, ni mucho para encariñarse. Algo más para hacérselo saber el uno al otro. Pero había sucedido, habían hablado y podrían compaginar sus vidas. Por lo que sentían, lo harían. Pero algo sucedió, un imprevisto para ella, que él trato de explicarle y hacerle entender que estaba en un error, pero sólo quedaba confiar en él, pues lo que ella había visto estaba ahí, el pasado de él estaba allí, en persona, por más que le dijera que no significaba nada para él.

Ella decidió dejar pasar un tiempo, por lo que pensó en regresar a la ciudad y desconectar, que todo lo vivido durante aquel tiempo junto a él no se empañara por nada. Él le pidió que no lo hiciera. Aun así, ella pensó que era lo mejor para los dos.

Ya era tarde, comenzaba a anochecer, pero arregló sus cosas decidida a marchar. Mientras las organizaba, recordaba el beso arrebatador que él le diera en la mañana. Trato de quitárselo de su mente, terminando rápido de colocar. Cogió el coche y a toda prisa salía de allí. 

Un par de horas después, él recordaba ese mismo beso apasionado que le daba aquella misma mañana, antes de que aquel malentendido todo lo fastidiara. Y lo hacía en aquel hospital, con los ojos llenos de lágrimas y el rostro lleno de dolor. Y de los restos de humo que se habían incrustado en su cara, al tratar de sacarla de aquel fuego con el que se había encontrado en medio de la carretera, provocado por un camión que había volcado y explotado, haciendo que su vehículo saliera fuera de la carretera, en medio de las llamas.

A él lo habían informado rápido de aquel accidente, poco después de haber sucedido, pues fue a no muchos kilómetros de la propiedad. Desesperado salió corriendo, aún sin saber si se trataba de ella. Cuando llegó, ya estaba la policía en el lugar y el equipo de bomberos, lo cual no le impidió adentrarse en medio de aquel caos, cuando divisó el coche de ella metros más allá, acercándose hasta el mismo a pesar de la prohibición que le acababan de hacer de acceder a la zona del accidente.

Seguía recordando con los ojos lleno de lágrimas, aquel angustioso momento, cuando al llegar no la vio, alcanzándolo casi las llamas tratando de encontrarla. Hasta que un agente le informaba que acababa de llevársela la ambulancia. 

Con ojos llorosos y con el rostro lleno de dolor, de susto y desesperación contenidas, desgarrado por dentro, es que la observaba, tras verla aparecer andando por aquel pasillo por sus propios pies.

Así la observaba, emocionado, conteniendo su dolor, cuando la vio frente a él, sin poderlo creer, después de la angustia sin saber noticias del estado en el que se encontraba. La miraba, con lagrimas en los ojos, aún asustado, por pensar en un instante, en que igual ya no la tendría más a su lado.

Pero estaba ahí, frente a ella, quien con su mirada humedecida, le expresaba cuánto lo amaba y se disculpaba, por su absurda decisión de dejar pasar un tiempo, cuando lo que no había era tiempo que perder, para seguir disfrutando juntos.

Seguía observando la imagen, sonriendo por lo que al final había plasmado, soñando con la misma, pero no había sido la intención de ella en ese día. Simplemente quería agradecerle a él, por esa imagen, por esa impresionante escena, por lo que le transmite con la misma. Su gran talento, su exquisitez al actuar, su poder actoral. Su gran profesionalidad. Su estilo personal de interpretar. Su garra, su fuera interpretativa. El trabajo y la dedicación, las ganas y el amor que pone al realizar el mismo.

Eso era lo que le transmitía y eso era lo que ese día quería, simplemente agradecerle por tanto, por hacerle disfrutar, por hacerle soñar.   

 (15/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando. 

Que imagen, que escena. Hoy con ella simplemente te quería agradecer, pero al final me puse a contarte, y ahí también te soñé... je. Gracias por todo. Por cierto, deleitándome sigo con tu gran talento a través de José Armando.

Espero disfrutes de cada instante. Te quiero, te quiero.

Un beso intenso. Buenas noches.

Atardecer  15/02/2018. 

ÉL ERA DIFERENTE...

 Ese día llevaba un poco más de prisa, pues aunque había salido a la misma hora de casa el tráfico estaba bien complicado, de ahí que le dijera al taxista que le dejara justo ahí, en la zona que quedaba detrás del edificio donde trabajaba, pues tardaría menos en cruzar a pie la zona descampada y el amplio parque que había hasta llegar a la entrada, que hacerlo continuando por la avenida que rodeaba la zona, toda llena de semáforos y de vehículos retenidos. 

Cuando ya estaba aproximándose, se cruzó con un hombre que la impactó, por la forma en que la miraba y por su reacción. Ella no pudo evitar quedársele mirando, hasta que agachó la cabeza y decidió continuar su camino. Pero él se puso frente a ella, cortándole el paso. Ella se asustó un poco, pues aunque su mirada no lo hacía tanto, si su aspecto.

No sabía si se trataría de un ladrón que tuviera intenciones de robarle, de alguien que necesitara una ayuda económica para comer, o peor, para algún vicio, pudiendo llegar a ser más peligroso aún. La opción de que tratara de propasarse con ella no quería pensarla, aunque en esas milésimas de segundo también pasó por su cabeza.

Ella trató de esquivarlo, pero él volvió a realizar dicho movimiento, mientras la seguía observando sin hacer ni decir nada más. Ella toda inquieta, sacó su miedo expresando lo primero que le salió. 

- Mire no se cual es su problema ni lo que necesita, pero yo no soy la culpable de ello. Por eso, déjeme pasar... o al menos dígame con qué intenciones me retiene. 

Él la miró aún más intenso, tras escuchar aquellas palabras. Ella sentía como aquella mirada le calaba hondo, como si quisiera adentrarse en su interior e inspeccionar dentro suyo, lo que la inquietaba, pues ya era más lo que le atraía de la misma que lo que le asustaba. Al ver que ella trató de avanzar, es que él dijo:

- ¿Me puede decir la hora, por favor?.

Indicándole, es que él se apartó y ella comenzó a caminar, viendo como se quedaba parado sin intención de seguirla ni hacer nada más, lo que llegó a comprobar cuando algo más alejada miró hacia atrás viéndolo aún parado en aquel sitio mirando como ella se alejaba. 

Durante toda la mañana y la tarde estuvo ocupada, pero eso no impidió que a ratos regresara a su mente la imagen de aquel hombre y lo sucedido. Salía agotada del trabajo ya anocheciendo, cuando se percató de algo en las escaleras que accedían al portal de entrada. Unos cartones en el suelo, junto a un pequeño cartel, que indicaba "Gracias por su ayuda". Durante unos minutos lo estuvo observando, preguntándose si eso había estado allí otras veces, igual sin haberse percatado de ello, pero era ahora cuando a ella le había llamado la atención.  

Ensimismada en ello estaba, cuando sintió unos pasos que subían las escaleras. Sorprendida, comprobó que se trataba del mismo hombre que había visto en la mañana, cautivándola con la misma mirada, quien sin dejar de posar sus ojos sobre ella, se sentaba sobre sus mínimas pertenencias. Al momento, el guardia de seguridad salía del edificio pidiéndole que se retirara de allí.

Algo desconcertada por todo aquello, es que sacaba unas monedas dispuesta a dárselas, cuando vio como se marchaba retirando todo aquello del suelo. Por un momento, sintió pena. Dudas e inquietud, pero no desconfianza. Se pidió un taxi y cuando estuvo allí marchaba para su casa.

Al día siguiente, justo cuando iba encaminada a subir las escaleras, para iniciar su jornada, volvía a verlo. Estaba sentado en uno de los bancos al pie de la escalinata. Y así continuó sucediendo en los siguientes días, que en algún momento, se encontraba con aquel hombre por los alrededores.

No sabía por qué, pero en ninguna de esas ocasiones ella había sentido la necesidad de dejarle una propina o ayuda económica, como había hecho en otras ocasiones, con alguna persona necesitada que vagaba por la calle. Tal vez por la fortaleza de aquel hombre y porque había algo en él que no le inspiraba compasión sino intriga, también curiosidad por ese toque bohemio que había observado en él. Pero a la vez se sentía algo culpable por ello, pues no le había visto mala intención o mal gesto, tampoco sabía cual podría ser su problema realmente y tal vez si necesitaba ayuda de alguna forma.

De ahí, que aquella mañana, cuando iba a la cafetería donde solía desayunar con otros compañeros, al verlo se dirigió a él:

- Hola. Te veo últimamente por aquí. No se que problema tengas para estar callejeando. ¿Cómo te puedo ayudar?.

- Igual con un desayuno. Mejor si me invita a tomarlo con usted y así me ayuda a charlar un rato, que hace tiempo no lo hago con nadie.

Aquel hombre, aún con su apariencia vagabunda siempre conseguía impresionarla. Era correcto en su trato, además de guapo. No queriendo negarle aquella oportunidad, decidió hacer algo que no había hecho antes. Desayunar con alguien que no conocía y que habitaba por lo general en la calle.

 Sin duda no olvidaría fácilmente aquel desayuno. Había podido percibir no sólo la educación que poseía, también los conocimientos en temas interesantes, todo ello haciéndoselo saber de una manera discreta, siendo prudente al hablar y al preguntarle a ella, mientras le hacía partícipe sacándole incluso algunas risas. Desde que lo vio, sintió que él era diferente.

Y así continuaron los días, donde ya se hizo costumbre verlo cercano a la zona de su trabajo, no siendo ya para ella tan desconocido y habiendo compartido algún que otro café más, juntos. Si era cierto, que las veces que ella le había preguntado por su problema, en cómo podía ayudarle, él siempre se había resistido a hablarle cambiando de conversación, o simplemente diciéndole que buscaba trabajo y que ella no podría ayudarle. Que ya con dejarle acompañarla a ratos, y algún café, era bastante.

Así pasó una semana más, hasta que un par de día después dejó de verlo. Y para sorpresa de ella misma, echaba de menos su presencia. No se lo podía creer, pero así era, extrañaba verlo y hablar con él, sonriendo mientras pensaba que ni siquiera sabía su nombre ni ella le había dicho el suyo.

Pasado esos días, se lo encontró en unas de las calles cercanas a donde ella vivía. Esa tarde tras salir del trabajo, aprovechando que era más temprano, se había pasado a hacer unas compras, y ahora iba camino de casa con el coche, cuando se había percatado de él. Aunque había aminorado la marcha para llamarle la atención, decidió seguir adelante, pues no tenía sentido aquello que había sentido tras verlo de nuevo. O tal vez, ella quería que careciera de sentido.

Como fuera continuó, se bajó entrando en la casa para tranquilizarse un poco, tras aquellos pensamientos locos de invitarlo a tomar algo a su casa, haciéndolo conocedor de donde vivía. Pero justo cuando salía de nuevo para sacar las cosas del vehículo, es que se lo encontró sentado en el bordillo de la acera. Cuando lo vio, ambos se sonrieron. El se ofreció a ayudarla, mientras le daba respuesta a la pregunta de ella, de qué hacía allí, que si acaso sabía donde vivía, diciéndole que la había visto pasar cerca de él y se había quedado con la dirección que había tomado el coche. 

Cuando se dio cuenta, estaba ayudándole con las bolsas de la compra, llegando a entrar hasta la cocina. Ella le ofreció algo de tomar, pero él no quiso, insistiendo que se tenía que marchar y que aprovechaba para despedirse de ella, pues ahora andaría por otra zona y tal vez viajara a otro lugar.

A ella aquellas palabras le entristecieron, el pensar que no lo volvería a ver más. Habían llegado a congeniar en todo esos días, además de que se habían divertido conversando. Y en cierta manera, ella sentía que a él también le afectaba. Y lo comprobó, en la forma en que se aferró a ella, abrazándola con fuerza, mientras le agradecía por todo, a la vez que le pedía perdón, sin saber decirle muy bien por qué.

Lo que si sabía, era lo que llegó a sentir con aquel abrazo. Y con el beso en la comisura de los labios que él le daba seguido, para después marcharse de allí, tras mirarla intensamente una vez más.

Era como algo surrealista lo que estaba sucediendo, pero así era. Se iba, sin apenas tiempo de poderle decir nada, de que le indicara como ella le podía ayudar y a la vez con una profunda tristeza, con un sentimiento profundo que decidió salir de adentro, no queriendo mantenerse callado por más tiempo.

Pero ya se había marchado. Todo aquello que sentía, ya no tendría sentido sin su presencia, sin sus charlas. Sin la posibilidad de hacerle saber, de conocer más de él. 

Había pasado un mes, aún recordaba  aquel fuerte abrazo y el roce de sus labios. Así como su mirada y sus charlas. Y le pensaba también aquel viernes en la tarde, camino de aquella pequeña ciudad a unos cuarenta kilómetros de allí, para pasar el fin de semana en casa de una querida amiga y su familia.

Tras haber estado cenando en un restaurante con ellos, volvían a la casa, la cual se encontraba en una acomodada urbanización. Justo cuando salían del coche es que el marido de su amiga, saludaba al que parecía ser su vecino acercándose hasta él, mientras su amiga algo más atrás con ella, le iba informando de que efectivamente, se trataba de su guapo y atractivo vecino, que además era policía secreta, algo que le contaba en secreto, haciendo que ambas se partieran de la risa... Risa, que se terminó, cuando su amiga insistió en seguir al marido para de paso presentarle al vecino, que estaba por entrar en la casa cuando ellos llegaron. 

Se quedó paralizada cuando se acercaron hasta los dos y se percató de él. Si porque era él. Aun sin su gorro, ni su vestimenta callejera, sus rasgos y aquella profunda mirada eran inconfundibles para ella. 

El se quedó sorprendido al verla, sin apenas poder reaccionar cuando sus vecinos se la presentaban, quienes al ver como ambos se habían quedado mirando tras al haber dicho él que ya se conocían, se retiraban tras despedirse, dejándolos a solas.

- Ya veo que te ha ido muy bien en este mes. Te han debido de ayudar bastante, consiguiendo un buen trabajo.

Sin poder decir más es que ella se retiraba, cuando él la cogía del brazo reteniéndola.

- Te debo una explicación. No te vayas, por favor.

- Sabes, lo que menos me importa ahora es por qué andabas investigándome, pues no tengo nada que temer. Pero si, lo que has provocado en mi, y el sentir que en todo ese tiempo me estabas engañando.

- Eso no es cierto. No del todo. Déjame explicarte por favor, permíteme que te explique. No fue fácil para mí, ni el durante ni tampoco el final. Pero tenía que ser así, por más que me doliera dejarte allí sin más.

- Tengo que marchar, no quiero saber mas nada de esto. Ya averiguaré lo que tenga que averiguar. Solo me queda felicitarte por tu actuación, tengo que reconocer que eres muy bueno y yo una estup...

Y no le dejó terminar, porque la atrajo hacia él, besándola con pasión, para demostrarle que significaba mucho más para él, que alguien que le ayudó sin saberlo, para poder investigar a uno de los abogados más corruptos que frecuentaba a veces la compañía donde ella trabajaba.

Y sin pretenderlo aquel fin de semana, fue especial para ambos, además del inicio de algo muy bonito que estaba por empezar... o tal vez, continuar, demostrándole en esos días, lo que siempre ella había sentido, que él era diferente.

 (16/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando. 

Ahí demorándome entre viéndote interpretar y soñarte.

Te quiero. Un beso intenso. Cuídate, por favor. Buenas noches.

Atardecer  16/02/2018. 

NO SE SENTÍA CULPABLE...

 Seguía en su coche, con lágrimas en los ojos, llena de dolor, porque tal vez ya no lo vería más. Se le venían a la mente, como ráfagas, una y otra vez las imágenes de todo lo sucedido en aquella noche, en aquel momento.

Lo recordaba justo en ese instante, tan guapo y atractivo, pasando su mano por su cabello, lleno de rabia y desesperación por la situación, la misma que igual él había provocado, tras haber llegado a la casa la que era su esposa y haberle reprochado que ella estuviera allí.

Por su mente seguían pasando aquellas escenas, en que momentos antes de que llegara aquella mujer, él la había llamado a ella y dejándose llevar, ambos se habían besado tras no poder retener más lo que sentían. Ella seguía sintiendo aún el calor de su cuerpo, su torso la apertura del batín dejaba al descubierto. Volvía a pensar en ello, y no se sentía culpable. 

No, porque lo amaba. Y porque la que decía ser su esposa no lo merecía. Sabía que era así, pues había sido testigo de ello en muchas ocasiones. La última, aquella misma noche. Aún tenía en la retina esa imagen de él, con la mirada perdida, sentado en el recibidor de la entrada, cuando ella llegó a su casa tras él haberle llamado, pidiéndole que por favor fuera hasta allá, pues la necesitaba.

Llevaba como unos cinco años trabajando de secretaria para él, y hasta aquel día no le pidió algo así, aunque ambos sabían lo que sentían el uno por el otro, pero lo habían estado reteniendo por la situación de él, que seguía con la mujer que estaba casado por su hijo pequeño, sólo por eso nada más.

Pero aquel día, él ya no pudo más con aquella presión, pues justo cuando llegó a casa su esposa estaba por salir diciéndole que se marchaba, pues pasaría el fin de semana con unas amigas, sin importarle que su hijo se encontrara mal, pues aún no estaba recuperado de la fiebre, por la gripe que tenía.

Cuando ella llegó y lo vio así, tras contarle, le dijo que no se preocupara, que estaría con el pequeño hasta que se le bajara la temperatura, tras la medicación que le daría. Él sabía del cariño que ella le tenía a su hijo, al igual que el pequeño a ella. Por eso es que accedió a lo que ella le indicaba, tras ver que el niño ya se estaba quedando dormido, que se fuera a dar una ducha y a descansar. Él así lo hizo, pero pidiéndole que antes de marcharse, se lo hiciera saber.

 Con dolor en el pecho, seguía metida en su coche derramando lágrimas de impotencia, de rabia..., recordando como había sucedido todo y de no poder estar con él, en aquellos momentos, cuando más la necesitaba, pensándolo allá dentro de aquella casa, con su esposa que ni lo quería como se merecía ni lo consideraba.

Seguía pensando en aquel momento, cuando dormido el pequeño, decidió marchar y como se lo pidió él, fue a decirle que ya se iba. Toco suave a la puerta de su habitación, pues aunque le dijo que estaría despierto, al no escuchar nada, estaba por marcharse sin más para no molestarse, cuando de pronto escuchó su voz entrecortada diciéndole que  por favor pasara.

Cuando entró, se le contrajo el corazón cuando lo vio sentado sobre la cama, con los ojos brillosos, sin poder evitar que una lágrima se le derramara por su mejilla, cuando ella se acercaba. Mantuvieron sus miradas fijas durante un breve espacio de tiempo, pero pudiendo percatarse de la desesperación en su mirada, del dolor y la impotencia. Sentía que él ya no soportaba aquella situación, que le dolía a la vez por su hijo, por quien seguía ahí.

Ella quería abrazarlo, dando un paso más, pero se contuvo. Pero en ese momento, es que él la cogía por su cintura y se aferraba con fuerza a ella, mientras que ella pasaba sus manos por la cabeza, acariciándolo, tratando de apaciguar su dolor, de que sintiera su cariño, su calor.

Poco a poco, él fue separándose de ella mientras volvía a mirarla, ahora ya sin lagrimas en los ojos. Con seguridad es que cogía sus manos y la atraía hacía él, comenzado a besar suave sus labios, a lo que ella, dejándose llevar le correspondió. Notando como él se reclinaba hacia atrás, reposando su espalda en la cama, llevándosela con él, abrazándola aún más y besándose con dulzura y pasión.

No podían negar lo que ambos sentían él uno por el otro desde hacía tanto tiempo, no pudiendo evitar ninguno de los dos, demostrárselo con aquel bonito momento que estaban viviendo expresándose su cariño.

De pronto ella reaccionó, incorporándose, y después lo hizo él, haciendo que tras volverse a abrazar con fuerza, ella dijera de marchar, pues era lo mejor, a pesar de que él no estaba muy de acuerdo y no deseaban que así fuera ninguno de los dos.

Ella dijo de ir a comprobar que el pequeño seguía tranquilo antes de irse, siguiéndola él, no pasando desapercibido para ella lo guapo y atractivo que lucía con su pelo alborotado tras haber pasado sus manos por él, tratando de calmarlo. Como tampoco podía evitar el deseo de aferrarse de nuevo a su cuerpo, de acariciar su pecho y enredar sus dedos por el suave vello que lo cubría, dándole ese toque sensual.

Hizo desaparecer aquellos pensamientos mientras iba hacia la habitación del niño. Comprobando que seguía dormido y ya sin fiebre, salía de la habitación, esperándola él en el pasillo tras haber comprobado que estaba todo bien, con tristeza porque ella tuviera que marchar.

Justo cuando ella salía de la habitación, es que la esposa de él entraba a la casa, seguramente porque sus planes ya no habían salido como esperaba, aunque  en aquel momento en que gritando preguntaba qué significaba aquello y el por qué ella estaba allí, argumentara que solo había decidido salir un momento.

Y antes de salir de aquella casa sin darle ninguna explicación a aquella mujer pues no se la merecía, fue que lo miró a él, quién no dijo nada en aquel momento, sólo pasó su mano por su cabello, recordándolo justo en ese instante, tan guapo y atractivo, lleno de rabia y desesperación por la situación, la misma que él pensaba que había provocado, pero que aún no resultándole agradable, él... de lo sucedido momentos antes, al igual que ella, no se sentía culpable.

Con aquellos pensamientos en su cabeza es que decidió arrancar, llena de dolor, porque tal vez ya no lo vería más.

Cuando llegó a casa, se tumbó en la cama sin dejar de pensar en como estaría él. Un par de horas después, cuando ella comenzaba a quedarse adormilada, sonó su teléfono. Era él. Con el corazón acelerado le contestaba.

- Hola, ¿cómo estas?.

- Bien, no te preocupes. ¿Y tu?... Siento lo sucedido, no tuve que exponerte a algo tan desagradable, como fue esa situación con ella.

- Estoy bien. Yo siento por ti y por tu hijo. Tal vez no debí ir. Y quizás no es buena idea que ahora me estés llamando... e igual lo mejor es que deje de... 

- No digas ni una palabra más. Ni se te ocurra decir que renuncias a tu trabajo ni que te vas a alejar de mi, porque no lo voy a permitir.

- No quiero que te compliques más, menos por mi.

- Tu no me complicas, al contrario... me alivias. Y el que debe de dejar de complicarse la vida soy yo, con mi situación. Solo te pido un tiempo, por favor. El necesario para arreglar todo y poder hacer mi vida contigo. También al lado de mi hijo, quién algún día entenderá que la decisión que tomé esta noche, es la mejor que pude tomar.

- Tómate el tiempo que necesites, sabes que yo aquí estaré.

Y el tiempo pasó, yendo todo a mejor.   

 (17/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando. 

Deseo que estés pasando un agradable fin de semana.

Yo de nuevo demorándome, entre viéndote actuar y soñarte. Pero es un placer, un deleite. Por cierto, además de soñar contigo despierta, ayer lo volvía a hacer dormida. Si, además tu aspecto era con barba en forma de perilla y el pelo así como en la imagen, de ahí que me hiciera recordarte en esas imágenes y decidiera con ellas imaginar, pero lo que soñé contigo, ay... ahora no te lo puedo contar...jaja.

Fue lindo, como siempre lo son, esos momentos en los que te encuentras en mi sueño mientras duermo.

Te quiero, Fernando. Un abrazo fuerte. Cuídate. Buenas noches.

Atardecer  17/02/2018. 

LO QUE FUERA PARA ACERCARSE A ÉL...

 Le gustaba más ejercitarse al aire libre, pero estaba resultando ser un invierno bien frio, así que en su momento había decidido ir a algún gimnasio hasta que regresara el buen tiempo. De ahí que pidiera referencia de alguno entre los compañeros de trabajo. Tras recomendarle uno bastante bueno, iba varias veces en semana, coincidiendo con un par de amigas allí.

Solía coger un bus de cercanía para ir hasta allá pues caía algo alejado de donde vivía y caminaba un tramo de avenida que era lo que había desde la parada hasta el gimnasio.

Siempre trataba de ir con ganas, pero desde que se vio a aquel hombre entrar en aquel concesionario de coches cercano al edificio donde ella iba, es que solía ir aún con más ilusión por si volvía a encontrarse con él.

Lo había visto pasar rápido, tras bajarse de un vehículo bien lujoso, y entrar allí. Cuando pasó justo por la entrada, disimuladamente trató de mirar entre los amplios ventanales, pero no lo vio más. Pero con lo que había visto de él, le había bastado para percatarse de lo interesante de aquel hombre.

 A partir de aquel momento, cada vez que pasaba por esa zona iba pendiente de si por arte de magia volvía a salir el guaperas. A su vez, en alguna ocasión se había acercado a las cristaleras, como quien está interesada en ver que vehículo le gusta más para comprar.

Pero fue así como alguna que otra vez lo había visto por allá al fondo entre los coches o hablando con alguien. Su sola presencia ya era atractiva, pero discretamente se percataba de cada gesto y forma de articular, mientras hablaba.

Algo le indicaba que aquel hombre no sólo era interesante y guapo por fuera, sino que también su interior lo era. En momentos había llegado algo tarde al gimnasio demorándose mientras lo observaba, con disimulo... o es lo que ella creía, que nadie más la vería, sobre todo porque cuando lo había visto, solía estar de espaldas, sin pensar o acordarse, que igual que se veía de fuera hacia dentro, mucho mejor se podían percatar los que estaban en el otro lado de lo que pasaba en el exterior.

En ese tiempo que llevaba yendo por allá, había coincidido de verlo unas cinco veces. Unas a la ida, otras a la vuelta. Suficientes para que cada día fuera con el pulso más acelerado al gimnasio o saliera con el mismo más palpitante aún, por si lo veía al salir. Yéndose contenta para casa si lo veía, y no tanto si con él no coincidía.

La primera vez que lo había visto, pensó que era un cliente. Pero al verlo más veces allí, pensó que igual era el vendedor. Daba igual lo que le uniera a aquel concesionario, sólo pensaba en que haría lo que fuera por acercarse a él.

No le importaría, la verdad. Pues aquel hombre desde que lo viera la primera vez, le transmitía mucho más que guapura. Aunque se reía cada vez que recapacitaba tras pensar aquello, pero era cierto, que a veces le daban ganas de entrar y hablar algo con él. Intercambiar unas palabras nada más, ya sería estupendo. Ver como era su trato, observarlo más de cerca, aunque resultara un poquito loca, pues no tenía intención de comprar ningún coche, menos aún uno de alta gama. Si al menos estuviera en otro tipo de tienda, una frutería, una panadería, un taller mecánico inclusive, pues así podría llevar su vehículo a reparar. Se partía de la risa, nada más pensar en las tonterías que se le venían a la cabeza y todo por querer acercarse un poquito más a él.

 En las últimas dos semanas, no lo había visto por allí los días en que ella había pasado. Lo cual hizo, el pensarse en pasar otro día de los que no iba al gimnasio, y a otra hora diferente, por si tenía otros horarios o turnos.

Así que aquel día, cuando salió del trabajo, paseó por aquella zona como si tal cosa. Eso si, sin su ropa deportiva. Iba pensando en que lo más probable es que ya no coincidiera con él, cuando sonaba su móvil. Mientras contestaba la llamada, llegó hasta el lugar y se puso a observar a través del cristal del ventanal, por si veía a alguien por allá.

Se sobresaltó, cuando sin esperarlo, lo vio dentro. Estaba con otro hombre, comprobando algo alrededor de un coche amarillo. Lo único que pensó fue, que no dejaría pasar aquella oportunidad. Así que dando por terminada la conversación, es que se decidía a entrar. No tenía muy claro como haría ni que iba a decir, pero por mínimo que fuera el tiempo compartido con él, ya sería interesante, como le resultaba él.

Justo cuando entró, y se lo encontró allí, medio de espaldas, como abriendo la puerta del vehículo, para no sabía que cosa que estuviera comprobando, es que se quedaba parada, observándolo detenidamente, sin decir nada. El verlo tan de cerca, hacía que la opinión creada respecto a él, mejorara. Aquel perfil, aquellos brazos musculosos, sus botas, su ropa.

En esas estaba, ensimismada, cuando él se incorporaba para girarse y seguir con lo que estaba, cuando se percató de ella, sosteniendo su mirada. Ella no podía reaccionar, cuando tras voltearse, lo vio bien. Su fornido cuerpo, su altura, su guapo rostro y esos ojos que le intrigaban escondiéndose tras las gafas de sol. ¿Y ahora qué?, se preguntaba a si misma.

- Hola, ¿en que puedo ayudarla?.

Escuchó su agradable voz, mientras él descubría sus ojos retirándose las gafas. No sabía como iba a continuar, pero solo por escucharle y ver su mirada, ya había merecido aquel atrevimiento.

- Eh... yo, eh...si, venía a comprar coches.

- Como si de manzanas se tratara.

- ¿Perdón?... Ay!, quise decir, ver coches.

- Disculpe por ese toque de humor. Pero me hizo gracia como lo expresó hablando en plural. ¿Alguna marca o modelo en particular?.

- Pues no, la verdad. Venía más que nada, a informarme de las condiciones y todo ese primero.

- ¿Cómo cuales?.

- No se, pues que si me interesa alguno, lo puedo probar primero.

¡Tierra trágame!, es lo único que se le vino a la cabeza. Le había dejado tan embobada su presencia, que ya no sabía como continuar. Se le olvidaba hasta lo básico que se pudiera decir cuando alguien iba a comprar un coche. Solo sabía que estaba conversando con él, y eso era lo que importaba. Además de que se había percatado de que debía de tener además un buen sentido del humor.

- Mire, no se preocupe por eso ahora. Dígame que modelo y estilo de coche quiere, y ya le iría informando de lo demás, sin compromiso alguno.

- Es que tampoco lo tengo muy claro. Igual me pueda recomendar alguno.

Mientras decía eso, había desviado su mirada hacia el coche amarillo al otro lado, más que nada para retirarla un instante de él.

- ¿Un estilo a ese que está mirando?.

- Bueno, no era ese tipo el que venía buscando precisamente, aunque tiene que se una pasada montarlo, ¿verdad?.

- Tome, pruébelo y ya me dice que le pareció. Si realmente le interesa o prefiere mirar otro.

Y acercándole unas llaves es que le decía que diera una vuelta con dicho coche para que comprobara por ella misma. Aquello ya se comenzaba a complicar, así que lo mejor era que terminara con aquella idea absurda de charlar con aquel hombre, de una vez y se marchara con cualquier escusa. O mejor diciéndole la verdad, sería a esas alturas, lo más sencillo ya.

- O es muy divertido, o muy confiado. Así, me da las llaves sin más.

- ¿Acaso tiene pensado ir muy lejos con él?.

- Definitivamente si, tiene muy buen humor, y particular además. Y es inteligente, sin duda. Gracias, pero lo mejor es que me marche, y ya cuando me lo haya pensado bien sobre mis intenciones de compra, pues ya regrese. De cualquier manera, ha sido grato su recibimiento.

- Lo mejor es que aprovechara el que ya ha venido, que se ha decidido a entrar y bueno, con confianza puede preguntar lo que necesite saber. Y por supuesto, probarlo. Estamos para eso, para atenderle lo mejor que podamos.

- La verdad que suena bien. Pero podría resultar pesada pues por mí, le preguntaría un montón sobre coches y motor, además de pedirle recomendación de lo que me vendría mejor, que me comentara sobre las características de uno u otro. Bueno como verá, no tendría tiempo para ningún cliente más...jaja. Gracias, ha sido muy amable y disculpe por la molestia, pero mejor lo veo con más tranquilidad. Buenas tardes.

Tras mantener ambos la mirada unos largos segundos más, es que ella se giraba, para marcharse de allí cuanto antes. Satisfecha por un lado, de haberse atrevido a entrar, consiguiendo haber conocido un poquito más de aquel hombre, pero sintiéndose un poco mal, primero porque había sido una tontería actuar así, inventándose todo aquello, sintiéndose peor, porque casi estaba segura de que él sabía que su intención no era comprar un coche cuando entró y segundo porque ahora se quedaba peor aún tras comprobar, que como bien intuía, aquel hombre no solo era guapo e interesante por fuera, sino que había algo en él, que lo hacía especial desde dentro, sin muchas posibilidades de conocerlo mejor. Con todo aquello iba saliendo de aquel lugar, cuando de nuevo escuchó su voz.

- Espere, ¿tiene unos minutos más?.

- ¿Acaso me va a llevar a dar esa vuelta para que vea que tal va el coche e informarme sobre las condiciones del mismo?. Porque si no es para eso, mejor no hacerle perder ni un minuto más.

Tras decir aquello, que no sabía muy bien cómo se había atrevido, tal vez para dar ella su toquecito de humor, es que veía como él se le quedaba mirando con una sonrisa, tal vez conteniendo unas risas.

- Ríase, no se corte. Lo dije para dejar también mi toque de humor. Bueno, ahora si ya me voy.

 - No, ahora no se puede ir, porque le voy a dar esa vuelta. No me gustaría que se fuera con esa sensación de aquí, así sin probar el coche ni informarse de lo que sea que quiera informarse, como le gustaría hacerlo.

Y minutos después, iba sentada al lado de aquel hombre, en aquel coche, mientras le indicaba que era el dueño del concesionario, y que eso no lo había hecho antes. Le contaba eso y mucho más, informándole de todo cuanto le preguntó, obvio porque él le dio la confianza para ello.

Era un placer estar a su lado, observarlo mientras conducía. El movimiento de sus piernas con los pedales, o la forma en la que mantenía la izquierda cuando no estaba en el embrague. Tan alto que era, casi impresionaba más dentro que fuera.

Al final, lo que ella había considerado una tontería, había resultado ser, no una simple anécdota, sino una maravillosa experiencia. No olvidaba aquello que le dijo él, tras dejarla donde ella le indicaba.

- Es bueno no solo creer en uno mismo, también confiar en los pasos que da. Y una vez que haces lo que te dicta tu corazón o tu intuición, no hay que dar marcha atrás. Agradezco ese atrevimiento de tu parte, alguna vez pensé cuándo te decidirías a entrar y a preguntar lo que fuera, con la escusa de acercarte a mí.

Que bueno que al final me decidí, se decía para si misma, mientras él le entregaba una tarjeta donde aparecía, entre otros datos, el nombre del concesionario.

 (18/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando. 

Como siempre un placer. Disfrutando de tu interpretación y de tu agradable voz, cuando á través de José Armando, te oigo expresar mi nombre.

Espero te guste. Por cierto, hoy antes de ponerme a escribir, recordé el relato aquel que escribí en su momento de la concentración de motos, "Dependía de usted...", y lo estuve leyendo. Observándote de nuevo en aquella imagen, con aquella vestimenta motera, tus brazos y aquella camiseta, y entre soñarte ayer, yo decía... las cosas no suceden de casualidad, ¿será telepatía?...jaja.

Aquí sigo trasnochando por ti, y ya me tengo que ir a trabajar... pero muy contenta, y sabrás por qué ¿verdad?. 

Te quiero, guapo. Un abrazo y un beso. Buenas noches. Disfruta cada instante.

Atardecer  18/02/2018. 

SÓLO ÉL...

Sobresaliente, con luz propia.

Con su sola presencia.

Nominado o no, con estatuilla o sin ella,

Él siempre brilla.

Con su magia y su esencia.

Con su delicadeza y sencillez,

con su elegancia y saber estar.

Con su distinción, con su exquisitez,

Con su don de palabra,

con su inteligencia y maestría,

con su experiencia y veteranía.

Enseñando y dando ejemplo,

 con sus conocimientos, educación y su humildad.

Sorprendiendo siempre,

gratamente.

Iluminando allá por donde camina.

Con su calidad artística y expresiva

en escena o al hablar,

Con su propio estilo y porte singular,

con su talento y profesionalidad,

conquista por igual.

Emoción y ovación con su sola aparición,

no necesitando de nada más, 

para reconocerle su gran trabajo,

su esfuerzo y dedicación,

y lo admirable de conseguir por años,

mantenerse aún exitoso en la cima.

Aplausos, sentimientos y expectación,

con los que agradecerle su éxito constante,

por todo lo que nos hace disfrutar,

homenaje a su trayectoria ejemplar.

Protagonista de la noche,

aún sin un proyecto reciente al que nominar,

pero si una excelente y consagrada carrera,

con la que aún le queda que soñar y hacer sueños realidad.

El principal... el estelar,

sabiendo sorprender allá por donde va.

Con sólo estar,

con tu sola presencia y tu propia representación,

te sentí el más premiado,

sin ver ni escuchar a nadie más que a ti,

a la vez que nos supiste premiar con estar ahí,

agradeciéndote por existir.

Felicidades Sr. Colunga por otro éxito más,

por otro premio más en la Gala TVyNovelas,

PREMIO DE HONOR

por su calidad artística y humana,

por su distinción.

GRACIAS mi querido y admirado FERNANDO,

POR TODO, POR TANTO.

Por lo mucho que aún nos harás disfrutar y soñar.

TE QUIERO.

 (19/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando.

Gracias, por estar ahí.

Gracias, por seguir haciéndome disfrutar con tus personajes. 

Una vez más sigo trasnochando, pero hoy me voy además emocionada. Ayer te dije que me iba contenta a trabajar y bien sabías por qué, ¿verdad?. Pues si, a medida que te escribía, te soñaba y te contaba aquí, también llegué a verte y escucharte por un momento, sorprendiéndome como sólo tu sabes hacerlo, guapo. Porque lo eres, porque lo estabas. Momento que fue suficiente para embriagarme con tu magia, con tu esencia. Que elegante y cuánta clase. Hoy ya me he empapado...jaja.

Emocionada de volver a verte, escucharte y sentirte ahí bien cerca. Además de por las palabras que te dedico, que bien sabes que son sentidas y de corazón. Con mucho cariño, respeto, aprecio y admiración por ti. Feliz con tu presencia, con tu disfrute, que es el mío.

Te quiero, llevándote muy dentro de mí. Cuídate.  

Buenas noches. Un beso y un abrazo, intensos.

Atardecer  19/02/2018. 

EL VALOR DE SU PRESENCIA ALLÍ...

No sólo se trataba de su presentación, la que él hizo y que supo, como si de una representación teatral se tratara, de hacerla como él sabe, con arte, con propiedad y con la mayor perfección. Era el valor de su presencia allí, tan inesperada como deseada, pero tan sorprendente y aclamada.

Ella no sabía que él allí estaría. Si que días antes pensó en ello, en cómo se sentiría ese día, si pensaría en su maravillosa experiencia vivida en aquel lugar un día como ese, en si llegaría a presenciar la gala como invitado, o si tal vez, por no tener proyectos durante el tiempo al que se refería la premiación y por otros compromisos con sus proyectos actuales, decidiera simplemente no estar allí.

Seguía recordando esos momentos, sintiéndolo tan cerca como viviéndolo allí, en directo. Emocionante cuando salía la imagen en aquella gran pantalla, de su interesante personaje, el más reciente, interpretado de forma magistral. Trabajo exitoso y premiado tiempo atrás en aquel lugar. Experiencia maravillosa, que ella seguía recordando con admiración y agradecimiento a ese grande de la actuación como lo es él.

Emotivo aún más, cuando le seguía ese reconocimiento, aquellas palabras expresadas de fondo, sobre el talentoso actor que tanto beneficio le ha dado a esa compañía para la que trabaja y que tanto tiene que agradecerle, mereciendo seguir siendo bien considerado, mucho más cada día, porque lo vale y se lo ha ganado a pulso.

Ella lo observaba, junto a aquella estatuilla de fondo, la misma que él tan bien conoce, esa que tantas veces ha tenido en sus manos a lo largo de su extraordinaria carrera, de su ejemplar trayectoria. De la que sabe la emoción que conlleva el tenerla, no por el premio en si, sino del valor reconocido en ella implícito.

Lo observaba, percibiendo su estilo exquisito, su clase, su porte y elegancia. Ese carácter suyo a través de su perfil y de sus rasgos, de su cuerpo y de sus manos. Pero apreciando a la vez, lo que todo él le transmitía, su calidad artística y personal. Un grande de la actuación y todo todo un caballero.

Era el valor de su presencia allí..., lo que le emocionaba, pues tenía mucho significado para ella, por lo importante que eso era para él. Ella vivió y sintió esa entrada triunfal de él al escenario como una grata sorpresa, pero sobre todo como un homenaje a él, de los muchos que merece. Con su sola presencia, él lo conseguía. Pero en él observaba todo su esfuerzo y trabajo en tantos años. De ahí que se emocionaba, que ahora su sola presencia era motivo de que una ovación, unos aplausos, unas palabras de él, se conviertan en éxito, en gratificación y en reconocimiento a su persona y a su profesionalidad, todo ello con el respeto que él merece y se ha ganado.

Por eso, cuando él se expresaba, con propiedad, con esa seguridad, elocuencia y profesionalidad que le caracterizan, a mitad de la presentación ella se encontraba con su mirada, percibió su cercanía, algo muy importante y significativo para ella, percatándose aún más, a través de lo que le expresaban sus ojos y él le transmitía, del valor de su presencia allí.   

 (20/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando.

Hoy buscando imágenes, me encontraba estas oficiales de TVyNovelas, donde estás mucho más que guapo, siendo interesantes, bellas  y con ellas me quedé... yéndome, a través de ellas, contigo después. 

Así es guapo, tu presencia allí muy emotiva y sorprendente para mí, pero también muy significativa, por lo que a ti, con tu sola aparición, ya te es reconocido. Y por lo que con tu presencia allí, tu me trasmitiste a mi.

Te quiero. Cuídate. Un abrazo.

Atardecer  20/02/2018. 

ESENCIA, TALENTO... Y VIGOR.

Tres, de las muchas cualidades,

que puedo percibir en ti plasmadas en esa imagen.

Esa esencia tuya, que emana de tu interior, firme y natural,

compuesta de características propias e invariables,

inherente a tu ser, de la que se alimenta el actor a la vez.

Esencia que me atrae y me atrapa, haciendo que llegue a admirar

y querer al hombre, en el que permanece constante.

Tu y tu talento, que me embriagáis a medida que camináis,

 siempre juntos... de la mano, fieles e inseparables.

Y que tanto me hacéis disfrutar cuando me invitas a acompañaros,

adentrándome en esas aventuras y proyectos, que organizas previamente,

con tanto esmero, dedicación y profesionalidad.

Vigor el tuyo, con el que me embriagas,

a medida que con tu personalidad y tu trabajo,

 despliegas fuerza e inteligencia, energía y eficacia, 

a través de tu presencia y en cada personaje que representas,

trasmitiendo magia y haciendo sueños realidad.

Esencia, talento y vigor.

Tres, de las muchas cualidades que aprecio en ti,

 por las que te sigo y admiro, con orgullo y respeto,

por las que te quiero y mucho más que eso..., siendo especial para mí,

 con las que has sabido atraerme y conquistarme de una manera interesante,

 no solo como admiradora, también como mujer.

Contigo, rendida a tus pies,

pero a tu lado... ofreciéndote como siempre, mi mano.

 Te quiero, Fernando.

Gracias, mi Intérprete Predilecto.

 (21/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando.

Hoy tenía clara la imagen que utilizar para dedicarte unas palabras más, aunque muchas veces consigues que me quede sin habla.

Quería esa imagen tuya para expresarte tras estos días de emoción después de sorprenderme apareciendo de esa manera tan interesante, además guapo y elegante.  Algo mínimo para lo mucho que me ofreces, pero sabes que es con mucho aprecio y cariño, agradeciéndote por tanto.

Te quiero, siendo especial en mi corazón.

Un beso. Cuídate. Buenas noches.

Atardecer  21/02/2018. 

DESNUDADA POR SU MIRADA...

Sin duda aquel hombre había dejado huella en ella. Así lo pensaba, mientras trataba de calmarse, incorporada en la cama de madrugada, tras haberse despertado con el corazón acelerado y su cuerpo vibrante de deseo, después de haber tenido aquel ensueño donde aparecía él, aquel hombre al que apenas había conocido ese día.

O tal vez en aquel tiempo que le trató, llegó a conocer no poco de él. Lo que sabía era que aquel hombre la había llegado a desnudar con su mirada en la mañana, a la vez que lo había hecho con sus palabras, y en la noche la había desnudado en aquella ensoñación, acariciando sensualmente su espalda, haciéndola sentir tal placer, que por un momento pensó en que realmente había sucedido.

Pero no, él no estaba allí, recordando la proposición que ese día le había hecho. Con sus manos cubriendo su rostro, por la confusión de todo ello, se iba a través de su pensamiento hasta aquellos momentos.

Él presidía la compañía en aquel país, de una reconocida marca de coches de lujo. Ella trabajaba hacía un par de meses, como asesora, de uno de los competidores mas grandes que él tenía. El mismo tiempo que llevaba viviendo en aquel lugar, al que había llegado buscando un cambio, tras necesitar desconectar donde anteriormente trabajaba. Trabajo del que supo, a través de un conocido de ella, que a su vez conocía al que ahora era su jefe, y al que accedió hasta ir viendo como se organizaba en aquella ciudad, pues en aquel tiempo se había dado cuenta de que no era el lugar donde quería estar, entre otras cosas por el hombre que había contratado su asesoramiento, percibiendo en él algo que no le acababa de convencer, además de que no se de dejaba asesorar.

Lo último había sido lo que le había ordenado el día anterior, que se presentara en el despacho de su mayor competidor para tratar de convencerle con un negocio al que se resistía, una fusión entre ambas compañías, aprovechando que la competencia había bajado sus ventas en los últimos años, haciéndole indicar que de no acceder, le iría peor. Aunque bien sabía que de la forma en que quería hacerlo no iba a resultar, más porque aún así a la competencia le seguía yendo bien.

Pero ella por más que trató de aconsejarle, al parecer su último recurso es que ella se lo hiciera saber personalmente. No podía decir que no, pues aún tenía que conservar su puesto, ya que todavía no había encontrado nada, entre otras cosas porque no le quedaba tiempo para buscar por ahora.

Así que aquella mañana, ella se presentó en el despacho de quien presidía la mayor compañía competidora para la que trabajaba ahora. Hombre al que no había visto ni conocido hasta ese momento, sólo sabía por oídas y tras informarse, que era un gran profesional en su trabajo. Por lo que tenía claro, que más difícil iba ser de convencer para algo en lo que ella misma no estaba convencida.

Y así, es como volvía los recuerdos para ella de aquellos momentos, cuando le hicieron pasar a su despacho y se encontraba con su potente mirada. Ella pensó que en aquel minuto que la estuvo observando sin decir nada, quedó desnudada por su mirada. Aunque en ese momento, aun con su cuerpo tembloroso, bien sabía que le había desnudado algo más. No sólo era atractivo, sino que con las escasas palabras que le pronunció aquella mañana, supo de su inteligencia y su buen tacto, así como vista para los negocios. Eso, al margen de la proposición que antes de eso, le hizo sin más, nada más dejar de observarla:

- Quiero que trabaje para mí. Tendrá todo listo para cuando venga.

- No le he dicho que acepto.

- Lo hará. Entre otras cosas, porque tengo la sensación de que viene obligada. Sabe que si por usted hubiera sido no estaría aquí. Solo lo ha debido de hacer por algún motivo fuerte, como por ejemplo, que no tenga otro trabajo ahora para elegir y no pueda renunciar al que tiene hasta encontrar otro.

- Usted no me conoce, no sabe como trabajo.

- Con lo que estoy viendo ya me agrada que trabaje para mí.

- No me parece que sea un profesional que contrate según el físico de una mujer. 

- Es cierto, aunque déjeme decirle, que viéndola a usted... 

- Me lo tomaré como un cumplido. Aunque creo, que su interés en qué trabaje para usted, tal vez sea, que resulte una buena provocación para su mayor competidor, ¿cierto?.

- No lo es. No dudo de su capacidad, desde el principio no lo he hecho, aunque también soy consciente de su físico, por su puesto. Piénselo. Creo que merece un trabajo mejor y quiero que trabaje para mí. La espero.

Y esas fueron sus últimas palabras antes de salir de aquel lugar, desnudada por su mirada.

 (22/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando.

Espero haya sido un agradable día. Pensándote...

Te quiero. Un beso. Buenas noches.

Atardecer  22/02/2018. 

DESEABA SEGUIR SINTIENDO SU MIRADA...

Trató de tranquilizarse, volviendo a recostarse sobre la cama. Ahí se quedó pensando en lo que haría al día siguiente. Sin duda aquel hombre la había hecho reaccionar, pues renunciaría a aquel trabajo en el que no se sentía cómoda y que en ese periodo que había pasado de prueba había demorado en hacerlo.

A la vez, ese "la espero" seguía resonando en su cabeza. Pero no, no aceptaría aquella proposición, aunque en el fondo deseaba hacerlo, por lo que aquel hombre había provocado en ella, pero sobre todo porque sabía lo mucho que le aportaría y lo que con él aprendería, ya que era un hombre interesante, de eso no tenía duda.

Pero no, aquel hombre no necesitaba de un asesor, se bastaba sólo. Además no lo haría, sería complicar la situación. Si, no iba a entrar en aquella provocación entre ambas compañías. No tanto por él, pues pensaba que no necesitaba de ello, pero si de quien aun era su jefe, teniendo algún que otro asesor más además de ella, intrigándole más aquella absurda idea de enviarla para convencer de tal negocio. Tal vez era eso sin más, provocar cualquier mínima reacción en su competidor y observar el siguiente paso.

Daba igual, no iba a pensar más en eso. Renunciaría a aquel trabajo, pues no se complicaría más. Ella había dejado el suyo anterior, porque necesitaba desconectar, dar un giro en ese sentido. No iba a complicarse ahora, no. Renunciaría a ese trabajo, aun sabiendo los impedimentos que le pondrían. No era lo que buscaba, ni esperaba, ese sería su motivo de marcharse. No comentaría sobre la conversación que mantuvo con el rival. Simplemente diría que seguía sin aceptar y que ella tenía claro que no lo iba a hacer. De hecho así era.

Y así sucedió, al día siguiente en la mañana presentaba su renuncia. A regañadientes de quien le contrató, quien le recordaba que durante un tiempo no podría trabajar para la competencia, o que se atuviera a las consecuencias. Amenaza que no le inquietaba, pues ni pensaba hacerlo, y de ser así, no había pasado el suficiente tiempo de contrato como para tenerse que acoger a dicha clausula ni que ésta le afectara.

No fue fácil retener el impulso de acceder a aquel "la espero" que seguía en su pensamiento, ni en renuncia a seguir viendo aquella mirada. Pero era lo mejor, regresarse, como lo hizo, cuando había pasado un par de días y no conseguía quitarse de la mente aquella mañana en aquel despacho, ni la ensoñación de aquella noche. Más cuando supo que él había sabido de su renuncia y trataría de averiguar sobre ella, al no haber vuelto aceptando su proposición. Y lo pensaba, porque, intuía que era un hombre que no se conformaba, ni renunciaba así como así, a lo que él proyectaba o quería.

Así había sido, él... tras saber que ella había renunciado, hizo que el personal que tenía encargado para ello, para informarle sobre los pasos que daba su competidor, averiguara sobre ella, ya que no se había aparecido. Y era algo que deseaba que hubiera sucedido. Pero no sucedió, enterándose de que había regresado al lugar de procedencia.

Algo que en aquel mes que había pasado, aún no aceptaba ni se acostumbraba a la idea de que no volviera a verla. Como le sucedía a ella, de ahí que hubiera tomado la decisión, en aquellas semanas, estando alejada, de volver a aquel lugar, cerca suyo, pues deseaba seguir sintiendo su mirada.

La misma que no se encontró, ese día que se presentaba de nuevo en su despacho, no anunciándola la chica de la recepción, quedando ella sorprendida por la respuesta que le dio de no hacerlo, ya que podía pasar sin ser anunciada... porque el señor con desesperación, hacía un mes que la esperaba. Y no, no se encontró ese día con su potente mirada, pues sus fornidas y atractivas manos la tapaban.

Le dolió a la vez que le inquietaba verlo así, más al pensar levemente que pudiera ser por la ausencia de ella. Pero no le quedó duda, al observar su reacción y la expresión de su rostro, tras escuchar la voz de ella al saludar.

- Hola...

- Hola... No contaba con que fuera fácil, pero no pensé que tardarías tanto.

- ¿Por qué estabas tan seguro de que volverías?.

- Porque mi interior me lo decía en cuanto te vi. La primera vez que lo hice... que no fue aquella mañana en mi despacho.

- ¿Cómo dices?. Yo no te vi antes de aquel día.

- Pero yo a ti si.

- ¿Me puedes explicar, por favor?. O mejor no, porque no quiero pensar que al final si va a resultar ser lo que en algún instante pensé, que era muy buena para serviros como..

- No, no digas eso, pues no es cierto. No al menos de por mi parte. Sólo que me mantienen informado absolutamente de todo lo relacionado con mi competidor. También si contrata a un nuevo asesor o asesora personal. No es algo que me preocupe o importe demasiado, más bien es curiosidad y mantenerme informado sobre mi rival. Un día te vi, pocos días antes de vernos en mi despacho, cuando pasaba con el coche cercano a la compañía donde trabajabas. A nivel personal me interesé, comentándolo con la persona que ese día me acompañaba, quien para mi sorpresa no grata, me dijo que trabajabas para él de asesora. Solamente fue eso por mi parte, hasta que me anunciaron aquella mañana de que la asesora de tal, deseaba hablar conmigo.

- No se que decir y no quiero pensar que...

- No tienes que decir ni pensar nada, lo importante es que renunciaste a aquel trabajo que pienso no te convenía y que estás aquí, alegrándome de ello. Respecto a la propuesta que te hice de trabajar para mí, claro que eso tendrás que decidirlo tu, si realmente quieres hacerlo.

- Sinceramente no creo que necesites de alguien que te asesore en tu negocio.

- Igual, alguien como tu si...

- Ambos sabemos que no es así. De todos modos, no voy a pensar en eso ahora. Regresé porque hay algo que te quiero plantear, después de que...

- De que te influyera lo que sucedió aquella mañana en el despacho. Eso mismo que sabemos ambos y que sería absurdo negarlo. Estoy deseando de que me cuentes de que se trata.

- Si, pero preferiría hacerlo fuera de aquí. Si te viene bien, podríamos vernos esta noche. Se de un restaurante que me gusta y no está muy lejos de esta zona. Te espero.

Y tras darle una tarjeta del lugar que le había mencionado, el mismo que él bien conocía, es que se marchaba de allí, habiéndolo dejado gratamente sorprendido con aquel gesto.

Y allí, aquella noche, es que ella le explicaba, ante la expresiva y bonita mirada de él, de que más que trabajar, deseaba escribir para él. Y así le planteaba la idea que le había surgido tras conocer de su afición también por las motos. De que le contara de esa pasión, de sus experiencias y anécdotas con ellas. Algo que le apetecería plasmar para él, ilustrándolo con algunas fotografías y algunas pinceladas suyas, de lo que le inspiraban las mismas. Y después, si le interesaba, la contratara para ir sacando trimestralmente una revista, con las páginas justas y las palabras precisas, para atraer a nuevos clientes y hacer que permanecer a los existentes. Una especie de catálogo en el que dar a conocer el producto con el que él trabajaba a diario, los coches de lujo, haciendo plasmar entre refinadas imágenes, las sabias palabras y conocimientos de él como profesional, cubriéndolas con el toque personal de ella al escribirlas.  

Tras decirle todo aquello, él la observó en silencio, de tal forma, que sin duda, deseaba seguir sintiendo su mirada... por siempre, toda la vida. 

 (23/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando.

Deseo haya resultado un agradable día. Yo disfrutándote a través de ese lindo personaje que es José Armando. Y bueno, ahí continué con lo que te escribí ayer... No sabía que hacer, pues me gustaba así tal cual... pero deseaba seguir sintiendo esa mirada, y pues me deleite con ella otra vez...je. Gracias.

¿Alguna vez te he dicho que te quiero?. Un beso inmenso. Buenas noches.

Atardecer  23/02/2018. 

SU CORAZÓN SEGUÍA ALTERANDOSE AL VERLE...

Seguía observando aquella fotografía, que un día le diera su tía, quien trabajó durante muchos años en casa de los padres de él, y con la que se fue muchos veranos a la casa de campo de ellos. Temporadas que coincidió con él en muchas ocasiones.

Había llegado a casa con el corazón acelerado y lo primero que hizo fue coger aquella fotografía, la única que tenía de él y que un día le entregó su tía, tras saber de los sentimientos de ella hacia él. Fue de aquel verano, tras él terminar la carrera, que regresó después de varios años fuera estudiando, aunque en vacaciones siempre había regresado a la casa de campo. Pero esa vez, venía para celebrar su graduación y marchar fuera a ejercer. Por entonces ella estaba aún en secundaria, quedándole un curso para terminar.

La diferencia de edad no había importado para sentir lo que sentía por él, más aún, tras aquel beso que se dieron cuando paseaban como en otras ocasiones lo habían hecho. Sólo que ya los sentimientos no eran los mismos entre ellos, habían cambiado, ya no eran tan inocentes... eran más cocientes. Él le había dicho que se había convertido en toda una jovencita muy bonita, acercándose a ella, y besándola... ambos se dejaron llevar, dándose un fuerte abrazo sintiendo los dos aquel momento de un modo bonito e intenso.

De siempre se había llevado muy bien. Bromeando y jugueteando. Él la llevaba a pasear a caballo hasta una zona preciosa en que había un pequeña cascada. Esas semanas que coincidían durante los veranos, se divirtieron mucho juntos. Exceptuando aquel último, en el que tras aquel beso, ya no fue igual para ninguno de los dos. Ella ya no era tan pequeña, se había hecho mujer y él tampoco la veía de igual manera como lo había hecho antes. Sólo que tras irse ese verano, ya no sabría cuando lo volvería a ver, más aún cuando aquel último día, antes de que se marchara él, durante la comida le escuchaba a su tía preguntarle que si su novia también había terminado de estudiar, para cuando tenían pensado casarse.

En ese instante, ellos intercambiaron una mirada, aguantándose ella como pudo las lágrimas. Al parecer había conocido en la Universidad a una chica hacía un tiempo, quien según él eran amigos y se estaban conociendo, pero que su tía en cambio, había tildado de novia. Como fuera, aquella noticia, le sentó como un jarro de agua fría tras el calor sentido por aquel beso que se habían dado hacia un momento.

En la tarde, cuando él marchaba, ella lo observaba desde la ventana. Instantes antes, había tratado de aclararle lo de aquella chica, y que aquel beso había sido sincero, confuso por lo que ahora estaba sintiendo. Pero ella no dejó que siguiera, pues todo aquello le dolía, pues la realidad era que se marchaba lejos a trabajar y lo haría estando cerca de ella, con quien tendría una relación y probablemente se casaría. Mientras ella aún le quedaba un año de instituto y luego iniciar y terminar la carrera que decidiera realizar.

Con lágrimas en los ojos seguía observando la fotografía, que su tía le entregara aquella tarde, tras verla llorando cuando el joven se había marchado y conociendo de sus sentimientos hacía él. Recordaba aquellas palabras que le dijo para animarla, que pronto se le pasaría, que con el tiempo volvería a verlo como lo que siempre habían sido, sólo buenos amigos. Pero no era así, no lo había olvidado ni había dejado de sentir por él lo que siempre sintió. Y esa misma mañana, lo había comprobado, cuando en aquel hospital con él se había encontrado después de casi diez años.

Había llegado muy justa de tiempo. Había comprobado que la persona que tenía el turno delante de ella ya estaba dentro en la consulta, se lo habían indicado dos señoras que iban seguidas a ella. Iba a hacerse una revisión rutinaria, con el doctor que le habían asignado y que últimamente solía atenderle.

Tras ver que ya salía la persona que estaba dentro, se levantaba para ella entrar cuando de pronto se encontró con él de frente. Al parecer él era el medico que debía atenderle y tras haber visto su nombre completo, es que salía tal vez para comprobar si de verdad era ella.

Tras mirarse fijamente durante un largo silencio, es que él lo interrumpía:

- No podía creer que fueras tu. ¿Qué tal estas?.

- Bien... ¿y tu?.

- Contento de verte... ¿Pero cual es el motivo de tu visita?.

- Nada importante, una revisión rutinaria.

- Pero bueno, pasemos dentro y ahí me sigues contando mientras te atiendo.

- No, tu no me vas a explorar. Ya lo hará mi doctor cuando se encuentre.

- Por favor, entra. Yo ahora soy el doctor que te corresponde, pues hubo cambio de traslado, y soy yo el que ahora estoy por él.

- Está bien, en ese caso, yo pediré un cambio de doctor. Ahora si me disculpas, tengo que marcharme.

- Espera, no te puedes ir así. Tenemos que hablar.

- Discúlpame, pero no te esperaba aquí. Entiende que esto no es fácil para mí.

- Tampoco lo es para mí, ni lo ha sido en todo este tiempo sin vernos.

- Pues no se nota, ya que no hiciste mucho para que nos viéramos.

- Porque pensé que no tenía derecho de molestarte. No cuando aún tenías que terminar tus estudios y después comenzar una carrera en la Universidad. Pero ahora estoy aquí, regresé consiguiendo un traslado.

- Me alegro por ello, pero eso a mi no me tiene por qué importar.

- Pero te importa y te afecta aunque lo trates de ocultar.

- Sabes, tenías razón... no tenías ningún derecho de molestarme y ahora tampoco. Lo siento, pero tengo que marchar.

Y diciéndole aquello, es que se alejaba de él, por más que le doliera, no sin observar la seria mirada con la que lo hacía él. Llegó a casa muy afectada, con ganas solo de aferrarse a aquella fotografía, como le hubiera gustado aferrase a los brazos de él, porque no podía negar que su corazón seguía alterándose al verle.

Sólo que también estaba dañado, tal como él se lo había dejado...

 (24/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando.

Espero que esté resultando un agradable y bonito fin de semana.

Yo sigo deleitándome contigo, viéndote interpretar, escribiendo para ti... contándote.

PD: Disculpa, no sólo por algún error al teclear con las prisas, se que puedes comprenderme, y más cuando se trata de escribirte a ti, que consigues ponerme a veces más nerviosa de la cuenta...ja. Sino que ayer no me di cuenta de rapidito que ya iba, de que la frase que dejaba, ponía "si me vez", y es que entiéndeme, yo a esas horas sólo era a ti a quien veía...jaja. Ay, cuando me he dado cuenta, así igual, me he llevado a la cara las manos...jajaja.

Te quiero, guapo. Un abrazo intenso. Buena noches.

Atardecer  24/02/2018. 

SÓLO ÉL PODÍA SANAR SU CORAZÓN...

Tenia que tranquilizarse, regresaría al trabajo y esa misma tarde llamaría a su tía, necesitaba hablar con ella, saber si como en otros años, se encontraba allá en la casa de campo, cuando se iba acercando la primavera, organizando para cuando llegaran los dueños. De ser así, precisaba volver hasta aquel lugar.

Así era, allí estaba pasando unas semanas, pues a pesar del tiempo, su tía seguía yendo hasta allá, más que nada por la buena relación que mantenía con los señores y la confianza que tenían puesta en ella.

Cuando llegó, le explicó lo sucedido. Que se había encontrado con él en el hospital... y todo lo demás. Fue entonces cuando su tía comprendía que su sobrina seguía enamorada del joven, viéndose obligada a decirle, que muchas veces él le había preguntado por ella, en ocasiones cuando habían hablado por teléfono o cuando el había viajado alguna vez en aquel tiempo. Incluso en algún momento le preguntó por su número de teléfono, y ella lo dejó pasar poniendo como excusa que ella estaba muy atareada con sus estudios y era mejor que no la molestara, algo que hizo pensando en su sobrina.

Tras escuchar todo aquello es que ella le reclamaba a su tía por no haberle contado nada de eso en todo ese tiempo. Quién se disculpaba, pero pensaba que era lo mejor para ella, pues él pasado un tiempo desde que se fue, había comenzado a vivir con aquella chica, aunque al final no había ido bien. También porque pensaba que ella aún era muy joven y que tal vez estaba confusa, por eso que sentía por él, que lo mejor era que se olvidara. Pero ahora se daba cuenta, tras ver a su sobrina y escucharla que tal vez estuvo equivocada, actuando como lo hizo.

Ella en cierta manera también se sentía algo culpable, por no querer escucharle, aquella tarde cuando él marchaba. Pero tampoco él le había hablado de aquella chica. Y en cambio la había besado. ¿Pero cómo podía reaccionar tras escuchar todo aquello, después de haberle demostrado ella en aquel beso todo lo que por él sentía?. Pero a la vez se lamentaba de todo aquel tiempo que no habían estado juntos ni se habían visto. Además, al parecer ya no vivía con ella, pues él le había dicho que había pedido traslado. ¿Qué significaba eso, que era por ella que había vuelto?. 

No quería pensar más, sólo quería ir hasta aquel lugar, aquella preciosa cascada donde solía llevarla él montada en su caballo, pues era por eso que había viajado hasta allá, pues tras haberlo visto en el hospital, necesitaba sentirlo allí, en aquel lugar. Saber si tras los años, le hacía sentir lo mismo.

Se fue hasta allá, paseando, quedando la mente tranquila, simplemente dejándose llevar por lo que sentía y lo que su corazón le decía.

Por su parte él, tras haberla visto el día anterior, aquel sábado también había sentido la necesidad de ir hasta aquel lugar aprovechando que no tenía que ir a trabajar. Tal como llegó lo primero que hizo, sin saber quien habitaba la casa, fue ir hasta las caballerizas y tras montar, salía con su caballo a cabalgar.

Su pensamiento en ella, y todo ese revuelo que sentía por dentro desde que la volviera a ver, lo llevaba hasta aquel lugar donde tantas veces habían ido juntos. Mientras por su menta pasaba todos aquellos años, de que se fuera aquella tarde. Reconocía que desde pequeña había sido especial para él. Pero reconocía que a medida que se hacía mayor su atracción por ella era mayor, de ahí que aquel día se dejara llevar besándola. Él estaba confuso, pues no tenía claro, si era el cariño que siempre le había tenido, aunque tras aquel beso lo tuvo claro, era algo más.

Y en los años que estuvo alejado, sin verla y sin saber de ella, supo lo que sentía verdad. Durante esos primeros años, tras marcharse, pensó que tal vez debía olvidarse, pues igual por la diferencia de edad, ella ya no lo vería igual, que aquello había sido un chiquillada, aunque en el fondo sabia que no era así. Pero trató de hacer su vida con aquella chica, con la que estuvo conviviendo durante unos años, pero no resultó. Luego hubo alguna que otra relación esporádica más, pero nada de aquello funcionó. Aquella jovencita, que ahora ya era toda una mujer, era quien realmente llenaba no solo su mente, sino también su corazón.

Cuando la vio la mañana anterior, lo pudo confirmar. Lo que provocó en él verla, se lo había quedado claro. Como fuera, tenía que hablar con ella. Contarle, tratar de que entendiera, de que ambos comprendiera la postura de cada uno durante esos años. No sabía cual sería su situación ahora, pero como fuera, ella le tenía que escuchar, tenía que escuchar a su corazón y no impedir el poder estar juntos.

Absorto en sus pensamientos estaba, cuando caminando hacía aquella pequeña cascada, pudo ver que alguien estaba allí, quedándose paralizado cuando comprobaba que era ella. Se encontraba justo debajo de la cascada, permitiendo que el agua cristalina acariciara su hermoso cuerpo, pudiendo percibir tras su silueta, que ya no era el de ninguna adolescente, sino el de toda una mujer. Lo que sintió en aquel momento tras verla allí, era mucho más que cariño, se había convertido en deseo, en pasión... en amor. Lo sabía por como estaba reaccionado su cuerpo y su corazón.

Tuvo que retener sus deseos de ir hasta ella, y se marchó de allí. Esperaba que pudieran hablar cuando llegara a la casa. Mientras regresaba lo hizo con su tía, poniéndolo la mujer al tanto de todo lo que con su sobrina estaba pasando.

Pero con ella no pudo intercambiar a penas palabra. Cuando llegó, con su ropa húmeda y el cabello mojado, se le quedaba mirando. No podía ser que estuviera allí, cuando momentos antes lo pensaba con ella en aquella cascada, si... como tantas veces lo pensó y lo imaginó, solo que fue aquel día el primero que se atrevió a adentrarse bajo el agua. Ella no lo sabía, pero en cierto modo, es como si hubieran estado los dos allí, pues cuando él la estuvo observando, su pensamiento fue el mismo, allí con ella, bajo el agua, juntos.

- Hola...  

- Hola, me alegro que estés aquí. Así podemos hablar tranquilos, en este lugar del que tan lindos recuerdos tenemos.

- No creo que se buena idea, menos hacerlo aquí.

- En algún momento, tenemos que hablar, aunque tu te sigas negando a ello.

- Será mejor que me vaya ya.

- No deberías irte con esa ropa mojada, o te verás obligada a ir a ver al doctor.

- No creo que sea necesario... 

- Debiste esperar a que tu cuerpo se secara antes de habértela colocado, entre otras cosas, porque el agua de la cascada no es que caiga templada precisamente.  

- Pero tu, ¿cómo... ?. Mejor me voy ya.

Y tras despedirse de su tía, es que se marchaba de allí, en contra de su voluntad, esa era la verdad. Pero no podía quedarse allí, más ahora que estaba él. Quien se volvía a quedar mirando como se marchaba. Pero no podía seguir huyendo, lo supo cuando pasadas unas tres semanas, lo echaba cada vez más de menos, le dolía no estar a su lado y demostrarle todo lo que por él sentía. Necesitaba escucharlo, comprenderle... hablarle, que la entendiera.

A la mañana siguiente fue hasta el hospital, con esperanza de que aún estuviera allá. No había pedido cita, esperaría al final para aquella revisión que no se hizo, que no le permitió que él le realizara. Cuando salió la ultima persona de la consulta, es que entró ella. Cuando lo hizo, lo saludó y él aunque sorprendido, es que le indicaba, con semblante serio, que se sentara. Y así la estuvo observando, mientras ella hacía lo mismo, sin saber si podría contenerse, pues deseaba aferrarse a él. Estaba tan guapo, con aquella bata azul. Sus ojos, su boca... y aquel vello que asomaba, provocándola hasta pensar en su fornido torso desnudo tras el tejido que lo cubría y aquella cadena, rozando lo que le gustaría acariciar ella.

El seguía observándola, percatándose de su reacción, de la forma en que lo miraba, a la vez que no podía alejar la mente de aquella cascada y de su hermoso cuerpo. Ni de su cara, ni de aquel beso que ambos se dieron hacía tanto tiempo, pero que en aquel momento parecía que acabaran de hacerlo. Trató de despejar su mente y sacar al profesional que llevaba dentro.

- Quítate la camisa, por favor, y siéntate sobre la camilla.

Ella era incapaz de articular palabra, el le seguía hablando. Preguntándole como se había sentido, si había tenido algún dolor o alguna enfermedad importante. Todo ello mientras la examinaba, con delicadeza, acercándose a ella para explorar sus ojos, sus oídos y su garganta, su pecho y su espalda... sin resultar fácil para ninguno de los dos contenerse estando tan cerca el uno del otro. En ese momento ella tuvo claro, que sólo él podía sanar su corazón.

- Ya puedes cubrirte.

- ¿Qué tal me vio doctor?

- Mejor no me haga esa pregunta...

- Eh,... lo decía porque...

- Disculpa, está todo bien. La garganta un poco irritada, debiste de haber cogido frío en algún momento, ¿no es así?.

- Bueno, un poco durante unos días.

- Ya te lo dije, no era buena idea que regresaras con aquella ropa mojada.

- ¿Por qué supiste que estuve en la cascada aquel día?.

- El pecho también lo tuviste que tener agarrado, porque aun se nota algo fatigado.

- Pero eso no es de que cogiera frío...

- Entonces, ¿de qué...?.

- Nada sin importancia entonces, ¿no?.

- Está todo bien, al menos físicamente. Cuídate, por favor. Y cuida tu corazón, que lo noté demasiado acelerado.

Le decía aquellas palabras, mientras le cogía su mano conteniéndose ambos para no abrazarse en aquel lugar, pero no pudieron contenerse por más tiempo y se aferraron con fuerza el uno al otro. Ella no era capaz de decirle nada más y tenía tanto para decirle. Le dio las gracias, y cuando estuvo en la puerta a punto de salir, es que le decía mirándole a los ojos:

- Sólo tu, puedes sanar mi corazón.

 Y claro que lo hizo, con mucho amor, como era su máximo deseo. Además de que con ello sabía que se vería fortalecido también el suyo.

 (25/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando.

Pensándote, con ganas de verte... pero disfrutándote, con tu forma excepcional de interpretar, deleitándome con cada detalle. Hoy con esa gran escena, donde discuten José Armando y su padre, cuando éste le dice que elija entre dejar a Esmeralda o irse de la casa. Y elije irse. Un placer, observar cada gesto, cada expresión, tus movimientos.

Y bueno, dejé la continuación de lo que te contaba ayer...je. Espero te guste.

Te quiero, te quiero. Un beso, intenso. Buenas noches.

Atardecer  25/02/2018. 

SU DELICADEZA ENTRE SU FORTALEZA... TODA UNA BELLEZA. 

Un deleite de observar y apreciar, que sin palabras me deja.

En mente con unas imágenes vistas para crear una historia, con estas me encontré y con ellas me quedé.

Con ellas y con la delicadeza de Él, con su fortaleza y el gran actor que es. Con lo especial que es este personaje para mí. Lo sé porque cada vez que voy a él hace que mi sensibilidad se ponga a flor de piel. Porque me emociona la interpretación magistral, pero sobre todo lo que este personaje influyó en el gran actor y lo que sacó de su interior.

Entre ello, su delicadeza entre su fortaleza... siendo toda una belleza, de observar y apreciar. Una belleza interna, además.

Imágenes que me transmiten tanto, no sólo su gran talento... sino mucho del actor. Y sentir eso, es bello. Porque lo siento muy profundo. Y es ese el encanto suyo, su profesionalidad, su esencia y su magia todo en uno.  

 (26/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando.

Tenía pensado utilizar unas imágenes para contarte, pero me encontré con estas que había dejado en uno de mis temas, Día a día, del 2016, y bueno, pues ahí con ellas me quedé, y que te digo, así literal sin palabras me quedé. Porque solo me apetecía observarlas, lo cual es para mí también un placer.

Y observarte, contemplarte a ti en ellas, a través de tú personaje, este personaje para mí tan especial, pero apreciando tu delicadeza entre tu fortaleza. Toda una belleza en ti, y una belleza sentirlo y apreciarlo, y la forma en que lo siento, desde el interior, desde mi corazón, llegándome al alma. Es mucho lo que me transmites, Fernando.

Dejo esta frase, que un día en ese mismo tema que te comentaba arriba, escribí un día de diciembre de ese año, pues me hizo sonreír al recordarla y a la que hoy me vuelvo a aferrar, hoy que ya me volviste a dejar, bueno pues si, bien emocionada.

"Al igual que tu mirada es única para mí entre todas las miradas que yo pueda percibir, así siento que son mis palabras y mi sentir hacia ti..., únicos entre lo mucho que puedas recibir. (Atardecer)"

Te quiero, Fernando... te quiero.

Un beso enorme y un abrazo intenso. Buenas noches. Atardecer.

Atardecer  26/02/2018. 

COMÉRSELO A BESOS... 

Estaba la tarde apropiada para la invitación que le había hecho vía móvil de quedar para tomar un chocolate caliente en un acogedor lugar que habían abierto hacía unas semanas, al que él había tenido oportunidad de ir y que sabía que le iba a gustar. Ella terminaba en nada con unas gestiones que tenía pendiente y para esa hora él ya habría terminado con las grabaciones.

La llovizna para nada impedía que acudiera sonriente a ese lindo encuentro con él, al contrario, le daría más encanto al momento, pues de seguro sería un bonito lugar, pero sobre todo su sonrisa se debía al placer de pasar el resto de la tarde juntos.

Cuando llegó a la dirección que él le había indicado, tenía la sensación de que sería una tarde agradable. Se quedó mirando la fachada donde había unos murales preciosos pintados a mano, con dibujos apropiados a la temática del lugar, al igual que el interior, cuyos suaves dibujos invitaban a quedarte.

Y allí estaba él, sentado junto a una pequeña mesa  al lado de una de las amplias ventanas. Ella se percató de él, y desde fuera empezó a llamarle  la atención con miraditas. Él sonrió desde el otro lado, no pudiendo contener la risa, cuando le tiraba un beso como agradecida por quedar en aquel lugar. Pero sobre todo, por lo divertida que se le veía.

Cuando entró y se acercó a él, todo se volvió aún más encantador. La recibió con un cariñoso beso. Y a partir de ahí, todo fueron risas, miradas y una charla muy agradable. Eso, unido al sabor de un delicioso chocolate que disfrutaron con una menuda lluvia de fondo, entre el tacto de sus manos que a ratos se buscaban cariñosas.

La bonita decoración del local invitaba a ser observada desde más cerca. De ahí que tras terminar, él le dijera de acercase a ver algunas de las cosas más curiosas, aprovechando de paso para pagar la cuenta. Ella disfrutó un montón y él de verla a ella gozar aquella tarde como lo estaba haciendo.

Cuando se acercaron a la dependienta, ella le hizo algunas preguntas sobre la decoración del lugar, enseñándole incluso algunas fotografías que tenía allí en un pequeño álbum, en forma de montaje de todo el proceso de decoración y hablándole de la persona encargada de la misma, a la vez que se quedaba mirando unos preciosos detalles que había sobre el mostrador, un par de figuras labradas en barro y decoradas muy finas con pinturas de colores pastel, junto a unas chocolatinas que había en un tarrito, de las cuales la dependienta le ofreció mientras le cobraba la cuenta.

Él se ausentó un momento al baño, haciéndoselo saber a ella. Pero tan distraída seguía en las fotografías y todo el proceso de la estructura que hacía un momento observaba junto a él, que no se percataba de lo que pasaba a su alrededor, hasta que una vez llegó él y decidieron marchar, que escucha a la dependienta decirle:

- "Por favor, señora devuelva las figuras labradas".

- ¿Cómo dice?... Disculpe, pero yo no he cogido nada. Está en un error.

La dependienta le seguía insistiendo en que la había visto meterlas en su bolso. Ella buscó la mirada de él, como no dando crédito. Pero él seguía callado, y lo peor es que la cara con la que la miraba, no era de creerla a ella sino a la chica.

De inmediato abría su bolso y para su sorpresa, allá estaban. La expresión de tierra trágame en ella, quien se trataba de explicar, pero por más que lo miraba a él, nada le decía, nada más se limitó a cogérselas de las manos y dárselas a la chica pidiendo un montón de disculpas.

Ella seguía insistiendo que no había sido, que alguien debía de haberlas metido en su bolso, pero tampoco tenía como probar aquello. Ya cuando volvía a buscar la mirada de él, tratando de que entendiera que en su ausencia ella no había cogido nada, es que él ya no podía contenerse más viéndole su linda carita y mirando hacia la chica, es que ambos ya sonreían observando la reacción de ella, que al empezar a percatarse de que aquello era un complot, les provocó la risa. 

Una broma de él, pues era el local de un conocido y aquella su hija, algo que ella no sabía. Y no se le ocurrió otra cosa que aprovechar aquellos bonitas figuras, que eran para ellos por su visita, para terminar aquella velada con unas risas y para recordarle de paso, que el bolso no debía de perderlo de vista, por más concentrada que estuvieras con otra cosa, ya que había sido él quien se lo había entrado, teniéndolo en el asiento justo al lado.

Pero ella, también se tuvo que reír, sobre todo por como había sucedido todo y la cara pícara de él. Aunque le había hecho pasar un ratito malo, mas que nada porque no sabía como explicar que ella no había cogido nada. 

De ahí que a la vuelta, ella no quisiera volver con él, a pesar de insistirle en que fue una bromita de nada. Ella con cara seria, le decía que tenia que pagar por su pesada broma. Por eso le dijo que ella se regresaba al igual que había llegado, en un taxi.

Cuando iba de camino, pensaba en que esa broma no se la iba a pasar, que le tenía que hacer pagar por ella, pues esa vez se había pasado. Cuando regresó a la casa, un poco más tarde que él, obvio, pues ella tuvo que esperar un ratito más a que la recogieran y además el taxista conduciendo no era tan bueno como él, eso lo tenía que reconocer, allí estaba esperándola tumbado en el sofá, con una sonrisa picara pero encantadora.

Mientras más seria ella se ponía, diciéndole que no se lo iba a perdonar, él más se reía y la hacía picar. Sin poderse contener, es que ella pellizcaba sus pies descalzos, a la vez que él más se reía, no pudiéndose resistir a sus encantos es que ella se rendía, y comenzó a acariciarlo a medida que se acercaba a él, pues lo único que le provocaba y le apetecía era comérselo a besos.

Y así, es que aquella tarde con su suave llovizna, resultó más agradable de lo que ambos pensaban, con broma incluida.  

 (27/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando.

Compartirte que anoche tras dejar de escribirte y e irme a dormir esa hora antes de que tuviera que levantarme, es que te volví a soñar mientras dormía. Pero lo lindo y emocionante fue, lo real que lo sentí. Tus palabras, tu mirada y la forma en que se dio, a lo que desperté sobresaltada de la misma emoción. Pero volví a quedarme dormida, tras mirar el reloj. Habían pasado unos 40 minutos. Y volvía a quedarme dormida, y volví a soñar contigo, dejándome de nuevo cierto mensaje. Hasta que desperté, pero esta vez al sonido de la alarma. Una mágica conexión, que tiene mucho significado y valor. Algo sencillo y lindo, pero con mucho valor y muy emotivo por darse como se dio, más tras lo que había sentido y te había expresado.

Te quiero Fernando. Un beso. Buenas noches.

Atardecer  27/02/2018. 

SUS OJOS LE TRASMITÍAN CONFIANZA... 

Estaba fuera de sí. Habían irrumpido en su casa, destrozando muchas de sus pertenencias buscando una documentación sobre el delicado caso que llevaba de oficio, las cuales servirían de prueba y que probablemente perjudicarían bastante a la parte acusada.

La habían obligado a hablar, forzándola a ello, con golpes en el estomago y tirones de su cabello. Tras resistirse a hablar, la amordazaron, y la ataron de pies y manos, no llegando a más, tal vez porque las ordenes recibidas impedían acabar con ella, como había llegado escuchar de boca de uno de los agresores.

El pánico se apoderó de ella, durante el tiempo que desmantelaron la casa buscando dicha documentación, la cual no se encontraban allí, pero por la que seguían preguntándole amenazándola a punta de pistola obligándola a hablar.

Se trataba de dos individuos fuertes, cuyos rostros llevaban cubiertos, quienes antes de marcharse, le dejaban una nota, donde les indicaba la dirección donde podría encontrar a la persona que estaba detrás de todo aquello, y a quien no le iban a poder llevar lo que les había pedido, por lo que tenían pensado huir, cobrándose de esa manera lo que nunca recibirían de quien les había dado dicha orden.

Y así salían de aquella casa, dejándola totalmente desmantelada y a ella, desquiciada y fuera de si, debido a la presión y al miedo sufrido, durante el tiempo que permanecieron allí, sin saber como iban a reaccionar a cada momento, llegándola a amenazar de muerte.

Como pudo leyó la nota, viendo una dirección y seguido un nombre, el cual le era conocido, aunque no tanto a la persona, ya que se trataba de un nuevo abogado que hacía poco se dejaba ver por el mismo despacho, con quien había coincidido alguna que otra vez e intercambiado a penas unas palabras, pero quien defendía la otra parte del caso, que a penas había iniciado.

Todo lo que había sufrido en aquella escasa media hora, había sido tan brutal, que no dejaba espacio para la razón. Su único empeño era salir de allí, y buscar a dicho abogado, quien al parecer era quien estaba detrás de todo aquello.

La noche seguía avanzando, mientras ella trataba entre sollozos y desesperación, desatarse las manos, para seguido hacerlo con los pies y desprenderse de lo que cubría su boca.

En su empeño consiguió desatarse, y rápido se liberó del resto. Se levanto, ya que permanecía en el suelo, percatándose de que sobre uno de los sillones se habían dejado una de las armas con la que la habían amenazado, posiblemente en el momento en que la amarraban, debido a que luego se pusieron  a buscar a toda  prisa y sólo era uno quien iba en vez en cuando a exigirle que hablara.

Tal vez con las prisas se la dejaron olvidada, o por no ser lo suficientemente buenos para el trabajo encomendado, como fuera es que no dudó en cogerla, a pesar de no tener idea en el manejo de ese objeto que le asustaba tener entre sus manos, pero que llevada por la impotencia y la rabia, y el deseo de averiguar lo antes posible sobre todo aquello, es que con ella se marchaba de allí en busca de aquella dirección, a pesar de que sabía que no estaba actuando del todo prudente, pero lo vivido había hecho que lo que le indicara la razón ahora poco contara para ella.

Y así fue como se presentó en aquella dirección, con el dolor en el abdomen aún, su cara desencajada y el pelo peinando al tacto de sus temblorosas manos. Solamente se había puesto su largo abrigo, con el que cubría todo su cuerpo, y podía esconder sin problemas aquel objeto que le quemaba llevar encima, aun descargada, ya que le había quitado el par de balas que le quedaban dejándolas en uno de los bolsillos, evitando así hacer alguna tontería.

Aspecto ese con el que se encontraba cuando aquel hombre, tras mirar por la mirilla de la puerta, a pesar de las altas horas de la noche, tratándose de una mujer no dudó en abrir, más porque su cara le era bien conocida.

Pero para su sorpresa, tras abrirle, ella cerraba la puerta y sacaba la pistola, obligándole a ir de espalda hasta el salón, donde hizo que se callera de espalda, pues era tal su desesperación y todo estaba sucediendo tan rápido que él apenas había podido reaccionar ni actuar sin que ninguno de los dos corriera peligro.

Podía percibir el horror en su cara, a medida que iba conociendo los motivos, ya que de pronto ella, entre llanto y gritos le reprochaba por todo lo que al parecer él había provocado, haciéndole saber que unos individuos la habían amenazado en su nombre.

La cara de él, a medida que veía el estado de ella, se iba impregnado de su dolor y su desgarro, mirándola a los ojos, con una profundidad que dejó huella en ella, quien de desesperación lloró aun más tras percatarse de la locura que acababa de hacer entrando en aquella casa armada, amenazando aquel hombre, sin saber si era culpable y si lo era, peor aún por el peligro que podía correr.

 A medida que seguía percibiendo su mirada, es que la razón iba volviendo a ella, así como la calma, pues sus ojos le trasmitían confianza.

En ese momento, tras ser consciente de lo que estaba haciendo, apuntando a aquel hombre, quien con su fuerza bien podría haber actuado y no había hecho nada, simplemente tratar de calmarla con su mirada, es que se echaba a llorar, dejando caer el arma y seguido lo hacía ella misma, cayendo derrumbada, rota por dentro.

Él aún con el dolor que sentía por el estado de pánico y desgarro de ella, por lo que habría sufrido, es que se incorporaba, y tras comprobar rápido que la pistola estaba descargada, como intuía, y de estarlo bien sabía, que no sería disparada por sus temblorosas manos, es que la levantaba, abrazándola con fuerza.

- No se preocupe porque averiguaremos quien es el autor de todo esto. Tal vez alguien que quería desprestigiarme, o tal vez, acabar conmigo, y se lo ha puesto fácil para que sea usted quien lo haga. Pero pagará por ello, pues no estoy muy lejos de saber quien es.

Y aferrada a sus brazos es que le agradecía, confiando plenamente en él, confianza que sus ojos le transmitían.

 (28/02/2018 - Atardecer)

Querido Fernando.

Como siempre fue un placer, compartir contigo otro mes. Muchas emociones nuevamente disfrutadas contigo y te agradezco.

Y bueno, ya sin tiempo, simplemente decirte que te quiero cada día más.

Un abrazo. Buenas noches.

Atardecer  28/02/2018.