El equipo de Colunga Team y yo te damos la Bienvenida a nuestra casa. Deseamos que te diviertas y que convivas con respeto y cariño con los demás integrantes de nuestra gran Familia.
![]()
Hola Fernando, y todo Colungateam
Como otra más de este lindo lugar, con el anhelo de ver los nuevos proyectos y trabajos de
Fernando. Con las mismas fotos de siempre, todo se vuelve monótono.
Menos mal que con el trabajo tengo poco tiempo, y aun así cuando
enciendo mi ordenador, volvemos a lo mismo, para que decir, si de todas y todos
es sabido.
Pues bien, en mi corto tiempo para el café, he encontrado este
relato, la verdad no se que tiene; pero me gusto, y me dije porque no
compartirlo, no sé si alguna vez se subió a esté lugar.
Es algo largo, pero interesante.
Espero os guste.
Os deseo una feliz tarde-noche.
Besos desde mi Andalucía
Mercedes

El amor a uno mismo (Jorge Bucay)
?Si yo no pienso en mí, quién lo
hará?
?Si pienso en mi, quién soy?
Autoestima y egoismo
son tomados generalmente como términos antagónicos, aunque ambos comparte un
significado muy emparentado: la idea de quererse, valorarse, reconocerse y
ocuparse de sí mismo.
Sabemos dónde está
cada cosa y cada persona que queremos, pero muchas veces no sabemos dónde
estamos nosotros. Nos hemos olvidado de nuestro lugar en el mundo. Podemos
ubicar rápidamente el lugar de los demás, el lugar que los demás tienen en
nuestra vida, y a veces hasta podemos definir el lugar que nosostros tenemos en
la vida de otros, pero nos olvidamos cuál es el lugar que nosotros tenemos en
nuestra propia vida.
Nos gusta enunciar que
no podríamos vivir sin algunos seres queridos. Yo propongo hacer nuestra la
irónica frase con la que sintetizo mi real vínculo conmigo:
No puedo vivir sin mí.
La primera cosa que se
nos ocurre hacer con alguien que queremos es cuidarlo, ocuparnos de él, escucharlo,
procurar las cosas que le gustan, ocuparnos de que disfrute de la vida y
regalarle lo más que quiere en el mundo, llevarle a los lugares que más le
agradan, facilitarle las cosas que le dan trabajo, ofrecerle comodidad y
comprensión.
Cuando el otro nos
quiere, hace exactamente lo mismo
Ahora, me pregunto:
¿Por qué no hacer estas cosas con nosotros mismos?
Seria bueno que yo me
cuidara, que me escuchara a mi mismo, que me ocupara de darme algunos gustos,
de hacerme las cosas más fáciles, de regalarme las cosas que me gustan, de
buscar mi comodidad en los lugares donde estoy, de comprarme la ropa que
quiero, de escucharme y comprenderme.
Tratarme como trato a
los que me quieren.
Pero, claro, si mi
manera de demostrar mi amor es quedarme a mereced del otro, compartir las
peores cosas juntos y ofrecerle mi vida en sacrificio, seguramente, mi manera
de relacionarme conmigo será complicarme la vida desde que me levanto hasta que
me acuesto.
El mundo actual golpea
a nuestra puerta para avisarnos que este modelo que cargaba mi abuela, ?la vida
es nacer, sufrir y morir?, no sólo es mentira, sino que además es mal
intencionado (les hace el juego a alguno comerciantes de almas).
Si hay alguien que
debería estar conmigo todo el tiempo, ese alguien soy yo.
Y para poder estar
conmigo debo empezar por aceptarme tal como soy. Y no quiere decir que renuncie
a cambiar a través del tiempo. Quiere decir replantear la postura. Porque
frente a algunas características de mí que no me guste hay siempre dos caminos
para resolver el problema.
El primero, el más
común, es la solución clásica: intentar cambiar.
El segundo camino, el
que propongo, es dejar de detestar esa característica y como única actitud,
permitir que, por sí misma, esa condición se modifique.
Incluso para cambiar
algo el camino realmente comienza cuando dejo de oponerme. Nunca voy a
adelgazar si no acepto que estoy gordo.
El ejemplo que siempre
pongo es una historia real que me tiene como protagonista:
Yo suelo ser bastante
distraído. Cuando tenía mi primer consultorio, muy frecuentemente olvidaba las
llaves, y entonces llegaba a la puerta y me daba cuenta de que había
olvidado el llavero en mi casa. Esto generaba un problema, porque tenía que ir
al cerrajero, pedirle que me abriera, hacer un duplicado de la llave. Era toda
una historia.
La segunda vez que me
pasó decidí, furioso, que no podía pasarme más. Así que puse un cartelito en el
parabrisas de auto que decía: ?llaves?. Me subia al auto, veía el cartelito,
entraba de nuevo en mi casa y me llevaba las llaves. Funcionó muy bien las
primeras cuatro semanas, hasta que me acostumbré al cartelito. Cuando te
acostumbras al cartelito ya no lo vez más. Un día olvidé las llaves otra vez,
así que le pedí a mi esposa que me hiciera acordar de las llaves. Todas las
mañanas ella me decía: ?¿Llevas las llaves??. Pero el día que ella se olvidó,
yo me olvidé y, por supuesto, le heché la culpa a ella, pero de todas maneras
tuve que pagar el cerrajero.
Un día me di cuenta de
que, indudablemente, no había manera; que yo era un despistado y que de
vez en cuando me iba a olvidar las llaves. Por lo tanto, hice una cosa muy
distinta a todas las anteriores:
Hice varias copias de
las llaves y le di una al portero, una al heladero de la esquina (que era amigo
mío), otra a una colega que tenía el consultorio a cinco cuadras, enganché una
con las llaves del auto y me quedé con una suelta. Tenía cinco copias rondando
por ahí.
Este relato no tendría
nada de gracioso sino fuera porque, a partir de ese día nunca más olvidé las
llaves.
Todavia hoy el portero
del departamento de la calle Serrano, cuando me ve, me dice: ?No se para que me
dio esta llave si nunca la usó?.
La teoria paradojal
del cambio dice que solamente se puede cambiar algo cuando uno deja de pelearse
con eso.
Y si mi relación
conmigo me condiciona tanto por dejar de vivir forzándome a ser diferente,
imaginemos cómo condiciona mi relación con los demás creer que ellos tienen que
cambiar.
Uno de los
aprendizajes ha hacer en el camino del encuentro es justamente la aceptación
del otro tal como es. Y eso sólo es posible si antes aprendí a aceptarme.
El enorjarse con el
otro por cómo es significa que, para que yo pueda quererlo,tiene que
ser como yo quiero que sea. Si tu amiga es impuntual y la esperas una hora cada
vez que te citas con ella, no te enojes. ¿Quién te obliga a esperarla? Cuando
yo espero a alguien que es usualmente impuntual, la razón de mi espera esporque
elijo esperarlo y no porque él llegó tarde. ¿Debo hacer responsable al
otro de mis propias decisiones?
Mi esposa y yo
decidimos hacer nuestra ceremonia de casamiento a un horario inusual: la hora
que realmente anunciaba la invitación.
Esperamos quince
minutos. Más de la mitad de la gente nunca llegó o, mejor dicho, llegaron
mucho después y se quedaron como media hora en la puerta pensando que nosotros
todavía no habíamos llegado cuando, en realidad, ya nos habíamos ido.
Son estilos, maneras
de plantear las cosas.
Cada uno espera cuanto
quiere esperar.
Tu concepto de la
puntualidad es tuyo y yo no lo comparto.
No tienes que ser como
yo, pero no me pidas que sea como tú.
Ser adulto significa
hacerse responsable de la vida que uno lleva, saber que las cosas que uno vive
en gran medida las vive porque se ocupa de que así sea y, a partir de allí,
animarme a quererme incondicionalmente, por egoísta que parezca.
Un día, mientras
escuchaba a Enrique Mariscal, se me ocurrió transformar un cuento suyo en este
que llamé ?El temido enemigo? y que quiero volver a contarte aquí:
Había una vez un rey
al que le gustaba saberse poderoso, y deseaba que a su alrededor todos lo
admiraran por su poderío.
Llamó un día a un sabio
de la corte para preguntarle si habia alguien más poderoso que él en el
planeta, y el sabio le dijo que se habia enterado de que vivía en el poblado un
mago cuyo poder nadie más que él poseía: sabía el futuro.
El rey hirvió de celos
y empezó a preguntar sobre este mago. Un día, cansado de que le contaran lo
poderoso y querido que era el mago, el rey urdió un plan: invitaría al mago a
una cena y, delante de los cortesanos, le preguntaría en qué fecha moriría el
mago que había llegado al reino. En el momento que respondiera, lo mataría con
su propia espada para demostrar que el mago se había equivocado en su
predicción, se acabarían, en una sola noche, el mago y el mito de sus poderes?
El día del festejo
llegó y, después de la gran cena, el rey hizo la pregunta:
? ¿Es cierto que
puedes leer el futuro?
? Un poco
-dijo el mago.
? ¿Cuándo morirá el
mago del reino?
El mago sonrió, lo
miró a los ojos y contestó:
? Un día antes que el
rey.
Al oir aquella
respuesta, el rey no solo no se atrevió a matarlo sino que, temeroso de que le
pasara algo, lo invitó a quedarse viviendo en el palacio con la excusa de que
necesitaba un consejero sobre unas decisiones reales.
Por la mañana, el rey
mandó llamar a su invitado. Para justificar su permanencia le hizo una
pregunta; y el mago, que era un sabio, le dió una respuesta correcta, creativa
y justa.
El rey alabó a su
huésped por su inteligencia y le pidió que se quedara un día más, y luego otro
más. Todos los días el rey se tomaba el tiempo de charlar con el mago para
confirmar de que estaba vivo y para hacer alguna pregunta. Sentía que los
consejos de su nuevo asesor eran tan acertados que terminó, casi sin notarlo,
teniéndolos en cuenta en todas sus decisiones.
Pasaron los meses y
los años. Y como siempre, estar cerca del que sabe vuelve al que no sabe más
sabio? Así, el rey se fue volviendo poco a poco más justo y dejó de necesitar
sentirse poderoso. Reinó de un modo bondadoso y el pueblo empezó a quererlo. Ya
no consultaba al mago con la idea de consultar su salud, realmente iba para
aprender. Y con el tiempo, el rey y el mago llegaron a ser excelentes amigos.
Hasta que un día, a
cuatro años de aquella cena, el rey recordó que el mago, a quien consideraba
ahora su mejor amigo, había sido su más odiado enemigo. Y recordó el plan
urdido para matarlo.
Como no podía ocultar
ese secreto sin sentirse hipócrita, se dió valor, golpeó la puerta del mago y,
apenas entró, le dijo:
? Tengo algo para
contarte, mi querido amigo, algo que me oprime el pecho.
? Dime -dijo el mago-
y alivia tu corazón.
? Aquella noche,
cuando te invité a cenar y te pregunté sobre tu muerte, yo no quería saber tu
futuro, planeaba matarte ante cualquier respuesta que me dieras, quería que tu
muerte desmitificara tu fama. Te odiaba porque todos te amaban? Estoy tan
avergonzado?
El mago le dijo:
? Haz tardado mucho en
decírmelo, pero me alegra porque me permite decirte que ya lo sabía. Era tan
clara tu intención, que no hacía falta ser adivino para saber lo que ibas a
hacer? Pero como justa devolución a tu sinceridad, debo confesarte que yo
también te mentí. Inventé esa absurda historia de mi muerte antes que la tuya
para darte una lección que hasta hoy estás en condiciones de aprender.
Vamos por el mundo
odiando y rechazando aspectos de los otros, y hasta de nosotros mismos, que
creemos despreciables, amenazantes e inútiles? y, sin embargo, si nos damos
tiempo, terminamos viendo lo mucho que nos costaría vivir sin aquellas cosas
que en un momento rechazamos.
Nuestras vidas estan
ligadas por la amistad y la vida, no por la muerte.
El rey y el mago se
abrazaron y festejaron brindando por la confianza de esa relación que habían
construido juntos.
Cuanta la leyenda que,
esa misma noche, misteriosamente, el mago murío mientras dormía, y que al
enterarse, el rey cavó con sus propias manos un pozo en el jardín, justo debajo
de su ventana, y que allí se quedó llorando al lado del montículo de tierra
hasta que, agotado por el llanto y el dolor, volvió a su habitación.
Cuenta la leyenda que
esa misma noche, veinticuatro horas después de la muerte del mago, el rey?
murió en su lecho mientras dormía.
Quizá por casualidad?
Quizá por dolor? Quizá para confirmar la última enseñanza del maestro.
Este cuento es la
expresión de dos cosas: el amor y el egoísmo.
Se supone que el
egoísmo es patológico cuando va en desmedro del otro, cuando me impide
compartir. Pero ¿Por qué el otro se vería dañado y afectado por el hecho de que
yo me quiera mucho?
Sabemos ya que el amor
no se agota, que mi capacidad de amar es ilimitada y, por lo tanto, que es
ridículo pensar que por quererme mucho a mí mismo no me va a quedar espacio
para querer a los demás.
Con el egoísmo pasa
exactamente lo mismo que lo que le pasaba al rey con el mago.
El egoísmo es para mí un mago poderoso, capaz de revelarnos algunas
verdades sobre nosotros mismos. Pero vivimos rechazándolo, lo queremos matar,
sin darnos cuenta de que no podríamos vivir sin él.
Si conseguimos, como
en el cuento, hacernos amigos del mago, amigarnos con nuestro egoísmo, entonces
no sólo podremos servirnos de él para engrandecernos sino que podremos
volvernos más generosos, más nobles, más sabios, más solidarios y más
inteligentes.
Todo lo que cada uno se quiere a sí mismo es poco. Con seguridad, a todos
todavía nos falta querernos más.
Ocurre que cuando el
individuo se le prohíbe ser egoísta, para encontar un lugar donde quererse,
cuidarse y atenderse, se vuelve mezquino, ruin, codicioso, canalla y jodido. El
individuo se vuelve despreciable porque cree que tiene que elegir entre él y el
otro, y cuando se elige a sí mismo cree que lo hace en contra de su moral. La
idea que anima a concebir el egoísmo como un desmedro de los otros es
plantearse la vida como una batalla mortal. Pero eso no siempre es cierto.
Habrá habido, y seguramente seguirá habiendo, batallas a muerte, pero analizar
el mundo de este modo en todo momento es una visión limitada con la cual no
comulgo.
Hasta que el individuo
no descubre su mejor egoísmo, el poderoso mago dentro de él, no se da cuenta de
que él es el centro de su existencia y decimos entonces que está descentrado.
Quiero decir, que vive y gira al rededor de cosas externas, que hace centro en
otras cosas.
Por supuesto, algunos
aspectos de nuestro mundo están compartidos; tú y yo podemos charlar, podemos
ponernos de acuerdo y también en desacuerdo, podemos tener espacios en el mundo
del otro y espacios comunes a los dos. Pero cuando tú te vas? te vas con tu
mundo y yo me quedo con el mío.
Si yo renuncio a ser
el centro de mi mundo, alguien va a ocupar ese espacio. Si giro alrededor tuyo
empiezo a estar pendiente de todo lo que digas y hagas. Entonces vivo en
función de lo que me permitas, de lo que me des, de lo que me enseñes, de lo
que me muestres, de lo que me ocultes?
Y, por otro lado,
cuando me doy cuenta de que soy el centro del mundo de otro, me empiezo a
asfixiar, me pudro, me canso y quiero escapar?
Mi idea del encuentro
es: dos personas centradas en ellas mismas que comparten su camino sin
renunciar a su centramiento. Si no estoy centrado en mí, es como si no
existiera. Y si no existo, ¿Cómo podría encontrarte en el camino?
¿Por qué es tan difícil aceptar esta idea del encuentro?
Porque va en contra de
todo lo que aprendimos. Hemos aprendido que si algo para ti es importante, debe
serlo también para mí. Porque estamos entrenados en privilegiar al prójimo.
Pero vengo yo, Jorge
Bucay, y provoco, escandalizo, pateo la puerta y digo: ?¡Para nada! En
realidad, lo que yo miro es más importante que lo que mira el otro; mis ojos
son prioritarios a los ojos del otro?.
Cada vez que explico
este pensamiento, alguien salta indignado: ?¡Eso es egocéntrico!?. Y yo digo:
?Sí, claro que es egocéntrico?. Como todas las posturas individualistas, esta
postura es egocéntrica. Es individualista, egocéntrica y saludable, las tres
cosas.
Indefectiblemente,
para aprender esta idea del encuentro hay que desandar la otra, la de la
dependencia. Se nos mezclan, seguramente, pero hay que seguir trabajando.
Hay que tener el valor de ser el protagonista de nuestra vida. Porque si se
cede el papel protagónico, no hay película.
Cuando estamos en una
negociación, el otro puede decir muy enojado: ?Pero al final tú estás haciendo
lo que a ti te conviene?.
Sí, estoy negociando
para hacer lo que más me conviene a mí, ¿Para qué otra cosa negociaría?
¿Desde qué lugar
negociaría si no me prefiriera a mí antes que a ti.
Negocio con otro
porque es imposible hacer todo lo que yo quiero, y si pudiera hacerlo, sin
dañar al otro, quizá lo haría. ¿Por qué no?
Puedo quererte y estar
dispuesto a ceder un poco porque además de quererme a mí te quiero a ti; pero
entre los dos, no hay ninguna duda de que me prefiero a mí.
No se nace sabiendo
disfrutar el compartir, tampoco es obligatorio, pero se puede aprender.
Al principio, la
música clásica parece medio chirriante, pero después se aprende a escuchar a
Tchaicovsky; después ballet; y después, si uno se anima un poquito más, empieza
a encontrarle el placercito al barroco; y después empieza a escuchar música
sinfónica. Uno va educando su oído y no pierde el gusto por lo
anterior.
Cuando no hemos sido
entrenados para mirar pintura, vemos un cuadro famoso y no entendemos. Pero así
como se aprende a escuchar música, se aprende a entender pintura. Se lee sobre
pintura y se aprende a mirar.
La moral también se
aprende.
Nadie puede hacer que
me guste Goya. Nadie puede obligarme a que me guste Picasso, pero si yo
aprendo, si yo crezco, si yo educo mi buen gusto. Va a crecer la posibilidad de
que me gusten esas cosas, voy a encontrar aquello que realmente
está ahí, par poder extraerlo y disfrutarlo.
Cuanto más disfruto,
cuanto más placer soy capaz de sentir, más entrenado está mi amor por mí. Si
cuidarte y darte desde el amor me da placer, por qué no pensar que es desde la
búsqueda de este placer que yo actúo y ejerzo el amor que te tengo.
Cómo no va a ser así,
si el amor por ti proviene del amor por mí.
Hay que darse cuenta
de que hay en el mundo personas, cosas y hechos muy importantes, pero ninguno
más importante para mí que yo mismo. Porque nos guste o no nos guste, repito,
cada uno de nosotros es el centro del mundo en el que vive.
Si en un grupo dices:
? Yo defiendo bien mis
lugares porque tengo la autoestima bien elevada.
el otro te dice:
? Oye, qué bien,
¿Quién es tu terapeuta?
En cambio, si dices:
? Yo defiendo muy bien
mis lugares porque soy bien egoísta.
El otro te dice:
? ¡Estas loco Bucay!
Cambia de terapeuta.
Apuesto con todo mi
corazón por nosotros. Pero si vas a forzarme a elegir?
Entre tú y yo? yo.


MUY BONITO EL CUENTO DE JORGE BUCAY
EL RELATO EN SI DA MUCHO QUE PENSAR
GRACIAS POR COMPARTIRLO
FELIZ DÍA

GRACIAS MERCEDES. BELLO RELATO.
TODO EN LA VIDA TIENE SU PARTE NEGATIVA Y POSITIVA, HAY GENTE QUE LA AUTOESTIMA LA CONFUNDE CON EL AUTORITARISMO Y OTRAS PERSONAS EL COMPARTIR, SER AMABLE, TRATAR BIEN A LOS DEMÁS CREEN QUE ES SUMISIÓN.
POR ESO TODO EN SU JUSTA MEDIDA, "NO TE CREAS NI MEJOR, NI PEOR QUE LOS DEMÁS, TAN SOLO APRECIA LO QUE ERES.
TE MANDO MILES DE BESOS. PASIONXFER

Gracias chicas por vuestros mensajes, solo quería compartir,
algo que me hizo pensar.
Os deseo un bello viernes
Besos Andaluces Mercedes
