Qué rara es Televisa. Acabamos de ver la repetición de Amor real (2003) por el canal Telenovelas. Tuvo todo el éxito del mundo, a todos encantó y miles de personas nos preguntamos lo mismo:
¿Por qué si Carla Estrada pudo hacer un melodrama tan bueno y al mismo tiempo tan exitoso, sus jefes la tienen refundida haciendo Hoy mientras que a otros productores, que nomás no dan una, los tienen produciendo a destajo?
El caso está en que todos fuimos felices con Amor real y quienes tuvimos el privilegio de ver Bodas de odio, su original, en 1983, más.
Recordamos aquella obra maestra del señor Ernesto Alonso con mucho amor. Fue una de las pocas telenovelas vespertinas que, a fuerza de gustarnos tanto, subió al horario de la noche.
Y conocemos a cada uno de los personajes, y nos sabemos de memoria cada beso y hasta le podemos decir, con la mano en la cintura, en lo que va a acabar.
No cabe duda, Caridad Bravo Adams era una diosa de la creación literaria y María Zarattini, una reina de la adaptación.
No cabe duda, insisto, en este negocio, como en todos, hay clásicos y verlos una vez cada 20 años tiene su encanto.
Hasta aquí, todo es perfecto. Ahora viene la parte triste: ¿A usted no se le hace una mentada de madre, el colmo de la flojera, que justo cuando medio México está hablando de Amor real, Televisa estrene otro refrito de esta misma historia?
Es como si nos dijera ustedes son poco menos que tarados y nosotros, la mente maestra que les dice qué es lo que van a ver y qué es lo que les va a gustar, porque les pongamos lo que les pongamos, se lo van a tragar y les va a fascinar.
Bueno, esto es lo que acaba de pasar en el horario de 21:15 por XEW-TV.
Desde el lunes pasado, ahí, en el horario de La tempestad, Televisa nos está presentando Lo que la vida me robó, que no es otra cosa que Amor real que, a su vez, era Bodas de odio.
Acabadita de ver, ahí está otra vez. Y acabadita de ver, ahí está un alto porcentaje de los televidentes de este pobre país volviendo a decir lo que acababa de decir hace algunas semanas, como si no tuviera memoria, como si estuviera drogado.
Yo creo que el siguiente paso va a ser que el próximo lunes vuelvan a estrenar Amores verdaderospara que entonces sí acabemos en el manicomio repitiendo cada uno de los parlamentos de Eduardo Yáñez.
Sí, ya sé lo que muchas personas están pensando: ¡pero, Álvaro, no todos tienen el canal Telenovelas! ¡Entre 2013 y 2003 hay diez años y tú lo acabas de decir: Amor real es un clásico! ¡Dale chance!
¡Perfecto! ¿Pero qué acaso no hay otros clásicos? ¿Qué acaso ahora va a pasar menos tiempo entre un refrito y otro? ¿Hasta cuándo nos la vamos a pasar mirando la misma historia?
¿No será que atrás de esto hay una transa de derechos autorales para sobreexplotar una obra antes de que venzan sus derechos y evitar, así, pagarle la renovación a la gente que le corresponde?
A mí me da mucha pena molestarlo con esto, pero hay cosas que se tienen que decir:
En este instante, la totalidad de las telenovelas que se están produciendo tanto en Televisa como en Azteca son remakes o de melodramas viejos o de producciones de otros países.
Nosotros, como nación, no estamos aportando nada. Nos hemos convertido en un país incapaz de contar sus propias historias a gran escala (el binomio Argos-Cadenatres no tiene ese alcance).
Nos hemos convertido en una generación muda, que no está presente en sus pantallas, que no está diciendo lo que le preocupa, que no está compartiendo ni sus sueños ni sus temores.
Somos una masa que está repitiendo las historias de sus abuelos, de cuando no había píldoras anticonceptivas, de cuando no había pañales desechables, de cuando no había televisión a colores, ya no se diga de cuando no había computadoras o internet. ¡No puede ser!
Y sí, la producción de Angelli Nesma es muy buena, toda su música es de calidad mundial, sus estrellas son maravillosas y yo ya voy a correr a colgarle una medalla a Daniela Castro, a Luis Roberto Guzmán y a Rogelio Guerra por sus magníficas interpretaciones. ¿Pero, y luego?
Yo creo que Daniela estaría mejor creando un personaje como cuando participó en Cadenas de amargura, que Luis Roberto podría estar sorprendiéndonos como nos sorprendió en Infames y que Rogelio podría brillar de maneras insospechadas como cuando hizo Nada personal.
¿Qué hago? ¿Finjo que esto es lo normal y me lanzo felicitando o, para hacerme el picosito, me pongo a calentarle la cabeza al público comparando a figuras como Angelique Boyer con Adela Noriega y Christian Bach?
Creo que esto ya es un exceso y, peor tantito, que nos están educando para que aceptemos, con resignación, cualquier cosa que suene a vieja, cualquier cosa que se repita.
A lo mejor no es a propósito, a lo mejor sí, pero es horrible, de franca flojera. ¿A poco no?
