Desde hace varias semanas, las dos primeras posiciones de nuestro ránking general están copadas por dos actores de televisión, Fernando Colunga y Tom Welling, que aprori no pueden ser más diferentes: si uno es mexicano, el otro es estadounidense. Colunga es considerado el rey de las telenovelas, y Welling es famoso por ser, nada más y nada menos, Superman de joven. Pero tiene en común un par de cosas muy importantes, y por las que creo que están aquí:  los dos son muy atractivos  y los dos participan en culebrones. ¿Por qué gusta tanto un serial?

Sí, porque Smallville es un culebrón. Aunque no siempre fue así. En 2001, cuando se estrenó la serie, las aventuras del joven Clark Kent en su pequeño pueblo de Kansas eran muy similares a las que corrían ídolos adolescentes de esa misma épcoa, como Buffy Cazavampiros, con multitud de misterios sin resolver. Según pasó el tiempo, los episodios se centraban cada vez más en las relaciones entre los diferentes personajes. Vamos, que poco a poco se fue convirtiendo en un serial plagado de las tribulaciones del joven Superman, interpretado por Welling.

De Fernando Colunga poco hay que decir. Este actor mexicano es el absoluto rey del culebrón. ‘Amor real’, ‘Alborada’, ‘Pasión’, ‘Mañana es para siempre’, ‘Soy tu dueña’... Su sola presencia parece garantizar el éxito de cualquier telenovela. Su atractivo magnetiza a mujeres delante del televisor todas las sobremesas. Sus aventuras y desventuras hechizan hasta tal punto que en nuestro ránking lleva siendo número uno desde hace más de 3 meses, un larguísimo periodo de tiempo que solo ha sido capaz de mantener Michael Jackson.

¿Casualidad que estos dos actores ocupen los primeros puestos? Creo que no. Las teleseries llevan generando adicción desde que antes de que la televisión se hubiera inventado. Desde principios del siglo pasado, los seriales de la radio congregaban a millones de personas ávidas de saber las aventuras y desventuras de una serie de personajes.

Parece que nos sentimos irremediablemente atraídos por las telenovelas. Sobre todo, las mujeres. En  ‘Soap Opera’ un libro escrito por las sociólogas Muriel Cantor y Suzanne  Pingree, se estudia el fenómeno de este tipo de programas. Sus autoras afirman que el principal éxito de las telenovelas reside en que los televidentes pueden por un lado asomarse a las vida de los demás (los personajes) y por otro, llenar sus propias vidas con conversaciones sobre la serie. Los “reality shows” podría cumplir esa misma doble función de satisfacer las necesidades ‘más mironas’ y de servir de tema de cháchara con las amigas, pero carecen de algo que es muy importante en los culebrones: personajes con carácter a los que admirar. Los participantes de Gran Hermano son personas de lo más normal y no tiene ni la octava parte de carisma que los que forman el plantel de una ficción de sobremesa

Y de eso, de carácter y carisma, van sobrados nuestros protagonistas de hoy. Por eso están donde están, y seguro que tardarán mucho en bajarse de las posiciones nobles. Por eso uno es Superman y el otro, un héroe romántico de manual.