Soy mi dueña... Claudia de Icaza 18 Jun. 10

 Hubo un tiempo en que llegué a pensar que Lucero iba quedar atrapada permanentemente en la inocente y tierna imagen de Chispita. Pero su intervención en Lazos de Amor, donde interpretó a tres hermanas con personalidades diferentes (una de ellas, sexy, lista y algo perversa), me llevó a vislumbrar sus verdaderos alcances personales y profesionales. Ni tan santa ni tan mala, y lo menos que le quedaba era seguir haciendo el papel de mojigata, aunque su verdadero "yo" lo vino a revelar a partir del enfrentamiento que tuvo con los medios, gracias al guarura empistolado que la llevó a rugirnos como una leona. Y lo digo sin temor a equivocarme: Lucero ya nunca volvió a mostrarse de la misma manera, ni dentro ni fuera del escenario. Por eso es que hizo tan creíble a una Bárbara Greco en Mañana es para Siempre, o a Valentina, la mujer altiva, de gran carácter, intensa de Soy Tu Dueña. Y me refiero a la Valentina que estamos viendo ahora, la del conflicto, no a la dueña ñoña que critiqué al inicio de la telenovela, y de quien alguien argumentó en su defensa que la actriz ya había logrado hacer suyo el papel dándole un sello único e indiscutible. ¿No será que, debido a la plenitud de la edad en la que se encuentra (y por la que muchos la han descalificado haciendo comparaciones con Angélica Rivera), es que no sólo ha podido adueñarse del personaje en esta parte de la trama, sino adueñarse de ella misma para dejar al margen de su vida a esa "Diez, la mujer perfecta" que nunca fue y nadie le creyó? De alguna u otra manera, siempre acabamos proyectando lo que somos. Lucero, la de los falsos pudores y miedo al qué dirán (personal y profesionalmente), por fin dejó salir a esa mujer cambiante, imperfecta. ¿Romántica? ¿Apasionada? Guerrera en asuntos de amor, y no precisamente platónicos. Porque, más allá de besar a su pareja protagónica, le muerde los labios; más allá de mirarlo, se le ve observarlo extasiada... y eso que todavía no se dan escenas de cama. En parte pudiera ser gracias a la magia de una buena actuación; aunque es sabido, y de sobra, que los artistas suelen utilizar como recurso el recrearse en sus propias vivencias. Ella y Fernando Colunga (esculpido a mano y preciso en su desempeño) llenan la pantalla y podrían acabar siendo la pareja de fuego, con todo y que, por la edad, alguien podría decir que ya no se cuecen al primer hervor. La todavía señora de Mijares, anda imparable y muy inspirada componiendo canciones. Un "negrito" en este arroz: Gaby Spanic no ha dejado de vestirse como citadina lista para ir a un antro. ¿No se supone que es niña rica, conocedora de trapos? ¿Qué onda con esas falditas, esos escotes y esos cinturones con los que presume cinturita de avispa? Ultima pregunta: ¿Es la mala de la historia o esta neurótica, casi a punto de volverse loca? Que alguien nos explique, porque no soy la primera ni la única a la que asalta este tipo de dudas.

claudiadeicaza@hotmail.com

En lo de " esculpido a mano ", acierta de pleno......