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El equipo de Colunga Team y yo te damos la Bienvenida a nuestra casa. Deseamos que te diviertas y que convivas con respeto y cariño con los demás integrantes de nuestra gran Familia.

CAPITULO 110 FINAL DE LA CONTINUACION DE AMOR EAL

ESPERO LES HAYA GUSTADO. FUE HECHA CON TODO EL CARIÑO DEL MUNDO

GRACIAS POR SU ACOGIDA

BESITOS MAGICOS DESDE CUBA

GRISEL

ESPERO LES GUSTE ESTE FINAL. ESPERO SUS COMENTARIOS


Capítulo 110

 

 

Varias semanas después de la conversación en  el jardín, Matilde estaba completamente recuperada y ya se ocupaba de sus labores en la casa. Habían sido semanas de renovación de la confianza y del aire de felicidad y armonía que se respiraba en la hacienda.

 

Como había mucho trabajo que hacer con el ganado, Manuel mandó preparar la casa de la hacienda Santa Rita y dos semanas después del picnic en el jardín, toda la familia Fuentes Guerra se mudó con muchos cuidados para allá. Una semana más tarde Matilde, dejaba el lecho y acompañada unas veces de su esposo, otras de su tía y de los niños, comenzó a dar paseos cada vez más largos para conocer la hacienda.

 

La casa de vivienda era más chica de la de San Cayetano, pero igual de acogedora y pasaron quince días muy tranquilos que fueron muy beneficiosos para la recuperación de Matilde. Los paseos con Manuel y los niños primero en el pequeño jardín de la casa y luego, a medida que ella se fortalecía se hicieron mas largos y  a veces sin los niños. También la relación de pareja se fortalecía. Habían logrado superar la crisis y su amor había salido fortalecido.

 

Regresaron pues a San Cayetano felices y contentos. Se acercaba el cumpleaños de Manuel, y Matilde pensaba cómo realizarlo. Se dividía en organizar una barbacoa, una fiesta familiar o algo más grande. Quería que fuera un recuerdo grato, el primer cumpleaños de Manuel  que pasaban todos juntos como una gran familia.

 

 

Amanece. El campo despierta al nuevo día. Las aves apenas si comienzan sus trinos al ver los rayos de un sol que apenas si comienza a desperezarse entre los cerros. Los gallos comienzan a cantar dándole la bienvenida a la mañana.

 

La capilla de San Cayetano se encontraba en penumbras y en silencio. Solo se escucha el crepitar da alguna vela al lanzar traviesa un destello más intenso que el acostumbrado, tal vez asombrada de ver a alguien tan temprano en la mañana.  El resplandor dorado de la luz de las velas disminuye las sombras y junto al olor del incienso dan la bienvenida al visitante, creando una atmósfera acogedora y sensación de calor, seguridad y paz.

 

Caminando por el lateral derecho de la capilla, el recién llegado se detiene para persignarse delante del altar y luego sigue su camino entrando por una puertecita disimulada que da paso a la parte trasera de la capilla donde se encuentra la cripta familiar.

 

Al llegar se detiene delante de un nicho con una lápida, pasa sus dedos con ternura, suavidad y reverencia sobre las letras que conforman el nombre de la persona que reposa tras la losa de mármol. Lentamente recorre una por una cada letra mientras pronuncia tan quedo que ni se escucha el nombre: Rosario Aranda.

 

_ ¡Mamá!- pronuncia con un sollozo estrangulado y llevándose los dedos a la boca les dio y beso que después depositó sobre las letras- ¡Te extraño tanto! ¡Te necesito tanto aquí, a mi lado! ¡No sabes cuánto lamento el tiempo desperdiciado, el tiempo perdido! ¡No debiste ponerte en el camino de aquella bala, que era para mi! ¡Sólo necesitábamos tiempo y nos lo quitaron! ¡Nos quitaron tanto!

Al principio no podía creerlo, no concebía que tú fueras mi madre. No por vergüenza, no, sino porque siempre crecí creyendo que estabas muerta. Que estuvieras viva era algo que nunca pensé que sucediera y cuando te tuve delante de mi no supe cómo comportarme contigo. Siempre he sido un necio, un obstinado; tal vez eso me hizo salir adelante en la capital, cuando era un bastardo sin apellidos, pero con muchos deseos de salir adelante y tú con tu ternura poco a poco te me fuiste metiendo y siempre sabías como hacerme reflexionar.

¡Me gustaría tanto tenerte aquí a mi lado, tomarte de la mano como tantas veces me pediste que lo hiciera mientras conversábamos! ¡Me reprocho tanto, tanto no haberte dedicado suficiente tiempo!

¡La vida fue muy injusta contigo! ¡Quiero que sepas que no me avergüenzo de ti, que nunca te culpé! ¡De veras!  ¡Si, claro que me afectó saberlo, pero no por vergüenza ni porque te  hiciera culpable, sino porque siempre se piensa en la madre de uno como un ser intachable y puro.  Todo lo que sufriste y todo lo que tuviste que luchar por salir adelante sola, te hace mucho más valiosa! ¡Te quiero, mamá, te quiero mucho! ¡Te extraño!

Quiero que sepas que tu sacrificio te hace mucho más valiosa, aunque hubiera preferido morir antes que perderte. ¡Me diste la vida y la felicidad dos veces y  te lo agradeceré siempre, pero tengo que pedirte perdón! ¡Perdóname, mamá por no haber podido salvarte, por no haber tenido los recursos ni los conocimientos necesarios para poder hacerlo! ¡No sabes cómo sufrí, porque yo sabía que estabas muriendo y que yo, que había salvado tantas vidas, no iba a poder salvar la tuya! ¡Me sentí tan impotente, con tanta rabia!

Pero, ¿sabes?, cumplí la promesa que te hice. Matilde y yo hemos hablado mucho, como tantas veces me pediste que lo hiciéramos y quiero que sepas que ya nunca más vamos a tener la sombra de Adolfo Solís entre nosotros y que ya entendí que tenías razón cuando me repetías que Matilde me quería.

¡Me gustaría tanto tenerte aquí a mi lado ahora que somos tan felices! ¡Verte con Manuelito, con Matilde y con tu nieta Rosario Guadalupe! (Matilde la nombró así por ti) Ver que hubieras formalizado una relación con Silvano, que te ama tanto, porque todavía te ama, me consta; pero sobre todo que haber tenido tiempo de demostrarte cuánto te quiero, lo orgulloso que estoy de ser tu hijo y de que tú hayas sido mi madre. ¡Se que siempre estarás a m lado, cuidando velando por nosotros y eso me reconforta y me consuela!

 

Unos pasos que se acercaban le hicieron saber que ya no estaba solo y asombrado vio aparecer a Silvano, que venia con un ramo de flores en las manos. Al ver a Manuel se detuvo y le preguntó:

 

_ ¿Qué haces aquí tan temprano, Manuel?

_ Vine a platicar con mi madre- le contestó Manuel retirándose un poco pero sin dejar de tocar la lápida con su mano- No podía dormir y sentí la necesidad de hablar con ella. ¿Y tú que haces aquí?

_ Pos yo vine como cada mañana a traerle sus flores a Rosarito- le explicó avergonzado sin saber si seguir caminando o quedarse parado donde estaba. Al final se decidió a acercarse, quitar las flores mustias del día anterior y colocar las frescas.

_ Creía que eso lo hacía Matilde- le comentó extrañado Manuel

_ Si, la señora Matilde viene cada día a traerle sus flores a tu mamacita y las une a las mías- le explicó Silvano

_ Nunca me dijo nada de que tú también le trajeras flores a mi madre

_ Yo le pedí que no lo hiciera- se volvió hacia él Silvano

_ ¿Por qué?- le preguntó Manuel, colocando las manos sobre los hombros de su amigo

_ Porque no quería que nadie lo supiera- le contó Silvano- Desde que la enterramos aquí, cada mañana me levanto apenas el sol asoma y le busco y traigo sus flores. Pensé que te molestaría tanto atrevimiento de mi parte. Ya se que yo no soy nadie y ella era tu mamacita y que es mucho atrevi….

_ ¡Silvano!- lo interrumpió Manuel, que no podía creer lo que estaba escuchando- ¿Pero quién te has pensado que soy? ¿Como puedes pensar que me molestaría porque le trajeras flores a mi madre? ¡Nadie más que tú tiene mayor derecho a hacerlo, Silvano, tú que la amaste toda tu vida, que siempre estuviste al pendiente de ella, incluso más que yo que soy su hijo! ¿Acaso no me pediste permiso para cortejarla y yo no te lo di? Estoy seguro que si no hubiera pasado lo que pasó y mi madre estuviera viva, ya ustedes estarían casados y Matilde y yo muy felices porque así fuera. Escúchame bien, Silvano, a nadie le habría confiado la felicidad de mi madre que no hubieses sido tú. Y ella te quería, me lo dijo. De eso estábamos hablando cuando le dispararon.

_ ¿De verdad, no me estas mintiendo, Manuelito?- le preguntó esperanzado y con lágrimas en los ojos el viejo amigo

_ De verdad- le contestó solemne Fuentes Guerra- No quiero que escondas el amor y el cariño que sentías por mi madre. Le has hecho honor, y yo te estoy muy agradecido por todo lo que la quisiste. Y también por todo lo que nos quieres y cuidas a mi familia y a mi. Has sido mi amigo desde que era un chamaco y siempre estabas protegiéndome, hasta de la ira de mi padre. Has arriesgado tu vida por mi una y otra vez y te debo la mía varias veces, nadie mejor que tú para mi madre. ¡Gracias!

_ ¿Pos, gracias de qué? Le prometí a Rosarito, que Dios tenga en su gloria, que siempre iba a velar por los suyos y esos son tú y tu familia y lo voy a hacer hasta el día en que yo me muera o hasta que te canses de mi y de tenerme a tu lado- le aseguró Silvano con voz firme y baja.

_ Pues será hasta el día en que mueras, amigo, porque yo no dejaría que nos abandonaras- le dijo Manuel y los dos se dieron un fuerte abrazo.

 

Luego se separaron y Manuel en un gesto de sensibilidad le dijo:

 

_ Es muy temprano todavía, creo que querrás estar un rato aquí con ella- le dio una palmada en el hombro, acaricio la inscripción y se fue.

 

Silvano lo vio salir y lo oyó alejarse mientras una lágrima corría por su rostro. Se volvió al la sepultura y susurró:

 

_ Pos si, Rosarito, allá desde el cielo, estoy seguro que usted está mirando a su hijo. Es muy buen muchacho y ya le hizo caso y arregló sus diferencias con la niña Matilde. Creo que ya no tendremos más problemas por aquí con esos dos. Aquí le traigo sus flores, como cada mañana y a partir de ahora ya no vendré a verla y a platicarle a escondidas. Ya usted oyó que Manuelito me dio permiso y hasta me dijo que habría estado de acuerdo en que nos matrimoniáramos. ¡La extraño mucho, mi Rosarito!, pero aquí voy a estar siempre cumpliéndole la promesa que le hice, hasta que Diosito quiera que nos reunamos allá en el cielo.

 

 

 

Matilde pensaba en como preparar el cumpleaños de Manuel. Quería que todos sus amigos estuvieran presentes. Por cartas de Humberto sabía que Renato y Hanna ya estaban de regreso en la capital y habían tenido una nena preciosa, lo cual tenia a Renato medio perdido de la dicha, Sixto y Antonia también estaban allá, así que era cosa de escribirle a todos para que vinieran para ese día y tampoco podía dejar de invitar a Pilar y a Amadeo Corona.

 

Estaba en la bodega, revisando las existencias para realizar el pedido al almacén y pensaba en su idea. Seferina la acompañaba para llevar a la cocina las cosas necesarias, tal como tiempo antes la había ayudado su suegra.

 

_ Tres jabones perfumados, estropajo, cuatro platos, dos vasos, una cazuela- iba enumerando Mati mientras iba despachando las cosas de la lista

_ También hace falta una olla, señora- le recordó Seferina.

_ Si, tienes razón- agradeció ella y le dio lo pedido- ¡Ya está!

_ Esta usted muy linda, señora- la alabó Seferina- ¡Qué bueno que ya esta usted buena! ¡La casa es otra con su alegría flotando por ella!

_ Gracias, si me siento bien- aceptó Mati- Hace varios días que no me duele nada y el señor dice que mis costillas ya están completamente curadas. ¡Soy muy feliz! ¡Tengo a mis hijos fuertes y sanos, mi casa, mi tía conmigo y a mi esposo al que adoro!

_ Y él a usted-añadió la criada- Nada más hay que verlo

_ Si, Manuel me quiere- estuvo de acuerdo ella con expresión arrobada y ojos brillantes de felicidad y  enseguida, como si despertara de un sueño- ¡Vamos Seferina, hay que enviar el pedido para las despensas!

 

Cuando llegaron a la cocina, Prudencia estaba probando la sazón de un guiso que estaba haciendo Jacinta. Al ver entrar a su sobrina le sonrió.

 

_ ¿Estabas en la bodega?

_ Si tía. Comprobaba lo que había para hacer el pedido al almacén del pueblo y Seferina trae lo que se necesita en la casa. ¿ Qué haces?

_ Probando la exquisita sazón de Jacinta- le contestó su tía

_ Cierto, Jacinta tiene un don para cocinar especial- la celebró Mati

_ No es nada niña, agradeció los halagos la cocinera- Simplemente mezclo los ingredientes como me enseñó mi madre y aquí hay de todo para que la comida salga bien.

_ Si, pero saber mezclarlos- le porfió mati acercándose a ella, abrazándola por los hombros desde su espalda y dándole un beso en la mejilla, decidida a reconocer el trabajo de la cocinera- eso no todos lo saben hacer; eso es un arte y usted lo hace riquísimo y muy bien.

_ Eso es cierto- concordó Prudencia sonriente

_ Gracias niña- le agradeció Jacinta conmovida por el beso inesperado y  los halagos.

_ ¡Señora, Señora!- se escuchó una voz

 

 Una chiquilla joven que hacía poco trabajaba en la casa llegó corriendo a la cocina. Todas se le quedaron mirando asombradas.

 

_ ¡Doña, niña!- se dirigió a Prudencia y a Matilde- han llegado visitas

_ ¿Quién es?- le preguntó Mati

_ Pos, no se. Un señor y una señora. Los hice pasar al salón

_ Ve, hija, yo me quedo viendo cómo están las natillas- le dijo su tía

 

Mati se levantó de la mesa donde se había sentado, se arregló el vestido y saliendo por el patio, se dirigió al salón. Cuando cruzaba cerca de la fuente, vio que Manuel y Silvano regresaban y se detuvo a esperarlos.

 

Manuel desmontó de un salto y se acercó a ella. La abrazó y la besó. Silvano la saludó con el sombrero y una sonrisa que ella correspondió.

 

_ ¿Qué haces aquí?

 _ Iba de camino al salón. Me acaban de avisar que tenemos visitas

_ ¿Quienes son?- inquirió Manuel mirando sorprendido en esa dirección

_ No lo se. ¿Vienes conmigo?

_ Vamos- Se volvió a Silvano- espérame en  el despacho, Silvano, ahorita te alcanzo

_ De acuerdo, no más voy por un cafecito a la cocina y ahí te espero- accedió éste.

 

Se enlazaron del talle y caminaron hacia la casa

 

_ ¿Cómo te has sentido?- le preguntó Manuel- ¿Has sentido algún dolor o molestia?

_ Bien, y no ya no me duele- le contestó ella riendo- ¿Todo bien?

_  Si, Don Mariano es una persona muy capaz y ha demostrado tener conocimientos. Los trabajadores le responden- le contó Manuel y justo cuando llegaban al salón le susurró al oído- ¡te amo!

_ ¡Y yo a ti!- le respondió Matilde

 

Manuel le dio un beso en  el cuello que la hizo lanzar una protesta, juguetona.

 

En el salón estaban dos personas. La mujer, sentada en una de los sillones estaba riendo de algo que le decía el caballero inclinado hacia ella. Al oír la exclamación de Matilde se volvieron hacia la entrada.

 

_ ¡Amadeo!- exclamó Manuel al reconocerlo contento y asombrado

_ ¡Pilar!- exclamó Matilde al reconocer a su amiga

_ ¡Manuel!- lo saludó Amadeo Corona saludándose con un fuerte abrazo

_ ¡Mati! – la saludó  su amiga yendo al encuentro de su amiga, mientras se besaban y abrazaban con alegría.

_ ¡Qué alegría verte!- le dijo Manuel  mientras se estrechaban las manos- ¿Por que no me avisaste que venías?

_  Espera- se volvió hacia Matilde y  tomó la mano que ella le ofrecía- Es un placer volver a verla Doña Matilde. ¡Está usted más hermosa que la última vez que la vi!

_ ¡Gracias Amadeo, bienvenido!- lo saludó Matilde con una sonrisa calurosa.

_ Doña Pilar, que gusto volver a saludarla- la saludó Manuel mientras besaba su mano

_ Gracias, Don Manuel, el gusto es mío- le respondió Pilar

_ Pero sentémonos por favor- les invitó Matilde tomando asiento en un sillón donde se apoyó Manuel permaneciendo de pie.

 

Amadeo y Pilar se sentaron en el sofá.

 

_ Decidimos venir a verlos aprovechando que tenía que hacer un recorrido por la zona, ya sabes por trabajo- le comenzó a contar Amadeo a Manuel.-Estaremos unos días en Ciudad Malte y  otras cercanas. Entonces le dije a Pilar “¿Porqué no le damos una sorpresa a Manuel y Matilde y de paso le contamos las nuevas?”

_ ¿Los dos juntos?- preguntó extrañada Matilde luego de intercambiar una mirada con Manuel

_ Si, Mati- le explicó Pilar- Tal vez te enojes conmigo por lo que les vamos a decir, pero créeme que si alguien queríamos que estuvieran con nosotros en ese momento eran ustedes. Pero Amadeo tiene una agenda muy complicada y lo mejor fue hacerlo así.

 

Manuel miró a Matilde sin decir nada, pero una idea comenzaba a encenderse en su celebro. Algo secreto, que involucraba a ambos y el llamarse por sus nombres de pila con tanta familiaridad, le dio la pista que necesitaba.

 

_ ¡Se casaron!- exclamó convencido y sonriente

 

Amadeo lanzó una carcajada de asentimiento y levantando la mano de Pilar les enseñó las alianzas. Matilde lanzó un gritito de alegría y se levantó para abrazar y besar a Pilar para felicitarla, mientras los hombres se estrechaban las manos y se abrazaban.

 

_ ¡Felicidades!- le dijo Mati a su amiga- ¡Me alegro mucho por ti y por Amadeo!, pero ¿Cómo ha sucedido esto?- les preguntó mirándolos a los dos

_ Nos conocimos el día que ustedes regresaron a Ciudad Trinidad. Los dos fuimos a verlos, pero ustedes ya se habían ido- contó Pilar

_ Nos encontramos los dos en el mostrador de recepción del hotel, preguntamos al mismo tiempo y al ver que ambos los procurábamos a ustedes nos presentamos, la acompañé a su casa  y comencé a visitarla- finalizó Amadeo

_ ¡No saben cuánto nos alegramos por los dos- exclamó Manuel

 

En ese momento Seferina interrumpió para decir que las habitaciones de las visitas estaban listas.

_ ¿Porqué no suben a refrescarse y descansar un poco y nos vemos aquí más tarde, a la hora de la cena?- les invitó Matilde- Seferina les mostrará sus habitaciones.

 

Amadeo y Pilar estuvieron de acuerdo y se retiraron siguiendo a la joven.

 

Manuel y Matilde contentos y enlazados por la cintura, los vieron subir hacia las habitaciones hasta que desaparecieron en el piso superior, entonces se dirigieron al despacho.

_ ¡Aún no puedo creerlo!- dijo Matilde entrando y dirigiéndose hasta la ventana para ver fuera.

_Ha sido una gran sorpresa- exclamó Manuel cerrando la puerta tras ellos y acercándose hasta detenerse tras ella y abrazarla por el talle besando sus cabellos- ¡Estoy feliz por ellos!

Si, yo también- concordó Matilde  recostándose en su pecho y abrazando las manos de Manuel en su cintura- Amadeo es un buen hombre y la tratará con cariño, amor y respeto; y eso es lo que Pilar necesita.Publicado por angelitafer5

Publicado el 30/03/2009 09:17 - Total Temas: 59 - Total Mensajes: 247

_ Pilar es muy dulce y buena, creo que es lo que Amadeo necesita también. Harán buena pareja y estoy seguro que serán muy felices.

_ Si, pero  tanto como nosotros- le susurró ella dándose vuelta entre sus brazos- ¿Verdad, Manuel?

_ Por supuesto que no- le confirmó él mientras su morena cabeza descendía y su boca buscaba la de ella para fundirse en un delicioso y largo beso

_ ¡Te amo Manuel!- le susurró Matilde acurrucándose en su pecho- ¡Soy muy feliz!

_ ¡Y yo también te amo, más que a mi vida

 

 

A la hora de la cena se reunieron todos en el comedor y la comida transcurrió en un ambiente festivo y relajado.  Todos estaban felices por la nueva pareja y brindaron con creciente alegría por su dicha presente y futura. Prudencia estaba verdaderamente feliz por Pilar y ardía de estar a solas en su recámara para escribirle una carta a su hermana contándole las buenas nuevas. Silvano sonreía contento y melancólico al ver tanta alegría a su alrededor; pues si Pilar y Amadeo lucían felices y enamorados, Manuel y Matilde parecían rodeados de una burbuja de amor y felicidad. Participaban de la alegría general, incluso hacían brindis y reían con los demás, pero no dejaban de buscarse con la mirada, con las manos y emanaba de ellos tanta dicha que los envolvía en un mundo propio.

Después de los postres pasaron las mujeres al salón y los caballeros al despacho a tomar una copa de coñac. Allí, luego de recibir las instrucciones para el siguiente día el administrador y Silvano  se retiraron a descansar; quedando los dos amigos solos y en posición de contarse lo ocurrido en todo el tiempo pasado.

Manuel supo que Lorenzo era el Jefe de Despacho de Amadeo y que se había quedado en la capital y que Chuy estudiaba medicina en la Universidad, inspirado por el. Conversaron sobre la situación política del país y las medidas que el gobierno estaba poniendo en practica para normalizar la situación del país y lograr que volviera a ser prospero y floreciente. La conversación era muy amena, pero ambos añoraban a sus mujeres y de mutuo acuerdo regresaron al salón.

 

Mientras, Prudencia, Pilar y Matilde habían estado conversando sobre la vida en la capital y el matrimonio.

 

_Amadeo es tan diferente a Ramón- les contó Pilar- No solo por como me manifiesta su amor: me conciente, es atento, cariñoso, me respeta. Siempre está al pendiente de mi, nota que existo para algo más que atender su casa, me hace sentir importante, me platica cosas, quiere saber lo que pienso, me tiene paciencia y me explica cuando no entiendo algo, me hace tomar decisiones.

_ ¡Qué maravilla, hija!-le dijo Prudencia- cuando hay real armonía entre los esposos, el matrimonio es una bendición. Así era con mi Fulgencio, que en paz descanse. Cada día era una fiesta.

 

Pilar le sonrió agradecida y volviéndose a Matilde que las había estado escuchando en silencio le tomó una mano y la confesó:

_ Ahora entiendo cuando me decías que Manuel era especial y comprendo lo que has llegado a sentir por él.

_ Si. Manuel desde un comienzo fue totalmente distinto a todo cuanto conocía, con excepción de mi padre. Los dos eran bastante parecidos, aunque Manuel tiene ideas mucho más abiertas que mi papá-reconoció Matilde- mi vida con Manuel es mucho más de lo que me atrevía a soñar. No lo cambiaría por nada….bueno-rectificó- si cambiaría algo. No perdería tanto tiempo con rencores inútiles y no me hubiera separado nunca de su lado. Ahora quisiera pedirte un favor, Pilar. Dentro de unos días será el cumpleaños de Manuel y quiero realizarle una fiesta sorpresa. Quiero que todos sus amigos estén presentes y tú y Amadeo no pueden faltar. Silvano y mi tía me están ayudando a organizarlo todo y ya les mande cartas a  Sixto, Renato, Humberto, solo faltaban ustedes, pero ya que están aquí no tengo que hacerlo. Las invitaciones de los hacendados vecinos las está haciendo mi tía y las entregará Silvano. ¿Puedo contar contigo y con Amadeo?

_ Por supuesto que si Mati-le contestó Pilar- Hoy se lo diré a mi marido y estoy segura que accederá

 

_ ¿De qué hablaban?- preguntó Manuel entrando en el salón junto con Amadeo. Se acercó a Matilde, mientras Amadeo  se sentaba junto a su mujer y se miraban con arrobo.

_ De lo mucho que te amo- le contó Matilde en un arranque apasionado y levantándose con alegría para enlazarlo por la cintura sin importarle que no estuvieran solos y mirándolo a los ojos- Y que nunca me separaré de ti.

_ Yo también te amo y nunca te dejaría ir de mi lado- le respondió  abrazándola contra si y dándole un beso que de veras los hizo olvidarse  de todo y de todos. Una exclamación de Prudencia y las risas de un divertido Amadeo y una sonrojada Pilar los volvió a la realidad.

_ ¡Por Dios Bendito! – exclamó Prudencia simulando estar escandalizada, pero riendo

_ ¡Perdón!- se disculpó Manuel enrojeciendo y avergonzado y Matilde escondió el rostro en su pecho, apretándose fuertemente contra él

_ ¿Crees que después de que llevemos tantos años de casados como ellos, estaremos igual de enamorados?- le preguntó tímida y divertida Pilar a Amadeo

_ Estoy seguro de que sí- le contestó él mientras la besaba

_ Creo que mejor me retiro- anunció Prudencia incorporándose y agregó al ver los gestos de protesta de los cuatro- No se preocupen, ustedes salgan a dar un paseo por los alrededores. Hay luna llena, luna de enamorados, y podrán disfrutarse mutuamente sin testigos. Yo me voy a descansar y pasaré por el cuarto de los niños. Creo que vi subir a Seferina, le enviaré un chal a  cada una. Buenas noches a todos.

_ Buenas noches tía, se le acercó Matilde para despedirse y le susurró al oído todo risueña- ¡Gracias!

 

Prudencia le acarició el rostro con cariño, dejó que Manuel le besara la mano y agradeció a Amadeo y a Pilar. Momentos después Seferina bajaba con dos chales.

 

_ ¿Entonces salimos a dar un paseo?- le preguntó Amadeo a Pilar y ella dejó que le colocara la prenda sobre los hombros, tal como hacía Manuel con Matilde en esos momentos entre risas y salieron los cuatro.

 

La luna redonda y brillante iluminaba los campos y la brisa suave venía perfumada con la fragancia del jazmín. Decidieron salir por el arco de la entrada y torcer hacia la derecha caminando lentamente y disfrutando de la noche. Poco a poco y casi sin darse cuenta se fueron separando. Amadeo y Pilar se sentaron en un muro, junto a una columna para conversar y compartir besos y Manuel y Matilde siguieron caminando hasta llegar al pozo del patio trasero, cerca de los establos.

No hablaban porque no lo necesitaban. Cuando el amor compartido es tan grande y existe la confianza necesaria, solo se necesita la cercanía del ser amado, para decirle cuanto lo amas solo con una mirada. Abrazados miraban la quietud de todo cuanto los rodeaba. Una contemplación feliz y tranquila solo interrumpida por un beso profundo, gentil, tierno de vez en cuando y un jazmín que Manuel cortó para Matilde de la enredadera junto al pozo.

Un poco más tarde regresaron a la casa. Juntos fueron a darles un beso de buenas noches a sus hijos y luego a su recámara. Estaban acostados muy juntitos y abrazados cuando recordaron a sus huéspedes y supusieron al no haberlos visto que se habrían retirado a descansar..

 

_ Estoy muy feliz por ellos- susurró Matilde- Creo que lograrán ser felices. Pilar me contó que Teresita y Ramoncito los han aceptado muy contentos y que Amadeo es muy bueno con el niño.

_ Será muy buena influencia para el niño- le aseguró Manuel- Es un buen hombre y es justo lo que Ramoncito necesita.

_ Y Pilar es una excelente madre. Teresita está encantada y me dijo pilar, que saldrá del colegio  muy pronto para regresar a la casa.

_ Pero ya no quiero que sigamos halando de ellos- le dijo Manuel

_ ¿De que quieres hablar?- le peguntó Matilde, que sabía que en realidad él no quería hablar.

_ No quiero que hablemos más- le respondió Manuel mientras le besaba un hombro y comenzaba a deslizar un tirante de la bata de dormir de ella- Ya hemos hablado mucho. ¡Quiero hacerte el amor!

_ ¡Manuel!- rió deleitada ella antes de entregarse por entero a los deseos de su esposo que eran los mismos que los suyos.

 

Amadeo y Pilar se marcharon al día siguiente y continuaron su recorrido felices y contentos no sin antes prometerle a Matilde que estarían de regreso para el cumpleaños de Manuel porque, luego de hablar con Silvano, ya todo estaba marchando sobre ruedas. 

 

La vida en la hacienda continuó como cada día. Prudencia y Matilde se ocupaban de que todo estuviera listo y de los niños que cada día estaban más grandes y hermosos. Manuel y Silvano, junto con Don Mariano, el administrador,  mantenían todo el trabajo controlado.

Manuel, luego de comprobar que las relaciones del nuevo administrador eran buenas con los trabajadores, pudo delegar un poco y dedicarse a practicar su profesión en la hacienda cada día y en el hospital del pueblo dos veces por semana. También algunos hacendados que se habían enterado de que era médico en algunas ocasiones le habían solicitado que atendiera a algún que otro familiar y  Manuel, no se negaba, siempre que podía.

 

Una semana después de la partida de los señores Corona, Manuel decidió llevar a su familia al pueblo para que participaran de los festejos de la feria.  La noticia fue recibida con regocijo y Matilde decidió que solamente los acompañara Esperanza para ayudarla con los niños y que María tomara un día de merecido descanso. Prudencia se disculpó porque había amanecido con una fuerte jaqueca y no quiso salir de su cuarto y también se negó cuando Matilde quiso quedarse con ella.

 

Barranquillas estaba todo engalanado y los puestos lucían muy hermosos con sus adornos. Todos los habitantes estaban vestidos con sus mejores galas. Varios hacendados también paseaban con sus familias y en las afueras del pueblo se realizaban peleas de gallos, rodeos y una zona de picnic. Había música, banderines de colores, dulces, golosinas, bebidas, en fin, todo estaba listo para pasar un día de fiesta.

 

Manuel y su familia se encontraron con varios de sus trabajadores que aprovechaban las fiestas, al llegar al pueblo. Nada más bajar del caballo y ayudó a Matilde y tomó en brazos a Rosario. Manuelito le dio la mano a su nana y a su mamita. Inmediatamente fueron vistos por el alcalde y su familia y fue por ellos que Manuel supo que Don Urbano estaba enfermo desde hacía unos días.

 

_ No es nada, hijo, un poco de gripa solamente- se quejó el Padre Urbano cuando un preocupado Manuel se personó en su casa seguido de una no menos preocupada Matilde.

_ Eso lo decido yo- le contestó Manuel mientras procedía a reconocerlo- lo que no le perdono, Padrino es que no haya mandado por mi o por el Doctor Negrete para que lo viéramos.

_ Ya te dije que es solo un fuerte catarro- se justificó Urbano con un acceso de tos- no había necesidad de molestarlos.

 

Manuel terminó de oír sus pulmones y lo miró serio.

 

_ No es una simple gripa, Padrino, es necesario que haga reposo.

_ ¿Qué es, Manuel?- le preguntó Matilde

_ Neumonía- anunció Manuel y se volvió a su padrino que había enmudecido- esto es serio, Padrino. Contésteme algo, ¿se ha estado mojando usted en estos días? La verdad, Padrino.

_ Bueno, hace unos días tuve que ir a un caserío que está a varias horas de aquí y si me moje con la lluvia cuando iba hacia allá.

_ Y se quedó, usted, con la ropa mojada- concluyó Manuel

_Si- agregó tosiendo

_ Pues eso es lo que le ha producido esta neumonía, por eso la fiebre y la tos. Debe guardar reposo, tomar baños de sol, alimentarse muy bien, tomar muchos líquidos. Pero sobretodo es necesario que descanse.

_ No puedo, mañana tengo que oficiar misa- se negó Don Urbano.

_ Escuche padrino, escoja, ¡o me promete hacer reposo o me lo llevo ahora mismos para San Cayetano hasta que esté recuperado!- le puso un ultimátum Manuel- Escriba una nota al párroco de San Miguel, para que venga a oficiar misa, que yo lo mandaré con un propio.

_ No seas necio, Manuel- intentó rebelarse el padrecito- No es necesario. Ya hoy no tengo fiebre y si descanso hoy, mañana podré incorporarme a mis obligaciones.

_ ¡Por favor, padre, hágale caso a Manuel!- le rogó Matilde

_ Padrino- Manuel se sentó en el lecho y tomó entre las suyas una mano de su padrino- una neumonía mal cuidada, puede provocarle la muerte. ¡Sus feligreses, esos mismos por los que está tan preocupado lo necesitan y yo lo necesito, padrino; ya perdí a mi madre, no quiero perderlo a usted también!

 

Don Urbano comprendió que su ahijado le hablaba con el corazón, como médico, pero mucho más como un hijo. Sonrió y palmeando las manos de su ahijado asintió mientras miraba a la pareja.

 

_ Está muy bien hijo, seguiré tus indicaciones.

_ Vendré a verlo todos los días- le aseguró Manuel

_ No es necesario, hijo, de veras, el doctor Negrete puede atenderme muy bien.

_ No, padrino. Yo lo haré.

_ Yo también vendré a verlo- le dijo Matilde- Vendré con mi tía y le ayudaremos en cuanto necesite.

_ ¡Gracias hija!

_ Escriba la carta para el párroco de San Miguel, uno de mis muchachos la llevará- le pidió Manuel. Se volvió a su mujer- Por favor; Matilde, manda le preparen un caldo a mi padrino.

_ Enseguida

 

Poco después regresaba Matilde con la joven que ayudaba en los quehaceres al padrecito y con la comida. Manuel le explicó el tratamiento que debía seguir el cura y luego de prometerle regresar al día siguiente, salieron.

En el patio estaba Esperanza con Manuelito y Rosario.

 

_ ¿De verdad es neumonía, Manuel? ¿No crees que estaría mejor en san Cayetano?- le preguntó Matilde a Manuel porque la media sonrisa que había aparecido en el rostro de su esposo le había parecido sospechosa

_ ¿Cómo te diste cuenta que no es cierto?- le preguntó Manuel sonriendo ampliamente

_ He llegado a conocerte y se que si fuera algo tan serio, no estarías sonriendo- le contestó Matilde

_ Tienes razón es solo una fuerte gripa. Nada que descansos y cuidados no mejoren- le informó

_ ¿Entonces por que le dijiste eso?

_ Porque si no lo hago, mi padrino es capaz de descuidarse y entonces si puede para en una neumonía. Además lo noté cansado y unos días de reposo le van a ir muy bien- le explicó Manuel riendo y ella también estuvo de acuerdo.

_ ¿Cómo se encuentra el padrecito?- les preguntó la nana en cuanto los vió

_ Está un poco delicado, Esperanza, pero mejorará con cuidados- le dijo Matilde mientras tendía los brazos a su hija que enseguida sonrió y se lanzó hacia ella. 

_ ¡Gracias a Dios!- exclamó Esperanza

 

Manuelito tomó la mano de su padre y salieron de la casa. Ya en la calle y casi en la entrada se toparon con un caballero que  iba hacia la casa en compañía de un joven y una muchacha..

 

_ Disculpe, caballero- se dirigió a Manuel el hombre mayor- ¿ Sabe usted si el señor cura se encuentra?

_ El padre Urbano  se encuentra enfermo y no está en condiciones de recibir visitas- le comunicó Manuel

_ ¡Lo siento mucho!- exclamó el hombre molesto- ¡Qué contrariedad!¡ Me urgía hablar con él!

_ Lo lamento, tendrá que esperar a que el padre este en condiciones de recibir- concluyó Manuel y trató de seguir su camino, cuando una exclamación del joven lo detuvo.

 

_ ¿Don Manuel Fuentes Guerra?- inquirió asombrado el muchacho

_ ¡Usted!- le reconoció Manuel y le tendió la mano para saludarlo- ¿ Qué hace en Barranquillas?

_ Permítame, por favor, que le presente a mi padre: Don Juan Carlos de Montalvo y mi hermana Inés de Montalvo- les presentó el joven que no era otro que el muchacho que había salvado a Matilde de ser atropellada en Ciudad Trinidad

_ Es un placer conocerlo caballero. Soy Manuel Fuentes Guerra y la señora es mi esposa Matilde Peñalver de Fuentes Guerra y Mis hijos, Manuel y Rosario- se presentó Manuel

_ Es un placer conocerlo, Don Manuel. Le saludó Don Juan Carlos y besó la mano de Matilde- es un honor bella señora

_ El gusto es mío, caballero. Saludó Matilde.

_ Señorita, a sus pies- saludó Manuel a la jovencita que no tendría mas que unos 19 años y parecía encandilada con la galanura de fuentes Guerra.

_ Es un placer, señor- le contestó ella

_ Matilde- se volvió a su esposa, Manuel- este es el joven que te salvó en Ciudad trinidad cuando te iba a atropellar la carreta.

_ Es usted- exclamó Mati sorprendida, ya que no recordaba al joven.

_ Ha sido una inmensa alegría verla nuevamente señora- le dijo Carlos, besando la mano de Matilde- y ver que tuvo usted a su hijita.

_ Estoy en deuda con su hijo, Don Juan Carlos. Hace unos meses salvó la vida de mi mujer y de mi hija que no había nacido.- le explicó Manuel al padre de Carlos- Nunca podré pagarle suficiente el bien que nos hizo.

_ Me alegra que mi hijo le haya sido de ayuda, Don Manuel- le agradeció  y agregó- y egoístamente es una grata noticia porque al menos así conocemos a alguien en este pueblo. Verá hace unos meses compre unas tierras y una hacienda en las inmediaciones y he estado todo este tiempo poniendo las cosas al día. No he tenido tiempo de socializar con la sociedad de la provincia. ¡Usted sabe que el trabajo del campo es muy absorbente!

_ Lo entiendo perfectamente- concordó Manuel-  Sepa usted que serán bienvenidos en San Cayetano cuando ustedes gusten.

_ Muchas gracias Don Manuel- le agradecieron padre e hijo y la chica sonrió.

 

Se despidieron y Manuel y Matilde regresaron a la hacienda. Al llegar Esperanza se llevó a los niños para que tomaran un baño, merendaran y descansaran porque venían exhaustos. Manuel se quedó en el despacho revisando unas cosas y Matilde subió a su recámara a cambiarse y ver a su tía.

 

_ ¡Y de veras no es nada serio lo del Don Urbano? Le preguntó Prudencia mientras la ayudaba a cambiarse.

_ No tía, Manuel solo trató de asustarle para que su padrino hiciera caso y descansara- la tranquilizó Matilde y le preguntó_ ¿Cómo va todo para la fiesta de Manuel?

_ Ya está casi todo listo.  Los invitados llegaran todos en la mañana y la fiesta será en la noche- le detalló su tía- ahora que no sé cómo le vas a hacer para que Manuel no se de cuenta. Serán muchos más invitados que cuando preparamos tu cumpleaños y tu marido de tonto no tiene un pelo- agregó

_ No te preocupes que ya lo tengo todo muy bien pensado, eso sí tú tendrás que hacerte cargo de acomodar a todos según vayan llegando- le dijo Matilde mientras retocaba su peinado frente al espejo- Yo mantendré lejos de la casa a Manuel toda la mañana y tú junto con mi mamá y Josefina deberán hacerse cargo de todo para que cuando regresemos Manuel no se de cuenta de nada.

_ ¿Pero cómo le vas a hacer criatura?- quiso saber Prudencia que distaba mucho de pensar que fuera posible mantener ajeno a Manuel de que tenía la casa llena de gente.

_ Silvano y Don Mariano me van a ayudar. Ellos tienen un plan para que Manuel pase la tarde fuera justo hasta poco antes de la fiesta- le confió Matilde sonriente y volviéndose en el asiento para ver la cara de su tía le comunicó_ ¿Sabes a quien vimos en el pueblo antes de venir para acá?

_ No se

_ Pues  al joven que me salvó de morir atropellada en Ciudad Trinidad. Se mudó a a vivir con su familia a la hacienda que era de la familia Catalina Heredia- le contóPublicado por angelitafer5

Publicado el 30/03/2009 09:19 - Total Temas: 59 - Total Mensajes: 247

_ ¿No me digas?- le preguntó Prudencia asombrada- ¿Y donde lo viste?

_ Cuando salíamos de la casa del padre Urbano. Iba con su padre y una jovencita que es su hermana-le dijo Matilde- Creo que debemos invitarlos, ¿no crees?

_ Claro que si- le contestó su tía.

 

 

La mañana siguiente amaneció lloviendo y Prudencia decidió enseñarles a María a y a Esperanza cómo se hacían sus famosas natillas, por lo que Matilde  se quedó con los niños en el salón. Se colocó una colchita en el suelo sobre  la alfombra y allí se puso a Rosarito rodeada de juguetes y almohadones. Manuelito estaba acostado sobre su pecho coloreando en unas hojas y Matilde bordaba sentada en el suelo entre ellos. Pronto la niña, que era muy revoltosa para su edad, reclamó su atención y dejó la labor a un lado.  

 

Manuel, al salir del despacho donde había estado trabajando toda la mañana se encontró tan hermosa escena y dejando a un lado cualquier otra idea, se quedó  mirándolos sin que ellos lo vieran.  Matilde, vestida de color crema y la nena con gorrito y boticas tejidas, rodeadas de juguetes de colores vivos y Manuelito, un poquito alejado para impedir que su hermanita cogiera sus papeles y colores, concentrado en sus dibujos. Solo un rato después, un movimiento involuntario de Manuel atrajo la atención de la niña que al darse cuenta de quién era, dejó escapar una risa feliz y exclamó por primera vez:

 

_ ¡Papá!- le tendió sus bracitos para que la levantara

 

El asombro fue muy grande y la alegría de Manuel fue inmensa. Matilde se volvió hacia él con la cara resplandeciente de felicidad y Manuelito dejó de dibujar curioso. Manuel se acercó rápidamente y tomó en brazos a la nena que no dejaba de repetir:

 

_ Papá, papá

_ Manuel, son sus primeras palabras- le dijo Matilde encantada- ¡Te llamó papá!

_ La escuché, Matilde, y es algo maravilloso oírlo- le respondió Manuel emocionado y sin dejar de hacer le rosquillitas a su hija mientras se sentaba en el suelo junto a su esposa e hijo.

_ ¿Y qué tiene de raro decir papá?- preguntó Manuelito de pronto a quien no le parecía nada extraño semejante hecho- ¡Yo lo hago todos los días!

 

Manuel y Matilde se miraron y rompieron a reír. Matilde le abrió los brazos a su hijo, que corrió hacia ellos y lo abrazó con fuerza. Manuel los atrajo a los dos hacia si y se abrazaron los cuatro.

_ Claro que lo dices todos los días- le explicó Manuel a su hijo- pero lo que hace este momento tan especial es que es la primera vez que tu hermanita habla. Son sus primeras palabras y a partir de este momento ya comenzara a decir cada vez mayor cantidad de palabras, hasta que sepa hablar como nosotros.

_ ¿Y cuando fue que yo dije papá por primera vez?- quiso saber Manuelito- ¿tú también estabas, papito? ¿Te acuerdas?

_ Claro que lo recuerdo- le contestó Manuel, feliz de también haber podido presenciar ese milagro. Miró a Matilde que lo miraba  y luego a su hijo- Fue un día muy especial para todos nosotros y en especial para ti

_ ¿Para mi?- inquirió Manuelito curioso

_ Si, fue el día de tu bautizo, justo antes de salir para la iglesia. Tu abuelita te traía en brazos e hiciste lo mismo que tu hermana, al verme me abriste los bracitos y me llamaste- le contó Manuel recordando tan feliz momento.

_ Y desde entonces no has parado de hablar- concluyó Matilde y todos rompieron a reír.

 

La mañana del cumpleaños de Manuel amaneció esplendorosa. Un cielo totalmente azul con poquísimas nubes, brisa fresca, sol radiante.

 

En la recámara Matilde ayudaba a Manuel a vestirse con la ropa que le había preparado la noche anterior: camisa blanca de cuello abierto, chaleco carmelita oscuro, pantalón negro y botas de montar. Frente al espejo de la recámara le ayudaba a colocarse el cuello de la camisa y entre besos y caricias en un momento en que Manuel la abrazaba por la cintura bien apretada contra si, deslizó sus manos para abrazar su cuello y le susurró al oído

 

_ ¡Feliz cumpleaños, Manuel!

 

Manuel que no se esperaba que le dijera eso la separó de si y la miró a los ojos con el asombro reflejado en su rostro

 

_ ¿Feliz cumpleaños? ¿Acaso tú sabías que hoy es mi cumpleaños?

_ ¡Claro que sí!, Me lo dijo tu mamá, pero nunca hemos estado juntos en esta fecha. Así que hoy que es el primer cumpleaños tuyo que pasamos juntos quiero que sea un día especial para ti- le dijo Matilde besándolo suavemente en los labios- Abajo te espera mi regalo y estoy segura que  Jacinta estará preparando la canasta para que pasemos toda la mañana fuera, solo nosotros dos.

_ Matilde, mi Matilde- la besó Manuel lleno de felicidad en los ojos, las manos y los labios- ¿te he dicho alguna vez cuánto te amo?

_ Si, pero puedes volver a decírmelo- le contestó ella entre risas y besos

_ ¡Te amo! ¡Te amo!- le repitió Manuel feliz  mientras la cargaba en alto y daba vueltas con ella, riendo ambos.

_ Tu regalo te espera en el patio- le anunció Matilde cuando la depositó en el suelo- Espero te guste.

_ ¿No bajas conmigo?- le preguntó Manuel

_ No todavía tengo cosas que hacer aquí.

_ No demores, aunque estoy seguro que algo que sale de tus manos será de mi entero agrado, quiero darte las gracias en cuanto lo vea- le pidió Manuel

_ Esta bien, bajaré enseguida- aceptó Matilde.

 

Manuel se dirigió hacia la puerta y ya tenía la mano en el picaporte cuando volvió sobre sus pasos y tomando a Matilde desprevenida la alzó nuevamente y dio varias vueltas con ella en sus brazos mientras la besaba apasionadamente. Lentamente la fue dejando sobre sus pies sin dejar de besarla, hasta que se fue separando poco a poco, con reticencia como resistiéndose a dejarla. Le lanzó una sonrisa cautivadora y salió de la recámara sin decir nada.

 

Matilde quedó aferrada a uno de los postes de la cama, sujetada a él con ambas manos, pues sentía las piernas como gelatinas y temía desfallecer. Se sentía como el sobreviviente a una tormenta, que no tenía bien claro que ya había pasado el peligro y se sentía presa de una sensación de irrealidad. Cerró los ojos lentamente, saboreando la sensación de los labios de Manuel sobre los suyos, de sus besos. Se llevó una mano temblorosa a los labios y los rozó levemente con deleite. Cerró los ojos, feliz. Era un magnífico comienzo de día.

 

Cuando bajó al terminar de arreglarse, salió a la entrada por que estaba segura que alli encontraría a su marido. Silvano estaba con varios trabajadores parado a un lado, pero Manuel no estaba a la vista. Matilde se dirigió al viejo, que la saludó nada más  verla al igual que los peones.

 

_ Buenos días, niña

_ Buenos días, Silvano. ¿No ha visto a Manuel? Pensé que estaría por aquí

_ Si, niña, lo que pasa es que salio a montar- le explicó Silvano y agregó- ¡Mírelo, ahí viene!

 

En efecto, Manuel acababa de entrar por el arco montado a caballo cambiando el paso del animal de un medio galope al trote. Se acercó hasta donde estaba ella y sin bajar del animal lo detuvo frente a su esposa. Le alargó la mano y tomó la de ella. Se inclinó y depositó un beso en su mano.

 

_ Es un regalo precioso, Matilde, de veras te lo agradezco

_ Me alegro que te guste- le contestó ella

_ ¡Me encantó!-le agradeció Manuel, desmontando de un salto y acercándola a si, enlazada por el talle- ¡Gracias!

_ ¿Vamos a desayunar?- le preguntó ella risueña

_ Solo me lavo las manos y te alcanzo en el comedor- le respondió Manuel mientras entregaba las riendas a un trabajador. Juntos entraron en la casa seguidos de Silvano.

 

En el comedor ya los esperaba Prudencia, ansiosa por saber como iba saliendo todo lo que habían preparado con tanto cuidado. Al ver entrar a Silvano y a Matilde no pudo contenerse, su cara era una interrogación en sí misma

 

_ Buenos días, Doña- saludó Silvano a Prudencia

_ Buenos días, Silvano

_ Buenos días, tía – la saludó Matilde y se sentó ayudada por Silvano

_ Buenos días, mi cielo. ¿Qué dijo Manuel de su regalo?- le preguntó curiosa a su sobrina- ¿le gustó?

_ Si tía, le gustó mucho- le contestó Matilde y se volvió a Silvano- ¿Todo está listo?

_ Si niña- le contestó éste y le detalló- Tengo dos muchachos en el pueblo para avisarme cuando lleguen los primeros invitados y Don Mariano esta preparando un imprevisto para mantener entretenido a Manuel cuando ustedes regresen de su paseo. Ahorita que terminemos de desayunar lo mantendré ocupado por un rato si, usted quiere para darle tiempo a que todo lo del día de campo esté listo.

_ Eso ya está preparado- le interrumpió Prudencia alegre- La cesta está lista con la comida que pediste: bolitas de arroz, pollo frito, natilla de arroz, frutas y  vino. No sé porque pediste esa comida, habiendo cosas preparadas ya para la fiesta de esta noche

_ No, tía, tenia que ser esta comida- le explicó Matilde alegre, risueña y feliz- Fue la misma comida que llevamos a nuestro primer día de campo. Espero que Manuel también la recuerde. ¿ Y los niños?

_ María y Esperanza les están dando de desayunar – le dijo Prudencia

_ ¿Cómo luzco tía?- le preguntó nerviosa Matilde acomodándose la blusa.

_ Preciosa, mi cielo- le confirmó su tía.

_ Está usted muy linda niña- le aseguró Silvano sonriendo

 

Y era cierto, Matilde había escogido esa mañana un vestido azul cielo de cuello abierto hasta los hombros, mangas amplias y con encajes azules un poco más oscuros que el tono del vestido. Llevaba el cabello recogido en una trenza y con rizos que enmarcaban su rostro.

 

En ese momento Manuel entraba en el comedor y notó como todos callaban y sonreían. Le picó la curiosidad y se encaminó hacia su lugar en la cabecera de la mesa. Al pasar junto a su esposa se detuvo un momento para darle un beso en el hombro descubierto, tomarla de la mano y sentarse sin soltarla y sin dejar de mirar con agrado el sonrojo que se había apoderado de Matilde debido a su acción. La miraba con una sonrisa pícara en los labios y mirada invitadora. Miró a los demás comensales y preguntó:

 

_ ¿De que estaban hablando?

_ Le comentábamos a Mati que está muy bonita hoy- le contestó Prudencia aumentando el sonrojo de su sobrina- ¿No lo crees así; Manuel?

_ Tiene razón, Doña Prudencia- afirmó Manuel mirando a su mujer con intensidad y acariciado la mano de ella-  Matilde siempre está muy linda, pero hoy está particularmente hermosa. Pero eso no es algo nuevo, su sobrina sabe que ella es lo más hermoso de este mundo para mi

_ Ya basta, Manuel –lo cortó Matilde cuyo rostro tenía el color de la grana- desayunemos por favor

 

Manuel soltó una risita baja, complacida, besó los dedos de su esposa y asintiendo con la cabeza la dejó tranquila para desayunar.

 

_ Por cierto, Manuel, muchas felicidades- lo felicitó Prudencia- Que todo lo que has pasado Dios te lo recompense en felicidad

_ Gracias, Doña Prudencia- le agradeció él contento

 

Cuando terminaron de comer Manuel y Matilde subieron para estar un ratito con sus hijos y permitirles a las nanas desayunar con calma. Manuel jugó retozando por el suelo con Manuelito, corriendo a gatas con él y con la pequeña Rosarito, luego jugaron a hacerte rosquillas y de este retozo ni Matilde pudo escapar. Al final terminaron todos  tirados en el piso y muertos de risa.  Cuando regresaron las nanas, Manuelito comenzó con sus deberes y la nena fue atendida por María.

 

Bajaron las escaleras abrazados. Silvano entretuvo a Manuel en el despacho casi una media hora y mientras Matilde se arregló y mandó preparar el coche. Luego, cuando todo estuvo listo se sentó con su tía en el salón, esperando que salieran del despacho.

 

_ Vamos a verlo- le decía Manuel a Silvano cuando salían del despacho. Manda que me ensillen mi caballo, enseguida estoy contigo.

_ ¡Manuel!- lo llamó Mati al verlos- Necesito hablar contigo

_ ¿Ocurre algo? – se detuvo él al verla

_ ¿Vas a salir? – le preguntó ella

_ Hay que ver una cerca caída en los pastizales del norte y voy con Silvano, ¿por qué, se te ofrece algo?- le dijo

_ Si se me ofrece algo- le replicó ella  y se dirigió a Silvano-  ¿usted no podría ocuparse solo de eso; Silvano?

_ ¡Por supuesto que si niña!- le aseguró él

_ Matilde, ¿que te ocurre?- quiso saber Manuel preocupado

_ Ocurre, que hoy es tu cumpleaños y yo todavía no te he dado tu regalo. Entonces quiero dártelo ahora- le dijo sencillamente y con sonrisa angelical.

_ ¿Que no me has dado mi regalo? ¿Y entonces las bridas y los arreos?

_ Son regalos de tus hijos y míos, por supuesto, pero yo hablo del regalo que yo tengo para ti.

_ Está bien. Dámelo- le pidió Manuel

_ Vamos entonces- le dijo Matilde tomándole de la mano y tirando de él hacia la salida y recogiendo de la mesa  su sombrero y su sombrilla.

 

Manuel la miró totalmente despistado y miró al viejo amigo preguntándole con la mirada que sucedía y viendo que Silvano sonriente le hacia señas de que se dejase llevar. En la entrada vio el coche preparado y Matilde le dijo mientras se ponía el sombrero.

 

_ Quiero que vayamos a comer al campo. ¿Me llevas?

 

Fuentes Guerra la miró suspicaz, pero la cara de su mujer era la personificación de la inocencia. Por toda respuesta la alzó en sus brazos y la depositó en el asiento del coche. Dio la vuelta, montó él y tomando las riendas se despidieron de Silvano.

 

_ ¿ A donde quieres que vayamos?- le preguntó cuando salían de la hacienda.

_ Quiero que vayamos a nuestro lugar del río- le pidió ella aferrada a su brazo, sus mejillas apoyadas en los musculosos antebrazos de su esposo y mirándole a los ojos

 

Manuel lanzó una carcajada feliz y encaminó el vehículo en esa dirección.

 

La primavera estaba en todo su esplendor. Los campos brillaban de verdor y por doquier abundaban las flores silvestres. Manuel llegó al lugar donde debían  dejar el coche.  Bajó de un salto y ayudó a Matilde. Tomándola de la mano  y con la cesta en la otra caminó por entre las malanguitas de grandes hojas que colgaban, bajando con cuidado hasta casi tocar el agua del río que se desplazaba haciendo remolinos y blanca espuma en unos pequeños rápidos  para luego desembocar en una especie de estanque natural donde las aguas se aquietaban. Grandes árboles daban sombra y el aire estaba fresco y perfumado por cientos de florecitas silvestres. Largas lianas se descolgaban de las ramas formando una cortina de hojas brillantes y algunas llegaban a tocar el agua. Las malanguitas se habían multiplicado y sus hojas agrandado

 

Matilde lo miraba, todo asombrada de que el lugar estuviera mil veces más hermoso que la vez anterior, mientras Manuel tendía el mantel sobre un lecho de hierbas tan cercano a la orilla que solo tenía que estirar la mano para tocar el agua y  la ayudaba a sentarse. Hacía calor, pero no era sofocante porque tanta sombra contribuía  a mantener la temperatura agradable y la brisa cálida.

 

_ Todo está bellísimo- exclamó extasiada Matilde

_ Si, todo está muy bonito, ¿vino?- estuvo de acuerdo Manuel mientras sacaba la botella de vino de la canasta para abrirla

_ Si, por favor, gracias- aceptó Matilde reanudando ella la tarea de  sacar la comida de la cesta y colocarla sobre el mantel.

 

Terminó de hacerlo y miró a su alrededor. Sintió el olor de la bebida y vio una copa llena de vino ante  si sostenida por su esposo. La tomó entre sus dedos y Manuel los cubrió con los suyos. Se llevó la copa a los labios sin dejar que ella retirara su mano y bebió un sorbo, luego la acercó a Matilde que bebió sin dejar de mirarlo.

 

_ ¿Ha…hace calor verdad?- preguntó Matilde tartamudeando y sonrojada

_ Si- convino Manuel y agregó mientras se apoyaba en un brazo y se inclinaba sobre su costado para quedar semiacostado y muy cerca de ella- ¡ No tengo palabras para decirte cuánto te amo y todo lo que me ha gustado este regalo!

_ ¿Cuál regalo?- le preguntó Mati sin entenderle

_ Este paseo;  ha sido una idea magnífica

_ ¡Eso!- exclamó Matilde

_ No creas que no he notado todas las molestias que te has tomado para que este día sea especial para mí. Hasta preparaste la misma comida que disfrutamos en nuestro primer día de campo, el  elegir este sitio que tan hermosos recuerdos tiene, querer que estemos solos- le detalló él- ¡Gracias, mi amor! ¡Te lo agradezco de veras!- le dijo mirándola a los ojos

_ No lo he hecho para que lo agradezcas, Manuel, lo hice porque quiero verte feliz. Quiero que este sea el primero de muchos otros cumpleaños en familia- le confió Matilde mientras le acariciaba el rostro, los ojos, las cejas, los pómulos, los labios. ¿Quieres comer algo?

_ ¡Si!- susurró Manuel devorándola con la mirada e inclinándose sobre ella, como pantera sobre su presa, obligándola a recostarse sobre el mantel y buscando sus labios con ansias- ¡ A ti!

 

 Comenzó a besar su barbilla con ligeros mordiscos, bajó por la curva de su blanco cuello, desatando las cintas del sombrero y  deteniéndose en el hueco de su hombro deslizó los labios sobre la parte superior de su pecho y comenzó a abrir lentamente los botones de la blusa del vestido. Matilde mientras, lo acercaba a su cuerpo, despeinaba sus cabellos y le  metía las manos por el cuello de la camisa a la que había abierto dos botones para poder acariciarlo a sus anchas.. Los besos eran ardientes, llenaban su cuerpo de una calor agradable que amenazaba con consumirlos y esta vez Mati cooperaba con entusiasmo, pues en el fondo éste era el regalo que quería darle.

 

Manuel se detuvo  y la miró; con su puño le levantó la barbilla y acarició su nariz con la suya. Ambos se sentaron sobre sus rodillas  frente a frente y comenzaron a desnudarse mutuamente, lentamente, sin prisas, disfrutando la sensación de desnudarse, de rozar su piel, del calor de su contacto.  Cuando solo estaban vestidos por sus prendas más intimas, Manuel se levantó y tomó en brazos a Matilde.  Se encaminó al agua. Ella asustada se aferró a su cuello.

 

_ ¿Qué haces Manuel? ¿A dónde me llevas?

_ Quiero que hagamos el amor aquí, ahora, en el agua- le dijo deteniéndose un momento.

_ ¡Pero yo no sé nadar!- exclamó aterrada.

 

Manuel le dio un beso devastador, que casi la dejó sin aliento y muy serio le preguntó

_ ¿Confías en mi?

 _ Si- fue la sencilla respuesta, pero que llevaba toda una declaración en si misma.

 

Lentamente, con mucho cuidado de no resbalar y caer Manuel entró al agua hasta que sus hombros estuvieron cubiertos. Luego flotó llevando consigo a Matilde y nadando entre besos y risas y exclamaciones por la temperatura del agua.  Y fue en ese momento que Matilde experimentó una nueva forma de conocer el amor y al intensidad de la pasión de su marido.

 

Manuel fue dulce, tierno, considerado, nunca dejó de velar que nada malo les pasara; pero fue excitante, sensual, devastador, increíble. Matilde ya sabía lo que era alcanzar el cielo en sus brazos, pero conoció nuevas formas, mas intensas.

Salieron del agua y nuevamente la llevó en brazos hasta el mantel, la depositó allí con reverencia y cuidado infinitos. Se tendió a su lado y volvieron a hacer el amor sin prisas. Era maravilloso ver el amor y el deseo  que se tenían mutuamente en sus ojos.  Cuando todo acabó se quedaron acostados uno en brazos del otro. La cabeza de Matilde reposando en el pecho de Manuel, abrazados, agotados pero inmensamente felices.

Publicado por angelitafer5

Publicado el 30/03/2009 09:21 - Total Temas: 59 - Total Mensajes: 247

Regresaron a San Cayetano a media tarde. Manuel tomó de la cintura a Matilde para bajarla del coche y la deslizó al suelo bien pegadita a sí. Le dio un beso  en la sien y entraron en la casa.  Manuel decidió busca a Silvano y cuando éste llegó fue con él a ver los arreglos de la cerca. Matilde corrió a la cocina donde estaban su tía y su madre junto con varias mujeres de la hacienda.

Matilde corrió a abrazar a su madre, que la miraba asombrada de ver sus cabellos mojados y luego a su tía. Les contó que el paseo había sido todo un éxito y se quedó con ellas  pues poco después se les reunían Finita, Hanna y Pilar. La cocina era un hervidero de actividad terminando los últimos detalles de la fiesta, pero un hervidero lleno de alegría..

 

 

Mantener a Manuel ajeno de que la casa estaba llena de invitados fue una tarea que recabó de mucha sincronización. Los hijos de los peones de la hacienda estaban felices de vigilar los pasos del patrón. Así que cuando Manuel, llegó cansado decidido a darse un buen baño, cenar y acostarse temprano, no encontró nada raro ni a nadie en su camino. Subió las escaleras, llegó hasta su recámara y se encontró con que ya el baño estaba dispuesto.

 

Matilde se peinaba frente al espejo y lucía un hermosísimo vestido de un rosa, muy claro con cuello vuelto y de volantes de un encaje finísimo bordado a mano.

 

_ Tienes el baño preparado- le dijo- Cuando te bañes bajaremos a cenar

_ ¡Estoy agotado!- protestó Manuel besándola en el cuello- ¿ Porqué mejor no pedimos que nos suban la cena y cenamos aquí, los dos solos?

_ No podemos, Manuel- le replicó Matilde- Hoy es tu cumpleaños ymi tía ha preparado una cena especial para festejarlo. Ha estado todo el día en la cocina con Jacinta. No podemos hacerle ese desaire.

_ Tienes razón- estuvo de acuerdo, dejó caer los hombros con resignación y fue a bañarse.

 

Cuando salió no pudo dejar de comentarle a Matilde al ver el traje de fiesta que debería ponerse

_ ¿No crees que sea un poco exagerado?

_ No- le contestó ella arreglándole la corbata de seda blanca perla- Aunque no hagamos una fiesta hoy es un día especial.  ¡Y ya no pelees más, vamos que nos están esperando!

_ ¿Puedo decirte antes que estas bellísima?- le dijo riendo atrayéndole y dándole un beso.

 

Bajaron al salón pero cuando llegaron Matilde recordó que quería recoger algo que había dejado en la galería y le pidió que la acompañara. Cuando pasaban cerca del salón para fiestas, Manuel creyó escuchar un ruido. Al fijarse  se dio cuenta que por debajo de la puerta se veía luces en la habitación y sombras que se movían. Se detuvo y obligó a Matilde a detenerse tras su cuerpo.

 

_ ¿Qué pasa?- preguntó Matilde haciéndose la asombrada por su actitud

_ Espera- le pidió Manuel poniéndole un dedo sobre los labios para que guardar silencio- Me parece que hay alguien en esa habitación.

_ ¡Llamemos a alguien, a Silvano!- le pidió Matilde que a duras penas podía esconder la risa de su voz

_ ¡No!¡Quédate aquí, iré a ver que es!- le ordenó y se encamino al puerta, seguido de Matilde que chocó contra él en la entrada.

_ ¡Por Dios, Matilde!¡Te pedí que te quedaras!- la regañó

_ Veamos que sucede- le dijo ella y sin darle tiempo empujó con ambas manos las puertas para abrirlas de par en par.

 

Deslumbrado por las luces, Manuel, no pudo darse cuenta enseguida de que el salón estaba lleno de gente. Le tomó unos segundos acostumbrarse a la claridad y entonces oyó repetido por muchas gargantas

 

_ ¡Sorpresa!!! ¡Felicidades, Manuel!

 

Y entonces los vio. Allí estaban todos sus amigos, Renato y Hanna, Humberto, Finita, Augusta, Prudencia, Silvano, Don Mariano, los señores Montalvo, Amadeo y Pilar, Sixto y Antonia, Lorenzo, Teresita, el Doctor Negrete y su esposa, Don Urbano; todos que habían ido para compartir con él ese día tan especial. Matilde que estaba a su lado vio las lágrimas de emoción brillar en sus ojos y rápida le atrapó el rostro con ambas manos y depositó un beso en cada párpado, absorbiendo las delatoras humedades y un beso en los labios que escondiera el temblor de los suyos.

 

_ ¡Felicidades amor mío! -le dijo

 

La fiesta fue todo un éxito. Hubo pastel y mariachis y fuegos artificiales. Inmediatamente de la sorpresa, toda la hacienda se iluminó como si fuera de día. Manuel fue felicitado, abrazado, besado por todos. Abrió el baile con Matilde, pero también bailó con Finita, Antonia, Hanna, Pilar, Augusta y Prudencia. Como festejado tuvo que atender a sus invitados e ir de grupo en grupo.

 

Ya entrada la madrugada, mientras todos dormían, Manuel le agradeció a su esposa por tan especial día.

_ Ha sido un día maravilloso, Matilde y todo gracias a ti.- le dijo mientras hacía un camino de besos por la espalda de su mujer y le prodigaba caricias atrevidas.

_ ¡Manuel! ¡Manuel! ¡Manuel!

 

 

Cuando días después Prudencia, les anunció su deseo de regresarse a vivir a Ciudad Trinidad, para hacerle compañía a Augusta, Manuel y Matilde comprendieron que se cerraba una etapa de sus vidas y comenzaba una nueva, con nuevos retos, nuevas alegrías y también con nuevas tristezas. Pero estarían juntos para sortear todos los obstáculos, criar a sus hijos, proteger a sus gentes.

 

Renato y Hanna  se quedaron a vivir en la capital para estar cerca de Pilar y Amadeo y Sixto y Antonia tendrían su primer hijo.

 

En el transcurso de seis años la vida siguió su curso, pero la amistad de todos ellos nunca sufrió ningún daño. Cada año se reunían varias veces, ya fueran en la capital, en Ciudad Trinidad o en San Cayetano. Sus hijos se hicieron tan buenos amigos como los padres.  

 

El día que cumplieron diez años de casados, Manuel y Matilde decidieron renovar sus votos matrimoniales, esta vez hechos de corazón y en presencia de sus hijos y de toda su familia y amigos cercanos. Decidieron hacerlo en la misma iglesia donde se habían jurado amor por primera vez y que el padre Urbano oficiara la ceremonia.

 

Casi en la puerta de la iglesia a punto de empezar la ceremonia, Matilde llevó a un lado a Manuel.

 

_ ¿Qué ocurre?- le preguntó él al ver las maniobras que ella hacía para lograr hablar  a solas

_ Necesito decirte algo antes de la ceremonia, porque no quiero hacer nuestros votos teniendo un secreto entre nosotros- le susurró Matilde mirando cómo los últimos invitados entraban en la iglesias y ellos quedaban solos en el patio.

_ ¿Qué te ocurre, Matilde, te sientes mal?- le preguntó preocupado de repente y la sostuvo aunque ella no había dado señales de debilidad.

 

Matilde se le quedó mirando unos instantes en silencio. Después de tantos años debería estar acostumbrada. Ella no sabía tener secretos para con él. De una forma u otra Manuel siempre los descubría.

 

_ ¿Ya lo sabes, verdad?- le preguntó, pero era más una afirmación que una pregunta

_ ¿Saber qué?- le preguntó Manuel, que, aunque en efecto ya tenía sospechas, no quería privarla del placer de ser ella quien diera la noticia

_ Sabes que….- Matilde tomó la mano de Manuel y la colocó suavemente en su vientre- Sabes que vamos a tener otro hijo

_ Tenía mis sospechas- le confió sonriente y abrazándola bien fuerte le peguntó al oído- ¿Estás segura?

_ Sí- le confirmó Matilde llena de dicha

_ ¡Matilde, mi Matilde!- exclamó Manuel mientras la besaba lleno de alegría- ¡Vamos a tener un hijo! ¿Se lo has dicho a alguien?

_ No, nadie podía saberlo antes que tú- le dijo ella

_ ¡No lo digas todavía! Disfrutemos este día que con esta maravillosa noticia se vuelve mucho más especial. ¡Te amo, te amo tanto!¡ Gracias!

_ ¡Gracias a ti!- le respondió ella

_ ¿Entramos?- le preguntó ofreciéndole el brazo, que ella aceptó.

 

Así entraron en la iglesia y caminaron por el pasillo llenos de felicidad y de dicha hasta el altar donde ya los esperaba el sacerdote.

 

_ Queridos hermanos- comenzó a decir el padre Urbano- estamos aquí, para ser testigos de la renovación de los votos matrimoniales de Manuel y Matilde.  El amor puede ser como un rosal lleno de espinas, doloroso, difícil; pero con una maravillosa recompensa para aquellos que perseveran. Deben regarlo de ilusiones, sueños, deseos compartidos.

Esta pareja, ha logrado hacer florecer su rosal y hoy, después de haber sorteado desgracias, vicisitudes, odios, envidias, celos, desconfianzas y dudas, están aquí para renovar los votos que hace diez años se hicieron en esta misma iglesia.

Escuchemos sus votos y hagamos todo lo posible para ayudarlos a cumplirlos, porque debemos recordar que el sacramento del matrimonio es para toda la vida.

 

Urbano hizo una seña a Manuel que tomando las manos de Matilde las apretó contra su pecho y mirándola a los ojos, con los suyos brillantes de lágrimas y amor pronunció sus votos con voz emocionada, clara y firme:

 

_ ¡Matilde, eres el amor de mi vida, el destino lo sabía y por eso te puso aquel día ante mí. Cada vez que miro al pasado me doy cuenta que a tu lado es a donde siempre pertenecí. Tú has llegado a encender cada parte de mi alma y cada espacio de mi ser!

 ¡Hoy, ante Dios, te prometo amor eterno, Ser para siempre tuyo, en el bien y en el mal, hoy te demuestro cuanto te quiero y juro amarte por siempre, hasta mi final!

 

Matilde mantuvo una mano de las suyas entre las manos de Manuel, pero con la otra acarició el rostro de su marido mientras le decía sus votos con voz firme, donde vibraba el amor:

 

_ ¡Manuel, hace diez años mis votos no fueron todo lo sinceros que deberían haber sido, fueron hechos con odio y resentimiento que no te merecías. Por eso hoy te hago los votos que debería haberte hecho aquel día. Son votos nacidos del amor y hechos por amor.

¡Te doy mi amor, mis sueños, mis manos, mi voz, mi alma, mi vida. Hoy solo puedo imaginar verte cada amanecer, despertar cada mañana con tu voz, a tu lado envejecer.

Hoy te prometo amor eterno, ser para siempre, tuya en el bien y en el mal, honrarte y amarte siempre hasta mi fina!

 

_ Manuel- le dijo el padre Urbano con una gran sonrisa- ¡Puedes besar a tu esposa!

 

Y mientras eso hacían los novios, se escuchó un gran aplauso de los presentes, porque todos sabían que esta vez si eran los votos de dos seres total y profundamente enamorados, jurando amarse eternamente, con un Amor Real.

 

 

                           FIN

 

 

 

Nota: Hasta aquí los seis años que pasaron en el final hecho por Televisa, desde la llegada de Manuel en la carreta a San Cayetano y la fiesta en la plaza de Ciudad Trinidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Publicado por angelitafer5
Publicado el 30/03/2009 09:23 - Total Temas: 59 - Total Mensajes: 247

NO TENGO PALABRAS, TE QUEDO DIVINO, ES UN LINDO FINAL... BESOS. MACARENA

Publicado por macarena
Publicado el 30/03/2009 10:10 - Total Temas: 1930 - Total Mensajes: 43249

MUCHAS GRACIAS... ME ENCANTO!!!!

BESOS

JANA


Publicado por JANA
Publicado el 30/03/2009 10:45 - Total Temas: 8511 - Total Mensajes: 51585

MUY LINDO EL FINAL ,GRACIAS ME ENCANTO MUCHO

Publicado por criselena
Publicado el 30/03/2009 10:58 - Total Temas: 431 - Total Mensajes: 16375

MUCHAS GRACIAS!!!

ME QUEDO SIN PALABRAS....

FUE MUY HERMOSA LA HISTORIA QUE ESCRIBISTE

UN GRAN FINAL, CON UN VERDADERO...AMOR REAL

TE LO AGRADEZCO...BESOS...BRENDALEE

Publicado por Brendalee
Publicado el 30/03/2009 16:56 - Total Temas: 7 - Total Mensajes: 582

FELICIDADES, TU TAMBIÉN HAS CUMPLIDO CON EL PROPÓSITO QUE UN DIA NOS TRAZAMOS.UN MUTSU

 

Publicado por ANA.Z
Publicado el 30/03/2009 18:14 - Total Temas: 13 - Total Mensajes: 4065

ME GUSTÓ MUCHO LA ESCENA DONDE MANUEL OBSERVA A MATI Y A SUS HIJOS

EN EL SALÓN ... QUE LINDO HUBIERA SIDO VER ESA ESCENA EN TV ,, BUENO HE

CERRADO LOS OJOS UNOS INSTANTES PARA IMAGINARLA Y ME ENCANTÓ QUE LA

INCLUYERAS EN EL CAPITULO FINAL.

SIN DUDA ALGUNA HA SIDO UN GRAN PLACER LEER DE NUEVO TUS CAPITULOS ...

 GRISEL MUCHISIMAS GRACIAS POR COMPARTIRLOS EN ESTE FORO.  UN BESO.


\"\"

Publicado por MAYELA
Publicado el 31/03/2009 00:35 - Total Temas: 110 - Total Mensajes: 5409

gracias amiga por este final tan hermoso ...tan lindo que voy a guardar en mi mémoria para siempre ...no tengo palavras para describir lo lindo que escribes y nos haces imaginar ...entrar  en la historia...

besos grandotes

rosa maria / francia

Publicado por rosa maria aires
Publicado el 31/03/2009 03:52 - Total Temas: 6 - Total Mensajes: 520

Muchísimas gracias. 


Me encanta leer este final alternativo.


Un abrazo.


Publicado por mivillu
Publicado el 31/03/2009 18:13 - Total Temas: 130 - Total Mensajes: 2985

Angelita que belleza!!!! No quería que se terminara... te quedó regio, divino, sutil, hermoso Ufff muchos calificativos, mil gracias!!


Publicado por Patsypath
Publicado el 31/03/2009 18:39 - Total Temas: 40 - Total Mensajes: 3568
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