El equipo de Colunga Team y yo te damos la Bienvenida a nuestra casa. Deseamos que te diviertas y que convivas con respeto y cariño con los demás integrantes de nuestra gran Familia.
Capítulo
100
A
diferencia del embarazo de su primer hijo este se presentaba muy molesto para
Matilde. Presa de continuos mareos y violentas náuseas que la mantenían
confinada en su recámara hasta bien entrada la mañana. Atender las obligaciones
de la casa y a Manuelito la cansaban mucho. Manuel salía temprano en la mañana
para resolver problemas referentes a sus
negocios y no había día que no regresara con algún regalo para ellos.
Una tarde
Manuel jugaba con su hijo en el suelo del salón a una verdadera guerra de cosquillas.
Las carcajadas de ambos se oían por toda la casa. Mati tejía una chambrita
recostada en el sofá y los veía jugar contenta de verlos tan felices juntos.
Muchas veces había fantaseado con ese momento cuando estaba separada de Manuel
y jamás imaginó que sería real de manera tan completa: Manuel, Manuelito, ella
y el hijo que esperaban. Desvió la vista de la labor al ver pasar a su hijo
para esconderse de su padre tras el sofá; un Manuel totalmente despeinado reía
en el suelo mirándolos. Se levantó y colocó el tejido en la cesta de labores
que tenía a su lado y les dijo:
_ Voy a
ordenar que nos traigan unos refrescos. Ustedes estarán sedientos- dio algunos
pasos cuando un mareo muy fuerte la hizo tropezar con el mueble. Manuel se
incorporó de un salto y la sostuvo.
_ ¡Cuidado,
Matilde! ¿Qué tienes, mi vida?-preguntó al ayudarla a sentarse.
_ Un
mareo, Manuel-le indicó Mati con los ojos cerrados- Me siento muy mal, todo me da
vueltas.
_ Has
estado tejiendo mucho tiempo- le dijo él- Vamos te llevo a la recámara para que
descanses.
La alzó
en brazos y le pidió a su hijo que miraba asustado:
_ ¿Me
ayudas a llevar a mamá a descansar?
_ Si
papito-y el niño corrió a abrir la puerta, corrió escaleras arriba hasta la
recámara y la abrió entrando en el cuarto delante de sus padres.
_Ahora
quiero que vayas con Esperanza y le digas que te dé de merendar.
Salió el
pequeño y Manuel depositó a su esposa en el lecho. Buscó unos polvos, los disolvió
en agua y se los dio a beber.
_
Descansa ahora.
_ No me
dejes le pidió ella sin abrir los ojos y aferrada a su mano.
_ No lo
haré.
La
respiración de Mati se fue haciendo lenta y regular, las pestañas descansaron
en las mejillas y el doctor Fuentes Guerra depositó un beso en los labios de la
durmiente con infinita dulzura y salió sin hacer ruido.
En el
patio le esperaba Silvano que acababa de llegar de San Cayetano.
_
Silvano, ¿qué haces aquí?-se asombró Manuel al verlo
_ Vine
porque hay algunas cosas que tienes que saber Manuel.
_
¿Ocurre algo?-se preocupó el joven
_ Unos
cuatreros trataron de robar ganado en Santa Rita, hubo un enfrentamiento y los
cogimos, pero hay varios heridos.
_ ¿Graves?
_ Nada
de cuidado, pero esos ladrones están presos en
_ Nada
serio, cosas propias de su estado-le contó Manuel pensativo mientras caminaban
hasta el despacho.
_ ¿Pues
qué tiene?- se extrañó Silvano
Manuel
se detuvo y sonriendo feliz puso una mano en el hombro de su amigo y le
anunció:
_
¡Matilde, está de encargo!
_ ¡Jajaaaajayyyy!-
gritó el viejo- ¡Qué bueno, Manuel! Esa es una buena noticia. Me alegro mucho.
_ ¡Patrón!
¡Patrón!- se acercó corriendo Tomás- acaban de traerle esta carta.
_ Gracias
Tomás-la recibió Manuel y la leyó
_ ¿Qué sucede?-
preguntó Silvano
_Ya va a nacer
el hijo de Humberto y me pide que vaya. Quédate aquí Silvano, por si algo se le
ofrece a Matilde. Por ningún motivo la despierten, debe descansar; cuando lo
haga le dicen. Voy por mi maletín.
El
alumbramiento de Josefina no tuvo complicaciones y varias horas después Manuel
le comunicaba a su compadre que era papá de un precioso varón. Doña Augusta y
Doña Prudencia estaban muy felices y Josefina fue la encargada de enseñarle al
padre la criatura que dormía en su regazo. Humberto no cabía en sí de gozo;
besó miles de veces a su esposa, mas no se atrevía a tocar al recién nacido: temía
lastimarlo.
Cansado y
contento llegó Manuel a su casa ya de noche. En el salón lo esperaba un cuadro
precioso. Matilde (que vestía una bata de estar) se había quedado dormida
recostada en el sofá con un tejido en brazos y apoyada en su regazo estaba la
cabeza de Manuelito quien también dormía.
_ Se quedaron
dormidos esperándolo.-le dijo Esperanza- Querían saber como estaba la señora
Josefina y su bebé.
Con cuidado
Manuel alzó a su hijo y lo llevó hasta los brazos de la nana que lo recibió
amorosa. Depositó un beso en su cabecita y dejó que lo llevara a su recámara.
Luego se volvió hacia Mati, le quitó el tejido y la cargó llevándola hasta la
cama y depositándola allí sin que despertara. Le quitó la bata despacio y la
arropó. Se cambió y se acostó abrazándola con amor.
“Mañana tendré
que regresar a San Cayetano. No creo que Matilde y mi hijo deban ir conmigo.
Matilde está muy aprehensiva y será mejor que esperen que yo regrese a
buscarlos, ella no está en condiciones de vivir en tensiones ahora. Llevarla a
la hacienda es que esté preocupada por la situación, no, mejor hablo con su
madre y su tía para que me ayuden a convencerla de que espere mi regreso.”
Tomada la
decisión se durmió abrazado a Matilde.
_ ¿Manuel?-se
extrañó Augusta cuando vió a su yerno. Era muy temprano para visitas-¿Cómo
estas, hijo? ¿Le sucede algo a Matilde?
_Buenos días,
hijo- saludó Prudencia.
_ Buenos días-
les saludó besándole las manos a ambas- Perdonen la visita tan intempestiva
pero me urge hablar con ustedes.
_ ¿Qué pasa?
_Matilde y el
niño están bien. Lo que sucede que he recibido noticias de San Cayetano que
hacen que se requiera mi presencia allá de inmediato. Necesito me ayuden a
convencer a Matilde para que se quede
mientras yo resuelvo el problema y vengo a buscarlos. No creo conveniente
llevármelos tan pronto. Cuando su estado se haga notable no podrá volver hasta
que nazca el niño.
_ Matilde es
muy terca y no creo que acceda a quedarse sin usted- dijo Prudencia.
_ Lo sé y es
por eso que vine a pedirles su ayuda. Además quiero prepararle una sorpresa
para cuando regrese a San Cayetano.
_Bueno- sugirió
Augusta- Podemos pedirle que nos ayude con Josefina y el bebé y también
convencerla de que hay que comprar muchas cosas para el niño que está
esperando.
_ Creo que es
buena idea- concordó Prudencia- Creo que lograremos que acepte. No se preocupe
Manuel.
_ De acuerdo
entonces. Yo debo regresar hoy mismo así
que le traeré para que vaya con ustedes a ver a Josefina y partiré
inmediatamente.
_Aquí les
esperamos entonces- aceptaron ambas hermanas.
_ Te acompaño a
la puerta- le dijo Augusta.
Una vez en el
jardín delantero de la casa y antes de que Manuel bajara las escaleras hacia la
calle su suegra lo detuvo del brazo y mirándolo a los ojos le preguntó:
_ Manuel, ¿pasó
algo grave en la hacienda?
_ No Doña
Augusta, puede estar tranquila. Solo asuntos que dependen de mi presencia.
_ Cuídate
mucho, por favor- le rogó.
_ Descuide.
Solo le pido que cuide muy bien de Matilde y Manuelito hasta que yo venga a
buscarlos- besó su mano y salió de prisa.
Caminó por las
calles con paso rápido y seguro. Muchos lo saludaban porque se conocía que todo
aquel asunto del testamento había sido para perjudicarlo de forma alevosa y
como víctima que había sabido crecerse ante las adversidades y sobreviviente de
la guerra se había ganado el respeto de la sociedad. Pasó por la casa de su
cuñado y después de ver a la madre y al niño regresó a su casa.
Llegó frente al
portón y entró con su llave y vió a su esposa e hijo en el patio junto a
Silvano.
_ Manuel-lo
recibió Matilde con un beso y un abrazo- Saliste temprano. Me hubiera gustado
ir a ver a Josefina y a mi sobrino.
_Tenía algunas
cosas que hacer- correspondió el beso y saludó a Manuelito y a Silvano.¿Cómo te
sientes?
_ Bien
_ Si quieres te
llevo a casa de tu madre y vas con ella y tu tía a ver a Josefina.
_ Si, gracias.
Dice Silvano que hay problemas en San Cayetano.
Manuel miró
molesto a Silvano. No quería preocupar a Matilde.
_ No lo
regañes- lo defendió Mati- No quería decirme, pero su presencia aquí indica que
hay problemas.
_ Nada que deba
inquietarte- trató de calmarla- Asuntos que debo atender personalmente.
_Entonces
regresamos hoy mismo-decidió ella.
_ No es
necesario que tú y el niño vengan conmigo. Es cosa de solo unos días. Voy y
regreso enseguida.
_Pero
Manuel-quiso protestar ella.
_Sabes que en
tu estado no debes hacer muchos viajes y hay cosas que debes hacer antes de que
nazca el niño y aquí te será más fácil escogerlas con la ayuda de tu madre y tu
tía. De regreso en San Cayetano no podrás viajar hasta después que nazca. Y
pienso que querrás estar unos días con Josefina y tu sobrino- le explicó Manuel
con tono persuasivo y abrazándola apretado.
_ Si pero es
que no quiero que nos separemos-protestó
_Solo serán
unos días.
_ ¿Lo prometes?
_ Por supuesto-
besó su frente- ¿Acaso no sabes que yo no puedo vivir sin ti, que tú lo eres
todo para mí?
_ Tú también
eres toda mi vida- le respondió ella
_ Vamos te
llevo hasta casa de tu madre y luego parto hacia San Cayetano, para estar de
regreso lo antes posible.
Manuel dejó a
su esposa y su hijo al cuidado de su suegra y de Prudencia y les hizo algunas
recomendaciones sobre mantenerla bajo cuidados constantes, por lo que se
decidió que Mati esperara el regreso de Manuel en compañía de su madre y su
tía. Poco después Manuel y Mati se despedían y él partía rumbo a San Cayetano.
Josefina
recibió a su cuñada y su suegra y tía feliz, con su hijo en brazos. Luego de
los saludos y felicitaciones y de que Manuelito conociera a su nuevo primito y
saliera al patio a jugar las cuatro señoras se pusieron a hablar.
_ No sabes
cuánto le agradezco al señor Manuel que me haya asistido en el alumbramiento-
le confió Finita a Matilde- Fue dulce, gentil, paciente. Me dio mucha seguridad
y tranquilidad asegurándome que todo saldría bien. Estoy segura que esta vez no
tendrás las mismas dificultades cuando tengas a tu hijo. Es un buen médico,
Matilde.
_ Lo sé y estoy
tranquila por que sé que Manuel no permitirá que nada malo nos pase a ninguno
de los dos- le contestó ella- Esta vez estará conmigo cuando llegue el momento,
me lo prometió y nunca, nunca ha dejado de cumplirme. Si siento algo es un poco
de vergüenza porque sea él quien me asista, pero no habrá nadie que lo haga
mejor y confío en Manuel.
_ Manuel
regresó a su hacienda pero regresará a buscar a Mati- le comunicó Prudencia a
Finita- mientras Mati y el niño se quedarán con nosotras. Tenemos muchas
cositas que comprar y hay que hacerlo antes de que Manuel vuelva.
_ Pero no te
preocupes que yo estaré aquí para ayudarte en estos primeros días- le aseguró
Augusta dándole palmadita tranquilizadoras en la mano- ¿Y que nombre la van a
poner a mi nieto? ¿Acaso ya lo escogieron tú y Humberto?
_ Sí. Estuvimos
de acuerdo que se llame Alberto Joaquín. A ambos nos gusta el nombre- le
informó Josefina
_ Es un nombre
precioso- alabó Mati la elección y Doña Prudencia estuvo de acuerdo.
_Alberto
Joaquín- susurró Augusta- Me gusta mucho.