El equipo de Colunga Team y yo te damos la Bienvenida a nuestra casa. Deseamos que te diviertas y que convivas con respeto y cariño con los demás integrantes de nuestra gran Familia.
Capítulo
99
El
embarazo de Matilde llenó de alegría a toda la familia. Cuando a la mañana
siguiente la familia Fuentes Guerra se presento en la casa de Doña Augusta y
Doña Prudencia, estas no podían esconder su alborozo por la noticia. Prudencia
no pudo evitar decir:
_ ¡Pues
si que han sabido aprovechar el tiempo ustedes! Vaya, Manuel, si apenas hace
dos meses que regresó usted y ya nos trae semejante noticia.
_ ¡Por
Dios, tía! ¡Qué cosas dices!- se ruborizó Mati y Manuel sonrió.
_ No te
enojes, mi cielo si no lo digo por mortificarlos, sino porque eso demuestra que
ustedes son tan felices ahora como siempre debieron serlo- aclaró Doña
Prudencia.
_ Tiene
usted razón-confirmó Manuel- Matilde y yo somos muy felices. Con su permiso me
retiro. Al llegar le mandé un propio a Humberto anunciándole nuestra llegada y
quisiera ir a verlo para revisar a Josefina; no quisiera tener ninguna
sorpresa- se puso de pie para salir
_Si
Manuel, vaya usted. No quisiera que se complicara su parto como el de Matilde- le rogó Augusta.
Manuel
se detuvo desconcertado y la miró interrogante
_ ¿No
sabía usted nada?- se asombró Augusta
_ ¿De
que me habla? No entiendo- requirió Manuel con sonrisa aturdida
_ El
alumbramiento de Manuelito fue largo y complicado. Mati parecía no tener
fuerzas ni capacidad para tenerlo. Se debilitó tanto que tuvimos que mandar por
el médico. Él fue quien terminó el parto aunque cuando llegó ya el niño había
nacido
Consternado y olvidando que no estaban solos
Manuel se arrodilló ante Matilde y tomó una de sus manos para besarla:
_ No
tenía idea de que habías pasado tanto sufrimiento para tener a nuestro hijo
estando sola. Pero te juro por Dios, Matilde, que esta vez yo estaré a tu lado.
Nunca más te dejaré sola- su voz se convirtió en un susurro que solo Mati pudo oír- ¡Te amo, te quiero,
Matilde!
Matilde
se inclinó hacia delante y besándolo con el rostro lleno de amor le agradeció
en un murmullo:
_ Yo
también te amo Manuel- y él le sonrió
_ Me
retiro- se despidió
Te acompaño; con permiso-Mati se agarró del
brazo de su marido y lo acompañó hasta la puerta.
_ No
cabe dudas que Matilde sigue siendo lo primero para Manuel- le aseguró
Prudencia a su hermana
_Eso veo
y no sabes el gusto que me da. Durante un tiempo temí que no se pudieran
reconciliar cuando se reencontraran-le dijo Augusta.
En la
puerta Manuel y Matilde se despidieron con un beso. Mati entró en la casa y se dirigió al salón sentándose
junto a su tía en el sofá.
_ Tu
marido está feliz, Mati -la felicitó su tía- Se ve que estos meses han ido de
perlas. ¿Ya no hay problemas?
_ No tía
y estos días han sido una bendición después de tanto sufrimiento. Cuando vi la
carreta entrar por el arco de San Cayetano el corazón me dio un vuelco de
felicidad, pero cuando llegué hasta ella y lo vi allí sin moverse, casi sin
respirar, sentí que la vida era muy injusta, que ya no tenía esperanzas, que el
milagro que había estado esperando y que parecía haberse cumplido nunca podría
ser. Tener a Manuel junto a mi; verlo con Manuelito: como lo trata, como lo
consiente, lo dulce, tierno y a la vez firme que es con él y ver como mi hijo lo quiere y respeta era más de lo que
podía haber soñado nunca. Sentir su amor, su cariño, volver a ser consentida
por Manuel. Creí que mi felicidad era completa y ahora Dios nos manda este
pedacito de cielo para llenarnos más de bendiciones- le contestó Matilde con
vehemencia.
_ ¡Qué
bueno, hija, que las cosas marchen bien con tu marido!- le dijo Augusta- ¿Y ya
lo sabe Manuelito?
_No.
Manuel quiere que se lo digamos los dos juntos para que vea que aunque tendrá
un hermanito lo seguiremos queriendo igual que siempre.
_En eso
tiene razón. Yo he sabido de niños que han llegado a odiar a sus hermanos por
celos-corroboró Prudencia y cambiando de tema-Y esta vez seguro que querrán una
mujercita, ¿verdad?
_ Pues
yo si, pero aún no le pregunto a Manuel-confesó Mati.
Al
llegar a casa de su cuñado Manuel fue recibido por Humberto y Josefina.
_ ¡Cuñado
que alegría verte de nuevo!-saludó Humberto- ¿Cómo estas?
_ Bien
gracias, Josefina, luce usted muy hermosa; si Humberto me permite
decirlo-correspondió Manuel saludándolos a ambos.
_Gracias
Don Manuel. ¿Matilde y mi ahijado no vinieron con usted?- y recordando sus
buenas maneras- Pero siéntese por favor.
_
¿Quieres una copa Manuel?_ le brindó Humberto.
_ Si
gracias-contestó Manuel tomando asiento- Si, Matilde y Manuelito si vinieron
pero se quedaron en casa de Doña Augusta y Doña Prudencia dándoles la buena
nueva.
_ ¿De
que nueva hablas?- le acercó la copa su cuñado- No entiendo
_ Es
verdad, aún no saben nada. Lo que sucede es que Matilde está de encargo.
_ ¿De
veras?- preguntaron ambos esposos- ¡Felicidades cuñado!
_
Estarán muy contentos- le felicitó Josefina.
_ La
verdad es que si, estamos muy felices y recién lo supimos ayer- confesó Manuel
con una gran sonrisa.
_
Después de todo eres un hombre muy afortunado, cuñado.
_ Si,
Humberto, pero mi mayor dicha son tu hermana y mi hijo.
Conversaron un rato más y luego Manuel revisó
a Josefina hallándola perfectamente y muy cercana a dar a luz. Con mas
felicitaciones y la recomendación de que descansara se retiró y fue en busca de
su familia.
Lo recibió Doña Augusta.
_ ¿Y
Matilde y Manuelito?-preguntó asombrado de no verlos.
_ Están
en el jardín con mi hermana-le respondió Augusta- Antes de que se reúna con
ellos me gustaría hablar unas palabras con usted a solas.
Intrigado
Manuel asintió:
_ Estoy
a sus órdenes Doña Augusta.
_
Podemos hablar en el despacho- fueron hasta allí y la madre de Mati cerró al
entrar. Le ofreció asiento a Manuel y se sentó a su lado. Lo miró dudando como
empezar a hablar- Manuel, se que hemos tenido muchos problemas entre nosotros
sobretodo por mi culpa y quisiera pedirle perdón por todo el mal que le he
hecho con mi egoísmo y mi orgullo.
_ No es
necesario Doña Augusta- la interrumpió Manuel estupefacto por lo que acababa de
oír – No tiene que disculparse, yo....
_Por
favor, déjeme decirlo- negó Augusta el consuelo que le brindaba Manuel- Usted
para mi siempre fue la posibilidad de salir de la miseria, la única que nos
quedaba. Con la amenaza de perder la finca, ser repudiados por nuestras
amistades no me detuve ante nada. Que usted pidiera conocer a Matilde fue como
una señal del cielo para mi. Mentí, intrigué, hice todo lo que creí necesario
para que Matilde se casara con usted aún cuando no lo consideraba digno de ella
por su condición de... hijo no legítimo, pero su dinero era lo que
necesitábamos. Después.... cuando usted y mi hija se separaron y murió Hilario
no quise reconocer que yo era la mayor culpable de lo que había sucedido.
Lamenté mil veces los problemas que pasó usted por culpa de Ramón; no por usted
sino por el que diría la sociedad y cuando le quitaron el apellido a Matilde y
al niño y lo dimos por muerto y usted me escribió para desmentir la noticia,
era tal mi odio que preferí ocultárselo a mi hija y obligué a mi hermana a
guardar silencio.
No
piense que prefería al Coronel Solís sobre usted, pero él le ofrecía a Matilde
la posibilidad de ser honorable de nuevo y un apellido al niño y en ese
entonces no sabíamos que se había tejido una infamia contra usted; por eso
cuando Matilde se negó a aceptar la proposición de matrimonio de Adolfo
pretextando que eso ofendía su memoria por el odio que se tenían, luché contra
sus prejuicios y casi la llevé a tomar la decisión de casarse sin darle más
tiempo de pensarlo. Quiero que sepa Manuel que después de todo este tiempo y de
ver cómo ha llegado a quererlo mi hija, de conocerlo y darme cuenta que es
usted mucho más hombre que muchos de nuestra sociedad y todo un caballero y ver
la nobleza con la que se ha portado con nosotros me he dado cuenta que usted es lo mejor que le ha podido pasar
a mi hija y a nuestra familia y de corazón le pido perdón. También por la mesada
que usted....
_ No
diga más Doña Augusta-se apresuró a interrumpirla nuevamente Manuel con firmeza
tomando la mano temblorosa de su suegra- Eso sucedió hace mucho tiempo y ahora
debemos olvidar los momentos malos del pasado. No se preocupe usted. Yo no le
guardo rencor y si usted me permite la impertinencia me gustaría velar por
usted y Doña Prudencia como lo hace Humberto: como un hijo más.
_
Gracias Manuel-sollozó ella y en un impulso abrazó al asombrado joven- ¡Gracias
por todo, hijo!
Estuvieron
abrazados por algunos instantes y luego con embarazo:
_ Bueno,
vayamos a reunirnos con los demás- sugirió Augusta.
Aceptó
el brazo que galantemente le ofrecía su nuero y salieron al jardín donde
Manuelito corría tras una pelota que le lanzaban Mati, Prudencia y la nana
Esperanza por turnos. Al ver a su papá soltó la pelota y corrió a su encuentro.
Las tres mujeres se volvieron a ver quién se acercaba y las sorprendió ver la
forma familiar en que se aproximaban Manuel y Augusta. Mati miró a su tía
extrañada. Manuel alzó en sus brazos a su hijo y lo besó.
_Vine a
buscarlos para regresar a la casa- le explicó a Mati besándola.
_ ¡Qué
bueno!-lo miró en busca de una respuesta a lo que veía. Su esposo sonrió.
De
regreso en la casa y después de darle las buenas noches a su hijo se sentaron
en el patio bajo las estrellas. Mati recostó su cabeza en el hombro de Manuel y
suspiró cerrando los ojos. Manuel llevó una de sus manos hasta sus labios y la
besó para luego sostenerla contra su pecho y abrazarla con gesto protector.
_
Manuel, ¿qué sucedió con mi mamá? Ustedes venían muy risueños y yo sé que mi
madre no te cae bien por todo el daño que nos ha hecho.
_ Mi
amor no te preocupes. Tu madre y yo hablamos y ya no hay rencores. Tu mamá ha
cambiado mucho, mi vida, y creo que desde ahora nos llevaremos mejor.
_ Me
alegro. Conozco a mi madre y sé que es rígida y prejuiciosa, que toma en cuenta
mucho el que dirá la gente, pero en estos años ha cambiado un poco.
_ No
hablemos más de tu mamá- le pidió levantándole el rostro y besándola
tiernamente-Déjame decirte cuánto te quiero, cuánto te amo.¿Sientes frío?-le
preguntó al sentirla temblar.
_ Un
poco- contestó pudorosa y en un susurro- Quisiera irme a la cama.
_ ¿Es
una invitación, señora?-quiso saber con alegría
_ ¡Si
quieres acompañarme!-le coqueteó Mati.
_ ¡Será
un honor complacer a la dama!-le siguió el juego Manuel y tomándola en brazos y
entre risas y besos la llevó hasta la recámara para compartir una noche de
mucho amor.
QUE LINDO ANGELITA -CUANTO ME GUSTARIA VER UNA SEGUNDA PARTE DE ESTA TELENOVELA –
SALUDOS
MERCHI
MUCHISIMAS GRACIAS GRISEL POR TUS NUEVOS CAPITOLES. ME ENCANTAN.......
A MI TAMBIEN ME GUSTARIA VER UNA SEGUNDA PARTE DE LA TELENOVELA – AMOR REAL
LAURA
SALUDOS rosa / de francia