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..: RESUMENES DE AMOR REAL :..

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CAPITULO 1 (Episodios 1 a 5)

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Augusta cambia de opinión



Al principio, Augusta no está de acuerdo en considerar a Manuel como pretendiente de Matilde, pues considera que su hija no debe casarse con un bastardo, pero el hecho de saber que Manuel es rico le hace cambiar de opinión.

Humberto propicia un encuentro entre su hermana y Manuel y éste enseguida se queda prendado de ella. Loco de amor, el chico les promete a los Peñalver hacerse cargo de todas sus deudas, si le conceden la mano de Matilde, algo que Augusta acepta encantada.

Para conseguir que la chica olvide a Adolfo, Humberto le pide a una mujer llamada Bernarda que se presente ante Matilde como la esposa del militar y madre de su hijo. Matilde, desesperada, intenta localizar a su amado, sin éxito. Ya en la calle, la joven se desmaya y Manuel, al encontrarla sin sentido, la lleva a su casa.


CAPITULO 2 (Episodios 6 a 10)

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Matilde le dice a Manuel que ama a otro



Sin acertar a entender el motivo, Adolfo es detenido y trasladado a la prisión de San Juan de Ulua. Delfino, un carcelero, explica al militar que la orden fue tramitada por el general Domínguez Cañero. En ese momento, poco puede sospechar el joven que la madre de Matilde está detrás de todo. Para empeorar las cosas, una herida que tenía Adolfo en la pierna se ha infectado y los médicos le han dicho que lo más posible es que se la amputen.

Manuel le comenta a Augusta que Matilde no parece sentirse muy atraída por él, pero la mujer le tranquiliza, asegurándole que cuando habló con ella sobre sus intenciones matrimoniales, se emocionó muchísimo.

Humberto cree que Manuel correrá con todos los gastos de su familia, sin embargo, el hijo del fallecido Joaquín le aclara que ayudará a los Peñalver, pero que no está dispuesto a pagar sus deudas de juego.



Gervasio muere a manos de Benigno

Don Hilario no tarda en encariñarse con Manuel y le dice que le encantaría ser su suegro, pero que nunca obligará a Matilde a hacer algo que no quiere. Augusta no piensa como su marido y no deja de repetirle a su hija que, si realmente respeta a sus padres, deberá casarse con Manuel. Finalmente, segura de que Adolfo la ha engañado y presionada por su madre, la chica acepta convertirse en la esposa de su rico pretendiente.

Después de decirle al padre Urbano que se casará en tres meses con Matilde Peñalver, Manuel se dirige a su hacienda y ordena a Gervasio y a Antonia que acondicionen la vivienda para recibir a su futura esposa. La hija del administrador, que está perdidamente enamorada de su patrón, no puede reprimir las lágrimas.

Adolfo, creyendo que su novia estará muy preocupada por su desaparición, ruega a Delfino que envíe una carta. La misiva llega a casa de Pilar, la mejor amiga de Matilde, pero la muchacha no puede evitar que su hermano Renato lea el contenido y se lo comunique a Humberto. Éste, muy preocupado, pide a su amigo que convenza a Pilar de que no entregue la carta a su destinataria.

Más tarde, Renato, aprovechándose del amor que Josefina siente por Humberto, la engaña asegurándole que su amigo necesita una considerable cantidad de dinero, para evitar que su padre vaya a la cárcel. Conmovida, la chica acepta ayudarle.

Aunque le entristece que su prometida no demuestre interés por los preparativos de la boda, Manuel le dice a Matilde que la ama y que esperará a que ella le corresponda.

Delfino sabe que se ha cometido una injusticia con Adolfo y promete ayudarle a escapar, pero, llegado el momento, el guardián es descubierto y no le queda otro remedio que acompañar al preso en su fuga.

Por su parte, Gervasio escucha cómo Benigno le dice a Nazario que él y sus hombres van a robar el ganado que puedan de las propiedades del joven Fuentes. Cuando Benigno se percata de la presencia del administrador de Manuel, le asesina.

Tras anunciar el compromiso matrimonial de Matilde, Hilario, cansado de la holgazanería de su hijo, le echa de casa. Sin saber adónde ir, Humberto visita a Renato y le pide un poco de dinero para que su padre crea que está trabajando. El hermano de Pilar aconseja a su amigo que se case con Josefina; así vivirá como un rey, sin mover un dedo.

Lejos de sus perseguidores, Adolfo le comenta a su compañero de fuga que primero irá a su casa a por dinero y luego se arriesgará a ir a San Cayetano, para buscar a Matilde y explicarle por qué desapareció.

Unos días más tarde, cuando la sirvienta de los Piquet anuncia la llegada de Don Adolfo Solís, Pilar, asustada, pide a la empleada que se invente cualquier excusa, porque no quiere verle. El joven se marcha, pero le envía otra carta a la hermana de Renato, para que se la entregue a su amada.



Un matrimonio de conveniencia

Al fin llega el día de la boda de Manuel y Matilde. Pero, mientras él espera impaciente el momento de dar el “sí, quiero”, ella pide a su hermano que diga a su prometido que no quiere casarse. Humberto responde que su padre no podría soportar semejante humillación y, unos minutos después, Matilde acaba convirtiéndose en la señora de Fuentes.

Pilar no quiere engañar de nuevo a su amiga y le da la última carta de Adolfo. En ella, el soldado cita a su amada en un kiosco y le dice que si no se presenta, irá a buscarla a casa. Temiendo que se produzca un escándalo, Matilde acude al lugar indicado y allí Adolfo le aclara que ni está casado, ni tiene un hijo, y que si desapareció, fue porque le encerraron en prisión injustamente. Luego, al saber que su amada ha sido obligada a casarse con otro hombre, le pide que huyan juntos. Ella acepta.

Sin embargo, los enamorados no cuentan con que alguien muy cercano a Manuel les está observando. Esa misma noche, Sixto le dice a su amigo que ha visto a su esposa besándose con otro y que hablaban de fugarse. Furioso, el hacendado entra en el dormitorio de Matilde y, tras abofetearla, le recuerda que se quedará con él, porque para eso ha pagado todas las deudas de su familia y ha salvado a su padre de la deshonra. “Si huyes con ese hombre, juro que os mataré a los dos”, sentencia.

Adolfo, preocupado por la tardanza de su amada, entra a buscarla a su casa, pero Augusta le sale al paso y, apuntándole con una pistola, le ordena que se vaya inmediatamente. En ese preciso instante, Matilde, obligada a consumar el matrimonio, increpa a su marido y le dice que ha sido el momento más desagradable de su vida; además, para herirle, le confirma que ama a otro. Muy dolido, Manuel pregunta a la joven por qué no lo dijo antes de la boda.

Al día siguiente, la pareja parte rumbo a la hacienda, en San Cayetano. Antonia se alegra cuando su patrón le ordena que prepare dormitorios separados, pero Manuel no puede resistirse y esa noche entra en el cuarto de su esposa, cuando ella se está bañando.


CAPITULO 3 (Episodios 11 a 15)

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Matilde y Adolfo juntos de nuevo



Adolfo Solís no tarda en enterarse de que el esposo de Matilde es uno de los hombres más ricos de todo el país, pero el joven militar asegura a su amigo Delfino que esa circunstancia no le detendrá y que recuperará a su amada, cueste lo que cueste. Entre tanto, en el hogar de los Peñalver, Prudencia escribe una carta a Manuel, en la que le pide permiso para ir a ver a su sobrina, a la que extraña mucho.

Sin embargo, el hacendado no está de humor para visitas, sobre todo desde que sabe que su esposa está enamorada de otro hombre. Atormentado, Manuel va a hablar con el padre Urbano y admite que pecó de soberbia al ofrecerse a pagar todas las deudas de los Peñalver, a cambio de poder casarse con Matilde. “Estoy profundamente arrepentido; yo creí que me casaba con un ángel y resulta que, unas horas después de jurarme amor eterno y fidelidad delante del altar, estaba haciendo planes para fugarse con su amante”, se lamenta el joven ante el sacerdote.

Más tarde, al regresar a la hacienda, la tristeza de Manuel se transforma en furia cuando llama a Matilde y ésta no acude. En ese instante, un peón se acerca a él y le explica que llevó a su mujer al pueblo, pero que la perdió. El hacendado logra localizar a la muchacha, cuando ésta va a tomar un carruaje con rumbo a Ciudad Trinidad y la obliga a regresar a la hacienda con él. Durante el trayecto, Matilde no tiene reparos en decirle a su marido que no soporta vivir a su lado y Manuel, intentando aparentar indiferencia, le asegura que no permitirá que huya: “Estamos casados y tendrás que quedarte conmigo. Y si quieres irte, antes me darás un hijo”.

Tras llevar a cabo varias averiguaciones, Adolfo descubre que Manuel y Matilde residen en San Cayetano y se dirige hacia allí.

Rosario, que ya se ha enterado de que Joaquín Fuentes ha muerto, regresa al pueblo y va a visitar al padre Urbano para rogarle que la ayude a trabajar como criada en casa de Manuel. El cura aconseja a la mujer que le diga al joven que es su madre, pero Rosario le responde que se siente totalmente incapaz de dar ese paso.

Sin poder negarse a la petición, el compasivo sacerdote lleva a Rosario hasta la hacienda e intercede ante Manuel, para que dé trabajo a la mujer. El hacendado acepta contratarla como sirvienta, pero antes le advierte que no ayude a su esposa a huir o la despedirá sin dudarlo.

Poco después, durante una larga charla, el padre Urbano aconseja a Manuel que, ahora que ha reconocido que se equivocó casándose con Matilde, trate de comprender y perdonar los errores de la muchacha: “Si la amas de verdad, puede que estés a tiempo de conquistarla”.

Paralelamente, Damiana, que está dispuesta a lo que sea para ayudar a Antonia, trata de ganarse la confianza de su señora fingiendo ofrecerle su más “desinteresada” amistad.

A medida que pasa el tiempo, Matilde se da cuenta de que no ganará nada rechazando a su marido y termina accediendo a darle el hijo que desea, a cambio de su libertad. “No imaginaba que una señorita educada en la fe cristiana fuese capaz de desprenderse de un hijo como si fuera un vestido que ya se ha cansado de ponerse”, responde Manuel.

Días más tarde, Rosario sorprende a Matilde intentando huir de nuevo y, para encubrirla, oculta sus joyas y su ropa en su dormitorio. Minutos después, Manuel, que no encuentra a su esposa, se enfrenta a Rosario y la culpa de la desaparición de Matilde. La sirvienta asegura a su patrón que la señora sólo salió a tomar el aire un rato, pero él no se lo cree.



Antonia acusa a Rosario de ladrona

Antonia sorprende a Rosario con las joyas de Matilde y ordena que la encierren. Nada más conocer lo sucedido, la mujer de Manuel se enfrenta a la hija de Gervasio y le exige que deje en paz a la pobre sirvienta.

Manuel, más tranquilo al ver que su mujer sigue en la hacienda, acaba por aceptar ante ella que llegó a un acuerdo con su familia para concertar su matrimonio, pero asegura que no tuvo nada que ver en la injusticia que se cometió con Adolfo. Matilde, entonces, intenta hacer ver a su marido que su relación es un fracaso y le ruega que la deje libre. Él accede, pero, temiendo que la joven vaya en busca de Adolfo, escribe a Don Hilario, explicándole lo sucedido.

Poco después, Matilde sufre un accidente y Manuel le cura las heridas con delicadeza. Incapaz de ocultar sus sentimientos, el hacendado le suplica a su esposa que no le deje y la besa apasionadamente.

En Ciudad Trinidad, Don Hilario, que había perdonado al holgazán de su hijo, vuelve a echarle de casa, al descubrir que Humberto le ha estado mintiendo y que no posee ningún negocio. Desesperado, el joven le dice a Renato que se casará con Josefina de Icaza y que cuando le haya sacado todo el dinero, ellos dos se marcharán a Europa.

Adolfo llega a la hacienda de Manuel haciéndose pasar por el nuevo administrador y se presenta con el nombre de Felipe Santamaría. Poco después, mientras el joven Fuentes le confiesa a una satisfecha Antonia que el suyo ha sido un matrimonio de conveniencia y que ha decidido permitir que Matilde vuelva con su familia, Adolfo Solís y su amada por fin se reencuentran.

Después de fundirse en un largo y apasionado beso, la muchacha pide al valiente soldado que se marche, pero él se niega a abandonarla ahora que la ha encontrado, asegurándole que luchará por su amor.

Humberto va a visitar a Josefina y, haciéndole creer que se ha enamorado de ella, le pide matrimonio.


CAPITULO 4 (Episodios 16 a 20)

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Josefina cree que es una mujer casada



Aprovechando que Manuel ha bebido más de la cuenta, Antonia le besa en la boca, pero a la mañana siguiente el hacendado se disculpa y le asegura que él solamente la quiere como a una hermana. Matilde llega en ese instante y, al ver a su marido abrazando a la hija del fallecido administrador, le pregunta en tono de reproche si es su amante. “Mientras te niegues a compartir mi cama, puedo consolarme con quien desee”, responde él.

Humberto le cuenta a Josefina que sus padres desean que contraiga matrimonio con Mercedes, una muchacha de buena familia, pero que él la quiere a ella y está dispuesto a casarse en secreto, para que nadie pueda separarles. La ingenua mujer, hechizada por Humberto, no solamente acepta convertirse en su esposa, sino que además le ofrece las llaves de su caja fuerte en señal de su confianza.

Manuel confiesa a Matilde que no conoce a su madre, aunque sí sabe que es una campesina a la que violó su padre. Minutos después, Adolfo, al ver que la actitud de su amada está empezando a suavizarse, le aconseja que no tenga ninguna consideración con Manuel, pues anda por ahí “besuqueándose con su amante” y que se casó con ella tras sobornar a su familia con su dinero.

En Ciudad Trinidad, Augusta recibe la carta en la que Manuel ruega a los Peñalver que vayan a recoger a su hija y, preocupada, pide a Prudencia que se dirija inmediatamente a la hacienda y que impida que Matilde abandone a su esposo.

Paralelamente, Manuel, que cada día ama más a su mujer, le pide de nuevo que se quede y, tras asegurar que él sólo desea su felicidad, la besa con ternura. Días más tarde, la joven se confiesa con el padre Urbano y le dice que, aunque ama a un hombre que no es su esposo, se ha dado cuenta de que le gustan las caricias de éste.

El sacerdote, comprensivo, aconseja a la joven que trate de conocer más a Manuel porque, al fin y al cabo, su antiguo novio es cosa del pasado, pero la hija de Don Hilario le corrige y le dice que ese hombre es el nuevo administrador de la finca.



Adolfo desconfÍa de Benigno, el capataz

Mientras se dirigen al pueblo, Manuel y Adolfo caen en una emboscada y el joven Fuentes resulta herido. Después de comprobar que su rival está inconsciente, el soldado le apunta con su arma dispuesto a matarlo, pero acaba arrepintiéndose y llevándolo de vuelta a la hacienda.

Con tristeza, Adolfo contempla cómo Matilde se abraza a Manuel llorando y pidiéndole una y otra vez que no se muera. Antonia llega en ese momento y aparta a su patrona con rudeza, pero Matilde reacciona abofeteándola y dejándole muy claro que ella se ocupará del herido.

Aunque no llegó a ver a sus atacantes, Adolfo le dice a Delfino que está seguro de que uno de ellos era Benigno, el capataz. Damiana, por su lado, comenta a Antonia que está segura de que entre la patrona y el administrador existe algún secreto y la joven, sin perder tiempo, ofrece a Rosario un trabajo mejor, si le cuenta todo lo que sabe de Matilde.

A pesar de que le molesta la entrega que demuestra Matilde hacia su marido, Adolfo aconseja a la muchacha que no permita que Benigno se acerque a Fuentes y le recuerda que en cuanto éste se recupere, se la llevará lejos como habían acordado.

Algo más tarde, el militar pregunta a su amada si ya ha pedido el divorcio y ella responde que, aunque lo obtuviese, no volvería a casarse.

Después de su falsa boda con Josefina, Humberto finge estar enfermo y ella, triste, se lamenta de que ni siquiera va a tener una apasionada noche de bodas, como esperaba. La confiada mujer está lejos de sospechar que su matrimonio no tiene validez, pues el hombre que ha celebrado el matrimonio fue contratado especialmente para la ocasión.

Manuel comienza a delirar por la fiebre y ruega a Matilde que le jure que no le abandonará. Adolfo, que está escuchando, le recomienda a la joven que no haga ninguna promesa, pero ella termina pronunciando el juramento que su esposo le ha pedido. Luego, a solas con su tía, la muchacha le confirma su decisión de quedarse con Manuel.

Prudencia, que está de acuerdo con su sobrina, pone al corriente a Adolfo sobre la postura de la chica y le pide que se marche.

Sin poder creer lo que ha escuchado, el hacendado pregunta a Matilde si acepta también cumplir con sus deberes conyugales y, ante el asentimiento de la joven, Manuel le pide que pase la noche con él, en su cama.

Para que su ex novio se vaya, la hija de Augusta le dice que Sixto, el amigo de Manuel, está a punto de llegar y él sí puede reconocerle. Pero Adolfo no quiere renunciar a su amada y se niega a marcharse. Prudencia, ante la desolación de Matilde, le aconseja que finja estar esperando un hijo de su marido.

Humberto le dice a Renato que el hermano de Josefina se ha enterado de que ésta se ha casado y le ha dado una semana para que haga público su matrimonio. Temiendo que sus planes fracasen, Renato presiona a su amigo para que consiga que la solterona le dé todo su dinero lo antes posible. “En cuanto lo tengas, nos iremos a Europa”, añade. Entre tanto, José María, furioso, va a ver a Don Hilario para recriminarle que su hijo haya fingido una boda falsa.



Humberto visita a su hermana

Prudencia sabe que Antonia ama a Manuel y deja claro a la muchacha que el hacendado nunca va a fijarse en ella, porque está profundamente enamorado de su esposa y, además, ésta piensa darle un hijo pronto.

Fuentes deposita su total confianza en su administrador y le encarga que vaya a ver a Don Hilario Peñalver y le ofrezca la ayuda económica que necesite, pero también le pide que no le diga nada a Matilde.

Por otra parte, Benigno va a ver a Remigio, el alcalde del pueblo, para decirle que Don Manuel Fuentes sabe que él está detrás de la emboscada y que incluso le ha ofrecido dinero para que le delate. Además, el capataz comenta a su jefe que está totalmente seguro de que el administrador de la hacienda y su sirviente se traen algo ilegal entre manos.

Matilde se queda muy sorprendida al recibir la inesperada visita de su hermano Humberto y Renato y, sin perder un segundo, le pide a Rosario que avise a Adolfo de la llegada de los chicos. Entonces, la sirvienta comunica a su joven patrona que el administrador ya se ha ido de la hacienda. La muchacha, bastante extrañada, pregunta a Rosario si Adolfo se ha marchado para siempre.


CAPITULO 5 (Episodios 21 a 25)

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Matilde elige entre Adolfo y su marido



Matilde comenta con su tía su extrañeza ante la repentina marcha de Adolfo y Prudencia le dice que debería estar dando saltos de alegría, pues ya no tendrá que preocuparse más por el joven. En ese preciso instante, Solís se encuentra en casa de los Peñalver explicando a Don Hilario que su yerno le ha enviado para ofrecerle la ayuda económica que necesite.

Al ver que su esposo ha rechazado el dinero, la ambiciosa Augusta le dice a Adolfo que se lo dé a ella, amenazando con denunciarlo a las autoridades, si no se lo entrega. El joven, lejos de asustarse, responde que no tiene nada que perder, pero que puede contar a Don Hilario todo lo que ella y su hijo hicieron para lograr separarle de su amada.

Manuel no quiere que Matilde tenga problemas con Antonia y envía a ésta al hospital de Barranquillas para que ayude como enfermera. Tras comunicar a su esposa su decisión, el hacendado le dice que ella es la única mujer de su vida y ambos se besan con ternura. Acto seguido, la muchacha confiesa a su marido que le quiere y la pareja hace el amor.

Remigio, el alcalde de Barranquillas, ordena a sus secuaces que roben el ganado de Manuel Fuentes y que luego quemen sus maizales.

Adolfo regresa de Ciudad Trinidad y Humberto, sorprendido al ver al antiguo pretendiente de su hermana, le pregunta qué hace allí. Manteniendo la calma, Solís le responde que se llama Felipe Santamaría y es el administrador de la hacienda, pero el hijo de Don Hilario no está dispuesto a pasar por tonto y no tarda en pedir explicaciones a Matilde. La muchacha ruega a su hermano que guarde el secreto y él le dice que lo hará si le da algo de dinero.

Matilde, fuera de sí, abofetea a su hermano y va a ver a Adolfo para rogarle que se marche antes de que Humberto le delate. Pero Solís no quiere irse solo y asegura a su amada que éste es el momento idóneo para fugarse juntos, pues si su hermano no habla, Augusta sí lo hará. La joven, entonces, confiesa a un incrédulo Adolfo que ha decidido quedarse al lado de Manuel, porque se ha enamorado de él.

“El Negro”, uno de los trabajadores de la hacienda, sorprende a varios hombres quemando los maizales de su patrón y Remigio ordena a Benigno que lo mate.

Luego, el hipócrita alcalde se presenta en casa de Manuel asegurándole que va ordenar que se realice una investigación a fondo, con objeto de desenmascarar a los culpables del lamentable incendio.

Adolfo está dispuesto a hipotecar su finca para poder pagar el chantaje de Humberto, pero Matilde no está dispuesta a aceptar semejante sacrificio y decide entregar sus joyas como pago.



Fuentes echa a su cuñado de casa

Gregorio Heredia, un veterano militar, se instala con su familia en una hacienda contigua a la de Manuel y su hija, Catalina, no tarda en fijarse en Adolfo. Éste, por su lado, accede a marcharse, no sin antes amenazar a Humberto con matarle, si continúa extorsionando a su hermana.

Sixto va a visitar a su amigo y el joven le confiesa a Manuel que Humberto pagó a una mujer para que se hiciera pasar por la esposa de Adolfo y así poder separarlo de Matilde, para que luego se casara con él.

El alcalde de Barranquillas recibe un telegrama informándole de la fuga de Adolfo Solís y de uno de sus carceleros y llega a la conclusión de que el preso fugado y el administrador son la misma persona.

Humberto sabe que Manuel no le quiere en la hacienda y exige a Matilde que convenza a su marido para que le permita seguir más tiempo allí o desvelará la identidad del administrador. La muchacha, harta de chantajes, le deja claro a su hermano que puede hacer lo que desee.

Prudencia, muy preocupada por su sobrina, le dice a Humberto que sabe que el hermano de Josefina le busca para matarlo y añade que, si no deja en paz a la joven, ella misma enviará un telegrama a José María, informándole de su paradero.

Sin hacer caso de las amenazas de su tía, el hijo de Don Hilario trata de convencer a su cuñado de que él no tuvo nada que ver en la trampa que tendieron a Adolfo. Como el hacendado no le cree, el impertinente joven increpa a su anfitrión y le dice que debería estar agradecido porque, gracias a ello, se casó con su hermana. Indignado, Fuentes le echa de su casa.

Algo después, Manuel, seguro de que su esposa extraña a sus padres, le propone que vaya a visitarlos a Ciudad Trinidad. Pero Matilde desea disfrutar de su marido todo lo posible antes de que se sepa la verdad y se niega, asegurándole que no quiere separarse de él. “Ahora sí siento que eres realmente mía”, susurra él, muy emocionado.


Publicado por dbvlgari
Publicado el 12/10/2008 01:05 - Total Temas: 143 - Total Mensajes: 1429

CAPITULO 6 (Episodios 26 a 30)
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Adolfo salva la vida a Manuel



Antonia no está contenta con el trabajo en el hospital y no soporta estar lejos de Manuel, así que Damiana aconseja a la chica que se ofrezca como administradora, ahora que Felipe se ha ido.
Matilde le comenta a su tía que, o bien Rosario conoció a la madre de Manuel, o bien es ella misma. Prudencia, incrédula, le responde a su sobrina que si fuera cierto, “Augusta se desmayaría del susto”.
Renato le dice a Humberto que lo mejor que pueden hacer es regresar a Ciudad Trinidad. “Cásate de verdad con Josefina y demuestra a José María que estás sinceramente arrepentido”, sugiere el joven. Pero el hermano de Matilde responde a su amigo que antes prefiere la muerte.
Convencida de que Rosario tiene algo que ver con su marido, Matilde visita al padre Urbano para preguntarle si la sirvienta es la madre de Manuel. El sacerdote no saca a la joven de dudas, pero Prudencia logra averiguar toda la verdad por la propia Rosario. Ésta acaba confesando a la tía de su patrona que el hacendado es su hijo y Prudencia, que teme que se forme un escándalo, ruega a la mujer que, pase lo que pase, no le diga la verdad a Manuel.
Matilde sabe que Adolfo continúa merodeando cerca de la hacienda y le pide a Delfino que le ordene que se vaya, pues su marido lo sabe todo. Sin embargo, lejos de alejarle, lo único que consigue la muchacha es que su pretendiente decida hablar con Manuel, para aclararle que su esposa nunca le engañó. Al verle, Matilde, muy asustada, le confirma que ya no le ama y el soldado, resignado, le responde que en cuanto su caballo descanse un rato, se marchará lejos de ella para siempre.
Pero Adolfo, que va acompañado de Delfino, no llegará muy lejos, ya que Remigio los detiene a ambos y los encierra en la cárcel de Barranquillas. Para sorpresa de Solís, el alcalde le hace una propuesta: le devolverá su libertad, si asesina a Manuel Fuentes. Comprendiendo que es su única salida, Adolfo acepta.
Poco después de que el marido de Matilde ofrezca a Antonia el puesto de administradora, José María llega a la hacienda de Fuentes preguntando por Humberto y la joven le explica que el hombre al que busca está alojado en el pueblo. El hermano de Josefina no tarda mucho en encontrar a Humberto, que está con Renato, y reta al joven Peñalver a duelo, si no acepta casarse inmediatamente con su hermana. Muy asustado, Humberto acepta y los tres hombres regresan a Ciudad Trinidad.



En busca de un refugio seguro
Adolfo se dirige a la hacienda para despedirse de Manuel y Matilde y, triste, escucha a su amada decirle a su marido que es muy probable que esté embarazada. Horas más tarde, el joven Solís escribe una carta a su ex patrón citándole en un apartado lugar y luego va a ver al alcalde para contarle dónde se verá con su víctima. Pero Remigio no confía en las palabras de Adolfo y se ofrece a ir con él, “por si te falla la puntería”.
Confiado, el hacendado se dispone a acudir a su cita, a pesar de que Silvano le ruega que no vaya. Aunque Adolfo no desea asesinar a nadie, Remigio le obliga a tender una emboscada a Manuel y el militar dispara contra el alcalde, terminando con su vida. El marido de Matilde, atónito, le pregunta a Adolfo por qué lo ha hecho y el aludido le explica que el hombre que yace muerto le había pagado para matarlo.
Solís se refugia en casa de los Heredia y Mª Fernanda lo descubre en el dormitorio de Catalina. Ésta, enferma de tuberculosis, recuerda a su hermana que le queda poco tiempo de vida y, tras confesarle que se ha enamorado del chico, le ruega que no la delate ante sus padres. Poco después, unos soldados llegan preguntando a Catalina quién es el joven que la acompaña y ella les miente, asegurando que es su esposo.

CAPITULO 7 (Episodios 31 a 40)
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Manuel echa a Matilde de casa



Catalina confiesa a Adolfo que le queda muy poco tiempo de vida y le suplica que la lleve hasta Ciudad Santiago, donde vive su querida madrina. El militar, sinceramente agradecido por la ayuda que le ha prestado la muchacha, accede a cumplir su último deseo.
Nada más percatarse de la ausencia de su hija, Gregorio Heredia visita a Manuel y le dice que su antiguo administrador ha raptado a Catalina. El hombre, desesperado, le pide a Fuentes que le ayude a dar con su paradero. Extrañado porque nunca observó una sola conducta sospechosa en su empleado, Manuel pregunta a su mujer si Felipe la cortejó y Matilde, muy nerviosa, lo niega.



Doña Juana accede a ayudar a su ahijada

José María llega a Ciudad Trinidad con Humberto y le comunica a Josefina que se casará inmediatamente, aunque no habrá ninguna celebración especial. Para sorpresa de su hermano, la mujer le responde que no desea convertirse en la esposa de un hombre que no la ama y que sólo le traerá desdichas.
Conversando con su esposa, Manuel intenta disculpar la altiva actitud de Antonia. “Le prometí que no la dejaría desamparada y, aunque es verdad que la besé, ella malinterpretó las cosas”, se justifica el joven. Luego, acuciada por el sentimiento de culpa, Matilde se desahoga con su tía, asegurando que le gustaría poder ser tan sincera con su esposo, como lo ha sido él. “Ojalá no tuviera tanto miedo”, se lamenta.
Algo más tarde, Fuentes descubre que Rosario ha mentido respecto a su lugar de origen y, molesto, se lo echa en cara. Sin embargo, Matilde enseguida intercede por su leal empleada, diciéndole a su marido que la mujer tiene todo el derecho del mundo a guardar algunos secretos. “Además, en lo que se refiere a su trabajo, yo no tengo quejas”, añade.
Al ver que la relación entre su mujer y Antonia no mejora, Manuel le dice a ésta que le buscará una casa en el pueblo, pues, debido a su patente enemistad con Matilde, no es prudente que siga en la hacienda.
Apenas unas horas más tarde, Damiana se pone histérica al hallar a Antonia inconsciente en su cama y Manuel, que acude rápidamente en su ayuda, no tarda en darse cuenta de que la muchacha ha tratado de quitarse la vida, tomando veneno.
En Ciudad Santiago, Catalina ruega a su madrina, Doña Juana, que la ayude a casarse con Adolfo antes de morir y la mujer, para asegurarse de las intenciones del joven, decide hablar con él. Pero, al enterarse por el propio Solís de su verdadera identidad y de los motivos que le llevaron a la hacienda de Manuel Fuentes, Doña Juana trata de hacer ver a su ahijada que el joven del que se ha enamorado no le conviene.
Sin embargo, Catalina se mantiene firme en sus intenciones y deja claro a su madrina que no está dispuesta a renunciar al militar: “Sólo deseo ser feliz el tiempo que me quede de vida, aunque tenga que renegar de Dios por haberme dado una existencia tan corta y miserable”. Ante el empeño de la muchacha, Doña Juana promete ayudarla a que sus deseos se cumplan.
Manuel piensa que Rosario podría ser su madre y hace partícipe a su mujer de sus sospechas, pero Matilde resta importancia a las suposiciones del hacendado y le responde que, si fuera así, el padre Urbano se lo habría dicho.




Sixto abre “la caja de los truenos”

Doña Juana le dice a su ahijada que es posible que Adolfo no quiera casarse y Catalina responde que, aunque así fuera, su principal deseo es que se haga justicia con él. La madrina de la joven, entonces, va a ver a su sobrino Prisco, responsable del encarcelamiento del militar, y le exige que haga pública la inocencia de Adolfo y le restituya su rango.
Rosario cada día se encuentra más incómoda en la hacienda y comunica a su jefa que ha decidido irse de la casa, pero Matilde le pide que se quede, pues está esperando un hijo y quiere que ella lo cuide.
Ese mismo día, Sixto llega a la hacienda y, al preguntar por Felipe, Manuel le cuenta que se ha fugado con la hija de Gregorio. El hombre no oculta su extrañeza, ya que el administrador que él le envió tenía unos 60 años. De repente, Manuel empieza a verlo todo claro... Tras preguntar a Sixto cómo es Adolfo, Fuentes deduce que Solís se hizo pasar por su empleado y, fuera de sí, va en busca de su mujer.
Después de insultarla y acusarla de estar esperando un hijo de su amante, Manuel echa a Matilde de la hacienda y, junto a ella, a Prudencia y a Rosario.
Antes de que las mujeres se vayan, Silvano ruega a Rosario que le cuente a Manuel que es su madre, pero ella se niega y le dice que se irá con Matilde, porque la necesitará cuando nazca su hijo.
Por su parte, Adolfo Solís accede a casarse con Catalina y, aunque Doña Juana le cuenta que la muchacha padece tuberculosis, el militar asegura que no teme contagiarse y que será muy considerado y atento con ella, porque Catalina se lo merece.
Paralelamente, Matilde, Prudencia y la fiel Rosario llegan a Ciudad Trinidad, para sorpresa de Augusta.

CAPITULO 8 (Episodios 41 a 50)
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Matilde tiene sola a su bebé



Después de dejar claro a Antonia que debe evitar quedarse embarazada, pues él no desea tener hijos bastardos, Manuel le dice a Silvano que cuando nazca su primogénito, se lo quitará a Matilde y lo llevará con él a la hacienda.
Mientras, en Ciudad Trinidad, Augusta, indignada al saber que su hija se ha rebajado a trabajar como una simple costurera, la echa de casa sin contemplaciones. Sixto, que no tarda en enterarse de lo ocurrido, pone a Manuel al corriente de la penosa situación económica por la que atraviesa la joven y Fuentes le pide que asigne una cantidad mensual a su esposa para que pueda vivir con dignidad. Poco tiempo después, Matilde, que se ha instalado en la casa que su marido posee en la ciudad, da a luz sola, tras un parto muy complicado.
Antonia y Damiana llegan por sorpresa a casa de Manuel, pero Matilde las echa de allí, recordándole a su rival que nunca pasará de ser la amante de su esposo. Furiosa, Antonia toma la decisión de enviar un telegrama a su patrón, para decirle que Matilde está en su propiedad, pero Damiana le aconseja que no lo haga, pues Manuel podría enterarse de que ambas han conspirado para conseguir alejarle de Matilde.



Rosario le dice la verdad a su hijo
Siguiendo las órdenes de Damiana, Chucho, su ahijado, se cuela en casa de Matilde para matarla, pero Silvano le sorprende y le golpea con fuerza, acabando con su vida. Algo más tarde, Manuel, que ha descubierto que su esposa está viviendo en su casa, va a hablar con ella. La chica trata de convencerle de que el bebé es suyo, pero el hombre sigue empeñado en que le fue infiel con Adolfo Solís y, furioso, se marcha.
Destrozada al ser rechazada nuevamente por Manuel, Matilde regresa con su madre, mientras Rosario decide ir a hablar con su hijo. Antonia, al verla, se enfrenta a ella y las dos mujeres terminan peleándose. Cuando, Manuel aparece, alertado por el escándalo, la administradora acusa a Rosario de haber iniciado la discusión. Minutos más tarde, Silvano acaba confesando a su amigo la verdadera identidad de Rosario.
Tras decirle a su madre que desearía que entre ambos se estableciera una buena relación, Manuel averigua la dirección de Adolfo y va en su busca para retarle a duelo. Nada más enterarse, Matilde ruega a su esposo que no cometa una locura semejante, pero él ni siquiera la escucha.
Tras el frustrado intento de matar a la hija de Augusta, Damiana le dice a Antonia que el único modo de retener a Fuentes es que le dé un hijo. Paralelamente, Matilde, angustiada, va a visitar a Adolfo para pedirle que se marche lo más lejos posible, pero mientras los dos jóvenes están juntos llega Manuel y, muy enfadado, señala una fecha para el duelo.
Al regresar a su casa, el hacendado sorprende a Antonia zarandeando a Rosario y, después de ordenarle que se disculpe inmediatamente, le aclara que ya no seguirán viviendo juntos por respeto a su madre, aunque si ella lo desea, le pondrá una casa.
En la iglesia, Matilde ruega a Dios que salve a Manuel y promete entregar el niño a su padre y no volver a verlo, si su marido sale con vida. Minutos antes del duelo, Rosario se abraza a su hijo asegurando que el bebé de Matilde es suyo y que su esposa nunca le fue infiel, pero Fuentes no está dispuesto a echarse atrás.
Adolfo Solís, por su lado, va a despedirse de Matilde. El militar desea que la joven sepa que ella siempre fue el gran amor de su vida, pero la hija de Augusta lo único que quiere escuchar es que no va a presentarse a su mortal cita con Manuel. Apenas unos minutos más tarde, cuando el rival de Fuentes se dirige hacia el lugar acordado, alguien le dispara y el muchacho cae malherido. Nada más enterarse de lo ocurrido, Matilde va a ver a Adolfo para interesarse por su estado, pero Manuel no tarda en localizarla y se la lleva a la fuerza.
El atentado contra Adolfo no tarda en hacerse público y el general Domínguez Cañero le cuenta a Ramón Márquez que se rumorea que fue el propio Manuel Fuentes quien ordenó disparar contra Solís para no tener que enfrentarse a él. El marido de Pilar responde que es muy posible que haya sido así y que está seguro de que el hacendado está ayudando a Juan Álvarez, el militar que se ha alzado contra el Gobierno.
Una vez que Adolfo, en su delirio, confirme la versión que le dicta Domínguez, éste ordena que detengan a Manuel por intento de homicidio. Sin embargo, antes de que se lleven a su amigo, Silvano confiesa que fue él quien disparó contra Adolfo. En la cárcel, Fuentes, dispuesto a cargar con la culpa, le dice a Sixto que convenza a Silvano para que huya lejos.
Mucho más recuperado y ante la presión de su superior para que ratifique su acusación contra Manuel, Adolfo deja claro que no firmará algo así, pues no vio a quien le disparó y, además, él está convencido de que Fuentes no está implicado.



Doña Juana ayuda a Fuentes
Después de que Adolfo le deje claro que Matilde le ama y que el hijo es suyo, Manuel, que ha sido puesto en libertad, termina reconciliándose con su mujer. Sin embargo, el duelo todavía no ha sido anulado y Doña Juana visita al hacendado para rogarle que lo cancele. De paso, la madrina de Catalina le comunica que la Policía Secreta está vigilándole, porque es sospechoso de colaborar con las tropas insurrectas. El hombre, agradecido, acepta dejar a un lado sus rencillas con Adolfo.
Manuel recibe una nota de Amadeo, uno de los rebeldes, y le dice a Matilde que, cuando bauticen al niño, volverán a la hacienda.
Damiana aparece en casa de su patrón con una joven francesa y se la presenta como su prima, Marie de la Roquette. Manuel, feliz de saber que tiene una pariente, invita a la muchacha a quedarse el tiempo que desee. Sin embargo, Yves, primo de la verdadera Marie, enseguida se da cuenta de que la joven es sólo una impostora. La chica le explica que su nombre es Marianne y que tomó la decisión de suplantar la personalidad de Marie de la Roquette cuando ésta ingresó en un convento.

CAPITULO 9 (Episodios 51 a 60)
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Antonia inicia su venganza



Al hablar con Matilde, Manuel descubre que ninguna de sus cartas llegó a manos de su esposa y, furioso, reprocha a Antonia que no entregara las misivas y que se entrometa en su matrimonio. La aludida responde que lo hizo para defender lo que considera suyo y besa al hacendado justo en el momento en que llega Matilde y los ve.
Minutos después, Antonia le cuenta todo lo ocurrido a Damiana y ésta le aconseja que acepte la casa que le ha ofrecido su patrón. Pero la joven no piensa resignarse a perder a Manuel y asegura que encontrará el modo de vengarse de Matilde. Luego, cuando se tropieza con su rival, Antonia, resentida, le dice que Manuel y ella van a seguir viéndose en la casa que éste le va a comprar.
Algo más tarde, Matilde le cuenta lo ocurrido a Manuel y él le explica que se siente culpable por haber utilizado a la administradora para olvidarla a ella y que esa casa es tan solo una especie de compensación.
Yves de la Roquette pide ayuda a Ramón Márquez para averiguar si Manuel es realmente el hijo de su fallecido tío, Don Joaquín Fuentes, o si se trata de un impostor.
Antonia toma una decisión sobre la casa y se la comunica a Sixto Valdez: “Dile a Manuel que no quiero nada de él y que, tarde o temprano, lamentará haberme rechazado”.
Mientras Fuentes y Matilde bautizan a su hijo con el nombre de Manuel Hilario, Adolfo recibe una nota anónima citándolo para contarle algo sobre el rebelde Amadeo Corona que compromete a Manuel. Justo en ese instante, el guerrillero es detenido por Abelardo, un policía, amigo de Ramón Márquez.
Augusta le dice a una tímida Catalina que le parece realmente humillante que su hermano José Mª siga administrando toda su fortuna.
Matilde recibe una nota en la que le comunican que Antonia está esperando un hijo de Manuel y acude al punto indicado en el mensaje para saber toda la verdad. El lugar resulta ser el mismo en el que han citado a Adolfo, así que la chica y su ex novio no tardan en encontrarse. Damiana corre a avisar a Manuel y, fingiendo sorpresa, le dice que acaba de ver a su mujer con el que fuera su administrador. Cuando Matilde le muestra el anónimo que recibió a su esposo, éste va a buscar a Adolfo Solís y le advierte que si sigue molestando a su esposa, le matará.



Matilde es citada a declarar
Como Amadeo se niega a delatar a sus colaboradores, el astuto Abelardo intenta hacerle hablar asegurándole que Manuel Fuentes le dijo que le había comprado ganado robado.
Después de que Sixto le haga ver que seguramente Antonia y Damiana tramaron el encuentro entre Matilde y Adolfo, Manuel pide perdón a su esposa: “Me he dado cuenta de que Antonia no es buena y no voy a seguir arriesgando lo que realmente amo, que sois tú y mi hijo”.
Cumpliendo las órdenes del general Domínguez Cañero, Solís intenta convencer a Corona para que reconozca que pertenece al ejército insurrecto, asegurándole que si le juzga un tribunal militar va a tener un trato más digno que el que está recibiendo de la Policía. Mientras, Abelardo, que no ha logrado sacar una palabra al preso en contra de Manuel, le dice a Ramón que deben interrogar a Matilde. Apenas unas horas después, el policía se presenta en el domicilio de los Fuentes para citar a declarar a la esposa de Manuel. Humberto, furioso al escuchar a Abelardo, amenaza con matarle.
Domínguez no tardará demasiado en enterarse de que Matilde tendrá que declarar y le dice a Adolfo que no va a permitir que la chica pase por semejante vergüenza sólo para que Ramón pueda perjudicar a Manuel. Indignado, el militar encarga a Solís que se encargue él mismo de la investigación sobre Fuentes.
Después de enfrentarse a Márquez para comunicarle que no va a tener que citar a su esposa, pues él declarará voluntariamente, Manuel visita al padre Urbano y le dice que confesará haber vendido ganado a Corona. Sin embargo, cuando llega el momento de que el hacendado declare, Abelardo se da cuenta de que no puede interrogar, pues Adolfo le recuerda que el caso está ahora en manos de la justicia militar.
Pero la tranquilidad de los Fuentes no durará, pues Domínguez Cañero recibe una carta de las autoridades autorizando a la Policía a interrogar a Amadeo Corona y a Matilde.
Renato está dispuesto a convertir a Josefina en una mujer bella y seductora, para ayudar a Humberto, que no es capaz de hacer el amor con su esposa y está desesperado. Ajeno a las buenas intenciones de su amigo, el hijo de Augusta se enfrenta a él y, tras reprocharle que visite a Josefina a sus espaldas, le abofetea. Poco después, Renato se entrevista con Manuel y, tras contarle lo ocurrido, le dice que la actitud de Humberto se debe, sin ninguna duda, a su impotencia. “Estoy seguro de que usted, como médico, puede solucionar su problema”, le sugiere Renato.



Las intrigas de Yves y Marianne
Antes de que la Policía se lleve a Amadeo Corona, Domínguez le pide que firme una declaración, asegurándole que le servirá como protección. Algo más tarde, Dª Juana logra averiguar que, en esos documentos, Amadeo ha negado cualquier tipo de vínculo con Manuel Fuentes y se dirige a casa de Matilde.
La madrina de Catalina llega justo a tiempo para advertir a la muchacha de que debe declarar que nunca ha visto a Corona. Acto seguido, la mujer le dice a Rosario que le dé el mismo mensaje a Manuel. En ese momento, el hacendado se encuentra en el banco, retirando su dinero como medida de seguridad.
Con objeto de presionar a Matilde, Abelardo la lleva a la celda de Amadeo. Ella se sorprende al ver el rostro desfigurado del joven y el policía aprovecha el desconcierto de la joven para preguntarle si es el hombre que fue a su casa buscando a Manuel. Con voz firme, Matilde asegura que nunca había visto al preso. Furioso, Benítez interroga luego a Manuel, asegurándole que su esposa lo ha confesado todo, pero tampoco consigue sacar nada en claro.
Marianne roba el testamento de Don Joaquín y se lo entrega a Yves. Mientras charlan sobre los últimos acontecimientos, el joven le dice a su aliada que no les conviene que Manuel sea acusado de traidor, porque el Gobierno se quedaría con su fortuna. “Amadeo Corona tiene que morir sin confesar nada y luego demostraremos que Fuentes es un impostor”, asegura De la Roquette.

CAPITULO 10 (Episodios 61 a 70)
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Matilde, viuda y en la calle



El doctor examina a Catalina y, con gesto preocupado, le dice a Adolfo que el final de la joven es inminente. Solís, entonces, le comenta a Doña Juana que sería bueno para su mujer ver a sus padres y a su hermana antes de morir.
Yves visita a Amadeo con la excusa de presionarle para que delate a Manuel Fuentes. Sin embargo, una vez dentro de la celda, lo que hace el malvado militar es entregar al preso su propio puñal, “invitándole” a suicidarse y a morir con honor.
En ese momento, no muy lejos de allí, Renato está recibiendo una oferta muy tentadora: el esposo de Matilde está dispuesto a entregarle una considerable suma de dinero, si ayuda a Corona a escapar. Sin pensárselo, el joven Piquet va a ver a Márquez y, después de recordarle que vivió un tiempo en la hacienda de Manuel, se ofrece para reconocer al preso. Una vez que el mejor amigo de Humberto ha cumplido con su cometido, Abelardo le comunica a Ramón que Amadeo mató al carcelero, golpeó a su cuñado y huyó. El marido de Pilar, convencido de que Renato está implicado en la fuga, le advierte que si encuentra pruebas de su complicidad, lo pagará muy caro.



Yves asesina a un notario corrupto
Poco después de decirle a Matilde que le devolverá la casa de sus padres en agradecimiento por haberle dado un hijo, Manuel recibe la visita de Humberto. Éste, tragándose su orgullo, pide a su cuñado que le ayude, pues desde que se casó con Josefina no ha podido consumar su matrimonio.
Catalina, por su parte, aprovecha que Matilde ha ido a su casa para interesarse por su salud y le ruega que visite de vez en cuando a Adolfo cuando ella muera.
Yves de la Roquette lleva el testamento de Don Joaquín al despacho de un notario corrupto para encargarle una copia falsa. Luego, el militar, que no está dispuesto a dejar testigos, mata al funcionario cuando va a recoger el documento, sin darse cuenta de que Renato le ha seguido.
Marianne utiliza sus armas de mujer para engatusar a Ramón y convencerle de que la ayude a demostrar que Manuel no es hijo de Don Joaquín Fuentes. Minutos más tarde, cuando la joven francesa regresa a casa de su supuesto primo, éste la somete a un intenso interrogatorio, pues no encuentra el testamento de su padre y Rosario la vio rondando por su despacho. Al verse acorralada, Marianne finge sentirse muy indignada ante semejante acusación y le dice al hacendado que lo mejor es que se marche de allí enseguida.
Los padres de Catalina llegan a Ciudad Trinidad para visitarla pero, antes de verla, Doña Juana les advierte que no quiere malas caras cuando Adolfo llegue. “Lo que deberíais hacer es agradecerle que, con su comprensión y cariño, haya alegrado los últimos meses de vuestra hija”, puntualiza Doña Juana con firmeza.
Después de seguir a Yves, Renato le dice a su hermana que está seguro de que el militar está conspirando contra Manuel y que, posiblemente, Ramón esté ayudándole. Entre tanto, el padre Urbano le cuenta a Fuentes que Márquez podría estar dudando de que sea hijo de Don Joaquín porque estuvieron interrogándole acerca de su relación con Rosario.




Un hombre dispara al padre Urbano
Con su último hálito de vida, Catalina pide perdón a sus padres por el disgusto que les causó fugándose de casa, pero también les deja claro que no se arrepiente de nada, porque ha sido muy dichosa al lado de su marido. Luego, tras rogarle a su madrina que cuide bien de Adolfo, la joven besa al militar y muere en sus brazos.
Marianne aprovecha un descuido de Manuel para reponer el testamento falso. En ese instante, Renato, que cada día está más convencido de que existe una copia de ese documento, insiste a Humberto y a Sixto sobre la necesidad de prevenir a Fuentes.
Después de ciertas averiguaciones, Abelardo se entera de que Rosario se dedicó durante un tiempo a la prostitución, lo que significa que pudo haber concebido a Manuel con cualquier cliente. Márquez, nada más saberlo, obtiene una autorización para impugnar el testamento de Don Joaquín Fuentes a favor de Marianne.
La joven francesa, convertida ya en amante de Ramón y con la fortuna de su falso tío al alcance de sus manos, trata de romper su alianza con Yves, pero éste le deja claro a su socia que no va a lograr su objetivo, porque sabe que no es Marie de la Roquette y puede hacerle mucho daño.
Varios policías se presentan en casa de Manuel para detener a Rosario, mientras un secuaz de Ramón engaña al padre Urbano para que salga de la iglesia y luego le dispara.
En la comisaría, Márquez coloca a Rosario frente a varios hombres que aseguran haberla visto trabajar en una casa de citas y, más tarde, aprovechando la confusión de la mujer, el marido de Pilar le hace una oferta delante del propio Manuel: si ella declara que mintió y que el hacendado no es hijo de Joaquín Fuentes, no la acusará ante el juez de haberse dedicado a la prostitución.
Cuando regresa a su casa, roto de dolor, Manuel llora en brazos de Matilde mientras lamenta que Rosario se viera obligada a llegar a esos extremos y grita cuánto odia a su padre por permitirlo. Luego, le cuenta a su esposa lo ocurrido en la comisaría y se disculpa con ella porque lo va a perder todo y no podrá darle la vida a la que ella está acostumbrada. La hija de Augusta, abrazando a su marido, le asegura que, pase lo que pase, no piensa abandonarle.
Algunos minutos más tarde, cuando Abelardo llega a casa de los Fuentes para detener a Rosario, pues ésta se ha negado a mentir, descubre que la mujer y su hijo han escapado. Sin embargo, poco después de emprender la huida, la carreta en la que viajan Rosario y Manuel se despeña y ambos se precipitan a un río.
Después de poner a Ramón al corriente de lo sucedido, Abelardo se presenta ante Matilde para comunicarle que su esposo y su suegra han muerto. Sin poder creer las palabras del policía, la joven pide a su hermano que busque a Manuel y a su madre, pues podrían estar heridos.
Al no presentarse el padre Urbano para testificar a favor de Manuel, Marianne se convierte en legítima dueña de la fortuna de Don Joaquín. Nada más conocer la decisión del juez, la ambiciosa muchacha se presenta en casa de los Fuentes y, sin el menor signo de compasión, exige a Matilde que se marche inmediatamente. Además, le deja claro que, como Manuel no era un verdadero Fuentes Guerra, su hijo tampoco tendrá derecho a llevar ese apellido.

Publicado por dbvlgari
Publicado el 12/10/2008 01:06 - Total Temas: 143 - Total Mensajes: 1429

CAPÌTULO 11 (Episodios 71 a 80)

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Manuel regresa y rapta a Matilde



Matilde, desolada, se lamenta ante Prudencia porque su hijo no sólo se verá obligado a crecer sin un padre, sino que, además, tendrá que enfrentarse a los comentarios y las burlas de la gente, que le verá como un bastardo.

Al conocer la difícil situación que atraviesa su amada, Adolfo se ofrece a dar su apellido al pequeño Hilario Manuel. Augusta, satisfecha con las palabras del militar, le dice a Humberto que Matilde debería aceptar la oferta, pero ella se niega.

Por su parte, Pilar, preocupada por su mejor amiga, se enfrenta a su esposo y, tildándole de canalla, le dice que está segura de que el testamento que utilizaron para despojar a los Fuentes de su fortuna era falso. “Seguro que lo has hecho todo para ayudar a la francesa”, añade la muchacha. Ramón Márquez, fuera de sí, advierte a su mujer que si sigue entrometiéndose, se arrepentirá.

Incapaz de aceptar que su amado esposo haya muerto, Matilde acude al lugar del accidente. Por desgracia, no encuentra rastro de Manuel ni de su madre y ha de regresar a Ciudad Trinidad con las manos vacías. Poco puede imaginar que Rosario y su hijo, junto a Silvano que iba con ellos el día del accidente, han sido capturados por los rebeldes y que, mientras ella llora su muerte, los tres han sido llevados ante Amadeo.



Renato consigue el testamento

Pese a que Manuel le pide a Corona que le deje volver a la ciudad, el guerrillero le sugiere que será más seguro enviar a uno de sus hombres con un mensaje para Matilde. Horas después, uno de los rebeldes se presenta en el domicilio de los Peñalver, pero es Prudencia quien coge la carta y, en vez de dársela a su destinataria, se la entrega a Augusta. La mujer, que no quiere más escándalos, convence a su hermana para que guarde silencio, explicándole que Matilde estará mucho mejor, si sigue pensando que su marido está muerto.

Renato conoce a Hanna, una bella periodista, y se la presenta a Humberto. Éste explica a la joven que su cuñado falleció después de que le arrebataran su apellido. “Y ahora mi hermana no tiene marido y mi sobrino es un bastardo”, se lamenta.

Sixto, que ha decidido abandonar la ciudad, visita a Matilde para despedirse y para asegurarle que su esposo nunca la engañó. “Manuel era hijo de Don Joaquín Fuentes y si el padre Urbano no llegó a tiempo para corroborarlo ante el juez, fue porque a alguien no le convenía; incluso es posible que una persona matara al sacerdote para impedir que hablara”, asegura el hombre.

Poco después de que Ramón le declare su amor, Marianne manda llamar a Antonia y le ofrece trabajo como ama de llaves. La joven, que no tiene dónde ir, no tiene más remedio que aceptar.

Por otro lado, Renato encuentra el testamento auténtico de Manuel y, con él en su poder, chantajea a Ramón, exigiéndole una renta mensual y que le permita visitar a su hermana, Pilar, siempre que lo desee.

Tras varios meses de matrimonio, Humberto, que ha acabado enamorándose perdidamente de su esposa, consigue hacer el amor con ella. Josefina, muy feliz, corre a contarle a Matilde la buena noticia.

Augusta envía una carta a Manuel en la que le comunica que Matilde y su hijo fueron despojados del apellido Fuentes y que lo mejor para todos es que sigan viviendo con ella, pues no les faltará dinero ni comida. Convencido de que, con su regreso, sólo empeoraría las cosas, Fuentes decide unirse a Amadeo.

Tres años después de la desaparición de Manuel la guerra continúa y Matilde, para distraerse, comienza a trabajar como voluntaria en un hospital de campaña. Precisamente allí, la joven vuelve a reencontrarse con Adolfo, que ha sido herido en un enfrentamiento con los rebeldes. El militar, que ha ascendido a coronel, no tarda en ser dado de alta y envía un ramo de flores a su ex novia.

Augusta, al saber que Solís ahora disfruta de una posición desahogada, comenta con Prudencia que hará todo lo posible por apoyarle, si todavía desea conquistar a su hija. Y no tardará mucho en tener la oportunidad de demostrarlo, pues días después, Adolfo aprovecha un nuevo encuentro con Matilde para decirle que todavía la sigue amando y para pedirle que se case con él.

En el antiguo domicilio de la familia Fuentes, Antonia oye cómo Yves le cuenta a Marianne que la verdadera Marie tiene previsto ir a México, lo que supondría un gran peligro para ellos dos. Sin embargo, la francesa tiene otras cosas en la cabeza. “Estoy embarazada, pero no creo que Ramón esté dispuesto a renunciar a su posición ni a su esposa por mí”, asegura. Finalmente, Damiana solucionará la situación practicándole un aborto a Marianne.

Prudencia, al saber que Adolfo pidió en matrimonio a su sobrina, le dice a Augusta que deberían contarle a Matilde que Manuel vive, antes de que acepte convertirse en la esposa de Solís. Furiosa, la viuda de Don Hilario amenaza a su hermana con matarla, si se atreve a revelar el secreto.



Manuelito conoce a su padre

Mientras que Matilde acepta casarse con Adolfo, Manuel se presenta en Ciudad Trinidad y trata de acercarse a su esposa, pero Augusta se lo impide. El fugitivo, sin embargo, sí logra hablar unos minutos con su hijo, que enseguida le cuenta a su madre que ha conocido a un hombre que se llama como él.

Poco después, Manuel le encarga a Lorenzo, uno de los rebeldes, que vaya a hablar con Matilde. El hombre no logra su objetivo, pero se entera de que ella se va a casar con Adolfo Solís y así se lo comunica a Fuentes. Éste, muy celoso, decide recuperar a su mujer al precio que sea y Amadeo no duda en ofrecerle ayuda.

Días más tarde, en la fiesta de compromiso de Matilde y Adolfo, Corona, Manuel y varios hombres vestidos de soldados raptan a la hija de Augusta. La joven no puede creer que su marido esté frente a ella, pero se repone enseguida de la sorpresa y le recrimina que la dejara sola y sumida en la vergüenza. Luego, ante los reproches de Manuel, Matilde le aclara que sólo aceptó casarse con Solís para darle un apellido a su hijo.

Mientras, en Ciudad Trinidad, Delfino intenta hacerle entender a Adolfo que, probablemente, la hija de Augusta no quiera volver con él, ahora que sabe que su marido no ha muerto. Sin embargo, el militar no entra en razón y, lejos de rendirse, le deja claro a Delfino que no piensa renunciar de nuevo a la mujer que ama. “Aunque me cueste la vida, la rescataré y, si es necesario, mataré a Manuel”, jura Adolfo delante de Sixto.

Matilde, feliz de haber recuperado a su marido, le asegura a Manuel que nunca ha dejado de amarlo y al final ambos se rinden a la pasión.


CAPITULO 12 (Episodios 81 a 85)

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Adolfo intenta violar a Matilde



Adolfo llega al convento donde se han refugiado Manuel y su mujer, pero las monjas le aseguran que allí no ha aparecido nadie. El militar, sin embargo, encuentra el vestido de Matilde y la Madre Superiora le dice que dio asilo al matrimonio por caridad. Molesto, Solís interrumpe a la religiosa asegurando que Manuel y Matilde no están casados legalmente, pero ella responde que para la Iglesia uno no se casa con el apellido sino con la persona.



Renato es víctima de una brutal paliza


Adolfo tiene que marcharse con las manos vacías, pero horas después encuentra en una cabaña al padre Urbano, que ha estado secuestrado durante mucho tiempo por Ramón. Tras liberar al sacerdote, Solís le pone al corriente sobre lo sucedido con Manuel y el cura le deja claro que el médico es hijo de Don Joaquín y que Matilde sigue siendo su esposa.

Mientras, Fuentes sigue reprochándole a Matilde que fuera Adolfo el hombre que eligió para darle un padre a su hijo y ella le responde que aceptó casarse con el militar, porque fue el único que se lo pidió.

Cuando se entera de que el padre Urbano está en casa de los Peñalver, Antonia va a visitarle, con la intención de ayudar a Manuel a recuperar lo que es suyo. Sixto, al verla, le pregunta si aún ama el médico y ella admite que continúa queriéndole, pero como a un hermano.

Después de que unos policías registren su domicilio en busca del testamento, Renato le dice a Humberto que está dispuesto a entregarle el documento, con la condición de que diga que lo recibió a través del correo y no mencione el nombre de su cuñado. Aunque odia a Ramón, Piquet teme que el honor de su hermana, Pilar, se vea seriamente dañado.

Unos días más tarde, el amigo de Humberto sufre una brutal paliza a manos de los secuaces de Márquez. Los matones tratan de encontrar el testamento, pero tienen que irse sin poder lograr su objetivo.

El padre Urbano le pide a Adolfo que le ayude a conseguir una entrevista con el gobernador. Sixto tiene serias dudas de que Solís intervenga en favor de su amigo y el militar, furioso, le asegura que si se ha cometido un error con Manuel, él es el primero en desear que se aclare.

Antonia, que ha escuchado a Marianne hablar de una tal Marie, comienza a sospechar de la identidad de su patrona y se enfrenta a ella. La francesa abofetea a la empleada, que no duda en devolverle el golpe. Acto seguido y antes de ser despedida, la antigua administradora de los Fuentes se marcha de la casa.

Nada más saber que el caso de Manuel va a ser reabierto, Sixto le dice a Adolfo que, si la verdad sale a la luz y al médico le devuelven su apellido, su matrimonio con Matilde será válido. “Eso significaría que no se ha producido ningún secuestro, así que por qué no les dejas en paz de una vez”, le grita enfadado.

Marianne, fuera de sí, le sugiere a Yves que mate a Antonia, pues puede resultar peligrosa. El militar, sin embargo, opina que es menos arriesgado intentar otra treta, como acusarla de robo, por ejemplo.

Entre tanto, Sixto, que no puede dejar de pensar en las palabras de Antonia, le dice a la joven que si realmente ya no ama a Manuel, él estaría encantado de ser su marido. Emocionada, ella promete pensar en su propuesta.

Pero Sixto no es el único que piensa en contraer matrimonio. Silvano se sincera con Manuel y le confiesa que siempre ha querido a Rosario y que desea casarse con ella. “Eres un buen hombre, pero quien debe decidir algo tan importante es mi madre, no yo”, le responde el médico.

Marianne se las ingenia para que Antonia sea encarcelada, acusada de robo, pero no cuenta con el carácter de Hanna. La periodista, furiosa ante semejante injusticia, advierte a Ramón que si la francesa no retira inmediatamente esos cargos, hará público que él ordenó dar una paliza a Renato Piquet, que falsificó el testamento de Joaquín Fuentes y que luego secuestró a un sacerdote, todo para beneficiar a su amante. Unas horas después, Antonia es puesta en libertad.



Manuel recupera lo que es suyo


Manuel no cree que la vida que lleva él sea la adecuada para Matilde y decide llevarla a Ciudad Trinidad. Sin embargo, la joven teme que su marido sea hecho prisionero y, tras dejarle una carta, se va. Al despertar, Fuentes sale en busca de su mujer y la alcanza a ver justo cuando Solís la encuentra. Silvano, temiendo una desgracia, golpea a su amigo para que no vaya a por Matilde, mientras que ésta le suplica a Adolfo que no asesine a su marido.

Poco después, Matilde trata de hacer ver a Solís que nunca ha dejado de amar a Manuel, pero el joven es incapaz de admitir la realidad: “¿Cómo es posible que estés enamorada del hombre que te compró?”. Completamente fuera de sí, el militar exclama que él también puede demostrarle que es un hombre y, antes de que la hija de Augusta pueda reaccionar, se lanza sobre ella dispuesto a violarla. Afortunadamente, antes de que el militar consume su vil acto, Matilde logra escaparse.

En Ciudad Trinidad, Hanna y Humberto le dicen a Renato que tienen que delatar a Ramón, porque el testimonio del padre Urbano no ha sido suficiente para devolver a Manuel su apellido y toda su fortuna.

Augusta y su familia se quedan de piedra cuando Adolfo se presenta en el hogar de los Peñalver asegurando que encontró a Matilde huyendo de su esposo, pero que luego siguió su camino. La madre de la joven pregunta al militar si Manuel maltrató a su hija, pero Prudencia, que no cree en las palabras del recién llegado, no duda en intervenir: “Si mi sobrina estaba contigo y decidió marcharse sola, estoy segura de que tendría un motivo muy importante para haberlo hecho”.

Un hombre que sigue las órdenes de Ramón aparece de improviso en el lugar donde se esconde Manuel y dispara contra él, pero Rosario se interpone y es herida de muerte. Antes de exhalar su último suspiro en brazos de su hijo, la mujer le pide que cuide de Matilde y de su nieto.

Renato, finalmente, accede a declarar contra su cuñado y el gobernador decide devolver a Manuel su nombre y todos sus bienes.


CAPITULO 13 (Episodios 86 a 90)

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Josefina, embarazada



Una de las sirvientas de doña Augusta sale con Manuelito a dar un paseo, pero en un descuido de la chica el hijo de Matilde desaparece. Asustada al no encontrar al niño por ninguna parte, la empleada regresa al hogar de los Peñalver para contar lo sucedido. En cuanto se entera de esto, Humberto comenta que quizá Manuel se lo llevó.

La auténtica Marie de la Roquette, que en realidad es monja, se presenta de improviso en casa de la familia Fuentes y Marianne, astutamente, le explica que ella trabaja para el hijo de Don Joaquín y que Manuel se encuentra oculto en las montañas, después de unirse a los rebeldes.

Augusta le comunica a Adolfo que Manuelito ha desaparecido y que, según Humberto, es muy probable que Manuel se lo haya llevado. El militar también lo cree posible, pues Matilde está con su marido en el campamento rebelde y seguramente quiera tener a su hijo cerca de ella.

Josefina, por su parte, comunica a su marido una excelente noticia: su deseo de ser padres al fin se cumplirá, pues está embarazada.



Humberto le pide ayuda a Adolfo

Aunque está muy feliz ante su próxima paternidad, el hijo de Augusta no puede evitar preocuparse al recibir una carta de Matilde en la que le pide que le lleve a Manuelito. Al darse cuenta de que es imposible que el niño esté con su hermana, el joven pide ayuda a Adolfo Solís, pero éste, a cambio, exige que le diga dónde se oculta Manuel.

Visiblemente molesto con el militar, Humberto le reprocha que sólo piense en la venganza. “Recuerda que si mi cuñado muere por tu culpa, Matilde jamás te lo perdonará”, le advierte.

Los Peñalver no son los únicos que desean encontrar al pequeño. Nada más enterarse de la desaparición de Manuelito, Ramón ordena a Abelardo Benítez que lo busque sin descanso, porque van a utilizar esta circunstancia para localizar el escondite de Fuentes.

Marianne le dice a Damiana que, aunque tendrá que devolver todos sus bienes a Manuel, las dos podrían vivir muy bien en la casa que Ramón va a comprar. La mujer, que no piensa renunciar a las comodidades a las que se ha acostumbrado, acepta seguir con su nueva patrona.

Con objeto de que Antonia no se entere de la visita de la verdadera Marie, Damiana pide a Tomás, uno de los empleados de la casa, que no hable con nadie de ello.



Dos mujeres tienen a manuelito

Abrumado por un profundo sentimiento de culpabilidad, Adolfo confiesa a Delfino que Matilde huyó de su lado porque intentó violarla. Arrepentido, el militar le dice a su amigo que sólo desea tener la oportunidad de pedir perdón a la muchacha por su horrible comportamiento.

Poco después de que Ramón le haga prisionero, Silvano queda en libertad con un encargo: buscar a Manuel y decirle que Márquez tiene a su hijo. “Si Manuel no se entrega en tres días, no volverá a ver al niño”, amenaza el marido de Pilar.

Antes de que Silvano pueda reunirse con su amigo, Adolfo ve a Manuel en un enfrentamiento entre el ejército y los rebeldes y le grita que su hijo ha desaparecido. El médico detiene su caballo, a pesar de que Amadeo le advierte que puede ser una trampa, y el militar le confirma la noticia, pero le aconseja que, al menos de momento, no le cuente nada a Matilde. Luego, le deja ir.

Mientras tanto, Manuelito se encuentra en una cabaña con dos mujeres. Chabela, la que lo ha encontrado, asegura a su madre Domitila que no ha raptado al niño y que quiere quedarse con él.

Harto de los abusos de autoridad de Ramón Márquez y furioso porque nadie hace nada para detenerlo, Adolfo le reta a duelo. Al ver el gesto de sorpresa de Delfino, Solís le explica sus motivos: “Estoy cansado de tanta podredumbre, ojalá gane el ejército insurrecto de Álvarez; ellos al menos luchan por sus ideales, mientras que nosotros lo hacemos por un gobierno sucio y corrupto”.

Silvano por fin se encuentra con Manuel y le da el mensaje que Ramón le envía. Cuando el médico le muestra la nota a Matilde, ésta decide regresar a Ciudad Trinidad inmediatamente y le ruega a su esposo que no se entregue a las autoridades hasta que ella se lo diga.

Una vez que el juez ha ordenado el desalojo de Marianne de la casa de los Fuentes, el padre Urbano y Hanna ponen al corriente a Marie de todas las intrigas que llevó a cabo la francesa para quedarse con la fortuna de Manuel y le piden que denuncie a la joven por usurpadora. La religiosa tiene dudas, pero el sacerdote le recuerda que la ambición de Marianne destrozó una familia.

Matilde regresa a casa y, después de comunicarle a su madre y a su tía que Ramón ha secuestrado a Manuelito, se presenta en casa de Pilar. Totalmente desesperada, la muchacha ruega a su mejor amiga que la ayude a convencer a su esposo de que le devuelva a su hijo.

Indignada con Ramón, Pilar se enfrenta a él, pero lo único que consigue es una brutal paliza. Días después, la joven, todavía dolorida, le dice a su hermano Renato que ha decidido dejar a su marido y también le cuenta que no fue éste quien se llevó al hijo de Matilde.


CAPITULO 14 (Episodios 91 a 95)

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Manuel y Matilde juntos para siempre



Tras el desagradable episodio, Antonia se sincera con Matilde y le confiesa que todo lo que hizo en el pasado fue por amor a Manuel. “Pero por fin he comprendido que no se puede retener a nadie a la fuerza”, se disculpa la joven, a la vez que desea a la hija de Augusta que sea muy feliz con su marido y su hijo.

Matilde, entonces, aprovecha tan emotivo momento para agradecerle sinceramente a Antonia que testificara en favor de su esposo.

Seguidamente, la muchacha pide a uno de sus sirvientes que vaya en busca de Manuel y le diga que no se entregue, pues Ramón ha fallecido y, además, no tenía a su hijo.


Josefina se atreve a enfrentarse a su hermano José María y le exige que ponga de nuevo toda la fortuna a su nombre o le demandará.

Mientras la madre de la mujer que se había llevado a Manuelito conduce al niño a la oficina de Adolfo Solís, Manuel llega al fuerte San Fernando y le dice a un soldado que avise a Ramón Márquez. El médico, que no ha recibido a tiempo el mensaje de su esposa, ha decidido entregarse a las autoridades con la esperanza de que el marido de Pilar le devuelva a su hijo sano y salvo.

Sixto llega al fuerte cuando su amigo ya ha sido encerrado en una celda para comunicarle que Manuelito ha aparecido y el preso le ruega que le lleve a su mujer y al niño para despedirse de ellos antes de morir. Y es que el gobernador ha ordenado, nada menos que a Solís, que ejecute al preso en un plazo de dos días.


Después de recibir la visita de Antonia, que no quería dejar pasar más tiempo sin disculparse por sus malas acciones, Manuel se encuentra por fin con Matilde y su hijo. Cuando el médico comunica a su mujer que será ejecutado al día siguiente, la joven sufre una crisis y tiene que ser sacada de allí por uno de los guardias. Minutos después, la chica, completamente desesperada, se entrevista con Adolfo y le asegura que se quedará con él para siempre, si ayuda a su amado Manuel a escapar.


El militar guarda silencio ante la propuesta de Matilde, pero luego va a la celda de Fuentes para hablar con él. “En otras circunstancias estoy seguro de que habríamos sido amigos, pero los dos nos enamoramos de la misma mujer. Al final tú has ganado la partida porque ella te ama a ti, así que te dejaré marchar”, le dice un desolado Adolfo.

Mientras Manuel, de nuevo libre, se reencuentra con su esposa, el gobernador se entera de que Adolfo ayudó a escapar al preso y ordena que lo fusilen enseguida. Cuando su marido le pregunta si ella tuvo algo que ver en la decisión de Adolfo, Matilde le confiesa que le prometió irse con él, si lo salvaba. Sin dar explicaciones, Fuentes se despide de su mujer, pero antes le promete que volverá.


Minutos más tarde, cuando Solís está ante el pelotón de fusilamiento, Manuel llega para rescatarlo, iniciándose un intenso tiroteo. Por desgracia, una de las balas hiere de muerte al militar y éste acaba exhalando su último suspiro en brazos del que antes fuera su rival.



El Ejército rebelde gana la guerra

Semanas después del fallecimiento de Adolfo, Matilde recibe la visita de Hanna, que ha decidido dejar la ciudad. Renato, al enterarse, no duda en declarar su amor a la periodista y le asegura que le demostrará cuánto ha cambiado. Ahora es ella y no el dinero lo que más le importa.

El tiempo pasa y Matilde, que ha vuelto a la hacienda, sigue esperando a su marido, segura de que cumplirá su promesa. Un día recibe una carta de Manuel comunicándole que Juan Álvarez, el líder de los rebeldes, ha tomado las riendas del país y que muy pronto regresará a casa. Sin embargo, el entusiasmo de la chica se convertirá en desesperación cuando Sixto y Humberto le comunican que vieron el nombre de Manuel Fuentes en la lista de muertos.

Sin embargo, Manuel no es el tipo de hombre que falta a su palabra y, unos días más tarde, se presenta sano y salvo en la hacienda, para felicidad de Matilde. Después de una gran fiesta de bienvenida y ya en la intimidad, la pareja se jura amor eterno y promete no separarse nunca más.


FIN

Publicado por dbvlgari
Publicado el 12/10/2008 01:07 - Total Temas: 143 - Total Mensajes: 1429
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