El equipo de Colunga Team y yo te damos la Bienvenida a nuestra casa. Deseamos que te diviertas y que convivas con respeto y cariño con los demás integrantes de nuestra gran Familia.
¡Hola mis hermosas!
Una noche como hoy,
hace siete años, estuve en el teatro Trail de Miami disfrutando del talento de
FER en vivo y en directo en la obra "Obscuro Total".
También, desde hace
siete años, cada 18 de abril abro mi cajita de recuerdos colungueros y me
deleito revisando, no solo las fotos y videos guardados en mi computadora, sino
también los boletos que conservo de cada función, los recuerdos que intercambiamos
entre muchas colungueras, los boletos de avión, las reservas del hotel donde
nos hospedamos, los comprobantes de los restaurantes donde las viajeras comimos
juntas y los brochures de lugares que visitamos en la ciudad.
La nostalgia, la
alegría y el orgullo se entremezclan con una Colunguitis a flor de piel el
vuelo a mi nube es inevitable.
El primer viaje de mi
vida a tierras americanas fue en aquella ocasión así que la ciudad de Miami
tiene un valor muy especial y, por razones que son seguramente sólo obvias para
mí, me prometí a mí misma visitar el pequeño Teatro Trail (llueve, truene o
nieve) cada vez que volviera a ella.
Así lo he cumplido ya
en dos ocasiones y la última vez me agarró una lluvia terrible que nos dejó
atrapados en el Restaurante Versailles por varias horas. Después de comer,
poder sentarte a contemplar y a escuchar la lluvia caer con una Colunguitis activada
a la N potencia es simplemente ¡espectacular!
El tema que abrí al
regresar de aquella colungaventura en el 2014 está muchísimas páginas más atrás
y las fotos que allí compartí ya no se pueden ver porque el servidor que usaba
en esos años ya no me funciona.
Por ello he querido recuperar
el relato en el que describo la experiencia de ver a Fer en EN VIVO Y EN DIRECTO por primera vez porque así, las que lo vivieron como yo (o ya lo leyeron en su
momento) podrán encontrar en él un vehículo para volver a aquellos días y
emocionarse; y, las que nunca lo han leído podrán darse una idea de todo lo que
provoca estar tan cerquita de FER y sentir su magia y su esencia en tiempo real
y el significado que adquiere ese hermoso consejo que él siempre nos reitera:
¡Nunca dejes de Soñar!
Estoy segura de que,
si lo volviese a escribir desde cero, podría hacerlo con el mismo detalle con
el que lo hice hace siete años porque lo recuerdo TODO, tan perfectamente, que
no cambiaría ni un detalle allí descrito.
GRACIAS de antemano a
las que pasen por esta salita y el doble de gracias a las valientes que se animen
a leer mis tres(cientas) líneas que, como siempre, intentaron ser una "versión
corta", sin éxito alguno.
Les dejo miles de
millones de besitos colungueros y abrazos con o de oso, desde Lima.
Cuando llegué al
Teatro Trail aquel viernes por la tarde mucho antes de la primera función en
Miami ya el hecho de estar frente a la marquesina que llevaba el nombre de
nuestro Rey era algo que provocaba que las mariposas en mi estómago se
alborotaran.
Me tomé una foto justo debajo de ella y otra al lado del afiche publicitario que anunciaba la obra a los transeúntes. Quería registrar y poder llevarme a mi casa toda evidencia de que había estado allí realmente.
Con curiosidad, y pensando ingenuamente que podría vislumbrar la sombra de FER cruzando los pasillos, pegaba mi rostro a las puertas de vidrio de la entrada tratando de desaparecer el reflejo del sol y de los autos que corrían por la calle de enfrente.
Todo estaba obscuro. Ya habíamos consultado
mis compañeras de viaje y yo en la boletería si era posible entrar "un ratito" a tomarnos una foto con el gran cartel aquel con las caricaturas del elenco
antes de que llegara mucha más gente. ¡En esos momentos vemos aparecer a Claus,
Zarita y Adri y sin dudarlo un segundo me apresuré a darles a cada una aquel
abrazo con o de oso tan anhelado en vivo y en directo!
Nos habían dicho que no se podía entrar al teatro en esos momentos y cuando estábamos a punto de irnos cabizbajas y meditabundas sentimos que una de las puertas se abría y aparecía María José con esa sonrisa bella invitándonos a pasar con la promesa de tomarnos solo unos minutos.
Parecíamos quinceañeras, mirábamos todo queriendo
percibir los pasos que Fer había dado por sus pasillos. Nos tomamos las fotos
individuales y de grupo al lado del famoso cartel y salimos siendo felices
rumbo a nuestro Hotel para alistarnos y volver en poquísimas horas a la primera
función.
Lo que experimenté cuando en ese mismo lobby algunas horas después se dieron los maravillosos encuentros con colungueras de todo el mundo fue algo especial. ¡¡¡No me atrevo a nombrarlas a todas una a una porque sé que, sin quererlo, podría olvidar mencionar a alguna y no me lo perdonaría!!!
Los abrazos eran interminables, los gritos de la emoción de ponerle carita a tantos nicks Colungueros a medida que nos encontrábamos en el pasillo aumentaban y el reparto de besos en ocasiones dobles al estilo europeo causaba situaciones graciosas que ayudaban a que rompiéramos en carcajadas.
Algunas hablando castellano, otras español, otras argentino, mexicano, inglés, italiano pero todas traduciendo a la perFERcción ese sentimiento que nos mantenía inmersas en una algarabía indescriptible.
¡La
gente del ?mundo de allá afuera? nos miraba con extrañeza tratando de entender
cómo era que tantas mujeres pudieran haber coincidido en aquel lugar pareciendo
conocerse y a la vez viéndose por primera vez!
Además tuvimos el
inmenso placer de conocer a Marisol Correa, una mujer de sonrisa bella, con un
entusiasmo que la desborda y contagia que no se cansaba de halagarnos con
comentarios llenos de cariño. Una mujer llena de energía y vibra positiva que
definitivamente comparte esa pasión por el teatro con nuestro adorado Fer.
También conocimos a
Eduardo Prado quien no paraba de moverse de un lado a otro pendiente del más
mínimo detalle pero que tuvo la gentileza de acercarse a varios de los grupos
de colungueras para saludarnos.
El momento de entrar a ubicarnos dentro de la sala llegó y como buenas "niñas" nos pusimos en la fila que ya había comenzado a formarse.
El joven muchacho encargado de marcar los boletos intentaba indicarnos por qué puerta ingresar para ubicarnos en nuestros asientos sin sospechar que todas lo teníamos clarísimo porque habíamos copado las dos primeras filas del teatro. Nos movíamos como dice el dicho "Como Pedro en su casa".
¡Fue muy gracioso en los días siguientes ver la cara primero
de sorpresa y después de complicidad del muchacho que checaba los boletos
cuando nos veía pasar en fila a todas las funciones y cuando le pedíamos que
por favor marcara lo menos posible nuestros boletos con su plumón indeleble
negro pues queríamos conservarlos lo más intactos posibles para nuestros
álbumes de recuerdos! (¡El último día utilizaron un scanner para checar los
boletos y con su mirada pícara nos daba a entender que comprendía lo contentas
que estábamos por ello!)
Yo no pude mantenerme
sentada el tiempo que duró la espera y las tres llamadas antes de que empezara
la función. El corazón me latía fuerte, fuerte y galopaba con el pasar de los
minutos como desbocado. Cada vez faltaba menos y la emoción era casi
incontrolable, no sé hace cuánto no me sentía así.
(2014)He estado largo rato intentando encontrar la mejor forma de empezar este relato. Es muy difícil poner en orden las ideas y la sensaciones de todo lo vivido.
Desde que vi a Fer por primera vez entrar al escenario no he dejado de sentir miles de cosas ni de buscar las palabras perFERctas para describirlas.
Cada noche en el Hotel en Miami me quedé hasta altas horas de la
madrugada anotando en mi libretita colunguera miles de detalles para no
olvidarlos pero me iba a acostar y entre sueños pensaba en cómo podría vestir todos y cada uno de esos detalles de la manera
más fiel posible y buscaba en diccionarios imaginarios las frases perfectas y
las palabras mejores para despertar a la mañana siguiente con la sensación de
no recordar ninguna y con el temor de haber perdido, con el pasar de las horas,
la calidad y el detalle de los recuerdos.
Así que decidí
empezar por el principio: el momento en que FER hace su entrada al escenario y
luego dejar fluir los recuerdos.
Una está allí sentada en su butaca y de pronto tras la última llamada la sala entra en un obscuro total.
¡Empieza la función, suena el tema de entrada que le va como anillo al
dedo a la historia que nos tienen que contar y mi corazón que latía
aceleradamente iba poco a poco acoplándose al ritmo, como queriendo sincronizar
con la música y a la vez como intentando protegerse de una arritmia fuerte y
cuasi mortal!
¡De pronto las luces
te dirigen a un lado del escenario y se abre una puerta por la que entra él,
con un look divino y a llenarlo todo con esa energía tan suya!
Los aplausos lo reciben, su presencia te acelera el corazón, estás allí viéndolo a pocos metros y no puedes creerlo.
De pronto su voz llena toda la sala y allí está él con su metro
ochenta y siete haciendo derroche de su talento. De lo dramático pasa a lo cómico
con un parlamento inteligente y gestos perFERctos al puro estilo colunguero. Lo
ves moverse por el escenario con una espontaneidad asombrosa pero a la vez con
una exactitud milimétricamente planeada que añade a lo que acontece realismo y
dinamismo.
Durante toda la
primera función tratas de comerte todo con tus cinco sentidos y a medida que va
transcurriendo la historia te das cuenta que todos los personajes, gracias a
una dirección magistral, han
desarrollado un tono de voz, movimientos, gestos y diálogos que le otorgan a
todo un equilibrio extraordinario.
Blanca encarna a su personaje otorgándole las características y el peso necesarios a través de un vestuario, maquillaje, tono de voz y ritmo en sus parlamentos elegidos y dirigidos de manera precisa e inteligente.
Aylìn con energía y suavidad al mismo tiempo, da el balance justo a las situaciones que se plantean en su interacción con los personajes masculinos.
Ernesto, sorprendiendo con una
faceta poco conocida en él en la actuación, compensa la crudeza del tema en
cuestión con la dosis exacta de humor haciéndola, como la tragicomedia que es, lo suficientemente digerible para el público.
Y Fer? ¡Uf! Fer es la
pieza clave que mantiene la dinámica en ritmos y tiempos perFERctos de todo lo
que en la historia acontece sin que su indispensable protagonismo y talento
para darle a las escenas comicidad y dramatismo opaque o resalte en demasía a
quienes lo acompañan en el elenco. Fer nos regala a un Julio Hughes que no se
parece a ningún otro personaje que haya interpretado antes pero que lleva
inexplicablemente en cada uno de sus poros el sello Colunga que ningún otro
actor ha podido copiar.
Fer lo hace todo
extraordinariamente y una lo disfruta al 200% estando allí, pero cuando menos te lo esperas la obra llega
a su fin y tú quieres más. La historia
te deja pensando: has reído a carcajadas pero también has apretado los dientes
y has pensado en lo que tú o un conocido tuyo han vivido y no puedes evitar
pensar en serio y re evaluar la calidad de tus relaciones con tus seres
queridos.
¡¡¡Y entonces te das cuenta de que no te has equivocado al comprar boletos para más funciones!!! No te es suficiente haberlo disfrutado solo una vez.
Empiezan a manifestarse los síntomas de esa colunguitis que padeces/disfrutas y gracias a Dios te vas quedando, en la sala que lentamente empieza a vaciarse de extraños, con un grupo de mujeres que sienten lo mismo que tú.
No hay una sola con los pies en la tierra: las nubes colungueras como en los dibujos animados nos persiguen por entre las butacas mientras nos buscamos unas a otras para comentar.
Llevamos, todas, una
sonrisa de oreja a oreja y el pecho henchido de orgullo; un brillo en los ojos
que es difícil de describir y una necesidad inmensa de quedarnos allí en ese
lugar respirando la esencia que ha quedado flotando en el aire.
Las luces se van apagando pero te resistes a abandonar el lugar: abrigas la esperanza de que él salga. No quieres parecer invasiva o fanática pero temes irte y perderte de algo. Percibes un movimiento extraño y ciertos gestos que parecen estar preparando el anuncio de algo especial.
¡Hay una señal en código que indica a
algunos de la producción que el momento de cerrar las puertas de la sala ha
llegado y alguien se dirige a las colungueras, que permanecemos susurrando
entre nosotras y aglomeradas frente al escenario vacío, para anunciarnos que
FER saldría a saludarnos en unos minutos!
Nos indican dónde ubicarnos en las graderías del escenario y nos advierten de la prohibición de "tocar" al actor.
Todas tratamos de controlar nuestros impulsos y nos
organizamos sin mucho ruido sin antes encargar nuestras cámaras a los muchachos
del teatro que con paciencia y gran respeto por esta colunguitis (para muchos
inexplicable), van repartiéndose los aparatos.
El momento llega y él
aparece en vaqueros, camisa blanca sin corbata, chaqueta celeste, zapatos finos
con pasadores, calcetines oscuros y el cabello ya más suelto que cuando estuvo
en escena. Los flash y los suspiros se sincronizan mientras él nos regala esa
sonrisa única y espectacular que al iluminarlo todo no nos permite darnos
cuenta que estamos aún con el escenario en penumbras.
Se sienta en un puff,
nos saluda y todas como colegialas respondemos en coro. De repente alguien
enciende las luces del escenario y puedes ver sus ojos claros brillar.
Yo lo oigo, pero no
estoy segura de poder escucharlo. Sólo recuerdo que no podía dejar de sonreír y
sentía que me corrían culebritas por el cuerpo de pensar que cada palabra que
saliera de su boca y cada gesto que hiciera tenían que quedar registrados en mi
memoria porque no habría forma de darle al "re play" o lograr capturas de todo
lo que sentía mi piel y mi corazón en esos momentos.
Él no deja de sonreír, entrelaza sus manos bellas entre sus rodillas y echa un vistazo a todas estas mujeres que no dejan de tomarle fotos y contemplarlo extasiadas y, con esa sencillez que lo caracteriza y esa voz preciosa, nos conversa , nos hace bromas y nos agradece el que estemos allí acompañándolo y apoyándolo.
Nos reitera que este proyecto es pensado en nosotros y para nosotros.
Reconoce caras
conocidas y, con ese toque de delicadeza que lo distingue, dice estar
observando aquellas nuevas para reconocerlas en una próxima ocasión.
Responde a algunos
comentarios y te hace sentir especial, se levanta despidiéndose del grupo y
ofrece tomarse una foto grupal con las que allí ya parecemos estar flotando en
el limbo. Como en un equipo de futbol, dice, y algunas sentimos morir de la emoción con esa frase.
Como buenas
colungueras intentamos reorganizarnos para salir todas en la foto. A mí,
ubicada a su izquierda, la emoción me embarga de verlo a escasos 10
centímetros, y aunque alguna se colocara de pronto en medio de ambos, ya con mi
móvil había capturado su perfil hermoso y grabado en mi piel la calidez de la
suya.
Se levanta y se
despide por última vez y con ese andar tan suyo agita sus manos y sale por la
puerta que es parte del escenario. ¡La
magia existe, es cierto, pero esto fue más que eso!
Todas quedamos como flotando. Nos apresuramos a recuperar nuestras cámaras y a revisar las fotos capturadas. ¡Yo no podía creer que tenía capturados en ese pequeño artilugio su perfil, su sonrisa, su mirada! Todas nos mostramos las fotos y videos conseguidos y prometemos compartirlas.
Como quien quiere y no quiere vamos avanzando
juntas hacia la salida de la sala para congregarnos en el pasillo y seguir colungueando.
Esa noche nos fuimos ya muy tarde un grupo de 21 colungueras a cenar comida cubana en un restaurante cercano al Teatro. Cuando llegamos al lugar no conseguían juntar las mesas suficientes para que nos sentáramos juntas hasta que finalmente nos ubicaron en un salón al fondo.
El colungueo era intenso, las fotos iban y venían, entre todas tratábamos de conocernos más y recordábamos haber coincidido en temas del Foro. La comida llegaba, las risas invadían el espacio y los meseros contemplaban extrañados a este grupo de mujeres variopintas y de todas las edades que parecían entenderse y disfrutar de sus conversaciones a pesar de hablar todas al mismo tiempo.
Nos quedamos allí hasta muy tarde: prácticamente fuimos testigos de la reunión
de cierre de faena del personal del lugar que ya parecía algo incómodo de
tenernos todavía allí.
Sin duda un primer
día intenso en cuanto a emociones. Llegando a mi hotel me acomodé en el escritorio de la habitación intentando
anotarlo todo en mi libretita colunguera: mis compañeras caían rendidas por la
diferencia horaria y yo parecía un búho con insomnio!
La gente que me preguntaba antes de mi viaje, ¡¿A qué vas a Miami? se sorprendía enormemente de que fuese a ver a Fer a una obra de Teatro desde tan lejos.
Algunos ingenuamente preguntaban: "¿Y qué día irás a verlo?" Podrán imaginar mi expresión pícara y traviesa al mostrarles sin articular palabra los 5 dedos de mi mano y verlos reaccionar con una mezcla de asombro y extrañeza pensando haber entendido mal.
No faltó quien entre broma y broma
me tildara de loca al saber que asistiría a las cinco funciones si tomamos en
cuenta que asistiría el sábado y el domingo a las dobles funciones con escasos
30 o 40 minutos de intermedio entre una y otra. Vaya, eso es algo que para una
colunguera es tan natural como haber visto todas sus novelas un promedio de
seis veces en un lapso de dos años.
Pues he de decirles
que ver la obra cuatro veces más fue una experiencia fuera de este mundo. (2021: puedo calcular perFERctamente lo que han experimentado las que lo fueron a ver no solo en Miami sino tb en Puerto Rico y en Houston... ¡las envidio!- jijiji)
Durante la primera
función conoces la historia. Observas a los personajes, analizas la forma en
que todos se relacionan, prestas atención a ciertos detalles de la
escenografía, al manejo de las luces, la
música, te ríes a más no poder con las ocurrencias, te sorprendes del giro que
toma el desenlace y en tu mente relacionas situaciones de tu vida con lo que allí
se cuenta o piensas en personas cercanas a ti que se parecen a los personajes
de la historia.
Pero en las siguientes funciones? puedes darte el lujo de "escuchar" la historia y deleitarte con el derroche de talento de Fer.
No hay nada mejor en el mundo que
ver a Fer decir sus líneas con fuerza mientras se le dibuja la yugular en el
cuello y puedes prácticamente distinguir cómo le corre la sangre por aquella
vena en esos momentos intensos.
Teniendo en frente su
perfil derecho, te vuelves capaz de notar cómo su ceja izquierda asoma perfectamente peinada detrás del tabique de su nariz y cuando se mueve
en medio del escenario con energía reconoces ese cachito rebelde de su cabello
que traviesamente suele desacomodarse y caer sutilmente sobre el lado izquierdo
de su frente amplia y hermosa.
Reconoces ese sello
colunguero con el que se abotona y desabotona el saco con una sola mano una y
otra vez y con el que frota los nudillos de una mano con la palma de la otra
cuando su personaje está inquieto.
No puedes dejar de vibrar
cuando hace esos pucheros y aprieta los labios y ves asomarse sobre el lado
derecho de su labio superior la marquita que te trae arrastrando la cobija o
cuando tuerce la boquita simulando morderse la comisura del labio mientras sube
sus frondosas cejas y echa esa mirada que lo hace parecer frágil e infantil y
que parece pedir apapachos.
No puedes evitar celebrar con aplausos su talento para improvisar y su arte para dar rienda suelta a ese único y maravilloso sentido del humor que te confirma que, a pesar del libreto que debe seguir, él es capaz de jugar contigo y con sus compañeros de elenco en medio de su performance sin interferir con la trama, porque disfruta lo que hace y se divierte.
(Aquí el momento épico el chiste de los caníbales y los payasos)
No puedes dejar de
sentirte halagada como espectadora al comprobar que se ha tomado el trabajo de hacer
pequeños cambios espontáneos y también planeados, para regalarle a sus niñas detalles
diferentes en cada función que las hagan especiales, divertidas, únicas e irrepetibles y distintas unas de las
otras. Él valora que muchas le acompañamos en todas las funciones y retribuye a
nuestro cariño cómo sólo él sabe hacerlo: con generosidad y sensibilidad
inmensas.
Debo confesar que el domingo durante la última función tuve que hacer un gran esfuerzo por contener el llanto y regresé a mi hotel sumida en una colungadepresión profunda que me quitó el habla y me llenó de sentimientos encontrados y confusos.
Estaba feliz
por haber vivido tanto y tan
intensamente pero al mismo tiempo estaba llena de tristeza pues al día siguiente habría que volver a la
realidad de la vida cotidiana, mi sueño de tomarme una foto sola con Fer quedaba todavía como tarea pendiente y el
tiempo para disfrutar de la magia del colungueo en vivo había resultado corto e
insuficiente.
No entendía lo que me pasaba. Sólo pude sosegarme charlando con mis maravillosas y entrañables compañeras de viaje en vivo y en directo y hasta altas horas de la madrugada en nuestra habitación del hotel o virtualmente en el chat de alguna red social. No hay duda que la amistad que se forja entre colungueras va más allá de una simple relación de conocidas.
De no haber contado con la compañía, la contención, el
cariño, la sabiduría, la extraordinaria capacidad de reflexión, el enorme
respeto y un extraordinario sentido del humor de todas ellas, seguramente
hubiera pasado aquella noche y todo mi viaje de regreso a casa ahogada en la
añoranza.
Así que, aquí estoy, sentada frente a mi computadora tomándome un café con Doña Nostalgia y tratando de sacarle partido a su visita.
Ojalá haya podido con mi relato permitirles
viajar conmigo hacia atrás en el tiempo hasta el Obscuro Total en Miami y
compartir con quienes con ENORME
paciencia me han leído todo lo vivido por este corazoncito limeño que ahora más
que nunca se reafirma como el de una colunguera orgullosa, vitalicia e
incondicional.
¡Recuerda FER que te quiero de aquí
al infinito ida y vuelta mil veces y que te mando siempre, desde el fondo de mi
corazoncito limeño, miles de millones de besitos colungueros y abrazos con o de
oso!
Carlita, gracias por hacerme revivir la emoción de nuestro encuentro en Miami en el 2014. Ya yo había tenido el inmenso placer de conocer a Fernando en el 2011 cuando presentó Manos quietas en el Trail, pero en el 2014 todo fue excepcional por la camaradería entre las colungueras, que también tuve la fortuna de disfrutar en Puerto Rico.
Tal como describes, ver a Fernando en persona, y estar cerca de él, completamente cautivas, absorbiendo cada una de sus palabras y gestos, es una experiencia inolvidable. No importa las veces que sean, una siempre se estremece con su magnetismo. Es una vivencia maravillosa que deseo que toda colunguera de corazón pueda lograr.
(Tú te quedaste sin la foto con él; yo, en cambio, me quedé con las ganas de percibir su fragancia a la que tanto aluden, snif, snif).
Gracias, querida amiga, por llevarme atrás en el tiempo, haciendo que reviviera esos emocionantes y hermosos detalles.
¡!!Mi
adorada USA... qué recuerdos tenemos de aquella aventura que vivimos
JUNTAS!!!!! Me emociona recordarlos...
Te leo y debo confesar algo que, seguramente, a muchas les parecerá rarísimo ( y hasta probablemente me criticarán).
Efectivamente, después de aquella experiencia en el 2014, quedé con ese
"hueco" sin llenar porque nunca pude tomarme la tan ansiada foto con
FER.
Sin embargo, con el paso de los años y habiendo tenido la suerte de que el Universo me regale otras oportunidades para acercarme a FER - aunque sin poder concretar la tan ansiada fotografía - he tenido el privilegio de recibir de él muchas otras cosas que, en este preciso momento, valen mucho más que ese registro fotográfico.
Tengo fotos con él "en mi corazón y en lapiel"- así de "LITERAL" - y a estas alturas, aunque la foto sería una especie de "bonus" que apreciaría y guardaría como el más preciado tesoro (de tenerla), no me es necesariamente indispensable...
¡!!Los sueños que se me han cumplido con FER van más allá de lo que yo jamás hubiera podido imaginar y se han concretado con las personas, en los lugares y en los tiempos perFERctos y ESO me hace feliz, plena y la más orgullosa y leal de las colungueras!!!
¡Besitos desde Lima!