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EN LA LAGUNA... HISTORIA (2013 - F & A) BY ATARDECER.

 

 

 

 

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HISTORIA ESCRITA CON MUCHO CARIÑO E ILUSIÓN PARA FERNANDO COLUNGA.
Fernando, algo que me queda por hacer desde hace tiempo como sabes es la terminación de esta historia, para mí linda y especial..., siéndolo ahora mucho más con el paso del tiempo y las situaciones así como emociones por las que ha tenido que pasar. Sólo me faltaba en aquellos entonces un par de capítulos para terminarla, que hubiera plasmado en unos días y ya hubiera estado lista. Pero no fue así  por causas varias, demorándose en el tiempo.
Desde siempre fue tuya, mía, de ambos... y lo sabes. Ahora quiero dejar todos los capítulos juntos para ti, pues es algo que llevo pensando hace tiempo, en agradecimiento por lo que tu me aportas y porque esta historia lo merece, acabando así con lo que tenía pendiente aquí, así como hice con la recopilación de historias soñadas. Pero tengo por terminar de escribir ese final que pensé en su momento y que todavía llevo en mente, pero por motivos varios aún no he hecho. Algún día lo haré, aunque no puedo asegurar que lo llegue a traer acá. Por ello y por mi demora, es que os pido disculpas a ti y a esas personas, no muchas, pero con quienes sigo agradecida por su tiempo y lectura, así como apreciaciones sinceras, que siguieron fiel esta historia. Espero me puedan entender.
Pero si, permíteme algo más, invitarte con todo mi cariño y humildad, además de hacerlo emocionada, a que escribas tu también un final, el que gustes, para esta historia y lo guardes sin más. Dime que lo harás... Es algo que tiene mucho significado para mí, precisamente porque esta historia también te pertenece.
 GRACIAS FERNANDO.
Por ser en todo este tiempo, en todos estos años, mi FUENTE DE INSPIRACIÓN y por seguir siéndolo; también por valorar mi pequeño aporte y por tu gran comprensión.
Se trata de una recopilación personal para ti, por lo que espero sea de tu agrado y del respeto que mereces.
 
EN LA LAGUNA... HISTORIA (2013 - F & A) By Atardecer.

 

 

 

 

Publicado por atardecer
Publicado el 30/07/2017 19:52 - Total Temas: 301 - Total Mensajes: 11944

 

 

 

CAPÍTULO 1

 

 

- Atardecer... ¿qué tal?.
- Bien.
- Hace tiempo que no coincidíamos, pero te he visto más tranquila que la última vez. Espero estés preparada para darlo todo.
- Intentaré que así sea.
- Intentarlo no, Atardecer. Quiero todo, ¿ok?. Sabes que tienes que centrarte en el papel y ya..., y esta vez no quiero excusas de ningún tipo, porque ya no es la primera vez que protagonizamos juntos. Además nos quedan muchos días por rodar y tenemos que llevarlo lo mejor posible, con ganas y sin flaquear.
- Está bien director.
- Empezamos a grabar en 15 minutos, así que procura no desaparecer.
- Creo que...
- Dime...
- No nada, veo que no es tu mejor día, nada más. Hasta ahora...
- Atardecer!!..., piensa que lo hago por tu bien y porque confío en ti.
- Si lo sé... y te agradezco.

 

En la laguna... 3,2,1 acción grabando!!

 

Ese viernes amanecía con una agradable brisa. Los días empezaban a refrescar pero esa mañana hacía una temperatura ideal. Así que decidió saborear ese humeante café fuera en el porche, mientras observaba ese espléndido amanecer, el cual iba dando unas pinceladas de color a esos bellos árboles y a esa calmada agua de la laguna.
Era un precioso paisaje el que se podía divisar desde esa pequeña pero acogedora casa. Y allí sentada, disfrutando de aquel bello escenario es como recordaba Carla su llegada a aquél lugar, año y medio atrás.
Un tiempo antes había renunciado a su trabajo, en el cual estuvo unos dos años y por el que llegó a esa ciudad. Estaba pensando en irse a otro lugar, pero fue su amiga Lidia quien la convenció para que esperara un tiempo y así fue como decidió buscar otra cosa a lo que dedicarse para desconectar de todo aquello que había sucedido y que le impedía seguir con su día a día con normalidad y sin poder evitar que esas imágenes pasaran una y otra vez por su cabeza llenándola de tristeza y de culpa.
Pasadas unas semanas y por mediación de un conocido de su amiga, fue que comenzó a trabajar en aquello en lo que ahora se dedicaba. Un trabajo nada fácil, pero en el que necesitaba entregarse al máximo y eso es lo que en aquel momento precisaba. Ocupar su tiempo en algo que no la hiciera pensar, por eso aceptó.
Y así fue como comenzó a cuidar de Isabela, una chica ahora de 20 años, que dos años antes había tenido un grave accidente quedando sin movilidad en las piernas. Durante medio año estuvo siendo atendida por un especialista y por otras personas que la atendieron, pero aquello terminó, apareciendo Carla, para dedicarse la mayor parte del tiempo a intentar que volviera a caminar y recuperara su estado de ánimo.
Era un trabajo, que en principio iba dirigido para su amiga, la cual estaba especializada para ello, pero que ésta debido a que tenía todo su tiempo ocupado, rechazó, pero acordándose de Carla, la recomendó. Sabía que aunque ella no era experta en esos casos, si que durante su carrera preparó ciertos temas relacionados y con su forma de ser sabía que podría conseguir el resto, sólo sería cuestión de tiempo. Así que se lo sugirió.
Al principio se mostró reacia, indicando que no estaba preparada ni especializada para ello, pero ahora sonreía al recordar que hizo bien en aceptar, no solo por la mejoría de Isabela en ese tiempo sino que además hubiera sido complicado encontrar a alguien que aceptara, no sólo por lo mal que se encontraba la chica de autoestima y el tiempo que requería, sino por el fuerte carácter y exigencia de su madre. Una señora nada fácil de tratar... pero que ella consiguió doblegar un poco, por el bien de la hija, a la cual no estaba favoreciendo en nada con su actitud. Incluso hizo posible una relación cordial y respetuosa con aquélla, siendo ahora imprescindible para esa familia.
Y era por todo eso que vivía en esa bonita casa, a unos 500 metros aproximadamente de la principal, la cual era enorme y moderna, y cuya finca quedaba alejada de la ciudad. Una situación, que de no haber sido por aquellas circunstancias en las que se encontraba tras lo sucedido y más tarde comprometida con la situación, nunca hubiera aceptado, no sólo por los momentos duros que tuvo que pasar con ellos sino porque era una persona independiente. Pero gozaba de libertad y aprendió a vivir allí, junto a ellos... compartiendo momentos muy complicados pero otros buenos... habiendo encontrado a una segunda familia, ya que de la suya propia se encontraba muy lejos.
Fueron los cantos de unos pájaros que se apoyaron en la barandilla los que hicieron que volviera al presente. Terminó su café y entró en la casa. Hoy sería un duro día, ya que por la tarde salía de viaje y estaría fuera todo el fin de semana. Tenía que aprovechar el tiempo máximo con Isabela. Además ésta se encontraba muy inquieta desde el día anterior, ya que al parecer regresaba después de mucho tiempo un hermano suyo, el mayor, al que Carla no conocía personalmente, aunque si de oídas, estando también Fran, el segundo de los tres, el cual si vivía con sus padres y hermana.
Al final esa mañana pasó. Así que habiendo terminado por ese día su trabajo, fue hacia su estancia, esa bonita casa que se encontraba en aquel bello lugar el cual era sabedor de tantos momentos vividos durante todo ese tiempo, situación que algún día tendría que cambiar, pues ya no requerirían de su ayuda y tendría que marchar, aunque aún faltaba para eso.
Tomó algo, organizando un poco todo y se preparó. Cogió sus cosas y justo cuando se marchaba, parada en la puerta recordó aquel día cuando llegó allí. También le habían ofrecido vivir con ellos en la casa grande, pero ella prefirió quedarse en aquel lugar y disfrutar a solas de los ratos libres de los que disponía, aunque en casos excepcionales compartiera alguna que otra ocasión con ellos fuera de su jornada de trabajo.
Desde el momento que entró, sintió que era un lugar agradable el cual le acogió generosamente pues por aquel entonces se encontraba en un momento nada fácil pero con ganas de empezar con ese objetivo que la vida le ofrecía. Unos rayos de luz les acompañaron entrando sigilosamente por las ventanas, alumbrando ese espacio decorado de cálidos y acogedores muebles, con algún toque personal... de alguien que había habitado en ella y que la hacía aun mas hogareña, como esos interesantes libros que asomaban entre las estanterías del salón o en las mesitas de noche de la única habitación que existía y dentro de la cual había un cuarto de baño, con un toque fresco en su decoración; o aquella antiquísima brújula o esos objetos de madera, pequeño juguetes antiguos y usados, que podías encontrar, los cuales debían de  guardar en secreto un montón de experiencias vividas. A todo aquello, le acompañaba una práctica y original cocina, la cual conservaba utensilios así como una mesa con sus sillas, siendo seguramente todo ello testigo de buenas degustaciones de alguien que supo manejarse muy bien entre aquellas paredes.
Y con aquellos recuerdos en su mente, cerró la puerta y entrando en el coche se marchó. A lo lejos, por el camino vio como Isabela se encontraba en su silla de ruedas, junto a su padre, el Sr. Elías, el cual la había sacado a pasear. Ambos la saludaron a su paso, y sin saber por qué, tuvo una sensación extraña, que trató de disipar poniendo música y sacando una sonrisa pues ese fin de semana lo tenía libre y se iba de aventura con su amiga y unos compañeros de ésta.
Y ese fin de semana, mientras ella se lo pasaba bien lejos de allí, otra situación era la vivida en casa de los Méndez.
Ese mismo viernes en la noche, había llegado Miguel, el hermano mayor que estaban esperando. Era un hombre alto y muy atractivo. Con una guapura especial, de tez morena y cabello oscuro. Sus fuertes y pronunciados rasgos se apaciguaban con su personalidad sencilla y agradable, siendo honesto y comprensible. Teniendo buen carácter mientras no trataran de jugarle una mala pasada, pues en ese caso su compasión podía ser escasa. Aunque aparentaba ser más duro de lo que realmente era.
Acababa de llegar y pensó en ir a saludar a su familia pero prefirió primero pasar por su lugar particular. Bajó del coche, y abriendo la puerta un olor peculiar le hizo pararse asombrado. Le dio a la luz y vio como en aquel lugar había cosas diferentes y que no le pertenecían. Fue hacia la habitación, y cual fue su sorpresa al ver cosas femeninas mezcladas entre las suyas, cosas que al parecer no podían ser de su hermana. Abrió el armario y estaba repleto de ropa de mujer, una mujer al parecer muy especial pensó por lo que estaba viendo.
Miró la hora y se le hizo tarde. Estaba cansado de todo el viaje y no venía con ánimos de soportar a su madre y a su hermano si es que estaba allí. Así que prefirió quedarse a descansar en el sofá, pero recordó que Isabela y su padre si que sabían que llegaba esa noche y estarían impacientes por verle al igual que él. Además tenía que saber a quien pertenecía todas aquellas cosas.
Se fue para allá y llegando comprobó que no había luz en ninguna de las ventanas. Debían de estar acostados, aún así entró en silencio y justo cuando se dirigía a la habitación de su hermana, pudo comprobar como su padre se encontraba en su despacho, a oscuras, simplemente con la luz que le ofrecía la luna, esperando que llegara su hijo, al cual había visto acercarse con el coche y por el que sentía una enorme alegría.
Ambos se abrazaron emocionados, pues desde que se marchó días después de aquel grave accidente de Isabela, no había vuelto por allí. Decidió ir a verla porque su padre le dijo que le estaba esperando. Era muy duro para él ese momento, porque aún no se perdonaba todo lo sucedido, pero tenía que ir a verla, pues ella estaba ilusionada con que lo hiciera.
Se armó de valor y sin hacer ruido entró en su habitación. Qué sorpresa para ambos fue aquel encuentro. Fue muy emotivo, ambos lloraron abrazados. Ambos se pedían disculpas mutuamente y a la vez no había nada que perdonar. Se contaron algunas cosas y rieron los tres, pues el padre se unió a ellos. Permaneció un tiempo con ella hasta que se durmió y él se retiró.
Su padre le dijo que se quedara allí en unas de las habitaciones, pero Miguel prefirió irse para la casa de la laguna, por lo menos aquella noche, aún cuando su padre le dijo que ahora la ocupaba la chica que ayudaba a Isabela, aunque no estaría en esos días.
Preguntó por su madre y su hermano.
- Hijo, que te voy a contar... Tu hermano Fran sigue como siempre, inestable y sin asentar la cabeza. Y Mariela, tu madre, mejor desde que vino Carla, la chica que se ha ocupado maravillosamente de tu hermana y que ha conseguido que ella cambie también.
- ¿Cuánto tiempo lleva con vosotros?.
- Año y medio. Vino justo cuando a tu hermana dejó de tratarla el especialista tras terminar con él la rehabilitación y se fueron yendo todas esas chicas que pasaron por aquí y que para tu madre ninguna era buena.
- Hasta que llegó la que está ahora..., que supo no sólo cuidar y acompañar a Isabela sino aguantar el carácter de mamá.
- Así es hijo. Se tiene ganado el cielo.
- ¿Y Fran?..., alguna que otra vez puede hablar con él, al igual que intenté hacerlo con mi madre sólo que con ella al final siempre tenía que discutir.
- Se que tu hermano te llamó alguna vez y tu a él. Decía que iba a cambiar y a hacer las cosas que tu le aconsejabas pero al final vuelve a tirar todo por la borda.
- En alguna ocasión me habló de una chica de la que estaba enamorado e incluso lo noté ilusionado. ¿Sabes algo de eso?.
- No, no me dijo nada. Se que Carla le cae muy bien, pero de seguro se que con ella no tiene nada, simplemente son amigos, pues ella también le ayuda bastante.
- Ya veo que esa chica es un ángel de mujer, no es fácil convivir aquí papá... No, desde hace unos años para acá.
- Lo sé hijo... y me duele.
Y diciendo esto, Miguel le dio las buenas noches a su padre y se fue hacia la pequeña casa.
Al llegar allí se tomó algo caliente, se dio una ducha y después se tumbó en el sofá, no sin antes observar algunas de las cosas que veía por el baño y el resto de la estancia que se habían apoderado de aquel lugar, dándole un toque más acogedor y especial.
Al día siguiente, tras levantarse decidió ir a desayunar con su familia. No sería fácil..., pero era algo que tenía que afrontar y más si tenía pensado quedarse un mes por allá. Al salir, sonrió al ver ese bello paisaje que desde allí se contemplaba así como la alegría que producía todas aquellas plantas que adornaban las ventanas y el porche en general, que antes no estaban ahí. Está bello este lugar, se dijo.
Y tras llegar a la casa grande se encontró con su madre la cual era evidente la alegría que sintió cuando lo vio, ambos se abrazaron al igual que sucedió al ver a su hermano. Y así pasó el sábado, charlando y recordando momentos. Hablando de situaciones... Pero era inevitable que no salieran cosas, heridas que aún estaban por cerrar.
Pero de una manera u otra se iba llevando, hasta que llegado el domingo, a la hora de comer no acababa de llegar Fran, tras haber estado toda la noche por ahí. Decidieron empezar sin él y cuando estaban terminando es cuando apareció. Todo desaliñado y oliendo a alcohol, con una herida en la mejilla y un ojo morado. Al ver eso la Sra. Mariela se puso de los nervios y a gritar toda asustada por el aspecto que traía su hijo.
Miguel trató de ser prudente y optó por no decir nada, hasta que Fran empezó a faltarle el respeto a su madre, diciéndole que por su culpa y la de Miguel es que él estaba así, que siempre tuvo ojos exclusivamente para su hijo mayor..., que era una mala madre y un montón de cosas más.
En ese momento se levantó Miguel y cogiéndolo por un brazo le dijo que hiciera el favor de pedir perdón y sin que éste lo hiciera le gritó:
- Maldita sea Fran, veo que sigues igual. ¿Es que no piensas cambiar...?.
- Ya lo había hecho, hasta que has venido tú para revolverlo todo y ponerte en contra mía haciendo que todos lo hagan también.
En ese instante era tal el cabreo que sentía por todas esas cosas que estaba diciendo su hermano sin sentido, que lo agarró y se lo llevó a la fuerza para su cuarto.
Pero en eso, que su madre le empezó a reprochar diciendo que no tenía ningún derecho a tratar a si a su hermano, que tal vez tenía razón Fran, que todo su comportamiento era por su culpa al igual que Isabela estaba como estaba, porque él provocó que aquel día se montara en aquella maldita moto...
Y tras escuchar aquello último de voz de su madre, como tantas otras veces lo había oído..., se quedó parado soltando a su hermano, andando marcha atrás con lágrimas en los ojos..., mientras su hermana le gritaba a Mariela:
- No es cierto mamá, Miguel no tuvo la culpa y lo sabes. Me prometiste que no volverías a decírselo ni a reprocharle nada... Mamá, ¿por qué le haces daño así, por qué...?.
Y tras oír gritar eso a su hermana, llorando como lo hacía, salió corriendo de allí, hasta llegar a la casa de la laguna. Allí se encerró y dejó que corriera unas lágrimas por sus mejillas. Lo estuvo pensando y decidió que en unas horas se marcharía, cuando la cosa se hubiera calmado y se pudiera despedir de Isabela y de su padre.
Aún así, ahora tenía que salir de allí. Iría a la ciudad a visitar a unos amigos o haría lo que fuera pero no podía quedarse por más tiempo.
Salió con su coche, el sol ya estaba cayendo e iba demasiado deprisa, pero controlaba. Adelantó a un automóvil y un par de kilómetros más adelante, éste quiso adelantarlo a él, sólo que lo estaba haciendo de forma imprudente ya que venia una línea continua y una pequeña pendiente. Redujo la velocidad, e incluso llegó a pitarle para que se introdujera de una vez al carril, pero nada, lo único que hacía era vacilarle, provocando que un coche que venía de frente saliera de la carretera dando una vuelta. Miguel maniobró como pudo hacia el otro lado, chocándose contra un árbol. Se notó algún rasguño en la frente, pero no tenía nada más. Así que salió corriendo hacia el coche siniestrado, viendo como el loco que había causado todo eso se marchaba sin detenerse.
Corrió y trató de socorrer cuanto antes. Era una mujer joven, de cabello oscuro, la cual tenía una pequeña brecha en la frente y sangraba por la nariz. Comprobó que tenía pulso pero estaba inconsciente. Fue a por el teléfono móvil al coche, pero debió de caerse por algún lado porque no lo veía.
Así que sin querer perder más tiempo decidió cogerla con cuidado y llevarla en su coche al hospital, tras comprobar que no tenia nada más dañado pues en ese momento nadie más pasaba por allí y no podía demorar más con aquella mujer así... Sabía lo que hacía porque en situaciones complicadas se había encontrado más de una vez. Echó el asiento para atrás y pendiente de ella y a toda prisa decidió llevársela de allí pues no muy lejos estaba ya la ciudad.
Continuará...
Un abrazo. Atardecer.
Publicado por atardecer
Publicado el 14/10/2013 17:52 - Total Temas: 159 - Total Mensajes: 5742

 

 

 

Publicado por atardecer
Publicado el 30/07/2017 19:55 - Total Temas: 301 - Total Mensajes: 11944

 

 

 

CAPÍTULO 2

 

 

- Hola Atardecer, veo que hoy te has adelantado bastante.
- Hola... Bueno si, quise venir con tiempo pues quería repasar un poco una parte del guion.
- Estupendo. Sin necesitas alguna cosa, solo tienes que decirme.  Ya sabes, dentro de unos 15 minutos... Todo saldrá bien.
- Si, eso espero.

 

En la laguna... 3,2,1 acción grabando!

 

Una vez llegaron al hospital, bajó rápido y avisando en urgencias, se acercaron y se la llevaron en una camilla. Miguel informó sobre lo sucedido y seguido fue a ver donde se la habían llevado. Le comunicaron que tendría que esperar hasta que pasara un tiempo, pues ahora debían hacerle las pruebas necesarias. Le dijeron de revisarle a él también pero se negó, diciendo que estaba bien.
Así que aprovechó para buscar el móvil y aparcar bien el coche. Una vez lo encontró debajo del asiento se puso en contacto con Álex, su abogado y también amigo.
- Hola Alex, necesito que vengas.
- Si, dime donde estás.
- Mira, ha habido un accidente...
- ¿Estás bien, tu familia...?.
- Escucha, yo estoy bien. Ha sucedido a unos cinco km de la ciudad en la carretera que va a mi casa. Un loco ha provocado que un coche volcara al adelantarme a mí. El tipo se ha largado. Hay una chica herida, inconsciente..., a la que traje pues no pude avisar en ese momento a los servicios de urgencia.
- Pero cómo hiciste, ¿la llevaste en tu coche?.
- Si, aunque choqué contra un árbol sólo se dañó un poco la parte lateral, pero no tuve problemas al arrancar. No se si alguien que haya pasado por allí haya avisado, de todas formas quiero que informes a la policía y ahora nos vemos allí. Tengo la matricula de ese tipo y no voy a dejar que se vaya sin más.
- Pero Miguel igual ahora hay problemas, tenías que haber...
- Tenía nada Alex, te digo que no podía esperar, tenia que traerla cuanto antes.
- Está bien, todo se solucionará, tranquilo. Nos vemos.
Terminada la conversación, se fue de allí hasta el lugar del accidente. Ya estaba allá la policía. Algunos de los que estaban eran conocidos, pero ninguno era su amigo Roberto. Habló con ellos y les explicó lo sucedido. Seguido, llegó Alex. Y tras un buen rato explicando y tratando de aclarar lo sucedido, le dijeron que podía retirarse ya que ellos continuarían hasta finalizar con el proceso que ese tipo de sucesos conllevaba, dejando su coche allí pues ya se encargarían de todo.
Así que fue su amigo Alex el que lo acompañó hasta su casa para darse una ducha y cambiarse de ropa. Aún le sangraba esa pequeña herida, así que decidió ir hasta la casa de la laguna y desde allí avisaría a su padre para tranquilizarle y decirle que estaría con unos amigos para que no se preocupara.
Una vez terminó, ambos se fueron para el hospital. En el camino Miguel le hablaba a su amigo.
- Estoy preocupado por esa chica, no se nada de ella. Hay que avisar a su familia... No se que grave esté. Que racha Alex, primero fue lo de Esteban, murió haciendo su trabajo y sin poder hacer nada, seguido lo de mi hermana y ahora esta inocente chica, de la cual no se...
- Miguel, tranquilo ¿si?. No te machaques más, ¡por favor!. No es justo. Todo va a ir bien, ya viste que la policía entendió, están las señales y el golpe de tu coche. Y también el frenazo de ese otro que se fue, así que todo...
- No es eso lo que me importa. Es el estado de esa chica.
- Ya lo se, pero todo irá bien. Y la policía se encargará de avisar ya que tendrá los documentos y resto de cosas suyas. No te preocupes..., ya sabes como van estas cosas.
- Si le pasa algo no me lo perdonaré.
- Basta ya Miguel, no has tenido la culpa. Ha sido un accidente.
- Si pero si no hubiese adelantado a ese estúpido...
- Sucedió y ya.
Llegaron al hospital, rápido preguntó por ella y le dijeron que tenía que esperar. Le comunicaron que la policía había estado por allá preguntando por el caso y a dejar unos objetos personales.
Le dijo a Alex que se fuera, que ya se quedaba él.
- Miguel te tienen que ver esa herida, te la has curado pero creo que necesita ser revisada. Además creo que no debes quedarte demasiado tiempo, pues necesitas descansar. Mañana puedes volver.
- No Alex, no me iré hasta que vea a esa chica bien, ¿me oyes?. Sobre la herida no te preocupes, ahora pido que me atiendan. Vete tú y ya mañana hablamos.
- Está bien, cualquier cosa me llamas, ¿entendido?. Buenas noches.
- Buenas noches amigo y gracias por todo.
Y allá se quedó, sentado en aquella sala, sólo, con las manos cubriéndose el rostro, cabreado por todo lo sucedido y desesperado por no saber.
Mientras, en la casa principal, tras haber terminado de cenar...
- Papá, ¿dónde me dijiste que había ido Miguel?.
- Hija, tu hermano me dijo que estaría con unos amigos. Que no nos preocupásemos.
- Pero, ¡estaba enfadado?. ¡No se va a ir verdad?
- No se que hará, pero no lo noté enfadado. No te preocupes.
- Se fue mal...
- Isabela, ya basta -dijo su madre-. ¿Sabes cuando volvía Carla?. ¿No era esta tarde cuando regresaba?. Ya es tarde y no ha avisado de que llegó. Tal vez deberíamos darle un toque.
- Está bien, aunque si viene conduciendo no lo va a coger.
- Bueno, lo intentamos y si no esperamos a mañana porque igual decidió otra cosa.
Estuvieron llamando pero su móvil no daba señal.
- No suena nada. ¿Le habrá pasado algo papá?.
- Hija no te preocupes, igual viene de camino y prefirió apagar el móvil para que no le molestaran.
- No suele hacer eso papá. Es muy raro.
- Isabela, hazle caso a tu padre. No te preocupes. Además ya va siendo hora de ir a dormir.
Y dejando el tema así, llevaron a Isabela a su cuarto. Después de eso, el matrimonio se fue para su habitación y comentaron lo raro de Carla, que no avisara. Pero decidieron esperar hasta el día siguiente ya que por cualquier motivo igual se le hizo tarde para avisarles.
Elías, aprovechó ese momento a solas con su mujer para reprocharle por lo mal que se había portado con Miguel, ya que había sido injusta. Además de ser un error de seguir sin reconocer las faltas cometidas por su hijo Fran, el cual aún permanecía en su cuarto desde lo sucedido.
Y mientras en el hospital, continuaba Miguel, inquieto y sin poder alejar de su mente esas desagradables imágenes de lo sucedido, ese coche volcando y ese bello rostro ensangrentado, inocente de todo aquello. Miraba por una de las ventanas, por las que veía la ciudad iluminada. Sus ojos húmedos hacía que pasado un tiempo allí, las luces se difuminaran convirtiéndose en una gran mancha dorada y cuyos músculos de la cara no podía dejar de contraer. Apoyando con una mano en la pared y la otra en el bolsillo de su pantalón, un vaquero desgastado que combinaba con una camisa azul y un cabello ondulado, por el que tantas veces había pasado sus manos desde que estaba allí esperando una respuesta. Allá permanecía ese hombre, fuerte y con un montón de situaciones complicadas a sus espaldas, pero que ahora no podía evitar sentirse, no sólo preocupado, sino también triste.
Fue el ruido de las puertas del ascensor que se abrieron lo que hizo que saliera de sus pensamientos y se girara a ver. Eran unas enfermeras. Se dirigió a ellas y les preguntó. Acababan de llevarla a planta. Le indicaron donde era y para allá se fue inmediatamente.
Cuando llegó a la habitación salía un doctor. Le preguntó por su estado.
- Dígame doctor, ¿cómo se encuentra?. ¿Aún sigue inconsciente?.
- Tranquilo, ¿es usted un familiar?.
- Bueno no, soy el que también estaba en ese accidente. No se si ya avisaron a su familia, pero infórmeme sobre su estado pues estoy preocupado.
- Ahora está estable, recobró la consciencia al poco de llegar. Está bajo tranquilizantes pues se puso muy nerviosa al despertar. Le hemos hecho pruebas y el sangrado de nariz era debido al fuerte golpe que recibió afectando también a esa zona y perdiendo así el conocimiento. Mañana volveremos a observarla por si vuelve la hemorragia, pues en ese caso habría que intervenir. También volver a comprobar que no haya ningún hematoma y pueda complicarse la situación. El cuello también sufrió por lo que deberá tener reposo y algunos días usar collarín. Es lo que hasta hora le puedo decir. No obstante seguirá en observación durante toda la noche ya que estará conectada y en caso de que algo falle, estaremos pendientes.
- ¿Y respecto a su familia...?.
- Pues no podría decirle exactamente. Hasta ahora nadie vino, no obstante según me comunicó una enfermera, que a la policía le  fue imposible contactar desde su móvil porque éste quedó dañado. Si que por sus datos identificativos tratarían de ponerse en contacto con alguien.
- Bueno no hay problema, me voy a quedar yo.
- Le digo que no hace falta ya que ella va a estar atendida constantemente.
- Si doctor, pero permítame hacerlo. Me gustaría saber como continúa su estado.
- Entiéndame que es un desconocido para ella, me está usted pidiendo...
- Por favor, no hay problema. Téngame confianza.
Y seguido le enseñó su identificación, quedando de esta forma conforme el doctor.
Entró en la habitación quedándose a solas con ella. De pie permaneció observándola sin poder evitar coger su mano y besarla.
Tenía vendada la zona de la frente y uno de sus ojos presentaba un pequeño derrame. Su nariz ahora se encontraba amoratada. Aún estando en esas condiciones, su rostro se veía bello. Cuánto le dolía verla así..., y hasta él mismo se extrañaba lo que estaba sintiendo dentro suyo. Pues no solo se trataba de preocupación...
Y así, observándola, continúo sentado en un sillón al lado de ella. Las enfermeras iban y venían. Y él seguía allí. Una de las veces trató de cerrar los ojos pues se notaba cansado por lo sucedido quedándose dormido.
En ese intervalo de tiempo, Carla comenzó despacio a abrir sus ojos. Giró su cabeza y aunque andaba un poco aturdida y con un fuerte dolor en la misma, se percató de la presencia de Miguel. ¿Dónde estaba y quien era ese hombre?, se preguntaba. Por un momento lo estuvo observando y aún en su estado pudo percatarse de lo atractivo que él era y de lo bien acompañada que se veía sin saber por qué. No podía perder de vista sus marcados y fuertes rasgos, que ahora estaban relajados con ese sueño reparador y ese cabello peinado de forma natural que alguna ondulación dejaba entrever a la altura de su cuello.
Estaba tan ensimismada en tan guapo rostro, que no se había percatado de que le tenia su mano izquierda cogida. Sonrió y en ese momento él se despertó. Sorprendido se inclinó y seguido la saludó preguntando por su estado.
- Hola, disculpa pero cerré los ojos un momento y debí quedarme dormido. ¿Qué tal te encuentras?.
- Hasta que despertaste, bien. Ahora ya me hiciste recordar mi dolor... - le dijo sonriendo-.
- Vaya, lo siento.
- Me duele la cabeza y noto mi nariz...
- No debes tocarte. Ahora si quieres aviso a la enfermera.
- Imagino que estoy aquí porque me salí de la carretera evitando chocar..., ¡ah!.
- Tranquila, es mejor que no te esfuerces hablando ni pensando en lo sucedido.
- Está bien, pero no se quién eres ni que haces aquí conmigo.
- Soy una de las personas que venia en el otro carril en el momento del accidente.
- ¿Tu fuiste el que provocaste que yo saliera de la carretera...?, ¡ah, mi cabeza!.
- Por favor, debes tranquilizarte. No es así. Yo soy al que adelantaron. Era otro el que provocó todo esto...
- Fue horrible -dijo sollozando-. Vi como ese coche se acercaba sin poder hacer nada, simplemente girar. Pero perdí el control dando una vuelta y recibiendo un gran golpe y desde ahí ya no me acuerdo que sucedió, hasta que desperté rodeada de gente en una camilla.
- Puedo imaginar como te debes de sentir, pero por favor estate tranquila o tu estado puede empeorar. Todo se va a solucionar.
- Tu también tienes una herida en la frente. ¿Te sucedió algo más?.
- No te preocupes, yo estoy bien. Ahora lo que importa es tu salud y todo va bien.
- Y la otra persona, ¿como está?. ¿Le sucedió algo...?.
- No pienses en eso ahora.
- Pero como no voy a pensar, aún así se trata de una persona. Dime, ¿que le sucedió...?.
- Nada... Ese impresentable se fugó, pero las pagará. Trata de descansar por favor.
- ¿Y tu por qué te quedaste aquí?. Deberías estar descansando, tienes que tener un cuerpo después de todo lo que...
- No importa, era lo menos que podía hacer. Además intentaron ponerse en contacto con familiares o amigos, pero tu teléfono no funciona. Así que imagino que por tu identificación la policía ya estará investigando.
- No por favor, ellos viven lejos y sería asustarlos por nada. Además querrían venir a toda costa y yo no les puedo preocupar de esa manera.
- Está bien. Ya averiguo yo mañana bien temprano. Pero por favor, trata de descansar.
- Si... y también tengo que avisar al lugar donde trabajo. Ellos me estarán esperando.
Y cogiéndole de nuevo la mano, la miró fijamente y serio le dijo:
- No diga ni una palabra más, ¿está bien?. Ya se irá solucionando todo. Ahora voy avisar a la enfermera...
Y casualmente una que llegaba en ese momento. Él le comentó lo sucedido en ese tiempo desde que despertó, y en ese instante le volvió a poner un calmante para que pasara el resto de la noche tranquila. Cuando la enfermera se fue...
- ¿Ves lo que has conseguido por no calmarte?.
- Si ya veo que duermo junto a mi enemigo... -le dijo, no si antes pensar lo protegida y segura que se sentía con él a su lado-.
Ambos se sonrieron y se quedaron así, mirándose, tranquilos... y poco después ella volvió a quedarse dormida.
Él aprovechó para salir al baño e ir a por agua. Cuando volvió se quedó parado en la puerta de la habitación, apagando la luz, a solas con ella de nuevo y con ese reflejo de la luna que entraba por el pequeño tramo de persiana que no estaba bajada. Y allí estaba, con esa situación y con esa linda mujer, la cual no le era indiferente para nada y con la que se encontraba bien, sin saber el porqué... Se acercó al sillón y a su lado volvió a sentarse, a observarla..., con una necesidad inmensa de protegerla.
Continuará...
Un abrazo. Atardecer.
Publicado por atardecer
Publicado el 20/10/2013 16:04 - Total Temas: 259 - Total Mensajes: 9365

 

 

 

Publicado por atardecer
Publicado el 06/08/2017 21:41 - Total Temas: 301 - Total Mensajes: 11944

 

 

 

CAPÍTULO 3

 

 

- Buenos días director.
- Buen día Atardecer. ¿Qué tal todo?
- Bien, sólo que...
- Si dime, ¿necesitas algo?.
- Si..., ¿puedes darme un abrazo, por favor?. Hoy lo necesito.
- Claro que sí, ven aquí...
- Gracias.
- Shsssss...

 

En la laguna... 3,2,1 acción grabando!

 

Faltaba poco para que amaneciera. Miguel sólo logró dormir a ratos, en cambio ella seguía haciéndolo. Había pasado una noche relativamente tranquila, ya que en algún momento se quejó y además debió de tener una pesadilla pues la notó inquieta, incluso le pareció haberle escuchado decir algo como: "...murió por mi culpa".
No quería apartarse de su lado, así que permaneció un rato más allí hasta que decidió ir a tomar un café y después se marcharía pues ahora estaba tranquila y las enfermeras seguirían observándola. Además en la mañana continuarían haciéndole pruebas, así que aprovecharía para averiguar si Álex pudo evitar que avisaran a la familia como le indicó por teléfono tras saber que ella lo deseaba así y también sobre que se sabía del tipo que se largó. Y no dejaba de pensar en su familia y en como irían las cosas por allá. Llegó con ilusión de verlos y ahora la situación se había ido al traste de nuevo.
La miró detenidamente antes de irse, pensando que ni siquiera sus nombres conocían pues en el tiempo que hablaron no surgió. Cuando iba saliendo de la habitación, ella se despertó:
- ¿Te vas?...
Miguel sitió que algo dolía en su interior al escucharla. Se giró diciéndole:
- Si, pero volveré. Será solo un momento. Seguirán con las pruebas y quiero aprovechar para hacer algunas cosas. Pero en nada estoy por aquí, no te preocupes, ¿si?. Todo irá bien, ahora llamo a las enfermeras. ¿Cómo te sientes?.
- Algo cansada. Oye, tengo que avisar al...
- Sssss, no te preocupes de nada, aún es temprano. Luego arreglamos todo, ¿si?.
- Está bien... y muchas gracias por todo.
Y rozándole la mejilla con sus dedos le dijo:
- No tienes que agradecerme por nada. Lo hice con gusto... Intenta descansar. Hasta luego.
No sabía por qué, pero no quería irse de allí. No quería marcharse de su lado. ¿Qué le estaba pasando?.
Se dirigía a la cafetería pensando en llamar a un taxi, cuando se encontró con su abogado que acababa de llegar.
- Buenos días, ¿me traes alguna noticia?.
- Buen día amigo, ya veo que no seguiste mi consejo. Vine directamente para acá porque imaginaba que aquí estarías. Te iba a llamar y si no estabas aquí tenía pensado de ir para tu casa. Pero no me equivoqué. Se te nota cansado. Esa mujer estaba atendida sin necesidad de que alguien se quedara con ella. ¿Por qué hacer todo esto?, ¿no te parece un poco exagerado?...
- Álex, por favor. Ya te expliqué..., necesitaba hacerlo.
- Me estás asustando Miguel...
- Bueno, a lo que íbamos.
- Está bien cambia de tema, pero te veo raro...
- Evidentemente no me hubiese quedado de haber visto a algún conocido con ella. Pero no podía dejarla sola, no podía... Cuando mejore o aparezca alguien ya se terminará todo esto y me iré de aquí de una vez, pues por cómo han ido las cosas, veo que no fue una buena idea venir.
- Todo volverá a la normalidad. ¿Y tú herida, te duele...?, porque tienes un poco amoratada e inflamada la zona.
- No te preocupes, estoy bien.
- ¿Para dónde ibas?.
- A tomar un café y después avisar a un taxi. Iré a casa y tenía pensado llamarte para que me cuentes.
- Sobre el tipo que se largó, decirte que ya han dado con él y está en las dependencias policiales hasta que se vaya aclarando lo sucedido.
- Quiero ir a verlo.
- No vas a ir a ningún sitio Miguel. Cuando llegue el momento será el juicio y punto. ¿Qué te pasa...?.
- Pero, ¿no entiendes que necesito decirle unas cuantas de cosas?...
- ¿Decirle simplemente?. Miguel, te comprendo perfectamente, pero sabes bien que es mejor no hacerlo o empeorarías las cosas.
- Esta bien...
- Respecto a la chica me dijeron que un conocido, que al parecer regresa hoy de viaje, se ha hecho el cargo de todo ese tema. Así que como ves, ya tiene quien la cuide sin necesidad de que lo hagas tú.
- Me alegro por ella... Pensé en Roberto y le llamé por si él sabía algo del caso, pero me dijo que había estado fuera estos días y hasta esta noche no regresaba. Así que mañana ya le pregunto qué puede averiguarme.
- No hay nada más que hacer, sólo esperar a que llegue el día del juicio y cuando esté solucionado todo esto habrá terminado. Así que ahora relájate y no pienses en nada más, solamente en aprovechar estos días con tu familia y tratar de poner las cosas en orden.
- Está bien, sólo iré más tarde a ver qué tal fueron las pruebas y ya me despediré.
- Puedo ir yo a averiguar que tal continúa...
- Quiero hacerlo yo Álex... y no hay más que hablar.
Y tras tomarse los cafés y dar por terminada la conversación, se fueron de allí. Alex acercó a su amigo hasta su casa. Luego se volvió para su despacho a seguir trabajando, pues Miguel le dijo que ya le llamaría si necesitaba algo más.
Pensó en ir a la casa de la laguna, pues allá tenía sus cosas, pero no era prudente pues estaría la chica que cuidaba de su hermana. Así que haría un poco de tiempo en la casa principal y trataría de ver que podía hacer para solucionar lo ocurrido con su familia el día anterior.
Tal como llegó, se encontró con todos ellos pues estaban desayunando en el porche de la parte de atrás de la casa, el cual se comunicaba entre otras zona con la cocina. Hacía un día espléndido, había salido el sol y apetecía recibirlo, pues aún la brisa se acercaba fría.
Saludó y comprobó que aún seguían serios. Pasó a lavarse las manos y se sentó con ellos decidiendo tomar otro café más. Enseguida su madre le preguntó por la herida. Fue a contestar, cuando su hermano le interrumpió...
- Ya veo que no soy el único que se mete en líos, ¿eh?. ¿Qué hiciste hermanito?
- Basta Fran... -le dijo su padre-.
- Claro como es el mayor, el responsable...
Miguel había permanecido tranquilo pero no aguantó más.
- Fran, sólo te lo voy a decir una vez. Ni estás en condiciones de decir estupideces ni yo de aguantarlas, ¿está claro?. Y otra cosa te voy a decir, por si no has reflexionado lo suficiente de ayer para acá. No voy a sacarte más veces las castañas del fuego ni a arriesgar mi trabajo ni mi reputación para ello, ¿me oíste?. Porque veo que de nada sirve.
- Ya habló el inteligente, el maduro...
- Pide disculpas a tu hermano ahora mismo, pues ha hecho mucho por ti. - dijo su madre-.
- Mamá, ni Fran ni yo somos dos pequeños. Deja de consentirlo tanto e igual así le ayudas más. Sabe que me tiene para lo que necesite, pero eso sí, siempre que quiera  cambiar y se deje de meter en líos de una vez por todas.
- Lo siento Miguel, intentaré no fallarte más. De verdad... -le dijo Fran con los ojos llorosos-
- Bueno hijo, dime que te sucedió. Además tu cara no tiene buen aspecto. ¿Fuiste a que te vieran la herida? -Le preguntó Mariela-.
- Mamá, no te preocupes, estoy bien. Me di un golpe, pero no es nada. Y bueno no dormí bien, eso es todo. Y sí, ya me curaron.
En ese momento, Miguel se levantó para irse pero antes quería dejar claro algo:
- Espero que a partir de ahora, podamos aclarar las cosas pacíficamente e intentando solucionarlas sin hacernos más daño, por favor. Quiero que estemos bien como antaño...
- Está bien -dijeron todos-.
- Bueno yo os dejo, tengo que irme ya. Pero antes sería bueno Isabela que le dieras un toque a Carla para saber si ya llegó, - dijo Fran-.
- Por cierto, eso os iba a preguntar. ¿A qué hora viene llegando por aquí esa chica?, pues necesito ir a por mis cosas.
- No Miguel, es que andamos preocupados porque aún no llegó desde que se fue el viernes de viaje. Y es muy raro porque tenía que haber venido ayer en la tarde y si no ella nos hubiese avisado y aún no sabemos nada. Y lo peor es que su móvil no funciona, -dijo Isabela-.
Tras escuchar esto último que dijo su hermana, el corazón le dio un vuelco. Y pasándose las manos por su cabello pregunto:
- ¿Cómo es ella?, ¿qué aspecto tiene?.
- ¿Y qué importa eso ahora hijo? - preguntó su padre-.
- ¿Es guapa, con el pelo y los ojos oscuros? - insistió-.
- Pero vamos a ver Miguel, andamos preocupados ¿y a ti sólo te interesa el aspecto de esa chica?. Respecto a las mujeres, eres tú el que no cambia ¿eh? - le dijo su hermano riéndose-.
- Isabela, ¿y su cabello?, ¿es liso y largo?
- Si, ¿tú la conoces o la has visto?.
- No lo sé, tal vez sea ella...
- Hijo, ¿de que estás hablando?, no entiendo nada. - dijo Mariela-.
Miguel cogió su móvil, se levantó y llamó a Álex.
- Dime -se escuchó al otro lado del teléfono-.
- Oye, ¿pudiste averiguar cómo se llama ella? - preguntó Miguel preocupado-.
- ¡Ay, amigo!..., ¿aún sigues pensando en esa chica?. Te conviene descansar...
- Alex maldita sea, dime... ¿sabes su nombre?.
- Cuando estuve averiguando, creo que me dijeron Carla.
- Dios no...
- ¿Qué pasa Miguel?. ¿Es que acaso la conocías?.
- Yo no, pero si mi familia. Creo Álex que se trata de la chica que se encarga de cuidar a mi hermana. ¿Qué he hecho?
- No has hecho nada. Ya hemos hablado de eso, además ella está bien. Pero ¿estás seguro que es esa chica?.
- Creo que sí. ¿Podrías decirme su apellido?.
- Si no recuerdo mal, era Vegas. ¿Necesitas que vaya para allá?.
- No gracias, ya hablamos.
Tras dejar la conversación se acercó de nuevo pues estaban esperándole extrañados. Cogiendo aire, preguntó por el apellido. Enseguida respondió su hermana...
- Vegas, Miguel. Se llama Carla Vegas...
En ese momento, se quedó parado sin saber cómo decirles para no dañarles demasiado con la noticia.
- A ver, tengo que deciros algo. Ella está bien, pero tenéis que saber que se encuentra en el hospital.
- ¿Qué...?, ¿cómo es eso Miguel, que se encuentra en el hospital?. ¿De ahí tu herida?, ¿qué tienes que ver con Carla?. ¿Eres tú el culpable de que ella esté mal? -gritó Fran-.
- Tranquilízate... y dejarme por favor que os cuente.
Y así fue como Miguel les contó todo lo sucedido hasta esa mañana.
- Dime dónde se encuentra, quiero ir a verla, -dijo Fran-.
- Tu no debes ir a ningún lado por ahora y te pedio por favor que no lo hagas. He dicho que ella está bien. En cuanto me duche y cambie iré para allá a ver cómo sigue y después os cuento. Entiendo que estéis preocupados, pero no es recomendable que tenga muchas visitas, pues puede emocionarse y ha pasado muy poco tiempo, pudiendo empeorar. Ya le digo yo.
Tras decir esto se dirigió a Isabela, pues al escuchar la noticia se puso a llorar y no podía parar. Habló con ella y trató de calmarla.
Por otra parte los padres se quedaron muy preocupados por la salud de la chica. Y a Fran no le quedó más remedio que acatar las órdenes de su hermano, pues aunque le molestaba reconocía que así era mejor. Así que se fue para el trabajo en espera de noticias.
Después de ese momento amargo, Miguel pensó en irse a prepararse para ir de nuevo al hospital. En ese instante sonó el teléfono de la casa y lo cogió él. Era una chica que preguntaba por Carla, diciendo ser su amiga Lidia, pues estaba llamándola al móvil y no sonaba nada. En ese momento Miguel pensó que no era el mejor para contarle todo, así que le dijo que estaba bien pero que al parecer su teléfono no funcionaba. Que ahora no se podía poner pero que anotaría su número y luego le llamaría.
Y así calmó la preocupación de Lidia por su amiga y más tarde le explicaría todo.
Llegó a la casa de la laguna y ahora la sentía más especial aún. Todas aquellas cosas ya tenían dueña. Una mujer con la que no sabía qué le estaba sucediendo pero que no le era indiferente para nada. Tocó alguna de sus cosas y un poco mosqueado por su actitud, dejó de hacerlo y se fue hacia la ducha.
Cogió uno de los coches de la familia y se dirigió al hospital. Cuando iba llegando, se quedó sorprendido con lo que estaba viendo al salir un vehículo de la zona de aparcamientos. Extrañado se giró, y con cierta inquietud y desasosiego, se preguntó qué haría aquel tipo por allí. Hacía tiempo que no lo veía... y se lo tenía que encontrar justo ahora.
Lo dejó de ver y trató de no pensar más en ello. Fue hacia la habitación y no había nadie. Preguntó a las enfermeras y le dijeron que aún seguían con las pruebas pero no tardaría mucho.
Se quedó allí con la esperanza de que todo estuviera saliendo bien. Allá estaba de nuevo, ese hombre fuerte, pero desesperado y preocupado por aquella situación.
Estaba haciendo tiempo y agobiado de esperar, salió al pasillo. Luego fue hasta la sala de espera y tras mirar un rato por las ventanas, decidió volver a la habitación. Cuando entró, ella ya estaba allí y le miró sonriéndole. Algo dentro de él recobraba vida y se acercó con una sonrisa. Se saludaron y se miraron. Miguel le cogió su mano y ambas se apretaron fuertes, sintiendo cada uno la alegría proporcionada por el otro.

 

Continuará...
Un abrazo. Atardecer.

 

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Publicado el 28/10/2013 21:01 - Total Temas: 259 - Total Mensajes: 9385 

 

 

 

Publicado por atardecer
Publicado el 12/08/2017 22:58 - Total Temas: 301 - Total Mensajes: 11944

 

 

 

CAPÍTULO 4

 

 

- Atardecer, empezamos en 10 minutos.
- Está bien...
- Hoy quiero verte más relajada, ¿ok?.
- Si, el otro día...
- Eso ya pasó, quiero que te centres en la grabación de hoy, ¿si?. Irá bien.
- Si, director.

 

En la laguna... 3,2,1, acción grabando!.

 

Tras soltar sus manos, él le preguntó qué tal había ido todo. Ella más animada le estuvo contando lo que le había dicho el doctor, que iba mejorando y en unos días de seguir todo bien se podría ir del hospital.
- Qué buenas noticias. Me alegro mucho.
- Si, tengo ganas de salir de aquí y hacer vida normal de nuevo. Además hay gente que depende de mí y...
- Y ellos entenderán. No te preocupes, todo está controlado. Ahora simplemente tienes que estar tranquila para que tu recuperación sea lo más pronta posible.
Y diciendo esto llegaron unas enfermeras. Miguel salió de la habitación, pues quiso aprovechar ese momento para hablar con el doctor. Preguntó a una enfermera dónde podía encontrarlo. Y tras indicarle, Miguel se interesó por si alguien había preguntado por la paciente o había recibido visitas. Ésta le indicó que en la mañana había venido un conocido preguntando por ella y que volvería, ya que al no encontrarse en la habitación no pudo verla.
Se dirigió al despacho del doctor y éste le dijo lo que ya le había contado Carla. Que estaba mejorando bastante bien y que de seguir así, le darían el alta pronto, aunque una vez fuera debería permanecer unos días más en reposo y con el uso de collarín.
- También le informo, que han preguntado por ella creo que un amigo suyo. Así que puede estar usted tranquilo también respecto a eso. Ya imagino que irá recibiendo visitas, -dijo el médico-.
- Si, ya me dijeron. Muchas gracias por todo. Me alegra que todo vaya solucionándose, -contestó Miguel-.
- Gracias a usted por su interés y dedicación respecto a este caso.
Salió de allí contento por la buena noticia sobre la mejoría y porque ya Carla podría ver a gente conocida. También se acordó de la amiga que había preguntado por ella. Así que pensó en llamarla, pero lo haría desde el teléfono público del hospital.
- Si, ¿dígame?.
- Si, hola. ¿Eres Lidia...?.
- Si, ¿con quién hablo, por favor...?.
- Estuve conversando esta mañana contigo sobre Carla, su amiga. Si, le cuento, mire ella...
Y así Miguel le dijo que estaba bien. Le contó para no preocuparla que había sufrido un pequeño accidente y que permanecía en el hospital. Le indicó exactamente dónde y aquella tras agradecerle le dijo que iría a verla inmediatamente.
Acto seguido Miguel pensó en hablar con Alex. Lo llamó y le dijo que por favor se pasara por el hospital. Quería que conociera a Carla pues él tenía que seguir encargándose de todo lo que a partir de ahora surgiera respecto a lo sucedido con el accidente.
Había decidido, que ya no tenía caso de seguir más con todo aquello. Esa chica tenía su vida y su gente. Y él ya no tenía que hacer más nada allí. Además Carla se encontraba mucho mejor. Por otro lado como ya había pensado, él tenía que marcharse pues ya había visto a su familia y tras lo sucedido en su casa era mejor irse de nuevo al menos por un tiempo.
También avisó allá de que ella se encontraba mejor, diciendo que por favor no le dijeran que él, era el que también se había visto implicado en el accidente. No tenía caso, más que nada lo hacía por Isabela. No quería que se preocupara o que pensara que Carla la iba a tratar diferente por ser él su hermano. Por ahora era mejor así. Avisó por supuesto también a Fran, pues conociéndolo seguro decía algo, pero lo entendió y prometió no contarle nada.
Volvió a la habitación y se quedó mirándola desde la puerta. Allí estaba, con cara cansada pero algo más animada. Miraba hacía la ventana y pudo percatarse de que su nariz ya se veía menos hinchada así como recuperando su color. La herida de la frente se la habían vuelto a curar y esta vez sólo le habían cubierto la herida con una pequeña venda. Que bonita se veía, así distraída y más relajada.
Entró y ella se giró al percatarse de su presencia.
- Hola, ya estoy aquí. ¿Qué tal...?. Yo te veo muy bien.
- Gracias. Bueno si, tal vez porque me he peinado un poco. -Ambos rieron-.
- No sólo por eso. Te veo más tranquila.
- Si, estoy mejor. También me he estado aseando y me han estado curando la herida. Dicen que tengo mejor la nariz..., y ver que voy mejorando me hace sentir bien.
- Claro que si y me alegro. Sabes, he estado hablando con el médico, y bueno así es, si todo va bien en unos días te irás de aquí. Además me han informado que un conocido tuyo ya ha estado preguntando por ti y volverá. También ya lo sabe una amiga, Lidia si no me equivoco. Viene para acá.
- Ay, si mi amiga. Pobre mía, con lo atareada que debe de estar. Me he acordado de ella, pero no dije que le avisaran para no molestarla. Seguro me ha estado llamando al móvil... Acabábamos de estar juntas un rato antes del accidente. Habíamos estado de viaje con unos amigos.
- Ya veo que te preocupas más por los demás que por ti... Ya pasará a verte y seguro que te trae algo de ropa y demás cosas que necesites para estar más cómoda.
- Si, conociéndola no sólo me traerá el neceser y ropa interior..., jaja. Es un encanto, además muy divertida. Ya verás cuando la conozcas como te lo parece...
Ambos rieron, estaban bien charlando. Pero de pronto Miguel decidió que era mejor irse cuanto antes.
- Bueno, pues ya es hora de marcharme.
- Si, imagino que tienes que hacer cosas. Aunque ya me he acostumbrado a tu presencia, de hecho parece que nos conocemos hace tiempo, ¿no te sucede lo mismo?.
- Tal vez... Pero la realidad es otra. Por circunstancias nos conocimos en un desagradable momento y no hace mucho de ello. En nada viene tu gente y yo tengo que seguir hacía donde iba...
- Si claro, es lógico. De hecho ya has debido de perder bastante tiempo en estar aquí conmigo...
- No es así, no lo he perdido, al contrario..., sólo que todo tiene que volver a la normalidad. Ya he hablado con mi abogado y vendrá por aquí. Él te pondrá al día de todo lo relacionado con lo sucedido. Cualquier pregunta que tengas o cosa que necesites no dudes en decirle, pues hará todo lo posible para que se lleve a cabo. Igualmente, si hay alguna persona con la que se tenga que poner en contacto para llevar este tema, sólo tienes que indicarle. Por lo demás no tienes que preocuparte. En tu trabajo también avisaron, así que también sabrás de ellos.
- Bueno, ya veo que lo tienes todo bien organizado y preparado. No te preocupes, todo irá bien. Y si no, pues ya está tu abogado para sacarme de cualquier apuro... -dijo bromeando, aunque su cara ahora se veía más seria, simplemente reflejaba lo que sentía su interior -.
- Si, irá bien. Además por como fue el accidente no creo que haya problemas. Se resolverá de forma sencilla. Y bueno, aunque siento la forma en que surgió, me alegro de haberte conocido. Estate tranquila... y todo irá bien, - dijo Miguel, sacando fuerzas pues no le estaba resultando nada fácil aquel momento -.
Cogió la mano de ella una vez más... y continuó.
- Cuídate mucho ¿si?, - y le besó la misma sin dejar de mirarla-.
- Igualmente te digo, - le dijo ella con los ojos húmedos, de lo cual él se percató -.
Y de ésta forma Miguel salió de aquella habitación con el puño apretado, en parte por la rabia que sentía y también para que el roce de ella permaneciera allí.
Cuando iba por el pasillo, se cruzó con una chica. No se percató bien de ella, aunque ésta si de él. De hecho incluso se giró para continuar mirándolo hasta que entró en el ascensor.
Llegó a la habitación y Lidia se fue directamente a su amiga. Le preguntó por su estado y por mil cosas más referente a lo sucedido. La mimó..., pero aún así seguía notando a Carla rara.
- Oye amiga, pero si me dices que todo está mejor, por que esa carita, ¿eh?. Ya sabes, no debemos flaquear. Siempre fuertes, no te olvides. Todo irá bien.
- Si ya lo sé. Ay, disculpa Lidia mi sensiblería...
- Por cierto, yo también quiero ponerme enferma, para que me atienda doctores así, ¿eh?. Chica, lo vi salir de la habitación y al cruzarme con él en el pasillo, tuve que voltear...je. Que bien le queda esa camisa blanca y los vaqueros..., ay!. Que interesante y guapo que es. No te quejarás de doctorcito, ¿no?.
- ¿De qué hablas Lidia?. Tu como siempre loca... Estás equivocada, ese no es el médico.
- Cuéntame, ¿quién es entonces...?.
Y Carla, sin ánimo tuvo que sonreír, pero con su amiga era imposible no hacerlo. Y ahí estuvo explicándole todo y también quien era él.
- Ay, amiga... Ahora entiendo tu carita. ¿Pero se puede saber por qué no lo has retenido?. Si lo hubiera sabido..., ay, otro gallo cantaría. ¿Y no hay forma de contactar con él?. Igual si salgo corriendo, aún esté abajo.  Ah! bueno, no hay problema..., está su abogado, ¿no?.
- Lidia por favor, ¿por qué tienes que bromear con todo?. Déjate de tonterías, ¿si?. Te he contado como me he sentido por un momento y ya. No tiene más importancia, ¿vale?.
- Está bien Carla, disculpa. Pero tu carita no me dice lo mismo..., jaja. Perdona, sabes que me gusta bromear.
Y mientras, Miguel se montaba en su coche, cabizbajo. Justo cuando iba a salir, se acercó Alex. Se bajó y estuvo hablando con él. Le comentó que tenía pensado irse, por lo menos por un tiempo. Su amigo se encargaría de todo.
- Está bien Miguel. Solo espero que vayas a algún lado donde puedas disfrutar de este mes que tienes de vacaciones. Necesitas descansar y desconectar. Si no volverás estresado al trabajo y sabes que eso no es bueno.
- Si lo sé. Oye, tenía pensado hablar con Roberto por si él sabía de ese conocido que al parecer se ha interesado por Carla, pero ya da igual. Imagino que se habrá encargado de todo lo relacionado con la familia de ella.
- No te preocupes, ya hablé yo con él y aunque venía de viaje, me dijo que llamaría a sus compañeros y preguntaría por el caso. Más tarde me llamó y me dijo lo que ya sabíamos, que un conocido de ella se encargó de todo y no tienes que preocuparte por nada más.
- Gracias amigo por todo. Estamos en contacto y nos vemos, ¿si?. Por cierto, ¿sabes?, esta mañana cuando llegaba vi a alguien de lejos que me hizo recordar el pasado. Era Salvador Mejía, y no pude evitar pensar en Esteban y en su muerte.
- Miguel, sabías que en algún momento tenías que encontrártelo. No lo has visto en todo este tiempo, pero eso no quiere decir que no lo volvieras a ver. Debes olvidarte de todo aquello. Eso ya pasó hace tiempo amigo y no se pudo hacer nada. Tienes que aceptarlo de una vez.
- Tienes razón Álex. Bueno, pasaré por mi casa, recogeré mis cosas y en cuanto hable con mi familia me marcharé.
Y dándose un abrazo, ambos siguieron su camino. Alex, se quedó parado viendo como se iba Miguel deseándole que le fuera bien porque necesitaba desconectar y relajarse. Que ironía de la vida..., pensó, al recordar eso último que le habló Miguel y lo que le dijo Roberto, el cual era amigo de ambos y policía, el mismo que había averiguado a través de sus compañeros por el accidente, habiéndole informado a Álex sobre quién era el tipo que conocía a Carla.
El conocido de ella, era nada más y nada menos que Salvador, Jefe de Policía... y al que aún Miguel culpaba por la muerte de su amigo y compañero Esteban.
Es por eso que prefirió no decirle nada a Miguel por ahora para no preocuparle más, aunque tarde o temprano igual llegaba a saberlo. Y con todo esto en la mente, Alex, se dirigió a la entrada del hospital para ir a hablar con ella.
Llegó a la habitación y se presentó. Tras saber quien era Carla y hablar un poco con la misma, pudo entender algo más a su cliente y amigo. Era una linda mujer. Tampoco pasó desapercibida para él su amiga Lidia, aunque ésta más bien por su divertido descaro.
Y mientras Miguel, recogía sus cosas en la casa de la laguna. Por un momento se le vinieron todas las imágenes desde aquella tarde y parecía que había pasado mucho más tiempo...
Salió cuanto antes de allí. Todo aquello pasaría. Fue a saludar a su gente. Habló con Isabela, dándole ánimos y diciendo que pronto volvería todo a la normalidad. Le recomendó que siguiera haciendo los ejercicios con ayuda de su padre hasta que llegara Carla. Y que tenía que seguir avanzando sin tener miedo pues llegaría el día que podría caminar sin ayuda de nada ni de nadie.
Se despidió de todos, también de Fran que acababa de llegar. Les volvió a pedir que no dijeran nada a Carla por el momento sobre él y que en otro momento regresaría a verlos.
Y así fueron pasando los días. Todo fue volviendo a la normalidad. Carla había regresado al trabajo, les contó sobre su accidente. Tras días de reposo, comenzó poco a poco con Isabela, a la cual le preguntó por la visita de su hermano mayor y ella le dijo que bien pero que prefirió marcharse rápido porque volvió a haber problemas con su hermano Fran.
Y así fueron calmándose las cosas, pero cuando Carla regresaba a la casa de la laguna tras su jornada de trabajo, no podía evitar pensar en todo lo sucedido aquella tarde y en él, ese hombre que hacía que su interior se estremeciera sin entender bien por qué y del que ni siquiera sabía su nombre...
Entre tanto Miguel había decidido irse a una casa a la montaña. Allí podría reflexionar tranquilo a la vez que disfrutaba de un bonito paisaje y de la practica de diversos deportes. Igual nadaba que montaba en avioneta o cabalgaba a lomos de un caballo, pero al final del día..., no podía evitar pensar en ella.
Fue una noche mientras preparaba algo para cenar, que lo llamó Alex. El juicio era dentro de tres días. Sería algo rápido pues existía evidencia sobre la culpabilidad, pero tenía que volver. Y aunque era algo que no le agradaba hacer..., no podía dejar de sentir cierta alegría por la posibilidad de volver a encontrarse con ella.
Continuará...
Un abrazo. Atardecer.

 

 

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Publicado el 02/11/2013 18:02 - Total Temas: 259 - Total Mensajes: 9417 

 

 

 

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Publicado el 22/08/2017 22:41 - Total Temas: 301 - Total Mensajes: 11944

 

 

 

CAPÍTULO 5

 

 

- Hola director.
- Hola...
- Veo tu cara y diría que estás serio. Siento lo que pasó pero no fue mi culpa, hice todo lo posible para que saliera bien.
- Atardecer, prefiero no hablar de eso ahora, ¿si?. Volveremos a grabar. Solo te pido que esta vez estés más atenta, ¿ok?.
- Si, pero no entiendo tu actitud, pues tampoco es fácil para mí...
- Atardecer, vuelve aquí. Está bien... es cierto, discúlpame. Lo siento. Comenzamos en 10 minutos.

 

En la laguna... 3,2,1, acción grabando!

 

Durante esos días Miguel estuvo en contacto a través del teléfono con Alex. Viajó y llegó justo para el juicio. Éste se resolvió resultando como único culpable del accidente el individuo que se dio a la fuga, el cual pagaría por ello. Le hubiera dicho un par de cosas, pero prefirió hacer caso a su abogado.
Fue a la salida cuando realmente pudo saludar a Carla. Durante el tiempo que duró el proceso judicial, ambos habían cruzado sus miradas entre declaraciones y recuerdos que producían dolor, aunque algo de alegría por volverse a ver también.
Miguel se acercó. Ella estaba hablando por teléfono y al terminar, él se aproximó más y le dio un beso en la mejilla.
- ¿Qué tal te encuentras? - le preguntó-.
- Bien. Del golpe ya estoy recuperada. Y bueno, de lo surgido hoy en esa sala, espero olvidarme pronto pues no ha sido agradable. Pero ya terminó todo esto... ¿Y tu qué tal estás?.
- También estoy bien...
Y diciéndole esto, le comentó de ir a comer juntos y charlar ya que necesitaba aclararle alguna que otra cosa. Carla se disculpó con él pues ya tenía planes y había quedado. Pero le dijo que en la tarde a partir de las ocho ya estaba libre que si quería podrían verse. De hecho le facilitó su número de móvil y se fue pues tenía prisa.
Alex se acercó.
- ¿Qué tal amigo?.
- Bien..., bueno la verdad es que me hubiese gustado poder aclararle a Carla antes que nada. Le he invitado ha comer para hablar, pero ya ha quedado. Le hubiese dicho, pero no quería hacerlo de forma precipitada pues tenía prisa y se ha marchado. ¿Te apetece comer algo?.
- Está bien, más que nada porque ya no aceptarías otra negativa, ¿no?... jaja.
- Así que esas tenemos, ¿eh?. - Ambos rieron-. Gracias amigo, vayamos a disfrutar un rato agradable. Recordemos esos gratos momentos que hemos pasado. Sabes, tengo ganas de que la alegría vuelva y que esos malditos recuerdos dejen de rondar por mi cabeza. No ha sido agradable todo lo sucedido en este último tiempo.
- Tienes que hacerlo Miguel, tratar de olvidarte de todo lo que te hace daño..., por ti y por los que te queremos.
Cuando terminaron, Miguel se fue a casa de sus padres. Le faltaba apenas una semana para que sus vacaciones finalizaran y había pensado en pasarla con su familia. Intentar disfrutar con ellos, a ser posible sin contratiempos ni disgustos.
Iba por el camino que llevaba hasta la casa principal y se sorprendió al ver a Carla por allí, cerca de la entrada. La pensaba en otro sitio, pero al parecer había quedado a comer con su gente... Estaba con su hermana y vio como Fran se despedía de ellas a la vez que bromeaba con Carla agarrándola por los hombros.
Continuó y cuando llegó a la altura de donde se encontraban ellas, se paró. Ambas estaban atareadas con sus ejercicios. Isabela al ver el coche gritó entusiasmada:
- ¡Miguel, has vuelto... !.
Éste se bajó del coche y se acercó a las dos. Carla se giró pues estaba de espalda. Ahora, era ella la sorprendida. Ambos se quedaron mirando fijamente durante unos segundos..., siendo interrumpidos por la voz de Isabela.
- Carla, él es Miguel, mi hermano mayor del que te hablé.
- Hola Miguel, ¿pues así es como te llamas, no?.
Miguel la saludó y se fue hacia su hermana con la que, tras besar y abrazar, empezó a bromear hasta hacerla reír a carcajadas. Mientras, Carla observaba todo aquello y aunque se sentía algo molesta por no haberle dicho antes, no podía dejar de disfrutar de aquellos lindos momentos entre los dos hermanos.
Miguel se dirigió a Carla y le preguntó si le permitía acompañarlas en los ejercicios. Su hermana se puso muy contenta y ella accedió. Durante esos momentos ambos intercambiaron miradas y algún que otro roce de manos al ayudar a Isabela con sus ejercicios. Estaba siendo muy gratificante para la chica pues se notaba contenta, pero Carla necesitaba irse de allí, así que aprovechó para decirle a Isabela que por ese día su clase había terminado y que podía disfrutar del resto de tiempo con su hermano.
Miguel entendía el comportamiento de ella y el por qué de su actitud, así que no le dijo nada ni trató de retenerla. Aprovechó ese tiempo a solas con Isabela para hablar de todo lo sucedido desde aquel accidente, para saber como se encontraba de ánimos y también con su terapia. Para disculparse con ella por haberse alejado, aunque ambos sabía que tuvo que ser así.
Llegaron a la casa. Miguel estuvo saludando a sus padres y charlado un tiempo también con ellos. Dejó su equipaje, pues ahora se quedaría allí y ocuparía una de las habitaciones. Colocó sus cosas y se dio una ducha. Mientras se vestía miraba el reloj y vio que faltaba nada para las ocho. Tenía que ir a hablar con Carla, necesitaba hacerlo.
Caminó hasta la casita. El sol ya estaba bajando y en algunas zonas la sombra ya se había instalado. Parado frente a la misma se giró y observó aquellos arboles que al pie de la laguna ondeaban como tantas otras veces, iluminados por los últimos dorados rayos de sol que la tarde les regalaba.
Se acercó hasta la puerta y llamó. Pasado un tiempo sin obtener respuesta, decidió marcharse. Iba yéndose cuando escuchó que la puerta se abría. Se volvió... y allí estaba de nuevo a solas con ella.
La veía aún mas bonita. Llevaba el perlo suelto, cuyos mechones descansaban en su pecho, los cuales se insinuaban sin dejarse ver, a través del tejido de la suave camisola que llevaba puesta. Cómo hacía aquella mujer que se estremeciera su cuerpo sin apenas conocerla, tanto que sentía unas ganas inmensas de hacerla suya. Trató de despejar esos pensamientos.
- Pensé que no me abrirías... y lo hubiera entendido.
- Disculpa, solo que estaba terminando de...
- No, soy yo el que te debe una disculpa. Debí aclararte antes quien era yo. Lo hice más que nada por Isabela, para que no se sintiera...
- ¿Pensabas que mi relación con ella cambiaría al saber quien eras tú...?. Si es así pensaste mal.
- Bueno, también en cierta forma era por ti, para que no te influyera más aún todo lo...
- ¿Y por ti no?.
- Bueno, igual sí, tal vez preferí hacerlo así para evitar dejarme llevar por lo que estaba pasando.
Y acercándose a ella, le acarició la mejilla.
- Solo espero que puedas entender mi actitud. No te molesto más.
Iba bajando la pequeña escalera del porche cuando escuchó como ella le invitaba a pasar a la casa y le ofrecía algo de tomar. Entraron y ambos charlaron durante un buen rato sentados en el sofá, uno en frente del otro. Miguel se interesó por cómo fue la recuperación de ella y como se sintió durante la misma. También le comentó sobre la charla que tuvo con Isabela momentos antes y a la vez le preguntó por su terapia y por su mejoría. Le dijo que podría ir más avanzada si Isabela a veces no tuviera miedo y fuera tan reacia en algunos momentos a ciertos cambios y experiencias. Pero anímicamente se había encontrado muy mal.
También Carla le preguntó qué fue realmente lo que sucedió aquel día en el accidente de su hermana. En ese momento Miguel se levantó y se fue hacia la ventana. Ella notó que estaba afectado. Se dirigió hacia él y le tocó el hombro. Se volteó y al encontrarla detrás suyo no pudo evitar acercarse y ambos se abrazaron. Tras esta agradable sensación, Miguel continuó en la ventana y comenzó a contarle...
Isabela siempre compartió su atracción por las motos y desde pequeña tuvo la idea de que cuando fuera mayor se compraría una. Al cumplir los dieciocho años se sacaría el permiso. Miguel una vez que ella fue mayor le montaba a veces y le estuvo enseñando a conducirla, con precaución..., pero eso sí con la negativa siempre de su madre.
Todo había ido siempre bien, hasta que un día el chico con el que estaba Isabela le regaló una moto de poca cilindrada, para cuando fuera su cumpleaños. Pero decidieron probarla antes sin estar presente Miguel y sin consentimiento de nadie más. La conducía ella y con la mala suerte que tuvieron un accidente. El chico estuvo grave durante un tiempo pero se recuperó. En cambio a Isabela, se les quedó paralizadas sus piernas, aunque como se podía comprobar no fue algo permanente sino que con todo ese esfuerzo que habían hecho tenían la esperanza que algún día caminara de nuevo por sí misma.
Aquello fue un duro golpe, del que Mariela culpó gravemente a Miguel, hasta tal punto que tuvo que marcharse por el bien de Isabela y el de todos. Su madre entró al igual que Isabela en una gran depresión, a la vez que perjudicó bastante con su actitud a su hija. Y de eso era conocedora Carla, quién explicó a Miguel todo lo sucedido con ellas durante su ausencia.
Él le agradeció sinceramente por todo lo que había aportado a su hermana y a su familia en general. Aprovechó ese momento para preguntarle sobre Fran.
- ¿Qué tal con mi hermano?.
- Bien, bueno como sabes necesita asentar un poco los pies en la tierra, pero es buen chico. Yo he conseguido congeniar con él y tenemos un trato agradable. La verdad que le he cogido cariño..., pues es alguien que noté que necesitaba protección aunque el no lo quiera reconocer.
- ¿Sientes algo por él?.
- Ya te he dicho que le tengo...
- Quiero decir como mujer... -Carla no esperaba esa pregunta, incluso se sorprendió.
- Claro que no Miguel, ¿que te hace pensar eso?.
- Simplemente quería saberlo..., nada más era una pregunta. No se por qué te sorprende tanto.
Y diciéndole esto pudo comprobar que era tarde ya. Decidió marcharse pues de otra forma no respondía de sus actos... Ella estuvo a punto de decirle que se quedara a cenar, pero pensándolo bien tal vez no era buena idea.
Así que se despidieron. Miguel le sonrió diciéndole:
- Me alegra que estés recuperada del todo. Te veo muy bien... Eres muy bonita, ¿lo sabes, no?.
Y Carla, tan solo pudo decir un gracias. No podía evitar sentirse embriagada por aquel hombre, guapo y a la vez con ese atractivo especial que poseía. No olvidaba ese momento, en el que miró por la ventana y lo vio venir hacia la casa, con esos pasos firmes y seguros. Al igual que había podido observar lo bien que le quedaban aquellos vaqueros y esa camiseta negra, así como la cazadora del mismo color.
- Que descanses. -le dijo él. Y bromeando continuó...- Que disfrutes de mi acogedora cama... jaja.
- Ah..., así que eres tú el dueño de...
- Si, así es... pero no te preocupes, yo encantado de que ahora seas tú la que la ocupes - le dijo mirándola fijamente y rozando con los dedos su mejilla.-
Y así, con esa sensación dejaba a Carla en aquel porche, con ese toque pícaro..., con el cual, bien sabía Miguel que no la había dejado indiferente...
Continuará...
Un abrazo. Atardecer.
Publicado por atardecer
Publicado el 09/11/2013 17:29 - Total Temas: 166 - Total Mensajes: 5776

 

 

 

Publicado por atardecer
Publicado el 25/08/2017 23:17 - Total Temas: 301 - Total Mensajes: 11944

 

 

 

CAPÍTULO 6

 

 

- ¡Atardecer!
- Si, estoy aquí...
- Ah, no te veía... y empezamos en 10 minutos. ¿Todo bien?
- Bueno, creo que sí...
- Saldrá bien. No te preocupes... Ahí estaré, ¿si?
- Lo se...

 

En la laguna... 3,2,1, acción grabando!

 

Carla lo vio alejarse por el camino acompañado simplemente por la claridad de la luna. Entró a la casa sintiendo una agradable sensación al saber que estaba entre sus objetos. Observó algunos de ellos como lo había hecho otras veces pero ahora sabiendo a quién pertenecían. Se acostó y recordó sus palabras... esa era su cama. Sonriendo apagó la luz y durante un tiempo fue imposible dejar de pensar en él, hasta que pudo conciliar el sueño.
Mientras, durante ese corto trayecto, Miguel tuvo muchos pensamientos encontrados. Cómo le hubiera gustado quedarse, pero a la vez no debía. En unos días se marcharía, no quería dañarla y tampoco complicarse. Tenía que olvidarse de todo eso. Había sido la situación y la necesidad de protegerla por todo lo sucedido en esos últimos días lo que justificaba su comportamiento. Se sentía atraído, solo era eso... o al menos es lo que quería pensar.
Al día siguiente, en la casa principal desayunaba toda la familia al completo. Charlaron y bromearon haciendo de ese tiempo un momento agradable. Miguel lo echaba de menos... Estaban terminando cuando se presentó Carla. Dio los buenos días y fue inevitable que sus miradas se cruzasen. Inmediatamente Miguel se levantó ofreciéndole un lugar en la mesa y algo para tomar. Ella agradeció el gesto, pero le dijo que ya había desayunado, algo que los demás sabían pues así acostumbraba a hacerlo, pero el no...
Una vez terminó Isabela, ambas se fueron. Miguel aprovechó para conocer la opinión de los demás sobre el avance de su hermana. Todos coincidieron en el gran apoyo que había sido Carla, no solo para la chica sino para el ánimo de toda la familia, pues Isabela en muchos momentos se negaba a avanzar para recuperarse.
Sus padres salían para la ciudad y se quedó a solas con Fran, el cual ya se levantaba para irse.
- ¿Qué tal te va?, ¿sigues en el despacho llevando los proyectos de arquitectura o ya cambiaste de negocio?.
- Ahí sigo, aunque me han surgido otras propuestas... pero nada interesante.
- Fran, ahí te ha ido bien. Has ganado dinero, hasta que por tu mala cabeza lo echaste todo a perder... Por cierto, lo último que me consta es que no has vuelto a tener contacto con esa gentuza, espero que siga siendo así. Porque ya te lo he dicho, no voy a estar siempre ahí para sacarte...
- Ya lo entendí, no hace falta que me lo repitas. No te molestaré más...
- No se trata de eso Fran, maldita sea. Aún no te das cuenta en el lio que estabas. Esa gente es muy peligrosa y todo por andar con quién no debes. Además con el dinero que mamá te daba, pues el tuyo ya lo habías fundido. No eres un niño y tienes que responsabilizarte de tus actos. Y con ellos debes procurar no perjudicar a los demás, ¿entiendes?. Eran traficantes, Fran. Si no me hubiesen echado una mano pasas una temporada en la cárcel. Se que lo desconocías..., pero el hecho de que te identifiquen con gente así es lo único que necesitas para que te fichen, aunque no seas culpable de nada. Por suerte pudimos pillar a los mandos fuertes, ahora lo pagarán y por mucho tiempo.
- Lo siento y créeme que mi error lo estoy pagando con creces. No hay ni un solo día que no me machaque y me sienta culpable por lo que pudo haber pasado, pues me amenazaron de no darles el dinero con meterse con nuestra familia. Se que mi tonteo con las drogas fue mucho más allá de lo que pensé..., pero fue una etapa nada fácil para mi.
- Hermano, no se trata de machacarte más. Solo que tienes que pensar un poco menos alocadamente. No todo da igual. Me tienes a mí, a todos nosotros para hablar las cosas y de aquello que te preocupe.
- Todo lo ves tan fácil, ¿verdad hermanito?. Por cierto, ¿como hiciste para decirle a Carla quien eras?.
- Bueno, quise hacerlo, pero no tuve oportunidad. Lo supo cuando llegué ayer aquí.
- ¡Aja!, así que lo tuviste bien fácil... Claro, se me olvidaba que eras el que nada le sale mal.
- ¿Te das cuenta Fran?, estábamos tan bien... y ya estas hablando cosas sin sentido. Sabes que no es así. Sólo que te es más fácil culparme a mí de lo que te pasa, para justificarte por tus actos.
- ¿Qué pretendes con ella?... - preguntó Fran -.
- ¿Por qué lo preguntas?.
- Porque vi como la mirabas y la forma de compórtate.
- Suelo ser amable con las mujeres.
- Miguel, sabes de lo que te hablo, vi la forma en que lo hacías...
- Y si algo pretendiera, ¿te afecta...?.
- Te aviso Miguel, Carla no es una más... Déjala tranquila. ¿O es que quieres convertirla en un capricho más?.
- Te recuerdo Fran, que el de los caprichos nunca fui yo... sino tú. ¿Te interesa ella?... Y te pido que seas sincero.
- Vaya, por tu cara me da que igual te interesa más de lo que pensaba.
- Deja de decir tonterías y contéstame de una vez.
- Está bien, si, me interesa y mucho. Sólo que yo a ella no, bueno, no de la misma forma. Carla lo sabe y desde el principio me dejó las cosas claras..., pero eso no quiere decir que yo te permita que te la lleves a la cama sin más, pues no voy a dejar que le hagas daño... A ella no, Miguel.
- Fran, no creo que necesite de tu permiso para hacer lo que crea que tengo que hacer, ¿si?.
- Está bien, sólo quería que supieras... Nos vemos.
Y ahí se quedó sólo, pensativo... su hermano seguía a la defensiva con él y ahora también por Carla.
Organizó un poco la cocina, fue al baño y después salió de la casa. Se puso a caminar, pensó en ir a la laguna y ver ese paisaje que tanto le gustaba. Pero vio que Isabela y Carla estaban en unas de las pistas. Su hermana estaba de pie sujeta a Carla e intentaba dar unos pasos. Fue acercándose y las observaba. Estaban contentas y se las veía tan compenetradas... Pero de pronto Miguel vio como su hermana caía al suelo, trató de ser prudente y esperó..., pero tuvo que intervenir pues Carla trataba de ayudarla, pero Isabela lloraba y le gritaba negándose a levantarse.
Así que salió corriendo hasta la pista de tenis. Cuando llegó, trató de calmar a Isabela abrazándola. Buscó la mirada de Carla y se percató de las lágrimas que corrían por su rostro. Sabía que se alegraba de que estuviera en ese momento allí, se le veía asustada también a ella pues su hermana estaba muy nerviosa y alterada.
- Isabela, ya. No pasa nada, tienes que tener paciencia. Pero esto irá a mejor, sólo que ahora todavía es pronto.
- ¡Nooooo Miguel!, esto no mejorará. Carla y yo llevamos mucho tiempo para que así sea y sigo igual.
- No es cierto, estás mucho mejor. Puedo entenderte pero no es justo tu comportamiento infantil ¿si?. No puedes pensar solo en ti, ¿qué hay con Carla, eh?. Todo el esfuerzo que está haciendo contigo para que a la primera te vengas abajo. Tienes que ser fuerte, guapa. Sabes que vais a conseguirlo, vas a caminar muy pronto. Pero no puedes abandonar ahora.
- Lo siento Carla, perdóname. Miguel tiene razón..., pero sabes que me está costando aceptar todo esto. No puedo tener una vida normal...
- Puedes hacer más cosas de las que piensas si quisieras y seguro que ella te lo ha propuesto más de una vez... - le dijo su hermano -.
Miguel la cogió sentándola en la silla de ruedas. Seguido miró a Carla y le cogió su mano apretándola junto a la suya. Carla agradecía ese gesto, pues esa presión compartida era más llevadera...
Acto seguido les propuso pasar unas horas en la playa. Hacía una temperatura ideal para pasear por la arena. El sol era suave y la brisa agradable. A ellas les pareció bien. Así que una vez estuvieron preparados y habiendo avisado de que estarían un tiempo fuera, se marcharon.
Fue un viaje estupendo para los tres. Al llegar, Miguel llevó en brazos a su hermana hasta la playa. Disfrutaron del sol, del mar..., de la brisa. Rieron, bromearon... charlaron y compartieron momentos gratos. Todos se relajaron, a la vez que Isabela se animaba al volver a caminar con ayuda de ellos por la orilla. Como el día no estaba muy caluroso decidieron quedarse a comer, aunque en un principio Isabela se negó, pues como en otras ocasiones le daba vergüenza que la vieran en su estado. Pero tanto su hermano como Carla lograron convencerla. Lo pasaron genial.
Llegaron a la casa. Como había sido un día intenso Miguel vio conveniente que por ese día la jornada debía terminar. Atendió a su hermana, la cual se puso a contarle a su madre mientras le preparaba todo para que se diera un baño. Después Carla se despidió, agradeciéndole a Miguel por todo, pero era él el que le daba las gracias.
Carla aprovechó y tras darse una ducha iría a ver a su amiga Lidia. Aunque ya le comentó algo por teléfono sobre el resultado del juicio quería hacerlo personalmente. Y así de paso podrían quedar para cenar. Antes se pasaría a saludar a Salvador pues tenía varias llamadas perdidas y no vio el momento oportuno para contestar.
Mientras tanto Miguel pensó en hacer algo de ejercicio, así que decidió salir a correr. Tras un buen tiempo haciéndolo, decidió ir a la laguna. Se sentó apoyado en el tronco de un árbol y allí se puso a contemplar ese bello paisaje como otras tantas veces lo había hecho. Desvió su mirada hacia la casita..., la veía aún más especial, al saber que ahora era habitada por ella. Se levantó y cuando se iba, le provocaba tocar a la puerta..., pero lo pensó mejor y continuó andando. Pero en ese momento escuchó que se abría y se giró. Vio como bajaba hacia el coche a la vez que le saludaba. Él hizo lo mismo y se acercó a ella. Se veía guapísima. Aquella camisa blanca y esos vaqueros le quedaban estupendos. A medida que se acercaba, menos se fiaba de él mismo.
Ella estaba abriendo la puerta del coche, a la vez que no podía desviar la mirada de él. Qué atractivo se veía así, con el rostro sudado y ese pelo revuelto y humedecido.
- Hola, veo que te marchas y que has aprovechado para ponerte aún más bonita. En cambio yo como ves, necesito una buena ducha. - dijo él, quitándose el sudor de la cara con la muñequera-.
- Pero cuando te la des vas a quedar relajado y mucho mejor que yo, seguro. Que ando de nuevo con prisas...
Miguel se había acercado bastante a ella y observaba mucho mejor su sencilla belleza. Algo dentro suyo volvía a acelerarse, además esos rayos de sol que se iban apagando dejando un leve dorado, hacía más bello aquel momento.
Carla empezó a sentir que esa mirada le atravesaba por dentro y notaba como su cuerpo comenzaba a inquietarse. Cuánto le provocaba aquel hombre con solo mirarla... Así que rápidamente, reaccionó.
- Bueno, tengo que dejarte. Aprovecho para agradecerte de nuevo por el día tan lindo que nos hiciste pasar y sobre todo por tu apoyo en ese momento en el que me vine abajo, pero es que...
- Shhh, gracias a ti por todo tu esfuerzo. Pero tal vez, estás cargando con demasiada presión tu sola... Creo que estás haciendo más de lo que te corresponde... No te debe estar resultando fácil, no sabía que Isabela podía ser tan reacia a continuar...
- No, no... para nada. Hago lo que tengo que hacer, sólo que a veces es más complicado. Me duele ver que Isabela se niega tanto en ocasiones a avanzar... me pongo en su lugar y la entiendo, pero...
- Y a mí me dolió verte hoy así, agotada... desesperada. Cómo me hubiera gustado... - en ese momento Miguel no pudo aguantar y atrayéndola hacia si comenzó a rozar la comisura de sus labios, a besarlos suave..., pero no pudo contenerse y apasionadamente introdujo su lengua, apaciguando así el deseo que sentía. En ningún momento fue rechazado, todo lo contrario..., pero de pronto ella reaccionó y sus bocas se separaron. Con las frentes apoyadas y la respiración acelerada...
- Disculpa, pero no se que me pasa contigo... - dijo él -.
- No tienes que disculparte, pues también tendría que hacerlo yo, pero esto no puede...
Y abrazándola le susurró:
- No digas nada, ¿si?. Dejo que te marches pues tenías prisa.
Se apartó de ella, sonriéndole.
- No pienses, ¿ok?, pasó y ya...
Carla entró en su coche. Y saludándole se marchó. Miguel vio como se alejaba, sintiendo aún aquel beso y lo que le había provocado. Se puso de nuevo a correr... y en cuanto llegó a casa, llamó a Alex para verse al rato con él, pues no podía quedarse allí pensando en ella y en aquel beso.
Lidia estaba encantada de poder cenar esa noche con su amiga. La pasaron bien, charlaron y rieron sin parar con las ocurrencias de la loca de Lidia. Le habló del juicio y de que ya estaba mejor de todo aquellos recuerdos. Pero era inevitable, ahora tocaba hablarle de Miguel y decirle quién era. Le estuvo contando todo, desde el primer día que volvió a verle, hasta lo sucedido esa tarde... con beso incluido.
- Amiga, no... no puedo creer lo que me has contado. Ay, Dios... es genial.
- ¿Qué es genial Lidia, verme como voy a sufrir, si sigo tonteando?...
- Yo diría gozar, amiga. Vive el ahora... recuerda.
- Si, pero con él siento que es diferente. Es mejor evitar tentaciones... Además yo creo que esto pasó, pues porque circunstancialmente pasamos por un momento en el que yo necesitaba protección y el me la ofreció... pero ya.
- Bueno, pues no impidas lo que tenga que pasar.
- Pero es que no va a pasar nada, no debe pasar.
- Porque si no estás perdida, ¿verdad amiga?... jaja. Ay, Carla... no trates de engañarte. Ya estabas pillada en el hospital. Y si ahora lo tienes viviendo cerquita, pues nena... aprovéchalo... jaja.
- Lidia, la verdad es que en estos casos no me sirves de ayuda. Todo lo tomas a broma y eso no es...
- Está bien. No vuelvas a dirigirle la mirada. En cuanto lo veas, huye... y cuando llegues a casa te recomes tu solita... jaja.
- Jaja, ay... Lidia. Eres impresentable, pero te quiero amiga.
- Puedo entenderte perfectamente. Pero deja que el tiempo diga... Claro, que a alguien que yo se, no le va a hacer mucha gracia. Y si se entera, comenzará de nuevo a tocar las narices.
- Ah, ahora que lo dices. Dije que pasaría a verle antes de quedar contigo, pero se me olvidó por completo.
- Y como no guapa, si venías con tus recuerdos a flor de piel...je. Oye, ¿qué tal si nos tomamos algo para bajar la cenita?. Quedé en saludar a unos amigos, han abierto un local nuevo.
Mientras tanto Miguel continuaba cenando con su amigo. Después de hablar de varios temas... Alex le preguntó por la reacción de Carla al saber de Miguel. Éste le explicó y aunque no iba a hacerlo, también le comentó lo sucedido en la tarde.
- ¿Qué pretendes Miguel?. Recuerda que en días marchas. Si sigues tonteando al final...
- No es un tonteo. No se que me pasa con ella, pero desde que la vi...
- Tienes que olvidarte de ella y no hacer ninguna tontería, no te compliques amigo. -le dijo, sin olvidarse del conocido de Carla-.
- Lo se, pero es que la veo... y algo dentro mío surge que no puedo controlar.
- Lo harás. Por cierto qué es de esa chica con la que andas, Elena ¿no?.
- Ya no me veo con ella. Eso fue algo esporádico y así era para los dos. Aunque últimamente a ella la noté un poco diferente, me pedía explicaciones por todo. Pero no tenía sentido seguir.
- Bueno, ¿qué te parece si nos vamos a tomar algo?
- Está bien, vamos.
Iban a entrar a un bar donde solían ir otras veces, pero por algún motivo estaba cerrado. Así que Alex recordó de otro que le habían hablado y que quedaba por allí cerca. Iban a entrar cuando de pronto se chocaron con gente que salía.
- Eh, cuidado!, mira un poco por donde vas. - dijo Lidia, pues estuvieron a punto de darle con la puerta en la nariz -.
- Perdón... - dijo Alex - percatándose mejor de quien se trataba.
Igual le pasó a Lidia en ese momento y por supuesto a Carla, tras ver a Miguel, aunque él no la había visto aún.
- Vaya, pero si son el doctor y su abogado... - dijo Lidia -.
- Jaja, ... ¿cómo? - preguntó Miguel -.
- Yo me entiendo guapo.  - Mientras tanto Alex sonriendo, le preguntó ¿qué tal? -.
- Ah, ¿así que os conocéis? - intervino Miguel -.
En ese momento, habló Carla desde más atrás.
- Si, ella es mi amiga Lidia... y el día del hospital te confundió con el doctor.
- Hola Carla, no te había visto. Así que tú eres Lidia, ahora voy entendiendo...
- Si yo soy. Y tu debes de ser Miguel, ¿no?.
- Si, así es. Encantado. - Y acercándose a ella le dio un par de besos-. Si os apetece, podéis tomar algo con nosotros. 
- Ah, pues no estaría mal... ¿Qué te parece Carla?.
- No creo que sea buena idea. Además no olvides, nos están esperando...
Y mirando hacia atrás, vio como sus amigos permanecían allí. Habían decidido salir con ellas y acompañarlas hasta donde tenían el coche aparcado.
- Ay, si perdón. Bueno lo siento pero tenemos que irnos. En otro momento igual...
Alex seguía sorprendido con el divertido descaro de aquella chica y no podía dejar de sonreír.
En cambio, a Miguel le cambió la cara cuando vio que se disponían a salir acompañadas por aquellos dos chicos.
Cuando salieron, al pasar Carla por el lado de Miguel, éste le agarró la mano y le miró fijamente. Era como si quisiera evitar que se marchara...
- Hasta luego... - logró decirle y la soltó-.
- Hasta mañana -dijo ella-.
Miguel y su amigo entraron. Pidieron una copa pero Alex notó que Miguel ya no estaba allí..., andaba pensando dónde estaría ahora ella.
- Perdona Alex, pero no puedo evitar pensar.
- No te preocupes, puedo entenderte...
Y continuaron un poco más charlando, sobre Lidia y el día que Álex las conoció a las dos. Al final tuvo que reír con lo que contaba su amigo.
Cuando Miguel iba camino hacia la casa principal se desvió hacía la casita de la laguna. Vio que estaba el coche de ella, necesitaba verla, sentirla cerca suyo... Bajó del coche y fue hasta la puerta dispuesto a llamar, pero se contuvo. No quería molestarla, igual estaba dormida... o igual..., no quería pensarlo, pero tal vez no estaba sola. Así que apretando el puño para contener lo que sentía en ese momento, se fue.
Carla había escuchado ruido y se había levantado en silencio, a oscuras. Miró por la ventana y vio como entraba en el coche y se marchaba. Cómo le hubiera gustado que hubiese llamado..., pero era mejor así.
Continuará...
Un abrazo. Atardecer.
Publicado por atardecer
Publicado el 11/11/2013 12:10 - Total Temas: 167 - Total Mensajes: 5777
 

 

 

 

Publicado por atardecer
Publicado el 29/08/2017 22:35 - Total Temas: 301 - Total Mensajes: 11944

 

 

 

CAPÍTULO 7

 

 

 

- Atardecer, en 10 minutos empezamos.
- Director, me gustaría decirte que...
- Ahora no... Sólo te pido que prestes atención, ¿si?.
- Pero tengo que...
- Te dije que ahora no Atardecer. No se que te sucede últimamente, pero si continuas sin concentrarte, tendré que conversar contigo seriamente... En 10 minutos, no te olvides.

 

En la laguna... 3,2,1 acción grabando!!

 

Miguel, no podía dormir. Pensaba en ella, en los momentos del hospital, ese beso... la salida de aquel bar. Qué le sucedía con aquella mujer..., el imaginar que no estaba sola en la casa de la laguna, hacía que le recomiera por dentro.
En cambio Carla, permaneció tras la ventana unos minutos más, con la esperanza de que regresara, pero no fue así. Volvió a la cama y de nuevo los pensamientos revolotearon por su cabeza. Como le dijo su amiga, no podía negarlo. Le gustaba aquel hombre y mucho. Pero no debía ilusionarse, pues no tenía caso...
A la mañana siguiente Miguel se levantó temprano. En un par de días marchaba y quería saludar a su amigo Roberto, pues no había tenido oportunidad de hacerlo aún. Tras afeitarse se vistió, se calzó sus botas y cogiendo su cazadora de montar así como su casco se fue. No había vuelto a coger la moto desde lo sucedido, pero pensó que las cosas tenían que volver a la normalidad.
Iba saliendo de la casa, cuando su madre que estaba en el porche tomando un café, al verlo se inquietó.
- Hola mamá, buenos días.
- Buenos días Miguel. Si no te importa, preferiría que no usaras la moto. ¿O es que no te has puesto a pensar en la reacción de tu hermana si te viera?.
- Si lo he pensado y precisamente creo que no le perjudico sino todo lo contrario. Creo que las cosas deben volver a su lugar, que regrese la normalidad. No es bueno que sigas tratando a Isabela como si estuviera enferma y haciendo de todo lo sucedido una tragedia. Acepta lo que pasó de una vez, por ella, por ti... por todos.
- Que fácil lo ves todo Miguel. Como tu no has estado durante todo este tiempo aquí, viendo lo que sucedía y sufriendo por la situación de Isabela.
- No he estado, pero si lo he sufrido y a solas. Te recuerdo que todo gracias a ti. No olvides que fuiste la que provocaste que me fuera de aquí.
- Lo se hijo y te pido disculpas. No sabes como me duele y la falta que me has hecho en este tiempo. Pero tu y esa dichosa moto... Hiciste que Isabela quisiera aprender...
- Deja de culparme de una vez. Sucedió y nada se pudo hacer. Pero todo lo demás si se pudo haber evitado y tu hiciste todo lo posible para que no fuera así.
- Lo siento, se que hice mal y no solo respecto a lo de Isabela, también con Fran. Se que muchas veces lo defendí injustamente frente a ti, pero no llevaba bien que te alejaras de mi a medida que crecías. Eras mi niño... y veía como te apartabas de mí sin poder evitarlo.
- Y era una forma de castigarme, ¿no?. Mamá, siempre has tenido mi cariño. Solo que era normal que a medida que me hacía mayor no necesitara tanto de ti. Siempre me quisiste tener ahí, haciendo lo que tu querías... y conmigo no te sirvió tus estrategias.
- Lo se, perdóname hijo, - le dijo Mariela con lágrimas en los ojos -.
- No quiero verte así, - dijo Miguel acercándose a ella y abrazándola -. Ya no hay nada que perdonar, sólo quiero que cambies tu actitud y vuelvas a ser la madre agradable y comprensiva que eras.
- Trataré de que así sea.
Terminada la conversación, Miguel se fue hacia el garaje. Quitó la funda que cubría la moto y tras echarle algo de gasolina de una cántara que había para la maquinaria del jardín, la arrancó comprobando que todo iba bien. Cuando llegara a la ciudad entraría en una gasolinera. Al cerrar la puerta, su padre se acercaba.
- Hola papá, buen día.
- Buenos días, hijo. Veo que has decidido volver a cogerla.
- Así es, ¿te molesta que lo haga?.
- Para nada Miguel. Me alegra que así sea. Es hora que vuelva la normalidad a esta casa. He visto cuando venía por el camino tras mi paseo, como te reconciliabas con tu madre. Fue injusta contigo, pero ha sufrido tu ausencia en todo este tiempo. Pero ya sabes, su orgullo. Te agradezco que hablaras con ella. Tuviste que marcharte lejos, dejándolo todo, amigos, trabajo... Siento que tengas que irte en nada. Sabes, me voy haciendo mayor y pienso, que algún día cuando regreses ya no volveré a verte más pues ya no estaré por aquí... y me duele.
- Papá, no digas eso. Aún eres joven y nos queda mucho por disfrutar juntos. No pienses más en todo eso, ¿si? - le dijo a su padre dándose ambos un abrazo -. Bueno, me voy que quiero ver a Roberto.
- Está bien. Luego nos vemos.
Marchó y cuando iba acercándose a la salida del camino, observó a lo lejos que Carla estaba fuera de la casita... Tras varios segundos parado, decidió acercarse.
Cuando llegó, bajó de la moto saludándola. Estaba en el porche desayunando. Se veía muy bonita. Llevaba el pelo recogido hacia un lado y su camisola dejaba ver sus sensuales piernas un poco más arriba de las rodillas, pero esta vez, una fina rebeca cubría sus senos protegiéndolos de la brisa, pues aunque agradable... a esas horas, era fresca.
- Buenos días Carla. Buen apetito.
- Gracias... Buenos días. ¿Te apetece tomar algo?.
- Sabes, te acepto un zumo. Voy a ver a un amigo y tomar un café con él, pero seguro que me espera un momentito.
- Veo que has vuelto a usar la moto. Me comentó Fran que llevaba encerrada desde lo sucedido.
- Así es, pero ya es hora de que las cosas vuelvan a su lugar. Bueno, y ¿qué tal terminaste anoche?.
- Bien... ¿y tú?.
- Bueno, estuvimos un tiempo más y nos fuimos.
- Nosotras enseguida regresamos.
No quería preguntarle por la noche anterior..., quiso cambiar de tema, pero la intriga le pudo.
- Vi tu coche cuando volvía. Pensé que estarías dormida..., pero igual no era así, sino que...
- ¿Estaba acompaña...?. Miguel yo...
Y él, acercando sus dedos a su mano...
- Disculpa, no quise incomodarte. No es algo que me tenga que importar.
- ¿Pero es así? - le preguntó Carla -.
- Digamos que no me da igual... Bueno, tengo que marcharme. Gracias por el zumo. Oye, ¿qué te parece si esta tarde salimos los tres de compras?. Quiero regalarle algo a Isabela y estaría bien que me acompañarais. ¿Qué te parece?.
- Estupendo, pienso que tu hermana disfrutará mucho.
Sonriéndole se despidió, arrancó la moto y se fue. Ella se quedó observándolo, cruzando sus brazos pues la brisa en ese momento era más fría. Ay!, por qué no le dijo que estuvo sola, que le hubiera encantado que hubiese llamado a la puerta. No le había aclarado nada y él igual pensaba... Trató de olvidar y se puso a recoger todo. Tenía que irse a las clases con Isabela.
Al llegar Miguel donde trabajaba su amigo, aparcó la moto, se bajó y cuando estaba retirándose el casco..., vio que llegaba Salvador. No le hacía ninguna gracia tenerse que cruzar con él. Trató de evitarlo y se fue a buscar a Roberto. Pero justo en ese momento salió del coche...
- No me lo puedo creer, si es Miguel Méndez..., el veterano y cualificado policía secreta que tuvo que marchar de la ciudad... ¿Qué es de tu vida amigo?.
Trató de no hacer caso, pero Salvador insistía en llamar su atención.
- Ya veo, no quieres cuenta porque no te interesa. Antes que aclarar..., prefieres seguir huyendo.
Con eso Miguel no pudo y retrocedió cogiéndolo por la camisa poniéndolo contra el coche.
- Déjame en paz, Salvador Mejía... o no respondo. Olvídate de mí de una vez y no uses la palabra amigo conmigo.
En esto que salía Roberto y al verlos, llamó a Miguel haciendo que lo soltara. La cosa no llegó a más porque aquél intervino e hizo que Salvador se fuera.
- Maldita sea Miguel, ¿que tratas con todo esto..., seguir fastidiándote?. - le dijo su amigo -. Sabes que a Salvador no le falta ganas para...
- No le temo. Es más, estoy deseando de romperle la cara.
- Olvida de una vez lo pasado. No tiene caso..., sabes que no se pudo hacer nada.
- Si se pudo, si me hubiese hecho caso cuando le decía que ordenara a su compañero a que disparase, maldita sea. Es más no tenían que estar allí, era mi caso, una operación que llevábamos mis compañeros y yo con discreción desde hacía tiempo... hasta que aparecieron ellos. Murió Esteban y a mí eso no se me olvida, - decía dolido y furioso Miguel -.
Se fueron a tomar un café y charlando de otras cosas pudieron dejar a un lado lo sucedido... Eso si, por un momento salió Carla en unas de las conversaciones y Roberto le aconsejó que la olvidara. No le dijo nada sobre que sabía que Salvador la conocía, pues Miguel ya se iba a ir y no quería volver a recordarle nada que tuviera que ver con él.
Antes de llegar a su casa, Miguel se pasó por donde Álex, comentándole que en dos días se marchaba.
Cuando terminaron de comer y tras reposar tranquilamente, pasada una hora o así después, Miguel cogió a Isabela y la montó en el coche. Entró la silla de ruedas en el maletero y se fueron a buscar a Carla. Su hermana iba muy sonriente y a sus padres, así como a Fran, les pareció una buena idea, a la vez que se alegraban del cambio de actitud por parte de Isabela.
Pasaron una tarde estupenda, entraron en una y otra tienda. Miguel las consentía en todo, se armó de paciencia y esperó que las chicas miraran toda las cosas que les apetecía. Llegó el momento de elegir regalo para su hermana. Ella se puso contentísima..., al final se quedó con un bolso y una chaqueta muy bonitos. Entre Carla y ella lo eligieron. Él les dio el visto bueno. Mientras ellas estaban ocupadas..., Miguel aprovechó para dar una vuelta por la parte donde había algunos artículos muy curiosos. Se había percatado de algo que anteriormente Carla había estado viendo, así que pensó en regalárselo...
Tras varias horas de compras decidieron tomar algo para refrescarse. Charlaron y rieron. Lo pasaban muy bien juntos. Además tanto Carla como Miguel, había decidido sin apenas darse cuenta, dejarse llevar y no evitaban bromear e incluso acercarse bastante en algunos momentos. Estaban tan cómodos que todo surgía sin más, con total naturalidad.
Llegaron de vuelta. Dejaron a Carla y regresaron a la casa principal. Isabela entusiasmada le contó todo a sus padres y les enseñó los regalos. Miguel aprovechó para ir al baño, se pegó una ducha rápida y se cambió de ropa. Tenía un mensaje de Álex, donde le ponía que si le apetecía tomaban algo juntos ya que en nada se iba. Pensó en coger el regalo para Carla y de camino aprovecharía para dárselo. Subió a la moto y se fue.
La tarde estaba llegando a su fin y el sol estaba apunto de ponerse. Cuando llegó vio que la puerta de la casita estaba entreabierta. Subió hasta el porche, fue a llamar pero se percató de que Carla estaba en la zona de la laguna.
Ella al igual que él, al llegar se había dado una ducha y se había puesto cómoda. Pero su cabeza no dejaba de pensar en lo sucedido en la tarde y antes de preparar algo para cenar, quiso distraer los pensamientos viendo el atardecer en la laguna. Y allí estaba, apoyada en uno de los árboles mirando al horizonte, observando el bello paisaje y con Miguel en la mente.
Él se aproximó hasta donde estaba ella. Que bella imagen hacía junto a todo lo demás de fondo. Carla estaba tan concentrada, que no se percató de su presencia hasta que se acercó a su oído por atrás, susurrándole un delicado hola.
Ella sonriendo se volvió.
- Ay, hola... no te sentí.
- Si ya veo, estabas ensimismada en tus pensamientos... y cómo me gustaría saber de ellos.
- Bueno te podría decir...
- No, no mejor no... - le dijo él mirándola fijamente y con unas ganas tremendas de besarla -.
- Quiero que sepas que anoche volví sola...
- No tienes que darme explicaciones, aunque... - se alegraba de lo que acabada de escuchar, pero quería continuar como si no le influyera... -. Bueno, iba a verme con Alex pero pensé en pasar y dejarte algo - y sacándolo del bolsillo de la cazadora, se lo dio -.
Ella se quedó sorprendida con todo aquello. Supuso que lo compró esa misma tarde, pero, ¿cuándo fue que ella no se había dado cuenta?.
- Gracias, pero no tenías que hacerlo...
- Shhhh, me apeteció hacerlo sin más. Espero te guste, es algo sencillo pero lindo como tú.
Carla estaba nerviosa no solo por abrir aquella sorpresa, sino por tener que aguantar sin perder la compostura delante suyo tras oír decirle todo aquello. Cuando vio lo que era, en su cara se reflejaba que le gustaba lo que estaba viendo. Era una cajita pequeña preciosa, de madera, que ella había estado observando en aquella tienda pero sin llegar a ver su contenido. Tenía un paisaje pintado a mano en tonos lilas, azulados, verdosos... pero muy discretos. Al abrirla, en su interior contenía unas flores secas de igual colores... así como una frase escrita en la pared interna de la tapa, la cual a medida que leía ella en silencio, él en alto se la repetía:
- "La vida de cada mujer es un camino hacia si misma, el ensayo de un camino, el boceto de un sendero..." (Herman Hesse). - Miguel vio como a través de la mejilla de ella, una lágrima se deslizaba -.
Carla apenas podía desviar la mirada de aquella cajita, sabía que si levantaba la vista hacia él estaba perdida... Miguel se acercó más, rozó con sus dedos su bello rostro secándole el mismo y  bajándolos, alzó su cara haciendo que le mirara. Acarició con su nariz la de ella y continuó rozando sinuosamente su dedo por su boca hasta hacer que su respiración se agitara. Le susurró al oído lo que sentía en ese momento, haciendo que se estremeciera... y mordisqueó suave sus labios para seguido besarlos consiguiendo que ella se entregara. Se dejaron llevar, sus bocas se deseaban y no podían parar...
Miguel a la vez le cogió la cajita y se la volvió a guardar, para que estuviera más cómoda o más bien para que no la dejase caer.
Rieron, se miraron y él volvía a seducirla descaradamente, con toques suaves... pasando su lengua sutilmente por el borde de sus labios hasta introducirla dentro suyo. Y así abrazados y sin darse cuenta, es que los cogió una repentina e intensa lluvia, que apenas duró..., pero lo suficiente para que las gotas los mojara en el corto trayecto que había hasta la casa.
Miguel aprovechó antes de entrar para llevar la moto a un pequeño cobertizo que había en el lateral de la vivienda. Carla lo observaba desde el porche..., qué guapo se veía, con el pelo  y el rostro mojados, con esa fuerza que le caracterizaba.
Enseguida volvió con ella. Al mirarla de nuevo, se percató de lo que había provocado la lluvia. Estaba aún más interesante..., con ese cabello  húmedo y un poco alborotado cuyos mechones les llevó a disfrutar de la sensualidad de sus pechos, los cuales se transparentaban a través de la camiseta blanca que llevaba y que ahora permanecía mojada...
La atrajo hacía sí y con deseo, la besó. Ella respondió de igual forma. Miguel recordó que en nada se marchaba..., y la abrazó con fuerza.
- Carla tengo que decirte... - empezó a hablarle él -.
- Mejor entremos, aquí comienza a hacer frío - dijo ella -.

 

Continuará...
Un abrazo. Atardecer.
Publicado por atardecer
Publicado el 16/11/2013 22:56 - Total Temas: 168 - Total Mensajes: 5778
 

 

 

 

Publicado por atardecer
Publicado el 07/09/2017 21:41 - Total Temas: 301 - Total Mensajes: 11944

 

 

 

CAPÍTULO 8

 

 

- ¡Atardecer!.
- Hola director...
- ¿Qué tal?. Oye, empezamos en 20 minutos. Hoy es importante estar concentrados..., un mínimo despiste puede provocar que tengamos que volver a grabar todo de nuevo.
- Esta bien, a ver qué tal...
- Saldrá bien, de hecho en la última grabación estuviste genial. No olvides, métete en el papel y olvídate de lo demás...

 

 

En la laguna..., 3,2,1 acción grabando!

 

Lo había invitado a pasar a la casa... y aunque le agradaba, ahí no podría controlarse. Ella tenía que saber...
Entraron y tras cerrar la puerta...
- Carla yo...
- Miguel, si lo que te preocupa es como yo me pueda sentir, olvídate. Estoy bien, me gusta lo que provocas en mi. No quiero pensar en nada más, al menos, no ahora... - le decía mientras él permanecía apoyado en la puerta y ella, le estimulaba con caricias haciendo que se sintiera deseado... y cómodo a la vez.
Fueron agarrados hacia el salón. El se quitó la cazadora la cual lo había protegido del agua, quedándose en camisa, a la vez que se subía las mangas mientras hablaba... En cambio ella necesitaba cambiarse de camiseta, pero antes quiso ir a por unas toallas para que pudieran secarse la cara, así como también un poco el cabello.
Entretanto, Miguel fue hacia la ventana y observó cómo había vuelto a apretar la lluvia. Estaba allí con ella, a solas..., deseándola... y era algo diferente a otras veces. Carla interrumpió sus pensamientos y bromeando se pusieron a secarse el uno al otro. Entre risas y roces, apartaron las toallas y se quedaron mirándose.
- La camiseta aún está húmeda Carla y vas a... - dijo él, como queriendo evitar lo que le provocaba hacer -.
- ¿Tú crees?. ¿Me ayudas..., por favor?, sabes muy bien cómo hacerlo, - le interrumpió ella introduciendo su mano por la apertura de la camisa acariciando su cuerpo, para acto seguido besar su boca de forma suave pero sugerente.
Con eso Miguel, no pudo... Así que se dejó llevar y con sus dedos rozó su cuello para continuar atrayéndola hacia sí..., correspondiendo a su beso. Suavemente siguieron con las caricias, besándose..., sintiéndose el uno al otro y deseándose ardientemente. Miguel besaba su cuello a la vez que ella acariciaba con su boca el lóbulo de su oreja. Carla desabrochaba su camisa disfrutando de aquel bello torso..., a la vez que él introducía sus manos a través de la camiseta, por su cintura, subiendo por la espalda y rozando delicadamente sus pechos..., aún fríos por la humedad de la prenda, la cual, dulcemente y con insinuante mirada se dispuso a quitarle.
Carla se estremecía de placer entre sus brazos y él notaba la entrega por parte de ella. Miguel, sutilmente acarició sus senos tras haberlos observados detenidamente, percatándose de la belleza de los mismos, a la vez que continuaban besándose con una pasión incontrolada. Ambos estaban muy excitados... y con las voces entrecortadas por la acelerada respiración, susurraron:
- Carla, no sabes cuánto te deseo...
- Miguel, quiero sentirte dentro mío..., hazme tuya.
Y sin necesitar de más palabras..., él la cogió en brazos y se la llevó hasta la habitación que tan bien conocía. Con delicadeza la dejó sobre la cama acercándose hasta ella, mientras ambos continuaban desprendiéndose de la ropa del otro y explorando cada zona de su cuerpo. Miguel la miraba a la vez que acariciaba su suave piel..., con sus dedos, con su boca. Desde sus párpados, hasta sus delicados pies, pasando por su cuello, sus labios..., para seguir deleitándose entre sus pechos, su vientre y su entrepierna, sin olvidar acariciar sus sensuales piernas. Miguel podía ver como se removía de placer, dejando oír unos suaves gemidos provocándole aún más.
En un remolino de pasión del que no podían parar, ella le correspondía de igual forma, acariciando su cabello, su fornida espalda, sus glúteos, sus fibrosos muslos..., volteándose para apreciar y acariciar su torso, su abdomen..., descendiendo con su tacto y su boca, percatándose del grado de excitación de ambos. Así continuaron indagando por cada zona insinuante de sus cuerpos hasta terminar consumando ese placer y deseo que ambos sentían el uno por el otro..., en una entrega total, ferviente y jadeante.
Se quedaron relajados, abrazados..., disfrutando de ese placentero momento. Seguido, comenzaron a hablar de ellos, de sus gustos, aficiones, de algunas de las situaciones  que les había tocado vivir..., manteniendo una agradable conversación. Carla le explicó que tuvo que alejarse de su familia por motivos de trabajo, al que un tiempo después se vio en la necesidad de renunciar...
- ¿Qué trabajo es ese al que renunciaste?, - le preguntó Miguel, percibiendo cómo Carla se sentía incómoda con la pregunta -.
- No me apetece hablar de eso ahora Miguel, disculpa.
- Discúlpame tu a mí. No quería molestarte..., sólo era curiosidad. Yo, ya sabes por qué tuve que marchar. Pedí traslado... y bueno, ahora llevo un tiempo por aquí de descanso, no debía haberme cogido tanto seguido pero lo necesitaba. No estaba concentrado y es un trabajo que requiere mucha responsabilidad y atención. Es algo que me gustaría que mantuvieras de forma discreta..., soy policía secreta, -le dijo él-.
En ese momento, Miguel notó a Carla algo inquieta. Le preguntó qué le sucedía, el por qué se ponía así...
- No..., sólo que es un trabajo muy arriesgado y me preocupa que te pueda suceder algo.
Miguel trató de calmarla abrazándola más aún.
- No te preocupes mi linda, no va a pasar nada.
Ella se sintió mal, pues le hubiera gustado contarle..., pero ahora no quería estropear aquel bonito momento con el pasado.
Miguel recordó que no había avisado a su amigo Alex, le debía de estar esperando, así que se disculpó con Carla y aprovechó para hacerlo. El móvil lo tenía en la cazadora, se levantó y tras colocarse los slips se fue hacia el salón. Ella oía como se disculpaba con su amigo. También se comunicó con su padre, avisando de que no iría a dormir, más que nada por su madre, ya que se quedaría intranquila si no lo sentía llegar. Mientras hablaba, caminó hacia la habitación dirigiéndose hasta la ventana. Carla lo observaba, apoyado con una mano en la pared y con la otra manteniendo el teléfono. Que atractivo e interesante se veía..., tan fuerte, tan seductor. La luz de la luna se reflejaba e iluminaba su cuerpo, pues ya había comenzado a anochecer. ¿Qué le había hecho ese hombre...?. Se sentía tan a gusto con él. Su cuerpo se estremeció al pensar que en algún momento todo eso se acabaría...
Miguel terminó de hablar y se dirigió hacia la cama.
- He dado por hecho que me invitas a cenar... - dijo él mientras la atraía hacía si, acariciándola y besándola -.
- Será un placer..., sólo que tendrás que improvisar, pues justo cuando llegaste es que iba a prepararla, pero me entretuviste demasiado y... - ambos rieron y de nuevo comenzaron a hacerse bromas, permaneciendo allí..., hablando, relajados..., aunque por poco tiempo de seguir así, ya que entre miradas, risas y sugerentes roces, la piel y cada zona de sus cuerpos, volvían a despertar de nuevo.
Al rato, decidieron ir a preparar algo para comer. Así que Miguel se puso sus vaqueros y justo cando iba a coger su camisa, ella se adelantó colocándosela, provocando que él saliera tras ella. A cambio de unos besos en el sofá, se dejó convencer..., pero por poco tiempo, pues acabó quitándosela..., cogiéndola y llevándola a cuestas, para tumbarla de nuevo en la cama, dándole su buen merecido de besos y mordiscos..., ambos partidos de la risa.
Mientras él se ponía la camisa, mínimamente abrochada dejándola por fuera, ella iba a buscar algo cómodo, cogiendo un fino jersey, de hilo negro con escote de pico, el cual le cubría poco más abajo de sus caderas.
Ambos, tras entrar en el baño fueron hacia la cocina. Carla intuía que él se manejaría bien allí, pues ya lo pensó del dueño al llegar a aquella casa. Y así fue, él se encargó de preparar unos ricos platos, algo ligero para picar, pero  deliciosos para acompañar con un buen vino.
Así que mientras Miguel cocinaba ella iba preparando la mesa, pero sin dejar de observarlo. Se veía interesante..., con esos movimientos de brazos partiendo y picando ingredientes, sus manos al manipularlos..., con aquel delantal que entre bromas ella le había colocado. Carla, a la vez que charlaban, le daba lo que iba necesitando, unas veces era el aceite, la sal..., otras un suave beso. Y entre todo eso, las miradas y sonrisas no dejaban de fluir, sabiendo los dos, lo sugerente que podía llegar a ser aquella cocina, ambos con las manos ocupadas y deseándose como lo hacían.
Tras superar todo ese ir y venir de sensaciones, y habiendo terminado él, se pusieron a disfrutar de la exquisita comida por la cual Carla lo felicitó. Miguel también pudo apreciar el buen gusto con el que había colocado la mesa. Disfrutaron gratamente de aquella sencilla pero bonita velada. Seguían charlando de cosas interesantes, de su infancia, adolescencia..., así como de cosas actuales de la sociedad.
Decidieron brindar y sus miradas se penetraron profundamente. Mientras él pensaba en lo bonita y sensual que se veía con aquel simple jersey, ella observaba lo atractivo que estaba él con aquella camisa entreabierta... y aquel cabello revuelto marcando aún más sus rasgos.
Carla, que tenía sus piernas cruzadas, no pudo contenerse y sin dejar de mirarlo, comenzó a rozar con su pie el interior de sus muslos, continuando y llegando hasta su entrepierna. Miguel al sentirla, sonrió..., cerrando por unos segundos los ojos, a la vez que movía levemente su cabeza mordiéndose su labio inferior, dándole a entender lo perversa que estaba siendo... y que se atuviera a las consecuencias.
Y así, en esa vorágine de provocaciones y de gestos descarados e insinuantes, Miguel se levantó... y besándola con deseo, la cogió en sus brazos sin más, dirigiéndose hacia el cuarto, pues ambos necesitaban poseerse el uno al otro una vez más...
Tras culminar ese bello momento, permanecieron abrazados, en silencio. Los dos sabían que aquello que les estaba sucediendo era distinto..., algo bonito y muy intenso. No necesitaban de palabras para expresarlo..., simplemente lo sentían.
Más tarde, ella se levantó para ir al baño, colocándose de nuevo la camisa de Miguel, pues le gustaba... y sabía que a él también, por como la miraba. Se quedó pensativo en la cama, observándola mientras se lavaba los dientes. Pasado mañana se iría..., dejándola, marchando lejos..., sabiendo que no iba a ser fácil, pues ya se había acostumbrado a estar con ella desde aquel mismo día del accidente.
Cuando terminó, se dirigió hasta él ya que lo notaba distraído. Se acercó, dándole un suave beso y diciéndole que no se preocupara por ella. Miguel se levantó y la abrazó, devolviéndole el beso. Fue al baño y usando la pasta de dientes enjuagó su boca. Al salir, vio que ella lo esperaba en la cama. Quiso revisar el resto de la casa comprobando que estuviera todo en orden, así como las puertas y ventanas bien cerradas.
Volvió a la habitación, de nuevo comenzaba a llover. Las gotas azotaban contra los cristales de la ventana... y la luna se dejaba entrever por ellos, dejando una azulada luz en la habitación a través de las cortinas. Cerro un poco las persianas y se introdujo en la cama donde le esperaba Carla sonriente.
- Se está poniendo una noche... ¿Oyes cómo llueve?. - preguntó Miguel-.
- Si... y me encanta que estés aquí conmigo.
Él la atrajo hacia sí..., piel con piel, en el silencio de aquella noche, que simplemente era interrumpido por el sonido lejano de la lluvia y de la brisa. Ninguno de los dos quería que todo aquello terminara...
Ella se quedó dormida en su pecho y un momento antes de que él también lo hiciera, la besó y aprovechando que no lo oía, dijo:
- Carla... linda mujer, creo que has conseguido lo que yo trataba de evitar..., que me enamorara de ti.

 

Continuará...
Un abrazo. Atardecer.
Publicado por atardecer
Publicado el 25/11/2013 19:16 - Total Temas: 169 - Total Mensajes: 5779 

 

 

 

Publicado por atardecer
Publicado el 18/09/2017 23:13 - Total Temas: 301 - Total Mensajes: 11944

 

 

 

CAPÍTULO 9

 

 

- Hola Atardecer.
- Hola Director.
- ¿Qué tal?. En 10 minutos comenzamos, ¿ok?.
- Ok...
- ¿Sucede algo?, te noto como si...
- Estoy bien, solo que ahora es diferente..., eso es todo.
- Va a salir bien y ahí estaré. No temas, ¿si?.
- Lo se y gracias...

 

En la laguna... 3,2,1 acción grabando!

 

Estaba amaneciendo cuando Miguel despertó. Un pequeño rayo de luz entraba por el hueco de la persiana y era suficiente para observar el bello rostro de Carla que aún permanecía dormida. Se quedó mirándola un momentito y le dio un dulce beso. A continuación se levantó y fue al baño pensando en lo difícil que sería el día que iniciaba. Seguido se puso el pantalón y se dirigió a la cocina. Mientras se hacía el café, miró por unas de las ventanas del salón como amanecía sobre la laguna. Un bonito paisaje como siempre.
Limpió y ordenó todo lo que habían dejado la noche anterior, lo cual le hacia sonreír pero a la vez lo llevaba de nuevo a la realidad. Tal vez lo mejor era irse y dejarle una nota a Carla, ella entendería... pero no podía hacer eso. Quería estar con ella aunque fuera un poco más, lo justo para compartir unos cafés juntos. Así que decidió prepararle el desayuno. Finalmente abrió la ventana de la cocina y acercándose a una de las plantas que había sembrada en el exterior alcanzó una preciosa margarita. Cogió papel y lápiz y escribió unas palabras. Con todo ello se fue a la habitación dispuesto a despertarla.
Llegó y se veía linda, debía de haberse movido, pues ahora estaba tumbada hacía abajo y con el rostro a un lado, arropada sólo hasta la cintura dejando al descubierto su sensual espalda así como parte de sus bonitos pechos. Dejó la bandeja en la mesita de noche y cogiendo la flor acarició su cuerpo, hasta provocar que despertara. Cuando lo hizo, ambos sonrieron entregándole la margarita.
- Despierta dormilona... - le dijo con suavidad -.
Carla se incorporó y acto seguido Miguel le entregó la nota. Ella hizo lo que la misma indicaba: "cierra tus ojos" y seguido él la besó.
- Muchas gracias por todo lo que me has aportado y por todos los detalles que has tenido conmigo... - dijo ella -.
- Soy yo el que te agradece por existir y hacerme sentir como lo haces.
Y con esa bonita sensación, Miguel subía del todo la persiana disfrutando así de un bonito desayuno al amanecer. Sentado en la cama a su lado, compartieron risas, besos y algo de la comida que había preparado. Pero en ningún momento se mencionó la palabra despedida...
Terminaron y Miguel llevó la cosas. Allí se quedó pensativo sin saber como hacer para contarle y que fuera lo menos doloroso posible. Cuando regresó ya no estaba en la cama, escuchó el agua de la ducha y se dirigió hacia allá. Vio su silueta... y se dejó llevar. Así que, quitándose la poca ropa que llevaba, se introdujo sorprendiéndola. Y allí, bajo ese gran caudal de agua que los cubría, se acariciaron y besaron, gozando el uno del otro una vez más.
Al rato  se vistieron y sin necesidad de comentar nada más, simplemente abrazarse, Carla lo acompañó hasta la puerta. Se besaron y se dijeron un hasta luego.
En ese momento, sin ser conscientes de ello, Fran que se dirigía con su coche hacia el trabajo, los vio en el porche. No pudo evitar sentir rabia, su hermano no había acudido a casa la noche anterior, sabiendo ahora que la había pasado con Carla.
- Maldita sea Miguel..., al final lo hiciste - dijo dando un puño en el volante y acelerando su coche -.
Tras despedirse, Miguel cogió su moto y se marchó hacia la casa principal. Llamaría a Alex e intentaría quedar con él en algún momento para despedirse y por qué no, para desahogarse de todo aquello que sentía y que ahora tendría que dejar..., cortándole el aire.
Por su lado Carla, sentía dentro suyo algo lindo y especial, pero aunque trataba de evitarla, la realidad rondaba su cabeza..., pero ella eliminaba rápidamente esos pensamientos recordando los bellos momentos vividos junto a Miguel. Así que continuó preparándose para comenzar las clases con Isabela.
Entretanto, sonó su teléfono. Era su amiga Lidia. Le llamaba para saber de ella, pues después de aquella noche en la que se encontraron con Alex y Miguel a la salida del bar, no había sabido nada.
- Hola guapa - saludaba Carla -.
- Hola amiga, ¿qué tal?... Oye, ¿volviste a ver a tu doctorcito guapo?.
- Lidia por favor!, estoy bien y si, lo volví a ver, y...
- ¿Y qué...?,  Uy, me da que me tienes que contar algo, ¿no es así?.
- Si te viene bien, esta tarde nos vemos, ¿ok? - le decía Carla -.
- Ok. Que tengas buena mañana. Besitos.
- Igualmente, besos.
Miguel había llegado a su casa, dejó la moto y se dispuso a entrar. Se encontró con su madre la cual se alegró al verle pues estaba preocupada, ya que se había llevado la moto el día anterior.
- Hola hijo, menos mal que has vuelto. Andaba nerviosa pues sabes que cuando coges esa moto...
- Mamá, no te preocupes. No tiene porque pasar nada - le dijo dándole un beso -.
- ¿Vas a salir...? - le preguntaba su madre -.
- Si, quiero arreglar unas cosas antes de irme. ¿Por qué?.
- Era para saber si estarás al mediodía, pues había pensado preparar algo para comer todos juntos, ya que mañana temprano te vas, ¿no es así?.
- Si así es, pero no te preocupes estaré para la hora de la comida.
- Ay! hijo, cuánto me duele que tengas que marcharte, me había hecho estos días de nuevo a tenerte por aquí... - le dijo su madre con lágrimas en los ojos -.
- No te pongas así, pues en cuanto pueda estaré por aquí de nuevo para veros, ¿si?. Ahora es diferente, ya las cosas se van aclarando y vendré de vez en cuando...
Seguido se fue para su habitación, volvería a darse una ducha esta vez de agua fría pues necesitaba despejarse y tras vestirse se iría para la ciudad. Cuando iba por el camino con el coche, pudo ver como Carla y su hermana realizaban los ejercicios diarios. Qué difícil iba a ser estar sin ella en ese tiempo.
Pasó el tiempo y se había aproximado la hora de comer. Iban llegando y ya estaban casi todos en la casa principal, incluida Carla, pues cuando fue a por Isabela en la mañana, Mariela le comentó que iban a comer todos y que estaba invitada, aunque no le dijo el motivo. Tras insistirle varias veces, Carla accedió.
Se fueron sentando, sólo faltaba Miguel, pero en nada estuvo allí. Cuando llegó le sorprendió un poco ver a Carla, aunque le alegraba. Saludó y tras ir al baño se sentó junto a ellos.
- Disculpadme pues al final me ha ocupado mas tiempo del que pensaba.
- No te preocupes hijo, acabamos de sentarnos - dijo su padre -.
Era inevitable el cruce de miradas entre Carla y Miguel. Ese momento estaba siendo ameno, comentando sobre la comida, los gustos... o sobre los ejercicios de ese día de Isabela. Pero en todo ese tiempo Fran había intervenido poco en la conversación, extrañando eso a su hermano además de que lo notaba raro.
Terminaron el postre y se pusieron a tomar una copa de licor. Se habían quedado solos ellos tres, pues Isabela se había retirado un momento a descansar y sus padres le habían acompañado.
- ¿Qué tal todo Fran? - le preguntó Miguel -.
- Bien. A ti, supongo que muy bien, ¿no?. Por cierto Carla, ¿ya te ha contado mi hermano a que se dedica?. Imagino que también te ha debido de contar lo bien que lo hace todo, ¿no es así?.
Y antes de que Carla pudiera contestar, intervino Miguel.
- Fran, creo que no es el momento para que te pongas a...
- ¿Para que me ponga a qué Miguel?. No quieres que Carla sepa que también cometes errores, ¿verdad?, que no eres todo lo perfecto que aparentas ser...
- Por favor, no molestes a Carla con tus absurdeces, ¿si?.
- No te preocupes Miguel, no pasa nada... - dijo ella, dispuesta a contestar a Fran -. No se por qué me preguntas todo eso Fran. Creo que aún teniendo errores, tengo entendido que te ha sacado de muchas situaciones. Deberías estar agradecido en vez de criticarle tanto, ¿no crees?.
- Vaya Carla..., es increíble. Sólo te bastó liarte una noche con él para que te haya convencido. ¿Te ha dicho que se va mañana temprano?...
Carla se quedó sorprendida por aquello que estaba escuchando. Se quedó paralizada bajando la mirada.
En cambio Miguel, en cuanto escuchó todo aquello de boca de su hermano, se levantó enfurecido con la mano levantada:
- Maldita sea Fran, pide perdón ahora mismo a Carla.
- Miguel por favor... - dijo ella mirándolo fijamente -. Por favor..., vuelve a tu sitio. No tiene importancia. Fran está nervioso, eso es todo.
- Fran la verdad que no entiendo tu comportamiento... - le dijo ella -.
- ¿No entiendes mi actitud...?. Le dije a Miguel que no se metiera contigo, que no eres una más... y ya veo que te dejaste convencer rápido. ¿Y ahora qué?, se va mañana. Si... mañana, Carla. ¿A qué eso no te lo había dicho, eh?. Claro, primero se acuesta contigo y luego ya como si nada...
A Carla le estaba chirriando todo aquello en la cabeza, sabía que Miguel se tenía que ir..., ¿pero mañana...?. Además, al parecer Fran, por lo que decía los había visto juntos..., debió ser en el porche. La voz  de Miguel, hizo que saliera de sus pensamientos.
- ¡Ya basta Fran!, pídele disculpas ahora mismo si no quieres que te rompa la cara. Porque si no lo haces, ni siquiera las palabras de Carla te van a salvar, ¿me oyes?.
Ella necesitaba irse de allí, así que levantándose se dispuso a marcharse.
- Perdóname por favor... - le decía Fran arrepentido, una vez que se dio cuenta hasta donde había llegado con su comportamiento -. Carla necesito oír que me perdonas... yo no quería, pero me dio tanta rabia cuando os vi besándoos en el porche que... - le seguía diciendo Fran -.
Carla estaba parada de pie escuchándolo. Se giró y dijo:
- No te preocupes Fran, pero fui bastante clara contigo desde el principio. Y soy libre para estar con quien me apetezca, además de que se cuidarme sola. Así que tu comportamiento ha sido un poco infantil, ¿no crees...?
- Lo se y lo siento...
Carla se dispuso a irse de nuevo, no sin antes mirar a Miguel.
- Espera un momento, por favor. Tenemos que hablar... - le decía Miguel a Carla, yendo hacia ella -.
- Ahora no  Miguel, además no hay nada que hablar, no hay nada que no supiera ya...
Y así se fue, triste y él lo sabia... ¿Por qué no se atrevió a decírselo en la mañana, por qué?. No que se tuvo que enterar de esa manera tan humillante..., pensaba él.
- Miguel, lo siento yo no quería molestaros..., pero entiéndeme, cuando os vi esta mañana, no he podido controlar mis celos.
- Déjame en paz Fran... - le dijo Miguel enfurecido marchándose para su cuarto -.
Aún era temprano para ir a ver a Alex, así que pensó en organizar su maleta, pues no iba a esperar a mañana, se iría esa misma noche en cuanto le fuera posible hablar con Carla.
Mientras, ella iniciaba su paseo con Isabela, momento que no le estaba resultando fácil pues su mente estaba con Miguel y las ganas de ir a abrazarlo y decirle que no se marchara. Pero ella bien sabía que él había sido claro, que quiso explicarle en su momento y no le dejó hacerlo... Así que trató de concentrarse en su trabajo, hablando con la chica y alegrándose, pues se le veía con mas destreza en sus pasos.
Miguel, tras hacer su maleta y pasado un tiempo en el que estuvo charlando con sus padres pues su hermano ya se había marchado, cogió su moto y se dispuso a ver a su amigo Alex.
Carla estaba terminando la sesión con Isabela, quién la había notado rara.
- ¿Estás triste verdad?. Y es por Miguel al igual que me pasa a mí... No me puedes engañar. Hoy noté como os mirabais en la comida - le dijo Isabela -.
- Isabela, no es así. Yo..., bueno si, estoy un poco triste, porque no sabía que se iría tan pronto. Además estos días hemos disfrutado mucho con su compañía, ¿verdad?.
- Así es, yo lo voy a echar mucho de menos como la vez que se fue.
Y así, tras dejarla en la casa principal, se marchó hacia la casita de la laguna. Se dio una ducha y salió para verse con Lidia. Ese día más que nunca necesitaba el apoyo de esa loquita que tenía por amiga.
Entretanto Miguel había llegado a donde Alex.
- Hola amigo, ¿que tal?. Recojo unas cosas y nos vamos, ¿ok? - le decía Alex -.
- Está bien...
- Oye, ¿y esa cara a que se debe, eh?. ¿Es porque te vuelves o es por...?. Ya hablamos sobre lo que era mejor, ¿no?. Además regresas a tu trabajo, con fuerzas renovadas y dispuesto a disfrutar de él como siempre lo haces. Se te pasará amigo..., en cuanto vuelvas a tu ritmo de siempre, te olvidarás de todo.
- De ella es difícil... - respondía Miguel -.
- Vamos amigo, no te conozco, ¿eh?. Te atrajo un poco más..., pero fue algo provocado por las circunstancias y ya. Se te pasará.
- No se trata de algo pasajero Alex. Esta vez es diferente... Lo que ella me hace sentir es distinto y no quiero perderla.
- Miguel, ¿me estás tratando de decir que te has enamorado de esa chica?.
- Así es amigo..., aunque no lo creas, así es. Además pasamos la noche juntos y...
- Ah, por eso tu llamada disculpándote porque no podíamos quedar. Ahora entiendo.
- Si, estaba con ella y aunque reconozco que me asusta lo que siento..., me agrada y no quiero impedirlo.
- Está bien Miguel, si piensas seguir adelante con todo esto, entonces tienes que saber...
En ese momento llamaron a la puerta del despacho. La administrativa le indicaba que tenía visita y era urgente.
- Perdona Miguel, sino te importa voy a ver de que se trata ¿si?.
- No te preocupes, yo ya me marcho.
- Pero espera un momento y tomamos algo.
- No, Alex... he decidido que viajaré esta noche. Estamos en contacto e igual me ves por aquí de nuevo, más pronto de lo que piensas.
- Ay, Miguel..., de verdad que me asustas... jaja. Cuídate amigo y sabes que tienes mi apoyo.
Y dándose un abrazo, se despidió de su amigo Alex y se marchó hacia la casa principal.
Mientras Carla, había llegado a casa de su amiga Lidia. En cuanto vio su cara, sabía que algo pasaba.
- ¿Qué te sucede amiga...?.
- Sucedió, lo que no tenía que suceder..., aunque es muy gratificante para mí.
- Pues por tu cara amiguis, pareciera que hubieras... A ver, me has dicho que ha sucedido lo que no... - dijo Lidia con una expresiva cara -.
- Si, pasó Lidia, pasó... no pude evitarlo.
- Jaja... eso me gusta. Es que no tenias que evitar nada... solo disfrutar y lo hiciste ¿verdad...?. Umh... con ese hombre ¿cómo no...?. Debe ser como...
- Ay, Lidia... se va mañana y tu bromeando.
- Mañana, pero ¿por qué?, ¿a dónde?.
- El no vive aquí. Trabaja lejos...
- Ay, amiga... y te pilló fuerte ¿verdad?. Como para no olvidarlo, ¿cierto?. Por tu cara eso me temo.
- Así es Lidia, es diferente... Se que tendré que olvidar, pero va a ser difícil, pues esta vez es distinto.
- Pero bueno, ¿y él que piensa... que siente?.
- Siento que para él no ha sido algo pasajero, pero él olvidará y ya. Allá está su trabajo, su vida... y quién sabe si alguien más.
- Ay, amiga noooo. No trates de poner impedimentos..., deja que el tiempo te diga. No te precipites. Disfruta de todo esto que te está sucediendo y ya. No se ve mal persona, así que creo que será sincero contigo.
- No se, pues fue a través de su hermano que me enteré que marchaba mañana... El no me dijo nada. Bueno la verdad, es que trató de hablarme y yo le dije que no se preocupara por mí, pero... La verdad, es que es todo un caballero y...
- Ay, amiga y te tiene bien pillada, jaja. Por favor, dime que si tiene algo que decirte le escucharás... O tal vez sea mejor que no.
- Se lo que es mejor, no verlo más... y tratar de ver todo esto como algo lindo que surgió y ya está.
- No quiero verte mal Carla. Te apoyaré decidas lo que decidas, ¿si?.
- Gracias loquita. Bueno me marcho pues quiero cenar temprano y tratar de dormir para que pase todo esto cuanto antes y cuando despierte ya no lo vea por allí... Chao.
- Hasta mañana y ya sabes, si necesitas hablar, solo tienes que marcar, ¿ok?. Cuídate.
Carla llegó a la casa, se puso cómoda y se dispuso a preparar algo para cenar. No tenía mucha hambre, pero picaría alguna cosa rápida.
Mientras, en la casa principal Miguel cenaba con su familia, la cual trataba de convencerle de que no había necesidad de viajar en la noche cuando podía hacerlo en la mañana temprano después de haber descansado. Él les tranquilizó diciéndoles que pararía y se hospedaría en cualquier lugar si lo veía necesario, pero que prefería hacerlo así.
Se estuvo despidiendo de ellos. Sus padres emocionados pues no les gustaba la idea de que volviera a marcharse. A Isabela no había manera de consolarla, las lagrimas corrían por su rostro sin poder evitarlo Miguel, quién le dio mucho ánimo para que siguiera los consejos de Carla, para recuperarse cuanto antes. Y llegó el momento de Fran, que aunque horas antes le hubiera abofeteado la cara, ahora no podía evitar acercarse y darle un abrazo.
- Bueno, no os preocupéis por mí pues estaré bien. Además, seguro que estoy por aquí antes de lo que imagináis siempre que el trabajo no lo impida. Cuidaos mucho y no olvidéis que os quiero.
Y con estas palabras Miguel se montaba en el coche y se iba. Eran sobre las diez de la noche. Cuando iba llegando el final del camino, no pudo evitar mirar para la casa de la laguna. Quería ver a Carla por ultima vez antes de irse..., pero tal vez era mejor así. Por lo que continuó su camino, pero unos metros más adelante..., algo dentro suyo le decía que tenía que volver. Así que dio la vuelta y se fue a buscarla.
Bajó del coche. Se acercó y tocó a la puerta. Se veía algo de luz desde una de las ventanas pero nada más. Volvió a tocar y no obtuvo respuesta. Sabía que no podía irse así, por lo que decidió sentarse en la hamaca que colgaba del techo del porche. Y allí se quedó, mirando a la luna, pensando en ella y en todos los momentos que habían pasado juntos.
Carla había estado a punto de abrir cuando escuchó llamar a la puerta, pero sabía que era él y prefirió no hacerlo pues sería mucho más duro... y esperó a que cesaran lo golpes. Solo que ella no se había dado cuenta de que aún seguía fuera. Fue al rato cuando al ir a cerrar la ventana para irse a la cama, es que lo vio  tumbado... No pudo evitar una sonrisa al verlo pues se alegraba que estuviera aun allí.
Abrió la puerta y fue hasta él. Vio que estaba con los ojos cerrados, el cansancio le había podido... Así que se acercó  y con la mano se dispuso a acariciar su rostro. En ese momento el abrió los ojos cogiéndola por el brazo.
- Carla, por favor..., tienes que dejar que te explique. Yo traté de decirte...
- No tienes que explicarme nada. Sabía a lo que me exponía Miguel e impedí que tu lo evitaras. Disculpa mi comportamiento, pero no fue fácil saberlo de esa manera en la tarde...
- Lo se y te pido perdón por el trato de Fran, pero...
- Pero nada Miguel. Sabes, esto para mi es... No tiene sentido seguir hablando de algo que...
- De algo que sentimos y que es muy lindo.
- Me da miedo Miguel, no quiero...
- A mi también me asusta esto que siento y mucho..., pero no quiero impedirlo. Quiero vivirlo...
- Cada uno en un lado, por separado...
- Se que no es fácil, pero no quiero perderte Carla... - y diciendo eso la atrajo hacia sí, besándola con ternura y deseo a la vez..., queriendo retener ese momento por mucho tiempo más -.
De pronto, ella se apartó... lo miró y se marchó hacia la casa. El cerró los ojos tensando los músculos de la cara... pues no era fácil todo aquello. Pasado unos segundos los abrió y vio como la puerta de la casa seguía abierta. Se levantó y se dispuso a entrar pues sabía que ella lo estaba esperando. Cerró y reteniéndola contra la pared le dijo:
- Carla, mi linda... volveré. Óyeme bien..., vendré a por ti.
- No digas nada por favor Miguel, sólo bésame y hazme tuya.
Se amaron una vez más observados por esa clara luna cuya luz atravesaba las cortinas, la cual sonreía en ese oscuro cielo, como si fuera conocedora de ese bello momento que estaba sucediendo en aquella casa de la laguna.
Tras haberse quedado dormidos, unas horas más tarde Miguel despertó en la madrugada. La observó, se veía hermosa allí dormida. No quería marcharse y dejarla así, pero tenía que hacerlo..., era lo mejor para los dos. Tenía que evitar ese momento de despedida. Así que se vistió sigilosamente y se marchó, dejándole una nota sobre la almohada, la cual decía:
"No lo impidamos... Cuídate, un beso."
Continuará...
Un abrazo. Atardecer.
Publicado por atardecer
Publicado el 15/12/2013 16:59 - Total Temas: 170 - Total Mensajes: 5780 

 

 

 

Publicado por atardecer
Publicado el 02/10/2017 21:28 - Total Temas: 301 - Total Mensajes: 11944

 

 

 

CAPÍTULO 10

 

 

- Hola...
- Hola Atardecer, ¿qué tal?
- Bien... ¿Sabes?, me alegra de que seas el Director.
- Y a mi que formes parte de ello y que estés aquí.
- ¿Aunque no siempre sea posible?.
- Aún así. ¿Me permites un abrazo...?
- Claro que si, estaba por pedírtelo. Gracias.
- Ven aquí... Empezamos en 10 minutos, ¿si?. Todo irá bien.

 

En la laguna... 3,2,1 acción grabando!!

 

Miguel salió de la casa con una sensación de desgarro por dentro. Cómo le dolía dejarla allí..., sola. Se montó en el coche y aceleró tratando de coger fuerzas y poder seguir hacia delante sin volver.
Carla, se había despertado sobresaltada y enseguida se percató de su ausencia y de la nota. Se levantó yendo hacia la ventana y vio la polvareda que él dejaba en el camino. No pudo evitar que sus ojos se humedecieran. Algo por dentro se derrumbaba y le inquietaba..., pero confiaba en él, sabía que volvería.
Fue hasta la cama metiéndose en ella y allí, con la nota en la mano, abrazó la almohada embriagada por el olor corporal de Miguel, pensando en él y confiando en que aquello tan bonito que sentían pudiera continuar.
Por su parte él, transitaba por la carretera, acompañado de la luna y con los pensamientos en Carla, con dolor pero con fuerzas para volver en cuanto le fuera posible y con la esperanza de que eso tan lindo siguiera adelante..., aunque a la vez era consciente que le asustaba, si.., pues aquello que sentía por Carla, no le había sucedido antes con ninguna otra mujer de las que había estado.
Eran unas nueve horas de camino. Miguel podría haber cogido un vuelo, pero prefería hacer ese viaje en coche. Cuando llegó, pensó en llamarla antes de irse a descansar, pues tenía su número de teléfono ya que ella el día del juicio se lo llegó a dar. Marcó pero no lo cogía. Por la hora que era estaría con su hermana e igual no lo llevaba. Así que llamó a su casa para avisar de que había llegado bien. Él, al día siguiente se incorporaba al trabajo y quería ponerse antes un poco al día sobre los casos que estaban pendientes, así que tendría la tarde algo ocupada.
Carla en cambio, estuvo toda la mañana mirando su reloj. No sabía como estaría él, tampoco quería preguntar a Isabela. Así que se fue a comer y cuando llegó la tarde, al ver que la chica no le comentaba nada, intrigada le preguntó:
- Isabela, ¿sabes algo de tu hermano Miguel...?.
- Ah, sí... se me olvidó decirte. Me comentó mi padre que llamó y que llegó bien. ¿Estabas preocupada?.
- Bueno un poco, más que nada porque es un viaje largo. Pero ya estoy tranquila.
Le hubiera gustado preguntarle si dejó dicho algo para ella, pero pensó en que no era buena idea hacerlo.
Cuando volvía para la casa de la laguna, sentía un gran vacío, todo lo que veía le recordaba a él. ¿Qué le sucedía?, en poco tiempo aquel hombre había conseguido envolverle de tal manera, que ya no podía quitárselo de la mente ni de su interior.
Al llegar vio el móvil y tenía varias llamadas perdidas. Una de ellas era de Salvador, lo cual no le extrañaba, pues últimamente le había llamado varias veces y ella aún no le había devuelto la llamada pues no había encontrado el momento oportuno. Otra era de su amiga Lidia, la cual era reciente. Las otras dos no sabía de quién serían, pues era un número desconocido, aunque pensó que igual era Miguel. Recordó que en algún momento le llegó a dar su numero de teléfono, aunque ella no tenía el de él y sonrió al darse cuenta de que había estado tan bien con Miguel que ni siquiera se percató de pedírselo al marcharse.  Hasta ahora habían estado siempre juntos y no lo había necesitado, por lo que ni se le pasó por la cabeza. Pero a la vez pensó que igual era de alguien que se había equivocado al marcar, pues al haber llamado Miguel a su casa, daría por hecho que alguien le iba a decir a ella... además, tampoco estaba segura que él hubiera grabado su numero aquel día. Ya vería como hacía, igual se lo pedía a Isabela.
Había llegado la noche y se iba a la cama, aunque no podría dormir. Solo pensaba en que se terminaba el día y no había conseguido hablar con él. Trató de despejar la mente y se puso a leer. Tras un rato haciéndolo, apagó la luz y trató de conciliar el sueño. En ese momento sonó el teléfono y rápidamente lo alcanzó con la esperanza de que fuera él.
- ¿Si...?.
- ¿Carla?.
Al escuchar su voz, ella sintió que algo comenzaba a temblar en su interior.
- Hola Miguel, me alegra escucharte. ¿Qué tal?
- Mi linda, no muy bien, pues te echo de menos y cuánto daría por estar ahí contigo... Pero bueno, cuéntame ¿y tú?.
- Bien, tu hermana ha avanzado mucho hoy. Ya cada vez está más suelta y estuvimos...
- ¡Carla...! - le interrumpió él -.
- ¿Si?
- Cómo estás tu...
- Bueno, yo... a mí también me gustaría que estuvieras aquí. Te extraño tanto Miguel. Esta madrugada cuando...
- Tenía que irme, disculpa que lo hiciera así pero..., era lo mejor.
- Lo se...
- Ya te lo dije, volveré... no lo impidamos, ¿si?. Démonos esta oportunidad.
- Pero no es fácil, no va a serlo...
- Lo se guapa, pero dejemos que el tiempo y nuestros sentimientos digan..., ¿si?.
Miguel empezó a bromearle hasta hacerla reír. Y así, entre risas y agradable charla, le comentó que le había llamado cuando llegó del viaje y que ahora lo hacía en la noche porque al final la tarde fue un poco completa, pues estuvo poniéndose al día sobre algunos casos.
- Miguel, cuídate mucho... ¿si?. No te arriesgues demasiado, por favor.
- Todo irá bien guapa, no te preocupes. Un beso. Y cuídate tu también.
Los días fueron transcurriendo. Cada uno con su rutina, su diario... en el trabajo, con los compañeros o amigos, pero al llegar a la casa, en la noche... a ambos se les hacía aún más duro, aunque lo sobrellevaban algo mejor con alguna conversación vía teléfono, a través de escuchar sus voces y risotadas.
Miguel seguía con los casos que tenía pendientes, unos más arriesgados que otros. Sus días estaban bien ocupados, no sólo por la cantidad de trabajo sino por la dedicación al mismo, tratando de resolver cada expediente de la forma más rápida y eficiente posible. El tiempo que le quedaba libre lo dedicaba a practicar deporte o compartirlo con algunos amigos y conocidos.
Mientras tanto, Carla continuaba con las clases de Isabela, las cuales requerían más tiempo y dedicación, pues cada vez era mayor la mejoría que presentaba la chica, además de que su estado anímico era mucho más positivo gracias a la visita de su hermano mayor aconsejándole que su actitud debía cambiar; por lo que practicaban otros tipos de ejercicios además de planear alguna que otra salida como pasear o tomar algo fuera de la casa, pues cada día tenía más posibilidad de disfrutar de todo eso ya que anteriormente había sido muy reacia a hacerlo, incluso insistiéndole.
Por todo ello, es que Carla se sentía muy animada y sobrellevaba mejor el estar lejos de Miguel. También aprovechaba para quedar alguna que otra vez con Lidia y otros amigos, así como continuar con su vida como lo hacía antes de conocerle a él.
Salvador había vuelto a llamarla y estuvieron hablando. Él insistía como otras tantas veces en quedar con ella para verse, pero una vez más Carla se excuso y lo evitó, pues sabía el motivo por el que lo hacía y también que no podía corresponderle, siempre lo tuvo claro y ahora mucho más.
En la casa principal todo continuaba bien. Fran seguía en su trabajo y por el momento sin meterse en líos, aunque había días que llevaba peor la imposibilidad de estar con Carla o simplemente tenía alguna noche loca con consecuencias al día siguiente, debido a la ingesta de alcohol. Los padres echaban de menos a su hijo mayor cada vez más, llevando peor su lejanía, sobre todo ahora que su relación había mejorado.
Habían pasado un par de semanas y aunque Miguel seguía muy ocupado en su trabajo, extrañaba mucho a Carla, así que pensó en ir a verla. Ese viernes él había llegado muy tarde pero aún así la llamó para decirle. Intentaría coger un vuelo... y de no ser posible, de igual manera marcharía. Ella al saber la noticia se puso muy contenta y lo esperaba con mucha ilusión.
Fue posible coger un vuelo temprano y el sábado en la mañana, tras dejarlo el taxi en el camino donde él le indicó, antes que nada pasó por la casa de la laguna... para despertar a quién sentía su mujer y gozar una vez más junto a ella e impregnarse de aquello tan lindo que sentían.
Mas tarde, tras saludar a su familia, la cual se llevó una alegría pues no lo esperaban tan pronto ya que no era lo que acostumbraba a hacer, marcharon Carla y él, para disfrutar de un paseo por la playa, así como más tarde lo harían de una sencilla y agradable comida en un precioso y particular lugar donde se dejaron cautivar por la belleza y sencillez de los espacios naturales, pudiendo gozar de una tranquilidad y compenetración increíble entre ambos. Donde cada momento era especial, ya fuera conversando, riendo y bromeando o simplemente agarrados observando en silencio hacia el mismo horizonte, todo ello entre miradas y gestos de complicidad.
Pasaron la noche juntos, así como al día siguiente continuaron disfrutando el uno del otro tranquilamente en la casa de la laguna, charlando, compartiendo y amándose sin más. Resultó un fin de semana extraordinario para ambos.
Miguel aprovechó el final de la tarde para estar un poco con la familia. Le hubiera gustado saludar personalmente a Alex, pero le resultó imposible pues no tenía tiempo. Le avisó de ello por teléfono  y su amigo lo comprendió perfectamente. Después se disponía a marchar, pues aunque no lo quisieran volvía la realidad... Pero aún así, estaban satisfechos por todo lo bonito e interesante que le aportaba aquello que sentían.
No permitió que Carla lo llevara hasta el aeropuerto como ella le sugirió. Prefirió que se quedará allí en la casa y avisó un taxi.
- Cuídate mucho Miguel, por favor, ¿si?.
- No te preocupes. Quiero que tú estés bien.
- Si, lo estaré... pues me quedo con un recuerdo muy lindo de lo que hemos vivido durante este tiempo. Y en nada nos volveremos a ver... - dijo ella sonriéndole -.
- Así es. He disfrutado mucho de cada momento... Carla, y me gustaría continuar haciéndolo - le susurró mientras la atraía hacia sí -.
- A mi también... y no quiero pensar, solo disfrutar de ello - le dijo ella acariciando su rostro y besándole suavemente los labios -.
- ¿Sabes?, has calado muy dentro mío y aunque reconozco que aún me inquieta..., me apetece vivirlo. Recuerda mi linda, volveré.
Y tras besarla y abrazarla, se dirigió hasta el taxi que le esperaba y se marchó.

 

Continuará...  
Un abrazo. Atardecer.
Publicado por atardecer
Publicado el 01/02/2014 12:37 - Total Temas: 171 - Total Mensajes: 5781

 

 

 

Publicado por atardecer
Publicado el 10/10/2017 22:49 - Total Temas: 301 - Total Mensajes: 11944

 

 

 

CAPÍTULO 11

 

 

- ¡Atardecer... !. ¿Alguien sabe dónde está Atardecer?.
- Ah..., estoy aquí.
- ¡Ay...!, quieres asustarme de nuevo como en otras ocasiones, ¿verdad?...jaja.
- No perdona, simplemente estaba comprobando algo...
- No te pierdas más, ¿si...?. Comenzamos en 10 minutos.
- Ok...

 

En la laguna... 3,2,1 acción grabando!!

 

Después de ese bonito encuentro, al día siguiente todo volvía a la normalidad para ambos. A media mañana, Carla recibió una llamada de Lidia, quedando en la tarde para tomar algo y charlar. Su amiga estaba teniendo un día muy ajetreado de trabajo, pero seguro que para entonces ya andaría menos liada o eso es lo que ella pensaba, pues era cerca de las dos del mediodía cuando iba hablando por teléfono bien agitada a la vez que intentaba recordar donde había dejado aparcado su coche, el cual creía haber divisado..., yendo hacia el mismo. Se apoyó en él, mientras terminaba la conversación.
- Vamos a ver, le he dicho que hace una hora he ido a comprobarlo y no son los sofás que yo encargué... y es más, la persona que dejé al pendiente, os lo trató de explicar y ni caso le hicisteis... - se expresó Lidia -.
Alguien al otro lado del teléfono le hablaba, haciéndola enfurecer mucho más.
- Pero oiga, le digo que yo elegí unos sofás en tono azul y me lo han llevado en rojo... - seguía diciendo a la vez que hacía un montón de gestos con la mano y la cara -.
Estaba tan alterada, que ni cuenta se daba que al otro lado, alguien estaba abriendo el coche y le indicaba que por favor se retirara que iba a arrancar.
- Oiga señorita, si me disculpa, pero necesito que se aparte pues me tengo que marchar, por favor.
Al teléfono le seguían comentando, haciéndola mosquear de tal manera, que dio un par de golpes al techo del coche...
- Mire, quiero que inmediatamente se lleven esos sofás de mi casa... y es más, no quiero que me lleven ningún otro, pues no hicieron bien mi pedido, ¿me explico?.
En ese momento, el señor que intentaba irse con su coche se dirigió a ella, rodeando el mismo, quién la reconoció a medida que se acercaba. Esperó pacientemente a su lado un momentito hasta que Lidia terminó la conversación, cosa que hizo dando un puntapié a una de las ruedas.
- Pero oye, ¿quieres dejar de golpear mi coche...?, no tiene culpa, ¿sabes?.
Y Lidia tras escuchar esa fuerte voz muy cerca suyo, es que reaccionó. Se giró con el rostro fruñido y se encontró con una sonrisa pícara..., la de Alex.
- Ah, lo que me faltaba..., el abogado del doctor.
- Jaja... Hola Lidia, ¿se puede saber que te sucede que lo estás pagando con el pobre coche?.
- ¿Pero que te da a ti lo que yo le haga a mi coche...?.
- Jaja..., pero es que resulta que no es tu coche, sino el mío.
- ¿Qué estás insinuando que estoy majareta...?, claro que es mi coche.
- ¿Estás segura...?. Intenta abrirlo.
Y así hizo, pulsó el mando..., pero no hubo ningún resultado. Y tras tranquilizarse y comprobar que no era el suyo, se disculpó a regañadientes.
- Ayyy.... ¿perdona si?. Pensé que era el mío, pues es muy parecido ya que tiene el mismo tamaño y color.
- ¿Y así lo tratas...?, jaja... - bromeaba Alex sin poder contener la risa, comprobando que esa mujer seguía con su simpático descaro -.
- Mira, ¿sabes qué?, no he tenido una buena mañana y no quiero pagarla contigo, pero si sigues provocándome puede ser que el próximo golpe lo reciba tu zona más débil.
- Ahhhh..., ¡no por favor!... - dijo él llevando sus manos hacia abajo-.
- Te advierto..., si sigues haciéndote el gracioso conmigo, lo hago, ¿eh...? - y sin querer tuvo que reir pues la postura que puso Alex bromeando no era para menos -.
- ¿Qué te parece si te ayudo a buscar tu coche y luego vamos a comer algo?.
- Pues la verdad, creo que me va a venir muy bien... - contestó Lidia -.
- Que digo yo..., ¿qué más te da un sofá rojo que azul...?. Está bonito ese color también, ¿no crees?.
Lidia le miró rápidamente con cara seria... y ambos rompieron a reír a carcajadas. Así que tras comprobar que el coche se encontraba un poco más adelante, se fueron a tomar algo y la verdad que pasaron un par de horas muy agradables y divertidas, charlando de algunas cosas y riéndo, lo justo para volver de nuevo a los respectivos trabajos, tras tomarse un café.
De hecho Lidia volvió a llamar a la tienda, llegando a un acuerdo en que dejarían uno de cada color, le gustó la idea. Al final de la tarde, se vio con Carla, a la que animó contándole todo lo acontecido en el día, incluido el encuentro con el amigo de Miguel. Amabas rieron un montón y a la vez, Carla le comentaba a su amiga lo bonito que había sido el fin de semana para ella.
Ya había pasado casi una semana de aquello. Salvador volvió a llamar a Carla, pero no pudo hablar con ella. Estaba tomándose un café en el bar al lado de la comisaría y llegó unos de los compañeros, manteniendo con él una conversación. En medio de la misma, salió el nombre de ella.
- Ah, ¿sabes Salvador...?, pues el otro día vi algo que me chocó mucho. Al principio pensé que me equivoqué de persona, pero no..., era él.
- ¿De quién hablas?.
- Vi a Miguel Méndez.
- Si, ya lo he visto alguna vez por aquí últimamente.
- Pero lo que más me extrañó fue con quién lo vi.
- Imagino que con algún amigo de los que siempre tuvo por aquí.
- No, no... estaba muy bien acompañado. Se trataba más bien de una amiga y por cierto se les veía muy acaramelados paseando por la zona del embarcadero.
- Bueno, no es de extrañar eso de él..., siempre tuvo mucho éxito con las mujeres.
- Si, ya lo se..., pero no lo había visto así antes de esa manera, se les veía enamorados.
- Bueno y ¿por qué dices que te extrañó..., quién es ella?. ¿La conocemos?.
- Sí, se trata de Carla Vega.
Tras decir eso, a Salvador le cambió la cara. Su mandíbula empezó a tensarse.
- ¿Qué dices...?. ¿Estás seguro?.
- Si lo estoy..., yo bajaba en ese momento del coche y aunque al principio me extrañó mucho, te aseguro que eran ellos. No se cómo se habrán conocido..., pero se trataba de ellos.
Esa conversación se quedó ahí. Pero él trataría de averiguar qué de cierto había en todo aquello, pensó Salvador Mejía.
Había pasado casi dos semanas desde el último encuentro, y en ese tiempo Carla y Miguel aunque habían conseguido hablar casi todas las noches, no habían sido largas conversaciones, pues él había estado muy ocupado con el trabajo viajando y llegando tarde a casa. Ese era el motivo también por el cual no llegó a ir para allá Carla a verle el pasado fin de semana. Y eso le había sucedido a Miguel aquel viernes, que eran cerca de las dos de la madrugada cuando llegó. Pensó en darse una ducha y aunque era tarde llamaría a Carla, pues deseaba mucho hacerlo y al día siguiente ella no tenía que trabajar.
Mientras se duchaba, llamaron a la puerta pero él no escuchó. Tras varios intentos la puerta se abrió. Era Elena, la chica con la que se veía tiempo atrás. Se percató de que estaba en la ducha, así que pensó que era buena idea sorprenderlo allí. Estaba dispuesta a hacerlo, cuando comenzó a sonar el teléfono de Miguel que lo había dejado en la mesa del salón. Así que intrigada se fue hasta el mismo y vio el nombre de Carla. Y sin pensárselo, descolgó:
- Si, ¿dígame...?, ¿si...?.
Al otro lado del teléfono no se escuchaba nada. Carla extrañada estuvo a punto de colgar.
- Si por favor, dígame... ¿por quién pregunta?.
- Ah, disculpe..., creo que me he equivocado, pues llamaba a Miguel..., - logró decir Carla -.
- No, no se ha equivocado... Si, dígame, ¿quién es usted?.
- Eh..., perdón, ¿y usted quién es..., alguna compañera de trabajo?. ¿Le puede decir que le ha llamado Carla, por favor? - dijo pensando en lo raro que era todo aquello -.
- Jaja, no..., soy su pareja. Está en la ducha, ¿qué deseaba?, ¿quién le digo que le ha llamado? - le decía Elena de forma irónica y descarada -.
- No, no se preocupe..., ya le llamo en otro momento. Gracias.
Y tras decir eso y colgar, Carla se quedó paralizada. No sabía que pensar. ¿Su pareja?, no podía ser... Tenia que haberle dicho que le pasara con él, ¿pero por qué había cogido ella su teléfono?. No había otra explicación. Qué ilusa, preguntando a esas horas si era su compañera de trabajo. Además aquella mujer se había reído descaradamente de ella. Pero no podía ser..., eso no le podía estar pasando. Por eso sus escasas llamadas últimamente..., pero no, no podía estar engañándole de esa manera, tenía que haber una explicación para todo ello. No, Miguel no podía estar haciéndole eso. ¿Pero quién era esa mujer, que estaba en casa de Miguel a esas horas y se atrevía a coger su teléfono mientras él en la ducha...?. Ay, no... Qué tonta había sido..., se lamentaba. Y no pudo evitar que sus ojos se humedecieran y sintiera impotencia, mientras todos estos interrogantes pasaban por su cabeza. Pero no, no iba a flaquear. Tenía que ser fuerte.
Elena, tras colgar se limitó a borrar la llamada sin más.
En silencio, comenzó a quitarse algo de ropa y semidesnuda se acercó al cuarto de baño. Justo cuando abría la puerta que estaba medio cerrada, se encontró con Miguel que acababa de colocarse la toalla. Él se quedo paralizado cuando la vio allí y de esa manera. No entendía nada. No pudo evitar cabrearse mucho más cuando ella se quiso acercar a él y tuvo que apartarla.
- ¿Qué significa esto Elena?. ¿Se puede saber cómo has entrado y que haces aquí?. Lo nuestro terminó.
- Iba de regreso a casa y casualmente vi que entrabas en la tuya. Continué..., pero no pude contener las ganas de estar contigo, pensé que te gustaría la idea de que estemos juntos, yo no te he olvidado Miguel. Me gustaría que volviéramos...
- Haber, eso no va a suceder, porque lo nuestro fue algo esporádico en el que los dos buscábamos lo mismo... y eso ya no tenía sentido, ¿te acuerdas?. Y mucho menos esto que estás haciendo. Quiero que me digas que haces aún con llaves de mi casa. Supuestamente me las habías devuelto tras ofrecerte que te quedaras aquí varios días hasta que pudieras ir a vivir a tu nuevo apartamento. No me importó pues por entonces estábamos juntos. Y no vi el motivo de tener que cambiar la cerradura pues no lo creí necesario ya que no pensé en que tenía que desconfiar de ti..., pero ya veo que sí.
- Lo siento Miguel, te di la que solía usar. Pero hoy recordé que en el coche siempre llevaba otra copia...
- Que nunca me devolviste, ¿verdad?. Vístete ahora mismo y te vas de aquí, por favor. Esto no tiene sentido. Todo había quedado claro, no se a que viene todo esto ahora.
- Pero yo acabé enamorándome de ti... Miguel, por favor, estemos juntos de nuevo.
- ¿Enamorada...?. Mira Elena, no creo que tú sientas eso por mí. No me vas a hacer sentir mal... No tienes ningún derecho a entrar a mi casa así. Ya no, desde el momento en que te dije que dejaríamos de vernos. Pero no has respetado eso. Estuvo bien lo que vivimos, pero ya terminó. Los dos sabíamos que eso no tendría futuro y decidimos dejarlo.
- Llamé a la puerta, pero no me escuchabas, entonces...
- Decidiste entrar por tu cuenta. Además, ¿creo que vienes algo tomada, no?.
- Solo me tomé un par de copas.
- Suficientes para que no controles y hagas tonterías como la que acabas de hacer esta noche. Además de conducir bebida... ¿Qué pretendes?.
- Te he llamado varias veces a tu teléfono y me has evitado..., no me contestas.
- Te contesté al principio..., pero luego dejé de hacerlo pues no tenía sentido lo que pretendías. No hay nada entre nosotros, ¿no entiendes?. Nada... Tienes que olvidarte y seguir tu vida.
- ¿Y entre Carla y tú si lo hay?.
- ¿Qué sabes tu de ella...?. ¿Por qué me has hecho esa pregunta?. Contéstame Elena...
En ese momento se le vino algo a la cabeza y fue a comprobar su móvil.
- No te preocupes en buscar..., borré la llamada - dijo ella en tono seco -. Sí..., te llamó, pero creo que no volverá a hacerlo.
- Maldita sea, ¿qué le dijiste...?, ¿qué te has atrevido a decirle...?.
- ¿Qué Miguel..., te gusta esa chica?. ¿Te pone cachondo...?.
- Mira Elena... no me provoques, pues no quiero ser grosero contigo. ¿Por qué tienes este comportamiento?. Nunca antes fuiste así conmigo..., lo pasábamos bien, ¿recuerdas?. ¿Qué te pasa?.
- Contéstame por favor... - le insistió ella -.
- Está bien, si... me pone y mucho. ¿Satisfecha?.
- ¿Y te importa...?.
- Si... muchísimo. Y no voy a permitir que te interpongas entre nosotros, ¿me oyes?.
- ¿Hasta estar enamorado...? - seguía preguntándole -.
- Así es, aunque te parezca extraño, si es así... Quiero a esa mujer de una forma muy especial, como no me había sucedido antes con ninguna otra. Espero que lo entiendas y lo respetes.
- Está bien, disculpa mi comportamiento..., pensé que igual aún, tenías ganas de pasar una buena noche. Pero ya veo que eres otro...
- Soy el mismo..., sólo que ahora predominan mis sentimientos y además son diferentes.
- No te preocupes, no tengo más copias - le dijo ella dejando la llave sobre la mesa -.
- De igual forma, cambiaré la cerradura... - le dijo él acompañándola hasta la puerta, terminando así la conversación -.
En cuanto se fue, Miguel con rabia aún contenida, marcó el número de Carla. Sabía que era tarde pero tenía que aclararle. No sabía qué podía haberle dicho. Pero intentó varias veces y siempre le salía que ese numero no se encontraba disponible.
- Carla por favor, confía en mí. No dejemos que nada estropee esto tan lindo que sentimos - dijo Miguel en alto, como queriendo que ella pudiera escucharlo -.
El día siguiente no fue el mejor para ninguno de los dos. Ambos pensaban..., cada uno con lo que conocía de todo aquello. Miguel había intentado llamarla las veces que le había permitido su trabajo y nada, era imposible contactar con ella.
A la vez, Carla había tratado de distraerse planeando cosas para hacer. Pero estaba confusa, aunque había dejado el teléfono apagado, pensaba todo el rato si le habría llamado. Confiaba en él, pero... ¿y si era cierto todo aquello?. Tenía que dejarlo pasar unos días..., hacerse a la idea. Ya no sabía qué pesar.
Miguel había seguido insistiendo durante ese día, incluso llamando a Isabela para que le pasara, pero no había modo de hablar con ella. Le había dejado mensajes diciéndole que sabía lo que había sucedido tras su llamada, que lo sentía pero que podía explicarle todo.
Carla acababa de acostarse, pues ya estaba cansada de aquel horrible día. Pero la intriga le pudo y decidió activar su teléfono. Tenía mensajes y llamadas. En ese momento le volvía a llamar Lidia para quedar a cenar con los amigos y tomar algo, pues ya tenía una llamada perdida de ella también. Pero le dijo que no, aunque su amiga había insistido en ir a verla pues la notaba rara, pero le pidió que no lo hiciera convenciéndola de que estaba bien, para no preocuparla. Además había vuelto a llamarle Salvador, extrañándole su insistencia últimamente.
Pero al ver las llamadas y mensajes de Miguel, algo dentro suyo comenzó a estremecerse. El último que le llegó de él, ese sábado en la noche fue:
" Te quiero Carla y no me gustaría perderte. No puedo obligarte a nada..., la decisión es tuya".
Con aquello que leyó no pudo y quiso llamarle, escuchar su voz y que él pudiera aclararle. Así que marcó su numero.
- Carla, mi linda... ¿cómo estás?. Siento por lo que estás pasando, pero puedo explicarte...
- Hola Miguel, disculpa mi actitud, pero temía aquello que me tengas que decir...
- Solo hay una cosa que decir... y es que te quiero Carla, por lo que no quiero perderte.
- Yo tampoco, pero comprende mi situación..., pues no entiendo nada.
- Lo se y puedo ponerme en tu lugar, pero confía en mí, te puedo explicar todo.
Y así estuvieron conversando bastante tiempo, en donde Miguel le explicó desde que conoció a esa mujer, Elena..., el tipo de relación que llevó con ella hasta ese dichoso día en que se coló descaradamente en su casa respondiéndole a su llamada, comentándole también que no le había hablado antes de Elena porque fue algo que había terminado antes de conocerla a ella y tampoco había surgido el hablar de eso.
Carla confiaba en él y todo fue aclarado. Ella pudo comprender lo sucedido..., aunque aún tenía que asimilar todo y esperar que saliera aquello que había sentido en esas largas horas, desde su llamada y tras oír lo que le decía aquella mujer.
Miguel se había quedado más tranquilo, pero le dolía todo lo sucedido y no poder estar junto a Carla, para explicarle personalmente y amarla. Le dolía y mucho. Sabía que ella confiaba en él y era algo mutuo. Pero algo le inquietaba... y necesitaba verla. Sabía que era algo imprudente lo que estaba pensando, pero tenía que hacerlo. En la mañana temprano, saldría para allá. Además de ese domingo, tenía un par de días libres, no habría problemas respecto al trabajo.
Y así lo hizo, tras descansar unas horas, sobre las cinco de la mañana, salió. Estaba acostumbrado a viajar..., además, ese era un motivo importante pues quería aclararle todo mucho mejor y demostrarle su amor por ella. Pero no le dijo nada, para no preocuparla y que fuera una sorpresa. Si todo iba bien para la hora de comer estaría junto a ella abrazándola.
Ese día Carla se despertó mucho mejor, estaba contenta pero necesitaba estar tranquila, a solas. Así que decidió no salir a ningún lado. Estuvo ordenando un poco y luego preparó algo para la comida, quedándole todo el resto del tiempo para relajarse. Como aún era temprano, pensó en salir un rato a leer al porche. Hacía una brisa agradable y se estaba bien fuera. Tras un rato de lectura decidió ir hasta la laguna y observar una vez más aquel bello paisaje que tan lindos recuerdos le traía. No pudo evitar emocionarse y sonreír al pensar en Miguel. Cómo se había enamorado de aquel hombre..., qué le había hecho para quererlo y extrañarlo como lo hacía.
Sus pensamientos fueron arrebatados por el ruido de un coche. Sobresaltada se giró hacía atrás..., pero no podía creer lo que estaba viendo. Era Salvador. No sabía como había dado con ella, pues él no sabía donde es que trabajaba, pues nunca se lo quiso decir, precisamente para evitar que hiciera lo que había hecho..., ir a buscarla allí.
- Salvador... ¿qué haces aquí? - le preguntó ella tras bajarse del coche -.
- Eso mismo te pregunto yo...
- ¿Cómo has sabido que vivía aquí...?.
- No lo sabía, me lo acabas de decir tu. No venía a verte a ti, sino a ver a Miguel Méndez. ¿Tienes algo que ver con él... ?. ¿Cuántas cosas más me ocultas, Carla?. Ya veo que no me tienes la suficiente confianza para ser tu amigo..., porque lo soy, ¿no?.
- Últimamente esa amistad de la que hablas parece acabarse, con tu insistencia y con no respetar mi decisión. ¿Qué parte no entiendes Salvador, cuando te digo que no puedo tener algo contigo porque no es posible?. ¿Y para que vienes a ver a Miguel, de qué le conoces?.
- ¿A él si le tienes confianza...?. Y tú, ¿de qué le conoces?. ¿Qué haces viviendo en su casa?. Demasiadas preguntas para contestar, ¿no Carla?.
- Demasiadas o ninguna, Salvador. Te recuerdo que no tengo por qué darte explicaciones de mi vida.
- Ah, que pronto olvidas. Ya no te acuerdas del apoyo que te di tras lo que te sucedió, haciendo todo lo posible para que estuvieras bien... y me hubiera gustado ayudarte mucho más solo que no me dejaste.
- Yo te agradezco mucho el apoyo que me diste..., ¿pero vas a seguir echándomelo en cara hasta que me líe contigo?.
- Así que eso piensas de mi...
- Lo siento Salvador, estoy nerviosa. Todo esto me hace recordar cosas nada agradables para mí. Disculpa..., pero no es bueno que sigas usando ese tema para tu interés. Ya te lo quedé muy claro entonces, no puedo tener nada contigo y menos ahora...
- ¿Tal vez porque se me adelantó el siempre inmejorable Miguel Méndez?. ¿Qué tienes con él?.
- Es un hombre importante en mi vida ahora mismo, al cual quiero y del que estoy enamorada. Y estamos viviendo algo muy lindo que quiero que continúe. Siento todo esto de verdad, pero espero puedas entender. ¿Para eso es que venías a buscarlo?.
- Igual..., pero ya no importa. Me habían comentado que lo habían visto contigo. A mi me resultó algo extraño y quise venir a preguntarle personalmente, ya que contigo era imposible contactar. Averigüé exactamente donde vivía, pues alguien me dijo que cambiaron de casa y eso es lo que hago aquí... Simplemente que sin pensarlo también supe que es aquí donde trabajas. ¿Haciendo qué?, porque algo me hablaste al principio y yo entendí que en aquel momento, por tu estado anímico no te apeteciera contar más..., lo acepté y no te pregunté nada más, pero desde hace un tiempo para acá has querido comunicarte menos conmigo.
- Cuido de su hermana que tiene una minusvalía debido a un accidente que tuvo.
- Ah sí, creo recordar algo de aquello. Solo quiero que sepas que siempre estaré ahí para lo que necesites y me alegra que ya te hayas podido olvidar de todo aquello que sucedió aquel día... - le siguió diciendo él, en cierto tono irónico -.
Cuando Carla escuchó eso, un par de lágrimas salieron de sus ojos. En ese momento Salvador se acercó a ella para tranquilizarla, tratando de abrazarla.
- Perdón, no quería que te pusieras así. No, ven aquí... Sabes que siempre quise protegerte - le seguía diciendo a la vez que la abrazaba -.
Ella no sabía como interpretar esas palabras de Salvador, pues lo notó diferente, como resentido. Carla insistió diciéndole que estaba bien a la vez que trataba de separarse de él, pero Salvador la abrazó más fuerte.
En ese mismo momento Miguel llegaba. Le extrañó ver aquel coche allí..., pero cuando salió del suyo, pudo verlo todo. No se lo podía creer, Salvador Mejía, el hombre al que aborrecía, abrazado a Carla, la mujer que amaba. Algo dentro suyo se encendió y aunque trató de calmarse no pudo. Justo en el momento que se acercaba, ella ya había logrado separarse de Salvador, pero Miguel ya los había visto, sorprendiéndole su presencia a ambos.
Sin que les diera tiempo a decir nada, y viendo la sonriente cara con la que le miraba Salvador, Miguel se fue directamente hasta él, lo agarró... golpeándole en la cara.
- ¡Miguel por Dios!, ¿qué haces...?, puedo explicarte - le decía Carla asustada al verlo de esa manera-.
Pero él no escuchaba, lo volvió a coger y agarrándolo por el cuello, lo puso contra uno de los árboles:
- ¿Qué haces en mi casa maldita sea y con tus asquerosas manos puestas en ella... eh?. Dime o soy capaz de matarte aquí ahora mismo.
Al ver la sonrisa que ponía Salvador, no dudó en darle un par de puñetazos más.
- Miguel... ¿qué haces por favor?. Suéltalo o vas a cometer una desgracia - le gritaba ella -.
Sin soltarlo, miró penetrante a Carla furioso con los músculos de la cara tensos, diciéndole:
- ¿Qué?..., ¿te preocupa mucho si lo hago..., eh?. ¿Qué significa todo esto Carla...?. ¿Por qué...?, ¿por qué con él...?, maldita sea.
- Miguel, no es lo que piensas. Él es...
- No, no te molestes en presentármelo..., se quién es este asqueroso tipo - le interrumpió él más furioso aún -.
En ese momento en que Miguel hablaba con ella, Salvador aprovechó y le devolvió uno de los golpes, haciendo que sangrara por la nariz desplazándolo hacia atrás. En ese momento Carla se puso a gritar al verlo ensangrentado.
- Sí..., ya se, te soy aborrecible, pero no soportas la idea de que haya podido estar con ella, ¿verdad?... jaja - se burló Salvador -.
Al oír eso Miguel, se acercó de nuevo a él dándole tal golpe que lo quedó casi inconsciente en el suelo.
- Maldito seas...
- ¡Miguel... lo vas a matar!, ¡suéltalo por favor!, hazlo por mí - le decía ella tirando de él y evitando que le arrematara con otro puñetazo -.
En ese momento, Miguel se detuvo, girándose hacia ella...
- ¿Por qué Carla...?, ¿por qué estabas abrazada a este tipo...?. ¿Por qué me haces esto, por qué...?, ahora que te había confiado mi amor..., no te lo puedo perdonar, ¿entiendes?.
- No, no entiendo nada Miguel..., y quiero que me expliques, al igual que yo a ti - le decía ella, mientras trataba de que no se fuera -.
- Suéltame Carla, he hecho un montón de kilómetros para estar contigo y explicarte mejor sobre tus dudas para que no te sintieras mal y me encuentro con esto..., para mí tan desagradable.
- Pero confiamos el uno en el otro, ¿no era así Miguel...?.
Pero en ese momento él vio como Salvador ya reaccionaba y se ponía en pie. Así que lo agarró obligándole a marcharse de allí.
- Vete de mi casa y no vuelvas por aquí... ¿entendido?. Porque si lo haces, esa vez no me compareceré de ti.
Una vez se fue Salvador, Miguel se dispuso a marcharse. No quería que alguien de su familia lo viera en ese estado. Su cabello estaba todo despeinado y su rostro, al igual que su camisa, estaban manchados de sangre. Se disponía a entrar en el coche cuando Carla lo agarró por el brazo.
- Miguel por favor, espera... no te puedes ir así, no sin que antes hablemos. Además no estás bien..., tienes que curarte esa herida - le decía ella desesperada, pues le dolía enormemente verle así -.
La miró y le entró unas ganas enormes de abrazarla, de hablarle..., de quedarse junto a ella en la casa de la laguna. Estuvo a punto de hacerlo, pero las imágenes de Salvador abrazándola se lo impidieron.
- No Carla, lo siento... pero ahora no puedo. No te preocupes por la herida, me cuidaré.
- Miguel por favor... quédate y hablamos. No puedes viajar así, ¿a dónde vas a ir...?.
- No, mejor no... estoy muy cabreado y es mucha la impotencia que siento. No es fácil digerir el ver al la mujer que amo abrazada al hombre que no hizo nada para impedir que mataran a mi compañero y amigo Esteban. No puedo y lo siento de verdad...
- ¿Qué...?.
Fue lo único que Carla pudo llegar a decir destrozada tras escuchar aquello que había comentado Miguel..., y viendo cómo se alejaba de la laguna sin poder hacer nada por evitarlo...

 

Continuará.
Un abrazo. Atardecer.

 

Publicado por atardecer
Publicado el 08/02/2014 18:19 - Total Temas: 172 - Total Mensajes: 5786

 

 

 

Publicado por atardecer
Publicado el 16/10/2017 21:40 - Total Temas: 301 - Total Mensajes: 11944

 

 

 

CAPÍTULO 12

 

 

- Hola Atardecer.
- Hola Director, ¿qué tal?.
- Bien, con ganas de comenzar con la grabación. ¿ Y tú...?.
- Contenta de poder seguir...
- Recuerda, todo saldrá bien.
- Gracias por estar ahí...
- Nada..., es gratificante para mí. Comenzamos en 10 minutos, ¿ok?.
- Estoy lista.

 

En la laguna... 3,2,1... acción grabando!!

 

Y allí se quedó Carla destruida por dentro, mientras observaba como Miguel se alejaba. No pudo impedir que unas lágrimas corrieran por su rostro. No sabía qué hacer. Le hubiera gustado salir tras él y poder explicarle, saber hacia dónde iría, poder calmar su rabia. Pero no, tenía que dejar que todo se tranquilizara, pues ahora de nada serviría.
Ella tenía que averiguar, pues aquello que Miguel dijo la dejó bastante intrigada, haciendo que algo por dentro se inquietara.
Se acercó hasta las escaleras del porche y se sentó, con la vista puesta en la laguna. No podía dejar de pensar en él y en cómo se sentiría.
Miguel había recorrido varios kilómetros de carretera, con una sensación de impotencia y desazón, pero a la vez no dejaba de pensar en Carla y en el estado en que se encontraría por lo sucedido. Tal vez lo mejor hubiera sido hablar, pensó, pero no era el momento, porque interiormente tenía que calmarse hasta poder comprender cualquier cosa que ella pudiera expresarle por encima de esas imágenes que se le venían una y otra vez a su mente.
En el fondo sabía que Carla tendría una explicación hasta hacerle entender..., pero ahora solo veía a ese maldito traidor con sus manos puestas en ella, así como imágenes que iban y venían de su compañero y amigo Esteban.
Se desvió hasta una zona de descanso, un bonito lugar desde el que a través de la gran vegetación, se veían unas vistas estupendas pudiéndose observar la ciudad de fondo. Necesitaba salir del coche y respirar aire fresco, así como gritar la rabia que sentía por todo lo que últimamente estaba aconteciendo en su vida.
Inspiró profundo y se puso a observar sin más el horizonte. Una leve molestia en su nariz, le hizo recordar que no había limpiado la sangre que aún permanecía en esa zona, aprovechando para hacerlo. Ensimismado en sus pensamientos reaccionó cogiendo su móvil dispuesto a llamar a Álex, porque su corazón le pedía que regresara donde Carla, pero su cabeza le decía que no debía. Así que se comunicó con su amigo.
- Hola Miguel, ¿qué tal?.
- Hola Alex, ¿te pillo en buen momento?.
- Si dime...
- ¿Estás fuera de casa?.
- Voy saliendo en este momento..., ¿por qué?.
- Necesito que nos veamos allí..., si es posible.
- En mi casa, pero tú, ¿dónde estás?. ¿Pasa algo?.
- Voy de camino para allá..., estoy bien, ya hablamos.
- Ok, aquí nos vemos.
Alex se había quedado fuera esperándolo, apoyado en su coche mientras realizaba algunas llamadas. Un poco más tarde llegó su amigo. Al bajarse y ver su aspecto sabía que algo no iba bien, preocupándose.
- Miguel... ¿qué ha pasado?, ¿estás bien?.
- Si estoy bien..., pero necesito asearme. Igual te he interrumpido, será poco tiempo.
- No, no te preocupes, iba a pasar por el despacho a recoger unas cosas. Luego había quedado para picar algo con unos compañeros, pero nada que no pudiera dejar. De hecho ya los avisé.
Tras saludarse, entraron a la casa.
- No sabía que vendrías este fin de... No se trata de un accidente, ¿verdad? - preguntó Alex al ver el golpe y a su amigo bastante tenso -.
- No, no lo es.
- Tal vez deberías ir a que te vieran, pues la nariz puede estar...
- No, no te preocupes..., no es nada. Es la sangre lo que más exagera.
Ambos se dirigieron al salón. Miguel dejó sus cosas y directamente fue a servirse una copa. Tras coger una de las botellas, la soltó...
- No creo que sea buena idea, pues por como te veo necesitarías más de una... Mejor cuéntame.
- Si, tienes razón - le dijo Miguel, yendo hacia la ventana, desde donde se veía parte del jardín -.
Alex se acercó hasta él y dándole un apretón en el hombro fue hasta uno de los taburetes que había un poco más allá, en la zona bar y allí esperó que su amigo le contase.
- ¿De quién se trata... ? - se adelantó Alex, aunque sospechaba el nombre que iba a escuchar -.
- De Salvador...
- Imagino que habéis coincidido en algún lugar, te provocaría y acabasteis a puñetazos..., ¿ me equivoco?.
- Me lo encontré abrazado a ella..., ¡a Carla! - dijo Miguel mientras su cara se tensaba y apretaba el puño -.
Alex al escuchar eso, cerró un segundo los ojos, acordándose de aquel día cuando trató de decirle.
Miguel continuaba contando...
- Vine para estar con ella y aclararle mejor, pues supo de Elena, fue algo que sucedió que ya te contaré..., y hubo un malentendido. No quería que se sintiera mal, así que me pillé unos días e hice un montón de kilómetros, para después encontrármela con ese tipo.
- Pero sólo estaban abrazados, ¿no?.
- ¿Cómo que sólo...?, te digo que estaba con Carla y, ¿simplemente dices eso...?, ¿ es que no te sorprende?. O es que... - comenzó a decir Miguel al ver la cara de su abogado -.
- Miguel, tienes que saber algo. No, no me sorprende porque sé que se conocen.
- ¿Qué...?. ¿Qué estás diciendo Alex...?, ¿qué tu sabes qué? - preguntaba Miguel más sorprendido aún -.
- Lo supe cuando ella estuvo en el hospital tras el accidente. ¿Te acuerdas de aquel conocido de Carla...?, pues se trataba de Salvador. Roberto se enteró y fue por él que lo supe.
- ¿Cómo?. Maldita sea Alex, ¿sabes lo que me estás diciendo?.
- Si lo se Miguel...
- Entonces, ¿por qué no me lo dijiste antes...?. ¿Alcanzas a imaginar lo que esto significa para mí? - dijo Miguel bastante cabreado -.
- Traté de decírtelo aquel día que viniste a mi despacho antes de viajar, cuando me hablaste de tus sentimientos hacia Carla, pues vi que ibas en serio con ella. Te dije que tenías que saber algo... Pero en ese momento no se si recuerdas, tuve que atender una visita y te dije que me esperaras, pero decidiste marchar.
- Pero hubo más momentos para podérmelo decir, justo cuando te enteraste, por ejemplo. Y además Roberto también lo sabía y tampoco me dijo nada... ¿Qué pretendíais, seguir tratándome como un estúpido? - dijo cada vez más sorprendido y enfurecido -.
- Entiende Miguel, sé que tenía que habértelo dicho antes, pero trataba de buscar el momento oportuno pues podías cometer una tontería. De hecho al principio cuando me hablabas de ella, traté de que pasaras y no te metieras en líos... y lo decía por eso. Pensé que no había necesidad de decírtelo porque tú ya te ibas e igual no volvías a verla. Sólo que después acabaste enamorándote de Carla y ahí es que traté de avisarte...
- Pero debiste hacerlo al principio, no ahora, que la tengo metida bien adentro y no sé cómo voy a hacer para sacarla...
- ¿Pero por qué tienes que hacer tal cosa...?. Os amáis. Él solo es un conocido.
- ¿Un conocido Alex?, ¡por favor!..., te digo que los vi abrazados en la laguna - dijo Miguel dando un golpe en la pared -.
- Trata de calmarte porque así no adelantas nada. Igual te estás precipitando. ¿Has hablado con ella?.
- Que me calme ¿dices...?. Mira creo que no fue una buena idea haber venido... - dijo yendo hacia la salida -.
- Miguel por favor..., no hace falta que te vayas, lo hago yo. Quédate, date una ducha y trata de calmarte. Tómate el tiempo que necesites. Si cuando estés más tranquilo quieres que hablemos, sabes dónde buscarme. De verdad que lo siento..., pero a día de hoy no me arrepiento, y ¿sabes por qué... ?, porque de haberlo sabido antes no te hubieses dado la oportunidad de conocerla como lo has hecho, y todo por seguir en el pasado y por no dejar a un lado lo ocurrido. Y hasta donde la conozco y por lo que se de ti, es una gran mujer que merece la pena no perder.
Y tras decir Alex eso, Miguel lo miró fijamente... Y más enfurecido aún, al escuchar lo cierto de las palabras de su amigo, salió de la casa. Se introdujo en su coche y acelerando rápido se marchó, ante la mirada de Álex, que sentía todo lo que estaba pasando, pero que a la vez entendía la actitud de su amigo.
Mientras tanto Carla, en ese tiempo había llamado al teléfono de Salvador para que le explicara a que se refería Miguel con lo que dijo, pues algo le inquietaba. Pero le saltaba el contestador.
Aunque trató de evitarlo, al final lo necesitaba y llamó a Miguel. Pero él no cogía el teléfono, preocupándole aún más. Pensó en Alex, lo más seguro es que estuviera con él y de no ser así, tenía que ayudarla a saber de Miguel. Lo llamaría pues debía de tener aún su teléfono de cuando el accidente.
En ese momento, recibía una llamada. Era su amiga Lidia para que se vieran en la tarde.
- Hola Lidia.
- Hola amiga, ¿qué tal?.
- Bien...
- ¿Qué te pasa? Te noto rara.
Y Carla no se pudo contener, comentándole lo sucedido, incluido el motivo por el cual había venido Miguel ese día, respecto a lo de Elena.
- Ay... amiga, no. Siento por lo que estás pasando. Y ese estúpido de Salvador, siempre en el momento menos adecuado, haciendo de las suyas..., fastidiándote como de costumbre. Ay!, es que no lo aguanto..., nunca pude con él.
- Pero ahora el que me preocupa es Miguel, no sé donde habrá ido, como estará. Incluso pensará que tengo algo con Salvador..., ¡ay no! - se quejaba Carla -. Además lo culpa de algo pasado, respecto a un amigo que murió... y tengo que saber más sobre eso. Pero ando llamando a Salvador y no es posible hablar con él.
- No tienes que hablar nada con ese tipo. Pasa de él. Siempre hubo algo en él que no me gustaba.
- Antes no era así, sólo que empezó a pretender algo conmigo, y acabó fastidiándolo todo, pues no termina de respetar mi decisión.
- ¿Y qué piensas hacer con respecto a Miguel...? - preguntó Lidia -.
- No sé, lo he llamado pero no me coge. He pensado en hablar con Alex, tal vez él sepa y si no, pues, podría ayudarme a saber algo de él. Pero no sé, igual es mejor dejar pasar un tiempo a que se calme, a que vea las cosas de otra manera.
- ¿A qué vas a esperar Carla?, ¿a que se marche con esa idea, pensando que tienes algo con ese tipo?.
- Pues no debería de pensar eso Lidia, y si lo hace, es que no confía lo suficiente en mí.
- Ay, Carla..., te comprendo, pero por mucho qué confíe en ti..., entiéndelo, te vio en brazos de Salvador, al que al parecer no soporta.
- Ya lo sé amiga, claro que lo entiendo..., por eso es que me gustaría poderle contar y estar cerca suyo.
- Creo que deberías preguntar a Alex si sabe de él.
- Está bien, pero disculpa... dime, ¿cuál era el motivo de tu llamada?.
- Bueno, era para vernos esta tarde. Había quedado con los amigos para tomar algo pues ¿sabes?, ha venido Javier a pasar unos días.
- Ah, ¿ha venido tu hermano...?, pues entonces la risa está servida. Os divertiréis.
- Preguntó por ti...je. Podías acompañarnos, aunque sea un rato para tomar un café. Te vendrá bien. Aunque imagino que tu ánimo en este momento no sea el mejor, tal vez necesitas hacerlo para desconectar y relajarte un poco.
- No sé, no me apetece la verdad..., pero ya te digo si decido ir.
- Ok, un besote y no pienses mucho, ¿si?. Por cierto, ¿has comido?.
- No, aún no... y no creo que lo haga pues no me apetece.
- Nada de eso, come algo y descansa un poco, ¿ok?.
- Bueno. Gracias Lidia, seguro que todo esto se soluciona en algún momento, o eso espero.
Tras terminar de hablar con su amiga, decidió llamar a Alex. Pero mientras buscaba el número, pensó en no hacerlo. Mejor así, ya intentó hablar con Miguel y no fue posible. Además, el estaría bien..., sabía como controlar las situaciones, solo sería cuestión de tiempo para que pudieran hablar..., o en eso confiaba.
Miguel aparcó su coche cerca del hotel que un momento antes había decidido reservar para el tiempo que se quedaría por allí. Pensó en ir a su casa y saludar a su familia, pero prefirió dejarlo para otro momento cuando estuviera más tranquilo, además se vería obligado a responder a ciertas preguntas y no le apetecía, por eso decidió no ir para la casa a dormir..., y sobre todo para que su madre no se preocupara.
Mientras conducía había sonado su teléfono y sin llegar a cogerlo había desviado la mirada hasta él, viendo que era ella, resultando más difícil todo aquello.
Salió del automóvil y al coger sus cosas, entre ellas su teléfono, tuvo la tentación de llamarla. Pero pensó que era mejor no hacerlo, aunque tenía que reconocer que tras esa furia que se apoderaba de él, aún seguía su deseo de estrecharla entre sus brazos.
Llegó a la habitación. Entró y se fue directamente a dar una ducha. Dejó que el agua refrescara y calmara su cuerpo, así como su mente. Tras terminar comenzó a vestirse colocándose unos vaqueros y una camisa blanca, la cual dejó sin abrochar. Su cabello permanecía húmedo y algo revuelto, tras haberlo frotado con la toalla.
Seguido, se fue hasta una de las botellas que había en la zona bar y se sirvió una copa bien cargada. Se acercó hasta la ventana que daba a la terraza y allí se quedó observando, pensativo... dándole un buen trago a la bebida.
Se retiró un poco, hasta sentarse en un sillón que había cerca y allí recostado, siguió tomando hasta terminarse el contenido. El cansancio del viaje le pudo, y se quedó dormido.
Cuando despertó, se percató de la oscuridad que se había instalado en la habitación. Salió fuera y pudo ver como el sol se iba acomodando para su puesta. Necesitaba salir de allí, solo que no sabía hacia dónde ir para que la cabeza no diera más vueltas. Estaba entre llamar a Álex, o ir hacia su casa y ver a su familia. Y tras unos minutos pensando, se decidió por hacer esto último..., tal vez guiado en cierta manera por la esperanza de encontrarse con ella.
Tras ir al baño y estar listo se marchó saliendo hacia el destino previsto.
Entretanto en la casa de la laguna, Lidia y Javier trataban de convencer a Carla de que se fuera con ellos a tomarse algo, pues llevaba toda la tarde encerrada y con el móvil desconectado.
- Lidia, te digo que estoy bien..., me apetecía estar aquí tranquila, nada más.
- Por favor Carla, tranquila ¿dices...?. Imagino que habrás tenido todo este tiempo dándole a la cabecita y lo peor sin llegar a conclusión alguna.
- Es que no se trata solo de que Miguel me viera abrazada a Salvador, aunque era él quien me agarraba y no yo. Es todo lo que sucedió alrededor de ello lo que me inquieta...
- Ay... mi Carla, te desconozco por completo. ¿Dónde está esa chica fuerte que no se le ponía nada por delante..., ¿eh?. Que rápido buscaba una solución para todo y la encontraba animando al personal... ¿dónde? - dijo Javier dándole otro abrazo -.
- Amigo... como me ha alegrado verte de nuevo, y ¿sabes...?, esa de la que hablas hace como un par de años que se fue y le cuesta volver...
- Nada de eso amiga, sabes que no eres el tipo de mujer que se queda parada sin hacer nada. Entiendo que no te apetezca, pues no es nada agradable lo que te sucede..., pero un par de copas te vendrán muy bien.
- Ay... no, hace tiempo que no tomo y me caerán mal. Por favor, yo estoy bien aquí, de verdad.
- Carla... por favor te lo pido yo, cámbiate que nos vamos. No insistas porque no nos iremos sin ti..., ¿verdad Javier?.
- Así es Lidia... - respondió él -.
Carla se había dado un baño antes justo de que sus amigos vinieran y como vio que no tenía otra opción, se dispuso a cambiarse de ropa para salir. Solo estaría un rato, pero así dejarían de insistir quedándose tranquilos. Eligió unos vaqueros que combinó con una blusa negra y una chaqueta tallada del mismo color.
Cuando iban por el camino se cruzaron con el coche de Miguel. Él se echó a un lado para que no hubiese problema al pasar pues el camino era más bien estrecho para pasar dos coches holgadamente. Lidia, que era la que conducía al percatarse de que era él, se paró bajando la ventanilla.
Miguel al comprobar de quienes se trataba hizo lo mismo. Fue inevitable que su mirada fuera directa hacia Carla, la cual no pudo sostenerla por mucho tiempo, dirigiendo su rostro hacia el frente, a la vez que quería matar a su amiga por haberse parado.
- Hola Miguel, ¿qué tal?. Veo que luces igual de bien que siempre. Vamos a tomar algo, si te apetece puedes acompañarnos - decía sin más Lidia -.
- ¿Qué, hay algo que celebrar...?. Porque por mi parte no es así..., todo lo contrario. - Dijo él irónicamente dirigiendo su mirada a Carla -.
- No, no se celebra nada, pero tal vez hablar vendría bien ¿no crees...? - seguía diciéndole Lidia, mientras Carla seguía callada -.
- Te agradezco, pero no creo que sea el momento..., ahora si me disculpáis.
- Ok, doctor. Guapo, pero testarudo...
- ¿Qué dijiste...?.
- Si quieres volver a escucharlo..., síguenos y te lo cuento, - dijo Lidia en ese tono pícaro que le caracterizaba, para quitar importancia al asunto, haciendo incluso que Miguel sacara una inevitable sonrisa -.
- Ya basta, Lidia... marchémonos de aquí de una maldita vez... - dijo Carla, sin poder evitar que su mirada buscara la de Miguel -.
Él llegó a su casa más intranquilo aún tras encontrarse con Carla y Lidia. Se había percatado de alguien más en el coche, pero ahora ya no quería pensar nada más.
Saludó a sus padres y a su hermana, los cuales además de sorprenderse se alegraron mucho de su presencia.
- Miguel..., qué bueno que estés por aquí. ¿Ya viste a Carla...? - dijo Isabela abrazándose a él -.
- Si... ya ha he visto - dijo él algo parado, pues no se esperaba que su hermana le preguntara eso -.
- Miguel hijo, que alegría verte de nuevo -comentó Mariela dándole un fuerte abrazo-. Oye, ¿y esto? - le preguntó al ver que la zona de la nariz estaba algo amoratada -.
- No te preocupes mama, sólo fue un golpe... - en cierta manera, así fue, pensó Miguel, pues no le gustaba mentir, aunque se tratara de una mentira piadosa... -.
- ¿Qué tal papá...?
- Bien Miguel y ahora mucho mejor al verte aquí. ¿Va todo bien...? - le preguntó su padre al observar su cara de cerca -.
- Si va todo bien, no te preocupes... - dijo abrazando también a su padre -. ¿Y Fran?.
- Bien..., salió esta mañana temprano pues este fin de semana salía de viaje con los amigos. También nos comentó que tiene pensado comprar un apartamento que vio cerca de donde trabaja.
Miguel aprovechó que estaban preparando la cena, para picar algo, pues no había comido nada en todo el día. Y así estuvo un rato charlando con su familia. Fue al baño y mientras se lavaba los dientes no dejaba de pensar en ese momento en el que había vuelto a ver a Carla en el camino y en dónde estaría ahora. Todo lo sucedido le dolía, pero más aun no estar cerca de ella.
No podía quedarse allí y romperse la cabeza pensando. Llamaría a Álex y trataría de aclarar las cosas. Aunque había discutido con él, ambos sabían que aun así, estaban ahí par apoyarse en cualquier momento.
Cuando terminó, se dirigió a su familia.
- Bueno os dejo, voy a ver si veo a Alex que había quedado con unos compañeros.
- Y tus cosas, ¿no las quedas? - preguntó su madre -.
- No, en principio no pasaré la noche aquí.
- Ah, está bien..., pero si vienes para la hora del desayuno puedes tomarte un chocolate caliente, pues tengo pensado prepararlo como antaño, ¿recuerdas?.
- Si, claro que lo recuerdo. Te queda estupendo. Pero no sé si estaré por aquí en la mañana.
- Como puedes comprobar, tu madre recurre a esas cosas con las que sabía como retenerte cuando eras pequeño... - dijo su padre, haciendo que todos rieran -.
- Así es papá y como lo conseguía... - dijo Miguel, agarrando a su madre por los hombros atrayéndola hacia él con un gesto cariñoso -.
- Y cómo me gustaba esos ratos en lo que me contabas mientras te lo tomabas... - dijo ella sonriéndole -.
Y tras despedirse de su familia, se marchó.
Antes de llamar pensó en pasarse por la zona donde solían ir por si veía a Alex o a algún que otro amigo. Y justo cuando iba a bajar del coche se encontró con varios de ellos. Se saludaron y entraron en uno de los café-pub, pero una vez dentro vieron que había mucha gente por lo que optaron por quedarse fuera en la zona de la terraza, pues hacía una temperatura agradable. Y allí pasó un rato distraído charlando de temas que lo mantenían desconectado.
Tras terminar su copa, fue hacia el baño. El interior se había quedado algo más despejado, pero aun así costaba ir de un lugar a otro del local. Justo cuando iba llegando, alguien le llamó la atención desde una de las barras. Era Alex que estaba con unos conocidos.
A la vuelta, fue hasta allá. Los saludó, cruzó unas palabras con ellos y luego se quedó hablando con Alex un poco más retirado.
- Alex, discúlpame por la actitud que tuve. Aunque hubiese preferido que las cosas hubieran sucedido de otra manera, porque me mosquea que no me lo dijeras antes, comprendo tu situación.
- No tengo que disculparte, al contrario, te entiendo y lo siento, pero deberías hablar con ella, pues es de la única manera que podrás aclarar las cosas.
- Si, se que es necesario hacerlo..., solo que estoy intentando dejar pasar un poco de tiempo, aunque la verdad que me asusta lo que tenga que decirme..., pues desconozco la relación que tenga con Salvador.
- No creo que haya relación alguna, por lo menos en el sentido que puedas pensar. Serán conocidos o como mucho amigos. Pero por encima de eso está lo que sentís el uno por el otro y si no es posible continuar..., pues cuanto antes lo afrontes mejor.
- Lo se Alex, pero no va a ser fácil. Sabes de las relaciones que he tenido, pero ésta... es diferente.
- Lo sé amigo. Por eso te digo que...
- Si, dime... ¿por qué te quedas callado?.
- Tal vez porque me vio a mi y prefirió no continuar... - dijo Carla, que pasaba por allí en dirección al baño, encontrándose con ellos -.
Alex la miraba... sin saber qué decir y Miguel se volvió sorprendido al escucharla.
- Hola Carla, ¿qué tal? - dijo Alex -.
- Hola Alex, bueno..., hubo momentos mejores. ¿Todo bien?.
- Si... gracias - logró decir Alex, pues estaba más pendiente de las fijas miradas que había entre su amigo y Carla -.
- Al parecer si tenías que celebrar... ¿no es así? - dijo dirigiéndose a Miguel, aunque reconocía que con su mirada la estaba intimidando bastante -.
- Tenemos que hablar... - le respondió Miguel, prefiriendo ignorar su irónica pregunta-.
- Tal vez, pero ahora estoy ocupada. Te llamé y no obtuve respuesta...
- Lo sé y siento no haberte devuelto la llamada, pero no creí que fuera el momento.
- Y ahora tampoco lo es, pues te digo que estoy acompañada... Con permiso - dijo ella, marchándose y tratando de hacerse la fuerte, aunque lo que deseaba era decirle qué sí y marchar con él -.
Antes de que Miguel dijera nada, Alex se adelantó ofreciéndole tomar otra copa.
- Una más igual nos viene bien, ¿no crees?...
- Si, así es... o perderé la paciencia llevándomela a cuestas de aquí.
- Ay, amigo... el amor - le dijo sonriendo Alex, tratando de relajar la situación -.
Cuando Carla pasó de vuelta, pudieron ver como ella se dirigió hasta la otra barra que había. Allí se encontraba Lidia y unos cuantos más.
Mientras charlaban, Miguel no dejaba de mirar hacia donde estaba ella. Y aunque algo alejado, veía como Carla hablaba muy atenta con uno de ellos a la vez que se pedían una copa más.
Ambos amigos habían mantenido una interesante conversación, pero Miguel ya estaba inquietándose más de la cuenta pues veía como Carla, terminaba su copa y entre risas, su compañero tenía intención de continuar...
Sin más, dio un último trago y despidiéndose de su amigo, se marchó de allí. Alex no le preguntó pues sabía lo que iba a hacer.
Se acercó hasta Carla y dirigiéndose a Javier, se disculpó por interrumpir la conversación. Con delicadeza la cogió del brazo diciendo:
- Creo que ya has bebido demasiado, debemos irnos.
- ¿Cómo dices Miguel?. No voy a ir a ninguna parte contigo..., además estoy bien.
En ese momento intervino Javier.
- Oye, ya la has oído..., ella se queda. ¿Pero quien eres tú para...?.
- Es su pareja Javier... - le interrumpió Lidia, que se había percatado de lo que estaba sucediendo -.
Javier se quedó sorprendido al escuchar lo que dijo su hermana..., cayendo en la cuenta, que era el mismo que se habían encontrado por el camino, o sea que ese debía de ser Miguel..., por lo que no volvió a decir más nada.
- Hola Lidia. Gracias... - le dijo Miguel, pues sabía que había evitado tener que ser desagradable con él -.
Carla la miró algo molesta, pero ambas sabían que había hecho bien. Cogió sus cosas y acto seguido Miguel delicadamente, la tomó por atrás por la cintura dirigiéndose con ella hasta la salida.
Durante el corto trayecto hasta el coche hubo silencio por ambas partes. Pero una vez dentro, Carla no se contuvo:
- ¿Sabes?, no estoy borracha si es lo que piensas. Y estaba en buena compañía. Es Javier, mi amigo y hermano de Lidia, al que hacía mucho que no veía. Es muy divertido y me estaba haciendo pasar un rato agradable, tratando que desconectara de todo esto que... - miró hacia Miguel, y al cruzarse con su mirada no pudo seguir -.
- Siento haber interrumpido ese momento, pero creo que de seguir allí te habrías excedido con las copas, de hecho pienso que ya te hicieron efecto las que bebiste.
- Solo me tomé dos...
- Si, puede ser, pero algo cargadas y seguro que llegaron a un estómago bien vacio... ¿no es así?. Y el efecto no es el mismo...
Tras decir eso, el silencio volvió a invadir el espacio. Hasta que Carla se percató que Miguel no iba en dirección a la casa de la laguna.
- ¿Se puede saber a dónde me llevas?.
- Tranquila, no es un secuestro... - le dijo Miguel sin poder evitar una sonrisa -.
- ¿A un hotel...? - dijo ella cuando llegaron -.
- Si, pues estoy quedándome aquí. Me apetecía estar solo y no preocupar a mi familia.
- Está bien, pero puedes dejarme en la casa y luego regresarte si quieres.
- Ni pienses que te voy a dejar sola en ese estado.
- ¿En que estado Miguel...?. Te digo que estoy bien... - dijo llevándose las manos a las sienes -.
- ¿Estás segura?...
Una vez en la habitación del hotel, Carla fue al cuarto de baño. Cuando salió vio que Miguel se había quitado la chaqueta, y se había subido las mangas de su camisa. Aunque no se encontraba muy bien, pudo percatarse de lo atractivo que se veía.
Se había quedado parada en la puerta. Miguel la notó rara y fue hasta ella.
- ¿Qué te sucede...?.
- Estoy algo mareada...
- Tranquila, vamos a la terraza, te vendrá bien un poco de aire fresco... - le dijo, cogiéndola y sentándola en una de las butacas -.
Él se sentó a su lado y la observaba mientras ella mantenía los ojos cerrados. Aún así, algo embriagada, se veía bonita... - pensó -.
Una vez abrió los ojos, Miguel le preguntó si se sentía mejor, pues empezaba a refrescar y podía coger frío. Entraron y ella se sentó en la cama.
- Es mejor que te acuestes e intentes dormir - le dijo Miguel ayudándole a quitarse la ropa, pues veía que no se encontraba del todo bien -.
En ese momento al tenerlo tan cerca, no pudo evitarlo y puso sus manos en su rostro atrayéndolo hacia ella.
- Miguel, es cierto tenemos que hablar, eres el único hombre al que amo y con el que...
Y acercándose a sus labios comenzó a besarlos suave. A lo que Miguel no se pudo resistir correspondiéndole con un beso desenfrenado y pasional, hasta que reaccionó, echándose hacia atrás.
- Es mejor que trates de dormir y descansar. Así mañana te encontrarás mucho mejor..., y ya hablamos - le decía Miguel, mientras ella se introducía en la cama, aunque con unas ganas inmensas de hacerla suya -.
A su lado, sentado en el sillón, permaneció hasta que se quedó dormida. Se levantó, quedándose pensando y observando a través de la ventana. Después fue al baño y al salir, dudó si volver al sillón..., pues no tenía sentido. Así que se quitó la ropa entrándose en la cama, aunque sabía que no iba a ser fácil estar cerca suyo y no tocarla...
Al cabo de un rato logró dormirse. Aunque no fue por mucho tiempo, pues sintió el suave y acalorado cuerpo de Carla tras él, cuyas manos hacían estremecer su espalda con excitantes caricias, mientras sus pies despertaban los de él, provocando que se avivara todo su cuerpo.
Miguel se volvió, dejándose llevar sin más y pensando tan solo en el deseo de ambos en ese momento. Comenzó a besar cada zona de su cuerpo de manera sensual, haciéndola gozar..., culminando dentro de su cuerpo.
Más relajados, lograron de nuevo quedarse dormidos... hasta el amanecer, en que Miguel se despertó sobresaltado al escuchar la voz de Carla, que debía de estar teniendo una pesadilla. En ese momento ella se incorporaba asustada. Él trató de calmarla... y sus miradas quedaron fijas la una en la otra, mientras por la mente de ambos resonaban aún aquellas palabras...:
" ¡No, no!. Soy yo la culpable de que él muriera..., Salvador. ¡Tenía que haber disparado..., tenía que haber disparado...!".

 

Continuará...
Un abrazo. Atardecer.

 

Publicado por atardecer
Publicado el 23/03/2014 10:56 - Total Temas: 173 - Total Mensajes: 5787

 

 

 

Publicado por atardecer
Publicado el 24/10/2017 21:31 - Total Temas: 301 - Total Mensajes: 11944

 

 

 

CAPÍTULO 13

 

 

- Hola Atardecer.
- Hola Director.
- ¿Preparada después de este tiempo...?. Si necesitas cualquier cosa solo tienes que decirme.
- No gracias, irá todo bien.
- Está bien, espero que así sea... En 10 minutos comenzamos a grabar, así que por favor, no te pierdas, ¿ok?.
- Ok...

 

En la laguna... 3,2,1 acción grabando!!

 

Sus miradas permanecieron fijas la una en la otra durante unos segundos de una forma intensa. Miguel notó como Carla temblaba, mientras por sus mejillas se deslizaban un par de lágrimas. Aquello le conmovió atrayéndola hacia su cuerpo, abrazándola.
- Miguel tengo miedo...
- Sssss... No te preocupes, estoy aquí. No te va a pasar nada.
Logró que se tranquilizara algo más, haciendo que se recostara de nuevo y allí permanecieron un buen rato, abrazados... en silencio, sin decir nada ninguno de los dos.
Pasado un tiempo, Miguel se levantó, quedando sentado en la cama cubriéndose sus ojos con las manos. Se puso los vaqueros y fue hasta el baño. Se miró al espejo y pudo comprobar que su rostro había sido invadido por esa inquietante sensación que sentía en su interior. Refrescó su cara y apoyado en el lavabo recordaba esas palabras que Carla había mencionado. Le asustaba todo aquello y sobre todo le preocupaba ella. Salió guiando sus pasos hacia la ventana.
A la vez, ella seguía todos sus movimientos percatándose de que algo le ocurría. Se incorporó en la cama, doblo las piernas y con sus brazos se aferró a ellas, observándolo a él, allí parado... con su torso y espalda al descubierto, sumergida en sus pensamientos y reconociendo que amaba y deseaba a aquel hombre cada día más, queriendo compartir su vida con él para siempre. De pronto sus recuerdos la hicieron volver al momento presente, a esa realidad que tenía que enfrentar.
- Miguel, llamé a Salvador para que me contara sobre lo que me dijiste de tu...
Al escuchar ese nombre, todo su cuerpo se tensó. Se giró y mirándola le interrumpió diciendo:
- Carla, creo que tienes que hablarme sobre aquel trabajo al que renunciaste.
Miguel notó que el tema no era agradable para ella, recordando que lo mismo había sucedido la vez que le preguntó por ello en la casa de la laguna y aunque tampoco lo era para él, creía necesario hacerlo.
- Si... lo sé, debí hacerlo hace tiempo y te pido disculpas..., pero aún me cuesta hablar de eso.
- ¿Es de ahí que conoces a Salvador?.
- Si... - logró decir, quedándose callada -.
- ¿Puedes contarme sobre qué te sucedía en esa pesadilla, por favor?... - preguntó Miguel, a la vez que le dolía insistirle, pero cada vez era más la opresión que sentía y tenía que continuar... -.
- Es respecto a algo que sucedió en el pasado. Hacía tiempo que no me ocurría, pero todo lo que pasó me ha hecho regresar al mismo.
- ¿Cuál era tu trabajo...? - volvía a preguntarle Miguel, pasándose su mano por el cuello y seguido por el cabello, mientras notaba un nudo en el estómago, pues intuía la respuesta de Carla.
- Era policía...
En ese momento Miguel apretó su puño y se giró de nuevo hacia la ventana.
A Carla le inquietaba cada vez más aquella situación y por fin logró decir:
- Miguel... dime por favor, ¿qué te sucede?. ¿Por qué me haces todas esas preguntas?.
- Tienes que contarme que fue lo que sucedió ese día que has recordado aunque te cueste hacerlo, por favor. ¿A que te referías cuando dijiste que murió por tu culpa, que tenías que haber disparado?.
Carla estaba asustada, pues sabía que tenía que compartir esa etapa de su vida con Miguel, pero a la vez era algo de lo que le costaba mucho hablar. Pero se armó de valor.
- Fue mientras estaba de servicio, vi como disparaban a un chico provocando su muerte, mientras yo frente a él no pude hacer nada.
Miguel estaba más inquieto aún, pero permanecía apoyado en la ventana, observando a Carla mientras continuaba preguntándole.
- ¿Por qué?.
- Porque no recibí la orden de disparar. Pero tenía que haberlo hecho. Era un compañero de otra brigada, que había conseguido infiltrarse y contactar con el culpable, un traficante de drogas... pero algo falló, cogiendo este último como rehén al chico y ahí es cuando tuve orden de entrar en la operación pero prohibido actuar hasta que se me indicara. Pero tenía que haber disparado..., pues alguien se adelantó, acabando dicho traficante con su vida... - seguía lamentándose ella -.
Tras decir esto, las lágrimas de Carla rodaban por sus mejillas. Miguel se percató de ello, pero tenía que continuar preguntándole por más que quisiera abrazarla.
- Y era Salvador, quien tenía que haberte dado la orden, ¿no es así?.
- Si, pero tal vez él...
- ¿En qué lugar y cuándo sucedió todo eso?.
- Fue a las afueras, en uno de los polígonos industriales de la ciudad, un maldito lunes, hace...
- ¿Sabes como se llamaba el chico...? - preguntó Miguel interrumpiéndola y tensando cada vez más su rostro -.
- No sé, pues yo no lo conocía personalmente. No lo había visto antes.
- ¿Qué aspecto tenía...? - le preguntó seguidamente -.
- Era moreno, de ojos claros... ¿Pero que importa eso ahora Miguel?.
- ¿Y el cabello...?. ¿Lo tenía rizado? - seguía preguntando él, sintiendo un gran dolor por dentro -.
- ¡Si!, ¡si lo tenía rizado...!, ¿pero me puedes decir a qué viene tanta pregun...?.
- No,... no puede ser, ¡maldita sea! - gritó Miguel dando un puñetazo en la pared -.
Carla no había terminado la frase, pero no necesitaba preguntar más. Rápidamente bajó de la cama y se dirigió a él que estaba de espaldas, ahora con las dos manos apoyada en la pared.
- Miguel, me estás asustando... dime, ¿es que acaso conocías a ese chico?, dime por favor, - le decía ella agarrándole por el brazo, con tal desconcierto que no podía pensar con claridad -.
Tras la insistencia de ella, él se giró mirándola fijamente, con los ojos brillantes por las lágrimas que con fuerza y rabia trataba de contener.
Al ver su rostro, Carla pudo entender todo, recordando aquellas palabras que le dijo en la laguna tras verla con Salvador...
- Era mi amigo y compañero Esteban - consiguió decirle él -.
- ¿Qué...?. ¡Miguel... nooo!, no puede ser, no. Debes de estar equivocado... - decía ella sorprendida y sin poder creer que todo eso que estaba sucediendo en ese momento fuera cierto -.
Miguel la observaba y le provocaba atraerla hacia sí, hacerla sentir bien. Pero a la vez, se le venían esas imágenes de ella en la laguna en brazos de Salvador y con eso no podía...
- No estoy equivocado... y tal vez ahora pueda entender ciertas cosas, que hasta hace un rato mientras estaba junto a ti me resistía a creer.
- ¿Qué tratas de decir con eso? - preguntó ella con una gran sensación de dolor -.
- Que ahora tiene más sentido esas imágenes tan acogedoras en la laguna con tu jefe, porque eso es lo que era Salvador, ¿cierto? - le decía Miguel con cierta dureza en su mirada y en sus palabras -.
- ¿Qué...?. ¿Es lo único que tienes para decirme en este momento? - seguía diciendo ella sin poder contener sus lágrimas -.
- ¿Vas a hacerme creer también que no sabias quien era yo?. ¿Qué nunca él te habló de mi?. Yo estaba aquel día en esa operación, el que sostuvo el cuerpo de ese chico mientras quedaba sin vida entre mis brazos - decía Miguel furioso y desgarrado por dentro, pues todo aquello era muy fuerte para él -.
- ¡No, maldita sea Miguel!, no sabía quién eras tú, ni si tenías alguna relación con todo eso que sucedió. Siento todo esto, pero tienes que creerme por favor - decía Carla entre sollozos -.
Miguel estaba tan dañado por dentro, que seguía sin darse cuenta del dolor que todo aquello le provocaba también a ella.
- Así que no sabías nada... ¿por qué mejor no me cuentas lo divertido que lo pasabas riéndote de mí mientras te veías con él a mis espaldas?. Es más..., seguro que el motivo de ir a mi casa a cuidar a Isabela estaba todo preparado para tenerle bien informado a él, ¿verdad?.
En ese momento Carla ya no quería escuchar más. Así que desesperada, le dio una bofetada en la cara a la vez que le decía:
- No digas una palabra más de la que te puedas arrepentir...
Le dolía por lo que acababa de hacer, al igual que a él por sus palabras... pero era mucha la rabia y la incertidumbre que sentían los dos en ese momento. Ambos se miraron intensamente. Miguel se pasó la mano por su mejilla y con el rostro fruñido, se apartó y comenzó a colocarse la camisa, disponiéndose para marcharse.
- Miguel, siento todo lo sucedido. Tenemos que hablar, no puedes irte así sin saber...
- ¿Saber qué Carla...?. Estaba allí aquel maldito día, vi como Salvador no daba la orden que debía... y eras tú al parecer quien tenías que recibirla. Además te encuentro con él..., ¿qué más tengo que saber?. No te culpo de lo que ocurrió aquel día, pero no esperes que borre todo esto de un plumazo, incluido que antes de ahora, tal vez debías habérmelo dicho. Antes de que estuvieras tan dentro de... ¿Por qué Carla?, ¿por qué...?.
- ¡Miguel..., no te vayas por favor! - decía ella mientras él cogía su chaqueta para marcharse -.
- No puedo quedarme Carla, ¿es qué no puedes entender como me siento?.
- ¿Y tú Miguel..., no puedes comprenderme a mí?. No sabes lo mal que lo he pasado todo este tiempo desde lo ocurrido. Y ahora saber que era tu amigo..., me está matando por dentro. No tengo ni tuve nada con Salvador, créeme por favor. Lo que viste fue casualidad y no es lo que te imaginas. Ya le había aclarado que no quería nada con él. Tenemos que hablar Miguel... - le decía ella mientras lo retenía agarrándolo por el brazo -.
En ese momento Miguel tuvo intención de abrazarla, pero se separó de ella.
- Lo siento Carla, en este momento no puedo pensar, son muchas cosas las que estallan en mi cabeza.
En ese instante ella se apartó y comenzó a vestirse, diciéndole:
- Está bien, pero no hace falta que te vayas, pues ya lo hago yo.
Miguel intentaba decirle que se quedara un poco más a descansar, que le pediría un taxi en recepción para cuando decidiera marchar, pero apenas le dio tiempo, pues en cuanto terminó de vestirse ella salió rápido de la habitación.
El tiró su chaqueta sobre la cama enfurecido y desconcertado por todo lo que estaba sucediendo, saliendo hacia la terraza. Allí pudo divisar como amanecía en la ciudad. ¿Por qué ella?, se repetía en sus pensamientos. Y así, mirando las ráfagas de luz que se desprendían al horizonte, es que se puso a recordar lo sucedido aquel día.
"Su amigo y él tenían todo controlado hasta que de pronto apareció Salvador con varios de sus hombres. Esteban se había hecho pasar por traficante y le faltaba nada para capturar al delincuente, mientras Miguel había divisado a un colega del mismo que apuntaba a su amigo, al parecer, por si algo no salía bien de aquel supuesto negocio que estaban teniendo, y a quién Miguel de incógnito lo tenía en el punto de mira, para en el mínimo intento reaccionar él defendiendo a su amigo Esteban. Pero en ese momento entraron en acción los otros policías, echando a perder todo, pues ahí su amigo fue atrapado por el delincuente, siendo amenazado por un arma blanca. Miguel sabía que si aquel policía hubiera disparado, él hubiese disparado a la par al que apuntaba desde el otro lado. Pero ahora que pensaba más calmadamente y que sabía quien era esa persona, el pensar que Carla corrió todo aquel riesgo, pues en aquel momento ella también estaba siendo apuntada por detrás, hacía que un escalofrío recorriera todo su cuerpo. Él en ningún momento llegó a saber quien era aquel policía, pues él en cuanto divisó que iban a disparar a su amigo desde lo alto, disparó a quien lo hizo... dejándolo herido grave, pero en ese momento no pudo evitar que su amigo Esteban recibiera una puñalada en el pecho, pues ese fue el motivo de su muerte, ya que el disparo que recibió lo único que le afectó fue al hombro pues ya había actuado él haciendo que el tiro se desviara al herir al que le disparó. Cuando fue hacia donde se encontraba Esteban, pudo ver que el traficante estaba muerto a su lado, tras haber recibido, aunque ya tarde para su amigo..., un disparo de Salvador y vio a lo lejos como éste se llevaba de aquel lugar a dicho policía que no había reaccionado a tiempo y que permanecía con el rostro cubierto por un pasamontaña. Ahora sabía que era ella...".
También en ese momento recordó las palabras de su amigo mientras moría en sus brazos: "Miguel... no te preocupes, no se podía evitar, de disparar... ese policía también hubiera muerto...". Ahora entendía, su compañero Esteban por la cercanía sabía que se trataba de una mujer, de ahí aquellas palabras..., ella estaba justo de espaldas de quien disparó y también corría peligro, pues desconocía de aquella persona que también le apuntaba a ella.  Se daba cuenta ahora, que de no haber actuado él acertando y desviado aquel tiro, podría haber muerto ella también. El pensarlo, hacía que su cuerpo se desmoronara por dentro.
Pero Salvador - seguía pensando Miguel -, si sabía que él tenía controlada la acción, que si ella disparaba evitando que hirieran de una cuchillada a su amigo, él le cubriría las espaldas... y no dio esa orden.
Tras pasar un buen rato allí recordando todo aquello, se sintió aún peor por pensar en cómo estaría Carla y en lo injustas que habían sido tal vez sus palabras dejándose llevar por esa furia que lo invadía. Tenía que hablar con ella cuanto antes de todo lo sucedido. Tenia que escucharla y saber como se encontraba.
Así que salió cogiendo de nuevo su chaqueta y se dispuso a marchar hasta la casa de la laguna esperando encontrarla allá.
Cuando llegó vio que su coche estaba allí, pero eso no significaba nada pues ella se había marchado el día anterior con sus amigos. Así que bajó, se acercó a la puerta y tocó varias veces sin obtener respuesta. Se asomó por varias ventanas y pudo ver la luz por una de ellas, volviendo a llamar:
- Carla por favor, ábreme... tenemos que hablar. Es necesario que lo hagamos.
Tras la insistencia de él, ella contestó:
- Ahora no tengo tiempo Miguel, además ya no es necesario... tenías muy claro todo. Por favor, si aún me aprecias, vete.
- Te pido disculpas Carla, pero abre por favor. Tenemos que hablar de lo que sucedió aquel día y aclarar todo.
- Necesito estar sola Miguel, entiéndeme.
- Eso trato de hacer, pero te dejaré una vez que hablemos. Si no me abres, me veré obligado a hacerlo.
Carla se dispuso a abrir, pues sabía que de todas formas él lo haría, pues por su tono e insistencia, intuía que no se marcharía.
Abrió la cerradura, pero sin más se fue hacia la habitación que era donde se encontraba, sin llegar a cruzarse con el rostro de Miguel.
Él la siguió, quedándose sorprendido al ver todo aquello que sus ojos divisaban. Carla estaba recogiendo su ropa y sus cosas personales, entrándolas en una maleta.
- ¿Qué significa esto Carla...?.
Ella no le contestó.
- Por lo que vi no tenías intenciones de abrirme.
- Disculpa, por un momento se me olvidó que esta casa es tuya - le dijo ella sin ofrecerle una mirada -.
- Deja de decir tonterías, Carla. ¿Me puedes explicar que pretendes hacer? - le preguntaba él desde el otro lado, justo en la puerta del cuarto -.
Ella seguía en silencio. Miguel, al ver su reacción, inmediatamente fue hasta donde se encontraba, junto a uno de los muebles donde seguía sacando cosas. Agarrándola delicadamente por el brazo, la obligó a que se volviera hacia él. En ese momento, se percató de sus ojos enrojecidos tras haber estado llorando. Al verla así algo se estremecía nuevamente dentro suyo. Rozó con los dedos su mentón y haciendo que ella dirigiera su mirada hacia él, le preguntaba roto por dentro:
- ¿Carla que te propones hacer?.
- Me marcho, Miguel. Ahora ya no puedo quedarme aquí.
- No es la solución..., hablemos.
- El que hablemos no cambiará el que me vaya. Tal vez ya no tiene sentido estar aquí.
- Es una tontería lo que dices. ¿Y qué de lo que sentimos, eh?.
- Con todo lo sucedido, ya no puede ser Miguel.
- ¿Es qué acaso puedes olvidarte de todo lo que vivimos durante este tiempo, sin más?.
- No se trata de poder, es que tengo que hacerlo pues no será fácil continuar con lo nuestro después de lo que supimos hoy.
- Eso lo hablaremos y podremos entender mejor todo.
- ¿Todo Miguel...?, ¿incluido eso que imaginas que tengo con Salvador?.
- No menciones a ese cretino, te lo ruego. Te pido disculpas por precipitarme, pero entiéndeme..., fue duro para mí veros juntos.
- ¿Y qué crees..., que para mí fue una delicia llamarte a tu móvil y que respondiera una mujer burlándose de mí y diciéndome que era tu pareja?. ¿Por qué tendría que creerte a ti... ?. ¿Por qué no puedo pensar que aquella noche la pasasteis juntos?.
- Porque eso no es cierto y sabes que no haría algo así..., sabiendo lo que siento por ti - le dijo acercándose más aún a ella -.
Carla estuvo a punto de entregarse a sus brazos, pues lo necesitaba... pero se retiró separándose de él.
- Miguel, debemos dejar todo esto. Lo mejor es que me marche de aquí...
- ¿Y a donde piensas ir?.
- Iré de momento a casa de Lidia, y luego ya veré...
- ¿Y qué va a pasar con Isabela?. No quiero parecer egoísta..., pero ella ha confiado plenamente en ti. Esta a punto de recuperarse del todo, te necesita más que nunca. ¿Piensas dejarlo todo por tu orgullo?.
- ¿Orgullo Miguel...?. ¿De eso crees que se trata?. Te recuerdo que hace un rato quería explicarte, te pedí que habláramos y al parecer no te venía bien. Pero ahora no sé por qué razón, vienes y tengo que escucharte yo a tí. ¿Por qué Miguel?.
- Porque más calmadamente estuve recordando lo sucedido aquel día y puedo intuir cómo te sientes, siendo necesario y bueno para los dos que hablemos de ello, además de porque te quiero... y no me gustaría perderte.
Al decir eso, Carla no pudo contenerse y de nuevo sus lagrimas aparecían en sus ojos sin poder evitar que deslizaran por sus mejillas. En ese momento, Miguel la atrajo hacía sí, abrazándola fuertemente contra su pecho, queriendo protegerla... y ella, se dejó llevar desahogándose y rompiendo a llorar con desesperación.
Una vez que se tranquilizó, Miguel la miró a los ojos y con el rostro preocupado le decía:
- Quiero que desista de esa idea de marcharte, por favor.
- Miguel, está decidido. Lo mejor es que me marche de aquí. Pero no te preocupes, no tenía pensado de dejar a Isabela, no podría hacerlo, se perfectamente que me necesita... pero vendré las horas necesarias y ya.
- No, no es lo mejor en este momento. Y sí, me parece bien que te vayas de aquí, pero preferiría que fueras a casa de mis padres.
- ¿Cómo?.
- No es conveniente que te quedes aquí sola.
- Pero Miguel, llevo todo este tiempo haciéndolo.
- Si pero la situación ha cambiado.
- Miguel, ¿a qué se debe todo esto?. ¿Acaso es para tenerme controlada...?. ¿Es que piensas que puede volver Salvador y nos vuelvas a encontrar abrazados...?, o peor aún, te imagines que...
- Ya basta Carla. Bien sabes que en ningún momento he querido controlarte, ninguno de los dos lo hemos hecho con el otro. ¿Es qué no te das cuenta del peligro que corres...?. Al saber todo esto, es que me di cuenta de ello, sobre todo al haber estado Salvador aquí. Le han podido seguir y veros juntos, relacionándote con él.
- ¿Qué estás tratándome de decir?.
- Que aunque uno de los asesinos esté muerto y otro en la cárcel, puede haber gente muy peligrosa detrás de todo ello aún con ganas de vengarse de Salvador, pues a él si lo llegaron a ver. No voy a dejar que  te expongas a tal riesgo. Mientras yo no esté aquí, me gustaría que estuvieras con mi familia. Voy a contratar seguridad y es preferible que estés allí.

 

 

Continuará...
Un abrazo. Atardecer.
Publicado por atardecer
Publicado el 17/07/2014 19:59 - Total Temas: 174 - Total Mensajes: 5788

 

 

 

Publicado por atardecer
Publicado el 01/11/2017 20:13 - Total Temas: 301 - Total Mensajes: 11944

 

 

 

CAPÍTULO 14

 

 

- Hola Atardecer. ¿Qué tal?.
- Hola Director, bien... ¿y tú?.
- Bien, con ganas de empezar y espero que tu también.
- Si, solo que después de todo este tiempo no se...
- Nada, todo saldrá bien. A veces las cosas no salen cuando tenemos previsto, pero eso no tiene por que impedir que sucedan igualmente. Se trata de seguir dándolo todo, de introducirte en el papel y no pensar en nada más... ¿ok?. Cualquier cosa sabes que estoy ahí..., no lo dudes.
- ¿Ok?. Gracias por todo.
- En 15 minutos empezamos...

 

En la Laguna... 3,2,1 acción grabando!!

 

- Miguel, creo que estás exagerando. Ya hace tiempo de eso, si no ha surgido nada antes...
- Carla, eso no tiene nada que ver. Esa gente no actúa de un momento para otro, van atando cabos hasta que tienen la oportunidad de atacar y lo hacen con lo que más duele. Y ahora es que me preocupa ya que supe el motivo que te une al cretino de Salvador.
- ¿Y qué pretendes, que viva encerrada en la casa de tus padres bajo guardias de seguridad?. No lo voy a hacer Miguel..., no soportaría vivir así.
- No tienes que llevarlo a ese extremo, solo te digo que puede ser peligroso y me gustaría que tomaras precaución de ello y lo tengas en cuenta. Es algo que tienes que asimilar aunque no te guste, puedes correr peligro Carla y sé de lo que te estoy hablando. No sólo son traficantes, también asesinos. Hubo un muerto y otro está en la cárcel espero que por mucho tiempo, de lo que seguro tratarán de vengarse en cuanto puedan hacerlo. Igual han estado controlando los pasos de Salvador, pero no hubo nada con lo que hacerle pagar. Ahora igual si, tú Carla...
A medida que le decía todo eso, ella reflexionaba pues sabía que podía tener razón, pero a la vez veía que tenía que seguir adelante con su decisión por el bien de los dos, pues podían hacerse mucho daño sin quererlo, simplemente con lo que ambos sabían.
- Está bien, te agradezco. Seré prudente y tendré cuidado. Pero eso no impedirá que me marche de aquí. Tampoco voy a poner en riesgo a Lidia, por lo que alquilaré algún piso durante el tiempo necesario, o me hospedaré en algún hotel hasta que Isabela mejore. Luego ya...
- ¿Luego qué Carla...?, por favor, entra en razón. No puedes irte a vivir sola, no ahora.
Ella mientras tanto continuaba recogiendo sus cosas. En ese momento Miguel le pedía, a la vez que le hacía comprender lo necesario de que hablaran del tema, de todo lo sucedido en esas horas anteriores por más que doliera.
Accedió y una vez cerrado su equipaje es que se encontraban nuevamente sus miradas. Qué difícil estaba resultando todo aquello, ambos necesitaban abrazarse, amarse..., pero había una realidad que lo impedía, una situación que había que afrontar, la cual estaba a punto de poner en riesgo aquellos bonitos sentimientos.
Fueron hasta el salón y ambos se sentaron en el sofá, uno frente al otro. Miguel sabía lo duro que estaba siendo todo aquello para ella y trató de ser lo más amable posible a la hora de retomar la conversación que habían dejado en el hotel horas antes.
Le expuso todo lo que él había estado pensando a solas tras irse ella, haciendo que se sintiera más cómoda y comprendida. El saber que gracias a la actuación de Miguel es que ella aún seguía viva, le reconfortó aunque a la vez le hacía sentirse más culpable pues ella no pudo hacer lo mismo por su amigo:
- Miguel, te agradezco el que me hayas contado, pues hasta que sucedió yo desconocía que había otra persona que andaba percatándose de todo ello. Tenía que haber disparado desde el momento en que vi que tu compañero Esteban corría peligro, pero fue todo tan rápido y no quería actuar por mi cuenta saltándome esa orden que debían darme...
- Y que no te dieron.
- Pero tenía que haber actuado, no se que me pasó... Tal vez no esperaba aquel disparo contra tu compañero que vino por detrás mío, pero todo fue tan rápido que cuando me di cuenta Esteban ya había sido apuñalado a sangre fría. Fue ahí cuando ya actuó Salvador disparando al asesino...
- Siendo demasiado tarde... - decía Miguel enfurecido por los recuerdos y la reacción de aquel, habiendo sabido que era a ella a la que había expuesto a tal peligro.
- Lo se y es por eso que me siento culpable.
- Carla, no. Tu no tienes la culpa. Acatabas ordenes, nada más. Puedo entenderte cuando dices que tenías que haber actuado ante el peligro que corría mi amigo, pero es complicado analizar como reaccionar en milésimas de segundos, que pasan tan rápidos.
- Durante mucho tiempo pensé por qué sucedieron así las cosas, nos avisaron tarde de tal operación...
- No se os avisó tarde Carla, es que en esa operación no teníais que estar vosotros.
- ¿Cómo...? - preguntó ella con asombro.
- Si mi linda, es esa mi rabia en todo esto. En principio Esteban y yo lo teníamos todo controlado. Era él con aquel traficante, iba todo bien sin ninguna sospecha..., como si de un negocio más de ellos se tratara. Fue entonces cuando me percaté de alguien arriba en uno de los edificios controlando como sucedía todo aquello, intuyendo que respaldaba a su colega y supervisando que todo fuera como esperaban. En ese momento comuniqué de ello para se enviara refuerzo en caso de ser necesario, pero era algo que ya habíamos previsto desde antes llegado el caso. Solo que Salvador supo que estábamos llevando a cabo esa operación y por su cuenta se presentó con varios de su equipo donde sucedían los hechos. Yo al verlo, traté rápidamente de que le pusieran al tanto de la situación, pues sabía de sus artimañas para actuar por su cuenta, como así hizo. Desde ese momento es que todo comenzó a ir mal, pues el traficante debió de percatarse de algo raro que reaccionó cogiendo a mi compañero por el cuello, casi asfixiándolo. Ahí es que te dio aviso para que entraras y seguido vino ese disparo desde arriba que pude desviar, llegando al hombro de Esteban. Dejé herido grave a aquel tipo tendido en el suelo sin que pudiera moverse. Ya en ese momento es que Salvador debía de haberte dado la orden para que dispararas pero seguía sin hacerlo... y en segundos fue que llegó esa puñalada. Yo no pude dispararle mientras tenía sujeto a Esteban, porque desde donde yo estaba no era un buen ángulo para hacerlo, pues ese policía, tú Carla, te encontrabas justo frente a mi objetivo en ese momento..., de ahí que no viera como sacaba el arma blanca para rematar a mi amigo.
- ¿Qué hice Miguel...? - se lamentaba ella tras lo que estaba escuchando -.
- Tú no hiciste nada Carla, no sabías pues no te comunicaron. Tras asesinar a mi amigo es cuando Salvador reaccionó disparando a aquel tipo, pero ya era tarde. Fue cuando salí corriendo desde donde me encontraba, en otros de los edificios cercanos... y vi como él se llevaba a aquel policía, mientras yo traté de asistir a mi compañero, pero desgraciadamente nada pude hacer por él.
- Pero yo si podía haber hecho Miguel, es lo que me repetí desde que sucedió aquello, tenía que haber actuado... - le decía ella sin poder contener las lágrimas -.
- No Carla, mi amor..., tienes que tratar de olvidarte de esos pensamientos. Además ahora tras recordar las palabras de mi compañero sin vida, el saber que eras tú... tal vez tengo que agradecer que no recibieras aquella orden, pues...
- Miguel, se perfectamente que hubieras disparado a tiempo para desviar ese disparo que pudiera venir hacia mí en ese momento. Se que hubiera sido así..., pues lo hiciste en ese instante que también corría peligro sin saberlo. También es que desconocía que mi posición te impedía que siguieras actuando y ni siquiera lo hice yo, para evitar aquel trágico final. Si antes era difícil Miguel, ahora va a ser mucho más.
- No mi linda, no te mortifiques más. Entiende... no eres culpable, pues desconocías todo eso - le decía acercándose y cogiéndole sus manos, tratando de que se calmara mientras continuaba contándole -.
- Salvador actuó como lo hizo simplemente por fastidiarme, por no soportar que yo estuviera donde estaba y con el respaldo de mis compañeros. De hecho estaba haciendo todo lo posible hasta impedir que obtuviera el puesto que me correspondía por méritos propios en esa Jefatura, y tras lo sucedido aquel día, con sus jugarretas puso todo a su favor. A pesar de lo hundido que yo estaba por lo de Esteban, era por él que traté de que todo fuera aclarado, pero lo volvió a tener más fácil porque cuando conseguí que todo estuviera de mi lado justamente, en ese tiempo sucedió lo de Isabela complicándose todo y ya opté por irme sin más, trasladándome como policía secreta a otro destino.
- Me resulta tanto creer que Salvador haya actuado así...
- Iba de buen compañero sin serlo, no iba de frente. Se fueron percatando de ello y cada vez lo toleraban menos. Me culpaba a mí, pero él solo se lo había buscado. Y una vez más aquel día, lo hizo. Antepuso su orgullo a su profesión, su ansia de vengarse de algo que solo era fruto de su inseguridad y su egoísmo, quiso sobre salir por encima mío y lo hizo poniendo vidas en peligro... - ahí ya no pudo más, desviando la mirada hacia otro lugar mientras su rostro se tensaba y se contenía para evitar que toda su impotencia se deslizara a través de sus mejillas -.
- Miguel siento tanto todo esto, es por eso que es difícil seguir con lo nuestro, a cada instante se nos vendrán los recuerdos, yo te haré pensar en todo aquello.
- No es así... estoy bien. Solo necesité desahogarme, nada más. Me preocupas tú, cómo te puedas sentir..., pero no eres culpable, las cosas surgieron así y no hay que darle más vueltas. Han estado ahí durante todo este tiempo estos sentimientos e impotencia, pero ya debemos de olvidarnos de todo aquello. Tenemos que evitar que eso termine con esto tan bonito que sentimos y que vivimos - le decía él, tratando de impedir que siguiera sintiéndose culpable y haciendo que pensara su decisión de marchar -.
En ese momento se acercó, abrazándola con fuerza pues veía el semblante de preocupación y tristeza en Carla, cosa que ella le agradecía pues lo necesitaba. La besó suave, lentamente, haciendo que su amada le correspondiera de la misma manera, calmando con sus besos ese inmenso dolor que sentía. Quería protegerla de aquel pasado que tanto le había afectado a él, hacer lo posible para que no le perjudicara más a ella. La mejor manera era aceptar todo y seguir con aquella relación, pues ninguno de los dos eran culpables de lo sucedido.
Tras haberse relajado algo más con aquel contacto entre ambos, siguieron comentando y aclarando algunas cosas, cuando comenzó a sonar el móvil de Carla, el cual estaba cerca de donde se encontraban. Ella decidió dejar que sonara para no interrumpir la conversación, pero Miguel con un gesto le indicaba que no se preocupara y contestara. Fue a cogerlo para descolgar la llamada, cuando se quedó parada dejándolo de nuevo en su sitio sin responder. Miguel se percató de su cara, preguntando por qué no había contestado. No tuvo que decir nada ella, pues él ya intuía de quién se trataba. Eso hizo que se levantara con el rostro serio:
- ¿No piensas contestarle...?. ¿O es que prefieres hacerlo a solas?. Está bien, me retiro para que podáis hablar tranquilos - le decía mientras se iba para otra zona de la casa -.
- ¿Ves Miguel?, no va a poder ser..., ya nada será igual entre nosotros.
- Carla maldita sea, ¿cómo quieres que me sienta viendo cómo sigues teniendo contacto con él?, ¿cómo quieres después de lo que hemos estado hablando que me agrade que te tenga en su agenda y tú a él en la tuya?.
- Lo tengo porque fue mi compañero...
- Pero de eso hace mucho y aún mantienes relación con él... - le interrumpió-.
- ¿De qué relación hablas Miguel...?.
- De la que sea Carla, me da igual. No es un tipo limpio, nunca lo fue, de ahí que no quiera verlo cerca de ti... O por lo menos no me gustaría.
- Últimamente me ha estado llamando pero yo apenas he contestado a sus llamadas e incluso me resultó raro su insistencia, pues desde siempre le dejé claro que no quería nada con él. Cada vez la amistad que había, iba a menos, hasta ya no existir, nada más que agradecimiento por lo que hizo en aquel entonces por mí tratando de que no me sintiera culpable, de que no renunciara, incluso buscándome otro destino... Además eso fue antes de saber lo que supe. Ahora debió de llamarme al ver mi llamada perdida, pues como te dije quise que me explicara sobre lo que habías dicho en la laguna de su implicación en la muerte de tu amigo, solo que no me cogió en ese momento...
- Está bien, pero ya lo sabes y deberías evitar tener...
- Miguel, ¿te das cuenta que ya siempre va a estar él en medio de nosotros, por más que te diga que no hubo ni hay nada entre Salvador y yo...?.
- Disculpa Carla, no es mi intención decirte lo que tienes que hacer..., pero entiéndeme. Además me cuentas que trató de que no te sintieras culpable en los días después, cuando tendría que haber evitado no haberte puesto en peligro como un cobarde que es... y encima me lo encuentro abrazado a ti. Es que de haber sabido lo que ahora se, ni tus palabras me hubieran detenido para...
- Ya no puedo más Miguel... - le dijo ella cogiendo su móvil y yendo hacia la habitación a recoger sus cosas para marcharse -.
Él con rostro tenso por la impotencia que sentía al ver que todo se iba al traste, la siguió tratando de evitar que hiciera una tontería, pero cuando llegó al cuarto ella salía con sus maletas y el rostro desolado.
- Carla por favor, discúlpame ¿si?. Pero se qué clase de embaucador es, por ello es que me preocupa que sigas contactando con él...
- ¿Sólo eso Miguel?
- Si, Carla sí... confío en ti, pero no en él.
- Pues no lo parece, pues si confiaras no estaríamos hablando ahora de todo esto. No sería necesario, aunque él me haya llamado. Pues confiarías en mi comportamiento y en mi actuar. ¿Qué crees que no me se defender sola Miguel...?. Pues estás equivocado, no necesito que me libres de nadie.
- Carla, ¿qué dices?, no estás siendo justa con tus palabras. En ningún momento he pensado que...
- Que nada Miguel, y ahora déjame pasar, por favor. Definitivamente esto no tiene solución.
Y apartándose de él, es que continuaba su camino hasta la puerta. Miguel se quedaba atónito ante todo aquello, sin poder reaccionar, cubriendo su rostro con sus manos, pensando que estaba sucediendo lo que no podría evitar que le hiciera mucho daño, el que aquella bonita unión llegara a su fin. No se lo podía creer...
Tras ver que cruzaba la puerta y su mirada se fijaba en la de él, es que todo lo sucedido comenzó a pasar por su mente, desde aquel fatídico día hasta el momento en que la conoció, pasando por todo lo vivido en esos días desde que se la encontró con Salvador. Reaccionó y salió hasta el porche con la esperanza de que aún estuviera allí, tal vez sentada esperando a que él saliera y a una posible reconciliación, como tratando de evitar lo que estaba a punto de suceder, pues sabía que si ella se marchaba ya no había cuenta atrás, tendría que ponerse una coraza ante aquel dolor y desgarro como fuera.
Pero al ver que ella entraba sus cosas en el coche y que al parecer lo tenía decidido sin importarle todo lo vivido, sin al parecer interesarle nada más, es que le habló:
- Carla, ¿no crees que deberías pensar bien lo que te comenté de no vivir sola?.
- Ya lo he pensado y es la mejor solución Miguel. Por favor, no me lo hagas más difícil... - le decía ella rota por dentro, deseando que él corriera a por ella evitando así que se marchara, pero aparentando que tenía bien clara su decisión, pues era por el amor que sentía hacia él que lo hacía... No quería hacerle sufrir sin querer como lo había estado haciendo en esos días, ya nada sería igual... pensaba ella y es a lo que le temía.
- ¿La mejor solución para quién Carla..., para ti?. Porque para mi no es la mejor -le decía mientras ella se disponía a entrar en el coche -.
- Para ti si Miguel, aunque no lo creas... tal vez para los dos. ´
Él en ese momento, con el corazón destrozado y consciente de lo fuerte que tenía que ser lo que le restaba ante esa situación, es que le decía:
- Carla, si te vas ahora estás dando por... - no era capaz de seguir, tragó saliva y con el rostro hundido de dolor es que quiso continuar siendo interrumpido por ella -.
- ¿Estoy qué Miguel?, ¿dando por finalizada nuestra relación...?, ¿es eso?. ¡Contesta!... No te preocupes, todo ha terminado entre nosotros, ya al parecer nada nos une. Cuídate.
Miguel triste y con gran rabia, no contestó..., lo único que pudo hacer fue apretar su puño a la vez que su rostro se tensaba de dolor, mirándola y entrando dentro de la casa para escuchar acto seguido el motor del coche acelerando y dejando una polvareda, de la cual se percataba a través de la ventana, con los ojos humedecidos. Ahora era él, el que veía cómo se marchaba como en alguna ocasión lo había visto ella..., solo que esta vez era diferente.
Allí permaneció durante un buen rato, tratando de ahogar todo aquel dolor, con algunas copas de alcohol. No dejaba de pensar en ella, en las condiciones que se había ido..., en cómo estaría. Le dolía tanto todo aquello. Cuánto daría por ir tras ella, pero no podía hacerlo..., no debía. Cuánto le iba a costar estar sin ella, pero ya no sabía si podría luchar por esos sentimientos..., o si era mejor así para ella por más que le doliera no poder estar cerca suyo. Pero le costaba tanto aceptarlo. Ambos, absurdamente, no habían impedido aquella dura situación con la que ahora se tendrían que enfrentar.  
Por su parte, Carla seguía su camino hacia ninguna parte, rota de dolor, desconsolada y con unas inmensas ganas de voltear en dirección contraria. Pero por él es que no podía, no debía hacerlo, pensó. Cómo iba a echarlo de menos, no sería fácil, pero en cuanto Isabela estuviera recuperada se marcharía de allí volviéndose a su país. No soportaría estar allí cerca suyo sin poder estar con él, sin poder seguir disfrutando de esos sentimientos.
El sonido del móvil es que la sacaba de sus pensamientos. No quería contestar pero la insistencia de Lidia, hizo que se orillara en una zona habilitada para descanso, decidiéndose por responder, pues no quería preocuparla. Trató de coger fuerzas, descolgando. Aunque procuró mostrarse lo más natural posible, Lidia la conocía muy bien y sabía que algo estaba pasando.
- Carla, ¿qué te sucede?. No trates de negarme nada, por favor. Ayer cuando te fuiste con Miguel, confiaba en que ese malentendido se arreglaría, ¿no fue así?.
Carla no podía reaccionar, quiso contenerse pero al final tuvo que decirle lo sucedido, incluso que iba hacia algún hotel para quedarse, por el motivo que ya le había comentado.
- ¿Qué...?. Mira amiga, ni se te ocurra hacer nada de eso, ¿me oyes?. Vente inmediatamente para acá. Estoy sola en casa pues Javier viajó con unos amigos. Aquí hablaremos tranquilamente. No me hagas buscarte por toda la ciudad, ¿me estás escuchando Carla?. Te espero aquí y no hay más que decir.
- Está bien... - le decía Carla, pues sabía que de hacer otra cosa, Lidia haría lo que había dicho, y no podía hacerle eso. Trataría de aclararle y convencerla que la mejor solución por ahora era esa.
Así que tratando de tranquilizarse un poco, es que se dirigió hasta la casa de Lidia. Una vez allí pudieron hablar más sosegadamente.
- Me da tanta rabia todo lo que me cuentas, Carla. Pero además, no podéis romper con lo vuestro, es una relación envidiable.
- Ya no Lidia, al parecer ya no vamos a poder entendernos, hay demasiadas cosas por medio. ¿No entiendes todo lo que te he contado que pasó?. Aquel chico era amigo de Miguel..., es muy fuerte.
- Si Carla, lo es. Pero eso ya pasó y no se pudo hacer nada, ya te lo explicó Miguel según me cuentas. Ninguno de los dos sois culpables, solo ese maldito de Salvador. Siempre te lo dije amiga, que no me fiaba de él... Tenéis que arreglar esto, ambos estáis dolidos, con sentimientos encontrados, emocionados, con impotencia, es un cumulo de sensaciones que os ha dominado..., pero es lógico después de todo esto que supisteis y todo lo sucedido en la laguna el otro día.
- No Lidia..., esto ya no tiene vuelta atrás. Lo vi en el rostro de Miguel, además es lo mejor para él.
- No digas tonterías Carla, mejor para ninguno de los dos. Anoche cuando os fuisteis, coincidí un momento con Alex y me estuvo contando lo ilusionado que Miguel estuvo contigo desde el principio, como nunca antes había estado por ninguna otra mujer, que sus sentimientos hacia ti eran sinceros. Como los tuyos hacia él, y así se lo hice saber. Y ambos coincidíamos en que era absurdo que anduvierais mal por algo del pasado por lo que ya no se podía hacer nada y por ese estúpido de Salvador. Vuestro amor es mucho mas fuerte que todo eso. Tenéis que evitar que se esfume sin más...
- Lidia, por favor no hay más que hablar, todo lo sucedido en estos días hizo añicos todo eso..., lo mejor es tratar de aceptar. Ahora necesito estar sola, tumbarme..., entiéndeme por favor - le decía Carla mientras se levantaba -.
- Ok, discúlpame amiga pero compréndeme, no quiero que eso tan bonito que existe entre vosotros le echéis tierra encima tratando de taparlo sin más, porque un amor como ese, perdona pero no se va de la noche a la mañana..., quedan cenizas - le decía Lidia, de forma tal, que Carla no podía evitar una leve sonrisa en su demacrada cara, pues tal era su amiga que siempre buscaba la broma por más triste o seria que fuera la noticia -.
Ambas amigas se unieron en un fuerte abrazo, reconfortando bastante a Carla. En ese momento se dirigía hasta el baño para luego recostarse un poco pues estaba muy cansada, cuando perdía el equilibrio. Lidia pudo sujetarla evitando que se cayera.
- ¿Qué te ha pasado Carla, te encuentras bien...?. ¡Ay que susto me has dado...! - le decía mientras se sentaban en el sofá -.
- No te preocupes, desde ayer no como nada, además esas malditas copas de anoche no me sentaron nada bien con el estómago vacío... - le decía, recordando aquellas palabras que le había dicho Miguel, con tanta razón - .
- No tienes buena cara Carla, deberíamos ir al hospital a que te vea un médico. Igual es la tensión. Llevas varios días estresada, sin comer bien..., estás agotada.
- No es nada, con un poco de agua y un sueño reparador será suficiente. Luego comeré algo, de verdad.
- No, Carla... no te veo bien. Ahora mismo nos vamos - y sin dejarle opción es que ambas iban para el hospital, sin poner resistencia pues ella sentía que no se encontraba del todo bien -.
Una vez en el hospital y mientras le hacían las pruebas pertinentes, es que Lidia esperaba impaciente en la sala de espera, sin dejar de pensar en todo lo que le había contado su amiga. No podía estar pasando eso, no a Carla y a Miguel, se les veía tan felices juntos..., no era justo. Y estando en sus pensamientos es que le informaban varias horas después, que a su amiga ya le habían trasladado a planta, a una de las habitaciones.
Fue hasta allá. Dándole un fuerte beso a Carla, comprobaba que se veía algo mejor, pues le habían dado al parecer algún relajante para que pudiera descansar y también le habían inyectado suero hasta que el cuerpo se recuperara después de aquel fuerte mareo y cogiera fuerzas para poder comer sólido.
En ese momento entraba la doctora que la había atendido. Dirigiéndose a Carla, es que le decía:
- La verdad que esas copas que me habías comentado que tomaste en la noche de ayer, no te sentaron nada bien. Es por eso que debo decirte que procures durante un tiempo no tomarlas... Por lo demás todo está bien, solo que necesitas descansar y comer algo más pues andas algo debilitada. Solo me queda darte la enhorabuena..., pues estás embarazada. 
En ese momento, ambas amigas cruzaron sus miradas. Lidia toda sorprendida y loca de alegría por dentro, aunque aún no pudiera articular palabra y Carla, con sorpresa pero con una gran sonrisa a pesar de su tristeza, pues era un rayo de luz en medio de aquella oscuridad. No pudo evitar que sus lagrimas se deslizaran al llevar sus manos hasta su vientre y pensar en Miguel.

 

Continuará...
Un abrazo. Atardecer.

 

Publicado por atardecer
Publicado el 27/07/2015 17:39 - Total Temas: 234 - Total Mensajes: 7687 

 

 

 

Publicado por atardecer
Publicado el 16/11/2017 19:51 - Total Temas: 301 - Total Mensajes: 11944

 

 

 

CAPÍTULO 15

 

 

- ¡Atardecer...!
- Si, estoy aquí.
- Hola, ¿qué tal?.
- Hola Director..., bien.
- ¿Seguro...?.
- Si...
- ¿Emocionada?.
- Un poco, pero no es nada.
- Todo irá bien, ¿ok?. Ven aquí linda...
- Gracias, me viene muy bien tu abrazo, ¿sabes?.
- Lo sé, por eso estoy aquí. En 15 minutos, comenzamos.

 

En la laguna...3,2,1 acción grabando!!

 

Tras irse la doctora y quedándose a solas, es que ambas amigas expresaron su alegría.
- Carla amiga, qué sorpresa..., ¡un bebé!.
- Si Lidia, fruto de ese amor que ya al parecer no tendrá futuro, pero que en este momento yo lo siento más latente que nunca. Sólo que...
- ¿Eh?, solo que nada. Tenéis que hablar de nuevo y cualquier malentendido se aclarará con esta linda noticia Carla, no lo dudes.
- No se amiga, pues ya se dijo lo que había que decir. Tomé una decisión, el aceptó con su silencio y sin retenerme... y no hay vuelta atrás, pues ese pasado regresará en cualquier momento y volvería a estropearlo todo, y ahora sería aún peor si eso llegara a suceder.
- Carla, ¿me estás dando a entender que no le dirás a Miguel que estás...? - le preguntaba Lidia con duda, pues sabía que su amiga no sería capaz de ocultar algo así -.
- ¿Cómo crees Lidia que haría algo así?. No estoy diciendo eso. Él va a saber que estoy esperando un hijo suyo, pero no se cómo vaya a reaccionar. Entiende que aunque esto es una alegría para mí, siento un gran dolor por todo lo sucedido, una tristeza que en parte ahora se hace más grande, pues el pensar lo bonito que sería si todo continuara como antes, si Miguel estuviera aquí ahora mismo, si...
- Si nada, eso es bien sencillo. Ponte en contacto con él ahora mismo y le dices - le comentaba Lidia mientras veía cómo el rostro de su amiga cambiaba sin poder impedir unas lágrimas -.
- No es tan fácil Lidia. ¿Acaso te has puesto a pensar como debe de estar él ahora, cómo se estará sintiendo...?. ¿Crees que, porque yo le de esta noticia todo se arreglará de buenas a primeras y ya...?.
- ¿Por qué no?. Podría entender que no fuera así, si entre vosotros se hubiera acabado el amor, pero no es el caso... Sólo se trata de una absurda culpa del pasado, que no es tal. Es cuestión de aceptar y nada más. Es lógico que os haya podido afectar el saber de la vinculación de todo ello, pero no podéis permitir que esto afecte a vuestra relación y a ese amor que existe entre ambos, mucho menos ahora.
- No es así de sencillo amiga. Claro que puedo comprender eso que dices, pues ahora mismo llamaría a Miguel para darle la noticia y que él se alegrara tanto que viniera hasta acá terminándose todo este dolor, pero no es fácil. Hay una situación dura de asimilar y unos sentimientos afectados, dolidos y tal vez ahora desgarrados por parte de él. El que yo en su momento le diga, no quiere decir que todo vuelva a ser igual - le trataba de explicar Carla -.
- ¿Pero por qué no?. Pienso que si tu hablas con él, todo lo demás quedará a un segundo plano. Si tu no te encuentras con fuerzas, yo si quieres se lo hago saber aunque sea a través de Alex... - le decía su amiga impaciente y con ganas de reaccionar al ver que sería un error no actuar a tiempo -.
- No Lidia, te pido que no lo hagas, por favor. Es algo que quiero hacer yo personalmente. Te pido que no le cuentes a nadie hasta yo hablar con él, ¿si?. No me gustaría que se enterara por otra persona, igual pensando en que no le quise decir. Eso si no me lo perdonaría y lo entendería - le decía Carla mientras le agradecía cogiendo la mano de Lidia -.
- Es que veo que por algo que puede solucionarse vais a estropear y terminar con algo bonito e importante, de lo que podéis arrepentiros en un futuro.
- Te agradezco amiga, pues sé que lo haces por nuestro bien, con todo cariño..., pero las cosas son como son y eso también hay que aceptarlo. Además tampoco quiero precipitarme dándole esta noticia hasta asegurarme que todo vaya bien, ya que por circunstancias puede... Ay, no quiero ni pensarlo Lidia, pero puede ir mal y no quiero añadir ese dolor a Miguel. Pero a la vez...
- Te mueres por contarle, ¿cierto?.
- Si Lidia, así es..., pues lo que siento por Miguel no me había sucedido antes, no de esta forma tan intensa y especial.
- Pero te entiendo. Discúlpame, ¿si?. No tiene que ser fácil pensar ni decidir con esa mezcla de sensaciones que tienes que tener ahora mismo. Sucedió todo tan seguido. Venías de una situación nada agradable y muy dolorosa para ti y de pronto, recibes una alegría que tienes que encajar en todo ello. Perdona Carla, pues todo esto es muy delicado, lo se..., pero es que me duele tanto lo que os está sucediendo. Sabes que sea cual sea tu decisión, estoy contigo guapa. Es muy fácil de mi parte hablar, pues pensándolo bien la verdad que no se que haría de estar en tu lugar... - le decía Lidia mientras se acercaba a darle un beso y un abrazo -.
- No tengo que disculparte por nada. Te agradezco por tu apoyo amiga y por estar aquí conmigo. Se que quieres lo mejor para nosotros.
- Pero tal vez estoy siendo egoísta Carla, sin pretenderlo.
- Puedo comprenderte que trates de que todo vuelva a la normalidad. Pero no se puede dar marcha atrás al pasado y borrar todo lo sucedido de un plumazo. Gracias mi loquita querida - decía Carla, abrazándola con fuerza -.
Ambas dieron por terminada esa conversación al menos por ahora. A Carla comenzaba a hacerle efecto el calmante, pero su cabeza no dejaba de pensar. Su rostro se veía por momentos envuelto en una gran sonrisa, como de pronto sorprendido por unas incesantes lágrimas. Todo ello producto de sus pensamientos y de todos esos lindos momentos que se le pasaban por la mente, los cuales podrían estar sucediendo si el pasado no hubiera estado ahí para estropearlo todo. No dejaba de pensar en lo inmensamente feliz que sería de contarle a Miguel y de que él corriera hasta allá alegre para cuidar de ambos.
Lidia se percató de esos minutos que tan duros debían de estar siendo para su amiga mientras miraba hacia la ventana ensimismada, hasta que se quedó dormida. Entonces es que aprovechó para ir a casa a recoger algunas cosas pues pasaría la noche con Carla, ya que la doctora le había indicado que era mejor que se quedara ingresada para ver su evolución una vez hubiera comido. Probablemente al día siguiente, lunes en la mañana, le darían el alta si todo continuaba evolucionando bien.
Mientras tanto Miguel continuaba en la casa de la laguna. Tras marcharse Carla, aunque trató de detenerlas no pudo evitar derramar unas lágrimas, así como tampoco pudo hacer por desaparecer ese dolor que sentía tomando unas copas. Su mente volvía al pasado y recordaba todos aquellos momentos vividos junto a ella, una relación que sin llevar mucho tiempo había sido muy intensa y era consciente de ello además por ese corazón desgarrado y ese vacío que ahora sentía.
Amaba y deseaba a esa mujer, era la diferencia... por lo que sabía que no sería fácil y que tendría que ser fuerte. Hasta ahora no le había sucedido con otras relaciones, eran más superficiales, tal vez para evitar sentir daño o simplemente porque no había surgido, pues reconocía que con Carla desde el primer momento había sido distinto.
Y eso le preocupaba, pues no sería fácil olvidar a aquella mujer ni lo que sentía por ella, sabía que no podría, pues reconocía que le había calado bien hondo y todo eso le dolía demasiado..., sorprendiéndolo también a él.
Pero ya no había vuelta atrás, había que aceptarlo por más que le doliera y tenía que ser fuerte, protegerse. Hacer lo posible para que esa herida cicatrizara cuanto antes, aunque bien sabía que era una labor complicada, tal vez la que más, pues no sería posible sacarse a Carla de su mente y menos de su corazón.
- ¿Por qué Carla... por qué?. Juntos hubiéramos superado cualquier obstáculo, lo que sentimos el uno por el otro es superior a todo lo sucedido en el pasado. Pero está bien, tu lo prefieres así, quieres que te olvide..., pues te olvidaré, maldita sea! - era lo único que llegó a pensar en voz alta, tras el efecto que comenzaba a producirle el alcohol ingerido y esos recuerdos que le producían los pasos que daba por la casa, recordándole cada zona a ella pues en cada una existían lindos momentos vividos, hasta llegar a la habitación y tumbarse en la cama -.
Así estuvo un buen rato pensándola, extrañándola..., amándola en su mente y con todo su alma, hasta poderle el sueño, el cual más tarde fue interrumpido por el sonido de su teléfono.
Se despertó sobresaltado, sintiendo cierta angustia al ver donde se encontraba y recordar lo sucedido. Cuánto daría porque todo aquello no estuviera sucediendo. Contestó recibiendo al otro lado la voz de su amigo Alex.
- ¡Miguel! ¿me escuchas? - gritaba al otro lado su amigo pues Miguel no había dicho aún nada -.
- Si Alex, dime.
- ¿Oye, qué sucede?. Te noto raro. ¿Va todo bien?.
- Disculpa Alex, pero ahora no me apetece hablar, no es el mejor momento. Ya te llamo...
- Oye Miguel, ¿te encuentras bien?. ¿Es por Carla?, ¿no habéis aclarado aún...?.
- No Alex, no hemos aclarado aún... o mejor dicho, al parecer ella lo tiene muy claro. ¿Sabes?, todo se acabó amigo.
- ¿Qué?, no puedes ser. No te precipites, seguro que no está todo dicho. Supongo que discutiríais o no llegasteis a entenderos, pero será algo pasajero...
- No Alex, ya te dije que se terminó... Carla se fue de la casa de la laguna.
- ¿Cómo?. Mira, seguro que todo puede solucionarse. Si quieres nos vemos y hablamos, pues no te noto nada bien. ¿Dónde estás?.
- Ahora estoy aquí en la laguna, pero tengo que ir al hotel. Allá tengo mis cosas, tengo reservado hasta mañana pues el martes tengo que regresar al trabajo. Si quieres nos vemos allí, pues aquí no puedo continuar ni un minuto más - le decía Miguel destrozado y tensando los músculos de su rostro, tratando de contener todo aquella impotencia y dolor que sentía mientras recordaba todo al contarle a Alex -.
- Ok, Miguel. Tranquilo, nos vemos en un rato.
Terminando la conversación, se incorporaba y sentado en el filo de aquella cama donde tantos momentos de placer habían pasado, deslizaba sus manos por el cabello llegando hasta cubrir su cara con las mismas. Se dirigió al baño para refrescarse y tras verse en el espejo, es que se decía a sí mismo:
- No más Miguel... No más. Tienes que olvidarla como sea..., sacártela te cueste lo que te cueste, no te puedes sentir por más tiempo así. No maldita sea, no.
Echando un vistazo en general por toda la casa, es que cerraba la puerta de la misma roto de dolor. Tardaría en volver allí... pensó.
Una vez en la habitación del hotel, volvía a sentirla más aún..., pues todo olía a ella. Aquellas sábanas, la terraza..., el baño. Era una pesadilla, tenía que marchar cuanto antes o correría tras ella, pues era lo que deseaba hacer. Pero en ese momento sonaba la puerta, entrando Alex, quien al ver el estado de su amigo fue hasta él y ambos se fundieron en un fuerte abrazo.
- Amigo la perdí, la perdí Alex... todo se terminó.
- Qué pasa Miguel, seguro que se puede solucionar. No podéis permitir que el pasado os aleje de este bonito presente que manteníais.
Y en aquella tarde de domingo, es que Miguel le explicaba todo a su abogado, tras servir unas copas, pues de otra manera era difícil digerir todo aquello. 
- Así que esa fue su decisión y yo tengo que respetarla..., no hay más que hablar. Mañana contrataré seguridad para la casa de mis padres y hablaré con un conocido, detective privado... y le diré para que vigile a Carla, pues aunque se empeñe en lo contrario puede correr peligro.
- Miguel, ¿estás seguro en eso último?. Pienso que sin consultarle no es buena idea.
- Alex, ¿qué más quieres que le consulte?. Ya le dije e insiste en que no es necesario, pero yo pienso que si. Aunque haya pasado todo esto, la amo y soy incapaz de dejarla desprotegida. No puedo, si le pasara algo no me lo perdonaría.
- Pero tu no tienes la culpa. Si ella decidió eso, pues igual tienes que respetarlo y ya. Aunque te entiendo que necesites protegerla de ese riesgo que puede correr pero igual tampoco es necesario todo eso. Igual después de tanto tiempo no tiene por qué suceder nada... 
- Ya veré que hago, no se si habrá oportunidad de comentarle de nuevo..., pues me iré en cuanto pueda pues tengo que alejarme cuanto antes de aquí, al menos durante un tiempo.
- Te entiendo Miguel. Salgamos a algún lugar, te invito a picar algo..., venga.
Y tras darse una ducha y vestirse, trató de desconectar yendo con Alex a quedar con otros amigos en común, pero era difícil deshacerse de aquellos pensamientos y todo lo que sentía en aquellos duros momentos. Pero hacía todo lo posible. La vuelta al hotel fue dura..., así como la noche, sin apenas poder dormir.
Por su parte Carla tras despertar en la tarde, había comido un poco. La presencia de su amiga estaba siendo muy importante, pues alguna sonrisa lograba sacarle, pero fue inevitable al llegar la noche no seguir pensando en Miguel, en su bebé... y en toda aquella complicada situación.
El día siguiente, no sería un día fácil para ninguno de los dos.

 

Continuará...
Un abrazo. Atardecer.

 

Publicado por atardecer
Publicado el 16/08/2015 18:05 - Total Temas: 235 - Total Mensajes: 7706 

 

 

 

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Publicado el 04/12/2017 22:03 - Total Temas: 301 - Total Mensajes: 11944

 

 

 

CAPÍTULO 16

 

- ¡Hola Atardecer!
- ¡Ah!, hola Director.
- ¿Te asustaste...?.
- Un poco, pues me pillaste desprevenida.
- ¿Pensativa...?. ¿Se puede saber en qué...?, jaja.
- Si..., en un gran Director que tengo la fortuna de conocer.
- ¿Y se puede saber quién es él?.
- Tal vez...
- ¿Te puedo ayudar en algo?.
- Si...
- Dime cómo...
- Dándome un fuerte abrazo.
- ¿Sólo se trata de eso...?.
- ¿Sólo...?. Para mí es mucho.
- Ven aquí, guapa.
- Gracias.
- Shsss... En cuanto estés lista, comenzamos... ¿ok?. Tomate el tiempo que necesites.
En la laguna... 3,2,1 acción grabando!!

 

Un nuevo día amanecía y su luz se dejaba entrever a través de las finas cortinas de aquella, ahora fría, habitación de hotel. Miguel sabía que a partir de ese momento no sería fácil, le quedaba una dura prueba por superar, acostumbrarse a vivir sin ella. Se levantó y fue hacia la ventana para ver como despertaba la ciudad. Tenía varias gestiones que hacer antes de marchar al día siguiente y con fuerzas trató de comenzar.
Tras darse una ducha, contraste de agua templada y a su final bien fría , se colocaba unos vaqueros y una camiseta negra de manga corta, que luego acompañaría con una cazadora de piel del mismo color.
Había pedido un zumo de naranja, pues en ese momento no le apetecía nada más. De todos modos procuraría estar a la hora del desayuno en su casa para disfrutar de su familia lo máximo en ese día antes de viajar y también porque les tenía que hablar de lo que había pensado sobre poner seguridad. Eso de nuevo le llevaba a pensar en ella, no sabía como reaccionaria de llegar a verla. Esperaba ser fuerte, controlar sus impulsos de aferrarse nuevamente a Carla.
Mientras le llevaban el zumo, había estado recogiendo sus cosas. Una vez se lo tomó y tras observar su demacrado rostro en el espejo mientras enjuagaba su boca, dejó aquella estancia y se marchó.
Carla igualmente, apenas había podido dormir. A última hora consiguió hacerlo despertando ahora sobresaltada y percatándose también de ese día que empezaba. Su corazón acelerado le hizo pensar, que a partir de ese momento aunque siendo una situación dura, tenía que tratar de no transmitirle ningún tipo de tensión a su bebé y llevar cualquier contratiempo con la mayor tranquilidad posible, aceptando y asimilando la situación con fuerza e ilusión por ese lindo ser que comenzaba a gestar en su interior.
Se percató de que Lidia abría sus ojos, dirigiéndole una sonrisa y unos buenos días a la mamá mas linda. Eso llevó a Carla a pensar en Miguel y una profunda tristeza se apoderaba de ella, pero que trató de disipar enseguida pensando que en cuánto pudiera le contaría, pues él tenia que saber. No podía ni quería restarle aquel entusiasmo que como ella, a pesar de todo lo sucedido, sentía por esa criatura que en su vientre existía fruto de ambos.
- Hola Lidia, espero hayas podido dormir bien, pues ese sillón no debe de ser muy cómodo.
- Bueno, no lo es mucho..., pero he estado bien, ha sido grata la compañía y eso compensó... - le decía sonriéndole -. Aunque sé que a ti, te costó pillar el sueño más que a mí. Todo irá bien, ¿si?.
- Gracias amiga por todo. Por cierto, no se cuando pensarán darme el alta, espero que sea a primera hora de la mañana, pues de no ser así tengo que avisar a casa de Isabela de que iré en cuanto me sea posible.
- Está bien, pero no te preocupes por eso ahora. No olvides que necesitas descansar y si tienes que faltar algún día ellos lo entenderán.
- Si lo sé, pero solo si es necesario, pues yo me encuentro bien e Isabela necesita ahora mucho más de cuidados pues está cada vez más cerca de su recuperación. Sobre todo en el aspecto anímico, es primordial que obtenga mucho apoyo.
- Es curioso Carla, pero ahora estás más unida que nunca a esa familia...
- Y a la vez más lejos - decía con un halo de tristeza -. Trataré de hablar con Miguel, pero no se cómo reaccione, qué pensará... aunque sé que para la familia, cuando él crea conveniente contarle, será una alegría.
- Y para él también, ¿no lo crees así...?.
- Lo se Lidia, no lo dudo, pues conozco su sentir, pero hablo de su reacción tras lo sucedido. No sé, ahora pienso que igual me precipité, aunque cuando regresa aquel pasado a mi mente, vuelvo a convencerme de que era la opción más acertada... Así que, solo queda aceptar las cosas tal cual están, afrontando la situación y seguir hacia delante con fuerza.
- Todo irá bien amiga - le decía Lidia mientras se abrazaban -.
Pasado unos minutos llegó una de las enfermeras, a quien le preguntó sobre su salida del hospital. La doctora pasaría a media mañana y probablemente le dieran el alta a partir de entonces.
En cuanto llegó la hora en la que solía quedar con Isabela, llamó a su casa para avisar de que igual hasta la tarde no le sería posible ir, disculpándose. Le cogió la madre de Miguel, quien entendió perfectamente indicándole que no se preocupara, que su hija estaría bien.
Miguel desde temprano había estado realizando las gestiones que tenía previsto con gente conocida dejándolo solucionado. De inmediato dispondría del servicio de seguridad contratado. Respecto a lo de Carla, solo lo había hablado sin llegar a concretar nada, pues no quería hacerlo sin consultarle a ella, en caso de que tuviera la oportunidad de hablarle. De lo contrario, lo vería con Alex.
Llegó a su casa justo cuando su familia estaba desayunando, pues no lo esperaban. Se sentó a tomar algo con ellos.
- Miguel hijo, qué sorpresa, ¿pero como tú por aquí, sucede algo hijo?. No tienes buena cara - le preguntó su madre tras ver su rostro al quitarse las gafas de sol -.
- No es nada mamá, no te preocupes. Solo que ando algo cansado.
- ¿Cómo es que estás hoy por aquí? - le preguntó su hermano Fran, algo intrigado -.
- Tenía un par de días libres y aproveché para hacer unas gestiones. Pero preferí quedarme en un hotel el fin de semana.
- Por cierto, qué raro que no haya venido aún Carla, suele estar por aquí desde bien temprano - seguía comentando Fran, sin dejar de mirar el aspecto de su hermano -.
En ese momento Miguel, tras escucharle, levantó su mirada tensando la mandíbula.
- Tal vez hasta la tarde no puede venir pues llamó para decir que igual no le era posible acercarse en la mañana - decía muy decidida Isabela -.
- Si, le dije que no se preocupara pues Isabela estaría bien - comentaba su madre -.
A Miguel, aquello que escuchaba no le era indiferente para nada..., tratando de solventar cuanto antes.
- ¿Qué te apetece hacer Isabela?, pues yo tengo el resto del día libre - le preguntaba sonriéndole Miguel -.
- Qué bien, pues lo que tu quieras. Me dejo guiar por ti... - le decía la joven devolviéndole la linda sonrisa -.
- Tu igual sabes que le puede pasar, ¿no es así Miguel? - le preguntaba algo inquieto Fran -.
- ¿Y él por qué va a saber hijo? - comentaba su madre, mientras el Sr. Elías no dejaba de observar a su hijo Miguel, quién a la vez se percataba de ello. Algo sucedía con su hijo, lo conocía bien, se decía pensativo -.
- No sé..., igual porque se trata de una mujer bonita, atractiva y quizás, para no perder la costumbre, haya estado interesado en ella últimamente... - continuó diciendo Fran -.
Miguel, tras escuchar el comentario de su hermano en tono irónico, unido al dolor que sentía por dentro, es que no pudo evitar contestar en tono fuerte a su hermano.
- Mira Fran, no ando de humor esta mañana, ¿sabes?. Así que, procura no pasarte de listo conmigo, pues no respondo.
- ¿Qué tienes hijo, qué te sucede?. ¿Por qué le hablas así a tu hermano?.
- Porque al parecer no le basta con su vida que se tiene que meter en la mía, mamá... ¿o es que aún no te has dado cuenta?.
Tras decir eso, se quedó pensativo retomando la conversación.
- Hubiera preferido comentar esto en otro momento más tranquilo, pero es necesario hacerlo cuanto antes pues se trata de un tema delicado. Algo que hasta hace nada, no he sabido.
Y de esa manera, es que Miguel comentaba, ante la atenta mirada de su familia, la necesidad de contratar vigilancia debido a la relación de Carla en el caso de su amigo Esteban. Todos expresaron su preocupación y entendían la decisión tomada por Miguel.
También aprovechó para decirles, pues lo creyó conveniente, que Carla y él habían mantenido una relación tras haberse conocido, hasta el día de ayer, pues todo se había complicado a raíz de saberse todo eso, terminándose la misma.
- Qué rápido eres para poner punto y final a tus relaciones cuando ya no te interesan, sin importarte cómo se pueda sentir la otra persona, ¿verdad Miguel? - le interrumpía Fran, provocado la situación con lo que decía -. Te avisé que dejaras en paz a Carla, que con ella no te metieras, que ella es diferente, pero no..., ahora tras lo que supiste, la dejas sin más. Eres un cobard... - no tuvo opción de terminar la frase -.
Miguel, tras lo que estaba escuchando ya no podía permitirle decir más a su hermano, provocándole hasta tal extremo, que con furia se incorporó de su asiento y extendiendo el brazo es que lo cogía por la camisa, pues estaba justo frente suyo, con la intención de darle un buen escarmiento.
Pero fue su padre, al verlo cerrando el otro puño, el que evitó que no lo hiciera.
- ¡Miguel basta! - le decía a su hijo mayor, mirándolo fijamente, aunque sabía que su padre le comprendía perfectamente, pero evitó que cometiera el error de herir a su hermano -. 
Recapacitó pidiendo disculpa al Sr. Elías, quien a la vez reprendía y mandaba a callar de una vez a Fran, quien en ese momento se retiraba de la mesa.
- Una cosa te digo, - le decía Miguel haciendo que se parara- , mantén discreción con este tema, ¿me oyes?. Pues si no quieres escuchar y quedarte solamente con la versión que a ti te interesa, respétame ¿vale?. También a Carla, ¿te queda claro?. No utilices esta situación para hacerte la víctima ante ella. Pues aunque esa relación ya no sea la misma, me importa, aunque pienses lo contrario. Tenlo en cuenta Fran, porque no te lo voy a repetir. Y si sigues faltando, la próxima vez no me voy a contener en partirte la cara.
Tras quedarse a solas con sus padres e Isabela, es que volvía a pedirles disculpas por lo sucedido, tratando también de calmarlos de que todo estaría bien, que no tenía por qué pasar nada y que debían seguir con su vida con normalidad, pero que había que ser precavidos.
De seguido comenzó a hacer planes con su hermana. Continuarían con algunos de sus ejercicios y después irían a algún lado, incluso convencerla para quedar con algunos de sus amigos, con los que había estado demasiado distanciada últimamente y que Carla ya había tratado de que eso fuera cambiando.
Mientras tanto ella seguía en el hospital, deseando de que le dieran el alta, como sucedió tras pasar la doctora y decirle que todo estaba normal y que se podría marchar, dejándole unas recomendaciones como que comiera bien, descansara y que evitara las preocupaciones.
Era la una de la tarde, y cuando salían del hospital, casualmente Alex que estaba esperando al cambio de semáforo, se percató de ellas, aunque éstas no de él, pero apenas pudo reaccionar para llamarles la atención pues tenía que continuar ya que rápidamente se había puesto en verde.
Mientras iban camino de la casa de Lidia, es que le volvía a sonar el teléfono por segunda vez. Era Salvador Mejía, que de nuevo la llamaba tras no contestarle el día anterior a su llamada.
- Carla, debes de evitar a ese tipo, no le hagas caso. Tenía razón Miguel, no tiene sentido que aún sigas teniéndole en tu agenda y si es necesario cambia de teléfono.
- Ay Lidia, no exageres..., por supuesto que lo eliminaré de mis contactos y hablaré claramente con él, pues tengo que decirle después de lo que supe y terminar con todo esto de una vez, pero de ahí a que tenga que cambiar de número. No es necesario, el entenderá y no me molestará más.
- ¿Qué vas a qué...?. Tu no tienes por qué ver a ese tipo de nuevo. Ya se dará por enterado cuando no le hagas caso - le aconsejaba Lidia -.
Pero Carla, estando en la casa de Lidia, es que recibió otra llamada de Salvador. Aprovechando que su amiga había salido a realizar unas cosas en el trabajo que no podían esperar, y deseando de aclarar todo aquello de una vez, le dejó una nota, indicándole que volvería enseguida, por si regresaba antes que ella no se preocupara.  Y así es que cogía su coche dirigiéndose hacia la entrada de la Comisaría de Policías que era donde había quedado con Salvador tras llamarle por teléfono.
Miguel a su vez, había llevado a Isabela tras realizar sus ejercicios a unas de las zonas ajardinadas de la ciudad, donde se encontraría con unas amigas de ella, para tomar un refresco y poder charlar un rato. Era algo que a su hermano le había costado de convencerla para que se animase, pero al final accedió.
A la vuelta, es que Miguel decidió pasar un momento a consultarle a su amigo Roberto sobre el asunto del detective privado que había pensado para el tema de Carla. Justo cuando llegaba, pudo ver como ella y Salvador hablaban en la puerta de la comisaría.
- Esto es demasiado - pensaba en voz alta, al mismo tiempo que algo por dentro suyo se tensaba, provocándole bajarse del coche y darle una buena lección a aquel cretino. Pero no podía hacerlo, sobre todo porque le acompañaba Isabela y también porque tenía que controlarse. Ya tenia que tratar de que nada de eso le afectara, aunque era bien complicado -.
- ¿Qué sucede Miguel? - le preguntaba Isabela sin saber que pasaba pues no se había percatado de Carla -.
- No nada, tranquila. Que al final he pensado que vendré a ver a Roberto más tarde. Ya volveré en otro momento -.
Y con ese quemazón por dentro, si entender nada, con gran dolor e impotencia, es que continuaba hasta la casa grande, tratando de disimular ante Isabela, para que no notara nada.

 

Continuará.
Un abrazo. Atardecer.
Publicado por atardecer
Publicado el 21/08/2015 19:08 - Total Temas: 264 - Total Mensajes: 9829

 

 

 

Publicado por atardecer
Publicado el 11/12/2017 21:03 - Total Temas: 301 - Total Mensajes: 11944

 

 

 

CAPÍTULO 17

 

 

- ¡Atardecer!.
- Si, dime...
- En 10 minutos comenzamos, ¿ok?... ni uno más.
- Está bien, estoy preparada.
- Gracias.
- A ti...
- ¿Hoy no necesitas que te ayude con algo?, ¿un abrazo, tal vez...?. Para ello si tengo un par de minutos... jaja.
- Mejor no, pues necesitaría mínimo uno de cinco.
- Vaya... jaja. Qué malita que eres...

 

En la laguna... 3,2,1 acción grabando!

 

Carla y Salvador continuaban hablando. Ella le dijo que sabía todo lo que aquel día sucedió y que ahora entendía muchas cosas que hasta ese momento se había estado preguntando una y otra vez. Salvador insistía en que las cosas no eran así exactamente, que Miguel trató de ponerla en contra de él.
- Salvador, ya no hay más que decir. Hace tiempo que nuestra amistad terminó. Últimamente lo que me unía a ti era agradecimiento por ese apoyo que creía me estabas ofreciendo, aunque pienso que buscando más que nada, que me sintiera culpable para seguir ahí y tenerme cerca.
- Yo te quiero Carla...
- Desde siempre supiste que no podía tener nada contigo, te lo dije bien claro que no te amo, que no te quiero como hombre. Siento ser tan franca, pero tu lo has querido así, pues ya te lo he dicho en muchas ocasiones. Así que espero, respetes de una vez mi decisión y no insistas más con ese tema.
- Solo te pedía una oportunidad...
- Insistías a la fuerza. Todo ya es pasado y no quiero que me influya más de ahora en adelante. Y tú también lo eres, así que por favor, insisto en que no me vuelvas a llamar ni a buscarme, pues entre nosotros no hay más que decir.
- Carla, ¿pero cómo puedes creer todo lo que te contó ese estúpido, eh?. Yo en ningún momento quise que todo se descontrolara. Creí conveniente actuar y tampoco fue mi intención ponerte en peligro.
- No es ningún estúpido y lo amo. No tenías que haber intervenido, Salvador. No era tu caso, y lo sabías muy bien. Ahora me doy cuenta que no respetaste aquella operación y lo peor poniendo en peligro a mucha gente. Pero ya no tengo más que decir. Espero que pienses sobre tu conducta y no sigas faltando profesionalmente de esa forma, pues te recuerdo que tienes una responsabilidad grande por el puesto que ocupas.
- ¿Es esto una despedida Carla?. No puede ser... por favor, tienes que creerme a mí - le decía Salvador tratando de acercarse a ella para abrazarla, siendo rechazado-. Que sepas que vas a ser muy infeliz con ese cretino, solo te contó mentiras para tenerte ahí cuando se le antoje. Es a lo que está acostumbrado, sigue igual, tener lo que el quiere siempre y con las mujeres no es diferente.
- Confío en Miguel y creo en lo que él me pueda contar. Por lo demás es tu opinión. ¿No será Salvador, que se ha ganado todo lo que tiene por mérito propio y es lo que te hace que tengas esa envidia y resentimiento hacia él?.
- Envidiarlo...jaja, - reía irónicamente -. Ya veo que te ha llenado la cabeza de cosas...
- Mira no quiero continuar hablando más pues no tiene sentido. No me gusta el comportamiento que has tenido últimamente Salvador, como tampoco la forma en que actuaste y te repito, espero respetes mi opinión y decisión tomadas. Las cosas desgraciadamente sucedieron así y ya no se puede hacer nada. Yo obedecí tus ordenes y nada más. No me voy a sentir más culpable por ello, pues desconocía tus intenciones. Allá tu y tu conciencia. Aún así, te agradezco por ese tiempo en el que trabajamos en equipo - y diciendo esto es que Carla se marchaba dando por definitiva esa conversación -.
- Algún día te arrepentirás de lo que dices, cuando te des cuenta de que todo son mentiras, cuando él ya no quiera cuenta contigo..., porque seguro se cansa de esa relación que lleváis... - le gritaba Salvador mientras ella se alejaba y se entraba en el coche marchándose sin que sus palabras le afectaran lo más mínimo -.
Lidia iba llegando a la casa, cuando comenzaba a sonar su teléfono. Era Alex que la llamaba para interesarse al verlas visto salir del hospital. Ella le aclaró que Carla no se había encontrado bien el día antes, que estaba algo cansada y se había sentido mareada, pues no había estado comiendo ni durmiendo bien, pero nada más. Que ya se encontraba mucho mejor.
- Entonces, me puedo quedar tranquilo... ¿Me dices toda la verdad? - le insistía Alex con ese toque de humor con el que sabía que a veces hacía picar a Lidia -.
- ¿Acaso insinúas que soy una mentirosa?... - le replicaba ella a punto de caer en el anzuelo -.
- Yo no he dicho tal cosa, solamente puede ser que me estés escondiendo información...
- ¿Cómo?. Mira, ¿sabes que te digo?...
- Jaja... como me gusta picarte... jaja - le decía entre risas Alex, pues solo estaba bromeando -.
- ¡Ah!, así que esas tenemos. Pues sabes, ahora que lo dices, si. No te conté apenas nada, de nada. Si supieras todo lo que me reservo, uy... lo mejor. Pero te vas a quedar con las ganas - le decía Lidia siguiendo la broma, pero con un tremendo deseo de contarle todo aquello que si existía realmente, aunque sabía que no podía ni lo iba a hacer, así como reconociendo que el humor de él le encantaba aún cuando ella andaba mosqueada, agradeciéndole ese rato agradable que ahora le hacía pasar -.
- Jaja... ya no me creo nada de lo que me digas - seguía bromeándole él, sin imaginar y ni siquiera sospechar, que algo más le sucedía a Carla -.
Pero a Alex le apetecía hablar con Lidia más tranquilamente de todo lo sucedido con Carla y su amigo, así como que aquella relación se terminara, aunque sabía que no podría hacer nada, pues era algo de ellos dos... por más que tratara de que fuera distinto.
- En serio, ya se encuentra mejor. Solo que no ha estado bien, ha sido una situación delicada la que ha vivido en estos días. Bueno tu ya debes saber. No tiene que ser fácil para ninguno de los dos.
- Así es, Miguel también está mal, la verdad. Y todo por lo que sucedió hace tanto... Pero así son las cosas. ¿Qué te parece si nos vemos, tomamos algo y hablamos?.
- Pienso que es buena idea, nos vendrá bien, al menos para desahogarnos y contarnos, tratando de entender algo más, aunque son ellos los únicos que podrían hacer algo para que esa relación vuelva a darse - decía Lidia -.
Y de esa forma quedaban para verse al día siguiente en la tarde, si era posible.
Por su parte Miguel, una vez dejó a Isabela en la casa, no pudo evitar pensar en lo que acababa de ver. Todo se juntaba, el verlos juntos de nuevo, el saber que fue a ella a quien expuso aquel día, el peligro que seguía corriendo Carla y las ganas de romperle la cara por todo a aquel sin vergüenza, hacía que no pudiera quedarse allí por más tiempo sin hacer algo. Así que aprovechando que aún faltaba para la hora de comer con su familia, decidió ir a hablar con Roberto y no demorarlo más, esperando no encontrárselos aún allí pues no sabía de que era capaz de ver a Salvador.
Cuando Lidia leyó la nota que había dejado su amiga, temió lo peor. Seguramente Carla había ido a hablar con Salvador. Preocupada esperaba que regresara pronto deseando que se encontrara bien. Mientras pensaba todo esto, es que escuchó la puerta.
- Carla, al final te empeñaste en ir, ¿verdad?.
- Disculpa Lidia, no quería preocuparte, pero era algo que tenía que hacer. Ya está todo hablado y me siento mejor. Entiéndeme por favor, necesitaba hacerlo para seguir adelante tratando de olvidar todo lo sucedido. ¿Discúlpame, si?.
- Pero es peligroso. Ya te dijo Miguel que pueden relacionarte con él si os ven juntos. Debes tener cuidado.
- No volverá a molestarme ni nos encontraremos más. Ya le hice que entendiera contándole todo y haciéndole saber cual es mi opinión - le decía Carla segura y tranquila -. Y ya dejemos este tema y cuéntame cómo te fue mientras preparamos algo de comer. Además esta tarde ya iré con Isabela.
- ¿Y tú crees que Salvador va a hacer caso?. Seguirá en su empeño - le decía su amiga -. Por cierto, ¿por qué no esperas a mañana para verte con ella?. Descansa esta tarde, te vendrá mejor.
- No es necesario Lidia, yo me encuentro bien. Descansaré algo después de comer y cuando llegue la hora me iré a seguir la clases con Isabela.
Miguel estuvo hablando con Roberto acerca de la seguridad respecto a Carla, sobre todo mientras él se encontrara fuera. Aceptó consejos y también le estuvo comentando sobre lo relacionado con ella en el caso sucedido aquel día. Por ello es que le hablaba también del riesgo que corría Carla, si la veían con Salvador, poniéndole sobre aviso para que trataran de hablar con él de lo peligroso que podía resultar para ella si la seguía exponiendo de esa manera.
Cuando se marchaba Miguel, es que se encontró con él. Trató de evitarlo, pero fue imposible pues comenzó a provocarlo con una irónica sonrisa, para luego dar paso a unas palabras que le enfurecieron aún más, diciéndole que trataba de ganarse el cariño de Carla con mentiras y poniéndola en su contra, todo porque no soportaba verlo con ella pues le recomían los celos.
En ese momento Miguel le golpeaba en la nariz haciéndole caer al suelo, para acto seguido volverlo a coger por la chaqueta y golpearle de nuevo, esta vez en la boca. En ese instante llegaron unos compañeros, entre ellos Roberto, tratando de separarlos.
-¡Miguel basta!, no empeores las cosas... - le aconsejaba su amigo -.
- No te preocupes, ya me marcho, en cuanto le diga unas cuantas cosas a este tipo.
Y reteniéndolo contra la pared es que le decía:
- No vuelvas a exponer a Carla ¿me oyes?. Si de verdad sientes algo por ella, aléjate de su lado. ¿O es que no sabes que aún te pueden vengar algún día por lo que hiciste, haciéndote pagar con Carla...?. Maldita sea, ¿no te das cuenta del peligro que le estás haciendo correr?. ¿No te bastó lo que la expusiste aquel día?.
- ¿Que tratas de decir...?, eso no es posible - decía Salvador con palabras entrecortadas, pues no podía hablar bien, debido a lo golpes -.
- Procura apartarte de ella de una vez por todas, pues si algo le llegara a pasar, te la verás conmigo. Y esa vez no tendría piedad contigo, óyeme bien. Ándate con mucho cuidado de ahora en adelante, porque ya no te voy a pasar ni una - le decía dándole unas palmadas en la cara -.
Y tras decirle eso es que lo soltaba, marchándose, no si antes disculparse con Roberto por lo sucedido, pues no pudo evitarlo.
Miguel llegaba a tiempo para comer con su familia. Tras ir al baño, se dirigía a donde estaban todos tratando de coger aire, pues no estaba siendo fácil aquel día. Agradecía que Fran no iba a estar, pues una provocación de su parte ya no podría aguantarla.
Tras reposar la comida, salía con Isabela fuera pues le sugirió de dar un paseo por el jardín delantero de la casa, donde planearían alguna cosa para hacer, pues aunque Isabela le había insistido que seguro vendría Carla, el no lo tenía tan claro, tratando de convencerla en hacer algo en la tarde que la distrajera.
- ¿Sabes Isabela?, cada vez respondes mejor. En nada podrás ir sola con las muletas. Tienes que poner mucho empeño en ello. Quedar con tus amigos más a menudo, así dejarás de obsesionarte en que no podrás conseguirlo. Cuando menos te lo esperes, podrás caminar.
- No es tan fácil Miguel. Pero si es verdad que Carla me está animando mucho para conseguirlo.
- Eso es algo que también tienes que empezar a pensar. Que ella algún día, pues también igual deje de venir por aquí.
- ¿Que tratas de decir Miguel, que Carla por lo que pasó entre vosotros es que ya no vendrá?.
- No he dicho eso, solo que... pronto, pues necesitarás menos de sus cuidados y llegará el día en que tenga que marcharse pues ya no necesitarás más de sus clases - le decía Miguel, tratando de prepararla para lo peor, pues ya no sabía que intenciones tendría Carla. Confiaba en ella, sabía que no dejaría a Isabela, pero el haberla visto de nuevo con Salvador, le hacía pensar más de la cuenta -.
- Quiero que siga viniendo, se que no me va a dejar ahora...
Y diciendo eso, ambos se giraron al escuchar el ruido de un coche. Para sorpresa de Miguel, era Carla.
Ella al ver a ambos hermanos juntos, le dio mucha alegría. Aunque no pudo evitar inquietarse al volver a encontrarse con Miguel, y sobre todo ahora, que sabía que llevaba dentro suyo a ese ser que también formaba parte de él.
Miguel tampoco pudo evitar que su cuerpo vibrara con la presencia de ella, pero a la vez se le venía esas nuevas imágenes con Salvador.
Bajándose del coche, Carla se acercó a ellos saludándolos. Ambas chicas se abrazaron muy fuerte y comenzaban a contarse. En ese momento él aprovechaba para saludarlas y marcharse de allí, pues le costaba un montón aquella situación, viendo preferible dejarlas solas.
- Espera Miguel, tenemos que hablar - le decía Carla -. 
- ¿Hablar...?. Si no recuerdo mal ya estaba todo dicho.
- Miguel por favor, es necesario que hablemos, tengo que decirte algo importante... - le insistía ella, mientras él la observaba cada vez más enfurecido recordando como hacía nada había estado con él, habiendo faltado a la casa no estando con su hermana -.
- Ya lo quedaste bien claro todo, Carla. Por cierto, espero hayas tenido un motivo de peso para no haber venido esta mañana con Isabela. Si tu intención de continuar no está clara, mejor que lo expongas directamente y trataremos de contratar a otra persona - le decía Miguel, aunque sintiéndose algo mal pues sabía que estaba siendo duro con ella -.
- ¿Cómo dices...?. Si, he tenido un motivo bien fuerte, el cual ha resultado ser muy agradable. De no ser de esa manera, no hubiera faltado.
- Vaya, un motivo muy agradable... - comentaba él con cierta ironía y rabia, pensando con quien la había visto -.
- Carla, ¿verdad que tu seguirás viniendo a pesar de que vosotros no estéis juntos?. Dime que no vendrá nadie más, que continuarás tú dándome las clases y estando conmigo, por favor.
- Por supuesto que vendré Isabela, no te preocupes. No se que te habrá podido contar tu hermano al no venir esta mañana, pero todo seguirá igual, ¿vale?.
- No le he dicho nada, solo que igual algún día tu decidas no volver y haya que contratar a otra persona.
- No es justo que le hagas ver así las cosas, pues nada de eso sucederá.
- ¿No?.
- ¡No, maldita sea! - le expresaba Carla algo cabreada viendo la actitud de él -.
- Miguel, ¿por qué te comportas así con ella?. Estás enfurecido, ¿qué te pasa?. No se lo merece - le reprochaba su hermana -.
- Isabela disculpa, pero tu no sabes nada, por lo tanto es difícil que entiendas.
- No hay nada que tenga que saber, lo único que tiene que entender es que seguiré con ella hasta que se recupere - le contestaba Carla -.
Isabela, al verlos así le dolía, por lo que decidió marcharse hasta la entrada de la casa guiando su silla de ruedas.
- Mira lo que has conseguido... - le reprendía Carla al ver que se iba la joven -.
- ¿Yo...?. No Carla, no voy a permitirte que le hagas daño, ¿me oyes?. A ella no...
- Miguel, calla por favor, ¿acaso has perdido la cordura?.
- Puede ser, pero la única culpable de ello eres tú. No expongas a mi hermana, y tu deberías tener cuidado con la gente que eliges para estar, ¿entiendes?.
- No se de que hablas, ¿cómo que estoy exponiendo a Isabela?. Te estás pasando Miguel, y eso no te lo voy a consentir, ¿sabes?. Ni siquiera pareces tú..., en la forma que me hablas y como lo estás haciendo.
- ¿Que no sabes?, pues te voy a hablar claro. Te faltó tiempo para ir de nuevo a los brazos de ese cretino, ¿verdad?. Debe ser que no te es tan indiferente como decías. No pierdes el tiempo, ¿eh?. Y lo peor es que dejaste de venir a estar con mi hermana para estar con él, con Salvador. Si, te vi con el en la puerta de la comisaría. Es demasiado para tolerarlo. No tengo estómago para tanto.
- ¿Qué...?. Así que se trata de eso. Que casualidad, justo me viste en el momento en que fui a aclarar las cosas con él para zanjar todo. Solo eso viste. ¿Pero sabes?, no tengo que explicar nada. No, Miguel... veo que esto es imposible. La palabra Salvador, siempre estará ahí. Es inútil..., pero algún día igual te arrepientas de todo lo que estás diciendo en este momento - le decía ella con la voz entrecortada y los ojos humedecidos, pues ahora si había conseguido dañarla con sus duras palabras -.
- Lo siento..., pero no es fácil para mí verte con él - le decía Miguel, roto por dentro sintiendo haber sido tan duro, pero el comportamiento de ella también le había afectado -.
Aún así, Carla veía necesario contarle sobre la noticia que supo, pero no era el mejor momento, pues con esos pensamientos de Miguel, ya temía hasta que pudiera dudar, aunque no creía que fuera así, pues lo conocía, pero lo vio tan afectado y pesando en algo que no era con respecto a Salvador, que prefirió decirle en otra ocasión.
- No voy a hablar más de eso. Y continuaré con Isabela, pues el contrato lo hice con tus padres. Hablaré con ellos y que ellos decidan.
- Ya les conté todo. Por cierto, deberías pensar sobre lo que te comenté de la seguridad. He pensando que alguien en cierta manera esté pendiente de ti, de si te siguen.., para asegurar algo más, que nadie te pueda hacer nada.
- Ya te lo dije Miguel, no quiero vivir así. No lo veo necesario. ¿Quieres que me estén vigilando constantemente...?.
- Si quieres continuar cuidando y viendo a Isabela, tendrá que ser así. Si no lo haces por ti, tendrás que hacerlo por ella. Pero debes evitar exponerte y exponerla a ella. Más, si sigues viéndote con Salvador, como veo estás dispuesta a continuar haciéndolo. Y no tengo más que decir, solo que te cuides mucho Carla. 
Y con esas palabras se alejaba de ella, dejándola destrozada sin saberlo... A él le sucedía lo mismo, algo dentro suyo se había desgarrado con las palabras que había pronunciado, sentía haber sido tan frio, tan duro con ella, pero de otra manera la hubiera abrazado, besándola con todas sus fuerzas... y eso ya no podía ser.

 

Continuará...
Un abrazo. Atardecer.
Publicado por atardecer
Publicado el 25/08/2015 19:15 - Total Temas: 264 - Total Mensajes: 9902

 

 

 

Publicado por atardecer
Publicado el 27/12/2017 19:07 - Total Temas: 301 - Total Mensajes: 11944

 

 

 

CAPÍTULO 18

 

 

- ¿Hola...?
- Hola..., ¿qué tal Director?.
- Bien, comprobando que estás ahí y no te vas a machar...
- ¡Ah...! Pues he estado a punto de hacerlo.
- ¿Nerviosa?.
- Inquieta.
- Jaja... todo irá bien, ¿vale?. En 10 minutos comenzamos.
- Ok.

 

En la laguna... 3,2,1 acción grabando!.

 

Tras ese mal rato, Carla cogió fuerzas y se dirigió hacia donde estaba Isabela. Al verla seria, trató de explicarle.
- Discúlpanos Isabela, pero ambos estábamos nerviosos y por eso nos hablamos en un tono más alto de lo normal. No está siendo fácil para nosotros. Pero eso no significa que nos odiemos, créeme.
- Entonces, ¿por qué habéis terminado con esa linda relación que manteníais?.
- Porque las cosas se complicaron y es mejor así para ambos, pues tras lo que supimos, de seguir nos haríamos daño sin quererlo. Igual es difícil de entender, porque los sentimientos siguen estando ahí. Pero no te preocupes, todo mejorará. Lo importante ahora es tu recuperación.
- Carla, sólo tengo que ver tu cara para notar lo mucho que te está afectando esto al igual que a él.
-¿Por qué mejor no me cuentas que hicisteis en la mañana?. Además tenemos que planear que haremos en la semana.
Mientras ambas se contaban, Miguel dentro en la casa recogía sus cosas para marcharse. No aguantaba por más tiempo estar allí cerca de ella y con ese dolor tan fuerte que sentía por esa distancia con Carla, así como por las palabras que le acababa de decir. Aún sorprendiéndole, tenía que reconocer que a pesar de todo, la amaba aún más.
Se despidió de sus padres quienes le dieron ánimo y tras salir fuera, introducía su equipaje en el coche ante la mirada de Carla e Isabela. Cuando caminaba hacia donde estaban para despedirse de su hermana, fue inevitable ese escalofrío que sintió Carla, una profunda tristeza, llevando su mano hasta su vientre. Cuando él llegó, la intensa mirada que intercambiaron lo decía todo, el amor y el dolor que ambos sentían.
Ella prefirió apartarse para que hablara tranquilo con su hermana, indicándole a Isabela que iba al coche a por unos libros que traía para ella.
Miguel trató de expresar a su hermana con toda la amabilidad de la que era capaz,  para que cogiera fuerzas, ánimo y siguiera hacia delante, pues su avance cada vez era mayor.
- Miguel, ¿no os pensáis reconciliar?. ¿No te das cuenta que le duele todo lo que os está pasando?.
- Isabela por favor. Si..., y no me es indiferente, muy al contrario. No está siendo fácil para ninguno de los dos. Pero las cosas son así. Tu igual no puedes entenderlo, pero han pasado ciertas cosas que complicaron la relación. No te preocupes por nosotros, ¿vale?. Lo importante ahora es tu recuperación. Tenemos que dejar pasar el tiempo para asimilar todo mejor.
Ambos se abrazaron muy fuerte, donde Miguel hizo broma como en otras ocasiones para sacar unas risas a su hermana.
Cuando se marchaba, se encontraba de nuevo con la mirada de Carla que volvía a donde estaba Isabela. En ese momento paró el coche a su altura, ambos se miraron nuevamente sin poder articular palabra. Miguel con impotencia, es que hacía un movimiento de cabeza tensando su rostro y acelerando fuerte se marchó.
Carla llegó a sentirse mejor cuando los padres de Miguel hablaron con ella a solas, antes de irse, tras terminar la jornada con Isabela. La animaron y comprendían como se sentía, así como la decisión tomada, pues era algo delicado todo lo relacionado con aquel caso, que era el causante de que terminaran con esa relación de la que no habían sabido hasta ahora, aunque les hubiera gustado poder disfrutar de Carla como pareja de su hijo mayor, quien sabían estaba bastante afectado por todo lo sucedido. Ellos apreciaban mucho a Carla, por eso le ofrecieron todo su apoyo y ánimo para seguir adelante.
Cuando iba saliendo de la propiedad se percató de los guardias y varias cámaras de seguridad. Algo en su interior se estremecía. Volvía a recordar aquellas palabras de Miguel sobre el peligro que podía correr si la relacionaban con Salvador.
En ese momento se encontró con Fran que llegaba a la casa. Ambos se saludaron y se pusieron a hablar.
- Hola Carla, ¿cómo estas?, aunque por tu cara me lo puedo imaginar.
- Hola Fran. No es fácil, pero ya habrá momentos mejores.
- No me extrañó nada cuando lo supe, pues conozco a mi hermano. Cuando ya no le interesa algo, cuando llegan los problemas... a pasar página. Luego el irresponsable soy yo. Ya te lo había advertido. Ha actuado como un...
- Ya vale Fran. Y no, no lo conoces realmente. De ser así no hablarías de esa forma de él. Ese es tu problema, le culpas a él de tu irresponsabilidad, de tu falta de estima, de las complicaciones que tu mismo te has ido buscando.
- ¿Cómo es posible que encima lo defiendas?. Eres demasiado buena con él, ¿sabes?.
- Que nuestra relación se haya terminado, no significa que él sea culpable o sea un irresponsable como has tratado de decir,  porque para nada es así. Todo lo contrario. Las cosas se complicaron para los dos y a veces hay que tomar decisiones por duras que nos resulten.
- Pues yo se lo reproché, siempre hace a su antojo. Para el lo más fácil es marcharse y ya está. No se pone a pensar como estés tú. Pero al parecer eso no lo ves, a mí en cambio me duele verte así.
- Fran, las cosas no son como las estás diciendo. Dudo que a Miguel todo esto no le esté afectando, es más, se que no es así. Te agradezco que te preocupes por mí, pero no debes pensar así de tu hermano.
- ¿Pero como quieres que piense?. Se va, luego volverá como si nada hubiera pasado.
- Sabes que tiene que volver a su trabajo, a su vida, igual que yo - continuaba diciendo Carla tratando de que entendiera -.
- Es increíble como lo defiendes, en cambio yo te...
- Fran, déjalo ya, ¿si?. Lo sigo amando. Y es algo que quiero que te quede claro. Entre tu y yo, solo puede haber amistad. No busques algo más por favor, pues no te lo puedo dar y lo sabes. Disculpa que te lo diga así, pero tienes que entenderlo. Trata de reconciliarte con Miguel de una buena vez. No puedes seguir viéndolo como el culpable de todo lo que te sucede, ya no eres un niño. Disfruta con él cada vez que venga, aprende de todo lo que te puede aportar. Y él lo hará contigo. No se merece que lo recibas de la forma en que lo haces cada vez que viene, con reproches y tratando de echarle la culpa de todo. Y tampoco tu mereces que sigas con esa actitud, no es bueno para ti.
- Disculpa Carla, yo... Está bien. Me queda claro de una vez que no puedo tener ninguna esperanza contigo. Reflexionaré sobre lo que me dijiste sobre Miguel.
- Fran, sabes que estoy ahí para cuando necesites hablar o tratar algún tema. No lo olvides, ¿si?. Tal vez debes pensar sobre tu comportamiento y si es esa la manera y la actitud que deseas para llevar tu vida de ahora en adelante. Pienso que tienes mucho más que ofrecer y de esa forma, no lo haces posible. Tu solo te lo estás impidiendo.
- Gracias... Al parecer estoy fallando últimamente, a ti también y lo siento, de verdad - le respondía él, mientras le daba un abrazo, para acto seguido marcharse cada uno para su lado -.
Miguel llegó al despacho de Alex, allá había quedado con él para luego ir a cenar algo a un restaurante cercano, el cual frecuentaban en muchas ocasiones pues conocían a los dueños. Luego marcharía camino de vuelta a su destino, a lo que éste quisiera depararle.
- ¿Cómo estás amigo? - le preguntaba Alex, aunque podía imaginarlo por el semblante que tenía Miguel -.
- No resulta fácil... Ha sido duro cuando he salido de casa dejándola allí con Isabela. Es dolor y a la vez rabia, impotencia, porque es como si todo se hubiera esfumado sin poder hacer nada, además ahora, cada vez que nos vemos o hablamos parece que no pudiéramos hacerlo sin provocarnos daño.
- La verdad que tiene que ser complicado, pero es normal que tengáis esa reacción pues andáis tensos, confusos... pues todo ha sucedido muy rápido.
- Lo sé, fue un duro golpe lo que sucedió aquel día para ambos.
- Así es, aunque cuesta pensar que ese amor que os tenéis no pueda seguir fluyendo entre vosotros, porque sigue estando ahí, ¿cierto?.
- Por irónico que pueda parecer, es mas fuerte aún... La voy a extrañar Alex. Pero no es momento de lamentarse, las cosas son como son y no hay más vueltas. Tengo que tratar de continuar con mi vida, ser fuerte para no caer en la tentación de llamarla, de buscarla más...
- ¿No crees que te estás pidiendo demasiado?. Trata simplemente de que el tiempo diga, pero no te impidas hacer lo que necesites en un determinado momento... ¿no?.
- No Alex, me centraré en mi trabajo y trataré de desconectar estando con la gente que allá conozco. Durante un tiempo procuraré no venir, a menos que fuera necesario.
- Temo que endurezcas demasiado tu corazón, que esto te haya marcado tanto que no dejes surgir otras oportunidades con las que...
- Así es amigo..., no surgirán. De la forma que ha surgido con Carla, no me volverá a suceder.  
- Está bien, puedo entenderte amigo. Respecto a lo que me hablaste de Luis Guzmán, el detective para el tema de estar pendiente de Carla, si sigues pensando que es lo mejor yo hablaré con él cuando fuera preciso, como me indicaste.
- Pienso que es lo más acertado, aunque ya no sé... la verdad, por la reacción de Carla, pues ella sigue pensando que no es necesario y no me gustaría hacer algo con lo que no está de acuerdo, pero a la vez ella sigue viéndose con ese impresentable. 
- ¿Cómo es eso? - le interrumpía Alex, extrañado -.
- Si, esta mañana, cuando iba a hablar con Roberto sobre el caso, los vi hablando. No me paré pues iba con Isabela. Pero si me encontré con él más tarde y...
- Y de nuevo os enfrentasteis, supongo.
- Así es, no podía quedarme sin romperle la cara a ese cretino tras saber la relación de Carla en el caso.
- Miguel,  ¿seguro que así son las cosas?. No se, ¿has hablado con ella, te ha contado por qué estaba allá hablando con él?.
- Bueno, tampoco le he dado la oportunidad. ¡Pero es que no Alex!, no quería escucharle más excusa de por qué sigue viendo a Salvador. Pienso que tenía que haberlo dejado de hacer y ya...
- ¡Ay amigo!, espero no te hayas precipitado al no escucharla. Por tu bien y el de ella, debes olvidarte de lo sucedido aquel día y de Salvador, de una vez.
- Lo sé, voy a hacer para olvidarme de los dos...
- De él si, de ella lo dudo más... Por cierto, esta mañana la vi saliendo del hospital, iba con Lidia. Su aspecto no era de estar pasándolo bien.
- ¿En el hospital?.
- No te preocupes, solo se sintió algo mal, tuvo un mareo. Hablé con Lidia ocasionalmente por teléfono y me contó.
- Ah, mareada... supongo que volvió a sucederle, ya se había encontrado mal por el efecto de aquellas copas que tomó sin haber comido nada y seguro que habrá seguido sin hacerlo, además de que no ha descansado. Es como si todo fuera un sin sentido, pero es real, y tengo que aceptarlo... aunque me cueste.
Tras esa conversación, Miguel se dispuso a marcharse no si antes darles unas instrucciones a Alex para que tuviera en cuenta respecto a Carla. Probablemente tardaría en regresar, pero a la vez le preocupaba lo que  pudiera pasar en su ausencia, por lo que no sería nada fácil. De hecho, en caso de que algo se complicara no dudaría en volver, incluso haría lo posible para que se reabriera el caso, o en el peor de los extremos, retomarlo por su cuenta, si fuera preciso para proteger a Carla.
Ella tras llegar a casa, se dio una ducha y comenzó a preparar algo para cenar, todo ello sin que su cabeza dejara de pensar en él y en lo sucedido los últimos días. Al rato llegaba Lidia y una vez lista para comer es que le contaba.
- Ha sido bastante duro, sobre todo el que marchara sin saber que estoy esperando un hijo suyo.
- Tendrás otras oportunidades para decirle, e incluso estando más tranquila. Igual no era buen momento, ambos estabais muy tensos - le decía Lidia, tratando de que su amiga no se sintiera peor -. ¿O es que temes cual sea su reacción?. ¿Qué no se lo espere?. Porque la verdad no creo que Miguel fuera capaz de dudar de su paternidad.
- No, no... a pesar de lo que nos está pasando, confío en él. Sé que no llegaría a dudarlo. No eso, no. El no puede dudar de esos momentos en que nos amamos, de la intensidad con la que nos entregamos el uno al otro en cada encuentro. No, al margen de que en algún momento haya podido llegar a sentir celos de Salvador.
- Es lo que te digo amiga, no creo que llegara a dudarlo, por lo que conozco de Miguel y por lo que se de vuestros sentimientos.
- Entre otras cosas, en ningún momento tomamos precaución, no usamos ningún tipo de medidas, ambos éramos consciente de ello, por eso se que se alegraría, pues es algo que no hemos impedido.
- La verdad que te oigo hablar y os pienso, dándome más rabia toda esta situación por la que estáis pasando. Todo iba tan bien entre vosotros.
- Iba, tu lo has dicho... Pero es que no me dejó contarle, cuando quise hacerlo tal vez pensó que le iba a hablar de lo sucedido, pues me dijo que yo lo tenía todo muy claro, volvía a sacar a Salvador, pues casualmente nos vio hablando en la comisaría y ya preferí no decirle más nada por ahora.
- ¡Ay... Carla!, te lo dije, que no tenías que ver más a ese estúpido... ay, no puedo con él.
- Pero no es motivo, es que ese es el problema, que ya no podamos hablar sin que salga ese nombre, sin que yo deje de recordar que el chico que murió sin poder hacer nada por él, era su amigo... Todo eso, se interpondrá una y otra vez entre nosotros.
- Ahora estáis nerviosos porque todo esta reciente, pero eso cambiará, estoy segura que con el tiempo cambiará y podréis volver a estar bien juntos.
- No amiga, ahora existe algo que perjudicaría constantemente nuestra relación, impidiendo gozar juntos de nuestro amor como hasta ahora lo habíamos hecho.
Al día siguiente ambos volvían a sus trabajos, tratando de evitar pensar, aunque era imposible no hacerlo, no siendo fácil para ninguno de los dos.
En la tarde Lidia se vería con Alex, aprovechando que Carla estaba con Isabela. En principio habían quedado en el despacho de él para luego ir a tomar algo y charlar sobre lo que estaba pasando con sus amigos.
Ambos simpatizaron desde que se conocieron, sintiéndose bien juntos, cada vez más, como la última vez cuando habían comido tras la confusión que Lidia tuvo con el coche de él.
Tras ser guiada por la administrativa, Lidia entraba en el despacho.
Alex se puso de pié recibiéndola gratamente con un par de besos y una agradable sonrisa.
- Hola Lidia, ¿qué tal estas?.
- Hola Alex, bien.
- Te dije que pasaras antes por aquí pues quise que vieras donde trabajo. Así si algún día se te ofrece algo, ya sabes donde estoy la mayor parte de mi tiempo.
- Ah, muy amable, gracias - le decía con una mirada sonriente -. Está bonito, es alegre y acogedor.
- Fue idea mía la decoración, ¿sabes? - le contestaba él bromeándole -.
- Ah, muy buen gusto. ¿Para todo es igual? - le decía ella continuando con la broma -.
- Pues creo que si, solo tengo que mirarte para pensar que es así - dijo Alex, esta vez mirándola fijamente -.
- Así que... a tus visitas también las eliges con... - le iba respondiendo ella algo sonrojada, sin poderse creer que la había pillado desprevenida pues no sabía que responder, algo raro en ella -.
- No me refería tanto a las visitas, pues esas no siempre las elige uno, digamos que me gusta escoger una compañía agradable... - decía Alex, con algo de asombro al ver que Lidia, esa mujer que tenía salidas para todo, en ese momento se había quedado sin respuesta -.
- Gracias...
- No me tienes que agradecer nada, al contrario - le decía él, mientras se levantaba y se apoyaba en el filo de la mesa frente a ella que permanecía sentada -.
- Si tengo que hacerlo, por ser siempre tan amable conmigo, incluso en los momentos en los que yo...
- Te lías a dar patadas a mi coche, ¿a eso te refieres? - le decía él de forma simpática,  tratando de bromear pues veía que Lidia estaba más seria de lo normal debido seguramente a lo que sucedía con Carla y Miguel -.
- ¡Ay...! no me lo recuerdes, andaba algo histérica aquel día - comentaba un poco apurada pero sonriendo -.
- A mí me pareció que estabas atractivamente mosqueada... jaja.
- Menos mal que llegaste tu poniendo un poco de calma a mi día...
- A quien mejor le vine fue al vendedor de sofás... de no ser por mí, los devuelves...  -decía mientras ambos reían -.
- Hablando de calma, que bien vendría ahora un poco de ella entre Carla y Miguel, ¿cierto? - le comentaba Lidia a la vez que su rostro cambiaba -.
- Si... así es.
- Me fastidia tanto todo lo que les está pasando...
- ¿Hey, que es eso?. No quiero ver esos bonitos ojos humedecidos si no es debido a la risa, ¿ok?. Es a lo que me tienes acostumbrado - le decía inclinándose hasta ella rozándole la mejilla -.
- Disculpa, pero ¡ay!, cómo me duele y más sabiendo que Carla ahora va a ... - y diciendo eso reaccionó pues no debía decir nada del estado de su amiga -. 
- ¿Va a qué? - preguntaba Alex al ver que Lidia se quedaba callada -.
- No nada, que va a pasarlo muy mal al haberse ido Miguel, queriéndose como se quieren pero con tantos inconvenientes relacionados con el pasado... - continuaba diciendo ella, tratando de evitar contarle a Alex, aunque le hubiera gustado poder hacerlo -.
- El lo está pasando mal... y me duele. La verdad que no es agradable ver como se estropea algo hermoso como es ese sentimiento que hay en ellos, saber de su dolor, de lo mal que lo están pasando, sobre todo no por falta de amor, sino por cosas que aún con importancia no tienen por que ser causantes de que esa relación llegue a su final, pero a veces las cosas se complican y llegamos a conclusiones que nos hacen tomar decisiones que pueden ser las mejores o no...
- Si, tienes razón, a veces por malos entendidos, por no aceptar, por miedo a creer que ya no será igual... ¡Ay!, pero que rabia me da, de verdad. Es que se siguen amando, Alex.
- Lo sé. Pero es el tiempo Lidia el que irá diciendo ahora, el que vaya haciendo que las cosas continúen hasta donde tengan que llegar... - le respondía él mientras ella se levantaba pues veía que de seguir ahí frente suyo no podría controlar esa emoción que le embriagaba -.
Con las miradas de ambos fijas el uno en el otro, es que Alex se percataba de que Lidia lo estaba pasando mal. Ella en ese instante comenzó a hacer broma como evitando ese momento:
- Bueno, por lo que veo quieres que siga admirando tu gusto en la decoración de este espacio, ¿no?. ¿Es que no piensas llevarme a otro lugar?. Aunque igual es mejor que me marche, pues hoy no soy buena compañía, estoy bastante aburrida, ¿no lo crees?. Además te estoy quitando tiempo, así que es preferible... - decía ella mientras se apartaba de él -.
- Lidia... - la llamaba mientras le agarraba de la mano. Y siguiendo su impulso la atraía suavemente  abrazándola, a la vez que ella se dejaba llevar por aquel agradable contacto -. No podría tener mejor compañía ahora mismo de la que tengo - le seguía diciendo en un tono de voz cálido -.
- Disculpa Alex, no quería ponerme así pero es que...
- No Lidia, no digas nada... tienes que desahogarte, llora si es lo que necesitas  - le decía él, acercando sus manos hasta su rostro, percatándose de lo linda que era y de lo que le hacía sentir al tenerla tan cerca -.
Algo más tranquila y siendo consciente de lo cómoda que se sentía junto a Alex, sonriéndose es que decidieron marchar a tomar algo a otro lugar. Aunque hablaron y bromearon con otras cosas, también continuaron compartiendo impresiones sobre el tema de Carla y Miguel, pues vieron importante que así fuera, por si con algo podían ayudarles, a pesar de que sabían que era algo que dependía de ellos dos nada más.
Continuará...
Un abrazo. Atardecer.

 

 

Publicado por atardecer
Publicado el 14/09/2015 15:45 - Total Temas: 237 - Total Mensajes: 7778

 

 

 

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Publicado el 29/12/2017 22:28 - Total Temas: 301 - Total Mensajes: 11944

 

 

 

CAPÍTULO 19

 

 

- Hola Director.
- Hola.
- ¿No piensas decir nada más?.
- ¿Necesitas que te diga algo más...?.
- Sabes que me importa tu opinión, lo que pienses de todo este tiempo, de este aplazamiento por mi culpa.
- Aquí no hay culpables, solo circunstancias. Y, ¿de verdad precisas de esa opinión para comenzar a grabar hoy?.
- No tanto eso, pero si quiero oírtelo decir...
- Bien sabes cual puede ser mi opinión, pues te comprendo y confío en ti. También creo que puedes intuir lo que te diría, pues sabes como pienso en ese sentido. Ahora lo que importa es que de nuevo estamos aquí, y que tenemos la oportunidad de continuar con esto en este lugar, algo que también podría no haber sido, si las circunstancias no lo hubieran querido. Se que lo sucedido te valdrá de mucho, así que no hay nada más que decir respecto a eso.
- Gracias.
- No hay de qué, solo quiero que te dejes llevar y disfrutemos de la continuación. Nada más.
- Lo siento de verdad, estábamos a nada de finalizar...
- Eso no importa, pero si que podemos continuar ahora. Ven que te de un abrazo, pienso que eso te vendrá mejor que mi opinión, ¿cierto?.
- Si, tal vez... Gracias por tu comprensión.
- Ssshhh, ven de una vez aquí, anda... jaja. Comenzamos en 10 minutos, y tranquila pues todo irá bien, ¿ok?
- Ok.

 

En la laguna... 3,2,1 acción grabando!.

 

Los días iban pasando y no estaba resultando fácil para ninguno de los dos. Ambos trataban de concentrarse en sus trabajos, de desconectar la mente pero no siempre era posible. Cualquier cosa les hacía recordar alguno de los muchos lindos momentos vividos juntos. Esos primeros días se habían hecho eternos, sobre todo en la noche. Aunque estaba bien con Lidia, Carla extrañaba además de a Miguel, también la casa de la laguna, pues sabía que allí lo sentiría más cerca, que las noches no serían tan frías como lo estaban siendo desde su partida. Apenas podía conciliar el sueño, se levantaba y se ponía a mirar a través de la ventana la oscuridad de la madrugada, como con esperanza de que la luna pudiera decirle algo de él, así como le sucedía con su teléfono, que aunque no quería no podía evitar mirarlo constantemente por si había alguna llamada o mensaje de Miguel.
Por su parte él había procurado en esos días meterse de lleno en los casos que tenía pendiente. Era muy profesional y responsable en su trabajo y eso le ayudaba para concentrarse en el mismo, pero no podía evitar en sus ratos libres y sobre todo en la noche, que ese dolor revolviera todo por dentro. La extrañaba más que nunca y algo se desgarraba en su interior. Recordaba cada momento disfrutado con ella allá en la laguna, así como esa nota que un día le dejó tras haberse amado mutuamente como lo hicieron: "No lo impidamos...".
Durante esos días a cada instante había mirado su móvil por si Carla había cambiado de opinión. En más de una ocasión había estado a punto de marcarle, pero luego lo evitaba, pensando que igual no era buena idea. Pero no dejaba de pensarla, de inquietarse por como estaría. De aquella salida del hospital, si se habría vuelto a sentir mal, de si estaba corriendo algún peligro. Sobre todo porque había estado averiguando de nuevo sobre aquel caso pasado, por cómo estaba la situación sobre el que andaba preso y si habría alguien interesado en vengar la muerte del que murió. Le hablaron de varias personas que podrían haber estado en ese tiempo pendiente de los pasos de Salvador. De hecho pensaba en la idea de contratar al detective Luis Guzmán aun sin la opinión de Carla, si lo creía necesario.
Todo eso le recomía por dentro, el pensar en lo duro que había podido ser con sus palabras, el reflexionar sobre ese tiempo que estaban perdiendo y que ellos mismos lo estaban impidiendo, el ser felices juntos...; eso y el sentir que no podría olvidarla porque aún la amaba, junto a ese desasosiego que sentía por dentro, es que esa noche después de casi dos semanas no pudo evitar llamarla.
Cada tono de llamada se le estaba haciendo eterno pues ella no respondía. Mientras, Carla seguía incorporada en su cama, mirando la pantalla de su móvil sin poder creer que se trataba de él, tanto, que no fue capaz de reaccionar viendo como finalizaba la llamada. Eso hizo añorarlo más, deseando devolverle la misma, pero no haciéndolo, pues no sabía si se podría controlar y de esa forma no le quería contar de su estado.
La desesperación y preocupación de Miguel fue mayor tras no contestar.  Se sorprendía de su comportamiento, pues nunca antes se había sentido así. La extrañaba cada vez más y se preguntaba por qué no le habría respondido. Aunque era de noche intuía que no estaría aún dormida, más siendo sábado pues al día siguiente no tenía que madrugar. No sabía qué hacer, si volver a marcar, o no insistir para no molestarla más, lo único que sabía era que no quería perderla... Comenzó a desvestirse para introducirse en la cama, pero sabía que no podría dormir, así que con su torso al descubierto, es que paseó desesperado por los espacios del apartamento, como si estuviera enjaulado, hasta que regresó de nuevo a la habitación. Sentado en la cama pasaba sus manos por su rostro, moviendo la cabeza sin dar crédito a lo diferente que era a esos días pasados hacía nada. Se echó hacia atrás y tumbado de espaldas es que la recordaba entre sus brazos, con el deseo de hacerla suya, de amarla una vez más..., sin tener posibilidad.
Carla no podía conciliar el sueño, sin dejar de pensar en él, es que reconocía que le gustó recibir su llamada y que no lo podría dejar de amar, pero temía que el hablar de nuevo y en la distancia, les hiciera sufrir más. Pero a la vez no quería que se preocupara por ella, que pudiera pensar que no le quiso atender.  Por lo que recordando los bellos momentos juntos es que simplemente hizo lo que le dictaba su corazón.
Miguel llevaba casi media hora tumbado y perdido en sus pensamientos, cuando sonó su teléfono. Se incorporó rápidamente y tras ver que era ella no dudó en descolgar, y con la respiración agitada es que pudo decir:
- ¿¡Carla...!?, Carla mi amor háblame por favor... - le insistía tras no escucharla -. 
- Miguel... - pronunciaba ella con la voz entrecortada de la emoción, pues no pudo evitar unas lágrimas tras escucharlo y sentir en la voz de él esa desesperación, la misma que ella sentía -.
- Carla ¿estás bien?. Dime cómo te has sentido, supe que te volviste a marear. Dime que te estás cuidando, que no estás arriesgándote, que no has seguido viéndote con...  - y ahí no continúo, no quería estropear ese momento además de que le dolía el silencio por parte de ella-. Discúlpame... - añadió -.
- Miguel, estoy bien... pero tenemos que hablar, tengo que contarte algo pero no quiero decírtelo por teléfono.
- ¿De qué se trata?, ¿acaso tiene que ver con lo que quisiste decirme el último día que nos vimos?. 
- Si Miguel, aquel día me hubiera gustado contarte pero al final no fue posible..., pero tienes que saber...
- Mira, no quiero pensar en eso más. Perdóname por favor, que no te escuchara en su momento, que no te dejara que me explicaras sobre cuando te vi en la comisaría, fui un estúpido, lo se. Entiendo que tuvieras que aclarar con él..., pero no quiero hablar de eso, al menos ahora no, por favor.
- Miguel tienes que saber algo, es importante.
- Carla..., te extraño. Es lo único que sé, que te amo y no quiero perderte. No lo impidamos... ¿si?.
Ella al escuchar esas palabras simplemente se dejó llevar por las mismas sin más. 
-  Miguel yo también te extraño. Te echo tanto de menos, no sabes cuánto. Siento todo esto que nos está pasando, que no podamos disfrutar como antes, más ahora que...
- Mi linda, mi amor... ¿qué?.
- Te amo Miguel... - sintió estremecerse su cuerpo cuando pronunció aquella palabra, tan especial para ella, la cual no  había pronunciado antes ante ningún otro hombre.
- Mi mujer, mi linda apasionada... y yo a ti. Te amo Carla, como nunca antes lo he hecho por ninguna otra. Cómo me gustaría tenerte ahora entre mis brazos y hacerte mía. Regresaré, pero quiero que te cuides, que no te arriesgues por favor...
- Miguel, temo que nos estemos precipitando, que nos estemos llevando de nuevo por esto que sentimos. Dejemos que el tiempo vaya diciendo... ¿si? - le decía ella con rabia de estropear ese momento, pero temía lo que podría estar por venir, que al verse de nuevo todo se volviese a complicar -.
- No te preocupes Carla. Nos veremos y hablaremos con calma, en cuanto me sea posible procuraré estar de vuelta. Tengo casos complicados que no puedo dejar, pero confío en que te cuidarás, sino me obligarás a salir para allá en cualquier momento.
La idea de volverlo a ver la hacía tan feliz, pero aún así, le seguía asustando esa realidad que también seguía estando ahí...
- Está bien Miguel, procuremos calmarnos. Quiero que estés tranquilo, yo estaré bien, no te preocupes ¿si?.
- Carla..., Carla cuídate por favor... - le decía, volviéndole esa respiración agitada, pues seguía pensándola aferrado a él. Cuánto la deseaba en esos momentos -.
- ¡Miguel...!, Miguel te lo pido cuelga ya, no me lo hagas más difícil.
- No quiero colgar, no puedo colgar... Hazlo tú, pero antes dame un beso. Quiero escucharlo...
Y ella le complació, dejándole un suave y sonoro beso, lo cual hizo que ambos sonrieran, quedándose minutos en silencio, solo acompañados por el sentir y la agitada respiración de ambos... hasta que la comunicación se cortó, no siendo fácil para ninguno de los dos el resto del tiempo en aquella noche, la cual se hizo larga.
El domingo fue un día más agradable para ellos tras ese acercamiento telefónico. Aunque habían decidido no precipitarse y que el tiempo fuera diciendo, Miguel no pudo evitar en la noche  mandarle un mensaje deseándole que descansara, acompañado de un te quiero. Carla más tranquila, sonreía por la felicidad que le daba ese mensaje, a sabiendas de que Miguel preferiría haberla llamado, pero que había respetado lo que ella le había pedido, más que nada, porque temía que no pudiera contenerse de seguir hablando con él por teléfono, de contarle lo de su embarazo, y eso quería hacerlo en persona, verle su cara, su reacción mientras lo hacía. Así que con otro mensaje cariñoso es que ella le contestaba, sonriendo al pensar en ese comportamiento casi de adolescente enamorada que estaba teniendo.
Comenzaba la semana y transcurrían los días. Carla seguía yendo a encontrarse con Isabela, donde seguía con su rehabilitación. Algo que la hacía sentir mejor era la avanzada recuperación que estaba teniendo la hermana de Miguel. En esa semana la había convencido para que quedara con sus amigos alguna tarde y pasar a recogerla después de un tiempo. Así iba cogiendo confianza de nuevo en ella misma sin sentirse mal por la situación en la que se encontraba estando en silla de ruedas, aunque cada vez más Carla insistía en que a ratos cogiera las muletas pues ella la veía capaz, solo que la chica sentía cierta inseguridad lo que hacía que a veces no se atreviera a avanzar. Pero Carla sabía que muy pronto podría volver a la normalidad, solo era cuestión de tiempo.
También en esos días había estado hablando con ella sobre la posibilidad de matricularse en la Universidad pues en unos meses comenzaría los plazos para hacerlo, y fue algo que por lo sucedido, Isabela dejó de hacer en su momento, y de lo que ahora se mostraba reacia a hablar pues ahí si que no se veía en su estado, además de que la hacía recordar mucho más todo lo que sucedió, pues volvería a encontrarse con mucha gente conocida y era algo que la asustaba, el no poder hacer su vida como antes. 
- Isabela, sé que es difícil hablar de esto para ti, pero no puedes perder esa oportunidad. Entiendo que de aquí para atrás hayas evitado hacerlo, pero ya estas mucho mejor y cada vez tu recuperación será mayor. No importa si al principio tiene que ser así, pero llegará el momento en el que no dependerás de nada ni nadie para volver a caminar y a hacer tu vida normal. 
-  Carla, pienso que no es buena idea. Es algo que ya asimilé, que lo que quería hacer ahora no va a poder ser. Además  tampoco es algo que realmente me apetezca ya, con esto que pasó también mi mente cambió.
- Se por tu hermano Miguel que siempre hablabas de querer dedicarte al periodismo, concretamente al deportivo, sobre todo al tema de las motos.
- Si, pero ya no me interesa.
- Isabela, es algo que si realmente te gusta, puedes hacerlo. Tu estado físico no te lo impide, además porque eso cambiará. Si tú confías en ti podrás hacerlo, y si realmente lo deseas nada impedirá que así sea, al menos tienes que intentarlo.
- Pero es que ya es algo que no me atrae. Si es cierto que me siguen gustando las motos, eso no cambió. Pero ahora si pudiera me dedicaría a otra cosa.
- ¿A qué?.
- A lo relacionado con el trabajo social. Ayudar lo posible a los demás, sobre todo a discapacitados, como tú me estás ayudando a mí. Ese ahora sería mi sueño.
- Bueno pues piensa bien si realmente es lo que te apetece hacer o solo se trata de tu situación actual, porque en cuanto comience el periodo de matriculación debes pensar en ello. ¿Ok?.
- Ok. Gracias Carla por todo lo que estás haciendo por mí. No tengo como agradecerte, a veces pienso, qué habría sido de mí de no haber aparecido tú.
- No tienes nada que agradecer, todo lo estás haciendo tú. Yo solo te estoy dando un empujoncito pues tu ánimo no era el apropiado para hacerlo sola. Pero pronto no me necesitarás, ya verás. 
-  No, Carla. No me digas eso por favor, porque eso si me duele.  El pensar que te puedas alejar de nosotros y sobre todo que ya no vayas a ser mi cuñada.
- No pienses en eso ahora. Estoy aquí y lo importante es tu mejoría y todo los planes que tenemos de ahora en adelante, ¿si?. No te vas a deshacer de mi tan pronto.., ¿eh?.
Y así ambas rieron haciendo algo más llevadero aquel momento, sobre todo para Carla que estaba siendo tan difícil todo aquello teniendo a Miguel lejos.
Por su parte Lidia y Alex, desde su último encuentro habían seguido manteniendo el contacto por teléfono y en alguna ocasión habían quedado para comer, siendo la confianza entre ellos y el acercamiento mucho mayor. La pasaban bien juntos y últimamente más contentos tras haber sabido por sus respectivos amigos, de aquel acercamiento entre Carla y Miguel.
Comenzaba un día más. Ya iba para tres semanas desde la última vez que se vieron. En esos días también Carla había estado haciendo averiguaciones sobre el caso, hablando con algunos de sus antiguos compañeros con los que aún mantenía contacto y que estuvieron en aquella operación también. Le confirmaron lo que sabía por Miguel respecto a Salvador en el caso, aunque fue algo que se quedó siempre en el aire, de hecho ellos no volvieron a saber mucho más, pues fueron destinados a otro lugar. Pero que no descartaba que pudieran querer vengarse por lo sucedido aquel día porque conocían la clase de tipos que eran y que seguro habría algunos más detrás.
Aquella noticia le preocupó en cierta manera, pues no descartaba la idea de que también pudieran averiguar de la presencia de Miguel en aquella operación, corriendo peligro, no por él pues fue discreto y responsable en su trabajo, más que nada porque no se fiaba de que Salvador llegado el caso no abriera la boca en contra suya para salvar su pellejo. Había renunciado a su trabajo como policía, pero su intuición no la había perdido respecto al mismo. Y sabía que no dejaría de averiguar e incluso actuar si llegara el caso para proteger a Miguel, al hombre de su vida y padre de esa criatura que ahora llevaba dentro fruto del amor que se tenían  ambos.
Ese jueves, tras haberlo pensado detenidamente y hablar los días previos con los padres de Miguel, decidió volver a la casa de la laguna, también para no seguir exponiendo a Lidia y porque así estaría más tranquila por la seguridad que le había comentado Miguel y sobre todo, porque allí lo sentía más cerca extrañándolo menos. Pero prefirió no decirle a él, para no preocuparle el que estuviera sola, pues insistiría en que se fuera con su familia a la casa grande, y allá ella estaba bien, además de que también estaría protegida por la seguridad de las cámaras en toda la propiedad.
Tras los últimos y breves mensajes mantenidos entre ellos, Carla había decidido que el viernes en la tarde, viajaría para hablar con Miguel sobre su estado, pues todo iba avanzando bien. Quería darle una sorpresa y evitar así que se desplazara él pues lo más seguro es que tuviera bastante trabajo, porque de no haber sido eso, nada le hubiera impedido aunque fuera solo un día ir a verla, sabía que era así. Además también tenía ganas de contarle a su familia, pero no quería hacerlo hasta hablar con Miguel y comunicarles también a la de él. Así que en la hora de la comida, tras dejar a Isabela se dispuso a reservar vuelo, cuando de pronto un mensaje le entraba en su teléfono.
Le extrañó al verlo, pues no era un número que tuviera registrado. Al abrirlo, toda la alegría del momento se disipó y aunque trató de mantener la calma, no sabía cómo reaccionar al ver aquella fotografía enviada por no sabía quién, de Miguel abrazado a una mujer, junto a un mensaje que decía: "Como ves, tu tampoco estarás con él".

 

Continuará...?
Gracias. Atardecer.
Publicado por atardecer
Publicado el 30/09/2016 19:16 - Total Temas: 264 - Total Mensajes: 9912

 

 

 

Publicado por atardecer
Publicado el 31/12/2017 00:04 - Total Temas: 301 - Total Mensajes: 11944
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